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sábado, 2 de enero de 2016

Pacto electoral o choque y fuga

http://larepublica.pe/impresa/opinion/726895-pacto-electoral-o-choque-y-fuga
La República
La mitadmasuno
18 de diciembre 2015
Juan De la Puente
Dos preguntas surgen del reciente acuerdo electoral entre el Apra y el PPC criticados porque Alan García le habría robado por lo menos una vez a Lourdes Flores el pase a la segunda vuelta y porque ésta en algún momento, hace 20 años, calificó de corrupto a García y a su primer gobierno: 1) ¿Es ético que los adversarios se alíen electoralmente; y 2) ¿Qué condiciones exige una alianza para que sea políticamente correcta?
Yo agregaría otras interrogantes:
1) ¿Por qué los partidos de izquierda, que se descalifican más enconadamente, tienen derecho a aliarse y no el Apra y el PPC?;
2) ¿Solo son aceptables los pactos fugaces en el Congreso para votar leyes económicas?;
3) ¿Son mejores para la democracia los pactos duraderos o los pactos “choque y fuga”?;
4) ¿Cómo jugará esta fobia al pacto cuando el nuevo gobierno necesite de acuerdos quizás más que los anteriores?
La historia, esa vieja señora, nos brinda algunas respuestas. Entre 1895 y 1980 el Perú fue gobernado 42 años por gobiernos de facto, 6 años por un gobierno civil de un solo grupo político (el primer gobierno de Manuel Prado) y 38 años por gobiernos surgidos de alianzas electorales o pactos políticos. Es decir el 86% de la vida democrática 1895-980 fue gobernada por pactos.
Es más, desde la Guerra con Chile y a lo largo del siglo XX no hubo partido significativo que no pactara incluso con sus adversarios más enconados, como fue la Coalición Nacional (entre el Partido Civilista y el Partido Demócrata, pierolista), la alianza entre el civilismo y el Partido Constitucional, cacerista; la Convención Nacional (alianza entre civilistas, liberales y constitucionalistas) que llevó al poder a José Pardo y Barreda en 1915; el Frente Democrático Nacional (Apra, Partido Comunista y Partido Socialista) para apoyar a José Luis Bustamante y Rivero (1945); la llamada “convivencia” del Apra y el Movimiento Democrático Peruano que hizo a Prado presidente nuevamente (1956) y la alianza de Acción Popular y la Democracia Cristiana que le permitió a Fernando Belaunde ganar en 1963.
También es cierto que desde 1980 los acuerdos electorales no ganan elecciones aunque sobreviven los pactos de gobierno postelectorales (AP-PPC 1980/84, PP-FIM 2001/05) y los acuerdos parlamentarios como el del Apra y el fujimorismo entre el 2006 y el 2011.
La mirada de los pactos forma parte de nuestra visión ideológica.  La izquierda denunció el pacto Apra-PPC en la Constituyente de 1978 pero defendió la Constitución de 1979. Por otro lado, nos horroriza menos que un gobierno elegido por la izquierda voltee a la derecha y que militantes de ideas políticas de una vida se pasen sin explicaciones a la otra acera. Del mismo modo, en Alemania, el SPD-socialdemócrata y el CSU-socialcristiano se tiran los trastos en la campaña pero se ven obligados a pactar un gobierno complejo, un consenso a palos a gusto de los alemanes, en tanto que en Grecia, el socialista Alexis Tsipras ha pactado sus dos gobiernos con el grupo Griegos Independientes, la derecha nacionalista ultrarreligiosa.
Creo que un pacto electoral es una decisión republicana; no creo que el acuerdo Apra-PPC sea contranatura –si el término se aplica a los valores intrínsecos no negociables– si ambos se parecen, se han acercado los últimos 5 años y se han besuqueado los últimos 2, aunque queda claro que allí sobran Chim Pum Callao y Fuerza Loretana con graves cargos de corrupción generalizada en las regiones que dirigieron.
Este acuerdo será histórico si lo quiere la historia. Si triunfa deberá luchar por sobrevivir y si no, pasará al desván de los pactos fallidos como Izquierda Unida (1980/89), el Fredemo (1988/90) o el Frente de Centro (2006). Por ahora, es un pacto obligado por las circunstancias; se parece más a la alianza entre el Apra y el odriísmo (1963/68) porque confirma el giro aprista hacia la derecha, aunque difiere de aquella porque el acuerdo Haya-Odría fue mucho más voluntario. No me queda duda sin embargo que es una decisión responsable a la que no habría que tirarle piedras, atrincherados en lo que sucedió hace 20 años.

Candidatos: ¿Se parecen demasiado?

http://larepublica.pe/impresa/politica/723791-candidatos-se-parecen-demasiado
La República
(Balance corto de CADE 2015)
6 de diciembre de 2015
Juan De la Puente
La idea general luego de las exposiciones de los candidatos presidenciales en CADE 2015 es que los aspirantes se parecen tanto en las propuestas como en sus omisiones. De los tres grandes problemas que dominan la campaña electoral –la desaceleración de la economía, la corrupción y la inseguridad– solo el primero fue abordado con cierta amplitud –aunque no en profundidad– en una medida que permite considerar la evolución del Perú si alguno de ellos ganara las elecciones.Esta coincidencia no es suficiente para generar un consenso sobre un nuevo ciclo de crecimiento. Localizadas en la inversión pública, las propuestas no abordaron dos reclamos actuales, la caída de la inversión privada y la diversificación productiva.
Ha faltado más coherencia dirigida a proyectar una imagen completa de ese pacto para una estabilidad macroeconómica que nos es necesaria.
Las diferencias están en su disposición a relacionarse con los ciudadanos. Dos ejemplos sobre ello: 
1) Alan García y AlejandroToledo apuestan por la política mientras que los otros tres reducen el gobierno a la gestión técnica; es la colisión entre la década de 2001-2011 con la de 1990-2000, de la que Humala es una síntesis desarmada. PPK llegó al extremo de prometer menos política, como si esa contra-política no nos estuviera matando. 
2) Dos candidatos, García y PPK, designaron ante cámaras a sus ministros de Economía, mientras Keiko guardó bajo siete llaves la identidad de su equipo.
La presentación en la CADE 2015 ha servido también para verificar otros límites. Los candidatos carecen por ahora de una visión que relacione un probable gobierno suyo con las reformas institucionales que el país necesita con urgencia, y ya no solo las 32 iniciativas presentadas por la Asociación Civil Transparencia, sino a otras referidas a la corrupción y a la inseguridad. Si esa carencia obedece a la convicción de que los próximos 5 años son una simple extensión de los últimos 15, tenemos problemas. 
Finalmente, también ha servido para fijar un techo conceptual al crecimiento de Acuña, que parece adolecer de la misma falta de calidad que su presentación.

