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domingo, 26 de marzo de 2017

Las imágenes al mando. A propósito de la encuesta de GFK

Por Juan De la Puente
Los datos del reciente sondeo de GFK son como los de toda encuesta una foto, pero en movimiento constante y fuerte. Las percepciones de la opinión pública expresan esencialmente la relación de los peruanos frente a los potentes símbolos que los desastres todavía llamados naturales han impuesto.
Estas percepciones son muy provisionales al punto que ni siquiera expresan tendencias. No es un espejismo aunque si un destello y lo peor que deberíamos decir frente a ellas es que tenemos un escenario.
El trabajo de campo se llevó a cabo entre el 18 y 22 de marzo, cuando el país se había volcado en favor de la solidaridad con los pueblos del norte y de la costa central que sufren las lluvias y desbordes. En esa medida, la opinión pública ha premiado la respuesta del Estado a la emergencia, a pesar de los defectos de esta, y eso se traduce en los ligeros incrementos de la aprobación del Gobierno (23% a 27%), el Congreso (21% a 23%), el Presidente de la República (29% a 31%) y la Presidenta del Congreso (23% a 27%).
Es muy probable que con esta percepción provisional los peruanos rechacen las tensiones políticas en las alturas en este momento, lo que no significa que se guarden sus críticas. De cualquier modo, llama la atención que los ciudadanos no se plegaran a las estrategias de confrontación dispuestas por la mayoría de actores políticos y que sepulten a los ejércitos en batalla. Quedará para la cátedra profundizar  porqué un gobierno débil no se hundió con los huaycos y con la batalla política que la emergencia trajo.
Anoto una primera explicación. La otra batalla ha sido más intensa, la batalla de las imágenes simbólicas, en donde han ganado los más fuertes, los que grafican el sufrimiento de los peruanos que a su pobreza se le agrega ahora su condición de damnificado. Nunca como ahora hubo una gigantesca creación y recreación del drama, usando por primera vez en una crisis climática los instrumentos de comunicación en toda su potencia: Facebook, Twitter, TV, Radio, webs, Youtube, Instagram y plataformas integradas de los medios.
Estas imágenes simbólicas fueron construidas por primera vez por decenas de miles de personas al punto de que por primera vez los medios tradicionales debieron de organizar una cobertura periodística dependiente en gran medida de ciudadanos  armados de sus celulares. Esta influencia alteró esa cobertura que empezó siendo tradicional, con los códigos del pasado –su majestad el huayco- y terminó mostrando a la gente y su sufrimiento, y la reacción solidaria. Es tan cierto ello que la imagen más potente hasta ahora, es la de Evangelina Chamorro emergiendo precisamente de un huayco, captada por un anónimo ciudadano.
No hay como oponerse a las imágenes sin otras imágenes. Luis Castañeda es hasta ahora el único político nacional dañado por la emergencia (47% a 34% de aprobación) porque la caída del Puente Talavera es una imagen formidable, transmitida en vivo y retransmitida hasta la saciedad. Es la segunda imagen potente de esta crisis a pesar de que se han caído decenas de puentes. Pero ninguno era amarillo, nuevo, provocador y estaba en Lima. En cambio, el país vio como las pantallas se llenaron de políticos en acción y eso ha tenido un saldo positivo relativo, insistiendo en lo relativo, reflejado en aprobaciones ascendentes del Premier Fernando Zavala (de 3’% a 34%), por ejemplo.
Las  imágenes simbólicas no son eternas. Los desastres pasarán y nos volveremos a encontrar con nuevos símbolos o los viejos. De los políticos y los medios, y por supuesto de los ciudadanos, depende cómo se vaciarán estos números en los nuevos crisoles de la inestable coyuntura peruana.

sábado, 13 de febrero de 2016

Encuestas, tendencias como cancha

Por Juan De la Puente
Las encuestas publicadas desde diciembre han producido un formato de análisis a mi juicio poco objetivo y parcial cuyo rasgo central es la arbitrariedad en la apreciación de las tendencias.
 
UNO. Agregar y desagregar
Se hace común que el análisis de una encuesta concluya con la mención de una tendencia sin mencionar otras. El jefe de CPI por ejemplo, al explicar su reciente encuesta afirmó que es seguro que Keiko Fujimori disputará la segunda vuelta, comentario al que se le ha respondido blandiendo otra tendencia, la caída de los que lideran las encuestas en el tramo final de la campaña electoral.
Una encuesta electoral suministra un cantidad de datos que permiten apreciar distintas evoluciones del escenario, todo ello propio de un país marcado por una incertidumbre estructural que se releja en cada elección. El error de ciertos análisis es desagregar las tendencias en lugar de agregarlas y relacionarlas entre sí.

DOS. El menú de tendencias
El menú de tendencias es muy variado y se tiene:
1) Quien lidera las encuestas “se cae” en el último tramo (Lourdes 2001 y 2006, Toledo y Castañeda 2011);
2) El candidato que “se cae” en el tramo final no recupera votos (Lourdes y Paniagua 2006, y Toledo y Castañeda 2011);
3) El candidato “pequeño” o “mediano” que aprovecha la caída de los “grandes” irrumpe en la primera línea con éxito o cierto éxito (García 2001, García y Humala 2006 y Humala y PPK 2011);
4) Quien pierde una elección en segunda vuelta gana la siguiente elección (Toledo 2001, García 2006, Humala 2011);
5) Los candidatos con más antivoto disputan sin embargo la segunda vuelta (Toledo y García 2001, García y Humala 2006 y Humala y Keiko 2011);
6) El centro o los moderados ganan las elecciones si hay extremos considerables (Belaunde 1980, García 1985, Fujimori 1990, Toledo 2001, García 2006 y parcialmente Humala 2011).
Estas seis tendencias no son milagrosas; obedecen a fenómenos que se registran en el curso de las campañas, específicamente en el diálogo entre los candidatos y los ciudadanos y la obvia tensión entre los candidatos frente a los electores. Las tendencias que resultan de ese proceso no deberían ser desagregadas porque son dependientes.

TRES. Agregación en dos bloques
Eso sucede con las tendencias 1), 2) y 3). Si revisamos por lo menos los tres procesos electorales anteriores, se podría concluir que solo se cae un candidato “grande” si se producen los siguientes hechos: a) si comete gruesos errores u omisiones; b) que esa caída sea irrecuperable si se produce a pocas semanas de las elecciones; y c) si existe un candidato (o dos), parecido o no, que recoja una parte considerable de la intención de voto del caído y sobre esa plataforma sume más apoyos en base a méritos propios. Solo así se puede entender la dinámica Lourdes/García del 2001 y 2006, la de Paniagua/Humala 2006, y la de Toledo/Castañeda/PPK/Humala el 2011.
Se deberían agregar asimismo las tendencias 4), 5) y 6). La “premiación” de un candidato que ha perdido la anterior elección tampoco es milagrosa o automática; se produce en la medida en que ocurran alguno de estos factores: a) si el candidato se ha moderado respecto de la anterior elección; b) el fracaso del gobierno en curso; y c) que no se durmiera en sus laureles, es decir, que haya tenido un protagonismo reconocible en la oposición al gobierno. Eso ha sucedido con García derrotado y moderado el 2001, Humala derrotado y moderado el 2006 y podría suceder (podría) con Keiko si median además otras condiciones en la actual campaña.

