La República
Jueves 6 de enero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/06-01-2011/lima-ciudad-imaginada
Lima, la cuarta ciudad más poblada de Sudamérica será gobernada por una mujer. Además del género, significativo en un país machista, de pocas alcaldesas y políticas, la diferencia la hacen otros factores como su larga militancia en la izquierda y el haber sido elegida en Lima, acaso ahora la ciudad más conservadora del Perú.
Como anoté en otro momento, en la elección de Susana Villarán no hay un sentido común exclusivo de la izquierda. Las circunstancias de su elección fueron especiales. Inicialmente poco conocida por el elector, supo resumir en su discurso varios rechazos ciudadanos, especialmente al sistema político, y otras adhesiones, particularmente a la transparencia en la gestión pública.
Los retos de la nueva administración municipal limeña se agregan y superponen precisamente por el sentido político de quien la lidera. A la valla alta que le dejan en materia de infraestructura urbana los dos últimos alcaldes se suman las expectativas por una política social municipal y por los cambios en la gestión de una ciudad que supera ya los ocho millones de habitantes.
Quizás por eso su principal desafío sea la cultura de una sociedad que ha producido una ciudad diversa pero al mismo tiempo segregadora, desordenada, egoísta, violenta, limitadora de derechos, contaminada y contaminante. Imaginar una ciudad no será fácil. En la cultura actual un alcalde es sinónimo de obras; la violencia es un problema de policías y magistrados; la pobreza es una tarea del gobierno central; la actividad cultural es una afición de los mecenas; y la generación de oportunidades puede ser una atribución de cualquiera, menos del municipio.
Villarán, a pesar de su moderación política y su izquierdismo liberal, es una disidente frente al discurso que pretende hegemonía y totalidad, una atrevida que merece fracasar como mensaje de ineficiencia de quienes cuestionan el pensamiento único. Es seguro que como todo proyecto de centroizquierda tenga varias oposiciones, a la derecha, a la izquierda, adentro, afuera, en la tierra y en nombre del cielo.
También por ello es decisivo el Acuerdo para Lima que pretende alcanzar en el primer tramo de su gestión. Es obvio que en ese acuerdo deberían caber todos los que representan el mandado electoral reciente en la capital, aunque también hay rostros de presencia ineludible: los “otros” que la Lima oficial se niega a reconocer.
Como anoté en otro momento, en la elección de Susana Villarán no hay un sentido común exclusivo de la izquierda. Las circunstancias de su elección fueron especiales. Inicialmente poco conocida por el elector, supo resumir en su discurso varios rechazos ciudadanos, especialmente al sistema político, y otras adhesiones, particularmente a la transparencia en la gestión pública.
Los retos de la nueva administración municipal limeña se agregan y superponen precisamente por el sentido político de quien la lidera. A la valla alta que le dejan en materia de infraestructura urbana los dos últimos alcaldes se suman las expectativas por una política social municipal y por los cambios en la gestión de una ciudad que supera ya los ocho millones de habitantes.
Quizás por eso su principal desafío sea la cultura de una sociedad que ha producido una ciudad diversa pero al mismo tiempo segregadora, desordenada, egoísta, violenta, limitadora de derechos, contaminada y contaminante. Imaginar una ciudad no será fácil. En la cultura actual un alcalde es sinónimo de obras; la violencia es un problema de policías y magistrados; la pobreza es una tarea del gobierno central; la actividad cultural es una afición de los mecenas; y la generación de oportunidades puede ser una atribución de cualquiera, menos del municipio.
Villarán, a pesar de su moderación política y su izquierdismo liberal, es una disidente frente al discurso que pretende hegemonía y totalidad, una atrevida que merece fracasar como mensaje de ineficiencia de quienes cuestionan el pensamiento único. Es seguro que como todo proyecto de centroizquierda tenga varias oposiciones, a la derecha, a la izquierda, adentro, afuera, en la tierra y en nombre del cielo.
También por ello es decisivo el Acuerdo para Lima que pretende alcanzar en el primer tramo de su gestión. Es obvio que en ese acuerdo deberían caber todos los que representan el mandado electoral reciente en la capital, aunque también hay rostros de presencia ineludible: los “otros” que la Lima oficial se niega a reconocer.