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jueves, 1 de septiembre de 2011

El Estado rural

La Mitadmasuno
La República
1 de setiembre 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/01-09-2011/el-estado-rural

Uno de los anuncios más llamativos de la exposición del premier Salomón Lerner al Congreso, es el reencuentro del Perú con el mundo rural y, en esa dirección, la instalación de redes para acercar el Estado a los peruanos que viven en las zonas rurales. Según el anuncio, basado en las 1.320 redes propuestas por el Consejo Nacional de Educación (CNE), el gobierno se propone enfrentar la baja densidad del Estado, advertida ya el 2009 por el Informe de Desarrollo Humano del PNUD (“Por una densidad del Estado al servicio de la gente”, PNUD 2010, Lima) instalando, en coordinación con las regiones y municipios, un modelo de gestión estatal móvil. Al equipo de acompañamiento educativo rural diseñado por el CNE (“Programa de acompañamiento pedagógico”, Cuaderno 8, CNE, 2007) se sumarían equipos encargados de coordinar los servicios estatales móviles  de la salud, la justicia, la seguridad y la nutrición que se organizarán y operarán también a través de sus respectivas redes para llegar directamente a los ciudadanos.
El anuncio es esperanzador. La pobreza rural es muy resistente. Las programas sociales, salvo Sembrando, Electrificación Rural y en alguna medida Juntos, han colisionado con factores estructurales de un Estado que no puede superar los desafíos naturales de un país diverso, con poblaciones dispersas y mercados desestructurados. Para la mayoría de especialistas la clave es partir de un enfoque compartido de oferta y demanda que movilice a la sociedad para dinamizar sus expectativas y universalizar los derechos y su sostenibilidad; solo así se podrá acabar con colegios sin profesores y alumnos, postas médicas sin profesionales o equipo y relaciones contractuales sin seguridad jurídica.
La creación de un nuevo Ministerio de Inclusión Social debería consignar competencias y roles en relación al Perú rural. El desafío es la transversalidad de las políticas rurales, es decir, carreteras, promoción, agraria, educación, salud, identidad, energía y seguridad. El nuevo ministerio debería actuar como un dinamizador de inversión y entrega de derechos más que como ejecutor.
Con el Estado rural móvil se abre una etapa para la audacia sin fronteras. En Ghana, por ejemplo, las comadronas usan el celular para discutir los casos complejos con sus supervisores cercanos a ellas, en tanto que en Ruanda los centros de salud solicitan ambulancias rurales por esa vía.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Política social municipal

La mitadmasuno
La República
Sábado 18 de setiembre 2010
Juan De la Puente
En los pequeños espacios que los insultos y el espionaje telefónico permiten, incluido el debate del jueves 16, asoman en las principales candidaturas a la alcaldía de Lima elementos de una política social municipal como tendencia a la apropiación de un quehacer que el imaginario tradicional reserva al gobierno central. Se han escuchado referencias a subsidios condicionados, solidaridad, exclusión, violencia familiar, empleo, discapacidad, salud y vivienda, vocablos que denotan un razonamiento que la glotonería de la palabra obras no permite desarrollar.
No me ilusiono con que nos encontremos frente a la moderación de las ofertas faraónicas de cemento y fierro con sabor populista.
Eso le gusta al respetable y varias de ellas, particularmente en relación al transporte masivo, son reclamadas con urgencia. Es relevante, no obstante, que los habitantes de Lima dejen de ser un todo empaquetado e inerte al que se alude con el nombre de vecinos y sean reconocidos como mujeres y hombres cuyos derechos no se agotan en el ornato y la baja policía.
En la cultura del municipio constructor la ciudad es un conjunto de avenidas y parques y el eje de la gestión municipal tiene que ser, en el mejor de los casos, la organización de la ocupación del espacio urbano. En esta idea, el bienestar se asocia a las facilidades para el desplazamiento y la recreación. Este muro de contención ha sido escasamente perforado en los últimos 30 años por experiencias como las del Vaso de Leche, los clubes de madres, los hospitales de la solidaridad, la titulación de Cofopri (cuando dependía de los municipios), las escaleras en los cerros, ente otros.
En estos casos la regla fue y es la falta de coherencia y financiamiento, es decir, impulsos en el marco de la ausencia de una política pública social municipal. Una muestra de ello: en Lima Metropolitana, la Gerencia de Desarrollo Social es muy marginal y sin correlato en los distritos, en cuyos organigramas se sigue confundiendo el desarrollo social con el servicio social plano.
Estamos a tiempo: ojalá que esta vez las obras no se devoren a los pobres. No olvidemos que 6 distritos limeños albergan a 700 mil pobres, más de la mitad del millón 600 mil que tiene la ciudad. Sería inmoral decir, en pleno proceso de descentralización, que esa es una responsabilidad exclusiva de la política nacional.