CUATRO. Dos nuevas tendencias
Señalo otras dos tendencias que si bien no se han registrado en elecciones generales, se han apreciado en las últimas elecciones municipales en Lima. La primera es la de "punta a punta", es decir, que el candidato que inicia la campaña electoral encabezando las encuestas termina ganándolas. La segunda es la de "Blancanieves y los 7 enanitos", es decir,  la debilidad en la segunda línea con varios candidatos con intención de voto similar, lejos de quien encabeza los sondeos.
Eso sucede en el actual proceso electoral. Las mediciones de los últimos 6 u 8 meses indican que Keiko se encuentra en sobre el 30% de votos y que sus seguidores están empatados –dos, tres o cuatro de ellos, según los sondeos- casi 20 puntos por debajo de ella.
Estas tendencias también están relacionadas. La fortaleza de Keiko, es decir, el espacio conservador del país, se explica por la desestructuración del centro político y también de la izquierda. La debilidad de la segunda línea, sin un candidato fuerte que supera el 20% de la intención de voto, fortalece a la candidata del fujimorismo en la medida en que centra la disputa entre PPK, Acuña, Guzmán y García y no entre todos ellos y Keiko.

CINCO. Las tendencias dominantes
Es fácil para los políticos aislar las tendencias y quedarse con una de ellas. En el análisis político no obstante, es obligatorio señalar cuál o cuáles son las tendencias decisivas.
Me inclino a sostener que el carácter inédito de estas elecciones, que traen temas igualmente nuevos en esencia e intensidad (desaceleración de la economía, corrupción de los políticos e inseguridad), relativizan las tendencias tradicionales de modo que es muy arriesgado comparar las elecciones del año 2016 con las del 2001, 2006 y 2011.
Creo que las tendencias dominantes son las nuevas, es decir, la fuerza de Keiko y la debilidad de la segunda línea y en esa dirección la imposibilidad hasta ahora de reconstruir un centro electoral. El centro está disperso en varias candidaturas y más de una es objeto de desconfianza por razones éticas. Esta debilidad genera mayor incertidumbre entre los ciudadanos que no votarán por Keiko.
Los traslados de votos de PPK a Acuña han cedido paso a otro registro: la subida de Guzmán que parece estar debiendo más del sector No sabe/No opina, blancos y viciados que en la última encuesta de GfK han pasado en un mes de 35% a 22%. Por otro lado, los incrementos de Barnechea y de V. Mendoza no están resolviendo el problema de la debilidad de la segunda línea.
¿Cuánto más durará este escenario con cambios y movimientos solo en la segunda línea?
Keiko no está cometiendo errores de campaña y, a diferencia de otros procesos, no aparece una opción electoral que recoja las críticas a lo que se llama modelo económico. No hay entonces grandes que se caen ni candidatos antisistema que recojan un humor social en materia económica. Eso es tan cierto que el outsider Guzmán se enfrenta al establishment político y no al económico, en tanto que no tenemos masas en la calle contra la corrupción o con demandas sociales intensas.
Aun así la crítica a la elite política o económica, juntos a separados, es una oportunidad para el mismo Guzmán y para dos “underdog” que aparecen, Barnechea y V. Mendoza. En ese campo casi todo está por hacer.
Esto no quita la sospecha de que algunas encuestas favorecen deliberadamente a algún candidato. Navegando con cuidado, y conociendo sus antecedentes, siempre es posible extraer conclusiones.

viernes, 9 de enero de 2015

2014, el año del estallido. 26/12/2014

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/2014-el-ano-del-estallido-26-12-2014
La República
La mitadmasuno
26 de diciembre de 2014
Juan De la Puente
A diferencia del año pasado, abigarrado en sucesos que era necesario desenredar para anotar los de mayor incidencia, un balance objetivo del 2014 no puede evitar señalar cuatro fenómenos que lo definieron inevitablemente: 1) la explosión de la corrupción; 2) la desaceleración de la economía; 3) la consolidación del delito como el principal problema nacional; y 4) el agravamiento pernicioso de la crisis en varios órganos del Estado.
Es arriesgado señalar cuál de estos fenómenos es más decisivo para la formación del escenario público nacional. No obstante, dos de ellos, la corrupción y el agravamiento de la crisis de seguridad, se relacionan directamente con otro que los determina y los hace sostenibles, la crisis en varios organismos cuyas funciones en el sistema político son insustituibles para la vigencia de la legalidad: el Poder Judicial, el Ministerio Público y el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).
Para efectos de un análisis ponderado, también es difícil agregar fenómenos de tan similar intensidad, especialmente por la necesidad de proyectar tendencias. Con ese afán, lo más irrebatible reside en el carácter de estallido de los fenómenos señalados, es decir, en su explosiva ocurrencia y en las revelaciones, procesos, sagas y personajes que irrumpen con ellos con cierto furor y violencia.
Este estallido refleja una crisis que nos ha cambiado y nos cambiará aún más; nos ha traído otra política, una que ha llegado para quedarse debido a dos de sus componentes: 1) una creciente falta de legitimidad de lo público y por extensión de los hombres públicos, aunque también comprende a la sociedad: y 2) la asimilación de este estallido por el establishment y de los ciudadanos, ambos en distinto sentido, como una forma de legitimación cultural de lo existente que zanja de un modo pragmático las relaciones entre los intereses públicos y los apetitos privados a decir del profesor Daniel Bell, y que en nuestro caso no es posible determinar por cuánto tiempo.
En el sistema político peruano, la procesión a veces va por dentro y otras por fuera. La intermitente salida del closet de la crisis de legitimidad de nuestra sociedad no es una originalidad nacional, por lo que no habría que extremar las visiones catastrofistas sobre que algo feo pasará aquí en muy poco tiempo. Del mismo modo, su visibilidad tampoco es garantía de que se resuelva; las mejores perspectivas económicas para el año 2015 impiden mayores discusiones “sobre el modelo” que las ya realizadas, en tanto que el bloqueo de toda posibilidad de reforma institucional, aun las mínimas, hace que marchemos al 2016 sin cambios en las reglas de juego. En ese contexto, el sistema no hará nada respecto de una crisis que incluso algunos académicos se resisten a nombrar cono tal.
Sobre la corrupción, los datos más sólidos son dos: que una pequeña parte de la sociedad ha empezado a reaccionar frente a ella, ante la crisis y la nueva política que esta implica aunque la tendencia rupturista es extremadamente débil. El segundo dato proviene de todos los sucesos que agregados indican una tendencia social predominante de acondicionarse al estallido, de caminar con esa política, no renunciar a ella y, obviamente,  gobernar con ella todo el tiempo que sea posible.
No identifico una voz nacional potente que recuse la crisis y proponga resolverla. De cara a las elecciones, los discursos que se articulan sufren de minimalismo, salvo las medidas de mano dura en clave conservadora que asoman respecto a la seguridad ciudadana pero que carecerán de correlato legislativo y constitucional y por esa vía también serán bloqueadas.
El estallido del 2014 va camino a ser tragado por esa enorme panza peruana llamada conformismo, falta de voluntad, conservadurismo o racionalismo pragmático. El estallido no deja de ser tal pero parece que ha empezado a parecerse a fuegos artificiales, de los que emergen casos de corrupción indudable congelados en los tribunales, ministros populares que dirigen sectores con percepciones espantosas y promesas de cambio que si no ahora, mañana no serán tales.

