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sábado, 2 de julio de 2016

Seis resultados electorales inéditos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/779669-seis-resultados-electorales-inéditos
La República
La mitadmasuno
24 de junio de 2016
Juan De la Puente
Una campaña electoral está hecha de grandes y pequeños actos y procesos. No todos son decisivos, pero se eslabonan y catalizan en grandes resultados. Anotarlo es conveniente porque la victoria de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) es explicada desde un solo fenómeno o a lo sumo dos, el antifujimorismo y el caso Ramírez/Chlimper.
Tengamos cuidado con las explicaciones monocausales. En el análisis político abusar de la agregación o desagregación lleva a dejar caer razones cruciales; la idea de que los hechos políticos “se producen” y no solo “acontecen” no es un capricho semántico.
Hay que pelar la cebolla. El Perú acaba de pasar una pequeña gran revolución; en apenas ocho meses ha terminado de morir un viejo sistema político nacido hace 35 años con las elecciones de 1980 y que, herido, se restauró el año 2000 luego de la caída de Alberto Fujimori. Al sistema de 1980 lo han matado millones de votos y una política emergente, un tipo no clásico de hacer la política que instauró Fujimori en 1992, la antipolítica.
Este es el momento más feliz de esa antipolítica, aunque algunos académicos han buceado bastante para entregarnos una imagen distinta, idealizando una épica entre el fujimorismo, una formación grande, organizada y compacta, y el resto de grupos precarios. La forma como acabaron las dos vueltas electorales indican que la precariedad es común a todos y que lo que tuvimos ante nosotros fueron grandes movimientos y/o coaliciones sociales más que formaciones partidarias, en una elección azarosa donde la casualidad ha ido de la mano con la racionalidad.
Con su victoria total, la antipolítica podría haber llegado a su límite y carecer de fuerza para definir las reglas de una gobernabilidad marcada por los vacíos. Si se recomienda estudiar fenómenos, sugeriría partir de uno: durante las elecciones la crisis de la política se ha expresado a través de varias identidades “antis” –no solo una– poderosas y en algunos casos convergentes, ineludibles de cara al futuro. Antifujimorismo, antiizquierdismo, antialanismo, antisistema, antielitismo, anticorrupción, anticentralismo, antiprivatismo, antiestatismo son expresiones que en distinta identidad han definido la micropolítica electoral y la macropolítica, la de la gran escena.
En ese contexto, una épica antifujimorista permitió la irrupción del Frente Amplio, y otra épica antiizquierdista impidió que este pasara a la segunda vuelta. Una tercera épica que podría rotularse como democrática/antifujimorista (en ese orden) impulsó a PPK a ganar la elección en una pasajera polarización electoral.
No existe en el escenario una política programática y afirmativa sino una política contestataria. El reto hacia el 2021 no es incrementar los antis sino desarrollar las identidades. Curiosamente, ese es el desafío de la derecha y de la izquierda, aunque la identidad populista en su sentido más amplio es la principal tentación en ambas.
El resultado electoral deja un cuadro de efectos nuevos. Sabemos lo que está muriendo pero no lo que está naciendo. Son tiempos inéditos: 1) Nunca, en las cinco veces en las que se llevó a cabo segundas vueltas electorales, el candidato que obtuvo poco más de 20% de votos válidos en la primera vuelta había derrotado a quien obtuvo el 40%; 2) Nunca antes, la izquierda había sido tan decisiva para que una facción de la derecha le ganara a otra facción de la derecha; 3) Nunca antes, los herederos políticos de un golpe de Estado estuvieron 24 años después de ese hecho a las puertas de recuperar el gobierno por la vía democrática; 4) Desde hace 60 años, cuando se eligió a Manuel Prado, un candidato orgánico del mundo financiero no había ganado unas elecciones; 5) Desde ese año, las elecciones construyeron mayorías políticas, a excepción de la de 1963 (Fernando Belaunde) y del reciente proceso electoral; y 6) Nunca antes, el grupo que perdió las elecciones se había quedado con el 56% de los escaños parlamentarios, más allá de la mayoría absoluta, y el grupo ganador solo con el 13% del Congreso.

viernes, 6 de mayo de 2016

Rafo León y el fin de la ironía

http://larepublica.pe/impresa/opinion/765290-rafo-leon-y-el-fin-de-la-ironia
La República
La mitadmasuno
6 de mayo de 2016
Juan De la Puente
Espero que por esta columna no sea denunciado por la jueza Susan Coronado en aplicación de sus novísimas teorías expuestas en su sentencia contra el periodista Rafo León, denunciado por otra periodista, Martha Meier, por haberle dedicado una columna de opinión criticando a su vez sus puntos de vista vertidos en otra columna, también de opinión.
La jueza acaba de traerse abajo 200 años de doctrina sobre la libertad de expresión y por lo menos medio siglo de jurisprudencia sobre el derecho al honor y la intimidad, en ambos casos conquistas liberales contra el conservadurismo de las ideas y de los gobiernos.
Un estudiante del tercer año de derecho, que ha superado las asignaturas de Derecho Constitucional, Parte General del Derecho Penal y Teoría General del Proceso, ya sabe que en un supuesto conflicto entre el honor y la libertad de expresión se aplica un test de ponderación donde se busca objetivizar el insulto directo con ánimo agraviante como condición de una sanción penal. También sabe que la libertad de opinión solo puede dañar el bien jurídico de la intimidad personal o familiar si, precisamente, divulga datos íntimos del agraviado, sobre todo si son embarazosos o lo perjudican objetivamente frente a los demás.
Coronado ha vuelto todo eso patas arriba. Su sentencia se basa en una lectura errónea de un Acuerdo Plenario de la Salas Penales de la Corte Suprema de octubre de 2006 que sienta precedentes vinculantes sobre delitos contra el honor y el derecho a la libertad de expresión. Este acuerdo empieza recordando que la libertad de expresión es de naturaleza pública porque está referida a la formación de la opinión ciudadana, y por ello se exige que sus expresiones incidan en el interés público.
La jueza tomó este acuerdo con ligereza afirmando que la denunciante no podía ser criticada por Rafo León porque no era funcionaria pública o figura pública, una atroz confusión entre funcionario público e interés público. De allí se puede saltar a increíbles conclusiones como esta: un periodista de opinión hace públicas sus opiniones pero estas no son públicas porque un periodista no es una figura pública. ¿Se entiende? No, pero la jueza es feliz con la disquisición.
La magistrada deja precedentes contra la tolerancia social como que opinar de una persona afirmando que es irresponsable es una diatriba sancionable penalmente, y que también los son los giros lingüísticos, es decir, las licencias literarias, las expresiones satíricas e irónicas. Si se generaliza esta idea en la justicia nos quedaremos sin las Carlincaturas, de Carlín; sin Heduardicidios, de Heduardo; sin El Cuy, de Juan Acevedo; sin Los Calatos, de Alfredo Marcos, y sin los poderosos textos de Álvaro Portales, Piero Quijano o Mario Molina, entre otros. Esta jueza quiere acabar con lo único serio de la política peruana, que es el humor político.
Un comentario aparte sobre el principal requisito que la jueza le pide a la crítica/opinión: que sea neutral. Si no se trata de otra atroz confusión entre neutralidad y objetividad nos encontramos ante una pretensión totalitaria además de una cachetada a la epistemología. Ante esa forma de abordar el debate del conocimiento y las ideas, el poeta alemán Goethe respondió hace ya 200 años con firmeza: “Puedo prometer ser sincero, pero no imparcial”; es decir, exíjanme objetividad pero no imparcialidad.
Es deplorable que en la primera fila de quienes aplauden con infantil alegría en precedente nefasto se encuentren algunos abogados y periodistas que ven en esta sentencia una pequeña victoria contra el llamado “mundo caviar”. Pésima señal ya no solo de madurez social y jurídica sino de orientación ideológica. Las libertades informativas que ahora se pretenden estrechar no son un producto histórico de la izquierda; se hacen legítimas a partir revoluciones liberales, sobre todo la inglesa del siglo XVII y de la independencia norteamericana.

