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viernes, 9 de agosto de 2013

La hora de la comparación

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-hora-de-la-comparacion-09-08-2013
La República
La mitadmasuno
9 de agosto de 2013
Juan De la Puente
Ya es un lugar común del análisis político comparar a Ollanta Humala con Lucio Gutiérrez. La comparación viene desde su elección, en una matriz donde caben (cabían) Hugo Chávez, Rafael Correa, Lula y Cristina Kichner. En varios comentarios se dice que la caída de su aprobación y su aislamiento pueden dejar ver la experiencia del ex coronel ecuatoriano como una promesa de futuro del gobierno peruano.
El aislamiento de Humala es una nota preocupante de la coyuntura, aunque ha sido en algunos casos dramatizado, sin tomar en cuenta que Toledo y García estuvieron en una situación parecida y que ambos, con distinto nivel de recursos y de oposición, lograron salir del encierro forzado.
Habría que poner sobre la mesa las similitudes y diferencias entre los personajes, los gobiernos y sobre todo los países. Gutiérrez y Humala tienen historias personales parecidas, especialmente la tradición militar y una epopeya corta aunque decisiva en sus futuros políticos. Humala tiene a su favor, no obstante, una derrota electoral y una experiencia opositora de 5 años.
Los puntos de partida también son similares: ofertas de cambio radical, angustiosas elecciones en segunda vuelta que les obligó a ensanchar la coalición electoral y el inicio de gobiernos amplios con la presencia de partidarios, aliados de izquierda y liberales ortodoxos. Es importante señalar que mientras Humala eligió a 47 congresistas de 130, Gutiérrez tuvo 6 parlamentarios de 100, una base de apoyo menor en el Legislativo.
El giro conservador de ambos fue asimismo rápido; el gobierno de Humala se desprendió de la izquierda a los cinco meses y el de Gutiérrez a los siete. No obstante, allí empiezan las diferencias; Gutiérrez fabricó en el parlamento dos mayorías artificiales, primero acercándose a la derecha orgánica ecuatoriana y luego organizando una coalición populista uniendo a sectores de la derecha y de la izquierda a través de prebendas. Humala, en su caso ha logrado mantener con menos trabajo la mayoría en el Congreso sumando al PPC y Solidaridad Nacional, evitando enfrentar a una oposición unida.
Armado de una mayoría feble, Gutiérrez derrapó en una lógica dictatorial; derribó al Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo Electoral y cesó a 27 magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en esto último para evitar su vacancia. En su fase final sumó a su caída en las encuestas una guerra política con los partidos llamados tradicionales, la prensa, los indígenas, los sindicatos y las clases medias. Construyó una unidad nacional, pero contra él.
Tres elementos determinantes de esa experiencia ecuatoriana fueron la soledad final en el Parlamento, la movilización social intensa y la colisión de poderes, en un contexto en que la crisis del sistema político se empalmó con la crisis de gobierno. En favor de Gutiérrez habría que anotar que no solo giró a la derecha sino que se desvistió bajo un incesante ataque de los poderes fácticos y de la derecha política que cada día le pedía que se sacara una prenda.
En nuestro caso, parte de los análisis deberían explorar la capacidad de maniobra con las que cuenta el gobierno. En el escenario de una crisis de gobierno emergente y otra del sistema político, igualmente inicial, es crucial el cese de la guerra política desaforada en favor de una competencia más racional y programática, una pelea de agendas más que de insultos. Al mismo tiempo, es fundamental escuchar a la calle en sus expresiones diversas, un imperativo que pasa, por ejemplo, por no subestimar la huelga de salud.
El establishment peruano en su ingenuidad cree que debe desvestir a Humala, arrinconarlo, privarlo de aliados y además pedirle liderazgo y mano dura con las demandas sociales, una operación donde el acoso se convierte en tutela; cree que el gobierno está en una disputa solo “arriba”. No se da cuenta de que, con sus límites y a la peruana, la calle es también un escenario de disputa y que importa el recorte del canon, la paralización del Gasoducto Surandino y el retraso salarial en el sector público. Creen que son los únicos insatisfechos.