martes, 16 de septiembre de 2014

La política ya fue (I, II, III, IV, V y final)

Esta es una serie de seis artículos publicados en el diario La República con el título de La política ya fue, entre el 29 de agosto y el 3 de octubre de 2014, sobre la crisis política del país y la necesidad de una reforma.
La política ya fue (I)
La República
La mitadmasuno
29 de agosto de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-i-29-08-2014
La política peruana está embotada de palabras y de gestos. Se encuentra igualmente adormecida y ahogada; mientras el mundo, a decir de Giovanni Sartori, experimenta una expansión de la política porque se hace más grande y se politiza, en nuestro medio se acorta, en un proceso que amenaza con diluirla aún más en todas sus acepciones, es decir, la política como gobierno, poder, vocación humana o sistema de organización de lo público.
La mayoría de las críticas de la oposición en el reciente debate por el voto de confianza al gabinete resume una obsesión por la minucia, por los pequeñísimos asuntos y por los grandes olvidos. Esperé una crítica profunda al gobierno pero pocas veces vi a tantos hablando tanto y callando tanto. Algunos abordaron problemas serios aunque como pedazos, sin conexión con el todo y solo se pudo apreciar uno o dos juicios certeros sobre lo que debería estar en juego. Fue penoso, por ejemplo, que quienes enjuagaron el sistema privado de pensiones los últimos 20 años reduzcan su ira al aporte obligatorio de los independientes, el pedazo, y guarden silencio sobre el modelo, el todo. La defensa del gobierno ha sido igualmente lamentable, fijada exclusivamente en la estabilidad, la obra pública y el honor y la valentía.
Es frecuente que los partidos lleven a cabo movimientos tácticos sin estrategia o que posean estrategia pero carezcan de táctica. Pero es poco frecuente que carezcan de ambas cosas, lo que se aprecia en esta etapa signada por movimientos erráticos, duales y plenos de confusión, escondidos en ese lenguaje populista y sobreactuado que ha impregnado a todas las tendencias.
La disputa política ha dejado de ser una confrontación de grandes proyectos y es en cambio una pelea de enanos desorientados; y cuando los partidos no saben qué hacer tenemos una señal inequívoca de crisis y de que otros sí saben lo que quieren y lo que hacen. Es la superficie de fenómenos de creciente visibilidad, como que la oposición partidaria es más débil que el gobierno, que los fuertes son otros, es decir, los que cortan el jamón desde los medios y los grandes poderes económicos (coincido en ello con Carlos Meléndez), y que en la polarización actual solo está en juego la autoridad y no el poder.
En medio de este proceso de cara al vacío la única discusión que parece prometedora es la de los “cornejoleaks”, que pone sobre la mesa la naturaleza de un nuevo poder constituyente, una voluntad particular que ha logrado subordinar con éxito la voluntad general. Este escándalo ha mostrado sus mecanismos oscuros y sus operadores elegantes, las salas paralelas de decisión y los comités de notables, un modelo de distribución de competencias sociales que no está agotado aunque haya sido pillado en falta. Es fuerte y tiene por delante otro cuarto de siglo de vida.
Sin embargo, hasta en este delicado tema no está en juego el problema de fondo. La mayor parte de los actores públicos están dispuestos a cuestionar a un par de ministros (pensar que por menos Rómulo León se fue preso varios años), pero no el sistema de cooptación privada del Estado, la semilla que se vuelve fruto y nuevamente semilla cada cinco años.
Una parte de la academia anota que este proceso es hasta cierto punto natural, que el remplazo en el ejercicio del poder es consecuencia del desplazamiento del espacio tradicional de la política, y que lo sucedido no es una patología sino una evolución. No obstante, nuestra despolitización de la política es más seria de lo que se pensaba; es la más pronunciada de la región y es probable que el origen se encuentre en lo que Max Weber llamó la entrega del poder a plutócratas que carecen de legitimidad democrática.
La sociedad carece por ahora de fuerzas y mecanismos para recuperar la política; para salvarla de los actuales políticos hace falta más que elecciones; se requiere un vigoroso movimiento de reforma que todavía está en pañales. En tanto, la sociedad se ilusiona con un outsider que está por venir. Yo, espero un político (a).
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La política ya fue (II)
La República
La mitadmasuno
5 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-ii-05-09-2014
Hace por lo menos 20 años los medios peruanos les arrebataron el protagonismo de la política a los políticos y dejaron de intermediar los programas partidarios para convertirse, ellos mismos, en los hacedores de agendas y alternativas. No lo han hecho solos; este fenómeno formó parte de un descollante proceso de democratización de la opinión pública gracias a la ampliación de las formas de comunicación. Este proceso global ha sido en nuestro caso más rápido y con menos trabas a razón de la debilidad de los partidos, el cóctel explosivo de la crisis económica y la violencia política, y la fuerza de los poderes extralegales.
El balance de la politización de la prensa es complejo, especialmente porque esta no opera como un todo aunque proyecte tendencias generales sobre elementos claves de lo público, como la rendición de cuentas (los políticos les rinden cuentas a los medios más que a los ciudadanos), la denuncia de la corrupción pública, solo de la pública ¿eh?, y la defensa del mercado. No obstante, un dato común a todos es que los medios son objeto de crítica social con una intensidad parecida a la de los políticos, especialmente por su lejanía de la realidad, su entrega menos disimulada a los intereses económicos, su toma de posición partidaria, y el desinterés por sentidas expectativas ciudadanas.
Manuel Castells refuta con acierto el mito de que los medios son el poder y sostiene que son a lo sumo el espacio donde se juega el poder, y que se acrecienta el peso de un contrapoder ciudadano que impulsa una pluralidad informativa de abajo hacia arriba.
Esto se aplica al caso peruano con rigurosidad. Nuestra prensa vive también su crisis política marcada por el agotamiento de procedimientos y actores. Es presionada por los ciudadanos para abocarse a temas que desean eludir por sus compromisos económicos, específicamente los referidos al medio ambiente y a los que reclaman los consumidores y usuarios de servicios. Al mismo tiempo, al grupo de medios que navegan entre el ultraliberalismo y el mercantilismo les es cada vez más difícil operar como partidos y jugar como las últimas dos décadas a medio camino entre la política y los negocios, aunque más cercanos a los segundos.
Los dos perfiles que sobresalen en este escenario, el investigador y el llamado “opinólogo”, son insuficientes para renovar la política mediática. La prensa denuncia más pero investiga menos, las unidades de investigación se están desactivando en tanto se fortalecen otras modalidades que desentrañan la verdad, como el periodismo de datos, pero fuera de los medios tradicionales. Del mismo modo, a pesar de que el “opinólogo” ha ganado más espacio, y escribe más y habla más, también calla más sobre los temas de fondo y, claro, analiza menos; por ejemplo, es común que el “opinólogo” cuestione a los medios que se alinean con los gobiernos pero no a los medios que se alinean con los intereses económicos que presionan a los gobiernos, o que es más importante que Nadine Heredia no ejerza un poder para el que no fue elegida, que ese mismo poder sea ejercido por una coalición de medios y empresas que tampoco han sido elegidos para ello.