domingo, 21 de febrero de 2016

Guzmán y Keiko no deberían estar muy contentos

Por Juan De la Puente
La encuesta de Ipsos publicada hoy presenta un escenario electoral nuevo, distinto al de los 5 o 6 meses anteriores, y es reveladora en dos aspectos:
1.- Destruye la segunda línea del escenario al separar a Julio Guzmán de otros cinco candidatos (PPK, César Acuña, Alan García, Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea) y crea con estos una tercera línea. Ya no más Blancanieves y los siete enanitos. El nuevo escenario es más fragmentado aunque menos disperso. Entre los cinco candidatos mencionados obtienen 28% de intención de voto.
2.- Se definen tendencias que parecen irreversibles a 50 días de las elecciones, entre ellas la caída de PPK (pierde 7 puntos desde diciembre), el desplome de Acuña (cae 7 puntos en un mes) y la irrupción por ahora moderada de Verónika y Barnechea (los dos están en 4%). Alan es un misterio demoscópico porque si bien ha bajado tres puntos desde diciembre, esta caída no es tan profunda como para convertirse en una tendencia. Además, siempre hay que recordar parafraseando al “Puma” Carranza, que el Apra es el Apra.
La primera reacción de los partidarios o votantes de Guzmán debe ser la alegría porque trepa 13 puntos en un mes. No obstante, esta subida no parece corresponder a la intensidad del momento que lo convierte en protagonista. Habida cuenta que ha sido objeto de una extensa publicidad a raíz de las resoluciones del JNE y JEE, y que tiene la oportunidad de presentarse como la gran víctima de las reglas de la vieja política, yo esperaba algunos puntos más, entre 22% y 25%. Podría ser que Guzmán haya desperdiciando un tiempo valioso en las carpas frente al Jurado en lugar de ponerse la vincha y llamar con resolución a la movilización ciudadana para construir una alternativa más potente.
Sobre Keiko, la comodidad del 30% no debe evitar advertir si se desea ser rigurosos que ha caído 3 puntos, casi el 10% de lo que tenía el mes pasado y 5 puntos desde diciembre. Sucede que la destrucción de la figura de Blancanieves también le afecta. Mirando la letra pequeña de la encuesta de Ipsos hay hechos que su campaña tomará en cuenta.
Entre ellas menciono dos; Keiko cae fuertemente en un mes en las regiones; en el centro 16 puntos (de 42% a 26%) en el sur 3 (de 25% a 22%), en el oriente 6 (de 35% a 29%), y en el Perú rural 9 (de 40% a 31%). En compensación a ello, parece haber recibido algo de la caída de 7 puntos de Acuña en el norte.
La composición de la intención de voto de Guzmán es la expresión de este samaqueo que se aprecia fuera de Lima. Guzmán tiene 22% en el Perú Rural y 25% en el sur. En tanto, ha frenado su irrupción entre los jóvenes (24%) y tiene problemas con el sector E (11%), aunque penetra más fácilmente allí que PPK, así como en los sectores C y E.
De hecho, ahora PPK frena a Guzmán como el 2011 frenaba a Toledo. La pelea Guzmán/PPK será la más sangrienta de las próximas semanas, claro si Guzmán sigue en carrera.
El escenario descrito evidencia cierta estabilidad en Lima y en los sectores A y B, y más movimientos en los sectores de “abajo” y en las regiones. También evidencia que a diferencia de diciembre y enero las contracampañas y denuncias han funcionado más que las campañas. Lamento tener la razón en el sentido que la contrapolítica es más fuerte que la política.
Me inclino a pensar que Keiko está saliendo de su zona de confort y que Guzmán es dueño ahora del 18% pero también de un fuerte y rápido anti que ya hizo efecto en Acuña. Guzmán solo puede ensayar una huida hacia adelante, es decir, convertirse en el candidato antifujimorista por excelencia aunque eso lo llevará a cambiar su narrativa y ser menos duro con los que llama dinosaurios. Esa operación de desvestirse y vestirse en medio de la escena es compleja y no siempre ha funcionado.
Finalmente, no sería correcto predecir cómo se resolverá la disputa en la recientemente creada tercera línea. Mientras que PPK y Alan están condenados a combatir a Guzmán, Acuña en bajada tiene la obligación de no pelearse con nadie en particular. A Verónika y Barnechea les ha ido bien hablándole primero al país y quizás sea el tiempo de que ensayen un discurso desde la política contra la antipolitica y sus candidatos precarios, una labor que ahora solo la realiza Alan.

viernes, 19 de febrero de 2016

La pelota en la cancha de Guzmán

Por Juan De la Puente
El Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima Centro 1 ha emitido la resolución N° 001-2016-JEE-LC1/JNE sobre el caso Guzmán, poniéndose a medio camino entre el fallo de mayoría del JNE y los argumentos de la minoría.
La resolución es una pieza sencilla e ilustrativa. Rescato de ella su desapego al formalismo administrativista y su reconocimiento de una mínima legalidad para del validez de los actos partidarios. En cambio, reconoce el derecho a la participación política como fundante de la democracia y de la existencia de los partidos. Es obvio que este derecho no es absoluto.
Por otro lado, reconoce también la necesidad que los partidos garanticen la democracia interna y el debido proceso en sus filas.
El JEE centra su observación en que los miembros del Tribunal Nacional Electoral de Todos por el Perú (TPP) no aparecen en el registro de afiliados de partidos que maneja el ROP y  declara inadmisible (no improcedente) la inscripción, otorgando a TPP dos días de plazo para subsanar la observación central.
Esto es lo mínimo que se le puede pedir a un tribunal que aprecia una litis en la que está comprobado que el ROP ha incurrido en vicios de notificación.
El JEE no se refiere al fallo del JNE relativo a las asambleas de TPP de octubre de 2015 y enero de 2016 y no sé si lo hará en la segunda resolución luego de la subsanación. Por esa razón creo que no está dispuesto a establecer un precedente vinculante entre la resolución del JNE y la suya.
Me parece -solo es una sensación- que el JEE ha iniciado el camino del control difuso (la figura legal que consiste en que un juez o tribunal prefiere a la Constitución sobre una noma de menor jerarquía si encuentra incompatibilidad entre ellas, y a una norma legal sobre otra de menor jerarquía si sucede lo mismo. Art. 138 de la Constitución) sin mencionar este mecanismo de control, por su reiterada mención a  las disposiciones de rango constitucional.
Así, el punto 1.3  de la resolución señala “El art. 110° de la Constitución Política del Perú, concordante con  los arts. 106°, 107° y 108° de la Ley N° 26859 – Ley Orgánica de Elecciones establecen los requisitos para ser elegidos Presidente y Vicepresidente de la Republica y los impedimentos para postular a dichos cargos. Estableciéndose en el art. 109° de la LOE, el plazo (90 días naturales antes de la fecha de las elecciones) para inscribir la fórmula de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencias de la República”.
Luego, reparo en otros dos partes del fallo. El  1.5 dice “Sin embargo, la solicitud de inscripción que no cumpla con los requisitos señalados en el numeral anterior, será declarada inadmisible siempre que las observaciones anotadas puedan ser subsanadas en los plazos que señala el art. 37° del Reglamento (el subrayado es mío), en cuyo caso el Jurado Electoral Especial emitirá la resolución de admisión de la solicitud de inscripción”.
El 1,6 abunda: El literal c. del artículo 38.3° del Reglamento, precisa que el incumplimiento de las normas sobre democracia interna, conforme con lo señalado en los artículos 19° al 27° de la LOP, es un requisito de ley no subsanable, que deviene en improcedente la solicitud de inscripción. También deviene en improcedente por no subsanar las observaciones anotadas”.
Declarar la inscripción inadmisible más el pedido de subsanación hace presumir que el JEE desea establecer un balance entre los derechos de participación y la democracia interna. Creo que la pelota está en la cancha de Guzmán. ¿Podrá subsanar?
 

