Mostrando entradas con la etiqueta Ipsos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ipsos. Mostrar todas las entradas

miércoles, 6 de septiembre de 2017

La izquierda de todos los derechos


http://larepublica.pe/politica/1078292-la-izquierda-de-todos-los-derechos
La República
La mitadmasuno
25 de agosto de 2017
Juan De la Puente
La izquierda se ha empezado a diferenciar en relación a la huelga magisterial, del mismo modo que ocurre en relación a Venezuela. El centro de esta divergencia no reside en las demandas salariales, legítimas en los maestros, sino esencialmente sobre la evaluación magisterial.
Un importante sector de la izquierda se hace eco de la demanda de la dirigencia de la huelga que intenta relativizar la evaluación con la consigna conocida de que el profesor que no pasa las evaluaciones y no responde a las capacitaciones no debe ser retirado del magisterio. Desde una visión que no trasciende de la defensa de los derechos laborales, este sector privilegia el salario y la estabilidad.
He leído, sin embargo, el comunicado del Comité Impulsor de Nuevo Perú y que incluye a su bancada parlamentaria, y he encontrado el germen de una propuesta más racional y equilibrada que defiende al mismo tiempo el salario, la evaluación, la capacitación y el financiamiento eficaz de la educación pública.
Encuentro que esa visión intenta dar respuesta al temperamento ciudadano que se ha mostrado más coherente que la mayoría de especialistas, políticos y medios, especialmente aquellos que han desarrollado una repentina y sorprendente afinidad con el sindicalismo. En los ciudadanos, según la encuesta reciente de Ipsos, es muy patente el equilibrio salario/calidad, por lo que no sorprende que el 56% se muestre de acuerdo con la huelga y que el 94% se pronuncie en favor de la evaluación, es decir, uno de los ejes de la meritocracia.
La apuesta populista que presenta dos caras –salario sí, evaluación no; o calidad sí con bajos salarios– no se advierte en los ciudadanos. Al contrario, premunidos de un amplio conocimiento del tema (más del 90% está informado sobre la huelga y sus demandas) se aprecian sólidos porcentajes que indican que los peruanos creen que los maestros reclaman por convicción (69%); que están de acuerdo con que las huelgas incluyan marchas (67%); que están en contra de que las huelgas incluyan ataques a los locales públicos y privados (93%); que no se les impida trabajar a los que quieran hacerlo (76%); y que a los huelguistas se les debe descontar los días que no trabajan (70%).
No podría decirse que esta opinión pública ha sido formada a propósito de esta huelga y que estas percepciones expresan el triunfo de alguno de los bandos que se radicalizan en uno y otro sentido. Se trata de una percepción premunida de un entendimiento más inclusivo de los derechos y más responsable que las vanguardias sindicales, políticas y mediáticas.
La piedra de toque de esta brecha entre el populismo de buena parte de las elites y la coherencia de los ciudadanos –la teoría dice que debería ser al revés– es el enfoque de derechos. Siendo más directos, un sector social y político persiste en asumir la lucha por la vigencia de una parte de derechos, recusando e ignorando los otros. Así, se demanda derechos sociales pero se relativizan los derechos políticos; se reclama el derecho a la propiedad violentando los derechos ambientales; se exige la protección de la libertad de empresa pero se ataca el derecho de propiedad de los pueblos originarios; o se reclama el derecho a producir y transformar bienes para la venta, pero se desconocen los derechos de los consumidores.
En estas semanas hemos visto una versión mayoritaria de la izquierda que insiste en la reconocida legitimidad del salario pero que subestima, más allá del discurso, el derecho de los escolares a una educación de calidad. Este desfase tiene su origen en una deficiente asimilación del enfoque de derechos que presume que en la hipótesis de un conflicto entre derechos –que existe y al que no habría que temerle– se precisa de una adecuada ponderación, un estándar que tiene décadas de existencia como formas de asignación de bienestar en base al interés público, la ponderación de las necesidades insatisfechas, la proporcionalidad de las capacidades del Estado y el pacto social entre los trabajadores y el Estado.

viernes, 10 de marzo de 2017

Que se vayan todos en código pasivo

http://larepublica.pe/impresa/opinion/853230-que-se-vayan-todos-en-codigo-pasivo
La República
3 de narzo de 2017
La mitadmasuno
Juan De la Puente
Las dos encuestas publicadas recientemente (IPSOS Perú y GfK Perú) revelan que las facturas de la crisis del Lava Jato peruano han empezado a ser giradas al sistema, con las cuentas más cargadas a unos que a otros. La tendencia más importante que dibujan los sondeos es la aparición de un “que se vayan todos”, débil todavía pero consistente, un fenómeno a la espera de liderazgos y de movimiento.
Fuera de la caída de la aprobación presidencial de varios puntos en dos meses, los datos indican la pérdida de la posición personal del presidente en percepciones cruciales como la confianza y liderazgo, una aguda individualización de su papel en esta crisis. La aprobación/desaprobación de PPK se ha transformado en una discusión alrededor de PPK, fortaleciendo los dilemas de la oposición acerca de la intensidad de la crítica al gobierno en esta hora.
Si se pasa al detalle de las expectativas, las demandas se refieren a un abanico de problemas donde la corrupción es solo un dato, un cuadro amplio en el que se exige con igual o mayor intensidad seguridad, atención a los desastres naturales y reactivación de la economía. Esta diversidad contrasta con la percepción de la elite peruana enfocada en abordar la corrupción, de modo que se produce una politización de la crisis del Lava Jato arriba y una despolitización abajo. Por ahora no veo a nadie intentando resolver esa brecha.
Esta despolitización es compleja por donde se le mire; su principal elemento consiste en que para la mayoría, la corrupción no tiene ni modelo económico ni ideología. Es cierto que más personas están informadas sobre los escándalos de la corrupción brasileña, aunque las conclusiones de este conocimiento son la convicción de que todos son corruptos y que la solución es un gobierno de “mano dura”, el código social que identifica a un poder que no se detiene en las formas. Del populismo político hemos pasado al populismo penal y de allí al populismo anti corrupción que es igualmente político, en clave recargada.
Es cierto que ante a los casos denunciados el sistema está funcionando –en un desempeño relativo, caótico y fragmentado–, lo que es advertido por una opinión pública que no parece estar sedienta de sangre pero sí de resultados tangibles. El único desempeño estatal aprobado y de modo ligero es el de la fiscalía, con un registro inferior al de la prensa, señal inequívoca del predominio del juicio mediático que a diferencia de Brasil, no ha sido todavía superado por las indagaciones del Estado.
Estos datos indican que el juicio público se ha independizado del juicio mediático. No obstante, ¿Por cuánto tiempo más el consumo de imágenes y de datos atajará la exigencia de resultados? Difícil estimarlo en un país donde casi todos creen que la mayoría o todos los políticos son corruptos y, al mismo tiempo, que los peruanos son igualmente corruptos (IPSOS).
En la idea de “tu corrupción es mi corrupción” puede residir en parte la explicación de un “que se vayan todos” todavía pasivo y poco callejero; al fin y al cabo, más allá de la disposición de la gran mayoría de salir a las calles para exigir castigo a los responsables (GfK), otra mayoría también piensa en que no vale la pena denunciar un acto de corrupción porque “igual no pasa nada”, o que denunciar un acto de corrupción es peligroso porque “después se la agarran contigo” (GFK).
El “que se vayan todos” peruano no tiene todavía representación política; es un instante revolucionario sin revolucionarios, una crisis sin liderazgos que fuercen los cambios, y una tendencia con poco movimiento. Alberto Adrianzén llama a esto una crisis sin actores, es decir, un extraño momento donde las fuerzas parecen libradas a su suerte. En algún momento me ha parecido que los protagonistas de este período y las tendencias que encarnan, a pesar de la virulencia con la que se expresan en las redes sociales y en los medios, y del modo en que anatemizan a sus adversarios, vagan en un drama a la espera de un guion que no aparece.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Malas noticias para los políticos. Encuesta Ipsos 11/12/2016

