Blog sobre cultura y política. Artículos publicados en la prensa y comentarios de temas actuales. El título, Kotosh, se refiere al templo más antiguo de la sierra peruana construido hace 4 mil años, valiosa evidencia de la arquitectura preinca. Su símbolo son las manos cruzadas. Está muy cerca de Huánuco, la ciudad donde nací, mi añorada tierra.
lunes, 1 de julio de 2019
Reforma política o suicidio
viernes, 5 de febrero de 2016
Encuestas, la letra pequeña
viernes, 6 de noviembre de 2015
Acuña, Toledo y el centro mínimo
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Al centro (y a la izquierda) hay sitio
lunes, 14 de septiembre de 2015
Política tóxica y escenario cerrado
sábado, 22 de noviembre de 2014
Matar a Susana, aquí y ahora
La República
Matar a Susana aquí y ahora además de injusto no resuelve nada. En Lima, la derrota es más que una pérdida electoral; refleja dos hechos que serán relevantes de cara al 2016: 1) la derrota de la unidad, una esperanza en un momento crucial de nuestra democracia, precaria y enfrentada al cambio; y 2) la pérdida de un caudal de votos imprescindibles para re-construir una alternativa.
Es cierto que Villarán cometió errores aunque entre estos no se encuentra el esfuerzo de apertura, un gesto que ningún candidato en el Perú podría darse el lujo de subestimar; fueron más bien errores en la ejecución de la apertura, especialmente en la relación con determinados actores. El resto de grupos se fueron por las ramas, desbarrando entre el pragmatismo y el tradicional apuro que deviene de un histórico desorden.
Mientras Alianza para el Progreso (APP) se presentó en 23 regiones, el fujimorismo en 18, y Acción Popular en 16, el Frente Amplio se presentó en 11, el mismo número que el Apra. En donde el Frente Amplio (FA) participó no le fue bien; en Lima, su mejor resultado fue en Ancón (1,22%) y en las regiones, en Lambayeque (2,65%). En algunos casos, como en el Cusco, Puno y Moquegua, el FA se emplazó contra la izquierda regional solo para ser derrotado. Por ejemplo, en Chota, el MAS le ganó al Frente Amplio 42% a 0,7% y en el Cusco Tierra y Libertad obtuvo poco más de 5%.
La limeñización de las izquierdas partidarias es una realidad y el Frente Amplio está prácticamente muerto en tanto que su grupo más organizado, Patria Roja, ha obtenido sus mejores resultados fuera de ella, en Cajamarca y en Madre de Dios. De cara al 2016 se hace patente un derrotero cuyo ritmo será marcado por la agrupación propietaria de la única inscripción electoral; el esquema aprendido en los últimos 35 años está dibujado: una azarosa negociación de pequeñas cúpulas que reciben el nombre de “nacionales” de espaldas a miles de militantes sin partidos y de la izquierda extrapartidaria, que parirá un espacio estrecho resistente a la apertura.
En las izquierdas escasea el liderazgo, ese componente crucial de cualquier proceso de agregación de actores políticos. No obstante, el problema no parece ser solo de perfil e identidad sino también de proyecto. Lo que hace dos años aparecía como una izquierda nueva, innovada por un programa ambiental y reformador institucional, y que iría a estrenarse en estas elecciones, ha tenido poca fortuna y ha sido derrotada en casi todas las plazas donde se procesan conflictos de naturaleza extractiva.
Es tarde para un modelo de unidad tipo Frente Amplio; la fórmula ya no es posible y quizás ni necesaria. Como en otros países, la izquierda existe y ha sido resistente a la prédica depredadora de la derecha y sobrevive a sus propios errores; no obstante, está cada vez menos presente en los partidos y más en la sociedad, en una suerte de dualidad que debería ser asumida, una izquierda partidaria y otra social/regional.
De cara al futuro la interrogante reside en la capacidad de esa maltrecha izquierda partidaria para relacionarse con la izquierda social/regional sin intentar ponerse primero en la fila sino animar una gran convergencia con vocación de apertura. Lamentablemente, sus líderes todavía están ocupados matando a Susana y con un discurso que va en sentido contrario. Es curioso: izquierdas que celebran la apertura de sus pares en Brasil, Uruguay y Bolivia pero que consideran que su deber aquí es enconcharse.
viernes, 3 de enero de 2014
El año de la gran debilidad
viernes, 27 de diciembre de 2013
Un año de medio pelo
jueves, 31 de marzo de 2011
Danza de miedos
La República
Jueves 31 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/31-03-2011/danza-de-miedos
Las elecciones democráticas de los últimos 30 años las ganaron los candidatos del centro que supieron organizar y representar una mayoría política que deseaba cambios de intensidad media y/o limitada; es la historia de Belaunde II, García I, Fujimori, Toledo y García II. En estos casos se tendría por erróneas dos afirmaciones: 1) que ganó la continuidad o el no cambio; y 2) que los ganadores representaban una minoría política.