viernes, 5 de febrero de 2016

Encuestas, la letra pequeña

http://larepublica.pe/impresa/opinion/738811-encuestas-la-letra-pequeña
La República
La mitadmasuno
5 de febrero de 2016
Juan De la Puente
El tono golpista y espectacular con el que se presentan las últimas encuestas, que absolutizan un resultado e ignoran el contexto, convierte al resto de datos en la letra pequeña de un registro. Ha sucedido con la reciente encuesta de GfK, de la que se extrae solo el salto de Julio Guzmán –que lo es– y su empate técnico con Acuña y PPK, subestimando reveladora información a nueve semanas de las elecciones.
La excesiva importancia del empate técnico esconde la sostenida debilidad de la opción alternativa a Keiko Fujimori, quien se acerca nuevamente al tercio de votos, y la irresuelta fragmentación de quienes se afanan por reconstruir las versiones del tradicional centro electoral peruano cuyos aspirantes (Guzmán, Acuña. PPK, García, Toledo y Mendoza) suman un 41%. La esperanza de que de ese pelotón salga el gallo de tapada contra Keiko se relativiza por las guerras intestinas sin contenido en la segunda línea. A pesar de esta guerra, todos salvo PPK han aumentado su intención de voto, señal que las campañas funcionan por ahora más que las contracampañas.
Las brechas entre el centro disperso en guerra y Keiko revelan el impacto desigual de las narrativas de la crisis y sus límites. Keiko solo tiene 14% en A/B, es decir, 18 puntos menos que su promedio general, frente a Guzmán que allí obtiene 18%, PPK 24%, García 10% y Mendoza 3,8%.
Este centro elitista y básicamente limeño se ahoga en el sector D/E donde Keiko luce un potente 39%, frente a Guzmán (9%), PPK (5,4%), García (5,2%), Toledo (2,9) y Mendoza (0,9%). Tampoco le va bien en el Perú rural donde los seis candidatos suman 30% mientras 
Keiko alcanza 42%.
El discurso de la mayoría de opciones que intentan el centro se parece. Se diferencian Guzmán por su recusación  de la política tradicional y Mendoza y Barnechea por su crítica al modelo económico. Existen otras razones específicas que achatan a los que intentan ser la alternativa a Keiko; en PPK su escasa consistencia en las regiones; en Acuña las denuncias de su pasado y presente malandrín; en García la colosal acusación de los narcoindultos; en Toledo la estela luminosa de Ecoteva; y en Mendoza su dispersión programática y el afán cainita de la izquierda.
El centro tradicional está en crisis y ya fue. En anteriores elecciones era más fácil encontrar un punto intermedio entre posturas más radicales. Esta posibilidad se dificulta por la irrupción de dos grandes asuntos de Estado a los que la política responde desigualmente: la inseguridad que genera mensajes populistas y la corrupción, vacía de mensajes.
El centro no ha podido hilvanar respuestas alentadoras en ambos casos. Ese centro elitista y urbano seguirá siendo mínimo si no produce cambios en la narrativa de la crisis institucional. En octubre del año pasado GfK ya había detectado un cambio de fondo en las percepciones ideológicas reportando la drástica caída a 14% de quienes simpatizan con el centro y el incremento a 24% de quienes simpatizan con la derecha.
La dispersión en la segunda línea ha producido pocos cambios en el escenario electoral. Los más significativos fueron la irrupción de Acuña en noviembre y de Guzmán en enero. Entre una y otra aparición existen diferencias; Acuña subió prestándose votos de otros candidatos mientras que Guzmán debe gran parte de su salto a la caída drástica de los rubros No sabe/No opina y Blancos/Viciados que pasa de 35% a 22%.
Finalmente, la disyuntiva viejo/nuevo ahora dominante favorece a Keiko que se mueve bien en ambos lados del clivaje. Sus oponentes pugnan por diferenciarse entre sí y en ese propósito consiguen muy poco. Es el escenario de Blancanieves y los enanitos donde los candidatos se hablan entre sí sin esforzarse por hablarle al país. Podrían llegar así al 10 de abril si alguno no se atreve a movilizar con audacia a los ciudadanos alertando del peligro de la falta de gobernabilidad si gana la elección un presidente aislado y aislable o un quiebre público si no se encara la crisis institucional y la falta de reformas.

Plagio, mentira pública e informalidad

http://larepublica.pe/impresa/opinion/737181-plagio-mentira-publica-e-informalidad
La República
La mitadmasuno
29 de enero de 2016
Juan De la Puente
El plagio de la tesis doctoral de César Acuña es un libro abierto que trasciende las elecciones. Ojalá solo fuese un asunto de votos pero me temo que lo electoral acaba siendo coyuntural frente a un asunto más serio, la educación, la honestidad intelectual y la verdad en los hombres públicos.
Imposible despolitizar este caso aunque no deberíamos quedarnos en lo estrictamente político. Por lo pronto, me impresiona la defensa de Acuña ensayada desde la separación entre lo público y privado y la reflexión francamente elitista que señala que este es un asunto de los engreídos de arriba a quienes interesa los medios contra los de abajo a quienes interesa solo los fines.
La lógica de ambos es parecida; operan con la premisa de que la mentira privada es distinta a la pública, de modo que solo lo segundo es reprobable. Sobre esto existe un debate interminable. Una tesis sostiene que la mentira en los actos privados –la mentira privada– puede tolerarse especialmente si no tiene relevancia pública y que en cambio es inexcusable la mentira pública, salvo en las cuestiones de Estado. Una tesis contraria la expuso Inmanuel Kant,quien sostenía la diferencia entre la treta y la mentira, y que esta última es reprobable en cualquier circunstancia.
En este debate terció Benjamín Constant que polemizó con Kant afirmando que la verdad solo debe ser dicha a quienes la merecen. El filósofo francés sentenció que decir la verdad es un deber con aquellos que tienen derecho a la verdad y que nadie tiene derecho a una verdad que perjudique a otros.
Ese parece ser el punto que topa con el caso Acuña. Una tesis plagiada es una mentira ante una universidad, y quien cayó en ella regenta a su vez una universidad y pretende gobernar un país. Es una mentira más en un mar de zapatillas y prendas de vestir con marcas falsificadas, medicinas adulteradas, beneficiarios “bamba” del Vaso de Leche y Pensión 65, certificados médicos comprados para lograr días de licencia, plagios en los exámenes para la carrera docente, sustitución de postulantes a las universidades, cobros disfrazados y adulteración de facturas.
Nuestras mentiras privadas terminan siendo públicas. Hay un punto donde se juntan y ese es el derecho de instituciones y personas a que se les diga la verdad.
Por otro lado, es falso que ese contexto sea clasista; estos engaños son propios de los “arriba” y los de “abajo”. A riesgo de caer en un error grueso, no se puede sentenciar que el plagio no le importe al pueblo, incluso para los efectos de la elección de un jefe de Estado. El concepto pueblo es muy grande para generalizar en este caso porque tiene matices de tiempo y espacio. Así como se aprende a robar en los círculos más íntimos, se aprende a mentir, engañar, ocultar, y aprovecharse del otro en los espacios sociales inmediatos. Si vamos a hacer sociología de las reglas del comportamiento humano, no lo hagamos desde el racionalismo; recordemos el viejo debate sobre lo bueno y lo malo en la historia de las ideas: para Hobbes, el hombre nace malo; para Rousseau nace bueno y la sociedad lo corrompe; y para Marx, solo nace, es el medio el que lo hace bueno o malo.
Todo hombre público tiene el deber de la verdad y lo de Acuña es una mentira pública que no puede pretender ser privada; tiene relevancia con el corto plazo electoral y con el largo plazo de un país ilegal que adora en paquete el llamado emprendedorismo y cuestiona el trámite como hace 30 años amaba lo informal. Hasta que empezamos a ser asesinados por las combis.
La posibilidad de que Acuña renuncie a la candidatura o el hecho de que varios de sus adversarios también mintieron o tienen cuentas pendientes con el Estado y la sociedad no pueden ser ignorados, aunque tampoco pueden operar como una coartada frente a una realidad potente: ninguna mentira pública es privada. Este es un caso en el que las pasiones del momento no pueden conducirnos a la subestimación de graves defectos sociales. Como dice el spot de la Universidad César Vallejo, se trata de ustedes. De nosotros. 