Por Juan De la Puente
La encuesta de Ipsos-Perú que publica hoy El Comercio detecta varios fenómenos que el liderazgo nacional y sus elites no deberían subestimar, los primeros para incorporar estos hallazgos a sus decisiones políticas y los segundos por lo menos para tomar en cuenta el temperamento de un espacio que se subestima en la elaboración  de la agenda y en los análisis.
La encuesta muestra a los peruanos distantes, al centro y más racionales en la crisis del caso Saavedra, evidenciando que por lo menos en parte esa no es su pelea y colocando como el eje de la política la legitimidad más que la guerra política en las alturas.
Aquí tres elementos que creo que deben destacarse, dejando para otro momento las interesantes respuestas sobre los temas de género.
Tú no eres el país. La sociedad parecer estar relativamente distante de la pugna especifica por la permanencia del ministro Jaime Saavedra en su cargo, resumiendo una brecha significativa –todavía no abismal- entre el principal debate en lo que va del gobierno de PPK, y que ha polarizado la política, versus las opiniones más matizadas de los ciudadanos. En una conclusión gruesa se diría que el caso Saavedra no ha dividido el país, aunque si a sus instituciones, medios y elite opinante. Vamos, tú no eres el país o habla por ti.
Los ciudadanos se encuentran al centro, distantes y premunidos de una mayor racionalidad que predominan en las alturas en esta compleja disputa. Un 42% cree que Saavedra fue interpelado por la corrupción en su sector, y un 44% por razones extrañas al pliego interpelatorio, como por haber sido ministro de Humala, por la Ley Universitaria y las propuestas sobre género en su sector. Este empate le da a todas las verdades un poco de razón, pero si somos rigurosos, en un clima de guerra, ninguna de estas razones parecen ser suficientes. Como se diría en Grecia y Roma, no hay razón suficiente (ratio decidendi) sino que todas son  razones subsidiarias (obiter dicta).
A pesar de ello, los ciudadanos han cancelado la era Saavedra. La mayoría (54%) está de acuerdo con la interpelación y con su censura (52%) y más de dos tercios le sugiera al gobierno “dejarlo ir” (67%).
Estos datos son tan importantes como el escaso respaldo a la opción que propugna lo diametralmente opuesto: 30% está en contra la interpelación, 32% porque continúe en el cargo y 19% porque renuncie en rechazo a la interpelación.
¿El pueblo es cobarde y se resiste a premiar la política principista por parte de un buen ministro? No. Es más probable que los ciudadanos consideren  epidérmicamente que esta política in extremis no deberían experimentarse a 4 meses del inicio de un gobierno y que por esa razón esta hora es más de los sensatos que de los valientes; o que sus demandas son más complejas y terrenales que la censuras o la cuestión de confianza.
Tu reforma no es tan buena. Debajo de la epidermis sí que habita un drama que parece que han olvidado los que aseguran a rajatabla que le reforma que lidera Saavedra es una maravilla o lo que dicen que es un fracaso total. Ubicados en la conocida acepción “tampoco tampoco”, los ciudadanos dicen que Saavedra es el ministro con más aprobación y que la Educación ha mejorado, pero no mucho. Un 40% dice que si ha mejorado pero un 47% sostiene que no. Es más, casi la mitad de los peruanos cree que los avances en la prueba PISA se debe a factores distintos a la reforma educativa.
No le echen la culpa de estas respuestas herejes a los comunicadores. Creo que no se debe a que una buena reforma ha sido mal vendida. Pienso que la sociedad no cree en la narrativa de que “vamos bien pero despacio” o de que “estamos en el camino correcto” porque cree que existen brechas ignoradas estos años y que les atañen directamente (ver las opiniones de Ricardo Cuenca, por ejemplo). En resumen, tu reforma no es tan buena como dices.
Caigo yo y tú. Finalmente, la encuesta evidencia que el caso Saavedra ha afectado en distinta intensidad a instituciones y líderes. A PPK de modo limitado: ha bajado 3 puntos y aún conserva con su 48%  un margen de maniobra, considerando que su desaprobación solo ha subido un punto. El premier Zavala se mantiene en sus guarismos aunque otros miembros del gabinete han caído en aprobación.
Son las instituciones las más afectadas. El gobierno y el Congreso han caído en aprobación y se ha incrementado su desaprobación, una caída que afecta también a la Presidenta del Congreso, que hasta ahora había sido inmune a las tensiones entre poderes.
Otros dos datos forman un haz. Por un lado se reitera el esquema de competencia política imperfecta donde la caída del gobierno no empodera a la oposición. Por eso se tiene que la caída ligera de PPK se condice con la de Keiko Fujimori, que pasa de una aprobación  de 41%  a 37%  el registro más bajo de los últimos meses, y una desaprobación que aumenta a 55%, 18 puntos más que la aprobación, en tanto Verónika Mendoza se mantiene estable en 34% con una desaprobación que supera por 22 puntos a la aprobación. Por otro lado, los ciudadanos le reclaman al poder las mismas soluciones anteriores al caso Saavedra, es decir, a la inseguridad, corrupción y a la falta de autoridad.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Los 100 días de PPK; o porqué sufren los poderes

Por Juan De la Puente
La reciente encuesta de GFK (30 de octubre) como la anterior de IPSOS (16 de octubre) revela la caída de la aprobación de los políticos en el poder o fuera de él  y de las instituciones. Por esa razón no se puede analizar los 100 días de PPK olvidando las cifras y reiterando las visiones de un escenario convencional, olvidando la excepcionalidad de la actual gobernabilidad peruana. Aquí algunas reflexiones
 