viernes, 1 de enero de 2016

Gobernar, cambiar, pactar

http://larepublica.pe/impresa/opinion/723313-gobernar-cambiar-y-pactar
La mitadmasuno
La República
4 de diciembre 2015
Juan De la Puente
Uno de los temas que deberán abordar los candidatos que hoy concurren a #CADE2015 es el de la reforma política. La demanda de cambios institucionales ha llegado a un nivel en el que es imposible no referirse a ella, de modo que si un candidato cree que puede llegar a Palacio de Gobierno eludiendo esta respuesta, comete un grave error. Incluso podrían esquivar el tema en esta oportunidad pero no podrán evitarlo a lo largo de la campaña y además tener éxito electoral.
La reforma es el eje sobre el que girará la política en los próximos 5 años, tanto los cambios que se requieren para impulsar un nuevo ciclo de crecimiento como para atajar la severa perdida de legitimidad de líderes e instituciones. Si se trata de resumir, aun a riesgo de esquematizar, las características del próximo Presidente de la República, estas son: 1) Un presidente fuerte con un margen de maniobra suficiente para la toma de decisiones difíciles; 2) que sepa pactar a tiempo y conservar los pactos, sobre todo en el Congreso; 3) que sea capaz de llevar adelante reformas (y que no solo las predique); y 4) que culmine su mandato.
La idea de que el próximo año elegiremos un presidente que solo nos gobierne es un error, por incompleta. No solo por el hecho de que como sucede siempre elegiremos un poder (el Ejecutivo) y un contrapoder (el Congreso), sino porque en ambos casos se han revelado cambios en el actual período: el primero nos ha mostrado que puede debilitarse a niveles inéditos, mientras que el segundo nos ha enseñado que, si quiere, puede jaquear la gobernabilidad sin mucho esfuerzo. Ahí están para los incrédulos las veces en que el Parlamento votó ámbar en la investidura de los premieres René Cornejo y Ana Jara.
El nuevo presidente no solo debe gobernar. La agenda que le espera es un poco más gorda: debe gobernar pactando, reformando y en esa medida garantizar la gobernabilidad, de modo que deberá esforzarse tres veces más. Considerando tal perspectiva, las obligaciones de los candidatos con los electores son mayores y los temas que deberían abordar son más complejos y exigibles.
Una de estas obligaciones se refiere al contrapoder señalado líneas arriba. Me temo que, salvo alguna excepción, los candidatos presidenciales no están siendo responsables en la elaboración de las listas parlamentarias, una tarea que acometen con la peligrosa idea de sumar apoyos y dinero, una táctica que en el gobierno o fuera de él podría reventarle al sistema en la cara. Evitar que un grupo de piratas aborden el barco parlamentario es ahora –entiéndase bien, ahora– una obligación republicana que debe ser exigida a quienes compiten por el poder.
La gobernabilidad en los próximos años estará en el Congreso, en la calle, en los medios, en el mercado y, claro, en el gobierno mismo. En esa medida, el “yo haré” es muy importante pero nuevamente incompleto. En la línea de las reformas, el “nosotros haremos” adquiere una significación estratégica porque indica la capacidad del nuevo poder de relacionarse con otros poderes, legales o fácticos, para conseguir resultados. Solo por poner un ejemplo, no será posible reformar la administración de justicia sin pactos con el Congreso, el Poder Judicial y otros organismos constitucionales.
No estoy seguro de que todos los candidatos se encuentren mentalizados con la idea de gobernar cambiando y pactando. Sobre lo primero, las referencias a las reformas han sido escasas y en cambio se aprecia una cultura tecno-burocrática en la elaboración de los planes de gobierno; las comisiones que los elaboran son enclaves cerrados de tecnócratas sin conexión con la política. Sobre los pactos, me temo que el formato de la campaña electoral, que transcurre como una prolongación de la guerra política de los últimos tres años, no podrá ser desmontado debido a la formación de un escenario igualmente inédito en el que no se aprecia un centro político y vasos comunicantes. Es cierto, en política los enemigos pactan, pero las heridas demoran en cerrar y no sé si el país espere.

Agárrate del cambio, ahora

http://larepublica.pe/impresa/opinion/721522-agarrate-del-cambio-ahora
La República
La mitadmasuno
27 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
La próxima semana los 5 candidatos presidenciales mejor ubicados en las encuestas sobre intención de voto expondrán en CADE 2015 los avances de sus planes de gobierno. No será un debate cara a cara pero será la primera oportunidad para compulsar los contenidos de las opciones para el próximo quinquenio.
Este primer encuentro es tan inédito como el proceso electoral mismo que vivimos. El lema de CADE “El Perú necesita cambios para seguir creciendo” contrasta con la timidez de los políticos para proponerlos. Esta brecha, entre política vacilante vs instituciones que demandan transformaciones, resume un impensado cambio de roles que la crisis política está fraguando.
En las elecciones del 2006 y 2011, el mercado se situó en una posición recelosa del cambio y fueron los líderes políticos los que impulsaron el debate sobre los ajustes al llamado “modelo” y en menor medida la reforma de las instituciones. Ahora, a pesar de un proceso crítico a cuestas, son los políticos los recelosos de las reformas y estas son sugeridas desde otros lados del escenario. Por ejemplo, las propuestas de reforma electoral fueron impulsadas por los organismos electorales a la cabeza de una colación de instituciones que integran la Plataforma por la Reforma Política y Electoral, la misma que jaló a un Congreso remolón y disgustado en las 5 normas dictadas este año.
Mientras la política parece congelada en los años 2006 y 2011, persistiendo en un debate electoral sobre estabilidad/continuidad, se acrecienta la exigencia de propuestas precisas frente a la desaceleración de la economía, la inseguridad, la corrupción y la inoperancia de la mayoría de instituciones, especialmente de aquellas relacionadas a la justicia y a la transparencia pública.
Las teorías del cambio –que enfatizan en el liderazgo de los actores y en su audacia, y la capacidad para fijar estrategias que encaren las contingencias– anotan que las crisis activan un menú de ofertas que inciden en el inicio de grandes procesos de reforma, útiles sobre todo para la primera fase que los cambios implican, es decir, la transición y sus incertidumbres.
Eso no está sucediendo. Instalar una lógica de cambio en el debate público es fundamental como una condición de vigencia de la democracia en el siguiente período. Es también necesario para evitar un carnaval populista que reemplace el horizonte de las reformas, las manosee y finalmente las paralice. En menos de 4 meses, se han presentados en el Congreso 380 proyectos de ley que podrían acabar en un frenesí de decisiones que no se inscriben ciertamente en una reforma institucional. La creación masiva  de distritos –nueve en una semana– y la posibilidad de que Ventanilla pase a ser provincia sin mayores estudios, en medio de la campaña electoral hacen prever un camino conocido: clientelismo en lugar de reformas.
¿Por qué los políticos que encabezan las encuestas no nos hablan de reforma? La primera explicación es que la campaña se ha iniciado. Este argumento suena a coartada. Siendo cierto el retraso en la elaboración de los planes a detalle, es inocultable que los discursos electorales están rehuyendo asuntos claves como la formación de un nuevo consenso alrededor del crecimiento, agotado ya este; o qué hacer eficazmente para rebajar los índices de delito e impunidad en alza, solo por citar dos asuntos cruciales.
Más allá de la vigilancia de las formas, que es también importante, la vigilancia de los contenidos se convierte en un desafío básico de la campaña. Los políticos no se están imaginando el futuro y este sí es un asunto grave para un régimen democrático que agota un ciclo de 15 años y que debe empezar otro. Es probable que esto también se deba a la total entrega de los líderes al marketing político, pero no es menos cierto que revela la falta de grandes ilusiones y de compromisos personales. No parece ser un asunto de pegada sino de llegada, es decir, de horizonte y perspectiva, una falta de apuesta a la Fortuna, Virtù y Gloria, a decir de Maquiavelo.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Acuña, Toledo y el centro mínimo

