Blog sobre cultura y política. Artículos publicados en la prensa y comentarios de temas actuales. El título, Kotosh, se refiere al templo más antiguo de la sierra peruana construido hace 4 mil años, valiosa evidencia de la arquitectura preinca. Su símbolo son las manos cruzadas. Está muy cerca de Huánuco, la ciudad donde nací, mi añorada tierra.
viernes, 6 de noviembre de 2015
Acuña, Toledo y el centro mínimo
miércoles, 23 de septiembre de 2015
El matador y la Verónika
lunes, 14 de septiembre de 2015
Política tóxica y escenario cerrado
viernes, 5 de junio de 2015
El Apra y las izquierdas el 2016
La República
sábado, 22 de noviembre de 2014
Matar a Susana, aquí y ahora
La República
Matar a Susana aquí y ahora además de injusto no resuelve nada. En Lima, la derrota es más que una pérdida electoral; refleja dos hechos que serán relevantes de cara al 2016: 1) la derrota de la unidad, una esperanza en un momento crucial de nuestra democracia, precaria y enfrentada al cambio; y 2) la pérdida de un caudal de votos imprescindibles para re-construir una alternativa.
Es cierto que Villarán cometió errores aunque entre estos no se encuentra el esfuerzo de apertura, un gesto que ningún candidato en el Perú podría darse el lujo de subestimar; fueron más bien errores en la ejecución de la apertura, especialmente en la relación con determinados actores. El resto de grupos se fueron por las ramas, desbarrando entre el pragmatismo y el tradicional apuro que deviene de un histórico desorden.
Mientras Alianza para el Progreso (APP) se presentó en 23 regiones, el fujimorismo en 18, y Acción Popular en 16, el Frente Amplio se presentó en 11, el mismo número que el Apra. En donde el Frente Amplio (FA) participó no le fue bien; en Lima, su mejor resultado fue en Ancón (1,22%) y en las regiones, en Lambayeque (2,65%). En algunos casos, como en el Cusco, Puno y Moquegua, el FA se emplazó contra la izquierda regional solo para ser derrotado. Por ejemplo, en Chota, el MAS le ganó al Frente Amplio 42% a 0,7% y en el Cusco Tierra y Libertad obtuvo poco más de 5%.
La limeñización de las izquierdas partidarias es una realidad y el Frente Amplio está prácticamente muerto en tanto que su grupo más organizado, Patria Roja, ha obtenido sus mejores resultados fuera de ella, en Cajamarca y en Madre de Dios. De cara al 2016 se hace patente un derrotero cuyo ritmo será marcado por la agrupación propietaria de la única inscripción electoral; el esquema aprendido en los últimos 35 años está dibujado: una azarosa negociación de pequeñas cúpulas que reciben el nombre de “nacionales” de espaldas a miles de militantes sin partidos y de la izquierda extrapartidaria, que parirá un espacio estrecho resistente a la apertura.
En las izquierdas escasea el liderazgo, ese componente crucial de cualquier proceso de agregación de actores políticos. No obstante, el problema no parece ser solo de perfil e identidad sino también de proyecto. Lo que hace dos años aparecía como una izquierda nueva, innovada por un programa ambiental y reformador institucional, y que iría a estrenarse en estas elecciones, ha tenido poca fortuna y ha sido derrotada en casi todas las plazas donde se procesan conflictos de naturaleza extractiva.
Es tarde para un modelo de unidad tipo Frente Amplio; la fórmula ya no es posible y quizás ni necesaria. Como en otros países, la izquierda existe y ha sido resistente a la prédica depredadora de la derecha y sobrevive a sus propios errores; no obstante, está cada vez menos presente en los partidos y más en la sociedad, en una suerte de dualidad que debería ser asumida, una izquierda partidaria y otra social/regional.
De cara al futuro la interrogante reside en la capacidad de esa maltrecha izquierda partidaria para relacionarse con la izquierda social/regional sin intentar ponerse primero en la fila sino animar una gran convergencia con vocación de apertura. Lamentablemente, sus líderes todavía están ocupados matando a Susana y con un discurso que va en sentido contrario. Es curioso: izquierdas que celebran la apertura de sus pares en Brasil, Uruguay y Bolivia pero que consideran que su deber aquí es enconcharse.