lunes, 11 de enero de 2016

Política sin partidos. Y sin políticos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/731993-politica-sin-partidos-y-sin-políticos
La República
La mitadmasuno
8 de enero 2016
Juan De la Puente
La repetición aumentada del rito tránsfuga o el masivo fichaje de independientes en la campaña electoral marcarán el Gobierno y Congreso nuevos. Al legitimarse los procedimientos de “jale”, giro y abjuraciones no explicadas de ideología y programas como una normalidad de la actividad pública, se consolida la antipolítica como la forma oficial de hacer política en el Perú. De paso, también se legitima a un hombre público “nuevo” aunque deberíamos esperar la inscripción de las listas parlamentarias para terminar de sorprendernos de los alcances casi infinitos del pragmatismo de nuestras mujeres y hombres públicos.
No hay duda de que la antipolítica ha cambiado a los políticos. No es el único cambio, desde los años noventa vivimos un quehacer público que ha escindido la política, dividiendo la militancia de la tecnocracia. A la realidad hartamente descrita de una democracia sin partidos habría que añadir otra, la de un poder con pocos políticos, una minoría en la vastedad de una tecnocracia cazurra, criolla  y fuertemente politiquera.
Sería un error pretender que este sea un problema solo nacional. A escala global se procesa la mutación de los poderes nacionales, de la mano de la personalización de la política, debilitando las teorías neoinstitucionalistas que subestiman la función de los líderes y de sus complejas personalidades. Las ciencias sociales le dedican ahora menos tiempo a las sociedades e instituciones y más a los “príncipes democráticos” y a las estrategias para descubrir las claves de su ascenso y controlar su poder (Sergio Fabbrini; 1999).
Aunque no todo es realmente nuevo. En la visión de Aristóteles, el político es un hombre que no se pertenece a sí mismo sino a la ciudad. Para Maquiavelo, en cambio, el político se pertenece a sí mismo en la medida que aproveche con fuerza su fortuna y con audacia su virtud, en tanto que para Weber este personaje es sobre todo el centro o epicentro de la movilización de las grandes identidades colectivas, emociones e intereses.
Parece que en el Perú hemos vuelto a Maquiavelo aunque en clave extremadamente individualista. La política ha cambiado su sentido social y se ha movido casi todo: el sujeto, el objeto y hasta la tabla de valores de análisis. En nuestro siglo XX, el ciudadano que recibía este título tenía el imperativo de ser un hombre de Estado. A inicios del siglo XXI lo era menos y ahora generalmente es un hombre de estadio. La mayoría de políticos ya no sueñan y hacen; solo hacen obras.
Los políticos austeros, con pocos soles en el bolsillo están en retirada. Esa imagen ha sido reemplazada por el candidato o elegido con dinero, suyo o de otros, una transformación que ha hecho de la política un oficio plutocrático. Conozco a varios que en las últimas elecciones no fueron candidatos o no pudieron serlo porque no estaban materialmente preparados para gastar 100 mil dólares en una campaña, o para pedirlos.
Esta forma y contenido de los hombres públicos no cambiará en el futuro cercano. La corriente de “políticos” antipolíticos es caudalosa y su variedad es creciente. Una clasificación tentativa implicaría reconocer que fuera de los políticos “de partidos” que pugnan gobernar el Estado y se aferran a las prácticas clásicas, se tiene: 1) a los políticos de cooptación, que son los que se agregan a la política, se fichan para una o dos elecciones; 2) los tecnócratas- hacedores, los que a decir de Alberto Vergara no nos gobiernan sino nos administran; 3) los políticos sociales-demandantes, activos sobre todo en la base del sistema, con conexiones intermitentes –coincidentes o conflictivas– con el Estado; y 4) los políticos intelectuales-reflexivos, los que en el esquema de Antonio Gramsci serían los intelectuales no orgánicos.
Seamos conscientes de hacia dónde se dirige el país, con más nitidez que en el pasado. El gobierno y el Congreso podrían no estar a cargo de colectividades integradas sino de decenas de personas que no le deben lealtad a ningún programa y a nada organizado.

sábado, 2 de enero de 2016

Gente como uno (GCU)

http://larepublica.pe/impresa/opinion/728617-gente-como-uno-gcu
La República
La mitadmasuno
25 de diciembre 2015
Juan De la Puente
La polémica sobre la agresión de una ciudadana a un policía en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, condenada a 6 años y 8 meses de prisión, es emblemática para otra discusión más crucial sobre el papel de las leyes y de la justicia en la lucha contra el delito. Como ya sucedió en México y otros países que experimentan el auge del crimen, se vislumbran dos fenómenos en pugna ante el delito, el populismo penal y el clasismo elitista.
El país lleva una década de cambios legislativos para hacer de esta regulación más severa en penas y menos garantista respecto de los infractores. Esta espiral se eleva por un impulso multiclasista con sed de venganza más que de sanción y es probable que no se detenga hasta la ampliación de la pena de muerte y la eliminación de todo beneficio penitenciario.
Parte de este populismo es la tolerancia con el gatillo fácil policial estimulado también legalmente, excepto la reciente Ley sobre el uso de la fuerza por la PNP (D. Leg. Nº 1186), de modo que, por ejemplo, era natural que en diciembre del año 2009 una encuesta de Ipsos revelara que el 47% aprobaba la existencia de escuadrones policiales que ejecuten a delincuentes.
El populismo penal no es el único fenómeno que se observa frente al delito. Se aprecia también un clasismo elitista que entiende que los secuestradores, extorsionadores y narcotraficantes son siempre los otros, los de abajo, los peruanos de “color puerta”. Nos lo dice todos los días la falta de imaginación para bautizar a los detenidos como “cholo” “negra” o ”chino” o la historia sin fin de las bandas de “malditos” siempre de Cantogrande,  Bayóvar o Huáscar aunque se apresen bandas cuyos miembros vivan, todos, en Chacarilla, Camacho o La Molina.
En el caso del Aeropuerto Jorge Chávez han chocado populismo y elitismo con la justicia al medio, la que siempre paga los platos rotos. Y han salido chispas. La  agresión de una mujer de camioneta 4x4 a un policía mestizo no puede ser más simbólica de ambas subjetividades que actúan en lo público. Frente a la intervención policial por una infracción cierta la ciudadana manoteó y derribó el casco del policía, le dio una bofetada, lo insultó, le dijo que no lo habían enviado al colegio y luego arrancó su vehículo atropellando a los policías que estaban delante.
La condena a la infractora se vio rápidamente en disputa. Una página de Facebook que reclama por su libertad tilda de resentido social al policía agredido, sostiene que la acusada solo lo despeinó, que los policías del Perú son acomplejados y que este es un caso de abuso contra la minoría blanca del Perú, lo que involucra al juez.
El cuestionamiento jurídico de la sentencia empezó usando los vocablos desproporcionado y excesivo, escondiendo que el mar de fondo es la desordenada reforma penal a la que ha conducido la crisis de seguridad del país, uno de cuyos resultados es la obligada terminación anticipada de los procesos llamados “inmediatos” en casos de flagrancia, para lo cual se modificó otra vez el Código Penal (D. Leg. Nº 1194).
Varios abogados que hemos criticado desde hace años el populismo penal hemos sido enfrentados por quienes desde una visión conservadora se imaginan una justicia sin derechos operando bajo la lógica de “mientras el populismo penal no me afecte ¡Viva la pena! En esta ocasión, ese grupo social se ha sentido afectado por una norma que creía que jamás los alcanzaría basados en sus apreciaciones de que el delito no es propio de Gente Como Uno (GCU). La conclusión es la de siempre, un grupo contra una ley que acaba de descubrir que puede castigar severamente la prepotencia.
Los GCU han retrocedido y piden condenas benignas. Desde el gobierno han dicho con dramática sinceridad que la ley de flagrancia no fue pensada para las agresiones individuales sino para la resistencia a la policía en casos de marchas y desalojos. Tranquilos, así la cosa cambia; la justicia se había equivocado, es decir, había acertado; creía que era para todos. Qué ingenua. (Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad).