viernes, 12 de julio de 2013

Izquierda, debate y arrebato

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-debate-y-arrebato-11-07-2013
La República
La mitadmasuno
12 de julio de 2013
Juan De la Puente
La formación del Frente Amplio de Izquierda (FAI) ha desatado debate, expectativa, temores y, sobre todo, arrebato. Hace años no leía tantas encendidas condenas a la izquierda; estas van del pronóstico de infertilidad al veto a su existencia. En este último extremo, la derecha le pide a la izquierda que si desea la vida deje de ser izquierda, y desde ese espacio más de uno ha respondido afirmativamente, entregándose.
Si este fuera el momento de levantar un inventario de los errores de la izquierda, habría mucho trabajo. Tendríamos que prolongar al ejercicio de los últimos 20 años abocado a la autocrítica, un lamer de heridas que, a tenor de varios textos, no termina en la izquierda sino en responsabilizar de casi todo a una gran conspiración del capital que la retiró de su lugar histórico.
Esa etapa está concluyendo aunque es relevante en la medida de la advertencia y tiene algo de pertinencia en la discusión sobre en qué medida este momento es fundacional. Entiendo que el FAI posterga esta disyuntiva en favor de un desarrollo orgánico y político de cara a los comicios del 2014 y 2016 en los que la izquierda está llamada a desafiar el pensamiento único ultraconservador desde un proyecto propio. En ese sentido, no deja de ser un experimento audaz.
La izquierda peruana no ha sufrido más que otras del continente y, sin embargo, no ha recuperado su vigor en la medida de aquellas. Es probable que esto se deba tanto a los atributos propios como a la evolución de la sociedad peruana en las últimas dos décadas. Por ello, no es una ofensa referirse al desfase de nuestra izquierda si se le compara con otras experiencias: la que opera con un sistema de partidos organizado (Chile, Brasil o Uruguay) donde los movimientos sociales nutren a las formaciones partidarias en los procesos de reforma, o en las experiencias de ruptura (Ecuador, Venezuela y Bolivia) donde hicieron falta nuevas colectividades que catalicen el cambio.
Es un error atribuir este desfase a la lucha contra el neoliberalismo; este, al haber domesticado y mimetizado al liberalismo democrático, ha dejado a la izquierda peruana, con todas sus limitaciones, como la única alternativa a la voracidad de los poderes fácticos. Si nuestra izquierda entrega esa bandera, habrá entregado casi todo. En ese punto, es claro que el único lugar de una izquierda moderna en el Perú es la democracia, el desarrollo sustentable, la industrialización del país, la soberanía nacional, la descentralización, la ciudadanía, los derechos sociales e individuales y la lucha contra la injusticia. Esto es tan visible como que los grandes poderes económicos del país ya están muy bien representados por sus partidos y medios de comunicación.
En el mismo plano, sin embargo, la unidad de la izquierda no escapará del debate programático. Las movilizaciones en Brasil y Chile ponen en la mesa los límites del minimalismo. Este debate será definitorio por la complejidad del escenario peruano, un país donde el piloto automático se acerca a su fin; el mercado tiene felizmente una alta legitimidad; se ha reducido más de 30 puntos de pobreza en 12 años de democracia, pero cinco regiones (Apurímac, Cajamarca, Ayacucho y Huancavelica) tienen rangos de pobreza entre 45,0% y 55,5%; y el índice Gini de desigualdad se redujo de 0,525 en 2001 a 0,452 en 2011, una mayor disminución comparada con Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay; en suma, un modelo complejo de alto crecimiento, pobreza a la baja, desigualdad persistente, y sin reforma política.
Es cierto que la izquierda necesita un discurso claro sobre la inversión, especialmente aquel modelo que pretende eludir los derechos de las comunidades y de los consumidores. Sin embargo, no es lo único que necesita; requiere de un discurso para el país, una propuesta de reforma y un mensaje a la sociedad, especialmente para los movimientos sociales alejados de los partidos populares hace buen tiempo. Tener la razón histórica no es suficiente.

viernes, 26 de abril de 2013

El síndrome venezolano

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-sindrome-venezolano-26-04-2013
La República
La mitadmasuno
26 de abril 2013
Juan De la Puente
La maraña de calificativos utilizados para abordar la situación en Venezuela confunde el debate y, a la vez, lo simplifica. Para lo primero, se coloca sobre la mesa adjetivos imprecisos para el caso como “democracia popular”, “dictadura”, “revolución”, “totalitarismo” o “populismo de izquierda” que reflejan percepciones pero que no permite la elaboración de visiones completas del fenómeno; para el segundo caso, se construye una ecuación cerrada compuesta solo por dos elementos, el aplauso o la condena de los actuales sucesos, metiendo en un saco a gobiernos, estados, personas y partidos.
La ciencia política moderna permite con comodidad la definición de los regímenes, especialmente cuando se trata de sistemas híbridos, una de cuyas variantes es el autoritarismo competitivo, usado en los años noventa para clasificar al gobierno de Alberto Fujimori y ahora para marcar la naturaleza del régimen venezolano.
Esta definición necesita ser contrastada con los actuales estándares democráticos enriquecidos por nuevos derechos, libertades, competencias e instituciones, aplicados a un régimen que se aleja con angustia y rapidez de los modelos democráticos expuestos. La situación venezolana no califica para el modelo procesal que condiciona la democracia a las elecciones libres y a la práctica de libertades y derechos; tampoco califica para el modelo minimalista que hace énfasis en la capacidad del voto y de la lucha multipartidaria para formar el poder, subestimando inclusive las desiguales posibilidades para acceder a la competencia política.
Siendo que Venezuela no cumple con estos estándares, una parte de la izquierda persiste en denominar como democrático el actual proceso en ese país e insiste en defender, desde la ideología y muy poco desde la política, las arbitrariedades que se suceden desde los gobiernos de Hugo Chávez hasta el actual de Nicolás Maduro. Se constata allí una suerte de parálisis conceptual que abandona el paradigma liberal que la izquierda asumió luego de la caída del Muro de Berlín y que ha servido para construir en América Latina exitosas experiencias de renovación política desde la izquierda y el mundo popular, en democracia.
Razonando desde la democracia y las libertades, la izquierda no necesita pensar y actuar como la derecha para explicarle al país lo que sucede en Venezuela. Para la derecha, lo de Venezuela es una dictadura y la solución consiste en reponer las cosas al estado previo a la toma del poder por Hugo Chávez en 1998, es decir, restaurar la vieja democracia venezolana infértil, mañosa y corrupta. En respuesta,  la izquierda no puede asumir el proceso venezolano como un producto obligado e imprescindible del fracaso de la democracia, cerrando las puertas a un proceso democratizador nuevo y superior.
La izquierda necesita acompañar el proceso venezolano cuestionando al régimen de Nicolás Maduro y sus violaciones a la legalidad democrática, como lo hace un pequeño y valiente sector de la izquierda de ese país. No puede convalidar prácticas intimidatorias contra los opositores y violaciones a la legalidad electoral asumiendo como propias las deformaciones del proceso chavista, justificando los vicios de la democracia en Venezuela con los vicios tradicionales de la derecha peruana y continental. El resultado de esta operación es una coartada autoritaria desde la izquierda, gemela de la que se elabora desde la derecha.
La izquierda no puede atarse a Maduro y a Chávez; tiene el legítimo derecho de diferenciarse de la campaña internacional que pretende una restauración no democrática en Venezuela y pugnar al mismo tiempo por una transición que reconociendo los avances sociales concrete una salida democrática. Debe superar el síndrome del apoyo sumiso de los autoritarismos y romper la ecuación cerrada de los grupos conservadores para quienes solo existen las alternativas del aplauso o la condena. No se puede despreciar en otros países las libertades que pedimos para el nuestro.