No parece haber futuro para la renovación y reforma de la política como un tópico trascendental de los medios porque sus sentidos comunes, salvo excepciones, son persistentes e inamovibles. De algún modo ellos también hacen política desde la antipolítica: subestiman a los partidos, adulan a los independientes, juegan en pared con los poderes fácticos, promueven soluciones antidemocráticas y violatorias de DDHH ante la inseguridad ciudadana, abogan por el voto preferencial y en contra de la reforma política, y desconfían de la descentralización.
En el mediano plazo será imposible que la prensa se renueve y lleve a cabo un giro en la dirección, por ejemplo, del periodismo anglosajón, es decir, prudencia informativa, autonomía de los poderes fácticos, distancia del poder político, independencia económica y separación de lo editorial y lo empresarial.
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La política ya fue (III)
La República
La mitadmasuno
12 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-iii-12-09-2014
No es posible construir un régimen político democrático si 4 de cada 10 ciudadanos, de acuerdo con la reciente encuesta de Datum, está dispuesto a votar por un político que “roba pero hace obra”. No es un humor pasajero; una encuesta de Ipsos-Apoyo de diciembre del 2009 encontró que el 47% de los encuestados estaba de acuerdo con que los escuadrones de la muerte ejecuten a los probables delincuentes.
Las explicaciones más comedidas aducen que este temperamento de la sociedad es responsabilidad de las élites que no han educado adecuadamente el pueblo, el soberano, o que refleja su decepción racional respecto de políticos e instituciones. Ambas me parecen engañosas y cobardes, y que forman parte de la adulación al pueblo que escenifican  políticos, periodistas y académicos, sea para ganar votos, audiencia o por no ir contra la corriente.
La sociedad civil no es ni nunca fue una masa inerme y desorientada a la espera de panaderos sociales que la moldeen y cocinen a fuego lento. Hasta las más opacas definiciones reconocen su autonomía y el dinamismo que la atraviesa; las más avanzadas consideran que es una esfera de interacción intensa compuesta por espacios íntimos, asociaciones voluntarias, movimientos sociales y formas de comunicación pública (Arato y Cohen), de modo que si dejásemos de mimar al respetable pueblo podríamos concluir que lo que sucede “abajo” son fenómenos en los que las personas y su entorno tienen gran responsabilidad.
Desde la filosofía platónica, las sociedades se han movido bajo la idea de una estrecha relación entre la virtud y el conocimiento, de forma que la falta de la primera conduce a la ignorancia, es decir a que las personas tomen como bueno incluso lo que es malo. En ese sentido, la labor formadora de la ética pública no es propia del Estado y de la escuela; es la vida social como espacio de libertad la que señala las conductas y sus límites. Nadie necesita ir a la escuela para ser honrado y en cambio se aprende a robar fuera de ella.
Por otro lado, en el mundo moderno, en la democracia política, el principio de elección permite que el pueblo elija un poder que lo gobierne con la condición de que sea legítimo y eficaz. Tal parece que la antipolítica nacional ha terminado relativizando esa legitimidad en favor de una pretendida eficacia.
Los ciudadanos peruanos deben ser los peores tratados políticamente y los que peor se tratan a sí mismos. Son alabados cada cuatro o cinco años, en cada elección, aceptando un curioso rito donde se asumen ignorantes y frívolos, en tanto los líderes de opinión los aplauden por alejarse de la política. Es el ciudadano más paternalista e hipócrita de la región, acomodaticio y cambiante en sus preferencias, a excepción de los que se agrupan en los movimientos sociales con demandas clasistas o territoriales.
Al  mismo tiempo, es fuertemente populista, sobre lo que se ha escrito bastante, e incoherente en su relación con sus expectativas, fines y medios. Quiere una señal nítida para la telefonía celular pero se resiste a la colocación de torres de transmisión; demanda una reforma del transporte pero no está dispuesto a asumir el proceso; quiere salud universal pero que el Hospital del Niño no se construya en su distrito; exige el respeto a las personas con discapacidad pero que los colegios para niños “especiales” no se instalen cerca de su casa; está contra el cobro de cupos pero paga coimas a los policías; se queja de los políticos corruptos pero vota por ellos; y adhiere mayoritariamente de la democracia pero vende su voto por una camiseta o un helado.
La clave está en la persistencia de la antipolítica, que ni las elites ni el pueblo están dispuestos a superar, un abandono del pacto democrático que a decir de la filósofa española Adela Cortija ha hecho de la cosa pública no una cosa nuestra sino una cosa de mafias, una “cosa nostra” producto de la razón perezosa, cansada, estúpida y descorazonada que dificulta todo intento de justicia (Hasta un Pueblo de Demonios. Ética Pública y Sociedad. Taurus, 1998).
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La política ya fue (IV)
La República
La mitadmasuno
19 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-iv-19-09-2014
Los detalles de la campaña electoral en Lima, de los que son útiles para la gobernanza local, están por escribirse. La competencia se mueve a través de consensos muy generales, el primero de los cuales indicaría la no reelección de Susana Villarán y el segundo el retorno al pasado. Fuera de esto, la campaña no ha fijado ninguna idea específica que sea dominante. Quien resulte elegido tendrá las manos libres y será dueño de un mandato general sin compromisos precisos y podrá hacer en esta ciudad lo que más le plazca. Así, en la capital, la política municipal también ya fue.
Los candidatos se gritan de una acera a otra, se tiran piedras, se tacha a escondidas, firman pactos que no cumplen, pero no debaten sus ideas sobre la ciudad. El cara a cara organizado por el JNE ha sido forzado por algunos partidos para la semana previa a las elecciones, de modo que se tendrá solo una ronda y no las dos o tres que se tenían previstas.
La campaña del año 2010 fue más intensa en propuestas y deslindes, tanto cuando la polarización inicial Kouri/Lourdes como cuando se centró en la disyuntiva Lourdes/Susana. La actual tiene más dinero, más candidatos, más propaganda, más dádivas, y más mercenarios de la pluma y de la palabra; en resumen, más música pero sin letra. Mirko Lauer ha llamado a este fenómeno un bostezo electoral.
Parecería que se enfrentan dos modelos de comunicación, el de la llamada caja negra que apela a los estímulos básicos de los votantes y los que pretenden una decisión política racional de los electores. Solidaridad Nacional, Diálogo Vecinal y Perú Patria Segura apuestan por lo primero (“Regresan las obras”, “ella se atreve” y “ya viene la esperanza”, respectivamente), mientras que los viejos partidos intentan sin éxito lo segundo, colocar en la campaña valores que rescaten la identidad partidaria en los electores y sus emociones sociales y políticas: Lima sin delincuencia (Apra); Lima, una ciudad para la gente (PPC); Lima tiene otra opción (Somos Perú); y Lima necesita un cambio (Acción Popular), a los que se suma Vamos Perú que difunde iniciativas detalladas.
