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jueves, 18 de noviembre de 2010

Hipótesis sobre los caudillos

La mitadmasuno
La República
Jueves 18 de noviembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/18-11-2010/hipotesis-sobre-los-caudillos
Un rasgo que impondrá su sello a las elecciones de abril será el protagonismo de los caudillos, en una intensidad muy similar a las elecciones previas a la República Aristocrática (1895-1919). Hasta ahora la competencia es entre candidatos naturales cuyo peso aplasta a sus pequeñas colectividades. El APRA, el partido más importante del país, se ha entregado a una candidatura independiente y los partidos llamados tradicionales como el PPC y AP se agitan en la búsqueda de un pacto que los subordine a un caudillo. En tanto, la izquierda practica el rito tragicómico de asambleas unitarias a sabiendas de que el centro de gravedad está en otro lado.
Es probable que las elecciones de abril sean el acto de defunción de lo que hemos conocido como lo más cercano a un sistema de partidos o el primero de una democracia sin partidos, fenómeno que la teoría niega, inclusive las que aceptan como natural la legitimidad carismática y plebiscitaria de los jefes políticos. Este cuadro confiesa por sí mismo la falta de medidas reclamadas en esta década para favorecer a los partidos. Es decir, no es la consecuencia de la apertura y renovación del sistema político sino, precisamente, el resultado de la conservación de las reglas de juego que llevan varias décadas, como la promoción de los políticos “independientes”, el voto preferencial y la ausencia de elecciones primarias.
Nuestro proceso no debe confundirse con el de la personalización de la política cuyos sujetos son los “príncipes democráticos” que sustentan su poder en la imagen y en su relación con los medios, surgidos de la competencia interna partidaria en las democracias avanzadas (Sergio Fabrini; 1999). En nuestro caso, los caudillos no dependen de sus raleadas huestes ni surgen de la competencia interna en grupos cohesionados. No son el resultado sino el origen de un grupo político privado. Elegido alguno, se sujetará más a los poderes fácticos y a las coaliciones distributivas.
En este universo privatizado sobran los militantes partidarios y los ciudadanos, y su derecho a elegir a representantes de colectividades. Sobra la política misma y su capacidad de mediación y de legitimación del poder. Como Víctor Andrés Belaunde, casi 100 años después, habría que repetir que en el Perú no hay “verdad electoral” ni “sufragio libre”, y que las elecciones tienen ribetes de comedia.