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domingo, 4 de septiembre de 2016

Sobre el Apra y su congreso

Una nota sobre el congreso del Apra, que genera más fisuras personales que de opciones, escritas con aprecio y respeto.
1.- Creo que más allá de la derrota de este año, el problema del Apra reside en que desde hace más de dos décadas no ha podido generar un consenso interno mínimo sobre todo político que requieren los grandes y viejos partidos. Incluso luego del retorno de AGP al país, esta imposibilidad fue crucial para resolver el problema de una dirección coherente, activa, eficaz y compartida. Creo, a diferencia de lo que discuten ahora los apristas –que lo orgánico bloquea su perspectiva política- que es lo político lo que condiciona sus asuntos internos. El Apra no tuvo candidato presidencial el 2011 y antes en Lima el 2010 por razones esencialmente políticas, y perdió las elecciones por los mismas motivos.
2.- El Apra ha dejado de tener un gran motivo; luego de ganar las elecciones del 2006, que fueron su gran reivindicación histórica luego del fracaso 1985-1990 y el ostracismo 1990-2000, ha perdido valores ideológicos y políticos, expresión simbólica de lo cual es el artículo El Perro del Hortelano, de Alan García, la puerta hacia un gran vacío más que un cambio de postura.
Frente a este vacío, hasta hace algunos años, la izquierda y la derecha aprista aun debatían entre dos explicaciones de la crisis. La izquierda sostenía que todo se debía a un abandono consciente y sucesivo por parte del liderazgo partidario de las raíces apristas, particularmente del pensamiento político de Haya. La derecha aprista aducía que el Apra es víctima de la gradual extinción de los valores que cimentaban su fuerza y le daban sentido a su representación, una especie de envejecimiento político que necesita conjurarse con una modernización menos hayista.
3.- Eso ya no se debate o se discute muy poco. De lo que he podido apreciar, existe una discusión esencialmente institucionalista y generacional. Se debate como debería funcionar el Apra, la edad de sus líderes y la relación con el simbolismo.
Más Haya o menos Haya creo que es un error de partida si solo se refiere a una discusión del pasado; igual si el debate es más o menos Alan. Creo que el desafío del Apra pasa por recuperar el compromiso y activismo social que alimentaba al partido y lo legitimaba socialmente. El Apra debe volver a tener un gran motivo, una gran causa, una gran razón, que ahora no lo tiene, más que un nuevo gran líder.
4.- No me queda duda que el Apra necesita una representación política de cara a la sociedad pero no creo que el eje de ese desafío sea encontrar un nuevo Alan o alguien parecido a él. Creo que, al revés de lo que piensan algunos, la clave del futuro no es cómo suprimir a Alan sino como convivir con él a pesar de un divorcio orgánico. Creo que eso pasa también por tener una teoría de partido, la renovación interna, una cruzada contra la corrupción interna y las redes clientelares y de una posición frente a la reforma política, el antiaprismo, pero sobre todo de un gran motivo respecto del Perú.

miércoles, 3 de agosto de 2016

¡Humala vive! y la nueva/vieja política

Por Juan De la Puente
Uno. No he votado por esto y creo, mirando las encuestas, que la mayoría de peruanos tampoco. Hemos votado por nuevos poderes y por una representación que rompa con el clima de guerra política de los últimos tres años y no para que este escenario se prolongue.
El país se está quedando sin macropolítica. La micropolitica gana la batalla. Se han instalado pequeños ciclos de poca trascendencia que evita o reemplaza la discusión sobre las grandes líneas del próximo quinquenio. La inédita gobernabilidad a la que hemos ingresado se está escribiendo en borrador y no en limpio.
Estamos ante la política de los gestos, con una oposición de gestos frente a un gobierno de gestos. El primer resultado es que las relaciones Ejecutivo -Legislativo se han despolitizado. Es la política en estado gaseoso y bruto al mismo tiempo que se caracteriza porque en todos los sectores, a excepción del Apra, hay más voces que voceros.
El partido ha empezado, los jugadores están en la cancha pero tiran los balones a las tribunas y los que más gozan son los medios que ayudan a que el escenario se parezca a Esto es Guerra. Es una pena, pero salvo excepciones no se aprecia una narrativa democrática e institucional desde los medios sino poca agenda y solo un ping pong de mala calidad. La micropolitica también ha tomado los medios.
El gabinete que preside Fernando Zavala irá a la investidura en medio de la primera crisis Gobierno-Fujimorismo que no han logrado cerrar las disculpas del premier y la aceptación de ella por parte de Fuerza Popular. El resto de grupos corren el riesgo de quedar atrapados en esta polarización y si ahora no levantan una policía propia –no solo gestos sino política y movimiento- en dos o tres mesas se habrán diluido un tanto en la escena.
Dos. El Gobierno y el Congreso se han debilitado en las dos últimas semanas.
Hay mucho continuismo en ambos lados. Una minoría de actores en todos los ángulos del escenario pugna por avanzar a lo sustantivo pero el fantasma de la guerra del período humalista planea sobre todo.
El fujimorismo hace una oposición adelantada y de memoria ante un gobierno que le ha hecho  algunos tributos, como la composición misma del gabinete. Fuerza Popular no encuentra su sitio en el escenario y aún no ha calibrado la intensidad de su oposición. A una bancada tan numerosa le está costando llevar las dos banderas al mismo tiempo, la del Congreso que dirige y la de la oposición a pesar de los esfuerzos de Luz Salgado y de alguno que otro vocero, como Daniel Salaverry.
El gobierno ha tenido una entrada jubilosa con un tono político nuevo. A ese tono le falta el discurso de un gabinete que demora en armarse como equipo. La cuota política la está poniendo la bancada estableciendo una distribución de roles muy parecida a la que operó en el último año de Humala.
Tres. El mensaje de PPK ha significado un giro hacia el centro en lo político y social, con vacíos en lo económico, seguridad y reformas institucionales. Fue un discurso pensadamente moderado al que el presidente le sustrajo los temas sensibles como seguridad, reforma política y reactivación para evitar roces de entrada con Fuerza Popular.
El mensaje de PPK tuvo una narrativa democrático liberal en lo político que el gabinete tendrá que hilvanar con lo económico productivo. No será sencillo; veo un gabinete sobrecargado de tareas. Particularmente no creía que PPK iba a delegar tanto. Luego de un mensaje tan conciso el gabinete tiene casi todo por explicar.
Cuatro. PPK está ingresando a una encrucijada: o termina de dar el giro al centro y se “paniaguiza” con el respaldo de la sociedad o entra por el aro de una colaboración forzada que se le demanda desde el mercado y la intelectualidad conservadora, una cohabitación fría que permita un alto consenso económico con el fujimorismo dejando que este haga su juego de oposición política. Curiosamente, es el fujimorismo el que más se resiste a esta presión aunque es probable que la segunda opción de la encrucijada se concrete.