http://larepublica.pe/impresa/opinion/714273-acuna-toledo-y-el-centro-minimo
La República
La mitadmasuno
30 de octubre de 2015
Juan De la Puente
Sin duda el actual proceso electoral es inédito, por lo menos para mí.  Nunca he visto que el incremento de uno o dos puntos de la intención de voto de un candidato sea tan valorado y hasta celebrado por algunas encuestadoras y medios. Eso ha sucedido con César Acuña recientemente.
¿Cómo es posible que un ligero movimiento que cae en el error estadístico sea considerado un terremoto? Por ahora, la única respuesta es la angustia que provoca la esperada resurrección del centro político que fue el elemento crucial de las victorias electorales desde 1980.
Lo nuevo no es el crecimiento de Acuña sino el congelamiento del escenario electoral, un fenómeno que no puede explicarse desde el argumento “falta mucho para las elecciones” o  “la campaña recién empieza”. Es más cierto que en los procesos anteriores (2001, 2006 y 2011) a poco más de 5 meses de las elecciones no se tenía una distribución de fuerzas tan dispareja, con un (a) candidato (a) por encima del tercio electoral y un pelotón de candidatos que juntos no le alcanzan.
Este escenario desequilibrado se debe a que mientras el espacio de la derecha está formado, el del centro y el de la izquierda están desestructurados. El centro se ha hundido por el papel desastroso de Alejandro Toledo y por la tendencia centrífuga de varios grupos, entre ellos Acción Popular y Somos Perú. En tanto, la izquierda está desarmada electoralmente por efecto de la derrota programática de Humala y por la gestión errática de su liderazgo tradicional.
El descalabro del centro es evidenciado en la reciente encuesta de GfK: el 24% afirma simpatizar con la derecha, el 16% con la izquierda, el 15% con el centro y el 45% con ninguno. Ya sé, díganme ahora que ser de centro “es algo relativo”. De acuerdo, pero no tengo registro de los últimos 15 años de un reconocimiento tan alto de la derecha por encima del centro y una alta despolitización de los ciudadanos. ¡Gracias, antipolítica!
No sé si Toledo y Acuña, que en las encuestas oscilan entre 7% y 11%, puedan volver a estructurar el centro. El segundo es por ahora un Toledo con rostro humano por el bajo rechazo que suscita y gracias a un menor cuestionamiento personal. Sin embargo, la campaña electoral es larga, mala y maléfica. Acuña tendrá que exponerse más, absorber las denuncias serias que ya han empezado a llegar y responder preguntas de fondo sobre economía, salario, corrupción y seguridad. Será interesante, por ejemplo, que explique en qué medida la calidad de su modelo educativo será diferente a la que exhiben las universidades de su propiedad.
Toledo parece tener la suerte echada, aunque nadie está muerto hasta el día de su muerte. Sin estado mayor, sin aliados, sin bases y sin medios, será difícil volver a liderar el centro como lo hizo del 2001 y gran parte del proceso electoral del 2011.
Con esas tendencias ya operando, el centro puede tener otros pocos inquilinos, con distinta posibilidad: PPK, Alan García o el candidato que presente Acción Popular. Sin embargo, enormes potencialidades guardan los movimientos regionales y locales cuya puerta han empezado a tocar los partidos nacionales, aunque vistas las primeras noticias los primeros acuerdos tienen más el sabor de operaciones de compra-venta de curules que alianzas con vocación duradera.
Es el modelo de campaña el que impide por ahora descongelar el actual escenario cuyo elemento destacable es un centro mínimo. Este modelo se asienta sobre una guerra política que ha debilitado a casi todos, ha destruido la moderación y el diálogo y empoderado los discursos radicales e intolerantes. Mientras los candidatos hagan alarde de fuerza y sectarismo estarán colocando más límites a su capacidad de movimiento. No olvidar que el escenario casi se ha cerrado y que dos tercios de los encuestados (según GfK) están muy seguros de su voto y no piensa cambiar de candidato.
Que en unas elecciones democráticas no gane el centro político, como lo hace religiosamente desde 1980, tendrá sus costos. Y no creo que uno de ellos sea más gobernabilidad.

viernes, 23 de octubre de 2015

PPK y Alan, la batalla

http://larepublica.pe/impresa/opinion/712576-ppk-y-alan-la-batalla
La República
La mitadmasuno
23 de octubre de 2015
Juan De la Puente
Las candidaturas de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Alan García Pérez (AGP) se han emplazado en un mismo espacio del escenario electoral. En conjunto suman ahora más de un quinto de la intención de voto aunque la zona en la que se mueven es más amplia y en ella se inscriben Alejandro Toledo y César Acuña, inclusive.
La reciente encuesta de Ipsos da cuenta de esa coincidencia. A García, los ciudadanos le reconocen que tiene más experiencia que PPK, que es más trabajador y que conoce más que PPK los problemas de la gente. De PPK piensan que es mejor en economía, que es más honesto y que tiene más visión de futuro que García. En varias de las comparaciones empatan,  incluyendo en la capacidad de liderazgo y en los temas en los que son poco reconocidos, como en las propuestas sobre seguridad, lucha contra la corrupción y política social. Es extraño que también empaten muy a la baja en la variable “tiene buen equipo” cuando, objetivamente, las tecnocracias de ambos son reconocidas públicamente.
Entre PPK y AGP se avecina una dura batalla; de ella depende la naturaleza de la disputa en la segunda vuelta. Esta posibilidad no niega otra que ha circulado estos días, la de una arremetida de un candidato chico. En cualquiera de las opciones, el espacio en disputa existe y está delimitado por los discursos y por las candidaturas de Keiko Fujimori y las que intentan jugar entre la izquierda y el centro izquierda. Cierto, todos están acomodando en la pista y falta mucho para abril, pero la música ya está sonando. Y están bailando.
Los dos tienen un apreciable porcentaje antivoto; AGP tiene uno más alto (64%), aunque sorprende que PPK tenga uno pronunciado (42%). En definitiva, el anti de AGP es su principal problema y de él depende no solo que llegue a la segunda vuelta sino que crezca en la primera.
Si se afirma que el antialanismo es el factor que impide el crecimiento de García, ¿por qué no crece PPK que tienen más tiempo en campaña y menos cuestionamiento personal? La respuesta reside menos en los atributos personales y más en factores objetivos, decisivos de cara a la primera vuelta.
AGP es el más acosado del escenario, más que Keiko Fujimori, inclusive, pero PPK tiene más competidores directos. Por ejemplo, Toledo estorba a PPK desempeñando el mismo papel que este jugó contra el ex Presidente en el primer tramo de las elecciones del 2011, derribándolo finalmente. En tanto, la irrupción de Acuña, que ya devoró una parte del sólido norte aprista en dos procesos electorales, va primero tras los potenciales electores de PPK.
Por otro lado, PPK tiene dos problemas que conforme se acerquen las elecciones serán limitantes de carácter político: la edad y la dispersión interna. Sobre lo último, es difícil imaginarse la fragmentación de su bancada parlamentaria, con humores que van desde la DBA hasta la izquierda, nostálgica cierto, pero al fin y al cabo izquierda, una variedad más disolvente que el aguarrás que el electorado puede oler antes de la primera vuelta. De hecho, algo de esa precariedad ya se siente ahora.
Ambos tienen alternativas. García tiene la posibilidad de mover el músculo del Apra. PPK, que para efectos prácticos no tiene partido, puede mover el músculo de los medios, que no es poca cosa. No obstante, no es suficiente en el país de la antipolítica; no se sabe en qué medida ambos sean conscientes de que sus candidaturas son limeñas, urbanas y más afianzadas en los sectores A/B.
Finalmente, será difícil que puedan pescar más votos a la derecha; por esa razón, necesitan de pactos sociales aun sean tácitos y a través del discurso, en lo que García ha avanzado aunque erradamente, con la iniciativa de sacar a las FFAA a combatir el delito pretendiendo recoger la adhesión ya comprometida del Perú autoritario. PPK ha avanzado en la búsqueda de alianzas regionales y locales aunque ha cometido errores en el fichado de personajes cuestionados, como el innombrable médico que manosea su condición de padre de un joven fallecido.
Con o sin estos movimientos, no tienen más remedio: PPK debe ser anti García y este el anti PPK.