viernes, 29 de marzo de 2013

Ante los profetas, defensa del oficio

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/ante-los-profetas-defensa-del-oficio-22-03-2013
La República
La mitadmasuno
22 de marzo
Juan De la Puente
El análisis político es un oficio que no pertenece al corazón o al hígado, y que obliga a la objetividad aunque no reclame imparcialidad. Por eso sorprende el aluvión de análisis disparatados de los resultados de la revocatoria del 17M, planteados de un modo simplón donde los perdedores y ganadores integran un cuadro bicolor, blanco para ganador y gris para perdedor, despreciando la delicada imagen de un mosaico lleno de colores y posibilidades.
Estos análisis reflejan una ortodoxia persistente y pasadista, un ejercicio deficiente de la ciencia política que se niega a usar los instrumentos de interpretación; que no aprecia los fenómenos sino solo los hechos; que considera los votos en volumen, confundiendo los partidos con sus líderes y las ideas con los movimientos sociales; y que no analiza las tendencias pero en cambio, profetiza, adivina y sentencia. Es obvio que este ejercicio lleva a un menjunje que vale para el chamanismo pero no para la política.
La votación del domingo sintetiza un cuadro complejo de opciones en pugna por constituirse en tendencias. Los electores han tirado las cartas sobre la mesa y corresponde a los actores políticos y a las instituciones ordenar estas en función de sus intereses y estrategias. Carlos Meléndez acertadamente lo ha denominado un escenario mixto.
En términos personales, Susana Villarán y Lourdes Flores son dos grandes triunfadoras, la primera por ganar una revocatoria dirigida contra ella y la segunda por su incursión decisiva para la victoria del No, exponiendo ante el país una inusual ética pública donde más importan Lima y la vigencia de su partido que su derrota en las elecciones municipales pasadas.
Revocados o no también ganan un conjunto de líderes que constituyen una reserva ascendente de políticos llamados a protagonizar la representación política, encabezados por Marisa Glave, Pablo Secada, Eduardo Zegarra, Alberto Valenzuela y Mónica Saravia, entre otros. Otros líderes como Patricia Juárez y Mauricio Mulder, de la opción perdedora, también ganan aun en el revés.
Es cierto que Luis Castañeda aunque no muerto es el líder que más pierde. No es el caso de Alan García que supo colocarse de perfil y tras su partido en el debate revocatorio. En este tema, es un error confundir el Apra con García y aunque el primero se encuentre en el grupo de partidos que pierden la revocatoria, debe sopesarse el hecho de que tuvo derrotas más severas en las últimas décadas de las que salió airoso. Si se trata de ganar o de perder, no todos ganan o pierden con la misma intensidad; solo si se trata de buscar titulares periodísticos fáciles se puede enterrar con la palabra ideas, grupos, personas y movimientos.
El PPC, qué duda cabe, que es el gran ganador; para la izquierda, en cambio, el 17M tuvo un sabor agridulce, el caso típico de una fortaleza salvada a costa de la debilidad suprema del ejército. Sin embargo, siendo nada deseable, el resultado plantea un nuevo momento para la izquierda que solo será posible con Villarán en la alcaldía.
Proclamar la bancarrota de la izquierda tiene más de brujería que de raciocinio, curioso porque la izquierda ha sido varias veces sepultada sin que esté muerta y porque los sepultureros ignoran la enorme fuerza de la izquierda social. En el futuro será más difícil ahogar a una izquierda moderna que supo abrir la Municipalidad de Lima a la inversión privada, a las asociaciones público/privadas y ahora a un pacto con el PPC y otros partidos.
El 17M no mató a nadie pero plantea desafíos ante los cuales nadie ha comprado un seguro. En las elecciones de noviembre el PPC tendrá que revalidar su ascenso en la capital, la izquierda pugnar por votos propios para acompañar el fin de la gestión de Villarán y el resto de partidos tendrá que figurar en el proceso de cara al 2014 y al 2016. Sin embargo, el principal desafío será para Susana Villarán: si logra cristalizar un gobierno multipartidario y exitoso, este será su mejor carta de presentación para el futuro.

