Una nota sobre el congreso del Apra, que
genera más fisuras personales que de opciones, escritas con aprecio y respeto.
1.- Creo que más allá de la derrota de este
año, el problema del Apra reside en que desde hace más de dos décadas no ha
podido generar un consenso interno mínimo
sobre todo político que requieren los grandes y viejos partidos. Incluso luego
del retorno de AGP al país, esta imposibilidad fue crucial para resolver el problema
de una dirección coherente, activa, eficaz y compartida. Creo, a diferencia de
lo que discuten ahora los apristas –que lo orgánico bloquea su perspectiva
política- que es lo político lo que condiciona sus asuntos internos. El Apra no
tuvo candidato presidencial el 2011 y antes en Lima el 2010 por razones
esencialmente políticas, y perdió las elecciones por los mismas motivos.
2.- El Apra ha dejado de tener un gran motivo;
luego de ganar las elecciones del 2006, que fueron su gran reivindicación histórica
luego del fracaso 1985-1990 y el ostracismo 1990-2000, ha perdido valores
ideológicos y políticos, expresión simbólica de lo cual es el artículo El Perro
del Hortelano, de Alan García, la puerta hacia un gran vacío más que un cambio
de postura.
Frente a este vacío, hasta hace algunos años, la
izquierda y la derecha aprista aun debatían entre dos explicaciones de la crisis.
La izquierda sostenía que todo se debía a un abandono
consciente y sucesivo por parte del liderazgo partidario de las raíces
apristas, particularmente del pensamiento político de Haya. La derecha aprista aducía que el Apra es víctima de la gradual extinción
de los valores que cimentaban su fuerza y le daban sentido a su representación,
una especie de envejecimiento político que necesita conjurarse con una
modernización menos hayista.
3.- Eso ya no se debate o se discute muy
poco. De lo que he podido apreciar, existe una discusión esencialmente
institucionalista y generacional. Se debate como debería funcionar el Apra, la edad
de sus líderes y la relación con el simbolismo.
Más Haya o menos Haya creo que es un error
de partida si solo se refiere a una discusión del pasado; igual si el debate es
más o menos Alan. Creo que el desafío del Apra pasa por recuperar el compromiso
y activismo social que alimentaba al partido y lo legitimaba socialmente. El
Apra debe volver a tener un gran motivo, una gran causa, una gran razón, que
ahora no lo tiene, más que un nuevo gran líder.
4.- No me queda duda que el Apra necesita
una representación política de cara a la sociedad pero no creo que el eje de
ese desafío sea encontrar un nuevo Alan o alguien parecido a él. Creo que, al
revés de lo que piensan algunos, la clave del futuro no es cómo suprimir a
Alan sino como convivir con él a pesar de un divorcio orgánico. Creo que eso pasa también por tener una teoría de partido, la renovación interna, una cruzada contra la corrupción interna
y las redes clientelares y de una posición frente a la reforma política, el antiaprismo, pero
sobre todo de un gran motivo respecto del Perú.
Es hay quienes se aferran a cargos y no por principios.
ResponderEliminarInteresante articulo doc, aqui algo para complementar: https://lexdigitalis.lamula.pe/2016/05/11/reinvencion-del-apra-una-propuesta-desde-la-transparencia-y-lo-digital/lexdigitalis/
ResponderEliminarSobre el contenido se puede coincidir o no, según la ubicación del lector.
ResponderEliminarHoy, me llaman la atención las formas que emplea Juan de la Puente, no por malas, sino porque hemos llegado al punto de tener que anunciar que vamos a decir algo con "aprecio y respeto".
Lo que fue norma de convivencia, se ha convertido en excepción y que profesionales solventes y ponderados como de la Puente necesiten anticipar la buena fe de sus ideas y palabras, debería llevarnos a reflexionar sobre la violencia e intolerancia con que se reciben o se intenta rebatir opiniones de naturaleza política, religiosa o hasta de gustos musicales.
Regresemos a las buenas formas. Retomemos la tolerancia y el respeto con los que no piensan o sienten como uno. Incluso con quienes, al criticar nuestras posiciones, dicen cosas que no quisiéramos oír.
Hagamos respirable el ambiente en que se debe desarrollar el intercambio de ideas, terminando con el único enemigo aceptable, cual es la violencia .