viernes, 9 de octubre de 2015

Bienvenida, señora economía

http://larepublica.pe/impresa/opinion/709105-bienvenida-senora-economía
La República
La mitadmasuno
9 de octubre de 2015
Juan De la Puente
¿Cuánto puede influir la Sra. Economía en las elecciones del 2016? Mucho, y parece que acaba de irrumpir en la contienda.
Supongo que nadie se imaginó que en medio de la Asamblea de Gobernadores del FMI/BM –un suceso estelar jalonado por elogios de instituciones y académicos al notable desempeño de nuestra economía– se produciría un entredicho entre el FMI, que ha revisado a la baja el estimado del crecimiento de nuestro PBI para este año, y el gobierno.
El Fondo ya había efectuado otras dos rebajas del PBI, en abril y julio, y en su reciente informe redujo nuestro crecimiento de 3,2% a 2,4%. El ministro de Economía ha salido al frente defendiendo la previsión de 3% a tono con el estimado del BCR que en setiembre pasado también rebajó el crecimiento de este año de 3,9% a 3,1%.
El FMI puede equivocarse, qué duda cabe, como también erraron las instituciones nacionales los últimos años, aunque nuestras equivocaciones son de otro signo; obedecen a un triunfalismo oficial que parece estructural, que resume la falta de atención del liderazgo económico a las señales internacionales y a una sobreestimación del peso de la demanda interna en la composición de nuestro crecimiento. La razón de fondo, sin embargo, es una exagerada estimación de nuestras fortalezas, un eco tardío del consenso económico construido alrededor del crecimiento.
El MEF aún no se ha enterado de la evaporación de este consenso. Si hay algún piloto automático desde el 2013 son los estimados triunfalistas cuyas correcciones contribuyen a la reducción de las expectativas de los agentes económicos. Esta incertidumbre es similar a la política, y ambas pudieron ser evitadas. Parece que ahora es tarde: a 6 meses de las elecciones las dos juegan en la cancha.
El ministro de Economía he legitimado la irrupción de la economía en las elecciones al anotar que el estimado del FMI es pesimista y que la incertidumbre por la coyuntura electoral afecta la inversión privada este año. Lo cierto es que hay más pesimismo interno que externo y en cambio es positivo que la guerra política de 3 años no causara más restricciones a la inversión y desazón por el futuro.
Tres variables incidían en el escenario electoral: 1) la inseguridad ciudadana; 2) la corrupción pública; y 3) la desconfianza y/o desaprobación de los políticos. Con un PBI que al terminar el año se ubique décimas por encima del 2%, las dificultades de la economía incidirán en la definición del voto con un código distinto a lo sucedido el 2006 y 2011. En aquellas elecciones la discusión económica no residía en cómo salir de una situación difícil (como sucedió religiosamente desde 1980) sino cómo distribuir más y mejor.
La irrupción de la economía no favorece a todos; perjudica al candidato oficialista y exige a los adversarios del modelo más detalles y precisiones. Beneficia principalmente a PPK y a Alan García, cuyas candidaturas tienen equipos más reconocidos en materia económica, y coloca en aprietos a Keiko Fujimori, obligándola a definiciones sobre personas y programas que hasta ahora ha evitado.
La agregación de la economía al debate electoral implica también la formación de un mix más complejo. Sobre la inseguridad y la corrupción el respetable público puede sucumbir ante propuestas populistas y emocionales con escasísimo rigor técnico –al estilo de los bodrios muy populares de “chapa tu choro” o “las FFAA a la calle”– pero será más exigente y racional en materia económica.
En las calles hay un ciudadano económico y social insatisfecho que demanda respuestas durante el proceso electoral. No es aún un indignado pero es un impaciente. Lo expone el reciente Índice de Confianza del Consumidor (ICC) publicado por GfK en octubre con tres datos: 1) desde junio el ICC se mantiene en un nivel negativo, por debajo de 100 puntos; 2) se aprecia una brecha en la pérdida de confianza de los consumidores de Lima respecto de las regiones, donde la insatisfacción es mayor; y 3) aumenta a 46% el porcentaje de peruanos fuera de la capital que cree que sus ingresos familiares no le alcanzan, en tanto el 39% cree que no podrá ahorrar en los próximos meses.

Antifujimorismo y antialanismo, nuevas claves

http://larepublica.pe/impresa/opinion/707473-antifujimorismo-y-antialanismo-nuevas-claves
La República
La mitadmasuno
Juan De la Puente
2 de octubre de 2015
Dos de los más acendrados “antis” en la política peruana son los que atañen a Keiko Fujimori (KF) y Alan García (AGP). Los discursos contra ambos han sido formas poderosas de comunicación utilizadas para simbolizarlos como un peligro como para cimentar una férrea identidad defensiva de sus partidarios. De hecho, es un sentido común que KF perdió las elecciones del 2011 gracias a una recreación tardía y exitosa del antifujimorismo.
Parece que KF ha aprendido a manejar ese “anti” sobre todo porque se trata del viejo antifujimorismo cuyo principal símbolo es su padre. Este “solo” es polémico: un sector cree que no se necesita más que activar la percepción selectiva de los años noventa pero otros sostienen que el país ha asimilado y olvidado los crímenes del gobierno de esa década.
La campaña contra KF se sustenta en un discurso publicitario con énfasis en condenables actos de Alberto Fujimori: 1) la corrupción y el papel en ella de Vladimiro Montesinos; 2) las violaciones de los DDHH; 3) la fuga al Japón y la renuncia por fax; 4) los familiares perseguidos por la justicia; 5) los maltratos a Susana Higuchi; 6) el golpe del 5 de abril de 1992; y 7) la compra de los diarios chicha.
Lo que falla en este discurso es la comunicación sin política; esta –la política– no ha sido empleada o, para ser más exactos, contiene poca valoración política entendida como crítica a lo que ahora es KF y no solo lo que ha sido o sigue siendo.
No existe un nuevo antifujimorismo, a pesar de que hay razones para ello. Es extraño, por ejemplo, que no se insista en el férreo compromiso del fujimorismo con los aspectos más excluyentes del modelo económico, las denuncias contra sus nuevas adquisiciones y sus conflictos orgánicos en varias partes del país.
KF está logrando construir una segunda identidad del fujimorismo o, si se quiere, una identidad compartida donde ella adquiere un peso propio y se debilita la proyección de Alberto Fujimori. Esta apreciación puede ser cuestionada –otra vez desde la publicidad– pero merece un mínimo de discusión, especialmente luego de su presentación en Harvard en la que pareció postular un “postalbertismo” cuyo atributo es una menor excitación ideológica que aquella que los marca como radicales peligrosos para la democracia.
García supo manejar el antialanismo. El 2006 disolvió en parte la polarización entre Lourdes Flores y Ollanta Humala y se coló por el centro, diluyendo un parte su “anti” y construyendo otro más agresivo, el antihumalismo. En su segundo gobierno construyó un segundo alanismo que logró arrinconar al primero aun a pesar de la posterior guerra centrada en la Megacomisión que AGP ganó en términos políticos y legales.
Sin embargo, los narcoindultos y otras nuevas acusaciones han parido un nuevo antialanismo que se relaciona con una “nueva” corrupción encarada con respuestas tradicionales. Al contrario de lo que sucede con KF, contra AGP se dirige un discurso en el que lo publicitario y político lucen eficaces, sean o no veraces: 1) García debilitó la lucha contra el narcotráfico indultando no a centenares sino a miles de mafiosos; 2) una mafia organizada lucraba con los indultos y de esto se beneficiaban un grupo de militantes apristas; y 3) AGP no ofrece garantías de que un tercer mandato suyo sea transparente.
El Apra se ha resistido a reconocer este nuevo antialanismo, al que combate con la clave de lo viejo. Sus líderes aducen que es el antiaprismo de siempre y que ellos resistirán como siempre a este embate conocido, un arma eficaz para la cohesión interna pero de dudosa utilidad con las masas. La posibilidad de disculpas públicas por lo narcoindultos que inicien a un giro programático ha sido bloqueada, y en cambio la idea de sacar a los militares a la calle suena a una huida hacia adelante.
Así, las diferencias en la intención de voto no pueden explicarse con el argumento de una campaña aún en ciernes sino por la insuficiencia de un antiguo “anti” que favorece a KF y la eficacia de uno nuevo que perjudica a AGP.