sábado, 4 de junio de 2016

Vuelta de a tres: Keiko, PPK y Verónika

http://larepublica.pe/impresa/opinion/773495-vuelta-de-tres-keiko-ppk-y-veronika
La República
La mitadmasuno
3 de junio de 2016
Juan De la Puente
Esta campaña es también inédita, entre otros hechos porque la candidata que quedó en tercer lugar en la primera vuelta es una figura destacada de la segunda. Verónika Mendoza es una tercera en discordia en una disputa teóricamente reservada a Keiko Fujimori y PPK, un dilema revelado rápidamente como incompleto por el parecido inicial de ambos y porque su posterior diferenciación necesitaba de mayores contenidos y movimientos.
Verónika y la izquierda han ocupado el vacío que dejó la primera vuelta. Los sondeos de opinión luego del 10 de abril indicaban que un alto porcentaje de electores presionaba a Keiko y PPK desde el flanco del cambio. Por ejemplo, en la encuesta de Ipsos del 25 de abril, más del 50% pedía cambios moderados al llamado modelo económico y un 33% cambios radicales, aunque en el desagregado las demandas se matizaban entre la mejora de los servicios de seguridad, educación y salud y cambios más profundos para atajar la corrupción, todas ellas expectativas sobre la regulación pública, solo una de las partes del modelo. La misma encuesta, sin embargo, ya anunciaba la ruta de los nuevos discursos: el 52% decía que PPK era el mejor para fortalecer la democracia y el 49% que Keiko era mejor para combatir la delincuencia.
La izquierda ingresó a la campaña de la segunda vuelta sobre esa plataforma. No pudo evitar la operación audaz del fujimorismo que construyó el dilema abajo/arriba –colocando arriba a PPK y a Keiko abajo– pero le impuso a su irrupción electoral un discurso fuertemente republicano.
Mucho antes de que Verónika y el Frente Amplio anunciasen su voto crítico por PPK, la izquierda y los movimientos sociales a ella cercanos ya habían entrado en campaña. Su aporte, la memoria y el antifujimorismo, han terminado como el principal movilizador de la campaña del candidato; no más el cuy y la levedad de la narrativa electoral y más énfasis en la democracia, transparencia, instituciones y derechos. De algún modo, este impacto explica cierto desfase entre las formas políticas de PPK y sus nuevos contenidos, lo que llamaba a desesperación a sus votantes más duros.
Esta irrupción no es de menor cuantía. Los votantes originales de PPK no eran necesariamente antifujimoristas. Ahora lo son. El voto de la izquierda por PPK ha terminado de transformar esa propuesta política en período electoral y aunque no se sabe si esa identidad presidirá un probable gobierno de PPK no deja de ser curioso que la candidata satanizada por los grupos antisocialistas, entre ellos Peruanos por el Kambio (PPK), le haya transferido a este una parte de su ADN. En adelante no solo se recordará el apoyo de PPK a Keiko el año 2011 sino su militancia antifujimorista.
Respaldar desde la izquierda al liberalismo económico tiene sus costos y riesgos. Si PPK gana, la ecuación oposición/representación será compleja. Desde el poderoso fujimorismo parlamentario le será recordado al Frente Amplio su apoyo a PPK, lo que obligará a la izquierda a ejercer más presión desde la calle y a obtener más victorias parciales.
Pero también tiene sus beneficios. En las casas de Lima en las que el 10 de abril en la noche se descorcharon botellas de champán, se pensará que Verónika no es el monstruo rojo que pintó la contracampaña sino una líder sensata, desprendida y racional. Es más, si gana Keiko le habrá ganado a los dos, a PPK y Verónika, pero de ese dúo solo quedará en la escena la cusqueña. Y si gana PPK, se habrá demostrado la capacidad de endose de Verónika.
¿Por qué otros partidos no han hecho de esta campaña una épica política? ¿Por qué el Apra, PPC y Acción Popular no se colaron en la campaña de la segunda vuelta con su influencia a cuestas para impregnar en ella su discurso, líderes y programa? Más fácil entenderlo en el PPC que arrastra consigo la pesada cruz de malas decisiones anteriores y la desolación orgánica, pero el abstencionismo en el Apra y AP es increíble.

sábado, 13 de febrero de 2016

La construccion de la fe

http://larepublica.pe/impresa/opinion/740658-la-construccion-de-la-fe
La República
La mitadmasuno
12 de febrero de 2016
Juan De la Puente
Acabo de leer un largo y fascinante relato sobre la vida de un hombre entregado a la política, a un partido, a una fe y a un país. Recomiendo su lectura en medio de una campaña electoral que reclama hombres de Estado aunque el sistema entrega hombres de estadio, en la que la fe ha sido reemplazada por el dinero y las ideas por la nada.
El libro (Nicanor Mujica Álvarez Calderón; auto/biografía; Memorias para un país desmemoriado; Lima, Gráfica SA 2015)) es el recorrido palpitante de la entregada vida del líder aprista Nicanor Mujica (1913-2003) hilvanado ordenadamente por su hijo Francisco Mujica Serelle, y que puede fácilmente también imaginarse como el recuento de la vida ofrecida al Perú por los miles de peruanos del siglo XX desde la militancia en otras tradiciones como la de la izquierda o acaso el acciopopulismo.
La vida de Mujica, registrada por él mismo en base a cartas, documentos partidarios, notas manuscritas y mecanografiadas por los principales líderes apristas a la cabeza de ellos Víctor Raúl Haya de la Torre, corresponde a una etapa de la política que no volverá pero que en calidad de pasado/presente testimonia uno de los ángulos desde donde se forjó azarosamente el siglo anterior en permanente tránsito hacia lo nuevo, bloqueado inicialmente a sangre y fuego por dos golpes militares conservadores (Sánchez Cerro y Odría) y un gobierno militar entre ambos (Benavides) que atenazaron el país 16 años.
Las memorias de Mujica resumen la trabajosa construcción de una fe que no habría podido ser tal si en sus orígenes no se hubiese enfrentado a la oligarquía, si no se hubiese levantado contra ella en una de las revoluciones olvidadas por la historia oficial, la Revolución de Trujillo de 1932, y si el partido que encarnaba esas ideas no hubiese sido objeto de largas persecuciones, la primera llamada “Gran Clandestinidad”, entre 1934 y 1945 y la otra entre 1948 y1956.
Conviene recordar que esas gestas se hicieron desde un liderazgo, un estado mayor y un movimiento que pusieron por delante un programa básico e inicialmente pocas ideas pero todas profundamente hundidas en los reclamos del país. Conviene recordarlo en el actual período en el que reina la antipolítica, y en que la política ultrapersonal solo imita a la política tradicional en cuanto el papel del caudillo, pero sin ideas y sin masas. ¿Así se puede ganar el poder? A veces, pero no se puede trascender ni ganar la historia.
¿Hubo en el pasado bajas pasiones? El siglo XX peruano fue cortado por grandes movimientos que obedecían a grandes ideas que se imponían sobre los pleitos de coyuntura. Lo cuenta Mujica por ejemplo en relación con la formación del Frente Democrático Nacional (FDN) que oficialmente aparece como una alianza contranatural entre el Apra y el Partido Comunista. Su verdadero origen fue republicano, en Arequipa, en 1943, cuando un grupo de personalidades le demandó al Presidente Prado la derogatoria de la Ley de Emergencia, la Ley de Imprenta y la Ley Electoral, reclamando el retorno a la democracia.
La construcción de una fe partidaria obliga a la construcción de una identidad colectiva vigorosa, que solo la izquierda, Acción Popular y el Apra, y sobre todo este último, supieron atesorar. La democracia interna es solo una parte de esa identidad y en más de un momento fue enajenada en el Apra en altar de la fe dispuesta al poder. Eso explica perfectamente, otro ejemplo, lo que sucedió con la llamada “Convivencia”, es decir, el acuerdo del Apra con Prado para votar por él en 1956 con la condición de que legalice al Apra luego de 8 años de persecución.
¿Por qué luego el Apra pactó con Odría si no estaba en  peligro su supervivencia? Aunque no he encontrado en las memorias de Mujica una explicación, es otra vez un asunto de la fe dispuesta al poder, aunque se trata de un momento distinto en el que se había consumado el giro conservador iniciado décadas atrás.
¡Qué lejos está nuestra política del año 2016 de aquellos años en que las grandes opciones solían presentar ideas grandes y hasta las promesas eran grandes!