La escena que se desenvuelve ante nosotros no es muda, es ruidosa pero con escaso movimiento y aún más exiguas ideas de gobierno. El libro de las propuestas está en blanco, la prensa misma se preocupa (¡qué novedad!) por lo adjetivo, y hasta la farándula ha retrocedido: los candidatos prefieren entregar dádivas in situ en lugar de cocinar en los sets de TV o hacer el ridículo en los programas cómicos. Los dos grandes momentos de la campaña fueron hasta ahora la ruptura del silencio de Castañeda y el video de Heresi, y ambos fueron gratificados con algunos puntos en las encuestas.
¿Por qué no se mueven los candidatos más allá de haber besado a niños y abrazado a señoras en los mercados? La verdad es que no necesitan moverse, sea porque uno de los postulantes tiene el 50% de las preferencias, porque se presume que hay muy poco en debate o porque se da por sentado que los aspirantes no están a la altura de las circunstancias. La razón definitoria, sin embargo, reside en que los electores tampoco demandan de los candidatos mayores precisiones.
La alabada estabilidad del escenario electoral limeño, a diferencia de otras ciudades, se explicaría entonces no tanto por las certezas en la intención de voto sino por la debilidad de las expectativas o el silencio de los votantes. De ese modo, los críticos de los candidatos mudos parecen haberse quedado cortos; son los ciudadanos los que demandan poco y los que más callan.
Clásicamente, el voto puede ser de adhesión y protesta; el Perú, no obstante, está consagrando un voto nuevo, el de renuncia, una especie de nuevo contrato fisiócrata entre vecinos y aspirantes al gobierno local sin mayores compromisos, un “déjame trabajar” mutuo. Luego de una campaña que les cierra las puertas a los principios de una gobernanza local, es natural que comamos solo cemento por cuatro años, un plato que si viene solo destruye células y que si no viene acompañado de control, las corrompe.
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La política ya fue (V)
La República
La mitadmasuno
26 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-v-26-09-2014
Las últimas décadas, las regiones fueron las más insistentes portadoras del cambio y la renovación de las ideas y programas. Ellas alumbraron la reforma política más importante y legitimaron la necesidad de un nuevo Perú que integre el oficial y el “otro”. Desde la crítica y la demanda, una parte del país en contraposición a Lima y al Perú formal construyó fecundamente un imaginario de cambio.
Esa fertilidad ha concluido. El primer dato de la nueva política regional y local es el estallido de los movimientos sociales que ausentes de objetivos y agendas de mediano y largo plazo fueron desbordados y en varios casos subordinados por el fulminante fenómeno del emprendimiento político personal. El uso del rótulo “emergente” para calificar esta forma de política es equívoco y abusivo en la medida que esconde sus elementos esenciales, la antipolítica y el dinero ilegal.
El haz de movimientos sociales que articularon la política nacional/regional la última década con sus demandas por equidad, ambiente, agua, servicios básicos, salario y competencias regionales y locales, que tensionaron la democracia y la desarrollaron, también ya fue y no va más. Se ha transformado en una multitud de espacios inconexos, generalmente vacíos y fuertemente fragmentados. Se tiene, por ejemplo, sin más explicación inicial que la ultrapersonalización de la política, que en Tumbes se presentaron 20 listas para el gobierno regional, 19 para Tacna, 16 para Ica y Puno, y 14 para Cusco, Huánuco y Piura. El resultado se avizora: será muy difícil que se repita lo sucedido en los comicios del 2010, cuando 15 presidentes regionales fueron elegidos en primera vuelta.
El segundo dato es la brecha entre el crecimiento económico de buena parte de regiones, incluso por encima del promedio nacional, y su eficaz ejecución presupuestaria, versus el escaso desarrollo de la agenda pública regional y la corrupción. Esta brecha no se origina, para disgusto del centralismo, en el fracaso de la descentralización sino en el agotamiento del impulso del proceso iniciado el 2002 y que ahora se encuentra suspendido en el aire. Esta brecha entre buena economía y malísima política se expresa en una pérdida del imaginario al extremo de que la discusión regional de las últimas semanas gira sobre las hojas de vida de los candidatos, salpicada por promesas de puentes y carreteras.
Sin agenda regional, el nuevo imaginario es aún más populista que en los inicios del proceso y especialmente distributivo, matizado por  un radicalismo regional más de forma que de contenido. Las propuestas extremistas se relacionan con políticas de identidad que esconden hondos vacíos de proyecto en tanto que los escasos programas descentralistas despiertan poco interés. El caso de Puno es significativo; candidatos como Alberto Quintanilla (Poder Democrático Regional) proponen un nuevo proceso de descentralización, una iniciativa realmente audaz, en tanto que la sorpresa electoral, Walter Aduviri, tiene como bandera más alta el cierre de la Sunat y Aduanas para favorecer obviamente al contrabando y a la minería ilegal.
El tercer dato es la corrupción, un movimiento social vasto y sólido que ha ganado la batalla entre la tolerancia y la censura. Es la misma corrupción de Lima y el Perú oficial, la de los grandes salones y reprimida por el secreto y por las buenas formas, aunque en las regiones es más intensa y plural, desplegada a través de redes que operan en centenares de municipios y en casi todas las regiones beneficiadas de la tradicional impunidad, la lejanía, la falta de control y la corrupción de la prensa. La generalización del diezmo, la coima con reminiscencia religiosa, indica que este movimiento, el más importante de todos los que agitan a las regiones, ha pasado a una nueva etapa y se presenta a cara descubierta, un estilo far west donde los malos ya no se preocupan por parecer buenos. El caso del Cusco es emblemático: solo 4 de los 13 candidatos habilitados para competir por la presidencia regional no tienen investigaciones o procesos judiciales por corrupción.
......
La política ya fue (final)
La República
La mitadmasuno
03 de octubre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-final-03-10-2014
Las elecciones de este domingo volverán a colocar en la agenda la precariedad del sistema político, las brechas entre la capital y las regiones y la división entre la formalidad y la emergencia política informal. No es posible estimar la intensidad del remezón aunque algunos datos se deslizan de los sondeos e informaciones: 1) que pocos presidentes regionales serán elegidos en primera vuelta; 2) que la mayoría de alcaldes de provincias capitales de departamentos no serán reelegidos; y 3) que los partidos nacionales serán superados largamente por los movimientos regionales. Negando el pesimismo, el Perú no se romperá, aunque podría descoserse un poco más.