Elecciones sin coaliciones

http://larepublica.pe/impresa/opinion/705819-elecciones-sin-coaliciones
La República
La mitadmasuno
Juan De la Puente
25 de setiembre de 2015
Desde 1990 el país protagoniza comicios impulsados por coaliciones electorales que deben su origen a la debilidad de los partidos (ver estupendo trabajo de Mauricio Zavaleta, La competencia política post-Fujimori; partidos y coaliciones de independientes en los espacios subnacionales peruanos, IEP 2014) y a la necesidad de impedir el acceso al poder de fuerzas generalmente consideradas radicales.
Este modelo de competencia electoral se ha decantado rápidamente por los anti desde el año 2000. De hecho, la candidatura de Toledo ese año fue una coalición antifujimorista y la otra, la del 2001, fue primero contra Lourdes Flores y luego antialanista.
La de García el 2006 fue una coalición primero contra Lourdes Flores y luego antihumalista. Las elecciones del 2011 fueron muy especiales; la derecha y el centro, divididos en cada lado, no pudieron forjar una coalición anti; Humala volvió a disputar la segunda vuelta, y fue él quien volvió a encabezar una coalición antifujimorista, victoriosa por escaso margen.
El resultado de este modelo de competencia electoral ha sido de coaliciones también gobernantes en lo político y social. Más de la mitad del primer gabinete de García el 2006 no votó por él en la primera vuelta, y su gobierno fue viable gracias a la alianza con el fujimorismo en el Parlamento. Antes, Toledo pactó con el FIM, Unidad Nacional, UPP y AP en el Congreso, una sucesión de frágiles coaliciones que al deteriorarse casi le cuestan la presidencia.
La historia de Humala/gobierno es la de una coalición progresista sustituida por otra, conservadora y precaria. Es probable que en su caso, 2/3 de sus ministros que tuvo desde el inicio de su gobierno no votaran por él en la primera vuelta, lo que también indica el carácter de su inestabilidad escindida: acuerdos con la derecha en materia económica y guerra con ella en el ámbito político.
Los tres gobiernos del actual ciclo democrático han sido al mismo tiempo gobiernos de minoría. Toledo (36% en la primera vuelta el 2001) eligió 45 de 120 legisladores; García (24% en la primera vuelta el 2006) eligió 36 de 120; y Humala (31% en la primera vuelta el 2011) eligió 47 de 130. A su vez, los tres gobiernos se beneficiaron de un consenso en la sociedad civil que es (todavía) insistente en proteger la estabilidad constitucional y desaprobar toda iniciativa rupturista, en el Congreso o fuera de él.
Esta democracia que se explica por esas coaliciones electorales y gobiernos de minoría pactados, uno más estable que los otros dos, podría experimentar un giro hacia una mayor precariedad. El primer síntoma es la fragmentación de opciones y la poca probabilidad de que algún candidato organice una coalición.
Es probable que el 2016 compitan 7 candidatos presidenciales que logren superar la valla electoral en lugar de los 5 que hubo en los comicios del 2011. Esta dispersión podría implicar bajas votaciones en la primera vuelta y la posibilidad de que los dos aspirantes que pasen a la segunda vuelta no sumen juntos el 50% de votos. En ese contexto, la coalición anti que gane la segunda vuelta tendría que buscar más compromisos y sufrirá evidentemente la pérdida de fuerza propia para gobernar.
Sería dramático que quien gane la presidencia el próximo año no tenga más que una cuarta parte de legisladores propios (menos de 33) y se enfrente a un Congreso que, como se ha visto, ha desarrollado una “inteligencia destructiva” con el famoso voto ámbar que ya ha bloqueado por unos días la investidura de dos gabinetes. Un presidente con baja votación en la primera vuelta, y que luego no pueda organizar una coalición parlamentaria a su favor tendrá un pronóstico reservado.
Podría ser que la formación de coaliciones deba de adelantarse y que, en vista de ello, se tengan demasiados aspirantes presidenciales. Al mismo tiempo, la capacidad de pactar en esta democracia de minorías se convierte en un atributo electoral que los ciudadanos bien pueden valorar a la hora de votar. Estamos avisados: debe preocuparnos la poca capacidad de los políticos de construir coaliciones como una compensación de la debilidad de sus partidos.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Al centro (y a la izquierda) hay sitio

http://larepublica.pe/impresa/opinion/700875-al-centro-y-la-izquierda-hay-sitio
La República
La mitadmasuno
4 de setiembre de 2015
Juan De la Puente
La encuesta de GfK publicada recientemente por La República trae como principal novedad la reducción de la intención de voto de casi todos los candidatos, excepto Keiko Fujimori. Este desigual escenario es provisional pero es un resultado y, si se quiere, un punto de partida que no debería subestimarse. Es una tendencia y es obvio que al convocarse las elecciones, la campaña no empezará de cero sino desde ese punto o de otro previo.
La encuesta pasa factura a dos años de guerra política personalizada e interesada. Los generales de esta guerra no están siendo premiados por su valentía y audacia en el campo de batalla. Las cicatrices de combate que ostentan se mezclan con las acusaciones ofreciendo un cuadro de liderazgos precarios en competencia.
Al mismo tiempo, tampoco deben pasar desapercibidos otros dos resultados: el aumento del porcentaje de quienes creen que las elecciones se decidirán entre los candidatos del elenco estable, y el alto número de quienes piensan votar en blanco o viciado.
Así, baja intención de voto, creciente convicción de que ganará alguno de los actores tradicionales y significativo rechazo al escenario que se está formando son elementos de una solo proceso de pesimismo democrático.
La única candidatura favorecida por este escenario es la de Keiko Fujimori y es obvio que su partido pugnará por no cambiarlo. El resto de aspirantes, los siete que aparecen en el sondeo de GfK, son los enanos de Blancanieves, y si hay una prioridad en sus agendas, esta debería ser un escenario electoral distinto.
Para lograrlo es preciso considerar que el único espacio constituido es el de la derecha y que allí se mueve Keiko con comodidad, realizando viajes hacia el centro y la izquierda, inclusive, como su postura sobre el Lote 192. En cambio, el centro y la izquierda están casi desactivados por falta de perfiles o por tener dentro varios inquilinos, aunque la fragmentación no parece ser por ahora su mayor problema.
Que el resto de candidatos intente consumir el electorado de Keiko se supone que está en agenda pero su problema debería ser cómo organizar una plataforma propia más fructífera y sostenible. Lo hecho por PPK hasta ahora es memorable, si de lo que se trata es de picotear un poco aquí y otro poco allá, aunque ese juego parece estar llegando a su límite. Por otro lado, Alan García y Alejandro Toledo representan un viejo centro; los agravantes son que el primero cree que puede ser al mismo tiempo centrista y boxeador, en tanto que el segundo cree que puede realizar una exitosa campaña combatiendo al mismo tiempo contra los fiscales.
La izquierda aún no ha superado la deconstrucción de su identidad luego de su ascenso y caída con Humala; la dura pugna cainita entre los dos bandos amenaza con repetir la historia de las elecciones de 1990, donde la guerra entre los bloques organizados alrededor de Alfonso Barrantes y Henry Pease repartió las sobras de un espacio aniquilado desde adentro.
La izquierda tiene posibilidades de recuperar su perfil de cambio y emplazarse con mejores posibilidades electorales. Para ella o para cualquier otra fuerza que no le interese competir desde la derecha, el desafío es proyectar un nuevo centro que le proponga al país una agenda de reformas que son ya de sentido común y, al mismo tiempo, terminar con la guerra política personalizada, populista e interesada, poniendo énfasis en otro modelo de confrontación que por ahora parece no interesar a las plataformas mediáticas que reducen el largo plazo de todo.
¿Qué grupo se aviene, por ejemplo, a llamar a los ciudadanos a las calles contra el esquema corrupto de la obra pública y el diezmo vigentes? ¿Qué partido se propone excluir de sus listas a TODOS los políticos denunciados por corrupción? ¿Qué líder les propone a los peruanos un pacto para un juzgamiento judicial ejemplar de los casos de corrupción nacional denunciados, saliendo del perverso escenario en que el Congreso y los medios escogen su corrupto a la carta mientras encubren al que les conviene? 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Keiko la rompe