sábado, 2 de enero de 2016

Pacto electoral o choque y fuga

http://larepublica.pe/impresa/opinion/726895-pacto-electoral-o-choque-y-fuga
La República
La mitadmasuno
18 de diciembre 2015
Juan De la Puente
Dos preguntas surgen del reciente acuerdo electoral entre el Apra y el PPC criticados porque Alan García le habría robado por lo menos una vez a Lourdes Flores el pase a la segunda vuelta y porque ésta en algún momento, hace 20 años, calificó de corrupto a García y a su primer gobierno: 1) ¿Es ético que los adversarios se alíen electoralmente; y 2) ¿Qué condiciones exige una alianza para que sea políticamente correcta?
Yo agregaría otras interrogantes:
1) ¿Por qué los partidos de izquierda, que se descalifican más enconadamente, tienen derecho a aliarse y no el Apra y el PPC?;
2) ¿Solo son aceptables los pactos fugaces en el Congreso para votar leyes económicas?;
3) ¿Son mejores para la democracia los pactos duraderos o los pactos “choque y fuga”?;
4) ¿Cómo jugará esta fobia al pacto cuando el nuevo gobierno necesite de acuerdos quizás más que los anteriores?
La historia, esa vieja señora, nos brinda algunas respuestas. Entre 1895 y 1980 el Perú fue gobernado 42 años por gobiernos de facto, 6 años por un gobierno civil de un solo grupo político (el primer gobierno de Manuel Prado) y 38 años por gobiernos surgidos de alianzas electorales o pactos políticos. Es decir el 86% de la vida democrática 1895-980 fue gobernada por pactos.
Es más, desde la Guerra con Chile y a lo largo del siglo XX no hubo partido significativo que no pactara incluso con sus adversarios más enconados, como fue la Coalición Nacional (entre el Partido Civilista y el Partido Demócrata, pierolista), la alianza entre el civilismo y el Partido Constitucional, cacerista; la Convención Nacional (alianza entre civilistas, liberales y constitucionalistas) que llevó al poder a José Pardo y Barreda en 1915; el Frente Democrático Nacional (Apra, Partido Comunista y Partido Socialista) para apoyar a José Luis Bustamante y Rivero (1945); la llamada “convivencia” del Apra y el Movimiento Democrático Peruano que hizo a Prado presidente nuevamente (1956) y la alianza de Acción Popular y la Democracia Cristiana que le permitió a Fernando Belaunde ganar en 1963.
También es cierto que desde 1980 los acuerdos electorales no ganan elecciones aunque sobreviven los pactos de gobierno postelectorales (AP-PPC 1980/84, PP-FIM 2001/05) y los acuerdos parlamentarios como el del Apra y el fujimorismo entre el 2006 y el 2011.
La mirada de los pactos forma parte de nuestra visión ideológica.  La izquierda denunció el pacto Apra-PPC en la Constituyente de 1978 pero defendió la Constitución de 1979. Por otro lado, nos horroriza menos que un gobierno elegido por la izquierda voltee a la derecha y que militantes de ideas políticas de una vida se pasen sin explicaciones a la otra acera. Del mismo modo, en Alemania, el SPD-socialdemócrata y el CSU-socialcristiano se tiran los trastos en la campaña pero se ven obligados a pactar un gobierno complejo, un consenso a palos a gusto de los alemanes, en tanto que en Grecia, el socialista Alexis Tsipras ha pactado sus dos gobiernos con el grupo Griegos Independientes, la derecha nacionalista ultrarreligiosa.
Creo que un pacto electoral es una decisión republicana; no creo que el acuerdo Apra-PPC sea contranatura –si el término se aplica a los valores intrínsecos no negociables– si ambos se parecen, se han acercado los últimos 5 años y se han besuqueado los últimos 2, aunque queda claro que allí sobran Chim Pum Callao y Fuerza Loretana con graves cargos de corrupción generalizada en las regiones que dirigieron.
Este acuerdo será histórico si lo quiere la historia. Si triunfa deberá luchar por sobrevivir y si no, pasará al desván de los pactos fallidos como Izquierda Unida (1980/89), el Fredemo (1988/90) o el Frente de Centro (2006). Por ahora, es un pacto obligado por las circunstancias; se parece más a la alianza entre el Apra y el odriísmo (1963/68) porque confirma el giro aprista hacia la derecha, aunque difiere de aquella porque el acuerdo Haya-Odría fue mucho más voluntario. No me queda duda sin embargo que es una decisión responsable a la que no habría que tirarle piedras, atrincherados en lo que sucedió hace 20 años.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Keiko la rompe

