Por Juan De la Puente
La
reciente encuesta de GFK (30 de octubre) como la anterior de IPSOS (16 de
octubre) revela la caída de la aprobación de los políticos en el poder o fuera
de él y de las instituciones. Por esa
razón no se puede analizar los 100 días de PPK olvidando las cifras y
reiterando las visiones de un escenario convencional, olvidando la excepcionalidad
de la actual gobernabilidad peruana. Aquí algunas reflexiones
2.- Por fortuna, el
escenario es menos plano que nunca. En la encuesta de GFK se confirma que la
aceptación del gobierno reproduce las brechas sociales y territoriales ya
conocidas y se expresa a través de mayores grados de tolerancia o desconfianza
ciudadana. PPK ha caído a una aprobación de 52% pero mantiene el 70% en los
sectores A/B y cae aún más en los
sectores D/E a 48%. Esta aprobación es mayor en el centro y oriente del Perú,
de 61% y 63% respectivamente, y el mismo tiempo, Lima refleja un clima político
especial, donde la aprobación es menor (47%) y la desaprobación es mayor (35%).
Allí se condensa la desconfianza.
3.- No hemos
olvidado las elecciones. Por otro lado, a pesar de que los ciudadanos demandan
la unidad y el cese de las disputas partidarias, las tensiones electorales parecen
no haberse diluido. Los votantes de Keiko Fujimori perdieron la paciencia con
PPK y por esta razón solo el 32% lo aprueba y el 52% lo desaprueba. En cambio,
los votantes de PPK resisten: lo aprueba
el 77% y solo el 12% lo desaprueba.
Si
nos atenemos a las encuestas de julio, agosto y setiembre parecía que el país
había pasado la página en tanto que los ciudadanos premiaban a todos por su
moderación y cooperación. Este temperamento se evidencia precario como el de
los políticos y solo se puede explicar por la re-emergencia de la desconfianza
o las expectativas urgentes que no han recibido una inyección de optimismo.
4.- Todos bajan. En efecto, el Poder Judicial es
solo de 13% y su desaprobación se acerca al 70%. El Congreso pierde 12 puntos
de respaldo (de 39% a 27%.) y su
presidenta, Luz Salgado, baja ocho puntos, (de 44% a 36%). En otros sondeos, como
el de IPSOS de octubre, se advierte que también el descenso de la aprobación del
Poder Judicial y de Keiko Fujimori.
5.- Vuelve la
desconfianza.
A los 100 días del inicio del gobierno de PPK ha retornado la desconfianza en
el sistema político. Los datos que muestran un deterioro inicial de las
percepciones sobre el gobierno y que revelan una crisis abierta por los casos
Moreno y Las Bambas y este dato cambia esencialmente el balance de los 100 días
de PPK, no para negar lo evidente sino para obligarnos a pasar de la epidermis. Los 100 días de PPK son los 100 del Congreso y del Perú pos electoral. Al fin y al cabo, son los 100 de todos, aunque duela.
6.- El principal
logro de los 100 días es el logro de un esquema de gobernabilidad compartida
con el Congreso.
Esta una suerte de consenso a palos que a pesar de las tensiones diluye por
ahora la posibilidad de un escenario de bloqueo y de vetos del Parlamento al
Gobierno. El que ha ganado más con este esquema es el Gobierno pero el
fujimorismo, aunque en menor medida no deja de ganar porque aparte del camino
escogido no tenía otro. Asumir las otras opciones habría sido un suicidio aunque este esquema se dirija luego del caso Moreno a una dualidad que varios relativizábamos hace cuatro meses.
Esta
gobernabilidad compartida no tiene la misma recepción en la sociedad. Desde el inicio
del gobierno se aprecia una narrativa unitarista de los ciudadanos que se volcaron
en absoluta mayoría a favor de que el Congreso le otorgue el voto de confianza
al Gabinete Zavala y le otorgue las facultades legislativas. No hay duda que en
poco o mucho, el incremento de la aprobación del Congreso y de su presidenta
está relacionada a la respuesta positiva ante este reclamo.
El
cuestionamiento de ese consenso tácito tiene en la narrativa empresarial más
exigente, el pedido de convertirse en un pacto de cogobierno, aunque es criticado
también por una parte de la élite, con el argumento de que el gobierno está
entregando demasiado o que una probable alianza le hace perder al Gobierno
perfil y perspectiva. Esta percepción se ve impulsada por decisiones como la
designación de José Chlimper y de Rafael Rey al Congreso, u otras anteriores.
En una parte del establishment no existe esa narrativa unitarista.
7.-
Por
lo señalado, un balance de los 100 días de PPK no puede basarse en la
separación al gobierno de la oposición parlamentaria, o en el análisis
de los sectores para determinar aciertos y errores. No cabe duda que el Gobierno
ha hecho algunas cosas bien y otras mal, al igual que el Congreso, pero el saldo
del balance no puede ser la mirada convencional de un escenario que no existe.
La
narrativa unitarista está llegando a su fin, La desconfianza se está convirtiendo
en el signo dominante de la política. Los técnicos de PPK sufren de un déficit
de política y los políticos del Parlamento. El país ya no quiere los pactos
para conservar sino para cambiar. Es la otra cara de la gobernabilidad
compartida.