1.-  El escenario que dibujan las encuestas no es plano. Algunos análisis muy básicos leídos estos días incurren a mi juicio en por lo menos tres errores: 1) en el balance de los 100 días pretenden segmentar la opinión pública asumiendo que determinados fenómenos (como el caso Moreno o el caso Vilcatoma, por citar dos ejemplos) impactan solo en un sector político o institución; 2) asumen que se ha formado el escenario tradicional peruano de caída de la aprobación del poder, explicado solo por los errores cometidos y por el incumplimiento de las ofertas electorales; y 3) establecen patrones ideológicos “anti” para explicar los resultados, sea porque PPK se “fujimorizó”, porque el fujimorismo no cambió, porque el gobierno se ha corrido a la derecha, o porque fue abandonado por los caviares que lo respaldaron en la segunda vuelta.
2.- Por fortuna, el escenario es menos plano que nunca. En la encuesta de GFK se confirma que la aceptación del gobierno reproduce las brechas sociales y territoriales ya conocidas y se expresa a través de mayores grados de tolerancia o desconfianza ciudadana. PPK ha caído a una aprobación de 52% pero mantiene el 70% en los sectores A/B y cae aún más en  los sectores D/E a 48%. Esta aprobación es mayor en el centro y oriente del Perú, de 61% y 63% respectivamente, y el mismo tiempo, Lima refleja un clima político especial, donde la aprobación es menor (47%) y la desaprobación es mayor (35%). Allí se condensa la desconfianza.
3.- No hemos olvidado las elecciones. Por otro lado, a pesar de que los ciudadanos demandan la unidad y el cese de las disputas partidarias, las tensiones electorales parecen no haberse diluido. Los votantes de Keiko Fujimori perdieron la paciencia con PPK y por esta razón solo el 32% lo aprueba y el 52% lo desaprueba. En cambio, los votantes de  PPK resisten: lo aprueba el 77% y solo el 12% lo desaprueba.
Si nos atenemos a las encuestas de julio, agosto y setiembre parecía que el país había pasado la página en tanto que los ciudadanos premiaban a todos por su moderación y cooperación. Este temperamento se evidencia precario como el de los políticos y solo se puede explicar por la re-emergencia de la desconfianza o las expectativas urgentes que no han recibido una inyección de optimismo.
4.- Todos bajan. En efecto, el Poder Judicial es solo de 13% y su desaprobación se acerca al 70%. El Congreso pierde 12 puntos de respaldo (de 39% a 27%.)  y su presidenta, Luz Salgado, baja ocho puntos, (de 44% a 36%). En otros sondeos, como el de IPSOS de octubre, se advierte que también el descenso de la aprobación del Poder Judicial y de Keiko Fujimori.
5.- Vuelve la desconfianza. A los 100 días del inicio del gobierno de PPK ha retornado la desconfianza en el sistema político. Los datos que muestran un deterioro inicial de las percepciones sobre el gobierno y que revelan una crisis abierta por los casos Moreno y Las Bambas y este dato cambia esencialmente el balance de los 100 días de PPK, no para negar lo evidente sino para obligarnos a pasar de la epidermis. Los 100 días de PPK son los 100 del Congreso y del Perú pos electoral. Al fin y al cabo, son los 100 de todos, aunque duela.
6.- El principal logro de los 100 días es el logro de un esquema de gobernabilidad compartida con el Congreso. Esta una suerte de consenso a palos que a pesar de las tensiones diluye por ahora la posibilidad de un escenario de bloqueo y de vetos del Parlamento al Gobierno. El que ha ganado más con este esquema es el Gobierno pero el fujimorismo, aunque en menor medida no deja de ganar porque aparte del camino escogido no tenía otro. Asumir las otras opciones habría sido un suicidio aunque este esquema se dirija luego del caso Moreno a una dualidad que varios relativizábamos hace cuatro meses.
Esta gobernabilidad compartida no tiene la misma recepción en la sociedad. Desde el inicio del gobierno se aprecia una narrativa unitarista de los ciudadanos que se volcaron en absoluta mayoría a favor de que el Congreso le otorgue el voto de confianza al Gabinete Zavala y le otorgue las facultades legislativas. No hay duda que en poco o mucho, el incremento de la aprobación del Congreso y de su presidenta está relacionada a la respuesta positiva ante este reclamo.
El cuestionamiento de ese consenso tácito tiene en la narrativa empresarial más exigente, el pedido de convertirse en un pacto de cogobierno, aunque es criticado también por una parte de la élite, con el argumento de que el gobierno está entregando demasiado o que una probable alianza le hace perder al Gobierno perfil y perspectiva. Esta percepción se ve impulsada por decisiones como la designación de José Chlimper y de Rafael Rey al Congreso, u otras anteriores. En una parte del establishment no existe esa narrativa unitarista.
7.- Por lo señalado, un balance de los 100 días de PPK no puede basarse en la separación al gobierno de la oposición parlamentaria, o en el análisis de los sectores para determinar aciertos y errores. No cabe duda que el Gobierno ha hecho algunas cosas bien y otras mal, al igual que el Congreso, pero el saldo del balance no puede ser la mirada convencional de un escenario que no existe.
La narrativa unitarista está llegando a su fin, La desconfianza se está convirtiendo en el signo dominante de la política. Los técnicos de PPK sufren de un déficit de política y los políticos del Parlamento. El país ya no quiere los pactos para conservar sino para cambiar. Es la otra cara de la gobernabilidad compartida.

domingo, 24 de abril de 2016

Los votos ya no caminan solos. Análisis de la encuesta de Ipsos 24.4.2016

La encuesta sobre la segunda vuelta que publica hoy Ipsos no ofrece cambios en las cifras agregadas respecto de la medición anterior del 19 de abril. PPK y Keiko obtuvieron entonces 44% y 40%, respectivamente, y en la de hoy (24 de abril) 43% y 39% respectivamente.
1.- La transferencia. Ya se ha escrito bastante sobre la evolución de ambos respecto del 10 de abril donde, en votos emitidos, PPK obtuvo 17.2% y Keiko 32.7%. De ese modo, se confirma una alta tasa de transferencia de votantes de la primera vuelta hacia PPK de más de 26 puntos porcentuales, más que la transferencia en favor de Keiko que suma menos de 8 puntos.
Esta transferencia resolvió una gran parte la discusión que opera en la izquierda, Acción Popular y el Apra. Los votos empezaron a caminar solos sin necesidad de pactos o decisiones partidarias, sobre todo en Lima y en las regiones, a excepción del sur. Esto no solo de debe a la escasa capacidad de endose de partidos y líderes sino a una racionalidad social más elaborada que lo que suponían los especialistas y que orientó los votos en la primera vuelta.
En ella, el peso del antifujimorismo fue relativo; ahora, el principal factor de movilización del electorado es el antifujimorismo pero no habría que descartar otros potencialmente efectivos como, “PPK viejo”, “PPK blanco/pituco/lobista” (la estrategia de vargasllosearlo como en 1990), “PPK débil para tomar decisiones”, entre otros. El fujimorismo está tentando un leit motiv de la campaña y parece que aún no lo encuentra.
2.- Los cambios. La encuesta del 19 de abril permitía sugerir que casi todo estaba dicho en Lima y en el norte, y que la elección se definiría en el centro y sur del país, y en el Perú rural. La encuesta de hoy introduce otras variables a considerar.
Parece que se registra un pequeño sismo en el sector A, el territorio de PPK. Allí, este pierde 4 puntos (baja de 67% a 64%)  y también en el sector B  baja otros 3, de 64% a 61%) que podría asimilarse con el margen de error. Por su parte, Keiko baja 5 puntos en C (de 39% a 34%). Así, en A ya se tienen 12 puntos entre blancos, viciados y no precisa, 13 en B, y 18 en C, 19 en D y 20 en E.
3.- Desacumulación. Sectorialmente PPK no ha ganado en ningún grupo pero le ha ido mejor en los desagregados regionales. Ha subido 6 puntos en el centro (de 42 a 48%) donde Keiko ha caído otros 4 (de 44 a 40%) y tal parece que la disputa en esa zona del país la está ganando PPK.
En el sur opera una dinámica extraña. Ambos candidatos desacumulan; PPK cae 4 puntos (de 47% a 43%) y Keiko 3 (de 28% a 25%). Allí se tiene ahora un bolsón cuantioso de blancos, viciados y no precisa, de 32 puntos porcentuales. Ello indica de paso varios probables fenómenos alternativos: el sur es no solo es antifujimorista como se pensaba sino que, al mismo tiempo, su desconfianza frente a los dos candidatos es sustantiva a pesar de que PPK ha escalado allí desde el 10 de abril más de 30 puntos porcentuales.
Habría que recordar que en las elecciones regionales y municipales del año 2014, en el cercado del Cusco los votos en blanco y viciados alcanzaron 31% y ocuparon el segundo lugar, al igual que en la provincia del Cusco. En Arequipa los votos B/V en la segunda vuelta alcanzaron el 28%, y en 19 distritos de esa región los votos B/V ocuparon el 2% lugar y en otros 8 el primero.
4.- Votos en disputa. Los datos de Ipsos permiten presumir que por lo menos 4 millones de votos están a la espera de definiciones, de los cuales 1 millón se localiza en Lima y otro millón en el sur del país, y que otros territorios de batalla son los  sectores D y E. Esta disputa sí parece reclamar definiciones más precisar de los líderes políticos, sectores sociales, empresariales y medios. Los votos han llegado solos hasta ahí; los que aún no se definen necesitarán de orientación un tanto más expresa. Según Ipsos, eso le pide el 28% a PPK y el 18% a Keiko.

