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viernes, 19 de julio de 2013

La primavera chola

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-primavera-chola-18-07-2013
La República
La mitadmasuno
19 de julio
Juan De la Puente
La crisis de la política y de las instituciones, que se procesaba en los salones del poder y en las portadas de los medios ha ganado la calle. Gracias a una desastrosa decisión del Congreso, se experimenta en pocos días un salto de calidad en la conciencia de la población; un pequeño sector lo ha hecho activamente, a pie, en las redes sociales y en el afán diario. Las cantidades no pueden ser importantes por ahora, pero desde 1997, cuando la sociedad civil se emancipó del fujimorismo, no se veía en las calles tanta distancia del pueblo con el poder.
Nótese que de por medio no se encuentra un conflicto social o demanda laboral, las circunstancias que han poblado las calles de reclamantes en la última década. La interpelación de estos días es política pura en estado sólido. Pero es más que eso; lo que se registra es la evolución inicial de la insatisfacción en indignación, un desarrollo de la tendencia advertida por varios estudios que dan cuenta desde el 2005 de la paradoja peruana de auge económico con descontento.
El inicio de una primavera peruana podría quedarse en un debut y despedida; tampoco tiene que ser necesariamente democrática o catalizada por la democracia en favor suyo. No obstante, a pesar de lo impredecible, su principal atributo es la autonomía respecto de la política cotidiana y de las formaciones partidarias. Su mérito consiste en un llamado serio a la reforma, ese desafío que el establishment subestimó con autosuficiencia. Es la convicción de un sector de la población de que la reforma política en el Perú ya no será con los partidos sino contra ellos.
Como en otras experiencias, el momento coincide con la pérdida del liderazgo político de personas e instituciones. Según el reporte de junio de la encuestadora GfK, tanto el liderazgo oficial como el opositor son desaprobados y en casi todos los casos, superan el 50%. En bloques generales, la población diferencia muy poco entre el papel del gobierno y de la oposición, y los cuestiona a ambos. Así, los rangos desaprobación/aprobación son cercanos entre el Congreso (76%/19%), el Poder Judicial (78%/18%) los ministros (69%/24%) y la oposición (56%/32%).
En la Argentina del 2001, el “que se vayan todos” era una demanda que alcanzaba al 70% de los encuestados. En el Perú del 2013, es probable que ese sentimiento le pertenezca ya a la mitad de la población y que los sucesos recientes eleven un poco más este índice. Es cierto, tal como sucedió en Argentina de esos años, que nada de esto garantiza una renovación del sistema político. Sin embargo, es un dato latente sobre el ingreso de la política a cuidados intensivos.
No sé si ello importará mucho a la política/antipolítica oficial del Perú de hoy. Por si no se sabía, desde el 2001 la política ha estado en piloto automático, más que la economía. El establishment operó bajo el argumento que no importa una mala política si se tiene una buena economía, retrasando cambios constitucionales básicos para el pacto social, estirando la tolerancia a la crisis de la administración de justicia, taponeando el reconocimiento de derechos y su universalización y barriendo debajo de la alfombra la corrupción, la crisis del Parlamento y el desguace de los partidos. Ahora mismo no les importa tanto si se tiene en cuenta el polémico acuerdo parlamentario de esta semana.
¿Está a tiempo el sistema político para evitar un “que se vayan todos”? Es muy probable, pero ello obligaría a los tomadores de decisión a renunciamientos y medidas ahora no prioritarias, como asumir una agenda reformista a pesar del veto de los poderes fácticos que se ilusionan con la eternidad de una democracia sin partidos; la recuperación del pulso de la sociedad sin anteojeras ideológicas; y la reanudación del dialogo social como una vía inigualable de relación con los gobernados. El primer paso debería ser el cese de la guerra política desatada hace cuatro meses.