Los peones del centralismo

http://larepublica.pe/impresa/opinion/724969-los-peones-del-centralismo
La República
La mitadmasuno
11 de diciembre de 2015
Juan De la Puente
Si pudiese sugerirles algo básico a los gobernadores regionales y a los alcaldes provinciales es que eviten los acuerdos electorales con las listas nacionales para apoyar a un candidato presidencial a cambio de colocar a un representante suyo en el Congreso.
Esa experiencia ha sido nefasta y fallida. El actual Congreso tiene por lo menos 8 congresistas que alcanzaron sus curules incrustados en por lo menos tres listas presidenciales que compitieron el 2011. Es el caso de legisladores elegidos por Áncash, Huánuco, Loreto, Junín y Cusco, entre otras regiones.
La operación no les ha servido a las administraciones regionales. Como primer efecto, los que participaron en alianzas que no ganaron la Presidencia de la República vieron enajenada la voluntad del partido ganador o, si formaron parte del grupo ganador, fueron presionados sin éxito para lograr mejoras gracias a sus contactos con el nuevo poder. Así, en uno u otro caso, solo consiguieron desazón y decepción.
Ninguno de los presidentes regionales que se ufanaron de haber hecho el 2011 el negocio de su vida, se reeligió. Antes, a poco más de un año en funciones, “sus parlamentarios” se mimetizaron en el Congreso, no lograron casi nada en favor de sus regiones con las que además perdieron contacto, en tanto que renunciaron a sus bancadas en la primera oportunidad o les dieron la espalda a los jefes políticos que organizaron el acuerdo.
Advierto que ahora por lo menos tres gobernadores regionales y algunos alcaldes de capitales de departamento han llegado a acuerdos con partidos nacionales. Estos pactos se basan en la seguridad de que los líderes regionales pueden endosar a un candidato nacional los votos obtenidos el año pasado, algo debatible y relativo. Son los casos, por citar dos ejemplos, de los gobernadores de Arequipa y Tacna, que obtuvieron alrededor de 20% de votos en la primera vuelta y que difícilmente endosarán ese caudal luego de un año de complejas administraciones.
Desde el lado nacional, en los partidos creen que un pacto con grupos locales puede resolver sus problemas de implantación, y el suministro de militantes, activistas y operadores tan necesarios en una campaña electoral. Eso también es relativo; en la mayoría de regiones los grupos que ganaron las elecciones del año pasado se han desactivado, los vínculos se han debilitado y las autoridades se han autonomizado, de modo que un acuerdo con una autoridad es principalmente con su aparato de gobierno. Y nada más.
Es cierto que para un grupo nacional sin implantación local un pacto con una autoridad local es mejor que nada. De acuerdo, pero el asunto cambia cuando lo que se quiere es gobernar un país en serio, una tarea cada vez más enfrentada por la hostilidad de un Congreso donde escasea la disciplina partidaria y los legisladores recuperan su independencia rápidamente.
Los gobernadores regionales tienen problemas nacionales más serios que sentar a un enviado suyo en una curul. El más desafiante es el destino de la descentralización, acosada por dentro y fuera de las regiones. Dentro, por la corrupción y la precariedad institucional, al punto que un gobernador regional ha sido vacado y otros tres están en esa ruta; y fuera, por un movimiento que propone ir en reversa. En la reciente CADE 2015 he escuchado por lo menos tres exposiciones que sugieren recentralizar el país bajo la convicción de que la descentralización ha fracasado.
La campaña electoral necesita de una potente y unida voz política de las regiones más que de enjuagues electorales que hacen de los líderes regionales peones del centralismo. Por si acaso, casi todos los candidatos guardan silencio sobre qué hacer con la descentralización, un proceso suspendido en el aire hace varios años, otro rasgo inédito de este proceso electoral. Como hace 30 años, las ideas de la capital se aprestan para decidir por el resto del país mientras los líderes fuera de Lima se contentan ¡qué tal minimalismo!  con buscar una esquinita en el Parlamento. Qué favor tan caro para el centralismo.

viernes, 1 de enero de 2016

Gobernar, cambiar, pactar

http://larepublica.pe/impresa/opinion/723313-gobernar-cambiar-y-pactar
La mitadmasuno
La República
4 de diciembre 2015
Juan De la Puente
Uno de los temas que deberán abordar los candidatos que hoy concurren a #CADE2015 es el de la reforma política. La demanda de cambios institucionales ha llegado a un nivel en el que es imposible no referirse a ella, de modo que si un candidato cree que puede llegar a Palacio de Gobierno eludiendo esta respuesta, comete un grave error. Incluso podrían esquivar el tema en esta oportunidad pero no podrán evitarlo a lo largo de la campaña y además tener éxito electoral.
La reforma es el eje sobre el que girará la política en los próximos 5 años, tanto los cambios que se requieren para impulsar un nuevo ciclo de crecimiento como para atajar la severa perdida de legitimidad de líderes e instituciones. Si se trata de resumir, aun a riesgo de esquematizar, las características del próximo Presidente de la República, estas son: 1) Un presidente fuerte con un margen de maniobra suficiente para la toma de decisiones difíciles; 2) que sepa pactar a tiempo y conservar los pactos, sobre todo en el Congreso; 3) que sea capaz de llevar adelante reformas (y que no solo las predique); y 4) que culmine su mandato.
La idea de que el próximo año elegiremos un presidente que solo nos gobierne es un error, por incompleta. No solo por el hecho de que como sucede siempre elegiremos un poder (el Ejecutivo) y un contrapoder (el Congreso), sino porque en ambos casos se han revelado cambios en el actual período: el primero nos ha mostrado que puede debilitarse a niveles inéditos, mientras que el segundo nos ha enseñado que, si quiere, puede jaquear la gobernabilidad sin mucho esfuerzo. Ahí están para los incrédulos las veces en que el Parlamento votó ámbar en la investidura de los premieres René Cornejo y Ana Jara.
El nuevo presidente no solo debe gobernar. La agenda que le espera es un poco más gorda: debe gobernar pactando, reformando y en esa medida garantizar la gobernabilidad, de modo que deberá esforzarse tres veces más. Considerando tal perspectiva, las obligaciones de los candidatos con los electores son mayores y los temas que deberían abordar son más complejos y exigibles.
Una de estas obligaciones se refiere al contrapoder señalado líneas arriba. Me temo que, salvo alguna excepción, los candidatos presidenciales no están siendo responsables en la elaboración de las listas parlamentarias, una tarea que acometen con la peligrosa idea de sumar apoyos y dinero, una táctica que en el gobierno o fuera de él podría reventarle al sistema en la cara. Evitar que un grupo de piratas aborden el barco parlamentario es ahora –entiéndase bien, ahora– una obligación republicana que debe ser exigida a quienes compiten por el poder.
La gobernabilidad en los próximos años estará en el Congreso, en la calle, en los medios, en el mercado y, claro, en el gobierno mismo. En esa medida, el “yo haré” es muy importante pero nuevamente incompleto. En la línea de las reformas, el “nosotros haremos” adquiere una significación estratégica porque indica la capacidad del nuevo poder de relacionarse con otros poderes, legales o fácticos, para conseguir resultados. Solo por poner un ejemplo, no será posible reformar la administración de justicia sin pactos con el Congreso, el Poder Judicial y otros organismos constitucionales.
No estoy seguro de que todos los candidatos se encuentren mentalizados con la idea de gobernar cambiando y pactando. Sobre lo primero, las referencias a las reformas han sido escasas y en cambio se aprecia una cultura tecno-burocrática en la elaboración de los planes de gobierno; las comisiones que los elaboran son enclaves cerrados de tecnócratas sin conexión con la política. Sobre los pactos, me temo que el formato de la campaña electoral, que transcurre como una prolongación de la guerra política de los últimos tres años, no podrá ser desmontado debido a la formación de un escenario igualmente inédito en el que no se aprecia un centro político y vasos comunicantes. Es cierto, en política los enemigos pactan, pero las heridas demoran en cerrar y no sé si el país espere.

domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Se mueve o no se mueve? Desagregando la intención de voto, lo rural y lo urbano