domingo, 20 de marzo de 2016

El 2° lugar en disputa y primeros efectos de la polarización.Ipsos 20/3

Por Juan De la Puente
La encuesta que hoy (20/3) publica Ipsos Perú arroja más certezas sobre las elecciones del 10 de abril. Si bien lo recomendables es comparar los sondeos de una encuestadora con otra anterior de la misma empresa, es preciso considera que en pocas horas se publica la de GfK, de modo que se podrá apreciar en cada caso las cifras agregadas.

TENDENCIAS
Las tendencias que muestra Ipsos podríamos resumir en las siguientes:
1.- Ha concluido la distribución de las adhesiones de Guzmán y Acuña que van hacia A. Barnechea y V. Mendoza y en menor medida a PPK, y se conjura el riesgo de que estos votos engrosen el rubro “viciados”, que cae visiblemente.
2.- K. Fujimori disputará la segunda vuelta aunque su candidatura no ha podido forzar aun una arremetida final, limitada por la reactivación del antifujimorismo. A pesar de ello tiene el electorado más resistente a las contracampañas y una sólida ubicación entre los sectores pobres y jóvenes donde no solo no baja sino sube ligeramente.
3.- Se abre una intensa disputa por el segundo lugar. PPK parece haber desperdiciado un tiempo valioso para convertirse en un claro retador de Keiko. Desde la anterior medición de Ipsos solo logró subir un punto mientras que Barnechea y Verónika han subido 3.
MOVIMIENTOS
Keiko Fujimori. Con 31% nacional, se aprecian algunos daños del potente antifujimorismo reactivado con la salida de Guzmán. En Lima baja su intención de voto de 34% a 30%, quizás debido a que cae en el sector A (de 18% a 13%) y entre los jóvenes (de 34% a 30%). En cambio, sube ligeramente en las regiones y sigue siendo muy fuerte en los sectores D y E donde hasta sube un punto. Allí tiene ahora 39% y 32%, respectivamente.
PPK. Es la candidatura que se ha movido menos. Con 15% nacional, sube dos puntos en Lima, de 18% a 20%, pero no ha cosechado más adhesiones en las regiones salvo en el oriente, donde sube de 6 puntos (de 8% a 14%). Paradójicamente baja 4 puntos en el sector A (de 32% a 28%) aunque sube en el sector D de 11% a 13%.
Alfredo Barnechea. Sube a 12%, 3 puntos desde la anterior medición. Se mueve hacia arriba en Lima, de 10% a 12% pero su incremento mayor es en las regiones (9% a 13%); sube en el Perú urbano (de 11% a 15%) y en el Perú rural (de 5% a 9%). El candidato de AP sube fuerte en el centro del país, 7 puntos (de 6% a 13%) en el oriente 5 (de 6% a 11%), un poco menos en el sur (de 11% a 14%) y en el norte (de 9% a 12%). En una tendencia poco explicable, baja en el sector A (de 34% a 29%) aunque sigue allí como la primera opción, y escala 6 puntos en el sector C (de 9% a 15%) y 3 en el D (de 5% a 8%). Entre las mujeres sube de 6% a 9%, no avanza entre los jóvenes pero si entre los adultos (de 7% a 10%).
Verónika Mendoza. Con 12% nacional, baja un punto en Lima y sube 4 en las regiones (de 9% a 13%); duplica su intención de voto en el Perú rural (de 6% a 12%) y trepa 11 puntos en el sur del país (de 9% a 20%), y 9 puntos en el centro (de 8% a 17%). También escala 9 puntos en el sector A (de 2% a 11%) y en B (de 10% a 14%), igualmente poco explicable para una candidata de izquierda que concentra una fuerte contracampaña. La candidata del Frente Amplio también penetra en el sector E donde duplica su intención de voto (de 7% a 14%).
Alan García. Para desconsuelo del antiaprismo García resiste. Crece en Lima 3 puntos (de 6% a 9%) y en las ciudades del interior (de 4% a 6%); baja 2 puntos en el otrora sólido norte y sube otros 2 en el sur. El candidato de la Alianza Popular, sube 4 puntos en el sector A y baja 3  en el sector D y sube 4 en E (de 2% 6%).

PERSPECTIVA
Antivotos. La campaña ha pasado claramente a una fase anti que ha limitado hasta ahora las posibilidades de arremetida de Keiko y un mayor crecimiento de Verónika. De aquí para adelante ellas tendrán sobre sí intensas contracampañas. No en vano, los puntos de antivoto que se han movido son los de ellas: Keiko ha pasado de 44% a 46% y Verónika de 34% a 36% (aparte de Alan, de 67% a 69%). En cambio, PPK bajó su antivoto de 37% a 35% y Barnechea lo mantiene en 32%.
Esta polarización por ahora perjudica más a Keiko que reduce fuertemente su feeling ganador, al punto que perdería ante PPK en una 2° vuelta y le ganaría por poco a Barnechea y Verónika. No obstante, en las próxima semanas también podría limitar el crecimiento de Verónica y favorecer a PPK y Barnechea.
El segundo lugar. El antivoto podría más decisivo para definir el segundo lugar aunque como sucedió en otras elecciones también conlleva solidaridad como respuesta. Es importante advertir que a pesar de los antis o por lo antis tenemos algunos hechos relevantes: 1) donde más se han movido los candidatos hacia arriba o hacia abajo son en los sectores A y D, 2) se registran abandonos y adhesiones entre los jóvenes; 3) se mueven más la intención de voto en las regiones del centro y del sur del país; y 4) tanto PPK y Verónica han aumentado el porcentaje de sus votantes seguros, de 10% a 14% y de 7% a 10%, respectivamente.
Territorios en disputa. Es cierto que no existe lugar del país donde no se disputen votos. Sin embargo, con las cifras sobre la mesa, es más probable que el retador de Keiko se defina entre los más ricos del país y entre los más pobres, entre los jóvenes y en el centro y sur del país. Parece ser que allí se están moviendo una masa considerable de votos, con rangos de entre 5 y 10 puntos de incremento o decremento en las adhesiones. En este punto, dos detalles: 1) Gregorio Santos ha subido a 2% y tiene en el sector D 5%, más que Barnechea, por ejemplo; y 2) los otros han pasado de 8% a 3%, incluyendo Toledo.
El voto viciado. Está cayendo en ruta hacia los niveles tradicionales. Los rubros blancos, viciados y no precisos eran de 22% y han pasado a 19%. También se registra una importante caída del voto viciado específicamente de 12% a 9% con más fuerza en las regiones,  en el centro de 16% a 12%, en el sur de 19% a 9% y en el oriente de 11% a 6%. En el sector D ha caído de 16% a 11%.
Razones propias poco convergentes. A pesar de las contracampaña, los antis aun no son verbalizados por los electores, de modo que la virulencia que se aprecia en las redes sociales demorará en trasladarse al discurso de los ciudadanos. Por ahora, las razonas del voto son propias y poco convergentes. Por Keiko votan principalmente porque es mujer y porque luchará contra la delincuencia; por PPK por su experiencia y por su manejo de la economía; por Barnechea porque tiene buenas ideas y visión de futuro; por Verónika porque es nueva y porque también tiene buenas ideas; y por Alan porque tiene experiencia y liderazgo. Estos indicadores señalan que a pesar de las contracampañas hay espacios para la ideas.