http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe
La República
La mitadmasuno
24 de julio de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de IPSOS trae por lo menos tres novedades, interesantes aún para una campaña electoral adelantada, considerando que faltan más de 8 meses para la primera vuelta. Son datos sugerentes que agrietan el molde clásico en el que se cocina la competencia entre los candidatos llamados tradicionales.
Primero. Nuevos ejes de la campaña. La seguridad y la corrupción se convierten en los principales problemas que interesan a los ciudadanos, más que duplicando como expectativa al desempleo, a la pobreza y al costo de vida. Este es un coctel amargo para todos, un cambio de fondo respecto a las campañas del 2001, 2006 y 2011, dos temas que hacen uno, y que más que un desafío son una interpelación a la política, un reclamo que los candidatos deberán empeñarse en responder.
No es seguro que sean los ejes definitivos de la campaña. En tanto, los candidatos no están cubriendo estas expectativas o, mejor dicho, los movimientos que ensayan parecen ir en una dirección distinta a la que se mueve la opinión pública. La predominancia de la inseguridad/corrupción no les pide ponderación a los aspirantes presidenciales, de modo que quizás nos encontremos muy cerca de ofertas radicales en este campo, so pena de la irrupción de un candidato sorpresivo que prometa un menú más convincente, duro y popular.
El coctel inseguridad/corrupción que bebemos todos es, a golpe de fracasos, también una puerta abierta para todo, inclusive para el populismo. En el rubro seguridad, los candidatos no se atreven todavía a jugar fuerte con la militarización de la lucha contra el delito y con la ampliación de la pena de muerte; y sobre la corrupción, parece que nos dirigimos a un pacto entre la política y el ciudadano cínico –el que abjura de la corrupción pero le saca provecho– que votará por medidas radicales a sabiendas de su inviabilidad.
Segundo. Keiko Fujimori rompe el techo del tercio electoral. La candidata de Fuerza Popular tenía una intención de voto de alrededor del 30%. En el sondeo de IPSOS salta al 36% en la pregunta con tarjeta, duplicando a PPK (17%), triplicando a Alan García (12%) y más que cuadruplicando a Alejandro Toledo (8%). Keiko también derrotaría a PPK y a García en una segunda vuelta, y aparece muy favorecida a diferencia del 2011 en las alternativas “definitivamente votaría por ella” y “podría votar por ella” (49%), y más capacitada para encarar la corrupción, la delincuencia y el desempleo.
Sin magnificar la tendencia, es interesante reparar en que 3 de cada 10 peruanos creen que el fujimorismo puede liderar la lucha contra la corrupción y la delincuencia, una imagen que lleva a preguntas que incomodan algunos sentidos comunes: ¿Son más fuertes otros “antis” que el antifujimorismo? ¿Es eficaz la actual política antifujimorista basada en la memoria, y que no aborda el actual comportamiento de Fuerza Popular? ¿Mide ahora la opinión pública a Keiko con una vara distinta a la del 2011? ¿Creen los ciudadanos, a diferencia de la elite política, que Keiko expresa el neofujimorismo?
Tercero. El electorado ha iniciado (o empezó hace rato) un giro conservador. No repetiré en este punto lo que afirma otro sondeo reciente que amarra a los peruanos con modelos sin vasos comunicantes. En cambio el sondeo de IPSOS expone el escaso arraigo de la izquierda, el copamiento del escenario por una derecha que entra y sale del centro con gracia y salero, el escaso número de los que piden que el próximo presidente sea democrático y el bajo índice de votos blancos y viciados.
Aquí, más preguntas incómodas: ¿El Perú ya está preparado para elegir por primera vez desde 1956 un gobierno conservador a cara descubierta? ¿Será la izquierda la gran derrotada del quinquenio humalista, la que pague los platos rotos del fracaso de la Gran Transformación? ¿La derecha ha empezado a repartirse los efectos personales de una izquierda ausente? ¿Ante el riesgo de la derrota aplastante, es preferible una candidatura izquierda/izquierda o izquierda/centro?

viernes, 5 de junio de 2015

El Apra y las izquierdas el 2016

http://larepublica.pe/impresa/opinion/3698-el-apra-y-las-izquierdas-el-2016
La República
La mitadmasuno
29 de mayo de 2015
Juan De la Puente
El 26 de abril pasado, el APRA llevó a cabo sus elecciones abiertas para renovar sus comités regionales, provinciales, distritales y sus comisiones provinciales de política.
Según los datos disponibles votaron ese día 280 mil ciudadanos, de los cuales solo entre el 15% y 20%, fueron inscritos en el padrón de afiliados. Otros datos son interesantes: que en Lima votaron 120 mil, en Piura otros 30 mil, que al proceso interno se presentaron más de 400 listas de candidatos, y que estas incluyeron a 5,200 aspirantes, de los cuales el 60% son jóvenes menores de 35 años y el 50% mujeres.
El proceso implicó la reactivación de núcleos partidarios que suman entre 2 mil y 3 mil militantes, alrededor de los cuales se constituyeron los tribunales electorales. Entre los resultados, en la mayoría de casos se produjo una renovación ordenada de dirigentes y se consiguió el objetivo del traslado de responsabilidades partidarias hacia militantes más jóvenes, con pocos casos de disputas violentas.
¿Por qué el APRA puede llevar a cabo elecciones abiertas en medio de la dura campaña que enfrenta, con frecuentes revelaciones de corrupción de sus militantes, mientras que ninguna de las dos vertientes de la izquierda, que ciertamente han impulsado el actual auge de los movimientos sociales, puede organizar una consulta parecida o estimular un proceso constituyente que involucre a por lo menos 200 mil ciudadanos, a 7 meses de la inscripción de listas para las elecciones del 2016?
Desde los años 80, incluso cuando Izquierda Unida (IU) llevó a cabo sus primarias internas con el modelo un militante un voto (1988), la respuesta a preguntas de este tipo son dos: “la izquierda privilegia la lucha y no la participación (electoral, se supone)” y “no toda consulta abierta es necesariamente democrática”. Ambas apreciaciones son estupendas en la medida en que resumen, luego de casi 30 años, una forma de pensar sobre la relación de la política con la sociedad.
La crisis del sujeto social del aprismo y de la izquierda es parecida; a ambos les ha sido sustraída gran parte de la representación vía los cambios en la economía y la sociedad. El APRA ha perdido el “sólido norte” y otras plazas en manos de grupos más pragmáticos respecto de las expectativas de movilidad social de los ciudadanos, en tanto que las izquierdas han perdido la relación fecunda con los movimientos vecinales y los asalariados.
Nadie sensato pretendería que el APRA y los partidos de la izquierda son muy similares. Por lo mismo, la reacción a estas pérdidas ha sido hasta ahora distinta y no se podrían explicar sin factores determinantes, en algunos casos muy desiguales, como el peso de la tradición cultural, el uso del clientelismo político, el papel del liderazgo y el rol de los incentivos del poder. Finalmente, la respuesta de los partidos a las crisis depende de su naturaleza, de cómo se ubica dentro de las tipologías en función de su base social, su orientación ideológica y su estructura orgánica.
El APRA, no obstante, está siendo más audaz que las izquierdas para encontrar una salida electoral. Encarando el hecho de que no puede legitimar los logros de su gestión 2006/2011, se prepara premunido de una fuerte voluntad política a construir una maquinaria electoral para procesar su traslado al centro político. De ese modo resuelve sus problemas de identidad que de paso ayuda a resolver los de unidad.
En cambio, la izquierda de jefes opera en una frecuencia distinta a la izquierda de la sociedad. Las cúpulas partidarias ya perdieron los primeros meses del año enfrascadas en el problema de la unidad, prestando poca atención a la necesidad de promover una salida electoral a la apuesta de la sociedad contra la corrupción, la inseguridad ciudadana, la desaceleración de la economía y la imposición autoritaria de #TíaMaría. De ser encarado este desafío, ojalá no lo sea con una danza alrededor de un programa confuso y kilométrico, con la misma emoción con la que los antiguos bailaban alrededor del fuego porque no sabían hacer otra cosa.