De la intensidad de lo que suceda en los comicios regionales y locales dependerá el modo y la profundidad con la que se aborde la reforma política, una expectativa que va sumando demandas, tres de ellas significativas y a debatir: la prohibición de la reelección de presidentes regionales y alcaldes, la regulación limitativa del financiamiento privado y el aumento de requisitos para la postulación a cargos de elección popular.
Aunque desde hace una década afirmamos en cada elección que hemos tocado fondo, los actuales indicadores de la crisis de la política, específicamente de los partidos, son más ineludibles. De cara a las elecciones del 2016 será más difícil voltear la mirada a la crisis de los valores tradicionales partidistas, es decir, la organización, el liderazgo, la adhesión a los programas y la movilización.
No estamos ante el fin del agrupamiento de la política pero sí de las comunidades políticas del modo conocido. La derrota del Apra en La Libertad y las autoderrotas de la izquierda en el Cusco y del PPC en Lima no fulminarán a estos partidos y corrientes pero ponen en debate los límites de la recuperación de las estructuras partidarias en el sentido tradicional, al condicionarla a decisiones que el sistema no ha tomado en una década y que no se sabe si las tomará.
Nuestra crisis de legitimidad partidaria es singular; depende de procesos corrosivos como el voto preferencial, la supresión de la democracia interna y el auge del emprendimiento partidario ultrapersonalizado, una dinámica en la que la formación de la representación es más nociva que el ejercicio mismo de esa representación. No obstante, el sistema solo se espanta de las consecuencias sin abordar las causas, un círculo vicioso que corre el riesgo de extenderse otros diez años.
Pagamos un costo histórico por el sentido equívoco con el que se encaró la regulación de los partidos en la década pasada, con laxitud para el financiamiento privado y los modelos de democracia interna, resistencia al financiamiento público y apertura al ingreso de formaciones independientes, regionales y locales. Si se quiso para el Perú, siguiendo la clasificación de Giovanni Sartori, un sistema de partidos de pluralismo moderado, se consiguió en un primer momento uno atomizado y ahora un sistema que ha dejado de ser tal.
Esa política ya fue y es tarde para el pasado. Las nuevas formas de identidad social y política ya están aquí. Hay más líderes fuera de los partidos que dentro de ellos y más “partidos” que no lo son pero que operan como si lo fuesen, con programas y liderazgos propios, y formas también propias de movilización. Llamar al partido mediático, empresarial o digital, por citar algunos ejemplos, con el rótulo cerrado de “poderes fácticos” es una verdad incompleta.
El reemplazo de la antipolítica por la política es un desafío serio. El país tiene un nuevo relato social del que deben hacerse cargo las nuevas y viejas formaciones. El retorno de la política es una necesidad impostergable que cada sacudón nos recuerda. El de ahora es crucial porque nunca tuvimos elecciones junto a un estallido vasto de corrupción. Así, es probable que la política retorne en otros cuerpos, a través de movimientos sociopolíticos que con distinto signo impactan América Latina, o nuevos liderazgos con menos militancia, en contra de militancias tradicionales sin liderazgos.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Un año de medio pelo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/un-ano-de-medio-pelo-27-12-2013
La República
La mitadmasuno
27 de diciembre de 2013
Juan De la Puente
Las malas noticias políticas del 2013 son varias y es preciso realizar un esfuerzo para reconocer las de mayor incidencia, pasando del comentario al análisis. Entre todos los fenómenos, escojo cuatro como los más relevantes: la pérdida de la mayoría política y social por el gobierno, la guerra política gobierno/oposición, el hundimiento del centro político y el reflujo de los movimientos sociales.
La caída de la aprobación presidencial, 33 puntos en 10 meses, es aún motivo de debate; la mayoría de observaciones apunta a que esta obedece a un concepto genérico denominado “mala gestión”, que hace énfasis en el efecto, impidiendo precisar las causas. Es sintomático que en la mayoría de encuestas haya desaparecido la variable “incumplimiento de ofertas” como una de las razones de la desaprobación presidencial. De ese modo, en el ámbito “Humala comentario” la desaprobación se debe a sus desaciertos, aunque en el “Humala análisis” la serie de insatisfacciones como inseguridad, corrupción, conflictos, programas sociales, retraso salarial y derechos, debe leerse como el abandono definitivo del programa de cambio, en sus componentes más básicos. Aquí, la sustitución del análisis por el comentario es crucial porque reduce la intensidad de cualquier política de relanzamiento del gobierno: cambio en las formas y gestos sin recuperación de las reformas desechadas.
También fue un año de intensa confrontación gobierno/oposición; la guerra política escaló para situarse a niveles cercanos a los experimentados en 1987, luego del anuncio de la estatización de la banca, y el 2000, cuando la reelección de Alberto Fujimori. La áspera batalla ha sido llevada a cabo por un arco de fuerzas conservadoras partidarias, empresariales y periodísticas, siendo esta última la más vigorosa, coherente y exitosa. La debilidad del gobierno es evidente sin que amenace su continuidad, en un esquema de tensiones donde el acoso se intercala con la tutela.
Bajo ese marco impuesto es casi un chiste debatir si las decisiones las toma el Presidente o su esposa cuando es evidente que las decisiones de fondo son impulsadas o bloqueadas por los grandes poderes que no se ubican, necesariamente, en Palacio de Gobierno. El mismo marco de acoso/tutela quizás sirva como un escarmiento para futuros intentos de desafío al establishment.
El país se acerca a las elecciones del 2016 sin centro político; este sucumbió como efecto de la polarización anotada líneas arriba pero también por otros eventos, el más importante de ellos la caída de Alejandro Toledo bajo acusaciones de corrupción serias y documentadas. Toledo no era el único centrista pero era uno de los más caracterizados; su hundimiento en los estudios de aprobación de líderes políticos agrega en él una responsabilidad política además de los otros cuestionamientos. ¿Cuánto más podrá funcionar el sistema peruano sin centro y en qué condiciones podrá ser reconstruido de cara al 2016?
Un cuarto fenómeno es el reflujo de los movimientos sociales que no se produce luego de la satisfacción de sus reclamos. La separación de la izquierda del gobierno tiene un efecto letal sobre la parte más demandante de la sociedad civil. Sin considerar el caso Conga, un proyecto dormido por el gobierno y a la espera del beso reactivador, los conflictos sociales persisten aunque su imposibilidad de producir efectos políticos es mayor. No pasa desapercibido el escaso éxito del paro nacional del 26 de setiembre pasado y la señal que proyecta: el proceso político se lleva a cabo sin la presión de la calle, con el costo que ello implica.
Estos cuatro grandes fenómenos se han producido simultáneamente y en algún caso condicionando unos a otros; han operado en el contexto de un régimen político precario y probablemente debido a ello. No obstante, no ha producido una crisis de envergadura, lo que evidencia que la democracia peruana es más fuerte de lo que generalmente se piensa. A pesar de ello han abierto una transición a otro país político con reglas nuevas aunque no siempre con actores nuevos.