viernes, 24 de octubre de 2014
Los demonios del centro
viernes, 21 de febrero de 2014
Che, Pinochet o Gandhi
viernes, 9 de agosto de 2013
La hora de la comparación
viernes, 12 de julio de 2013
Izquierda, debate y arrebato
viernes, 26 de abril de 2013
El síndrome venezolano
viernes, 29 de marzo de 2013
Ante los profetas, defensa del oficio
martes, 2 de octubre de 2012
La izquierda aconsejada
La mitadmasuno
2 de octubre de 2012
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-aconsejada-02-10-2012
martes, 28 de agosto de 2012
Hachas de guerra
jueves, 24 de mayo de 2012
Posición (electoral) adelantada
jueves, 16 de febrero de 2012
En el diván y en el banquillo
jueves, 29 de diciembre de 2011
La izquierda: choque y fuga
La mitadmasuno
22 de diciembre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-choque-y-fuga-22-12-2011
Este cuadro disperso es la causa misma de los problemas, es decir, la expresión de procesos paralelos que la izquierda construyó los últimos años impulsada por la imposibilidad de generar una gran dinámica al mismo tiempo convergente y renovadora. En esa medida, la adhesión a Humala aparece como un breve momento concurrente en el marco de la gran diáspora izquierdista iniciada hace más de 20 años. Los últimos sucesos dejan ver que el actual gobierno no es el punto de partida o de llegada de la izquierda sino un paso, para algunos necesario y para otros inevitable, un “choque y fuga” del que, por lo menos ahora, la izquierda sale perdiendo.
La interrogante principal es el siguiente movimiento; con toda seguridad el destino no pasa por el reagrupamiento. Desde la explosión de Izquierda Unida en 1989 la unidad de la izquierda es un mito recurrente de la acción, incluida la electoral y, al mismo tiempo, un freno para la refundación.
Entre los errores de la izquierda en la última etapa no está el no haber concurrido con un candidato propio a las elecciones o el haber propuesto un programa de equidad con ajuste mínimo al modelo neoliberal. Candidato propio y proyecto propio son cosas distintas, y en esto último parecería residir el problema. La voz de la izquierda nacional en los últimos años fue débil, difusa y fragmentada.
Javier Diez Canseco ha expresado una idea sustantiva para la reflexión, que es necesario que el 32% que votó por Humala en la primera vuelta tenga una representación política. Ello depende de dos variables: 1) de lo que suceda con el Partido Nacionalista en el futuro cercano; y 2) de la capacidad de la izquierda social de generar un movimiento político.
En lo segundo, en la izquierda social, residen por ahora las mayores esperanzas, es decir, en la evolución de apuestas interesantes como el Movimiento Tierra y Libertad, que se proponen relaciones más vinculantes entre las demandas de ciudadanía y la política. A pesar de las derrotas recientes parece estar naciendo una nueva épica izquierdista menos preocupada en su pasado y en juntar sus pedazos, pero igualmente cuestionadora de la realidad.
jueves, 19 de mayo de 2011
La tercera campaña
La República
19 de mayo 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/19-05-2011/la-tercera-campana
El primer rasgo de la campaña para la segunda vuelta es la negativa al cambio de la elite empresarial y su decisión de impedirlo vía el activismo abierto contra O. Humala. Su ofensiva ha impactado sobre la candidatura de K. Fujimori transformándola en una oferta simbólica distinta. En la primera vuelta, Fuerza 2011 representaba la épica fujimorista de los noventa, el rechazo a un orden general de cosas y, al mismo tiempo, una demanda de cambio, compartida con Gana Perú. En el nuevo momento, K. Fujimori representa la tenaz resistencia al cambio.
Estas modificaciones se gestan desde la polarización que origina la primera vuelta, la que ha producido tres campañas electorales y una cuarta en proceso. Una es la de O. Humala, sustantiva en el sentido programático y consistente con la idea del cambio aun con la eliminación de los puntos críticos de su programa. La otra es la de K. Fujimori, débil en mensaje propio y crecientemente sigilosa en materia social. La tercera es la gran campaña de la elite empresarial aliada con buena parte de los medios, ruidosa, masiva, cuantiosa en recursos y agresiva en la contracampaña aunque nada creativa en la propuesta.
Esta tercera campaña dominará el escenario hasta el 5 de junio. Para Fuerza 2011 funciona como una cómoda tercería publicitaria muy riesgosa. Si K. Fujimori pierde será por el abrazo anticambio; y si gana, será por el miedo al cambio. Las consecuencias serán definitivas. En la victoria representará al país conservador contra el otro Perú que bulle y que seguirá presionando desde la calle, y en la derrota representará una opción militante pro modelo económico desde el Parlamento.
Para los sectores comprometidos con la tercera campaña la apuesta es aun más compleja. Le han planteado al país un plebiscito del modelo. Si ganan tendrán que comprometerse con el nuevo y débil poder, para sostenerlo, e instalar una especie de gobierno empresarial. Si pierden habrán extraviado la oportunidad de darle un curso democratizador al auge económico, víctimas de una recaída oligárquica y mercantilista.
