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viernes, 22 de febrero de 2013

El hombre político. Comedia y tragedia

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-hombre-politico-comedia-y-tragedia-22-02-2013
La República
La mitadmasuno
22 de febrero 2013
Juan De la Puente
La campaña por la revocatoria oscila entre la comedia y la tragedia. La primera, no obstante, es solo la apariencia graciosa de la segunda, es decir, su propia farsa. Por debajo transcurre el drama de una clase política (¿clase? ¿política?) agotada e impedida de sostener un intercambio de ideas más o menos orientador de la sociedad. Eso que se llama escenario nacional, pocas veces ha colocado en el centro y con tanta nitidez al hombre político, desnudándolo.
Nuestro hombre político está en crisis y en franco retroceso como actor público. Actúa más pero, paradójicamente, representa menos. Es el resultado esperado de la ruptura de la comunidad política, cuyo eje debería ser el ciudadano, y de la quiebra del pacto social en el sentido de Rousseau, es decir, el acuerdo entre individuos libres e iguales para constituir un sociedad civil y política en sentido pleno, y de su remplazo por la dominación de poderes extralegales y el caudillismo extremo.
La campaña de la revocatoria empezó como una disputa política y se ha transformado en un huayco, lleno de lodo y piedras que a su paso arrastra varios futuros políticos. Sus protagonistas no pueden controlar un proceso librado a sus propias fuerzas y alimentado por los medios que han decidido hacer de la campaña un evento lúdico. Como sostiene Mariel García Lorens (Anticandidatos, guía analítica para unas elecciones sin partidos, Mitin 2011), enmarcar la discusión electoral desde el criterio del entretenimiento también es una decisión política; es uno de los productos del infotaiment, el género periodístico donde se borran las barreras entre los asuntos públicos y el juego. Al fin y al cabo, el periodismo político es la pequeña Magaly que llevamos dentro y, en algunos casos, no tan pequeña.
Como evolución natural o como obligación, las fuentes de la creación del poder han cambiado; los políticos que eran educados por los partidos lo son ahora por los medios. La política ya no se hace en los salones, como en los albores del siglo XX y no poco en las calles, como en las décadas siguientes; se hace en los diarios, la radio, la TV y en las redes sociales. Francisco García Calderón, el padre del liberalismo peruano decía que la salvación del Perú habría que buscarla en las profundidades de una biblioteca; los políticos actuales, salvo excepciones, lo buscan en los medios.
El hombre público, ahora en el centro del escenario, debe ser generalmente un agente del escándalo, buscapleitos, chismoso y agresivo. Si insulta, mejor. Su cultura jacobina, sin embargo, no es nueva; habría que buscarla en la tradición caudillista nacional y en el espíritu montonero, cuya expresión republicana más alta quizás sea Nicolás de Piérola.
Su individualismo tampoco es nuevo; Víctor Andrés Belaunde advertía y a su modo, hace 70 años (Peruanidad, elementos esenciales, 1943), que el pensamiento político tradicional pretendió siempre descartar el elemento colectivo o social de la Nación en beneficio del individualismo.
Asistimos estas semanas a un quehacer político que obedece a esas motivaciones personales y no a las colectivas: una ciudad de casi 10 millones de habitantes está jaqueada por un interés particular casi lunático. Es que el espíritu que durante la vigencia relativa del sistema de partidos llevó a los políticos a creer en la infalibilidad del grupo político se ha convertido en la convicción de la infalibilidad personal.
Que más adelante no se quejen del patrón de intercambio que este proceso revocatorio confirma: para la mayoría de políticos, como los políticos/antipolíticos, los ciudadanos no lo son o lo son poco; son bárbaros en el sentido de poco racionales, impulsivos, con escasa cultura y poco aptos para digerir mensajes completos; sin embargo, los políticos también están apareciendo ante los ciudadanos, y con poco esfuerzo, como bárbaros y por las mismas razones.
¿No va quedando claro que la reforma política en el Perú no será con los políticos sino contra ellos?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Hipótesis sobre los caudillos