Por Juan De la Puente
29 de noviembre de 2015
La encuesta que hoy publican GfK y La República debe ser tomada con la racionalidad propia de una medición de un proceso en curso. No es ni un punto de partida ni de llegada sino un hito. Desconfío de la idea clásica de que es una foto –me parece un argumento muy básico- porque me sugiere que no tiene necesariamente una imagen antes y otra después. Pienso más bien que es una filmación en cámara lenta y/o una toma muy abierta que prefiero mirar en conjunto y comparando.
Sugiero desagregar los datos de esta u otra encuesta si se trata de mediciones previas a un evento que se realizará en 150 días y resistirse a la tentación de agregar y absolutizar. Uno de los problemas del análisis político es el privilegio de la agregación. Los análisis económico y jurídico son muy superiores en este punto.
Creo que tratándose de un escenario donde la mayoría de candidatos ya están designados (o auto-designados) deberíamos salir de la comparación de coyuntura “mes contra mes” y pasar a otra de mediano plazo. Si comparamos la de ahora con las mediciones de GfK de los últimos meses –agosto, setiembre y octubre- podemos encontrar algunos datos muy interesantes de cómo la campaña impacta o no es sectores y territorios.
1.- El tablero ha sufrido modificaciones parciales en un marco de estabilidad general. Los cambios destacables porque implican considerables traslados en la intención de voto son en la parte baja del tablero: a) el que se opera con César Acuña que pasa de 3% a 7%; b) la caída de PPK que pasa de 13% a 9%; y c) el incremento del rubro No sabe/No precisa que sube de 13% a 17%; y d) los movimientos hacia arriba y abajo en el voto rural.
2.- La estabilidad es más notable en las cifras altas: a) Keiko Fujimori se mantiene en el tercio de la intención de voto (33%); b) Alan García en 6%, aunque pasa del tercer lugar al cuarto al igual que Toledo; c) el Sr Blanco/Viciado que se mantiene en 19%; y d) los candidatos con intención de voto de 1% hacia abajo tampoco han podido escalar a costa de los otros o de los indecisos o viciados.
3.- El escenario apreciado hace meses no se ha alterado y persisten sus características: más de un tercio de votos en favor de las opciones de derecha, un centro por ahora desestructurado y una izquierda simbólica además de desestructurada, también por ahora. En cambio, un alto porcentaje de personas votarán viciado o no saben o no responden por sus preferencias (ambos suman más que el 2” y 3er lugar juntos). A este escenario lo llamo el de Blancanieves y los siete enanitos. Mientras más enanitos en el cuento sin la presencia de un príncipe que altere la escena, la protagonista seguirá siendo aquella.
4.- Por ahora la campaña tiene más efectos en el Perú rural. Allí Keiko ha subido 5 puntos en 4 meses, García y Acuña duplican su intención de voto, en tanto que se ha reducido en 8 puntos el voto Blanco/Viciado (de 23% a 15%) aunque se ha disparado la indecisión, que ha pasado de 16% a 24%.
5. También se operan cambios al interior de cada intención de voto en los últimos cuatro meses, y que es preciso desagregar: a) Keiko baja en la zona urbana 4 puntos pero se dispara en la rural 10 puntos, se mantiene en los sectores C y D/E pero cae 5 puntos en los sectores A/B; b) PPK baja en el interior del país 5 puntos y en todos los sectores sociales pero sobre todo en las zonas rurales, de 7% en agosto a 3% en noviembre; c) Acuña se ha disparado en los sectores sociales C y D/E donde pasa de 2% a 9% y de 3% a 7%, respectivamente. Acuña también sube en las zonas urbanas de 3% a 8%.
6. También se registran cambios en el voto Blanco/Viciado. Sube en las zonas urbanas 3 puntos, baja en el Perú rural y se dispara 7 puntos en los sectores A/B, donde pasa de 13% a 20% y en Lima, de 13% a 17%. El grupo No sabe/No preciosa sube 3 puntos en las zonas urbanas y 8 en las zonas rurales de 16% a 24% y 5 puntos en los sectores D/E de 13% a 18%.
7.- Es cierto que Acuña avanza y se convierte en lo que Alfredo Torres ha llamado “urderdog” un perdedor esperado que sorprende en la carrera. El aumento de su intención de voto contribuye a cerrar el escenario pero no habría que adelantarse si se tienes 36%d de votos entre disconformes con todos o que no saben y no opinan. Por otro lado, las caídas tienen que ver con dos fenómenos: la falta de campaña en el Perú rural, un problema que no se resuelve de la noche a la mañana y las lógicas de voto/antivoto que se opera en los sectores A/B y C/D que bloquean tanto a Keiko arriba como a PPK y García abajo que esta vez podría ser más determinantes en la primera vuelta.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Insospechado giro de la campaña

http://cdn.larepublica.pe/impresa/opinion/718036-insospechado-giro-de-la-campana
La mitadmasuno
La República
13 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
Faltan 150 días para las elecciones y aún falta cubrir los tres pasos más importantes del cronograma electoral: la convocatoria a las elecciones mismas (el plazo expira el 12 de diciembre), la inscripción de listas presidenciales (11 de enero) y la inscripción de listas parlamentarias (10 de febrero).
Implicados en una campaña iniciada de facto, esta transcurría en los afanes de fichajes de personalidades, amagos de alianzas y designaciones de candidatos, siguiendo nuestro viejo esquema de proceso electoral que los partidos se han negado a cambiar y que usa la mayor parte del tiempo en tareas internas dejando poco espacio a la campaña propiamente dicha y más aun al debate de las grandes ideas.
Los candidatos hasta ahora se parecían demasiado. La propuesta de sacar a los militares a la calle, a cargo del Apra y Perú Posible, no había alterado una homogeneidad conservadora de la política y de la economía, situada sobre todo en la crítica a Humala y con una escasa audacia para enfrentar con consistencia los tres grandes temas: corrupción, inseguridad y la desaceleración del crecimiento.
La irrupción del tema de las AFP en la campaña es un giro insospechado que fuerza un retorno a uno de los temas de debate de las campañas de los años 2006 y 2011. El ataque al modelo vigente de AFP se relaciona con 4 millones de afiliados, de los cuales solo cotizan dos millones y medio. No obstante, es un avance sobre el núcleo duro del modelo económico primigenio compuesto precisamente por las AFP, las privatizaciones, la desregulación y liberalización de los mercados, y la reforma tributaria.
Al abrirse este debate se abre también la discusión sobre el destino de los otros modelos previsionales como el de la ONP, la Caja Militar Policial y Pensión 65. Se reabren también otras discusiones referidas a la distribución y a la regulación del Estado de las actividades económicas, de modo que la tendencia es integrar un cuarto elemento a la campaña y que podría ser rotulado como “reformas al modelo, “nuevo modelo” o “regulación pública”.
Es probable que la integración de este cuarto elemento destape lógicas tanto populistas como progresistas. No obstante, a diferencia de las dos elecciones anteriores, no se tiene a la vista un candidato que desde la izquierda pugne por reformas económicas de calado. Sin Humala en escena –y estando él ahora en las antípodas de sus anteriores mensajes– es difícil para los grupos progresistas construir un mensaje económico alternativo fuerte.
Es también una oportunidad invaluable para la reconstrucción de un programa de centro que proponga cambios menos radicales pero igualmente apreciables en la economía. Al grupo de candidatos que merodean por esos lares no les había ido bien intentando seducir al electorado conservador que han conquistado Keiko Fujimori y PPK.
Esta puede ser la hora del cambio para Alan García, César Acuña, Alejandro Toledo y Verónika Mendoza, que tienen ante sí una oportunidad irrepetible. Este regalo de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) puede ser catalizado como el inicio de una mayor diferenciación de sus candidatos, para ganar ese 35% de votos todavía en disputa según las encuestas y arrancharles puntos a Keiko y PPK, los que menos deseaban un debate que les obligue a defender en bloque el modelo.
La variable cambio no había aparecido en la campaña y no se apreciaba un candidato nuevo en todo o en casi todo. A diferencia de los procesos anteriores las reformas venían como una demanda de la sociedad frente a una oferta política más retrechera de los candidatos y medios.
Al ser los actores políticos forzados a introducirse en los territorios macro de la economía, la ideología reasume un papel significativo en la competencia electoral. En el contexto de una crisis política ya reconocida por todos, la agregación de estos cuatro elementos (corrupción, inseguridad, desaceleración y regulación pública) promete una campaña intensa y de mayores contenidos que hace algunos días.

miércoles, 21 de octubre de 2015

La bandera en el piso. Efectos de la caída de Julia Príncipe.

http://larepublica.pe/impresa/politica/712086-gustavo-adrianzen-presento-su-renuncia
Un análisis en corto y caliente sobre los efectos de la destitución de la  procuradora Julia Príncipe. En la República (21 de octubre de 2'15)
La bandera en el piso
Por Juan De la Puente
La destitución de la procuradora Julia Príncipe obedece a un errado cálculo de opciones. Es probable que el oficialismo quiso apurar un trago amargo confiado en que la cercanía de las elecciones y la turbulenta agenda pública apenas se alterarían con la salida de la procuradora, y que quizás las cosas no podrán estar peor que antes.
No obstante, la salida de Príncipe ha tomado la imagen del derribo de un símbolo, arranchado y pisoteado por el poder. El gobierno subestimó su condición de insignia de la lucha anticorrupción y no calculó la indignación pública, más intensa que la de los políticos, y que seguirá creciendo en los próximos días.
La crisis pudo manejarse con otros códigos, como la renuncia del Ministro de Justicia y volver el proceso contra Nadine Heredia dentro de los límites legales –que es donde les ha dado mejores resultados– tolerando el impecable trabajo de Príncipe. En cambio, el gobierno ahora ha perdido todo, y sobre todo la palabra. Lo peor de un político o de un gobierno es quedarse sin argumentos. Y eso ha pasado.
Toda huida hacia adelante es un modo de evasión sin plan alternativo. El gobierno tiene pocas fuerzas para evitar que el caso Príncipe irradie al gabinete. Lo que pase dependerá de la racionalidad de la oposición, que parece más interesada en que la crisis no se desboque. Los roles han cambiado: ya no es el gobierno el más interesado en la estabilidad.
Esta vez la bandera de la lucha contra la corrupción está en el piso. Muchos pretenderán recogerla, pero no será fácil. Por fin los ciudadanos parecen dispuestos a tomarla para sacarla de los salones del poder y de los tribunales a las calles.

