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viernes, 5 de febrero de 2016

Plagio, mentira pública e informalidad

http://larepublica.pe/impresa/opinion/737181-plagio-mentira-publica-e-informalidad
La República
La mitadmasuno
29 de enero de 2016
Juan De la Puente
El plagio de la tesis doctoral de César Acuña es un libro abierto que trasciende las elecciones. Ojalá solo fuese un asunto de votos pero me temo que lo electoral acaba siendo coyuntural frente a un asunto más serio, la educación, la honestidad intelectual y la verdad en los hombres públicos.
Imposible despolitizar este caso aunque no deberíamos quedarnos en lo estrictamente político. Por lo pronto, me impresiona la defensa de Acuña ensayada desde la separación entre lo público y privado y la reflexión francamente elitista que señala que este es un asunto de los engreídos de arriba a quienes interesa los medios contra los de abajo a quienes interesa solo los fines.
La lógica de ambos es parecida; operan con la premisa de que la mentira privada es distinta a la pública, de modo que solo lo segundo es reprobable. Sobre esto existe un debate interminable. Una tesis sostiene que la mentira en los actos privados –la mentira privada– puede tolerarse especialmente si no tiene relevancia pública y que en cambio es inexcusable la mentira pública, salvo en las cuestiones de Estado. Una tesis contraria la expuso Inmanuel Kant,quien sostenía la diferencia entre la treta y la mentira, y que esta última es reprobable en cualquier circunstancia.
En este debate terció Benjamín Constant que polemizó con Kant afirmando que la verdad solo debe ser dicha a quienes la merecen. El filósofo francés sentenció que decir la verdad es un deber con aquellos que tienen derecho a la verdad y que nadie tiene derecho a una verdad que perjudique a otros.
Ese parece ser el punto que topa con el caso Acuña. Una tesis plagiada es una mentira ante una universidad, y quien cayó en ella regenta a su vez una universidad y pretende gobernar un país. Es una mentira más en un mar de zapatillas y prendas de vestir con marcas falsificadas, medicinas adulteradas, beneficiarios “bamba” del Vaso de Leche y Pensión 65, certificados médicos comprados para lograr días de licencia, plagios en los exámenes para la carrera docente, sustitución de postulantes a las universidades, cobros disfrazados y adulteración de facturas.
Nuestras mentiras privadas terminan siendo públicas. Hay un punto donde se juntan y ese es el derecho de instituciones y personas a que se les diga la verdad.
Por otro lado, es falso que ese contexto sea clasista; estos engaños son propios de los “arriba” y los de “abajo”. A riesgo de caer en un error grueso, no se puede sentenciar que el plagio no le importe al pueblo, incluso para los efectos de la elección de un jefe de Estado. El concepto pueblo es muy grande para generalizar en este caso porque tiene matices de tiempo y espacio. Así como se aprende a robar en los círculos más íntimos, se aprende a mentir, engañar, ocultar, y aprovecharse del otro en los espacios sociales inmediatos. Si vamos a hacer sociología de las reglas del comportamiento humano, no lo hagamos desde el racionalismo; recordemos el viejo debate sobre lo bueno y lo malo en la historia de las ideas: para Hobbes, el hombre nace malo; para Rousseau nace bueno y la sociedad lo corrompe; y para Marx, solo nace, es el medio el que lo hace bueno o malo.
Todo hombre público tiene el deber de la verdad y lo de Acuña es una mentira pública que no puede pretender ser privada; tiene relevancia con el corto plazo electoral y con el largo plazo de un país ilegal que adora en paquete el llamado emprendedorismo y cuestiona el trámite como hace 30 años amaba lo informal. Hasta que empezamos a ser asesinados por las combis.
La posibilidad de que Acuña renuncie a la candidatura o el hecho de que varios de sus adversarios también mintieron o tienen cuentas pendientes con el Estado y la sociedad no pueden ser ignorados, aunque tampoco pueden operar como una coartada frente a una realidad potente: ninguna mentira pública es privada. Este es un caso en el que las pasiones del momento no pueden conducirnos a la subestimación de graves defectos sociales. Como dice el spot de la Universidad César Vallejo, se trata de ustedes. De nosotros. 

jueves, 1 de septiembre de 2011

El Estado rural

La Mitadmasuno
La República
1 de setiembre 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/01-09-2011/el-estado-rural

Uno de los anuncios más llamativos de la exposición del premier Salomón Lerner al Congreso, es el reencuentro del Perú con el mundo rural y, en esa dirección, la instalación de redes para acercar el Estado a los peruanos que viven en las zonas rurales. Según el anuncio, basado en las 1.320 redes propuestas por el Consejo Nacional de Educación (CNE), el gobierno se propone enfrentar la baja densidad del Estado, advertida ya el 2009 por el Informe de Desarrollo Humano del PNUD (“Por una densidad del Estado al servicio de la gente”, PNUD 2010, Lima) instalando, en coordinación con las regiones y municipios, un modelo de gestión estatal móvil. Al equipo de acompañamiento educativo rural diseñado por el CNE (“Programa de acompañamiento pedagógico”, Cuaderno 8, CNE, 2007) se sumarían equipos encargados de coordinar los servicios estatales móviles  de la salud, la justicia, la seguridad y la nutrición que se organizarán y operarán también a través de sus respectivas redes para llegar directamente a los ciudadanos.
El anuncio es esperanzador. La pobreza rural es muy resistente. Las programas sociales, salvo Sembrando, Electrificación Rural y en alguna medida Juntos, han colisionado con factores estructurales de un Estado que no puede superar los desafíos naturales de un país diverso, con poblaciones dispersas y mercados desestructurados. Para la mayoría de especialistas la clave es partir de un enfoque compartido de oferta y demanda que movilice a la sociedad para dinamizar sus expectativas y universalizar los derechos y su sostenibilidad; solo así se podrá acabar con colegios sin profesores y alumnos, postas médicas sin profesionales o equipo y relaciones contractuales sin seguridad jurídica.
La creación de un nuevo Ministerio de Inclusión Social debería consignar competencias y roles en relación al Perú rural. El desafío es la transversalidad de las políticas rurales, es decir, carreteras, promoción, agraria, educación, salud, identidad, energía y seguridad. El nuevo ministerio debería actuar como un dinamizador de inversión y entrega de derechos más que como ejecutor.
Con el Estado rural móvil se abre una etapa para la audacia sin fronteras. En Ghana, por ejemplo, las comadronas usan el celular para discutir los casos complejos con sus supervisores cercanos a ellas, en tanto que en Ruanda los centros de salud solicitan ambulancias rurales por esa vía.