domingo, 21 de febrero de 2016

Guzmán y Keiko no deberían estar muy contentos

Por Juan De la Puente
La encuesta de Ipsos publicada hoy presenta un escenario electoral nuevo, distinto al de los 5 o 6 meses anteriores, y es reveladora en dos aspectos:
1.- Destruye la segunda línea del escenario al separar a Julio Guzmán de otros cinco candidatos (PPK, César Acuña, Alan García, Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea) y crea con estos una tercera línea. Ya no más Blancanieves y los siete enanitos. El nuevo escenario es más fragmentado aunque menos disperso. Entre los cinco candidatos mencionados obtienen 28% de intención de voto.
2.- Se definen tendencias que parecen irreversibles a 50 días de las elecciones, entre ellas la caída de PPK (pierde 7 puntos desde diciembre), el desplome de Acuña (cae 7 puntos en un mes) y la irrupción por ahora moderada de Verónika y Barnechea (los dos están en 4%). Alan es un misterio demoscópico porque si bien ha bajado tres puntos desde diciembre, esta caída no es tan profunda como para convertirse en una tendencia. Además, siempre hay que recordar parafraseando al “Puma” Carranza, que el Apra es el Apra.
La primera reacción de los partidarios o votantes de Guzmán debe ser la alegría porque trepa 13 puntos en un mes. No obstante, esta subida no parece corresponder a la intensidad del momento que lo convierte en protagonista. Habida cuenta que ha sido objeto de una extensa publicidad a raíz de las resoluciones del JNE y JEE, y que tiene la oportunidad de presentarse como la gran víctima de las reglas de la vieja política, yo esperaba algunos puntos más, entre 22% y 25%. Podría ser que Guzmán haya desperdiciando un tiempo valioso en las carpas frente al Jurado en lugar de ponerse la vincha y llamar con resolución a la movilización ciudadana para construir una alternativa más potente.
Sobre Keiko, la comodidad del 30% no debe evitar advertir si se desea ser rigurosos que ha caído 3 puntos, casi el 10% de lo que tenía el mes pasado y 5 puntos desde diciembre. Sucede que la destrucción de la figura de Blancanieves también le afecta. Mirando la letra pequeña de la encuesta de Ipsos hay hechos que su campaña tomará en cuenta.
Entre ellas menciono dos; Keiko cae fuertemente en un mes en las regiones; en el centro 16 puntos (de 42% a 26%) en el sur 3 (de 25% a 22%), en el oriente 6 (de 35% a 29%), y en el Perú rural 9 (de 40% a 31%). En compensación a ello, parece haber recibido algo de la caída de 7 puntos de Acuña en el norte.
La composición de la intención de voto de Guzmán es la expresión de este samaqueo que se aprecia fuera de Lima. Guzmán tiene 22% en el Perú Rural y 25% en el sur. En tanto, ha frenado su irrupción entre los jóvenes (24%) y tiene problemas con el sector E (11%), aunque penetra más fácilmente allí que PPK, así como en los sectores C y E.
De hecho, ahora PPK frena a Guzmán como el 2011 frenaba a Toledo. La pelea Guzmán/PPK será la más sangrienta de las próximas semanas, claro si Guzmán sigue en carrera.
El escenario descrito evidencia cierta estabilidad en Lima y en los sectores A y B, y más movimientos en los sectores de “abajo” y en las regiones. También evidencia que a diferencia de diciembre y enero las contracampañas y denuncias han funcionado más que las campañas. Lamento tener la razón en el sentido que la contrapolítica es más fuerte que la política.
Me inclino a pensar que Keiko está saliendo de su zona de confort y que Guzmán es dueño ahora del 18% pero también de un fuerte y rápido anti que ya hizo efecto en Acuña. Guzmán solo puede ensayar una huida hacia adelante, es decir, convertirse en el candidato antifujimorista por excelencia aunque eso lo llevará a cambiar su narrativa y ser menos duro con los que llama dinosaurios. Esa operación de desvestirse y vestirse en medio de la escena es compleja y no siempre ha funcionado.
Finalmente, no sería correcto predecir cómo se resolverá la disputa en la recientemente creada tercera línea. Mientras que PPK y Alan están condenados a combatir a Guzmán, Acuña en bajada tiene la obligación de no pelearse con nadie en particular. A Verónika y Barnechea les ha ido bien hablándole primero al país y quizás sea el tiempo de que ensayen un discurso desde la política contra la antipolitica y sus candidatos precarios, una labor que ahora solo la realiza Alan.

domingo, 17 de enero de 2016

Movimientos y saltos en cámara lenta. La última encuesta Ipsos.