martes, 2 de octubre de 2012

La izquierda aconsejada

La República
La mitadmasuno
2 de octubre de 2012
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-aconsejada-02-10-2012
Nunca como en las últimas semanas he leído tantos consejos a la izquierda, la mayoría interesada en que el país cuente con una izquierda posible y gobernante aunque plantadas con un tono médico/quirúrgico. Es un paso adelante del análisis tipo “la izquierda en el diván” de los años noventa que despedía desdén por una cultura política que se consideraba en extinción. Es bueno que las ciencias sociales se preocupen ahora por ella; quizás se debe a que en las últimas elecciones triunfaran propuestas universalmente patrocinadas por la izquierda sin que expresen una organización política.
Los consejos giran en torno a dos cuestiones, a su acercamiento al mundo popular y a la concreción de una alternativa electoral. Sobre lo primero se propone diferenciar entre lo popular/colectivo y lo popular/privado, sugiriendo no jugarse por lo segundo y mirar con pinzas lo primero; de allí se desliza la idea de que la izquierda debe hacer “algo más” que centrar su acción en la sociedad organizada.
Sin embargo, ese algo más no puede ser emprendido si la izquierda no conecta con la sociedad e influye y recrea su vasta estructura actual. En este punto, no obstante, existe cierta incoherencia cuando se critica el alejamiento de la izquierda de la realidad y se le reclama conexión con el pueblo y, al mismo tiempo, se cuestiona gran parte de las demandas de los movimientos sociales. Habría que poner en el diván esta idea que sugiere un liderazgo solo moral de una izquierda que no se ensucie los zapatos y que no aspire a representar esta nueva emergencia social peruana.
Sobre la búsqueda de una alternativa electoral, la controversia es de otro tipo. No hay quien desde fuera recete la formación de una nueva Izquierda Unida (IU). Desde dentro, en cambio, persiste la idea tácita de recrear esa experiencia con pocas innovaciones en la forma. Las nuevas coaliciones planteadas tienen respecto del pasado una desventaja; la vieja IU fue un proyecto que aspiraba al largo plazo, en tanto que ahora se pretende jugar en corto, con el horizonte del 2014 y 2016. No creo, sin embargo, que eso descalifique a la izquierda porque va en la línea de ser ella misma, alejada de la tentación del proyecto electoral prestado. Intuyo, por lo tanto, que ese “algo más” que se le reclama a la izquierda por lo menos en su versión socialista y socialdemócrata, es decir, la gestación de un proyecto partidario definitivo único y unificador, no será entregado en el corto plazo.
Entendiendo ello, el principal riesgo de la izquierda no es nadar sino quedarse cerca de la orilla. El recojo de firmas de uno de sus grupos podría alejar la búsqueda de una candidatura común el 2016 y dispersar las fuerzas en las elecciones regionales y municipales del 2014. Por eso cuesta entender por qué la izquierda se resiste a usar la inscripción legal de uno de sus grupos y cerrar una táctica electoral adelantada.
 
Actualización
Sobre el tema, ver notas recientes como la de Martin Tanaka (aquí) José Alejandro Godoy (aquí) Alberto Adrianzén (aquí) Carlos Mejía (aquí) y Sinesio López (aquí).

martes, 28 de agosto de 2012

Hachas de guerra

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/hachas-de-guerra-28-08-2012
La República
La mitadmasuno
28-08-2012
Juan De la Puente
En menos de 30 días el fujimorismo ha pasado a la oposición dura. Derrotado en su deseo de mantener al gabinete Valdés en funciones ha desenterrado el hacha de la guerra y ya tiene dos interpelaciones en marcha y un discurso de bandera contra los casos de corrupción en este gobierno y de demanda de éxito en la seguridad ciudadana.
Las izquierdas en tanto han sido impactadas por el cambio de gabinete. Demandaban la salida de Valdés y pedían un giro de 180 grados, es decir, un retorno a las fuentes, pero fueron sorprendidas por una rectificación de casi 90 grados en dirección al centro. Los movimientos de sus dos versiones vacilan. Patria Roja, el grupo ganador de la crisis de Conga y el que por ahora posee más autonomía en la calle, oscila entre la guerra total al humalismo y una estrategia de acoso limitado a Cajamarca, el magisterio y otras zonas en conflicto, priorizando sus objetivos electorales. La otra izquierda, expresada en Tierra y Libertad y el Frente Amplio (que agrupa a Ciudadanos por el Cambio y sus aliados), es todavía rehén del pasado cercano; su principal problema reside en su dificultad de romper definitivamente con el gobierno y abrir un curso nuevo desde la oposición y desde la calle.
El gobierno ha ocupado el centro de un modo intermitente y temeroso. Ha conservado la conducción del Parlamento y obtenido otras victorias que evidencian que está en movimiento, como la delegación de facultades para los temas de seguridad, la investidura del gabinete y la rebaja de la crisis de Conga. No obstante, la relativa paz social parece no convenirle al gabinete, convertido en objeto de disputa de fuerzas que desde dentro y fuera, en este caso la empresa y la prensa, pugnan por llevarlo de regreso a la derecha bajo la mirada resignada del Partido Nacionalista. El gobierno hace política por ahora en las instituciones del Estado, no ha salido en busca de aliados en los movimientos sociales y no lo hará si sigue la ruta de proyectos como la ley del negacionismo y el abandono del Gasoducto del Sur Andino. El ritmo y el discurso centrista están perdiendo velocidad.
El activismo fujimorista ha deglutido a grupos como el PPC, que encuentra poco espacio para ejercer una oposición menos agresiva, o Perú Posible, el Apra y Acción Popular, que practican en el Parlamento una oposición compasiva con escasos resultados. Si estas fuerzas no logran construir en el Congreso una dinámica alternativa al fujimorismo, su futuro será la levitación.
Aunque el giro de Humala ha sido moderado, ha puesto en tensión las fuerzas y abierto una etapa de alineamientos. El gobierno estrena una oposición combativa de derecha y podría tener una de izquierda más nacional y eficaz, conectada con los movimientos sociales. El problema es que en esa perspectiva el centro que intenta representar amenaza con ser precario y poco activo. Y ya sabemos cómo terminan los centros pasivos.