http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe
La República
La mitadmasuno
24 de julio de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de IPSOS trae por lo menos tres novedades, interesantes aún para una campaña electoral adelantada, considerando que faltan más de 8 meses para la primera vuelta. Son datos sugerentes que agrietan el molde clásico en el que se cocina la competencia entre los candidatos llamados tradicionales.
Primero. Nuevos ejes de la campaña. La seguridad y la corrupción se convierten en los principales problemas que interesan a los ciudadanos, más que duplicando como expectativa al desempleo, a la pobreza y al costo de vida. Este es un coctel amargo para todos, un cambio de fondo respecto a las campañas del 2001, 2006 y 2011, dos temas que hacen uno, y que más que un desafío son una interpelación a la política, un reclamo que los candidatos deberán empeñarse en responder.
No es seguro que sean los ejes definitivos de la campaña. En tanto, los candidatos no están cubriendo estas expectativas o, mejor dicho, los movimientos que ensayan parecen ir en una dirección distinta a la que se mueve la opinión pública. La predominancia de la inseguridad/corrupción no les pide ponderación a los aspirantes presidenciales, de modo que quizás nos encontremos muy cerca de ofertas radicales en este campo, so pena de la irrupción de un candidato sorpresivo que prometa un menú más convincente, duro y popular.
El coctel inseguridad/corrupción que bebemos todos es, a golpe de fracasos, también una puerta abierta para todo, inclusive para el populismo. En el rubro seguridad, los candidatos no se atreven todavía a jugar fuerte con la militarización de la lucha contra el delito y con la ampliación de la pena de muerte; y sobre la corrupción, parece que nos dirigimos a un pacto entre la política y el ciudadano cínico –el que abjura de la corrupción pero le saca provecho– que votará por medidas radicales a sabiendas de su inviabilidad.
Segundo. Keiko Fujimori rompe el techo del tercio electoral. La candidata de Fuerza Popular tenía una intención de voto de alrededor del 30%. En el sondeo de IPSOS salta al 36% en la pregunta con tarjeta, duplicando a PPK (17%), triplicando a Alan García (12%) y más que cuadruplicando a Alejandro Toledo (8%). Keiko también derrotaría a PPK y a García en una segunda vuelta, y aparece muy favorecida a diferencia del 2011 en las alternativas “definitivamente votaría por ella” y “podría votar por ella” (49%), y más capacitada para encarar la corrupción, la delincuencia y el desempleo.
Sin magnificar la tendencia, es interesante reparar en que 3 de cada 10 peruanos creen que el fujimorismo puede liderar la lucha contra la corrupción y la delincuencia, una imagen que lleva a preguntas que incomodan algunos sentidos comunes: ¿Son más fuertes otros “antis” que el antifujimorismo? ¿Es eficaz la actual política antifujimorista basada en la memoria, y que no aborda el actual comportamiento de Fuerza Popular? ¿Mide ahora la opinión pública a Keiko con una vara distinta a la del 2011? ¿Creen los ciudadanos, a diferencia de la elite política, que Keiko expresa el neofujimorismo?
Tercero. El electorado ha iniciado (o empezó hace rato) un giro conservador. No repetiré en este punto lo que afirma otro sondeo reciente que amarra a los peruanos con modelos sin vasos comunicantes. En cambio el sondeo de IPSOS expone el escaso arraigo de la izquierda, el copamiento del escenario por una derecha que entra y sale del centro con gracia y salero, el escaso número de los que piden que el próximo presidente sea democrático y el bajo índice de votos blancos y viciados.
Aquí, más preguntas incómodas: ¿El Perú ya está preparado para elegir por primera vez desde 1956 un gobierno conservador a cara descubierta? ¿Será la izquierda la gran derrotada del quinquenio humalista, la que pague los platos rotos del fracaso de la Gran Transformación? ¿La derecha ha empezado a repartirse los efectos personales de una izquierda ausente? ¿Ante el riesgo de la derrota aplastante, es preferible una candidatura izquierda/izquierda o izquierda/centro?

viernes, 9 de enero de 2015

Cazadores de talentos.05/12/2014

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/cazadores-de-talentos-05-12-2014
La República
La mitadmasuno
5 de diciembre de 2014
Juan De la Puente
La reciente encuesta de GfK publicada por La República vuelve a indagar por la aprobación de siete líderes, cuatro de los cuales serán sin duda candidatos presidenciales el 2016. Los datos que ofrece el sondeo revelan limitadas capacidades de representación y una reducida plataforma desde donde partirán en una campaña electoral que desde ahora se anuncia con más pasajeros que las anteriores. Las cifras no son un buen punto de partida.
Salvo Luis Castañeda, que aumenta casi 20 puntos de aprobación, explicado por su reciente victoria electoral y las expectativas en su gestión, el resto de líderes conserva casi inalterable la aprobación de los últimos 18 meses. Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski muy por encima del tercio, 43% y 40%, respectivamente; Lourdes Flores, otra excepción, ha descendido del tercio a 27%, en tanto Alan García y Alejandro Toledo se sitúan alrededor del quinto, AGP con el 23% y Toledo con el 17%. GfK ha empezado a medir a César Acuña que obtiene 15%.
Los desagregados de las cifras son interesantes. Castañeda es aprobado de modo homogéneo en los sectores C, D y E, pero ofrece un bajón en los sectores A/B donde cae varios puntos. Sucede otro tanto con Keiko, con 10 puntos menos en A/B pero que sube en el sector D. 
Al contrario, PPK es mucho más aprobado en A/B donde alcanza 51% pero cae en el sector D a 27%; sucede lo mismo con Lourdes que sube a 40% en A/B y baja a 17% en D. En cambio García y Toledo son un tanto más homogéneos en sus aprobaciones; el último solo cae ligeramente en A/B.
Se aprecia también significativas brechas entre Lima y las regiones. Líderes trajinados, dos ex presidentes, García y Toledo, obtienen un respaldo homogéneo en la capital y fuera de ella, y lo mismo sucede con Keiko, premiada por su activismo en las regiones y el efecto de su afán de construir un partido. En cambio, la brecha Lima/Regiones es alta en el caso de Castañeda (21 puntos), PPK (16), Lourdes (13).
La aprobación territorial es mucho más compleja y desafiante. Castañeda es débil en el centro, sur y oriente del país, en tanto Keiko es fuerte en el norte y sur, desmintiendo en su caso el antagonismo sociopolítico de estas zonas, aunque cae en el centro. PPK y Lourdes aparecen con bajas aprobaciones en el sur y en el oriente, mientras que a García le va mejor en el centro y sur, y no en el norte, confirmando la crisis del imaginario aprista del “sólido norte”, territorio donde Acuña trepa al 25%.
Estas cifras reflejan la baja implantación de un liderazgo nacional apto, confirmando lo que las elecciones del 5 de octubre revelaron, es decir, la ausencia de un voto nacional en medio de un país políticamente fragmentado. El análisis que pretendió argumentar que les va mejor a los líderes sin sus partidos debería ser revisado porque salvo en Lima, la suerte de unos está aparejada a la de los otros. Podría decirse que la campaña no ha empezado, aunque esto no cambia el fondo del asunto: salvo Keiko, los candidatos no parecen tener a la mano instrumentos propios para penetrar o regresar a las regiones.
Tampoco suenan liderazgos regionales de proyección nacional. El que está en lisa, Acuña, ha dicho que no postulará a la presidencia, y solo se rumora la del actual Presidente de la Región Moquegua, Martín Vizcarra, de modo que como en el pasado los líderes nacionales irán a la caza de los votos en las regiones con la cooptación de movimientos regionales y candidatos independientes, fagocitando al ya débil regionalismo.
Con el único “sólido” capitalino, esta caza será crucial y riesgosa; el reclutamiento de líderes regionales por líderes limeños tiene historia en los tres últimos parlamentos, cuando la mayoría de los pillados en falta fueron producto de arreglos políticos y financieros para vestir nacionalmente candidaturas capitalinas. En cualquier caso, este mecanismo de nacionalizar lo limeño tiene como consecuencias gobiernos débiles y parlamentos fragmentados que no logran representar o que pierden con rapidez la legitimidad de la representación.