Juan De la Puente
Movimientos y saltos en cámara lenta
Por Juan De la Puente
Puede ser que una encuesta electoral sea la foto de un instante de la campaña pero el análisis no solo debe mirar la foto sino el movimiento, es decir, la tendencia. La encuesta de Ipsos de enero muestra un escenario que se sigue moviendo en cámara lenta, con signos por primera vez consistentes desde setiembre pasado cuando se anunciaron la mayoría de candidaturas.
I. Los signos de este escenario son:
1) La estabilidad de Keiko, Acuña y García, la primera en el tercio de intención de voto, el segundo en 13% (luego de trepar desde el 6% en octubre) y el tercero en el 8%;
2) La caída de PPK (de 16% en octubre y noviembre a 13%) y la de Toledo (de 5% a 3%); y
3) La irrupción de Guzmán, que salta del rubro “otros” a un expectante 5%, colándose entre los medianos, ganando este primer tramo de la pugna de los pequeños.
II. A diferencia de las dos encuestas difundidas esta semana, con tonos dramáticos y sísmicos, es consistente la idea de que estamos ante cambios en la segunda línea. Keiko se mantiene sobre el 30% detectado en abril del año pasado por Ipsos pero no debe perderse de vista que los cambios involucran a cuatro candidatos que intentan organizar distintos tonos de centro político para competir con ella en la segunda vuelta. Entre PPK, Acuña, García, Guzmán y Toledo suman 42% y es probable que las subidas y caídas sean trasvases de un electorado que pregunta, busca, deja, toma y retoma un candidato.
III. Cambios más significativos se aprecian en el rubro denominado antivoto (“definitivamente no votaré por él”). Keiko ha reducido 6 puntos de su antivoto respecto de los últimos meses (de 40% a 34%), PPK 10 puntos, Acuña 9 y García entre 4 y 8 puntos (69% de antivoto en diciembre y 65% en noviembre). En cambio, Guzmán solo tiene 27% de antivoto con un 47% de los que no lo conocen.
Estos cambios son el reflejo de que la campaña ha empezado y que por ahora "las" campañas son más eficaces que las contracampañas, aunque el resultado debe medirse en función del esfuerzo y de los recursos económicos desplegados por cada candidato. Calle y mensaje están en disputa y tal parece que por ahora la calle pesa más que la publicidad pagada.
Es este punto, una anotación: solo Keiko luce un aumento en el rubro “definitivamente votaré por él” de 27% a 32%.
IV. Otros elementos del sondeo de Ipsos son relevantes. Uno de ellos es que la mayoría (51%) se muestra de acuerdo con la exclusión de las listas parlamentarias de figuras emblemáticas del fujimorismo, a contracorriente de quienes señalaban que esa decisión de Keiko la alejaría del votante clásico fujimorista. Luego, también una mayoría desaprueba la alianza Apra-PPC aunque es probable que entre ese 51% se encuentren los que no votarán por ella. Por la misma razón, el 32% de los que se muestran de acuerdo con ese pacto, son cuatro veces más que el 8% de intención de voto de García, un espacio conquistable.
V. Tendencias. Seria equívoco pretender que un análisis serio señale que candidato caerá o quien tiene “más chance” de crecer (como escuché esta semana al jefe de una encuestadora). Sin chamanismos, las únicas tendencias son la rebaja del antivoto y que los trasvases en la segunda línea continuarán. La caída de la puntera de los sondeos, Keiko, debajo del 30% por ahora parece depender más de una conjunción adecuada de errores de campaña y contracampañas exitosas, lo que no está a la vista porque sus contendores todavía están peleando entre ellos.

sábado, 2 de enero de 2016

Gente como uno (GCU)

http://larepublica.pe/impresa/opinion/728617-gente-como-uno-gcu
La República
La mitadmasuno
25 de diciembre 2015
Juan De la Puente
La polémica sobre la agresión de una ciudadana a un policía en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, condenada a 6 años y 8 meses de prisión, es emblemática para otra discusión más crucial sobre el papel de las leyes y de la justicia en la lucha contra el delito. Como ya sucedió en México y otros países que experimentan el auge del crimen, se vislumbran dos fenómenos en pugna ante el delito, el populismo penal y el clasismo elitista.
El país lleva una década de cambios legislativos para hacer de esta regulación más severa en penas y menos garantista respecto de los infractores. Esta espiral se eleva por un impulso multiclasista con sed de venganza más que de sanción y es probable que no se detenga hasta la ampliación de la pena de muerte y la eliminación de todo beneficio penitenciario.
Parte de este populismo es la tolerancia con el gatillo fácil policial estimulado también legalmente, excepto la reciente Ley sobre el uso de la fuerza por la PNP (D. Leg. Nº 1186), de modo que, por ejemplo, era natural que en diciembre del año 2009 una encuesta de Ipsos revelara que el 47% aprobaba la existencia de escuadrones policiales que ejecuten a delincuentes.
El populismo penal no es el único fenómeno que se observa frente al delito. Se aprecia también un clasismo elitista que entiende que los secuestradores, extorsionadores y narcotraficantes son siempre los otros, los de abajo, los peruanos de “color puerta”. Nos lo dice todos los días la falta de imaginación para bautizar a los detenidos como “cholo” “negra” o ”chino” o la historia sin fin de las bandas de “malditos” siempre de Cantogrande,  Bayóvar o Huáscar aunque se apresen bandas cuyos miembros vivan, todos, en Chacarilla, Camacho o La Molina.
En el caso del Aeropuerto Jorge Chávez han chocado populismo y elitismo con la justicia al medio, la que siempre paga los platos rotos. Y han salido chispas. La  agresión de una mujer de camioneta 4x4 a un policía mestizo no puede ser más simbólica de ambas subjetividades que actúan en lo público. Frente a la intervención policial por una infracción cierta la ciudadana manoteó y derribó el casco del policía, le dio una bofetada, lo insultó, le dijo que no lo habían enviado al colegio y luego arrancó su vehículo atropellando a los policías que estaban delante.
La condena a la infractora se vio rápidamente en disputa. Una página de Facebook que reclama por su libertad tilda de resentido social al policía agredido, sostiene que la acusada solo lo despeinó, que los policías del Perú son acomplejados y que este es un caso de abuso contra la minoría blanca del Perú, lo que involucra al juez.
El cuestionamiento jurídico de la sentencia empezó usando los vocablos desproporcionado y excesivo, escondiendo que el mar de fondo es la desordenada reforma penal a la que ha conducido la crisis de seguridad del país, uno de cuyos resultados es la obligada terminación anticipada de los procesos llamados “inmediatos” en casos de flagrancia, para lo cual se modificó otra vez el Código Penal (D. Leg. Nº 1194).
Varios abogados que hemos criticado desde hace años el populismo penal hemos sido enfrentados por quienes desde una visión conservadora se imaginan una justicia sin derechos operando bajo la lógica de “mientras el populismo penal no me afecte ¡Viva la pena! En esta ocasión, ese grupo social se ha sentido afectado por una norma que creía que jamás los alcanzaría basados en sus apreciaciones de que el delito no es propio de Gente Como Uno (GCU). La conclusión es la de siempre, un grupo contra una ley que acaba de descubrir que puede castigar severamente la prepotencia.
Los GCU han retrocedido y piden condenas benignas. Desde el gobierno han dicho con dramática sinceridad que la ley de flagrancia no fue pensada para las agresiones individuales sino para la resistencia a la policía en casos de marchas y desalojos. Tranquilos, así la cosa cambia; la justicia se había equivocado, es decir, había acertado; creía que era para todos. Qué ingenua. (Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad).