martes, 2 de octubre de 2012

La izquierda aconsejada

La República
La mitadmasuno
2 de octubre de 2012
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-aconsejada-02-10-2012
Nunca como en las últimas semanas he leído tantos consejos a la izquierda, la mayoría interesada en que el país cuente con una izquierda posible y gobernante aunque plantadas con un tono médico/quirúrgico. Es un paso adelante del análisis tipo “la izquierda en el diván” de los años noventa que despedía desdén por una cultura política que se consideraba en extinción. Es bueno que las ciencias sociales se preocupen ahora por ella; quizás se debe a que en las últimas elecciones triunfaran propuestas universalmente patrocinadas por la izquierda sin que expresen una organización política.
Los consejos giran en torno a dos cuestiones, a su acercamiento al mundo popular y a la concreción de una alternativa electoral. Sobre lo primero se propone diferenciar entre lo popular/colectivo y lo popular/privado, sugiriendo no jugarse por lo segundo y mirar con pinzas lo primero; de allí se desliza la idea de que la izquierda debe hacer “algo más” que centrar su acción en la sociedad organizada.
Sin embargo, ese algo más no puede ser emprendido si la izquierda no conecta con la sociedad e influye y recrea su vasta estructura actual. En este punto, no obstante, existe cierta incoherencia cuando se critica el alejamiento de la izquierda de la realidad y se le reclama conexión con el pueblo y, al mismo tiempo, se cuestiona gran parte de las demandas de los movimientos sociales. Habría que poner en el diván esta idea que sugiere un liderazgo solo moral de una izquierda que no se ensucie los zapatos y que no aspire a representar esta nueva emergencia social peruana.
Sobre la búsqueda de una alternativa electoral, la controversia es de otro tipo. No hay quien desde fuera recete la formación de una nueva Izquierda Unida (IU). Desde dentro, en cambio, persiste la idea tácita de recrear esa experiencia con pocas innovaciones en la forma. Las nuevas coaliciones planteadas tienen respecto del pasado una desventaja; la vieja IU fue un proyecto que aspiraba al largo plazo, en tanto que ahora se pretende jugar en corto, con el horizonte del 2014 y 2016. No creo, sin embargo, que eso descalifique a la izquierda porque va en la línea de ser ella misma, alejada de la tentación del proyecto electoral prestado. Intuyo, por lo tanto, que ese “algo más” que se le reclama a la izquierda por lo menos en su versión socialista y socialdemócrata, es decir, la gestación de un proyecto partidario definitivo único y unificador, no será entregado en el corto plazo.
Entendiendo ello, el principal riesgo de la izquierda no es nadar sino quedarse cerca de la orilla. El recojo de firmas de uno de sus grupos podría alejar la búsqueda de una candidatura común el 2016 y dispersar las fuerzas en las elecciones regionales y municipales del 2014. Por eso cuesta entender por qué la izquierda se resiste a usar la inscripción legal de uno de sus grupos y cerrar una táctica electoral adelantada.
 
Actualización
Sobre el tema, ver notas recientes como la de Martin Tanaka (aquí) José Alejandro Godoy (aquí) Alberto Adrianzén (aquí) Carlos Mejía (aquí) y Sinesio López (aquí).

jueves, 16 de febrero de 2012

En el diván y en el banquillo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/en-el-divan-y-en-el-banquillo-09-02-2012
La República
La mitadmasuno
9 de febrero 2012
Juan De la Puente

Se levanta la voz en el debate sobre las izquierdas a tenor de tres recientes artículos, los de S. López y M. Tanaka en La República (“La captura de Ollanta” y “Las tesis de Sinesio López”, respectivamente) y el de C. Meléndez en El Comercio (“Aprendizajes tardíos de la izquierda”). Tres temas-pregunta dominan esta fase de una discusión pública: 1) Qué debe defender la izquierda que aspira a ser gobierno; 2) Cuáles son los límites del realismo de una izquierda moderna; y 3) Qué modelo debe aplicarse en la creación de una fuerza política de izquierda.
Estos temas colocan a los grupos de izquierda frente a un problema permanente, la izquierda social, autónoma y con voz propia, reacia a la creación de un referente nacional pero promotora de procesos de acumulación territorial, algunos exitosos. Este bloqueo resume una fecundidad perdida; las izquierdas, y en su caso el Apra, supieron articular demandas sociales que acabaron en lo que S. López enumera como las tres incursiones democratizadoras y sus correspondientes transiciones en el siglo XX: la liderada por el Apra (entre los años 30 y 50), por Acción Popular (entre los 50 y 60) y por la izquierda (entre los 70 y 80).
Es debatible el destino de estas incursiones. M. Tanaka, el más escéptico, no es muy amigo del concepto de “transición” y apunta que a pesar de sus aciertos estos procesos no han resuelto un problema básico de la izquierda, es decir, sus “dificultades para asumir un paradigma democrático” (La República 7/3/2010). En su reciente artículo sobre las tesis de S. López, alerta sobre el retorno a tesis confrontacionales. C. Meléndez lo explica en la misma perspectiva pero matizada: “a la izquierda le cuesta comprender que la política puede tener una lógica autónoma de la sociedad”.
Encuentro en esta fase del debate una renuncia al uso de la categoría “izquierdas”, que no permite dar cuenta que su rasgo más visible es la fragmentación. De lo contrario podría reconocer núcleos de izquierda comprometidos con la democracia y en crecientes aunque intermitentes pactos con la sociedad, a la que tributan las tesis de S. López. Quizás sea tiempo de suspender brevemente el ejercicio saludable de colocar a las izquierdas al mismo tiempo en el diván y el banquillo y reconstruir su derrotero de los últimos 20 años. En esa ruta se apreciarían dos fenómenos: por un lado, la negación a la formación de un gran referente de la izquierda liberal con perfil propio, una omisión tangible en la reciente ruptura entre el gobierno de O. Humala y varios de sus colaboradores, omisión anotada por Tanaka y Meléndez; y, por el otro, un aprendizaje de gobierno nacional y sobre todo local y regional, nada desdeñable. Esa corriente en las izquierdas debería patentizar su apuesta por el futuro en la apertura de un proceso constituyente para la creación de un movimiento nacional.