jueves, 24 de mayo de 2012

Posición (electoral) adelantada

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/posicion-electoral-adelantada-24-05-2012
La República
La mitadmasuno
24 de mayo de 2012
Juan De la Puente
Las noticias dan cuenta de la realización de una reunión de la izquierda para la formación de un frente electoral para los comicios regionales y municipales del 2014 y los generales del 2016. Son movimientos muy tempranos, excesivamente tempranos, si se tiene en cuenta que se producen en el marco de una movilización ciudadana amenazada por el reflujo y cuando los movimientos sociales aún no han procesado una reflexión coherente sobre su relación con el actual gobierno, al cual respaldaron y en cuyo alumbramiento hace solo 10 meses participaron, algunos como actores y otros como animadores. La izquierda ha decidido privilegiar una estrategia electoral que se concretará dentro de casi 30 meses en lugar de debatir sobre su lugar y su papel en el Perú de hoy.
Esta huida hacia adelante se debe a varios hechos, entre ellos la rápida marginalidad de la izquierda respecto del gobierno de Ollanta Humala. La ruptura entre ambos es tácita y es traumática en las bases de la izquierda y en los liderazgos sociales a ella vinculados, donde las palabras “traición” y “engaño” son las más delicadas. Otra razón del apuro reside en la cerrazón del sistema político que pide a los nuevos grupos políticos presentar casi 500 mil firmas válidas para lograr su inscripción legal. De esta valla gigantesca solo ha escapado Tierra y Libertad, cuya legalidad fue obtenida aplicando una norma anterior.
Se presume que la idea de un frente electoral pasa ahora por una inscripción común, una experiencia que la izquierda no transita desde 1978, cuando varios grupos dieron a luz la Unidad Democrática Popular (UDP). En el caso de Izquierda Unida (IU), esta fue una coalición formada por seis partidos y solo fue posible luego de que cada grupo se legalizara por su cuenta. En esta oportunidad, varios grupos sin inscripción legal difícilmente podrán unir esfuerzos para superar esa valla antidemocrática.
La izquierda tiene derecho a un proyecto propio y a representar por sí misma a los grupos locales cuya existencia se explica, entre otros fenómenos, por la falta de una organización nacional sólida. En lugar de ello, luego de 20 años, y como si no hubiese aprendido la lección, insiste en recoger y pegar los pedazos de una época que no volverá, en lugar de proponerse la creación de un gran y único partido que agrupe a sus tendencias en sana convivencia y competencia. Al hacerlo, omite la denuncia de este grotesco sistema que coloca requisitos casi insalvables para la inscripción de partidos.
Es muy probable que los afanes iniciados se entrampen como ha sucedido en los procesos electorales de las últimas dos décadas y, si la historia no cambia, acabarán en la adhesión a algún caudillo maltratador dueño de un partido legal, con los resultados que hoy se lloran. La diferencia entre atreverse a participar en las elecciones y atreverse a refundarse no es poca; es la distancia entre la derrota y el éxito.

jueves, 16 de febrero de 2012

En el diván y en el banquillo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/en-el-divan-y-en-el-banquillo-09-02-2012
La República
La mitadmasuno
9 de febrero 2012
Juan De la Puente

Se levanta la voz en el debate sobre las izquierdas a tenor de tres recientes artículos, los de S. López y M. Tanaka en La República (“La captura de Ollanta” y “Las tesis de Sinesio López”, respectivamente) y el de C. Meléndez en El Comercio (“Aprendizajes tardíos de la izquierda”). Tres temas-pregunta dominan esta fase de una discusión pública: 1) Qué debe defender la izquierda que aspira a ser gobierno; 2) Cuáles son los límites del realismo de una izquierda moderna; y 3) Qué modelo debe aplicarse en la creación de una fuerza política de izquierda.
Estos temas colocan a los grupos de izquierda frente a un problema permanente, la izquierda social, autónoma y con voz propia, reacia a la creación de un referente nacional pero promotora de procesos de acumulación territorial, algunos exitosos. Este bloqueo resume una fecundidad perdida; las izquierdas, y en su caso el Apra, supieron articular demandas sociales que acabaron en lo que S. López enumera como las tres incursiones democratizadoras y sus correspondientes transiciones en el siglo XX: la liderada por el Apra (entre los años 30 y 50), por Acción Popular (entre los 50 y 60) y por la izquierda (entre los 70 y 80).
Es debatible el destino de estas incursiones. M. Tanaka, el más escéptico, no es muy amigo del concepto de “transición” y apunta que a pesar de sus aciertos estos procesos no han resuelto un problema básico de la izquierda, es decir, sus “dificultades para asumir un paradigma democrático” (La República 7/3/2010). En su reciente artículo sobre las tesis de S. López, alerta sobre el retorno a tesis confrontacionales. C. Meléndez lo explica en la misma perspectiva pero matizada: “a la izquierda le cuesta comprender que la política puede tener una lógica autónoma de la sociedad”.
Encuentro en esta fase del debate una renuncia al uso de la categoría “izquierdas”, que no permite dar cuenta que su rasgo más visible es la fragmentación. De lo contrario podría reconocer núcleos de izquierda comprometidos con la democracia y en crecientes aunque intermitentes pactos con la sociedad, a la que tributan las tesis de S. López. Quizás sea tiempo de suspender brevemente el ejercicio saludable de colocar a las izquierdas al mismo tiempo en el diván y el banquillo y reconstruir su derrotero de los últimos 20 años. En esa ruta se apreciarían dos fenómenos: por un lado, la negación a la formación de un gran referente de la izquierda liberal con perfil propio, una omisión tangible en la reciente ruptura entre el gobierno de O. Humala y varios de sus colaboradores, omisión anotada por Tanaka y Meléndez; y, por el otro, un aprendizaje de gobierno nacional y sobre todo local y regional, nada desdeñable. Esa corriente en las izquierdas debería patentizar su apuesta por el futuro en la apertura de un proceso constituyente para la creación de un movimiento nacional.

jueves, 29 de diciembre de 2011

La izquierda: choque y fuga

La República
La mitadmasuno
22 de diciembre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-choque-y-fuga-22-12-2011


