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sábado, 22 de noviembre de 2014

Matar a Susana, aquí y ahora

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/matar-a-susana-aqui-y-ahora-31-10-2014
La República
La mitadmasuno
31 de octubre de 2014
Juan De la Puente
Las izquierdas procesan con dificultad el resultado electoral. La primera reacción ha sido crucificar a Susana Villarán acusándola de crímenes de lesa política, que irían desde la apertura a otras tiendas y sectores, hasta de una supuesta abjuración de su identidad. Este deleite cainita no debería impedir un balance menos familiar de las elecciones y leer  entrelíneas algunos análisis, sobre todo los que se reducen a las elecciones en Lima, los que ocultan el fracaso de la izquierda partidaria en las regiones o los que minimizan la pérdida de un voto nacional en favor de la izquierda.
Matar a Susana aquí y ahora además de injusto no resuelve nada. En Lima, la derrota es más que una pérdida electoral; refleja dos hechos que serán relevantes de cara al 2016: 1) la derrota de la unidad, una esperanza en un momento crucial de nuestra democracia, precaria y enfrentada al cambio; y 2) la pérdida de un caudal de votos imprescindibles para re-construir una alternativa.
Es cierto que Villarán cometió errores aunque entre estos no se encuentra el esfuerzo de apertura, un gesto que ningún candidato en el Perú podría darse el lujo de subestimar; fueron más bien errores en la ejecución de la apertura, especialmente en la relación con determinados actores. El resto de grupos se fueron por las ramas, desbarrando entre el pragmatismo y el tradicional apuro que deviene de un histórico desorden.
Mientras Alianza para el Progreso (APP) se presentó en 23 regiones, el fujimorismo en 18, y Acción Popular en 16, el Frente Amplio se presentó en 11, el mismo número que el Apra. En donde el Frente Amplio (FA) participó no le fue bien; en Lima, su mejor resultado fue en Ancón (1,22%) y en las regiones, en Lambayeque (2,65%). En algunos casos, como en el Cusco, Puno y Moquegua, el FA se emplazó contra la izquierda regional solo para ser derrotado. Por ejemplo, en Chota, el MAS le ganó al Frente Amplio 42% a 0,7% y en el Cusco Tierra y Libertad obtuvo poco más de 5%.
La limeñización de las izquierdas partidarias es una realidad y el Frente Amplio está prácticamente muerto en tanto que su grupo más organizado, Patria Roja, ha obtenido sus mejores resultados fuera de ella, en Cajamarca y en Madre de Dios. De cara al 2016 se hace patente un derrotero cuyo ritmo será marcado por la agrupación propietaria de la única inscripción electoral; el esquema aprendido en los últimos 35 años está dibujado: una azarosa negociación de pequeñas cúpulas que reciben el nombre de “nacionales” de espaldas a miles de militantes sin partidos y de la izquierda extrapartidaria, que parirá un espacio estrecho resistente a la apertura.
En las izquierdas escasea el liderazgo, ese componente crucial de cualquier proceso de agregación de actores políticos. No obstante, el problema no parece ser solo de perfil e identidad sino también de proyecto. Lo que hace dos años aparecía como una izquierda nueva, innovada por un programa ambiental y reformador institucional, y que iría a estrenarse en estas elecciones, ha tenido poca fortuna y ha sido derrotada en casi todas las plazas donde se procesan conflictos de naturaleza extractiva.
Es tarde para un modelo de unidad tipo Frente Amplio; la fórmula ya no es posible y quizás ni necesaria. Como en otros países, la izquierda existe y ha sido resistente a la prédica depredadora de la derecha y sobrevive a sus propios errores; no obstante, está cada vez menos presente en los partidos y más en la sociedad, en una suerte de dualidad que debería ser asumida, una izquierda partidaria y otra social/regional.
De cara al futuro la interrogante reside en la capacidad de esa maltrecha izquierda partidaria para relacionarse con la izquierda social/regional sin intentar ponerse primero en la fila sino animar una gran convergencia con vocación de apertura. Lamentablemente, sus líderes todavía están ocupados matando a Susana y con un discurso que va en sentido contrario. Es curioso: izquierdas que celebran la apertura de sus pares en Brasil, Uruguay y Bolivia pero que consideran que su deber aquí es enconcharse.