viernes, 24 de octubre de 2014

Los demonios del centro

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-demonios-del-centro-24-10-2014
La República
La mitadmasuno
24 de octubre de 2014
Juan De la Puente
La primera reacción gruesa al resultado electoral del 5 de octubre la ha tenido Alan García, quien se ha planteado un tentador derrotero: 1) la formación de un frente por el que sea candidato; 2) que el gobierno del 2016 no sea “de un partido”; y 3) que las elecciones del 2016 sirvan para “consolidar y salvar la política”.
Salvo el Frente Democrático Nacional de 1945 y la alianza AP-DC de 1963, los frentes preelectorales en el Perú no tuvieron la fortuna de ganar la Presidencia de la República (Fredemo 1990, IU 1985, Unidad Nacional 2001 y 2006, Frente de Centro 2006 y Perú Posible-AP-Somos Perú 2011), resultados que llevan a la presunción de que los frentes no conducen a una progresión aritmética, no suman sino restan. Otras alianzas permitieron juegos menores como el Apra-Uno en los años 60 o Izquierda Unida en 1983. En cambio, nuestra cultura política es más propicia para alianzas menos expresas (la convivencia Apra-Pradismo 1956/1962 y Apra-Fujimorismo en el Congreso 2006-2011) o pactos postelectorales (AP-PPC 1980/1984, PP-FIM 2001/2006 y el actual PP-Nacionalismo).
Es difícil que esta tendencia se altere el 2016; las posibilidades del Apra de formar un frente con partidos nacionales de cierto peso están casi cerradas, a excepción de Solidaridad Nacional. Asimismo, un pacto Apra-PPC es muy sugerente (Lourdes Flores lo hace muy seductor, al ritmo del alcatraz, ¡a que no me quemas!), pero poco viable más por el antiaprismo pepecista que por la falta de apertura del partido de Haya.
El modelo de frente que intentan García y el Apra parece ya estar dibujado y se orienta hacia abajo. En las recientes elecciones, el aprismo ha procesado una apertura regional, la única entre los partidos nacionales, con la formación de frentes con interesantes resultados: Alianza Popular (Cusco) obtuvo 10%; Paisanocuna (Huánuco) 10,5%; Juntos por Junín (Junín) 14,5%; Seguridad y Prosperidad (Piura) 18%; y Patria Joven (Lima Provincias) 14%. Es cierto que también ha perdido por 10 puntos en La Libertad (33%) y por 14 en Lambayeque (19%) pero ha obtenido 900 mil votos en Lima, que no son solo suyos pero que García ha empezado a degustar sin invitar a nadie. En el Callao ha formado una alianza omisiva, dejando que postulen los candidatos de Chim Pum Callao en la idea de que este grupo se sume al Apra el 2016.
Ese modelo de alianzas hacia abajo tiene demonios a ser encarados; obliga a un movimiento hacia el centro, el único espacio que le permitiría a García llegar a la segunda vuelta y ganarle a otra posible inquilina de esa ronda, Keiko Fujimori. No obstante, ese espacio tiene leyes propias porque no todo centro es atractivo electoralmente y porque como apunta Juan Carlos Tafur (Exitosa Diario 19/10) el ciclo de los centros inactivos, solo moderados, parece estar llegando a su fin.
La moderación activa es una opción interesante de cara al 2016, es decir, un centro reformista, audaz y de convocatoria social. García parece haber advertido ello y por eso junto a la idea del frente ha lanzado dos añadidos, un gobierno que no descanse en un partido y que salve a la política. Allí sí se complican las cosas porque las evidencias indican que no será posible salvar a la política debilitando más la participación de los partidos en el juego electoral. La que viene será una elección en la que los partidos no elegirán a sus candidatos sino los candidatos elegirán a sus partidos, pero todo tiene sus límites.
El más grande desafío de un frente centrista es la identidad; el centro es un programa, un discurso y una actitud, y no parece viable uno de cara a las regiones y provincias con un pie en la derecha, esa que no entiende ni una pizca de lo que pasa fuera de Lima. No obstante lo dicho, en este momento el único candidato presidencial que puede intentar esta ubicación es García, que ha empezado a moverse y a hablarle al país, mientras la izquierda, el PPC y AP les siguen hablando a sus militantes y el fujimorismo achica su cancha enredado en una pugna explosiva con el gobierno que con inteligencia el Apra atiza sin quemarse.

miércoles, 9 de abril de 2014

Una crítica a la encuesta de CPI (9.4.2014)

A propósito del sondeo de CPI sobre intención de voto publicado hoy. Una encuesta de esas características a dos años de las elecciones tiene un efecto muy limitado como para advertir incluso tendencias, menos aún extraer conclusiones, que es lo que leo que se hace con ligereza.
El sondeo incluye a dos “presidenciables” que han señalado que no postularán, Lourdes Flores y Nadine Heredia, y no incluye a otros que han declarado que si lo harán, como Alfredo Barnechea, por señalar solo un caso, o al mismo Luis Castañeda Lossio que no ha dicho sí, ni a la alcaldía de Lima ni a la Presidencia de la República, pero que igualmente es un “presidenciable”. Como en otros sondeos a cargo de otras empresas, el uso de las tarjetas es arbitrario y sin explicación.
Darle carácter de concluyente a estas cifras en un país con una volatilidad electoral alta en procesos electorales presidenciales, es equívoco. Es el caso de Mario Vargas Llosa de cara a 1990, Lourdes Flores el 2001 y 2006 y Alejandro Toledo y Castañeda Lossio el 2011. Siendo en general cierto que toda encuesta, aun a dos años de las elecciones, es una foto debe ser mesurada tanto la presentación como el análisis. No se puede presentar una foto de final de carrera la que se ha tomado en el partidor, cuando los caballos ni siquiera han empezado a correr.
En el caso de Lima, el asunto es más escandaloso y en esto me refiero a CPI. El porcentaje obtenido por Enrique Cornejo, del Apra, figura como tal con 3.6%, pero no aparece Susana Villarán en el reporte oficial del sondeo. En la nota de Correo, el directivo de CPI asegura que el 5,2% de Villarán se ubica en el rubro “otros”. ¿No es raro que a Cornejo, que tiene menos que Villarán CPI lo visibilice y a Villarán no? ¿Quién y con qué propósito hace el vaciado de la data? ¿Cómo atribuir el “olvido” de alguien que tiene más de 5% de intención de voto, si le creemos a CPI? ¿De quién más se han olvidado?
No deja de llamar la atención que en cambio una de las preguntas sea sobre “si es conveniente” que Villarán postule. En los últimos 30 años no he visto en sondeos una pregunta tan abierta y genérica. Quizás debieron agregar el “para quien” es conveniente, si para ella, para Lima, para el país, etc. En otros casos, la pregunta es más precisa: “¿Estaría Ud, de acuerdo con que ……. postule a la reelección?”