Las encuestas recientes indican más que un empate técnico. Por un lado, evidencian nuestra imposibilidad de construir una mayoría política o por lo menos un bloque de un tercio. Un candidato por el que piensan votar solo 2 de 10 peruanos ya está tocado por el virus de la ilegitimidad. En la región, en Chile, Brasil, Uruguay, Colombia y Argentina (salvo en las elecciones del 2003) las primeras vueltas mostraron la capacidad del sistema político para generar mayorías y bloques consistentes. En cambio, en Ecuador y Bolivia previos a R. Correa y E. Morales, varias elecciones mostraron el declive del sistema y su incapacidad de reproducirse. En ese momento parecemos encontrarnos ahora.
Del mismo modo, una lectura transversal de los sondeos expone la evidencia de la inviabilidad social de la idea del no cambio. Si el cambio tiene 20% es todavía pobre, pero le ha permitido a Humala duplicar sus preferencias. Al contrario, las versiones de la estabilidad se han fragmentado por la irrupción de PPK y porque estas no supieron equilibrarse, precisamente, con la demanda de cambios.
Desde ese ángulo, una hipótesis sería que la caída de A. Toledo y de L. Castañeda se debe a que las candidaturas de Humala y PPK funcionaron como “ataques” al centro político, donde encontraron a candidatos vulnerables enfáticos en la continuidad y no en las transformaciones de un país que demanda redistribución y eficacia, los acentos discursivos de ambos en su ruta al centro desde la derecha (PPK) e izquierda (Humala). Un segunda hipótesis sería, entonces, que lo que se encuentra en crisis es una forma de concebir el centro.
Este triple empate puede ser roto solo desde la ideología, es decir, desde el miedo: a Humala, a que los grandes grupos de poder se coman con PPK el país de un bocado o a que retornemos a la década de los 90. En esta danza de los miedos los votos podrían empezar a rebotar de un candidato a otro.
jueves, 13 de enero de 2011
El tercero disponible
La República
Jueves 13 de enero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/13-01-2011/el-tercero-disponible
La sobrepoblación se ha resuelto hasta ahora con la caída del rubro “otros” que, según Ipsos Apoyo, pasó de 10% en julio a 1% en diciembre y de los blanco/viciado que pasaron del 8% a 4% en el mismo período. En la previsión que los votantes duros de K. Fujimori y de O. Humala se mantengan o que sus candidaturas crezcan, y con casi dos tercios de votos en disputa, se espera una lucha fratricida en el centro bajo la presunción de que por lo menos un candidato centrista disputará la segunda vuelta presidencial.
Las guerras centristas han empezado. La primera Aráoz-Toledo, fue resuelta por el expresidente con la cancelación del debate en Bagua, aunque luego de que la candidata lograra tocarlo. Otras dos están en curso, Toledo-Castañeda y PPK-Toledo. En el primer caso se ha puesto sobre la mesa la gestión del ex alcalde de Lima, ámbito en el que es poco vulnerable, la elección de su fórmula presidencial y la vida personal del expresidente. La batalla de PPK recién empieza y se localiza en la personalidad de Toledo y no en los programas de gobierno porque Kuczynski fue ministro de Economía y premier del toledismo. Dos guerras más son probables, Kuczynski-Castañeda y Kuczynski-Aráoz.
Estas guerras no son sinónimo de debate; el formato que siguen las hace sucias e inútiles. Se sustentan en una presunción equívoca de que el ataque personal a un candidato lo debilitará y que el beneficiario de la pérdida de sus votos será el atacante, una interpretación fallida de las demoliciones fujimoristas de los años noventa. Lo más probable es que la debacle de uno favorezca a terceros disponibles colocados o puestos al margen de la disputa. Tal fue el caso de S. Villarán beneficiada con la caída de A. Kouri (2010) y de Toledo beneficiado con la demolición de A. Andrade (2000). Por ejemplo, Aráoz o Kuczynski en un primer momento, y Rodríguez Cuadros o Rafael Belaunde en otro, podrían beneficiarse de una guerra Castañeda-Toledo. La demolición puede acabar en autodestrucción.