La izquierda, luego del reciente cambio de gabinete, ha dejado el gobierno. Salvo excepciones, el grupo de activistas e intelectuales que contribuyó a la formación de Gana Perú, ha salido de la primera y segunda línea de la actual administración. La izquierda social, cuyo rol fue fundamental en el resultado de las elecciones, está un paso más adelante, emplazándose gradualmente en la oposición, seguida de los grupos políticos que operan en su seno. La izquierda regional, la que opera desde los gobiernos regionales y locales, no se ha movido ni un milímetro de su posición inicial de interlocutora del gobierno nacional sin compromisos políticos muy explícitos.
Este cuadro disperso es la causa misma de los problemas, es decir, la expresión de procesos paralelos que la izquierda construyó los últimos años impulsada por la imposibilidad de generar una gran dinámica al mismo tiempo convergente y renovadora. En esa medida, la adhesión a Humala aparece como un breve momento concurrente en el marco de la gran diáspora izquierdista iniciada hace más de 20 años. Los últimos sucesos dejan ver que el actual gobierno no es el punto de partida o de llegada de la izquierda sino un paso, para algunos necesario y para otros inevitable, un “choque y fuga” del que, por lo menos ahora, la izquierda sale perdiendo.
La interrogante principal es el siguiente movimiento; con toda seguridad el destino no pasa por el reagrupamiento. Desde la explosión de Izquierda Unida en 1989 la unidad de la izquierda es un mito recurrente de la acción, incluida la electoral y, al mismo tiempo, un freno para la refundación.
Entre los errores de la izquierda en la última etapa no está el no haber concurrido con un candidato propio a las elecciones o el haber propuesto un programa de equidad con ajuste mínimo al modelo neoliberal. Candidato propio y proyecto propio son cosas distintas, y en esto último parecería residir el problema. La voz de la izquierda nacional en los últimos años fue débil, difusa y fragmentada.
Javier Diez Canseco ha expresado una idea sustantiva para la reflexión, que es necesario que el 32% que votó por Humala en la primera vuelta tenga una representación política. Ello depende de dos variables: 1) de lo que suceda con el Partido Nacionalista en el futuro cercano; y 2) de la capacidad de la izquierda social de generar un movimiento político.
En lo segundo, en la izquierda social, residen por ahora las mayores esperanzas, es decir, en la evolución de apuestas interesantes como el Movimiento Tierra y Libertad, que se proponen relaciones más vinculantes entre las demandas de ciudadanía y la política. A pesar de las derrotas recientes parece estar naciendo una nueva épica izquierdista menos preocupada en su pasado y en juntar sus pedazos, pero igualmente cuestionadora de la realidad.

jueves, 19 de mayo de 2011

La tercera campaña

La mitadmasuno
La República
19 de mayo 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/19-05-2011/la-tercera-campana


El primer rasgo de la campaña para la segunda vuelta es la negativa al cambio de la elite empresarial y su decisión de impedirlo vía el activismo abierto contra O. Humala. Su ofensiva ha impactado sobre la candidatura de K. Fujimori transformándola en una oferta simbólica distinta. En la primera vuelta, Fuerza 2011 representaba la épica fujimorista de los noventa, el rechazo a un orden general de cosas y, al mismo tiempo, una demanda de cambio, compartida con Gana Perú. En el nuevo momento, K. Fujimori representa la tenaz resistencia al cambio.



Estas modificaciones se gestan desde la polarización que origina la primera vuelta, la que ha producido tres campañas electorales y una cuarta en proceso. Una es la de O. Humala, sustantiva en el sentido programático y consistente con la idea del cambio aun con la eliminación de los puntos críticos de su programa. La otra es la de K. Fujimori, débil en mensaje propio y crecientemente sigilosa en materia social. La tercera es la gran campaña de la elite empresarial aliada con buena parte de los medios, ruidosa, masiva, cuantiosa en recursos y agresiva en la contracampaña aunque nada creativa en la propuesta.



Esta tercera campaña dominará el escenario hasta el 5 de junio. Para Fuerza 2011 funciona como una cómoda tercería publicitaria muy riesgosa. Si K. Fujimori pierde será por el abrazo anticambio; y si gana, será por el miedo al cambio. Las consecuencias serán definitivas. En la victoria representará al país conservador contra el otro Perú que bulle y que seguirá presionando desde la calle, y en la derrota representará una opción militante pro modelo económico desde el Parlamento.



Para los sectores comprometidos con la tercera campaña la apuesta es aun más compleja. Le han planteado al país un plebiscito del modelo. Si ganan tendrán que comprometerse con el nuevo y débil poder, para sostenerlo, e instalar una especie de gobierno empresarial. Si pierden habrán extraviado la oportunidad de darle un curso democratizador al auge económico, víctimas de una recaída oligárquica y mercantilista.



Una cuarta campaña ha empezado a tomar cuerpo y de ella nos ocuparemos luego. Habría que decir por ahora que viene desde la calle. Es la izquierda social, huérfana desde la liquidación del partidarismo socialista de los noventa y que pugnará por el cambio no solo desde el cambio. También desde la barrera moral que han levantado junto a un sector liberal.