viernes, 24 de octubre de 2014

Los demonios del centro

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-demonios-del-centro-24-10-2014
La República
La mitadmasuno
24 de octubre de 2014
Juan De la Puente
La primera reacción gruesa al resultado electoral del 5 de octubre la ha tenido Alan García, quien se ha planteado un tentador derrotero: 1) la formación de un frente por el que sea candidato; 2) que el gobierno del 2016 no sea “de un partido”; y 3) que las elecciones del 2016 sirvan para “consolidar y salvar la política”.
Salvo el Frente Democrático Nacional de 1945 y la alianza AP-DC de 1963, los frentes preelectorales en el Perú no tuvieron la fortuna de ganar la Presidencia de la República (Fredemo 1990, IU 1985, Unidad Nacional 2001 y 2006, Frente de Centro 2006 y Perú Posible-AP-Somos Perú 2011), resultados que llevan a la presunción de que los frentes no conducen a una progresión aritmética, no suman sino restan. Otras alianzas permitieron juegos menores como el Apra-Uno en los años 60 o Izquierda Unida en 1983. En cambio, nuestra cultura política es más propicia para alianzas menos expresas (la convivencia Apra-Pradismo 1956/1962 y Apra-Fujimorismo en el Congreso 2006-2011) o pactos postelectorales (AP-PPC 1980/1984, PP-FIM 2001/2006 y el actual PP-Nacionalismo).
Es difícil que esta tendencia se altere el 2016; las posibilidades del Apra de formar un frente con partidos nacionales de cierto peso están casi cerradas, a excepción de Solidaridad Nacional. Asimismo, un pacto Apra-PPC es muy sugerente (Lourdes Flores lo hace muy seductor, al ritmo del alcatraz, ¡a que no me quemas!), pero poco viable más por el antiaprismo pepecista que por la falta de apertura del partido de Haya.
El modelo de frente que intentan García y el Apra parece ya estar dibujado y se orienta hacia abajo. En las recientes elecciones, el aprismo ha procesado una apertura regional, la única entre los partidos nacionales, con la formación de frentes con interesantes resultados: Alianza Popular (Cusco) obtuvo 10%; Paisanocuna (Huánuco) 10,5%; Juntos por Junín (Junín) 14,5%; Seguridad y Prosperidad (Piura) 18%; y Patria Joven (Lima Provincias) 14%. Es cierto que también ha perdido por 10 puntos en La Libertad (33%) y por 14 en Lambayeque (19%) pero ha obtenido 900 mil votos en Lima, que no son solo suyos pero que García ha empezado a degustar sin invitar a nadie. En el Callao ha formado una alianza omisiva, dejando que postulen los candidatos de Chim Pum Callao en la idea de que este grupo se sume al Apra el 2016.
Ese modelo de alianzas hacia abajo tiene demonios a ser encarados; obliga a un movimiento hacia el centro, el único espacio que le permitiría a García llegar a la segunda vuelta y ganarle a otra posible inquilina de esa ronda, Keiko Fujimori. No obstante, ese espacio tiene leyes propias porque no todo centro es atractivo electoralmente y porque como apunta Juan Carlos Tafur (Exitosa Diario 19/10) el ciclo de los centros inactivos, solo moderados, parece estar llegando a su fin.
La moderación activa es una opción interesante de cara al 2016, es decir, un centro reformista, audaz y de convocatoria social. García parece haber advertido ello y por eso junto a la idea del frente ha lanzado dos añadidos, un gobierno que no descanse en un partido y que salve a la política. Allí sí se complican las cosas porque las evidencias indican que no será posible salvar a la política debilitando más la participación de los partidos en el juego electoral. La que viene será una elección en la que los partidos no elegirán a sus candidatos sino los candidatos elegirán a sus partidos, pero todo tiene sus límites.
El más grande desafío de un frente centrista es la identidad; el centro es un programa, un discurso y una actitud, y no parece viable uno de cara a las regiones y provincias con un pie en la derecha, esa que no entiende ni una pizca de lo que pasa fuera de Lima. No obstante lo dicho, en este momento el único candidato presidencial que puede intentar esta ubicación es García, que ha empezado a moverse y a hablarle al país, mientras la izquierda, el PPC y AP les siguen hablando a sus militantes y el fujimorismo achica su cancha enredado en una pugna explosiva con el gobierno que con inteligencia el Apra atiza sin quemarse.

viernes, 29 de marzo de 2013

Ante los profetas, defensa del oficio

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/ante-los-profetas-defensa-del-oficio-22-03-2013
La República
La mitadmasuno
22 de marzo
Juan De la Puente
El análisis político es un oficio que no pertenece al corazón o al hígado, y que obliga a la objetividad aunque no reclame imparcialidad. Por eso sorprende el aluvión de análisis disparatados de los resultados de la revocatoria del 17M, planteados de un modo simplón donde los perdedores y ganadores integran un cuadro bicolor, blanco para ganador y gris para perdedor, despreciando la delicada imagen de un mosaico lleno de colores y posibilidades.
Estos análisis reflejan una ortodoxia persistente y pasadista, un ejercicio deficiente de la ciencia política que se niega a usar los instrumentos de interpretación; que no aprecia los fenómenos sino solo los hechos; que considera los votos en volumen, confundiendo los partidos con sus líderes y las ideas con los movimientos sociales; y que no analiza las tendencias pero en cambio, profetiza, adivina y sentencia. Es obvio que este ejercicio lleva a un menjunje que vale para el chamanismo pero no para la política.
La votación del domingo sintetiza un cuadro complejo de opciones en pugna por constituirse en tendencias. Los electores han tirado las cartas sobre la mesa y corresponde a los actores políticos y a las instituciones ordenar estas en función de sus intereses y estrategias. Carlos Meléndez acertadamente lo ha denominado un escenario mixto.
En términos personales, Susana Villarán y Lourdes Flores son dos grandes triunfadoras, la primera por ganar una revocatoria dirigida contra ella y la segunda por su incursión decisiva para la victoria del No, exponiendo ante el país una inusual ética pública donde más importan Lima y la vigencia de su partido que su derrota en las elecciones municipales pasadas.
Revocados o no también ganan un conjunto de líderes que constituyen una reserva ascendente de políticos llamados a protagonizar la representación política, encabezados por Marisa Glave, Pablo Secada, Eduardo Zegarra, Alberto Valenzuela y Mónica Saravia, entre otros. Otros líderes como Patricia Juárez y Mauricio Mulder, de la opción perdedora, también ganan aun en el revés.
Es cierto que Luis Castañeda aunque no muerto es el líder que más pierde. No es el caso de Alan García que supo colocarse de perfil y tras su partido en el debate revocatorio. En este tema, es un error confundir el Apra con García y aunque el primero se encuentre en el grupo de partidos que pierden la revocatoria, debe sopesarse el hecho de que tuvo derrotas más severas en las últimas décadas de las que salió airoso. Si se trata de ganar o de perder, no todos ganan o pierden con la misma intensidad; solo si se trata de buscar titulares periodísticos fáciles se puede enterrar con la palabra ideas, grupos, personas y movimientos.
El PPC, qué duda cabe, que es el gran ganador; para la izquierda, en cambio, el 17M tuvo un sabor agridulce, el caso típico de una fortaleza salvada a costa de la debilidad suprema del ejército. Sin embargo, siendo nada deseable, el resultado plantea un nuevo momento para la izquierda que solo será posible con Villarán en la alcaldía.
Proclamar la bancarrota de la izquierda tiene más de brujería que de raciocinio, curioso porque la izquierda ha sido varias veces sepultada sin que esté muerta y porque los sepultureros ignoran la enorme fuerza de la izquierda social. En el futuro será más difícil ahogar a una izquierda moderna que supo abrir la Municipalidad de Lima a la inversión privada, a las asociaciones público/privadas y ahora a un pacto con el PPC y otros partidos.
El 17M no mató a nadie pero plantea desafíos ante los cuales nadie ha comprado un seguro. En las elecciones de noviembre el PPC tendrá que revalidar su ascenso en la capital, la izquierda pugnar por votos propios para acompañar el fin de la gestión de Villarán y el resto de partidos tendrá que figurar en el proceso de cara al 2014 y al 2016. Sin embargo, el principal desafío será para Susana Villarán: si logra cristalizar un gobierno multipartidario y exitoso, este será su mejor carta de presentación para el futuro.