viernes, 9 de octubre de 2015

Bienvenida, señora economía

http://larepublica.pe/impresa/opinion/709105-bienvenida-senora-economía
La República
La mitadmasuno
9 de octubre de 2015
Juan De la Puente
¿Cuánto puede influir la Sra. Economía en las elecciones del 2016? Mucho, y parece que acaba de irrumpir en la contienda.
Supongo que nadie se imaginó que en medio de la Asamblea de Gobernadores del FMI/BM –un suceso estelar jalonado por elogios de instituciones y académicos al notable desempeño de nuestra economía– se produciría un entredicho entre el FMI, que ha revisado a la baja el estimado del crecimiento de nuestro PBI para este año, y el gobierno.
El Fondo ya había efectuado otras dos rebajas del PBI, en abril y julio, y en su reciente informe redujo nuestro crecimiento de 3,2% a 2,4%. El ministro de Economía ha salido al frente defendiendo la previsión de 3% a tono con el estimado del BCR que en setiembre pasado también rebajó el crecimiento de este año de 3,9% a 3,1%.
El FMI puede equivocarse, qué duda cabe, como también erraron las instituciones nacionales los últimos años, aunque nuestras equivocaciones son de otro signo; obedecen a un triunfalismo oficial que parece estructural, que resume la falta de atención del liderazgo económico a las señales internacionales y a una sobreestimación del peso de la demanda interna en la composición de nuestro crecimiento. La razón de fondo, sin embargo, es una exagerada estimación de nuestras fortalezas, un eco tardío del consenso económico construido alrededor del crecimiento.
El MEF aún no se ha enterado de la evaporación de este consenso. Si hay algún piloto automático desde el 2013 son los estimados triunfalistas cuyas correcciones contribuyen a la reducción de las expectativas de los agentes económicos. Esta incertidumbre es similar a la política, y ambas pudieron ser evitadas. Parece que ahora es tarde: a 6 meses de las elecciones las dos juegan en la cancha.
El ministro de Economía he legitimado la irrupción de la economía en las elecciones al anotar que el estimado del FMI es pesimista y que la incertidumbre por la coyuntura electoral afecta la inversión privada este año. Lo cierto es que hay más pesimismo interno que externo y en cambio es positivo que la guerra política de 3 años no causara más restricciones a la inversión y desazón por el futuro.
Tres variables incidían en el escenario electoral: 1) la inseguridad ciudadana; 2) la corrupción pública; y 3) la desconfianza y/o desaprobación de los políticos. Con un PBI que al terminar el año se ubique décimas por encima del 2%, las dificultades de la economía incidirán en la definición del voto con un código distinto a lo sucedido el 2006 y 2011. En aquellas elecciones la discusión económica no residía en cómo salir de una situación difícil (como sucedió religiosamente desde 1980) sino cómo distribuir más y mejor.
La irrupción de la economía no favorece a todos; perjudica al candidato oficialista y exige a los adversarios del modelo más detalles y precisiones. Beneficia principalmente a PPK y a Alan García, cuyas candidaturas tienen equipos más reconocidos en materia económica, y coloca en aprietos a Keiko Fujimori, obligándola a definiciones sobre personas y programas que hasta ahora ha evitado.
La agregación de la economía al debate electoral implica también la formación de un mix más complejo. Sobre la inseguridad y la corrupción el respetable público puede sucumbir ante propuestas populistas y emocionales con escasísimo rigor técnico –al estilo de los bodrios muy populares de “chapa tu choro” o “las FFAA a la calle”– pero será más exigente y racional en materia económica.
En las calles hay un ciudadano económico y social insatisfecho que demanda respuestas durante el proceso electoral. No es aún un indignado pero es un impaciente. Lo expone el reciente Índice de Confianza del Consumidor (ICC) publicado por GfK en octubre con tres datos: 1) desde junio el ICC se mantiene en un nivel negativo, por debajo de 100 puntos; 2) se aprecia una brecha en la pérdida de confianza de los consumidores de Lima respecto de las regiones, donde la insatisfacción es mayor; y 3) aumenta a 46% el porcentaje de peruanos fuera de la capital que cree que sus ingresos familiares no le alcanzan, en tanto el 39% cree que no podrá ahorrar en los próximos meses.

Elecciones sin coaliciones

http://larepublica.pe/impresa/opinion/705819-elecciones-sin-coaliciones
La República
La mitadmasuno
Juan De la Puente
25 de setiembre de 2015
Desde 1990 el país protagoniza comicios impulsados por coaliciones electorales que deben su origen a la debilidad de los partidos (ver estupendo trabajo de Mauricio Zavaleta, La competencia política post-Fujimori; partidos y coaliciones de independientes en los espacios subnacionales peruanos, IEP 2014) y a la necesidad de impedir el acceso al poder de fuerzas generalmente consideradas radicales.
Este modelo de competencia electoral se ha decantado rápidamente por los anti desde el año 2000. De hecho, la candidatura de Toledo ese año fue una coalición antifujimorista y la otra, la del 2001, fue primero contra Lourdes Flores y luego antialanista.
La de García el 2006 fue una coalición primero contra Lourdes Flores y luego antihumalista. Las elecciones del 2011 fueron muy especiales; la derecha y el centro, divididos en cada lado, no pudieron forjar una coalición anti; Humala volvió a disputar la segunda vuelta, y fue él quien volvió a encabezar una coalición antifujimorista, victoriosa por escaso margen.
El resultado de este modelo de competencia electoral ha sido de coaliciones también gobernantes en lo político y social. Más de la mitad del primer gabinete de García el 2006 no votó por él en la primera vuelta, y su gobierno fue viable gracias a la alianza con el fujimorismo en el Parlamento. Antes, Toledo pactó con el FIM, Unidad Nacional, UPP y AP en el Congreso, una sucesión de frágiles coaliciones que al deteriorarse casi le cuestan la presidencia.
La historia de Humala/gobierno es la de una coalición progresista sustituida por otra, conservadora y precaria. Es probable que en su caso, 2/3 de sus ministros que tuvo desde el inicio de su gobierno no votaran por él en la primera vuelta, lo que también indica el carácter de su inestabilidad escindida: acuerdos con la derecha en materia económica y guerra con ella en el ámbito político.
Los tres gobiernos del actual ciclo democrático han sido al mismo tiempo gobiernos de minoría. Toledo (36% en la primera vuelta el 2001) eligió 45 de 120 legisladores; García (24% en la primera vuelta el 2006) eligió 36 de 120; y Humala (31% en la primera vuelta el 2011) eligió 47 de 130. A su vez, los tres gobiernos se beneficiaron de un consenso en la sociedad civil que es (todavía) insistente en proteger la estabilidad constitucional y desaprobar toda iniciativa rupturista, en el Congreso o fuera de él.
Esta democracia que se explica por esas coaliciones electorales y gobiernos de minoría pactados, uno más estable que los otros dos, podría experimentar un giro hacia una mayor precariedad. El primer síntoma es la fragmentación de opciones y la poca probabilidad de que algún candidato organice una coalición.
Es probable que el 2016 compitan 7 candidatos presidenciales que logren superar la valla electoral en lugar de los 5 que hubo en los comicios del 2011. Esta dispersión podría implicar bajas votaciones en la primera vuelta y la posibilidad de que los dos aspirantes que pasen a la segunda vuelta no sumen juntos el 50% de votos. En ese contexto, la coalición anti que gane la segunda vuelta tendría que buscar más compromisos y sufrirá evidentemente la pérdida de fuerza propia para gobernar.
Sería dramático que quien gane la presidencia el próximo año no tenga más que una cuarta parte de legisladores propios (menos de 33) y se enfrente a un Congreso que, como se ha visto, ha desarrollado una “inteligencia destructiva” con el famoso voto ámbar que ya ha bloqueado por unos días la investidura de dos gabinetes. Un presidente con baja votación en la primera vuelta, y que luego no pueda organizar una coalición parlamentaria a su favor tendrá un pronóstico reservado.
Podría ser que la formación de coaliciones deba de adelantarse y que, en vista de ello, se tengan demasiados aspirantes presidenciales. Al mismo tiempo, la capacidad de pactar en esta democracia de minorías se convierte en un atributo electoral que los ciudadanos bien pueden valorar a la hora de votar. Estamos avisados: debe preocuparnos la poca capacidad de los políticos de construir coaliciones como una compensación de la debilidad de sus partidos.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Al centro (y a la izquierda) hay sitio