jueves, 6 de enero de 2011

La ciudad imaginada

La mitadmasuno
La República
Jueves 6 de enero de 2011

Juan De la Puente

http://www.larepublica.pe/06-01-2011/lima-ciudad-imaginada
Lima, la cuarta ciudad más poblada de Sudamérica será gobernada por una mujer. Además del género, significativo en un país machista, de pocas alcaldesas y políticas, la diferencia la hacen otros factores como su larga militancia en la izquierda y el haber sido elegida en Lima, acaso ahora la ciudad más conservadora del Perú.
Como anoté en otro momento, en la elección de Susana Villarán no hay un sentido común exclusivo de la izquierda. Las circunstancias de su elección fueron especiales. Inicialmente poco conocida por el elector, supo resumir en su discurso varios rechazos ciudadanos, especialmente al sistema político, y otras adhesiones, particularmente a la transparencia en la gestión pública.
Los retos de la nueva administración municipal limeña se agregan y superponen precisamente por el sentido político de quien la lidera. A la valla alta que le dejan en materia de infraestructura urbana los dos últimos alcaldes se suman las expectativas por una política social municipal y por los cambios en la gestión de una ciudad que supera ya los ocho millones de habitantes.
Quizás por eso su principal desafío sea la cultura de una sociedad que ha producido una ciudad diversa pero al mismo tiempo segregadora, desordenada, egoísta, violenta, limitadora de derechos, contaminada y contaminante. Imaginar una ciudad no será fácil. En la cultura actual un alcalde es sinónimo de obras; la violencia es un problema de policías y magistrados; la pobreza es una tarea del gobierno central; la actividad cultural es una afición de los mecenas; y la generación de oportunidades puede ser una atribución de cualquiera, menos del municipio.
Villarán, a pesar de su moderación política y su izquierdismo liberal, es una disidente frente al discurso que pretende hegemonía y totalidad, una atrevida que merece fracasar como mensaje de ineficiencia de quienes cuestionan el pensamiento único. Es seguro que como todo proyecto de centroizquierda tenga varias oposiciones, a la derecha, a la izquierda, adentro, afuera, en la tierra y en nombre del cielo.
También por ello es decisivo el Acuerdo para Lima que pretende alcanzar en el primer tramo de su gestión. Es obvio que en ese acuerdo deberían caber todos los que representan el mandado electoral reciente en la capital, aunque también hay rostros de presencia ineludible: los “otros” que la Lima oficial se niega a reconocer.

domingo, 24 de octubre de 2010

Hipótesis sobre los pequeños

La mitadmasuno
La República
Sábado 23 de octubre 2010
Juan De la Puente
Los partidos llamados “pequeños”, aquellos cuyos precandidatos no superan el 3% o 4% de intención de voto o son subestimados en los sondeos de opinión, tuvieron una presencia matizada en las recientes elecciones. Somos Perú, Acción Popular y Alianza para el Progreso ganaron regiones, provincias y distritos, en tanto que Restauración Nacional obtuvo en Lima 8% de votos y se ha hecho de algunos lugares fuera de la capital. El Partido Humanista tuvo poca fortuna electoral, pero Yehude Simon defiende con firme activismo su presencia en las encuestas.
Varios de estos grupos están desarrollando un peligroso síndrome de asfixia electoral cuyos síntomas son: tentar con ansiedad alianzas con los “grandes”, consumirse en el frentismo descuidado lo interno y demorarse más de lo previsto en la designación de sus candidatos. Están perdiendo el poco oxígeno ganado o que les queda; una estrategia de derrota y de claro desposicionamiento político.
Salvo los destellos iniciales de Izquierda Unida (IU), entre 1980 y 1983, los frentes preelectorales presidenciales de los últimos 30 años fracasaron, de lo que dan cuenta Convergencia Democrática (1985), Fredemo (1990), Unidad Nacional (2001 y 2006) y el Frente de Centro (2006). Estos naufragios imprimen una tendencia contraria a la de otros países, como Chile y Uruguay en la región, con sistemas de partidos más estables y más tradición de pactos. Esta constatación no impide anotar, sin embargo, la vigencia de los compromisos postelectorales, como los de AP-PPC en 1980 y Perú Posible-FIM el 2001.
Los afanes frentistas de estos días lucen como un baile de máscaras donde los “grandes” juegan al diálogo a sabiendas de que irán solos y en el que los pequeños se apiñan en la puerta y fuerzan un cambio de perfil, diluyendo adhesiones propias y fortaleciendo el peso de los “grandes”. Son operaciones previas a una derrota electoral por abandono de la competencia directa.
Estos trasiegos descuidan otro espacio del diálogo político que en el Perú es prometedor, para construir colaciones sociales que recojan demandas de la sociedad civil y vertebre compromisos públicos amplios. Es cierto que ello obliga a otra ingeniería electoral: aprobar programas social y políticamente agresivos, designar candidatos con anticipación y realizar una campaña electoral más larga de cara al país, recorriéndolo, predicando y sumando pueblos.

sábado, 16 de octubre de 2010

Hipótesis sobre la izquierda

La mitadmasuno
La República
Sábado 16 de octubre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20101016/11/node/295242/todos/1634
Antes del 3 de octubre se decía que Lima era conservadora, el norte especialmente aprista y el centro y el sur andinos esencialmente de izquierda. Luego de las elecciones, se dibuja la presencia de la izquierda con claroscuros y disparidades; en la conservadora capital se abre un espacio apreciable para la izquierda que reclama una porción del 38% obtenido por Fuerza Social, en tanto que en el centro y sur andinos la izquierda ha sido derrotada, en las regiones Tacna, Puno y Moquegua, Ayacucho, Pasco, Huánuco, Apurímac y Huancavelica por empresarios o tecnócratas. Allí, las listas adversarias se alzaron, además, con buena parte de las alcaldías provinciales como las de Todos con Ayacucho en 5 de 11 provincias, o del Movimiento Raíces en 5 de las 13 provincias de Puno. En Cusco en 9 de las 13 alcaldías provinciales no triunfó la izquierda.No obstante, la izquierda ha ganado en los comicios regionales en Cusco, Arequipa, Junín y Madre de Dios y ha obtenido los segundos lugares en Apurímac, Huancavelica y Moquegua. Sus versiones locales ganaron alcaldías provinciales, es el caso de Ayni en 4 de las 7 provincias de Huancavelica y Kallpa en 4 de las 7 de Apurímac. El MNI, en su versión regional (MAS), ganó en Cajamarca y César Villanueva (FS) logró en San Martín una resonante reelección.Fríamente, un mapa nacional mostraría que luego de las elecciones hay más izquierda en Lima y menos en las regiones del Perú, distribuidas en un mosaico que permite distinguir hasta cuatro versiones: la izquierda clásica, con fuerte tradición partidaria y sindical; la izquierda nacionalista (PNP), que lidera Ollanta Humala; la centroizquierda, liderada por Susana Villarán (FS); y la izquierda regional, que es parte de las anteriores, próxima a ellas o a sí misma. En la perspectiva del 2011 es imposible una agregación total de estos espacios por razones ideológicas y de liderazgo, de modo que recrear Izquierda Unida, 20 años después, es una opción válida en un laboratorio pero fuera de la política real.Es más probable que el PNP y FS cortejen a la izquierda de las regiones, proceso que empezó hace meses y que se renovará de inmediato. De ese arco iris emergerán por lo menos dos candidaturas presidenciales y frente a esa posibilidad una media verdad afirma que tendrá más éxito la que se abra más al centro. Sí, pero hace falta, previamente o al mismo tiempo, que sea popular y democrática.