viernes, 15 de febrero de 2013

Sí vs. No, la política importa

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/si-vs-no-la-politica-importa-15-02-2013
La República
La mitadmasuno
15 de febrero de 2013
Juan De la Puente
La reciente encuesta de CPI que indaga sobre la campaña revocatoria contra la alcaldesa de Lima Susana Villarán confirma, aunque en menor medida que la anterior de Datum, la tendencia al alza del No que ha subido 7 puntos porcentuales, y la caída del Sí que ha descendido 4. En un mes, la distancia entre el Sí y el No ha disminuido 11 puntos y se sitúa en 20 puntos, en tanto que el respaldo a la alcaldesa se ha incrementado en 7 puntos.
Las cifras son gruesas y aunque no pueden ser concluyentes revelan los resultados de las estrategias y posicionamientos de las últimas semanas. El Sí ha encontrado los límites de una campaña antipolítica basada en el desprecio de las reglas de juego de la democracia y de la ciudad como espacio de todos. Según la encuesta, las razones de fondo que motivan el voto por el No, son democráticas, es decir, que es necesario que la alcaldesa termine su mandato, que necesita más tiempo para cumplir su programa, que realiza una buena gestión, que la revocatoria genera gastos innecesarios y que tras ella solo hay intereses políticos. En cambio, aunque sigue siendo predominante la supuesta ineficiencia de Villarán como razón principal del Sí, esta se ha debilitado en las últimas semanas. De paso, es interesante constatar que el desalojo de La Parada como razón en favor del No supera en cuatro veces a la misma razón en favor del Sí.
La apuesta del No es por la ciudad, la política y las reglas. En cambio, el Sí subestimó la política, es decir, el apoyo de los partidos y de las personalidades públicas a Villarán bajo el argumento de que los partidos influyen poco en la decisión de los electores. Sin embargo, el 55% cree que el apoyo de Lourdes Flores y del PPC al No favorece esta opción, un guarismo alto que incluye un reconocimiento al gesto personalísimo de Lourdes, contendiente de Villarán el 2010. El apoyo de otros líderes y partidos al No es también valorado positivamente.
¿Cómo entender en ese contexto que, según la encuesta solo el 23% considera que el Apoyo del Apra y de Alan García favorece al Sí, mientras que el 54% cree que no, y que el 49% piensa que el apoyo del ex alcalde de Lima Luis Castañeda al Sí perjudica a esta opción? De primera impresión se señala que la posición del Apra contra Villarán podría haber resucitado el antiaprismo limeño. Las otras valoraciones sobre el Sí y el No señalan otra explicación: que los ciudadanos de Lima prefieren al Apra y a García, que gobernaron dos veces y saben de las dificultades de la gestión pública, más comprometidos con la gobernabilidad que con la promesa de caos que la revocación anuncia.
Es inescrutable la crítica de los limeños al apoyo de Castañeda al Sí, que se contradice con el respaldo del 54% a su postulación a la alcaldía de Lima para reemplazar a Villarán. Es probable que los electores no quieran ver a Castañeda en el fango de los revocadores y que lo separen mentalmente del turbio clan que falsificó firmas y realiza el trabajo sucio de la revocatoria. Desde ese punto de vista, podría ser un grave error embarcar oficialmente a Solidaridad Nacional en la aventura del Sí; en todo caso, lo más cierto es la encrucijada del ex alcalde: si habla pierde y si no habla también.
La lectura de este y otros sondeos indica que los detractores de Villarán están perdiendo la batalla de las voces que, al fin y al cabo, es una batalla pública. A la falta de rostros, bajo la premisa de que el Sí es masivo y no necesita representación, se suma el estilo pendenciero de sus pocos voceros. A esta táctica de choque concurre la presunción de que Lima quiere guerra. Esta lectura está llevando a los revocadores a expresar, paradójicamente, un Sí negativo que cede ante la fuerza de un No positivo.
El Sí persistirá en su estrategia antipolítica y será difícil que supere el tono jacobino y populista que ha convertido en su sello. A ese paso, no solo se enfrentará a Villarán sino también a la ciudad y a las reglas de la democracia.