viernes, 12 de julio de 2013

Izquierda, debate y arrebato

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-debate-y-arrebato-11-07-2013
La República
La mitadmasuno
12 de julio de 2013
Juan De la Puente
La formación del Frente Amplio de Izquierda (FAI) ha desatado debate, expectativa, temores y, sobre todo, arrebato. Hace años no leía tantas encendidas condenas a la izquierda; estas van del pronóstico de infertilidad al veto a su existencia. En este último extremo, la derecha le pide a la izquierda que si desea la vida deje de ser izquierda, y desde ese espacio más de uno ha respondido afirmativamente, entregándose.
Si este fuera el momento de levantar un inventario de los errores de la izquierda, habría mucho trabajo. Tendríamos que prolongar al ejercicio de los últimos 20 años abocado a la autocrítica, un lamer de heridas que, a tenor de varios textos, no termina en la izquierda sino en responsabilizar de casi todo a una gran conspiración del capital que la retiró de su lugar histórico.
Esa etapa está concluyendo aunque es relevante en la medida de la advertencia y tiene algo de pertinencia en la discusión sobre en qué medida este momento es fundacional. Entiendo que el FAI posterga esta disyuntiva en favor de un desarrollo orgánico y político de cara a los comicios del 2014 y 2016 en los que la izquierda está llamada a desafiar el pensamiento único ultraconservador desde un proyecto propio. En ese sentido, no deja de ser un experimento audaz.
La izquierda peruana no ha sufrido más que otras del continente y, sin embargo, no ha recuperado su vigor en la medida de aquellas. Es probable que esto se deba tanto a los atributos propios como a la evolución de la sociedad peruana en las últimas dos décadas. Por ello, no es una ofensa referirse al desfase de nuestra izquierda si se le compara con otras experiencias: la que opera con un sistema de partidos organizado (Chile, Brasil o Uruguay) donde los movimientos sociales nutren a las formaciones partidarias en los procesos de reforma, o en las experiencias de ruptura (Ecuador, Venezuela y Bolivia) donde hicieron falta nuevas colectividades que catalicen el cambio.
Es un error atribuir este desfase a la lucha contra el neoliberalismo; este, al haber domesticado y mimetizado al liberalismo democrático, ha dejado a la izquierda peruana, con todas sus limitaciones, como la única alternativa a la voracidad de los poderes fácticos. Si nuestra izquierda entrega esa bandera, habrá entregado casi todo. En ese punto, es claro que el único lugar de una izquierda moderna en el Perú es la democracia, el desarrollo sustentable, la industrialización del país, la soberanía nacional, la descentralización, la ciudadanía, los derechos sociales e individuales y la lucha contra la injusticia. Esto es tan visible como que los grandes poderes económicos del país ya están muy bien representados por sus partidos y medios de comunicación.
En el mismo plano, sin embargo, la unidad de la izquierda no escapará del debate programático. Las movilizaciones en Brasil y Chile ponen en la mesa los límites del minimalismo. Este debate será definitorio por la complejidad del escenario peruano, un país donde el piloto automático se acerca a su fin; el mercado tiene felizmente una alta legitimidad; se ha reducido más de 30 puntos de pobreza en 12 años de democracia, pero cinco regiones (Apurímac, Cajamarca, Ayacucho y Huancavelica) tienen rangos de pobreza entre 45,0% y 55,5%; y el índice Gini de desigualdad se redujo de 0,525 en 2001 a 0,452 en 2011, una mayor disminución comparada con Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay; en suma, un modelo complejo de alto crecimiento, pobreza a la baja, desigualdad persistente, y sin reforma política.
Es cierto que la izquierda necesita un discurso claro sobre la inversión, especialmente aquel modelo que pretende eludir los derechos de las comunidades y de los consumidores. Sin embargo, no es lo único que necesita; requiere de un discurso para el país, una propuesta de reforma y un mensaje a la sociedad, especialmente para los movimientos sociales alejados de los partidos populares hace buen tiempo. Tener la razón histórica no es suficiente.