viernes, 29 de marzo de 2013

Ante los profetas, defensa del oficio

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/ante-los-profetas-defensa-del-oficio-22-03-2013
La República
La mitadmasuno
22 de marzo
Juan De la Puente
El análisis político es un oficio que no pertenece al corazón o al hígado, y que obliga a la objetividad aunque no reclame imparcialidad. Por eso sorprende el aluvión de análisis disparatados de los resultados de la revocatoria del 17M, planteados de un modo simplón donde los perdedores y ganadores integran un cuadro bicolor, blanco para ganador y gris para perdedor, despreciando la delicada imagen de un mosaico lleno de colores y posibilidades.
Estos análisis reflejan una ortodoxia persistente y pasadista, un ejercicio deficiente de la ciencia política que se niega a usar los instrumentos de interpretación; que no aprecia los fenómenos sino solo los hechos; que considera los votos en volumen, confundiendo los partidos con sus líderes y las ideas con los movimientos sociales; y que no analiza las tendencias pero en cambio, profetiza, adivina y sentencia. Es obvio que este ejercicio lleva a un menjunje que vale para el chamanismo pero no para la política.
La votación del domingo sintetiza un cuadro complejo de opciones en pugna por constituirse en tendencias. Los electores han tirado las cartas sobre la mesa y corresponde a los actores políticos y a las instituciones ordenar estas en función de sus intereses y estrategias. Carlos Meléndez acertadamente lo ha denominado un escenario mixto.
En términos personales, Susana Villarán y Lourdes Flores son dos grandes triunfadoras, la primera por ganar una revocatoria dirigida contra ella y la segunda por su incursión decisiva para la victoria del No, exponiendo ante el país una inusual ética pública donde más importan Lima y la vigencia de su partido que su derrota en las elecciones municipales pasadas.
Revocados o no también ganan un conjunto de líderes que constituyen una reserva ascendente de políticos llamados a protagonizar la representación política, encabezados por Marisa Glave, Pablo Secada, Eduardo Zegarra, Alberto Valenzuela y Mónica Saravia, entre otros. Otros líderes como Patricia Juárez y Mauricio Mulder, de la opción perdedora, también ganan aun en el revés.
Es cierto que Luis Castañeda aunque no muerto es el líder que más pierde. No es el caso de Alan García que supo colocarse de perfil y tras su partido en el debate revocatorio. En este tema, es un error confundir el Apra con García y aunque el primero se encuentre en el grupo de partidos que pierden la revocatoria, debe sopesarse el hecho de que tuvo derrotas más severas en las últimas décadas de las que salió airoso. Si se trata de ganar o de perder, no todos ganan o pierden con la misma intensidad; solo si se trata de buscar titulares periodísticos fáciles se puede enterrar con la palabra ideas, grupos, personas y movimientos.
El PPC, qué duda cabe, que es el gran ganador; para la izquierda, en cambio, el 17M tuvo un sabor agridulce, el caso típico de una fortaleza salvada a costa de la debilidad suprema del ejército. Sin embargo, siendo nada deseable, el resultado plantea un nuevo momento para la izquierda que solo será posible con Villarán en la alcaldía.
Proclamar la bancarrota de la izquierda tiene más de brujería que de raciocinio, curioso porque la izquierda ha sido varias veces sepultada sin que esté muerta y porque los sepultureros ignoran la enorme fuerza de la izquierda social. En el futuro será más difícil ahogar a una izquierda moderna que supo abrir la Municipalidad de Lima a la inversión privada, a las asociaciones público/privadas y ahora a un pacto con el PPC y otros partidos.
El 17M no mató a nadie pero plantea desafíos ante los cuales nadie ha comprado un seguro. En las elecciones de noviembre el PPC tendrá que revalidar su ascenso en la capital, la izquierda pugnar por votos propios para acompañar el fin de la gestión de Villarán y el resto de partidos tendrá que figurar en el proceso de cara al 2014 y al 2016. Sin embargo, el principal desafío será para Susana Villarán: si logra cristalizar un gobierno multipartidario y exitoso, este será su mejor carta de presentación para el futuro.

martes, 28 de agosto de 2012

Hachas de guerra

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/hachas-de-guerra-28-08-2012
La República
La mitadmasuno
28-08-2012
Juan De la Puente
En menos de 30 días el fujimorismo ha pasado a la oposición dura. Derrotado en su deseo de mantener al gabinete Valdés en funciones ha desenterrado el hacha de la guerra y ya tiene dos interpelaciones en marcha y un discurso de bandera contra los casos de corrupción en este gobierno y de demanda de éxito en la seguridad ciudadana.
Las izquierdas en tanto han sido impactadas por el cambio de gabinete. Demandaban la salida de Valdés y pedían un giro de 180 grados, es decir, un retorno a las fuentes, pero fueron sorprendidas por una rectificación de casi 90 grados en dirección al centro. Los movimientos de sus dos versiones vacilan. Patria Roja, el grupo ganador de la crisis de Conga y el que por ahora posee más autonomía en la calle, oscila entre la guerra total al humalismo y una estrategia de acoso limitado a Cajamarca, el magisterio y otras zonas en conflicto, priorizando sus objetivos electorales. La otra izquierda, expresada en Tierra y Libertad y el Frente Amplio (que agrupa a Ciudadanos por el Cambio y sus aliados), es todavía rehén del pasado cercano; su principal problema reside en su dificultad de romper definitivamente con el gobierno y abrir un curso nuevo desde la oposición y desde la calle.
El gobierno ha ocupado el centro de un modo intermitente y temeroso. Ha conservado la conducción del Parlamento y obtenido otras victorias que evidencian que está en movimiento, como la delegación de facultades para los temas de seguridad, la investidura del gabinete y la rebaja de la crisis de Conga. No obstante, la relativa paz social parece no convenirle al gabinete, convertido en objeto de disputa de fuerzas que desde dentro y fuera, en este caso la empresa y la prensa, pugnan por llevarlo de regreso a la derecha bajo la mirada resignada del Partido Nacionalista. El gobierno hace política por ahora en las instituciones del Estado, no ha salido en busca de aliados en los movimientos sociales y no lo hará si sigue la ruta de proyectos como la ley del negacionismo y el abandono del Gasoducto del Sur Andino. El ritmo y el discurso centrista están perdiendo velocidad.
El activismo fujimorista ha deglutido a grupos como el PPC, que encuentra poco espacio para ejercer una oposición menos agresiva, o Perú Posible, el Apra y Acción Popular, que practican en el Parlamento una oposición compasiva con escasos resultados. Si estas fuerzas no logran construir en el Congreso una dinámica alternativa al fujimorismo, su futuro será la levitación.
Aunque el giro de Humala ha sido moderado, ha puesto en tensión las fuerzas y abierto una etapa de alineamientos. El gobierno estrena una oposición combativa de derecha y podría tener una de izquierda más nacional y eficaz, conectada con los movimientos sociales. El problema es que en esa perspectiva el centro que intenta representar amenaza con ser precario y poco activo. Y ya sabemos cómo terminan los centros pasivos.

sábado, 7 de enero de 2012

De analistas y profetas

La Mitadmasuno
La República
5 de enero de 2012
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/de-analistas-y-profetas-05-01-2012

El análisis político estuvo de moda las últimas semanas en las que se mezclaron el cambio de gabinete, los sucesos de Cajamarca y el fin de año. En un país con escasos think thanks dedicados a la política y luego de la ruptura entre los intelectuales y partidos, el análisis del proceso político ha devenido en un ejercicio público y frecuente, aunque crecientemente básico y deficiente.
En el último acto, el análisis ha saltado al vaticinio puro, que se diferencia de la prospectiva porque brota de las corazonadas cuando no de las simpatías y antipatías. Esta avalancha de predicciones ha competido en las fiestas de fin de año con las brujas de la farándula, de modo que ahora se sabe “con certeza” que el nuevo gabinete tendrá una larga duración, que Nadine Heredia no será candidata y que el Perú le ganará la batalla a la CIDH. En el extremo del chamanismo, un politólogo se acaba de explicar los problemas de la alcaldesa de Lima con un descubrimiento singular: Villarán tiene el santo de espaldas.
El análisis político ha perdido objetividad y, sobre todo, calidad. Un primer grupo de razones nos remiten al papel de los hechos. Por un lado se tiene una circunstancia endógena al oficio de analizar, una especie de la perversión del realismo, es decir, la rapidez con la que se suceden los hechos impiden una apreciación certera de ellos como elementos fundamentales de la política. Sin embargo, es más visible un rasgo intrínseco a varios juicios leídos: una parte importante del análisis se aboca y se reduce a la apreciación del discurso político y de las declaraciones, creando una relación estrecha entre el observador y el significado de los hechos, dejando de lado los hechos mismos. Esa ausencia de realidad frecuentemente es cubierta por los deseos del analista.
Es concurrente a la pérdida de calidad la ausencia de la referencia histórica. Para algunos, la política se fundó el año 2000 y si hay que retroceder, el año uno es 1980. Sin el dato histórico los hechos conservan su carácter de ocurrencia irrepetible pero el análisis se queda sin apreciar los ciclos y tendencias, los conflictos aparecen de la nada (allí calzan las explicaciones conspirativas de las demandas ambientales), los movimientos sociales pierden trascendencia (son siempre nuevos) y el poder es el resultado de un acto y no de un proceso.
En ese contexto es apreciable la edición de Postcandidatos. Guía analítica de supervivencia hasta las próximas elecciones (Carlos Meléndez, comp. Lima, Mitin, 2011), un compendio de trabajos cortos de jóvenes politólogos que abordan el futuro de la política desde la competencia electoral pasada. Más allá de algún ajuste de cuentas partidario, la mayoría de artículos allí reunidos son solventes y van, precisamente, contra la tendencia de convertir el análisis político en un acto de profecía. Bien por ello.