domingo, 20 de enero de 2013

Los nuevos revocadores

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-nuevos-revocadores-18-01-2013
La República
La mitadmasuno
18 de enero del 2013
Juan De la Puente
La revocación de la alcaldesa de Lima surgió como una algarada de la extrema derecha contra una izquierda moderada que había tomado el poder en la capital; se convirtió en realidad cuando el grupo revocador se organizó como una coalición de intereses concurrentes que recogió firmas usando dinero y métodos turbios, apoyándose sobre todo en las fuerzas contrarias a las reformas que Susana Villarán impulsa. Los recientes acontecimientos revelan una transformación de la batalla por Lima, que ha dejado de ser una disputa reforma vs. antirreforma y amenaza con diluir inclusive el antagonismo entre la capital y los intereses particularmente mafiosos de los antiguos revocadores.
La campaña por la revocación se ha convertido en una batalla política de cara al 2016, una suerte de primera vuelta adelantada. A la posición favorable al NO de Ollanta Humala y Alejandro Toledo le han seguido las de Pedro Pablo Kuczynski y Lourdes Flores. A favor de la revocación, tácita o expresamente, se encuentran Luis Castañeda, Keiko Fujimori y Alan García.
El escenario que plantean estos grandes actores y electores altera relativamente el tablero que ofreció la segunda vuelta electoral del 2011, con dos hechos: la oposición formal de PPK y Lourdes Flores a la revocación, y el ingreso del Apra a la campaña por el SÍ de modo oficial, abierto y frontal, con el silencio positivo de García.
Castañeda y Fujimori tienen sobradas razones previas para apoyar la revocación. Sin embargo, el Apra pudo haberse colocado de perfil en esta batalla haciendo uso del abstencionismo ejercido en la última elección de Lima donde no presentó candidato y administrando con solvencia la exposición pública de García, quien ejercía una ex presidencia casi perfecta.
Solo se entiende el ingreso del Apra al campo de batalla por una poderosa razón: la trabajosa búsqueda de una coalición en la que parece, por ahora, no podrá embarcar a PPK y a su partido próximo a inscribirse y al PPC, aunque sí a Castañeda y a otros grupos menores. Esta coalición será tal en la medida en que el Apra derrote a la izquierda, gane a Solidaridad Nacional (cuyo candidato obtuvo 9% en las elecciones del 2011) y neutralice o sobrepase a otros dos potenciales candidatos que disputarán el espacio de la centroderecha, PPK y Lourdes Flores.
El Apra triunfante en Lima con la bandera de la revocación suena como una promesa; la derrota de Villarán y sus aliados potenciarían a García y consolidaría el proceso de centralización de opciones políticas en favor de una gran candidatura. Al contrario, la derrota de los revocadores sería la afirmación de un escenario de relativa fragmentación con varias opciones en la derecha y el centro.
El camino escogido es audaz pero riesgoso, sobre todo por la precariedad del SÍ y la orfandad pública de los antiguos revocadores, chamuscados por denuncias y trapacerías. En pocos días el APRA ha desplazado del liderazgo de la revocación al grupo inicial y se ha convertido en el centro, el eje y emblema del SÍ. A ese ritmo, en el imaginario de la disputa, Susana Villarán podría aparecer compitiendo contra el binomio Castañeda/García con resultados de difícil pronóstico.
Al APRA no le fue bien en Lima en los últimos 20 años; no obstante, en el segundo gobierno de García, la capital le ofreció su respaldo cuando las regiones se enfrentaron a él en episodios cruentos como los de Combayo, Bagua y Moquegua, entre otros. La campaña de las siguientes semanas demostrará si el antiaprismo limeño resucita o es una cosa del pasado.
Por ahora, la precipitación de los grandes actores políticos en la campaña por la revocación juega en favor de Susana Villarán porque permite apreciar que tras el deseo de retirarla del cargo están poderosas razones políticas y no las pretendidas ineficiencias de su gestión; es probable que a pesar del refuerzo que ha recibido el SÍ, será más fácil para el NO disputar una batalla auténticamente política.

sábado, 27 de agosto de 2011

Javier Tantaleán. Adiós a un hermano.








Ví a Pocho por última vez el 22 de julio cuando presenté su libro El Virrey Toledo y su Tiempo, editado por el Fondo Editoriasl de la USMP, en la Feria Internacional del Libro (FIL). Alli estuvieron también Pablo Macera y Carlos Contreras.
Hablamos luego varias veces por teléfono; me llamó para agradecerme por el artículo del 28 de julio, precisamente a raíz de su libro y para contarme que el texto que edita el BCR iba a ver la luz, por fin, este año. Escuché su voz por última vez dos días antes que su viaje a Sepahua, aunque un mensaje suyo, de ese mismo día, atrevido y burlón como siempre, acabo de borrar del buzón de voz de mi celular.
Lo conocí hace 20 años. Fue mi amigo, mi hermano; nos quisimos entrañablemente; compartimos la vida, amistades y proyectos. Mis hijos y mi esposa lo querían y lo festejaban como yo. Pocho pudo vivir 20 años más; o más.
Hicimos política juntos, él en el Apra y yo fuera de su partido pero en una sucesión de complicidades a veces herejes. Coincidimos en el Comité Cívico por el No, entre 1992 y 1993; en los afanes unitarios de Gustamo Mohme Llona, entre 1994 y 2000; en las conspiraciones en la casa de María del Pilar Tello, en los noventas; en las jornadas parlamentarias opositoras entre 1995 y 2000; en el proyecto Ciudadanos por un Buen Gobierno de IDEA Internacional entre 2002 y 2004; en el Acuerdo Nacional, el 2002; en el Instituto de Gobierno, desde el 2005 hasta su muerte; y en el proyecto de reforma del Congreso el 2006 y 2007.
Fui casi un esclavo de sus conferencias y debates en el Insttuto de Gobierno y habitué de amigos historiadores, en especial Pablo Macera y Heraclio Bonilla, o periodistas como Raúl Vargas, Victor Andrés Ponce, César Campos, Rodrigo Vega, Iván García y Juan Carlos Tafur.
Compartimos pedazos de vida en su casa en Surco, con Susibel y sus hijos, y en las mías; en su casa de Punta Hermosa, cuando su padre, el general, aún vivía, y en Club Naútico de ese distrito; y en los almuerzos en casa de la prodigiosa mamá de Víctor López, también en los noventas. Ocupamos, con amigos y familiares, decenas de otras mesas criollas, marinas, italianas y orientales.
Compartí su aprismo en los noventa y su relación con Armando Villanueva, Jorge del Castillo, Javier Barreda, Javier Velásquez, Julito Rojas, Aurelio Pastor; y la común amistad con Carlos Franco, Pierre Vigier, Hugo Neira, Héctor Béjar, Rodolfo Fierro, Luis Salazar y Víctor Shiguyama.
Pocho no está y lo extraño mucho; sus hijos y Susibel están desolados.
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El 18 de agosto publique en mi columna de La República, un articulo de despedida
http://www.larepublica.pe/18-08-2011/javier-tantalean


Javier Tantaleán
La mitadasuno
18 de agosto
La muerte de Javier Tantaleán fue poética pero injusta, dramática pero ejemplar, triste pero aleccionadora. Ocurrió en lo más alejado de nuestra Amazonía, donde lo que llamamos civilización solo tiene poco más de medio siglo de aparecida; cuando le hablaba de democracia y desarrollo a líderes comunales apartados política e institucionalmente del Estado; y cuando aún  rebosaban en su inquietud intelectual varios proyectos de investigación, acción y debate.
Podría decirse que Javier, entrañable, querido y admirado, murió en combate. Cargado de maestrías y doctorados, se impuso sin embargo hace años un agotador peregrinaje por pueblos polvorientos y abandonados, despreciados por las elites urbanas. Desde esa base de operaciones que fue el Instituto de Gobierno de la USMP, anduvo en Camisea con las comunidades nativas, en las zonas altas del Cusco, en la sierra norte y en el centro. Se introdujo en locales comunales e institutos y en universidades públicas y privadas.
Sus oyentes, del programa de liderazgo auspiciado por la CAF y de otros proyectos impulsados por la cooperación española y el PNUD, fueron casi siempre jóvenes y trabajadores públicos, el primero un sector olvidado por el Estado, y el otro maltratado por el mismo. A través de conferencias, cursos y encuentros Javier llegó a ellos llevando su personal prédica bíblica: gobernabilidad, pacto social y democracia.
Tantaleán fue mucho más que un esforzado magisterio social. Fue parte de una brillante generación de intelectuales que irrumpieron en los setentas con reflexiones herejes sobre economía y política, afirmados en credos nada convencionales, compitiendo con el rigidismo conceptual de las escuelas ultraliberales y, al mismo tiempo, afirmando una mirada fresca del país, ajena de los otros extremismos. Su texto, Prisioneros del Mercado, es de antología.
Junto a ello, y quizás por ello, Tantaleán, o Tantallata como se solía definir, fue un aprista intenso, heredero de generaciones plebeyas del aprismo auroral y como ellas  comprometido con la historia y con el espíritu del cambio, que vibraba en él. A pocos días de su muerte se empieza a reparar en su legado, en un país donde solo la muerte dignifica la palabra y le da sentido a la acción. Como lo que sucede con otros grandes intelectuales peruanos, la vida no es suficiente para el respeto. Le hizo falta no estar para seguir estando entre nosotros. Para siempre.