Hipótesis sobre el Apra

La mitadmasuno
La República
Sábado 9 de octubre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.com.pe/opinion/09/10/2010/hipotesis-sobre-el-apra
El Apra debate febrilmente sus bajos resultados en las elecciones regionales y municipales, particularmente en el otrora sólido norte. Las razones más recurrentes son, alternativamente, cuatro: la renuncia a la izquierda, el abandono de Haya de la Torre como referente político, el reflejo de la poca popularidad del gobierno, y la crisis interna. Más de uno junta las cuatro causas en un mix del fracaso.
Llama la atención lo que sucede en el partido más antiguo del Perú, aunque también es llamativo que las críticas se concentren en el Apra, el único grupo que se atrevió a presentar listas en casi todo el país, y no en el resto de partidos que renunciaron a la competencia nacional abandonando la batalla contra la dispersión electoral.
Contra lo que hemos leído, el Apra en el norte parece padecer una sustracción del sujeto social alrededor del cual construyó una representación sólida y permanente durante 80 años. Ese sujeto era, al mismo tiempo, aprista y popular, de modo que es imposible observar al Apra en el norte sin esa doble identidad. La emergencia de otro sujeto social, emprendedor, migrante e igualmente popular, ha encontrado al aprismo en otra frecuencia. Así, el desencuentro del Apra es principalmente con la sociedad y no con la ideología, hacia afuera y no hacia adentro.
Otro sector aprista considera que sus males se deben a que el partido es menos hayista; sostienen que el Perú tendrá más Apra si el aprismo tuviese más Haya. A riesgo del enojo de muchos debo decir que el único papel que puede jugar hoy Haya en el Apra es la referencia simbólica, cultural e histórica y no programática.
Finalmente, es un buen deseo que el Apra sea de izquierda. De hecho lo ha sido en buena parte de su historia. Cuando realizó giros y pactos hacia la derecha siempre mantuvo una izquierda aprista, disciplinada pero resistente. Sin embargo, no estamos ante un grupo clásico de la socialdemócrata, de lo que da cuenta, por ejemplo, su dependencia de dos caudillos en el lapso de 80 años o su facilidad para asumir y defender tesis y políticas del otro lado de la mesa, aunque en cada etapa del péndulo en que se ha movido en estas décadas, su composición plebeya ha sufrido tanto a la izquierda como a la derecha. Quizás las disyuntivas que se plantean para el aprismo no sean las más completas; podría ser que en cualquiera de las opciones, lo que le urge al Apra sea modernidad.

sábado, 28 de agosto de 2010

Mujeres en campaña

La mitadmasuno
La República
Sábado 28 de agosto 2010

Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/la-mitadmasuno/28/08/2010/mujeres-en-campana

Si Lourdes Flores gana las elecciones con un 35% de votos, más de un millón y medio de sufragios, habrá resistido la prueba ácida electoral. Habrá demostrado en su nombre y en del PPC, un partido orgánico al sistema político, su capacidad de generar una adhesión colectiva sustantiva a pesar de haber rebajado sus aspiraciones presidenciales. Lourdes en la alcaldía de Lima resultaría así una estrategia en clave leninista: un paso atrás, dos adelante.
Ese éxito supondría asimismo dos evidencias. Internamente, cerraría exitosamente el proceso de renovación del PPC impulsado por ella hace años, y que aupó a la dirección pepecista a una generación joven, plebeya y más dispuesta a abrirse a la sociedad. En el plano externo habría demostrado que el planteamiento de apertura de su campaña, decencia vs. corrupción, que le dio una ventaja inicial de más de 10 puntos sobre su oponente, fue políticamente correcto. Las decenas de analistas que se burlaron de la estrategia y que proclamaron que la anticorrupción no es referente electoral, guardan por ahora silencio.
Si Susana Villarán obtiene en el peor de los casos un 20% de votos, casi un millón de sufragios, habrá dado a luz una nueva criatura luego de 9 persistentes años, una nueva versión de la izquierda de código global cuyo nacimiento estaba programado para el 2006. Su movimiento, Fuerza Social, levantado a brazo partido, no surge desde la nada; es la expresión política de sectores urbanos medios, dueños de una profunda identidad ciudadana y que reclaman un lugar en una sociedad emergente. En suma, una izquierda posible en un país tomado por el conservadurismo, diferente del Partido Nacionalista en el discurso y la cultura política que comparte con aquél, sin embargo, su crítica del poder y del mercado.
En ambos casos es muy significativo que se trate de dos opciones lideradas por mujeres, una experiencia inédita en un país donde la política es machista y las mujeres son obligadas, en la mayoría de casos, a abrirse paso a codazos. Esta feminización de la opción municipal limeña se extiende a ambas listas de regidores donde se advierte un batallón de candidatas jóvenes pero experimentadas en la política y la gestión del Estado. Para redondear tanta felicidad, sería muy útil que ambas candidatas mejoren con elocuencia sus propuestas de política social para Lima, una metrópoli que guarda medio millón de pobres extremos y donde habita la exclusión más salvaje.
Véase tambien el artículo de Sinesio López
http://www.larepublica.pe/el-zorro-de-abajo/27/08/2010/polarizar-ma-non-troppo