viernes, 1 de enero de 2016

Primeras victorias de la contrapolítica

http://larepublica.pe/impresa/opinion/719838-primeras-victorias-de-la-contrapolitica
La República
La mitadmasuno
20 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de Ipsos nos coloca ante un escenario a punto de cerrarse con una oferta electoral limitada, que franquea o libera la actitud de los electores ante los candidatos presidenciales. En ella se aprecia que ha concluido la demolición de los tradicionales tabúes que relacionaban ética y voto. Sin duda, nuestra contrapolítica es la fase superior de la antipolítica.
Según el sondeo, la mitad de peruanos (48%) no cree que alguno de los 5 aspirantes presidenciales ubicados en los primeros lugares de intención de voto sea honesto. Sin embargo cree que, cifras más o menos, son inteligentes, carismáticos y dotados de experiencia y liderazgo, de modo que entre todos suman el 75% de intención de voto.
El cuadro de la oferta y demanda electoral actual se completa con otros 2 datos curiosos: una abrumadora mayoría superior al 90% cree que los aspirantes a la presidencia deberían presentar certificados penales, peritajes psiquiátricos y de ingreso económicos y de propiedades, en tanto que otra contundente mayoría, en cifras que van desde el 53% al 72%, está en contra de que los partidos reciban financiamiento del Estado, y de empresas e instituciones privadas, es decir, casi que vivan del aire.
El pragmatismo de los ciudadanos o su supuesta ignorancia no son suficientes para explicar esta suerte de sobreexigencia a los políticos vs tolerancia con la actual oferta electoral. En el abandono de los códigos clásicos que subordinaban la honestidad a la confianza juega más la contrapolítica de las élites, principalmente la que se asume democrática, la misma que ha sido incapaz de gestionar cambios de algún calado que fortalezcan la representación y las instituciones.
La antipolítica que implantó el fujimorismo no fue atajada y ya fue. Por el contrario, se ha recreado varias veces disolviendo aún más las relaciones, lealtades, programas, discursos y símbolos de la política. Esta tendencia ha producido una nube impresionante de políticos y grupos sin identidad y conexión en la base de la sociedad, un proceso que ha llegado al ámbito mayor, llamado nacional solo como costumbre porque el Perú carece precisamente de eso, de voto nacional y de identidades nacionales. Como nunca desde 1980, los grupos “nacionales” solo ganaron el año pasado el 18% de provincias y el 22% de distritos.
La contrapolítica es eso, una completa recusación a toda práctica política y el rechazo a un mínimo estándar de representación pactada, es decir, un vaciamiento de los más elementales principios republicanos. La frase redondeada en una encuesta del año pasado, de “voto por el que roba pero hace obra” es más que una intención de voto; podría ser el título de un libro con centenares de sentidos más comunes de lo que pensamos, entre ellos los manidos “déjame trabajar, hermanito” e “importa poco en qué lista soy candidato”.
Para quienes se preguntaban cómo sobreviven los ciudadanos en este nivel de la crisis del sistema, la respuesta es que la contrapolítica, que es la crisis misma, es muy prometedora. Ella tiene la vida asegurada y le proveerá de cuadros al sistema con el mismo estándar que presentan ahora las 10 mil autoridades elegidas por el voto popular. Sin reforma a la vista ya es una forma de hacer y ver la política, una manera de ensanchar el campo de la ciudadanía y que permite –aunque lamentablemente– una integración igualmente cínica de los peruanos a un sistema híbrido, dividido y fragmentado.
Eso es lo que tenemos. A veces sonrío cuando leo a columnistas y/o académicos desesperarse porque los ciudadanos no calzan en los moldes clásicos o no se comportan como ellos quieren. No tendrían que hacerlo si los primeros en “desrepublicanizarse” han sido las élites llamadas nacionales. Si nos atenemos a la tensión entre la promesa republicana y la neoliberal de la que nos hablaba hace algunos años Alberto Vergara, ya tenemos ante nosotros la síntesis de ese desencuentro, con menos república por supuesto.

viernes, 23 de octubre de 2015

PPK y Alan, la batalla

http://larepublica.pe/impresa/opinion/712576-ppk-y-alan-la-batalla
La República
La mitadmasuno
23 de octubre de 2015
Juan De la Puente
Las candidaturas de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Alan García Pérez (AGP) se han emplazado en un mismo espacio del escenario electoral. En conjunto suman ahora más de un quinto de la intención de voto aunque la zona en la que se mueven es más amplia y en ella se inscriben Alejandro Toledo y César Acuña, inclusive.
La reciente encuesta de Ipsos da cuenta de esa coincidencia. A García, los ciudadanos le reconocen que tiene más experiencia que PPK, que es más trabajador y que conoce más que PPK los problemas de la gente. De PPK piensan que es mejor en economía, que es más honesto y que tiene más visión de futuro que García. En varias de las comparaciones empatan,  incluyendo en la capacidad de liderazgo y en los temas en los que son poco reconocidos, como en las propuestas sobre seguridad, lucha contra la corrupción y política social. Es extraño que también empaten muy a la baja en la variable “tiene buen equipo” cuando, objetivamente, las tecnocracias de ambos son reconocidas públicamente.
Entre PPK y AGP se avecina una dura batalla; de ella depende la naturaleza de la disputa en la segunda vuelta. Esta posibilidad no niega otra que ha circulado estos días, la de una arremetida de un candidato chico. En cualquiera de las opciones, el espacio en disputa existe y está delimitado por los discursos y por las candidaturas de Keiko Fujimori y las que intentan jugar entre la izquierda y el centro izquierda. Cierto, todos están acomodando en la pista y falta mucho para abril, pero la música ya está sonando. Y están bailando.
Los dos tienen un apreciable porcentaje antivoto; AGP tiene uno más alto (64%), aunque sorprende que PPK tenga uno pronunciado (42%). En definitiva, el anti de AGP es su principal problema y de él depende no solo que llegue a la segunda vuelta sino que crezca en la primera.
Si se afirma que el antialanismo es el factor que impide el crecimiento de García, ¿por qué no crece PPK que tienen más tiempo en campaña y menos cuestionamiento personal? La respuesta reside menos en los atributos personales y más en factores objetivos, decisivos de cara a la primera vuelta.
AGP es el más acosado del escenario, más que Keiko Fujimori, inclusive, pero PPK tiene más competidores directos. Por ejemplo, Toledo estorba a PPK desempeñando el mismo papel que este jugó contra el ex Presidente en el primer tramo de las elecciones del 2011, derribándolo finalmente. En tanto, la irrupción de Acuña, que ya devoró una parte del sólido norte aprista en dos procesos electorales, va primero tras los potenciales electores de PPK.
Por otro lado, PPK tiene dos problemas que conforme se acerquen las elecciones serán limitantes de carácter político: la edad y la dispersión interna. Sobre lo último, es difícil imaginarse la fragmentación de su bancada parlamentaria, con humores que van desde la DBA hasta la izquierda, nostálgica cierto, pero al fin y al cabo izquierda, una variedad más disolvente que el aguarrás que el electorado puede oler antes de la primera vuelta. De hecho, algo de esa precariedad ya se siente ahora.
Ambos tienen alternativas. García tiene la posibilidad de mover el músculo del Apra. PPK, que para efectos prácticos no tiene partido, puede mover el músculo de los medios, que no es poca cosa. No obstante, no es suficiente en el país de la antipolítica; no se sabe en qué medida ambos sean conscientes de que sus candidaturas son limeñas, urbanas y más afianzadas en los sectores A/B.
Finalmente, será difícil que puedan pescar más votos a la derecha; por esa razón, necesitan de pactos sociales aun sean tácitos y a través del discurso, en lo que García ha avanzado aunque erradamente, con la iniciativa de sacar a las FFAA a combatir el delito pretendiendo recoger la adhesión ya comprometida del Perú autoritario. PPK ha avanzado en la búsqueda de alianzas regionales y locales aunque ha cometido errores en el fichado de personajes cuestionados, como el innombrable médico que manosea su condición de padre de un joven fallecido.
Con o sin estos movimientos, no tienen más remedio: PPK debe ser anti García y este el anti PPK.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Keiko la rompe