La mitadmasuno
La República
Jueves 18 de noviembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/18-11-2010/hipotesis-sobre-los-caudillos
Un rasgo que impondrá su sello a las elecciones de abril será el protagonismo de los caudillos, en una intensidad muy similar a las elecciones previas a la República Aristocrática (1895-1919). Hasta ahora la competencia es entre candidatos naturales cuyo peso aplasta a sus pequeñas colectividades. El APRA, el partido más importante del país, se ha entregado a una candidatura independiente y los partidos llamados tradicionales como el PPC y AP se agitan en la búsqueda de un pacto que los subordine a un caudillo. En tanto, la izquierda practica el rito tragicómico de asambleas unitarias a sabiendas de que el centro de gravedad está en otro lado.
Es probable que las elecciones de abril sean el acto de defunción de lo que hemos conocido como lo más cercano a un sistema de partidos o el primero de una democracia sin partidos, fenómeno que la teoría niega, inclusive las que aceptan como natural la legitimidad carismática y plebiscitaria de los jefes políticos. Este cuadro confiesa por sí mismo la falta de medidas reclamadas en esta década para favorecer a los partidos. Es decir, no es la consecuencia de la apertura y renovación del sistema político sino, precisamente, el resultado de la conservación de las reglas de juego que llevan varias décadas, como la promoción de los políticos “independientes”, el voto preferencial y la ausencia de elecciones primarias.
Nuestro proceso no debe confundirse con el de la personalización de la política cuyos sujetos son los “príncipes democráticos” que sustentan su poder en la imagen y en su relación con los medios, surgidos de la competencia interna partidaria en las democracias avanzadas (Sergio Fabrini; 1999). En nuestro caso, los caudillos no dependen de sus raleadas huestes ni surgen de la competencia interna en grupos cohesionados. No son el resultado sino el origen de un grupo político privado. Elegido alguno, se sujetará más a los poderes fácticos y a las coaliciones distributivas.
En este universo privatizado sobran los militantes partidarios y los ciudadanos, y su derecho a elegir a representantes de colectividades. Sobra la política misma y su capacidad de mediación y de legitimación del poder. Como Víctor Andrés Belaunde, casi 100 años después, habría que repetir que en el Perú no hay “verdad electoral” ni “sufragio libre”, y que las elecciones tienen ribetes de comedia.

sábado, 17 de julio de 2010

Ojo con las palabras

La mitadmasuno
La República
Sábado 17 de julio
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/la-mitadmasuno/17/07/2010/ojo-con-las-palabras?t=1279371880#comment-254735

Las palabras más usadas luego de la inscripción de las listas para las elecciones regionales son “fragmentación política”. Se recurre a ellas para explicar el aumento de movimientos regionales y para graficar el alto nivel del caudillismo en esos espacios. María Isabel Remy lo ha llamado estallido (revista Argumentos, julio 2010) y Martín Tanaka personalización del voto (LR, 11/7/10).
Habría que analizar el sentido de esa fragmentación para no reducir un proceso complejo a soluciones fallidas. A fin de cuentas, la sociología clásica peruana concibe la fragmentación como sinónimo de pérdida de estructura, apreciación que deviene de la visión de los espacios públicos como un todo.
Dos preguntas parecen claves: ¿qué se fragmenta? y ¿por qué se fragmenta? En respuesta se podría afirmar que salvo algunas sociedades regionales en el norte, la mayoría presenta una fragmentación más social que política, es decir, la dispersión o la ausencia de actores sociales fuertes que se movilizan en base a reglas formales. De ello da cuenta un interesante trabajo de un equipo liderado por Julio Cotler (Poder y Cambio en las Regiones, PNUD/IEP, Lima 2009). De ese modo, la proliferación de listas no sería el resultado de un sistema político muy abierto o mal cerrado, como se afirma, sino del proceso de construcción del poder regional y a cuya disputa están renunciando los partidos nacionales.
Esta dispersión no opera para todos, ni del mismo modo. Por ejemplo, las cuatro regiones que duplican el número de sus listas en relación a las elecciones del 2006, o que están cerca de hacerlo (Áncash de 13 a 27; Moquegua de 6 a 11; Tacna de 12 a 20; y Cusco de 9 a 15) son las que, coincidentemente, reciben más recursos por canon minero. En esa misma línea, en las tres regiones más pobres del Perú la cantidad de listas respecto del 2006 se reduce o permanece inalterable (Huancavelica disminuye de 13 a 10; Huánuco de 12 a 11; y Apurímac se mantiene en 13). Difícil que en estos dos casos la dispersión sea atribuida a las reglas de la política y que la receta sea cerrar el sistema.
Los riesgos para la gobernabilidad desde las regiones parecen ir por otra vía, como el radicalismo autonomista de algunas, la asfixia de los mecanismos de participación en casi todas y, sobre todo, la falta de identidad de los procesos regionales con los nacionales, que sí contiene elementos de una macro fragmentación nacional/regional, en este caso incentivada también desde Lima.
....
Sobre lo mismo ver
María Isabel Remy en la Revista Argumentos, julio 2010
http://www.revistargumentos.org.pe/
Martin Tanaka en La República, 11 de julio 2010
http://martintanaka.blogspot.com/2010/07/fragmentacion-deberiamos-sorprendernos.html
Hugo Guerra en El Comercio, 10 de julio 2010
http://elcomercio.pe/impresa/notas/regreso-desconcierto/20100710/508361