Una cuarta campaña ha empezado a tomar cuerpo y de ella nos ocuparemos luego. Habría que decir por ahora que viene desde la calle. Es la izquierda social, huérfana desde la liquidación del partidarismo socialista de los noventa y que pugnará por el cambio no solo desde el cambio. También desde la barrera moral que han levantado junto a un sector liberal.
jueves, 6 de enero de 2011
La ciudad imaginada
La República
Jueves 6 de enero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/06-01-2011/lima-ciudad-imaginada
Como anoté en otro momento, en la elección de Susana Villarán no hay un sentido común exclusivo de la izquierda. Las circunstancias de su elección fueron especiales. Inicialmente poco conocida por el elector, supo resumir en su discurso varios rechazos ciudadanos, especialmente al sistema político, y otras adhesiones, particularmente a la transparencia en la gestión pública.
Los retos de la nueva administración municipal limeña se agregan y superponen precisamente por el sentido político de quien la lidera. A la valla alta que le dejan en materia de infraestructura urbana los dos últimos alcaldes se suman las expectativas por una política social municipal y por los cambios en la gestión de una ciudad que supera ya los ocho millones de habitantes.
Quizás por eso su principal desafío sea la cultura de una sociedad que ha producido una ciudad diversa pero al mismo tiempo segregadora, desordenada, egoísta, violenta, limitadora de derechos, contaminada y contaminante. Imaginar una ciudad no será fácil. En la cultura actual un alcalde es sinónimo de obras; la violencia es un problema de policías y magistrados; la pobreza es una tarea del gobierno central; la actividad cultural es una afición de los mecenas; y la generación de oportunidades puede ser una atribución de cualquiera, menos del municipio.
Villarán, a pesar de su moderación política y su izquierdismo liberal, es una disidente frente al discurso que pretende hegemonía y totalidad, una atrevida que merece fracasar como mensaje de ineficiencia de quienes cuestionan el pensamiento único. Es seguro que como todo proyecto de centroizquierda tenga varias oposiciones, a la derecha, a la izquierda, adentro, afuera, en la tierra y en nombre del cielo.
También por ello es decisivo el Acuerdo para Lima que pretende alcanzar en el primer tramo de su gestión. Es obvio que en ese acuerdo deberían caber todos los que representan el mandado electoral reciente en la capital, aunque también hay rostros de presencia ineludible: los “otros” que la Lima oficial se niega a reconocer.
domingo, 24 de octubre de 2010
Hipótesis sobre los pequeños
Varios de estos grupos están desarrollando un peligroso síndrome de asfixia electoral cuyos síntomas son: tentar con ansiedad alianzas con los “grandes”, consumirse en el frentismo descuidado lo interno y demorarse más de lo previsto en la designación de sus candidatos. Están perdiendo el poco oxígeno ganado o que les queda; una estrategia de derrota y de claro desposicionamiento político.
Salvo los destellos iniciales de Izquierda Unida (IU), entre 1980 y 1983, los frentes preelectorales presidenciales de los últimos 30 años fracasaron, de lo que dan cuenta Convergencia Democrática (1985), Fredemo (1990), Unidad Nacional (2001 y 2006) y el Frente de Centro (2006). Estos naufragios imprimen una tendencia contraria a la de otros países, como Chile y Uruguay en la región, con sistemas de partidos más estables y más tradición de pactos. Esta constatación no impide anotar, sin embargo, la vigencia de los compromisos postelectorales, como los de AP-PPC en 1980 y Perú Posible-FIM el 2001.
Los afanes frentistas de estos días lucen como un baile de máscaras donde los “grandes” juegan al diálogo a sabiendas de que irán solos y en el que los pequeños se apiñan en la puerta y fuerzan un cambio de perfil, diluyendo adhesiones propias y fortaleciendo el peso de los “grandes”. Son operaciones previas a una derrota electoral por abandono de la competencia directa.
Estos trasiegos descuidan otro espacio del diálogo político que en el Perú es prometedor, para construir colaciones sociales que recojan demandas de la sociedad civil y vertebre compromisos públicos amplios. Es cierto que ello obliga a otra ingeniería electoral: aprobar programas social y políticamente agresivos, designar candidatos con anticipación y realizar una campaña electoral más larga de cara al país, recorriéndolo, predicando y sumando pueblos.
sábado, 16 de octubre de 2010
Hipótesis sobre la izquierda
La República
Sábado 16 de octubre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20101016/11/node/295242/todos/1634