viernes, 28 de octubre de 2011

El ghetto partidario

La mitadmasuno
La República
27 de octubre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-ghetto-partidario-27-10-2011

Se acaba de presentar un proyecto para reformar la Ley de Partidos Políticos que eleva el número de firmas para la legalización de una organización política. De aprobarse la iniciativa, se necesitarán no menos de 760 mil firmas, es decir, el 4% del padrón electoral, para la inscripción legal de un partido. La medida estira la arbitrariedad de un cambio anterior, realizado a hurtadillas el 2009, cuando se fijó en 3% del padrón las firmas requeridas, es decir, 570 mil.
Los motivos que expresa el proyecto Nº 406/2011 son sinceros: que a la fecha se han vendido 300 kits electorales a grupos que aspiran a legalizarse. Declara que el propósito es evitar la fragmentación y, de paso, fortalecer el sistema de partidos.
Si se aprueba la norma no se lograrán esos objetivos porque aborda el problema sin una visión de reforma integral de la Ley de Partidos. Al contrario, suena como el inicio de una contrarreforma para cerrar a patadas el sistema de partidos en lugar de renovarlo. Paradójicamente, no toca el tema de fondo que está en la base de los casos denunciados y que evidencian que el problema reside principalmente en la formación de la representación más que en el acceso al sistema.
En todo caso, si el tema es la pertenencia al sistema, las firmas son menos relevantes que otros factores que podrían tomarse en cuenta, como los requisitos para quedarse en el sistema, es decir, el porcentaje de votos obtenidos o la cantidad de parlamentarios elegidos. Si aprueba el proyecto volveríamos a finales de los años 90. Las 300 mil firmas requeridas entonces dejaron sin competencia a los grupos aluvionales faltos de identidad y arrinconaron a los partidos.
La participación política en el Perú es afectada tanto por la fragmentación como por la dispersión. Con la fragmentación se tiene muchos partidos (aunque no son demasiados para la media de A. Latina), pero con la dispersión se tienen varias versiones de izquierda, derecha y centro. Elevar el número de firmas sería construir un ghetto partidario, inalcanzable pero no por ello respetable y legítimo.
Es preciso debatir cuán cerrado o abierto es el actual sistema pensando en los ciudadanos más que en las elites, especialmente aquellas que pueden “invertir” en la legalización de un partido. La idea básica es que los ciudadanos están subrepresentados, con una relación representante versus elector muy baja. Si a ello se suma un ghetto de elegibles, iríamos en retroceso.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Las tres oposiciones

La Mitadmasuno
La República
15 de setiembre 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/15-09-2011/las-tres-oposiciones

La mayoría de prospecciones sostenían que el gobierno de Ollanta Humala tendría poco margen de maniobra en sus primeros días, habida cuenta de la polarización de la segunda vuelta y de la negativa de los opositores a Humala a desmovilizarse. No obstante, el gobierno parece empezar a disfrutar de una provisoria luna de miel.
El discurso gubernamental es dosificado y ha conseguido moderar las expectativas, sobre todo políticas. Contribuyen a esto la austeridad verbal y mediática del Presidente, la afirmación del papel convocante del premier Salomón Lerner Ghitis y el activismo de la mayoría de ministros. Sin embargo, los dos elementos más sustantivos de las señales oficialistas son: 1) la persistencia del cambio como compromiso moral; y 2) las formas de trato muy republicanas hacia otros poderes del Estado, sectores políticos y actores sociales, especialmente la empresa.
Una lista de señales ha bloqueado la formación de una coalición resistente a los cambios: gravamen minero pactado, negociación paciente del Lote 88 de Camisea, renuncia al pedido de facultades delegadas al Congreso, silencio sobre las reformas constitucionales y posicionamiento internacional multilateral. Al mismo tiempo, otros signos deben también interpretarse de cara a los movimientos sociales, como la rápida gestión de Pensión 65, la defensa de Ricardo Soberón, la reinstalación del Consejo Nacional del Trabajo, la elaboración del Presupuesto 2011 con aumentos sustantivos en Educación y Salud, y la propuesta de creación de una red estatal rural móvil.
El gobierno ha escogido su primer tiempo; la oposición o una parte de ella, no. El gobierno opera política y socialmente, en tanto que la oposición parece escindida en tres bloques. Mientras la dirección empresarial tiende puentes con angustia y rapidez, las bancadas parlamentarias se decantan por un control político casi sotto voce. En cambio, la oposición mediática, la más beligerante, articulada a veces a la empresa y otras al Parlamento, parece ser por ahora la oposición realmente existente. Este bloque ha perdido todas sus batallas quizás porque se ha detenido en el discurso previo a las elecciones. Aun así, su mensaje y el del gobierno son los únicos que se escuchan en la sociedad. Así las cosas, el salto al vacío parecen haberlo dado las formaciones políticas, en tanto que la empresa y los medios operan con pragmatismo y audacia.

martes, 22 de febrero de 2011

Dialogo Electoral de la ONPE. 23.02.2011


El 23 de febrero disertaré sobre el tema Elecciones Generales 2011, Gobernabilidad y Democracia en la jornada inaugural del Diálogo Electoral de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Por quinto año consecutivo, la ONPE, realiza este esfuerzo de brindar a la ciudadanía espacios que generen debate y conocimiento para la consolidación y fortalecimiento de la democracia en nuestro país.
Diálogo Electoral comienza este miércoles 23 de febrero a las 19:00 horas, en el auditorio de la ONPE, del Jr. Washington 1894, Lima.
Posteriormente, continuando con las ponencias, se disertarán los temas: “Ley de Partidos Políticos”, “Financiamiento de Campaña”, “Parlamento Andino”, finalizando con “Valla Electoral y Cifra Repartidora”.
Para más información, comunicarse con el correo:
dialogoelectoral@onpe.gob.pe, así como con el teléfono: 417-0630 anexo 8448.
Asimismo, en el acto inaugural se presentará el primer número del libro “Diálogo Electoral”, el cual reúne una compilación de ponencias desarrolladas desde que se inició este conversatorio democrático.
La publicación recoge la participación de Gabriela Serrano, María Isabel Remy, Federico Salazar, César Vílchez, Jorge Salmón, Omar Sar, Francisco Eguiguren, Juan de la Puente, Luis Nunes, Beatriz Boza, Roberto Vargas, Edgar Montiel y Francisco Sagasti.