http://larepublica.pe/impresa/opinion/700875-al-centro-y-la-izquierda-hay-sitio
La República
La mitadmasuno
4 de setiembre de 2015
Juan De la Puente
La encuesta de GfK publicada recientemente por La República trae como principal novedad la reducción de la intención de voto de casi todos los candidatos, excepto Keiko Fujimori. Este desigual escenario es provisional pero es un resultado y, si se quiere, un punto de partida que no debería subestimarse. Es una tendencia y es obvio que al convocarse las elecciones, la campaña no empezará de cero sino desde ese punto o de otro previo.
La encuesta pasa factura a dos años de guerra política personalizada e interesada. Los generales de esta guerra no están siendo premiados por su valentía y audacia en el campo de batalla. Las cicatrices de combate que ostentan se mezclan con las acusaciones ofreciendo un cuadro de liderazgos precarios en competencia.
Al mismo tiempo, tampoco deben pasar desapercibidos otros dos resultados: el aumento del porcentaje de quienes creen que las elecciones se decidirán entre los candidatos del elenco estable, y el alto número de quienes piensan votar en blanco o viciado.
Así, baja intención de voto, creciente convicción de que ganará alguno de los actores tradicionales y significativo rechazo al escenario que se está formando son elementos de una solo proceso de pesimismo democrático.
La única candidatura favorecida por este escenario es la de Keiko Fujimori y es obvio que su partido pugnará por no cambiarlo. El resto de aspirantes, los siete que aparecen en el sondeo de GfK, son los enanos de Blancanieves, y si hay una prioridad en sus agendas, esta debería ser un escenario electoral distinto.
Para lograrlo es preciso considerar que el único espacio constituido es el de la derecha y que allí se mueve Keiko con comodidad, realizando viajes hacia el centro y la izquierda, inclusive, como su postura sobre el Lote 192. En cambio, el centro y la izquierda están casi desactivados por falta de perfiles o por tener dentro varios inquilinos, aunque la fragmentación no parece ser por ahora su mayor problema.
Que el resto de candidatos intente consumir el electorado de Keiko se supone que está en agenda pero su problema debería ser cómo organizar una plataforma propia más fructífera y sostenible. Lo hecho por PPK hasta ahora es memorable, si de lo que se trata es de picotear un poco aquí y otro poco allá, aunque ese juego parece estar llegando a su límite. Por otro lado, Alan García y Alejandro Toledo representan un viejo centro; los agravantes son que el primero cree que puede ser al mismo tiempo centrista y boxeador, en tanto que el segundo cree que puede realizar una exitosa campaña combatiendo al mismo tiempo contra los fiscales.
La izquierda aún no ha superado la deconstrucción de su identidad luego de su ascenso y caída con Humala; la dura pugna cainita entre los dos bandos amenaza con repetir la historia de las elecciones de 1990, donde la guerra entre los bloques organizados alrededor de Alfonso Barrantes y Henry Pease repartió las sobras de un espacio aniquilado desde adentro.
La izquierda tiene posibilidades de recuperar su perfil de cambio y emplazarse con mejores posibilidades electorales. Para ella o para cualquier otra fuerza que no le interese competir desde la derecha, el desafío es proyectar un nuevo centro que le proponga al país una agenda de reformas que son ya de sentido común y, al mismo tiempo, terminar con la guerra política personalizada, populista e interesada, poniendo énfasis en otro modelo de confrontación que por ahora parece no interesar a las plataformas mediáticas que reducen el largo plazo de todo.
¿Qué grupo se aviene, por ejemplo, a llamar a los ciudadanos a las calles contra el esquema corrupto de la obra pública y el diezmo vigentes? ¿Qué partido se propone excluir de sus listas a TODOS los políticos denunciados por corrupción? ¿Qué líder les propone a los peruanos un pacto para un juzgamiento judicial ejemplar de los casos de corrupción nacional denunciados, saliendo del perverso escenario en que el Congreso y los medios escogen su corrupto a la carta mientras encubren al que les conviene? 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Keiko la rompe

http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe
La República
La mitadmasuno
24 de julio de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de IPSOS trae por lo menos tres novedades, interesantes aún para una campaña electoral adelantada, considerando que faltan más de 8 meses para la primera vuelta. Son datos sugerentes que agrietan el molde clásico en el que se cocina la competencia entre los candidatos llamados tradicionales.
Primero. Nuevos ejes de la campaña. La seguridad y la corrupción se convierten en los principales problemas que interesan a los ciudadanos, más que duplicando como expectativa al desempleo, a la pobreza y al costo de vida. Este es un coctel amargo para todos, un cambio de fondo respecto a las campañas del 2001, 2006 y 2011, dos temas que hacen uno, y que más que un desafío son una interpelación a la política, un reclamo que los candidatos deberán empeñarse en responder.
No es seguro que sean los ejes definitivos de la campaña. En tanto, los candidatos no están cubriendo estas expectativas o, mejor dicho, los movimientos que ensayan parecen ir en una dirección distinta a la que se mueve la opinión pública. La predominancia de la inseguridad/corrupción no les pide ponderación a los aspirantes presidenciales, de modo que quizás nos encontremos muy cerca de ofertas radicales en este campo, so pena de la irrupción de un candidato sorpresivo que prometa un menú más convincente, duro y popular.
El coctel inseguridad/corrupción que bebemos todos es, a golpe de fracasos, también una puerta abierta para todo, inclusive para el populismo. En el rubro seguridad, los candidatos no se atreven todavía a jugar fuerte con la militarización de la lucha contra el delito y con la ampliación de la pena de muerte; y sobre la corrupción, parece que nos dirigimos a un pacto entre la política y el ciudadano cínico –el que abjura de la corrupción pero le saca provecho– que votará por medidas radicales a sabiendas de su inviabilidad.
Segundo. Keiko Fujimori rompe el techo del tercio electoral. La candidata de Fuerza Popular tenía una intención de voto de alrededor del 30%. En el sondeo de IPSOS salta al 36% en la pregunta con tarjeta, duplicando a PPK (17%), triplicando a Alan García (12%) y más que cuadruplicando a Alejandro Toledo (8%). Keiko también derrotaría a PPK y a García en una segunda vuelta, y aparece muy favorecida a diferencia del 2011 en las alternativas “definitivamente votaría por ella” y “podría votar por ella” (49%), y más capacitada para encarar la corrupción, la delincuencia y el desempleo.
Sin magnificar la tendencia, es interesante reparar en que 3 de cada 10 peruanos creen que el fujimorismo puede liderar la lucha contra la corrupción y la delincuencia, una imagen que lleva a preguntas que incomodan algunos sentidos comunes: ¿Son más fuertes otros “antis” que el antifujimorismo? ¿Es eficaz la actual política antifujimorista basada en la memoria, y que no aborda el actual comportamiento de Fuerza Popular? ¿Mide ahora la opinión pública a Keiko con una vara distinta a la del 2011? ¿Creen los ciudadanos, a diferencia de la elite política, que Keiko expresa el neofujimorismo?
Tercero. El electorado ha iniciado (o empezó hace rato) un giro conservador. No repetiré en este punto lo que afirma otro sondeo reciente que amarra a los peruanos con modelos sin vasos comunicantes. En cambio el sondeo de IPSOS expone el escaso arraigo de la izquierda, el copamiento del escenario por una derecha que entra y sale del centro con gracia y salero, el escaso número de los que piden que el próximo presidente sea democrático y el bajo índice de votos blancos y viciados.
Aquí, más preguntas incómodas: ¿El Perú ya está preparado para elegir por primera vez desde 1956 un gobierno conservador a cara descubierta? ¿Será la izquierda la gran derrotada del quinquenio humalista, la que pague los platos rotos del fracaso de la Gran Transformación? ¿La derecha ha empezado a repartirse los efectos personales de una izquierda ausente? ¿Ante el riesgo de la derrota aplastante, es preferible una candidatura izquierda/izquierda o izquierda/centro?