http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe
La República
La mitadmasuno
24 de julio de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de IPSOS trae por lo menos tres novedades, interesantes aún para una campaña electoral adelantada, considerando que faltan más de 8 meses para la primera vuelta. Son datos sugerentes que agrietan el molde clásico en el que se cocina la competencia entre los candidatos llamados tradicionales.
Primero. Nuevos ejes de la campaña. La seguridad y la corrupción se convierten en los principales problemas que interesan a los ciudadanos, más que duplicando como expectativa al desempleo, a la pobreza y al costo de vida. Este es un coctel amargo para todos, un cambio de fondo respecto a las campañas del 2001, 2006 y 2011, dos temas que hacen uno, y que más que un desafío son una interpelación a la política, un reclamo que los candidatos deberán empeñarse en responder.
No es seguro que sean los ejes definitivos de la campaña. En tanto, los candidatos no están cubriendo estas expectativas o, mejor dicho, los movimientos que ensayan parecen ir en una dirección distinta a la que se mueve la opinión pública. La predominancia de la inseguridad/corrupción no les pide ponderación a los aspirantes presidenciales, de modo que quizás nos encontremos muy cerca de ofertas radicales en este campo, so pena de la irrupción de un candidato sorpresivo que prometa un menú más convincente, duro y popular.
El coctel inseguridad/corrupción que bebemos todos es, a golpe de fracasos, también una puerta abierta para todo, inclusive para el populismo. En el rubro seguridad, los candidatos no se atreven todavía a jugar fuerte con la militarización de la lucha contra el delito y con la ampliación de la pena de muerte; y sobre la corrupción, parece que nos dirigimos a un pacto entre la política y el ciudadano cínico –el que abjura de la corrupción pero le saca provecho– que votará por medidas radicales a sabiendas de su inviabilidad.
Segundo. Keiko Fujimori rompe el techo del tercio electoral. La candidata de Fuerza Popular tenía una intención de voto de alrededor del 30%. En el sondeo de IPSOS salta al 36% en la pregunta con tarjeta, duplicando a PPK (17%), triplicando a Alan García (12%) y más que cuadruplicando a Alejandro Toledo (8%). Keiko también derrotaría a PPK y a García en una segunda vuelta, y aparece muy favorecida a diferencia del 2011 en las alternativas “definitivamente votaría por ella” y “podría votar por ella” (49%), y más capacitada para encarar la corrupción, la delincuencia y el desempleo.
Sin magnificar la tendencia, es interesante reparar en que 3 de cada 10 peruanos creen que el fujimorismo puede liderar la lucha contra la corrupción y la delincuencia, una imagen que lleva a preguntas que incomodan algunos sentidos comunes: ¿Son más fuertes otros “antis” que el antifujimorismo? ¿Es eficaz la actual política antifujimorista basada en la memoria, y que no aborda el actual comportamiento de Fuerza Popular? ¿Mide ahora la opinión pública a Keiko con una vara distinta a la del 2011? ¿Creen los ciudadanos, a diferencia de la elite política, que Keiko expresa el neofujimorismo?
Tercero. El electorado ha iniciado (o empezó hace rato) un giro conservador. No repetiré en este punto lo que afirma otro sondeo reciente que amarra a los peruanos con modelos sin vasos comunicantes. En cambio el sondeo de IPSOS expone el escaso arraigo de la izquierda, el copamiento del escenario por una derecha que entra y sale del centro con gracia y salero, el escaso número de los que piden que el próximo presidente sea democrático y el bajo índice de votos blancos y viciados.
Aquí, más preguntas incómodas: ¿El Perú ya está preparado para elegir por primera vez desde 1956 un gobierno conservador a cara descubierta? ¿Será la izquierda la gran derrotada del quinquenio humalista, la que pague los platos rotos del fracaso de la Gran Transformación? ¿La derecha ha empezado a repartirse los efectos personales de una izquierda ausente? ¿Ante el riesgo de la derrota aplastante, es preferible una candidatura izquierda/izquierda o izquierda/centro?

La corrupción jajajá

http://larepublica.pe/impresa/opinion/10676-la-corrupcion-jajaja
La República
La mitadmasuno
26 de junio de 2015
Juan De la Puente
Los cuatro candidatos que concentran casi dos tercios de la intención de voto para las elecciones del próximo año son al mismo tiempo considerados, con algunas diferencias, como totalmente o “mayormente” corruptos, según una reciente encuesta de Ipsos. Un siguiente dato es concluyente: el porcentaje de los que piensan que alguno de los aspirantes es “totalmente” honrado no supera en ningún caso el 12%.
Podríamos sostener un eterno debate sobre si es posible que una persona solo sea “un poco corrupta” sin serlo “totalmente”. No es el caso por ahora. Lo más importante reside en la revelación de una aparente contradicción entre la crítica a la clase política y la disposición a votar por ella.
Esta conducta se explica generalmente desde la teoría de la elección racional; según esta, el votante se guía por la búsqueda de ventajas personales luego de un cálculo de costo/beneficio, una tesis que posteriores estudios relativizaron poniendo más énfasis en el voto de identidad, más colectivo y menos individual. Desde esta teoría, la preferencia del elector peruano a favor de quien “roba pero hace obra” o alguien parecido a esta figura expresaría un voto extremadamente pragmático a causa de la decepción y la desconfianza, y no de la ignorancia.
Estas razones no dejan de ser ciertas, pero no ayudan a explicar totalmente lo que está a punto de suceder con por lo menos 15 millones de votos dentro de unos meses, especialmente si el argumento induce a pensar que el elector peruano era bueno y se ha convertido en malo por culpa de los malos políticos.
Sucede que nuestro pragmatismo es también una forma de populismo construido más allá de la política y del Estado, un proceso en el que las elites y los ciudadanos se influyen mutuamente. El voto por candidatos a los que se consideran corruptos o “algo” corruptos no solo es un efecto; es también la síntesis de una larga interacción, una concurrencia, una correlación en la que tiene un papel decisivo la corrupción misma, no como un problema de los de arriba sino como uno de los movimientos sociales más vastos de los últimos años.
No nos engañemos; que una parte de los ciudadanos se apreste a votar por candidatos a los que cuestiona moralmente no significa necesariamente una concesión a la corrupción “de los otros” sino el reconocimiento de que esta es profunda, sostenible e íntima. En el peor de los casos, desde esa lógica no parece ser muy clara la brecha entre los corruptos de arriba y los honrados de abajo.
Este contexto en que medios, políticos y académicos adulan al elector y señalan a los corruptos y a los que podrían serlo pero callan sobre el fenómeno, es ideal para que la sociedad le vuelva la espalda al problema. El resultado de este modelo de abordar la corrupción como caso judicial y no como movimiento social llevó a que en las elecciones regionales fuesen elegidos 14 gobernadores regionales investigados, denunciados o imputados, de los cuales tres (los de Huancavelica, Ayacucho y Moquegua) fueron objeto de sentencia y otros cuatro están a la espera de una decisión judicial.
Es importante como hito fundacional el pronunciamiento reciente “Nos merecemos más”, aunque los actuales escándalos de corrupción que copan los medios en forma determinante difícilmente serán el primer imperativo de la agenda electoral. En este punto, el votante peruano promedio es más prosistema de lo que parece, al grado de que por ahora no debería esperarse que el llamado voto ético sea significativo. Una muestra de esto es la escasísima atención que le prestan a la corrupción los dos frentes de izquierda que se forman de cara a las elecciones y las pocas referencias que recibe de los nuevos políticos.
Es evidente que, en este asunto, los sondeos no presentan nada nuevo, aunque de igual modo colocan sobre la mesa una compleja dinámica donde lo ilegítimo es relativo por la escasa censura social que concita. Tampoco importa mucho por ahora –mañana podría ser tarde– que exprese el punto más alto de la crisis de representación.