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Mis comentarios a su reciente libro lo colegué este blog:
http://juandelapuente.blogspot.com/2011/07/el-virrey-toledo-y-las-gobernabilidades.html
Mi artículo, del 28 de julio, Dilemas del buen gobierno, a propósito de su libro puede leerse:
http://www.larepublica.pe/28-07-2011/dilemas-del-buen-gobierno



Otros amigos han publicados sentidas notas por la muerte de Pocho.
Juan Carlos Tafur, el 14 de agosto en el Diario 16, Pocho Tantaeán, la voz a ti debida,aquí.
César Campos, el 14 de agosto en Expreso, El sueño de Pocho, aquí.
Antonio Zapata, al alimón con Cristobal Aljovín, el 17 de agosto en La República, aquí.
Raúl Vargas, el 18 de agosto en Caretas, La huella de Javier Tantaleán Arbulú aquí.
Santiago Pedraglio, el 19 de agosto en Perú 21, Pocho, un hombre de partido aquí.
Hugo Neira, el 25 de agosto en La República, Tantaleán, gloria y ninguneo aquí.

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La entrevista que el 22 de julio le hizo Jaime de Althaus a propósito de su libro puede verse aquí.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Hipótesis sobre los caudillos

La mitadmasuno
La República
Jueves 18 de noviembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/18-11-2010/hipotesis-sobre-los-caudillos
Un rasgo que impondrá su sello a las elecciones de abril será el protagonismo de los caudillos, en una intensidad muy similar a las elecciones previas a la República Aristocrática (1895-1919). Hasta ahora la competencia es entre candidatos naturales cuyo peso aplasta a sus pequeñas colectividades. El APRA, el partido más importante del país, se ha entregado a una candidatura independiente y los partidos llamados tradicionales como el PPC y AP se agitan en la búsqueda de un pacto que los subordine a un caudillo. En tanto, la izquierda practica el rito tragicómico de asambleas unitarias a sabiendas de que el centro de gravedad está en otro lado.
Es probable que las elecciones de abril sean el acto de defunción de lo que hemos conocido como lo más cercano a un sistema de partidos o el primero de una democracia sin partidos, fenómeno que la teoría niega, inclusive las que aceptan como natural la legitimidad carismática y plebiscitaria de los jefes políticos. Este cuadro confiesa por sí mismo la falta de medidas reclamadas en esta década para favorecer a los partidos. Es decir, no es la consecuencia de la apertura y renovación del sistema político sino, precisamente, el resultado de la conservación de las reglas de juego que llevan varias décadas, como la promoción de los políticos “independientes”, el voto preferencial y la ausencia de elecciones primarias.
Nuestro proceso no debe confundirse con el de la personalización de la política cuyos sujetos son los “príncipes democráticos” que sustentan su poder en la imagen y en su relación con los medios, surgidos de la competencia interna partidaria en las democracias avanzadas (Sergio Fabrini; 1999). En nuestro caso, los caudillos no dependen de sus raleadas huestes ni surgen de la competencia interna en grupos cohesionados. No son el resultado sino el origen de un grupo político privado. Elegido alguno, se sujetará más a los poderes fácticos y a las coaliciones distributivas.
En este universo privatizado sobran los militantes partidarios y los ciudadanos, y su derecho a elegir a representantes de colectividades. Sobra la política misma y su capacidad de mediación y de legitimación del poder. Como Víctor Andrés Belaunde, casi 100 años después, habría que repetir que en el Perú no hay “verdad electoral” ni “sufragio libre”, y que las elecciones tienen ribetes de comedia.

sábado, 16 de octubre de 2010

Hipótesis sobre el Apra

La mitadmasuno
La República
Sábado 9 de octubre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.com.pe/opinion/09/10/2010/hipotesis-sobre-el-apra
El Apra debate febrilmente sus bajos resultados en las elecciones regionales y municipales, particularmente en el otrora sólido norte. Las razones más recurrentes son, alternativamente, cuatro: la renuncia a la izquierda, el abandono de Haya de la Torre como referente político, el reflejo de la poca popularidad del gobierno, y la crisis interna. Más de uno junta las cuatro causas en un mix del fracaso.
Llama la atención lo que sucede en el partido más antiguo del Perú, aunque también es llamativo que las críticas se concentren en el Apra, el único grupo que se atrevió a presentar listas en casi todo el país, y no en el resto de partidos que renunciaron a la competencia nacional abandonando la batalla contra la dispersión electoral.
Contra lo que hemos leído, el Apra en el norte parece padecer una sustracción del sujeto social alrededor del cual construyó una representación sólida y permanente durante 80 años. Ese sujeto era, al mismo tiempo, aprista y popular, de modo que es imposible observar al Apra en el norte sin esa doble identidad. La emergencia de otro sujeto social, emprendedor, migrante e igualmente popular, ha encontrado al aprismo en otra frecuencia. Así, el desencuentro del Apra es principalmente con la sociedad y no con la ideología, hacia afuera y no hacia adentro.
Otro sector aprista considera que sus males se deben a que el partido es menos hayista; sostienen que el Perú tendrá más Apra si el aprismo tuviese más Haya. A riesgo del enojo de muchos debo decir que el único papel que puede jugar hoy Haya en el Apra es la referencia simbólica, cultural e histórica y no programática.
Finalmente, es un buen deseo que el Apra sea de izquierda. De hecho lo ha sido en buena parte de su historia. Cuando realizó giros y pactos hacia la derecha siempre mantuvo una izquierda aprista, disciplinada pero resistente. Sin embargo, no estamos ante un grupo clásico de la socialdemócrata, de lo que da cuenta, por ejemplo, su dependencia de dos caudillos en el lapso de 80 años o su facilidad para asumir y defender tesis y políticas del otro lado de la mesa, aunque en cada etapa del péndulo en que se ha movido en estas décadas, su composición plebeya ha sufrido tanto a la izquierda como a la derecha. Quizás las disyuntivas que se plantean para el aprismo no sean las más completas; podría ser que en cualquiera de las opciones, lo que le urge al Apra sea modernidad.