viernes, 14 de marzo de 2014

Los carritos chocones

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-carritos-chocones-14-03-2014
La República
La mitadmasuno
14 de marzo de 2014
Juan De la Puente
El áspero intercambio de frases sentenciosas entre el gobierno y la oposición a raíz de la remodelación del gabinete han reabierto una etapa de polarización clausurada un breve momento a raíz del fallo de La Haya. Al igual que el año pasado las fuerzas se ha dispuesto en línea de batalla y el discurso es casi el mismo: “Nadine Heredia tiene el poder”, “Alan García teme ser condenado”, “El gobierno es ineficaz”, “La oposición no tiene autoridad moral”, entre otras afirmaciones.
Los actores son también los mismos, pero me temo que una parte del escenario ha variado. El primer cambio que distingue la tensión del año pasado con el ciclo abierto recientemente es el hartazgo de la opinión pública, una especie de cansancio ciudadano que emerge de la convicción de que lo que ahora se critica no podrá ser alterado hasta dentro de dos años y medio. El segundo cambio es el desgaste de la mayoría de actores, especialmente los que han entrado a la pelea cuerpo a cuerpo, donde el que lleva la peor parte es el gobierno, imposibilitado por ahora de salir del aislamiento y recuperar la agenda pública.
Esta polarización se torna paradójica porque no produce una mayor crisis que la que existe. Curiosa polarización que viene con sus propias certidumbres: es seguro que el gabinete obtenga la investidura en el Congreso, que la oposición y los medios continuarán manejando la agenda, que el gobierno seguirá tomando las decisiones y las indecisiones y que Nadine Heredia continuará llenando el vació oficialista. Es tan cierta esta relación contranatura polarización/certidumbre que una de las seguridades de los poderes económicos y mediáticos es que el gobierno no producirá cambios en el modelo económico.
Si la tensión no lleva a ninguna parte en el corto plazo se torna evidente que estamos ante una polarización a velocidad controlada, sobre todo por la falta de fuerza de los que conducen los coches. Una suerte de carrera de carritos chocones.
Nada de lo que se dice o se pretende es masivo y contundente porque pasada la primera mitad del gobierno de Humala, los actores son conscientes de sus propios límites y que una crisis grave de gobernabilidad es cada vez más lejana, de modo que en más de una expresión se advierte un genuino interés político pero con una alta cuota de sobreactuación.
¿Todo está dicho o no hay nada más por hacer que sentarse a esperar el 2016? Me temo que no. En el marco de una polarización controlada, no se descartan dos controversias agudas que podrían agitar las certidumbres y deshacer las paradojas. La primera es una mayor ofensiva sobre Nadine Heredia en la idea de marcar con críticas hasta el último detalle de su actividad pública, más con el objetivo de desgastarla e impedir su eventual candidatura presidencial que evitar su influencia en el gobierno.
Una ofensiva final sobre ella tendría, sin embargo, que vencer la visión neoinstitucionalista y pragmática que sostiene que el activismo en el poder de la esposa del presidente es positivo en la medida que impide que el gobierno cometa errores y se ponga en juego la gobernabilidad y el crecimiento.
Tampoco debe descartarse una intensa campaña anti García a propósito del debate de las conclusiones de la Megacomisión. En este caso, es igualmente evidente que el propósito es inhabilitarlo electoralmente más que sancionar las irregularidades cometidas en su gobierno.
No estoy seguro si este modelo de polarización controlada incluyendo la variante de la tensión extrema por anti Nadine/García sea lo que el Perú espera o se merezca. En esa ruta será muy difícil que la oposición acumule más de lo que lo ha hecho y que el gobierno recupere lo que ha perdido, sobre todo porque propone un horizonte político electoral donde los grandes temas del futuro parecen extraviados y sometidos a los cánones de la política personalizada. Esta tensión en las alturas desmoviliza a la gente y de ella no emerge ninguna fuerza que emita señales nuevas a la sociedad. El primer grupo que exponga otro discurso podrá ser la sorpresa. ¿No es hora ya de una nueva política?

lunes, 8 de julio de 2013

Análisis de coyuntura en Ideéleradio. 8 de julio 2013

http://www.ideeleradio.org.pe/web/wNoti.php?idN=7515&tip=principal
Este es el resumen de la entrevista en Ideéleradio, en Radio San Borja realizada por Glatzer Tuesta el 8 de julio. El resumen es de Ideéleradio
...
Ideeleradio.- El hecho de que la primera dama de la Nación, Nadine Heredia, haya descartado su participación en los comicios presidenciales del 2016 no solo afecta al Gobierno, sino también a los otros actores políticos porque saca el tema de agenda y le quita el “caballito de batalla” de la oposición, sostuvo el analista político Juan de la Puente.
“Este ‘No’ de Nadine Heredia [de postular a las elecciones presidenciales del 2016] termina dificultando no solo al Gobierno, sino en general a todos, porque si bien saca de la agenda un tema, obliga que la opinión pública exija de algún otro modo también a los otros actores políticos, definiciones, aunque ahora el hecho de bajarse [Nadine] del carro a muchos les quita el ‘caballito de batalla’ también”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“La principal fuerza del ‘nadinismo’ era la representación parlamentaria que buscaba la reelección y, bueno, el Gobierno está obligado a buscar un personaje más o menos con ese nivel, que se ha una especie de locomotora y, en este momento, no hay”, acotó.
Por otro lado, el analista estimó que el desafío del Partido Nacionalista Peruano será ahora organizar su agrupación política de cara a las próximas elecciones regionales y municipales del 2014.
“Bueno, ahí está el desafío, en el que Partido Nacionalista se convierta realmente en un partido, haga elecciones internas, participe en las elecciones regionales y municipales, pero también tiene que ver mucho la performance del Gobierno, un presidente con el 50% o 45% puede proponer un candidato grande y de peso, pero un presidente o un Gobierno que tenga debajo del 30% lo veo muy difícil”, remarcó.
Probables electores de Nadine virarán hacia otros candidatos
En otro momento, señaló que los potenciales electores que pudiera haber tenido la primera dama en el 2016 migrarán su atención hacia los otros potenciales candidatos presidenciales. Manifestó que los riesgos de tener una campaña adelantada son la demolición política de las mismas.
“Había un 50% que estaba de acuerdo con la postulación de Nadine Heredia, eso no hay que descartar y que en la medición de precandidaturas que hizo GFK hace tres meses, Nadine Heredia le ganaba a todos en la segunda vuelta y aparecía con un buen perfil. Entonces, supongo que van a virar también sus potenciales y probables electores, pero también es cierto que en esta recusación o demolición de la política de estos meses, los electores podrán buscar otra representación”, opinó.
“Los riesgos de una campaña adelantada, tres años antes de las elecciones es que se destapan las candidaturas antes de tiempo, se hace evidente la debilidad de las encuestas que han señalado la muy poca adhesión electoral o intención de voto a quienes se habían destapado, pero también animaría a los que no, pensando en definir una candidatura, sino muy cerca a las elecciones se sienten obligados a señalarlo, es el caso de [César] Acuña, alcalde de Trujillo que ha desistido a ser candidato presidencial en el 2016”, acotó.
Valdés es técnicamente un aventado
Ideeleradio.- En los comicios generales del 2016, hay más probabilidades para un outsider del tipo o las características que tiene la conductora Gisela Valcárcel, que en un radical como Antauro Humala o como el mismo Ollanta Humala del 2006, estimó el analista Juan de la Puente, tras cuestionar la posible candidatura del expremier Óscar Valdés.
“[¿Qué opina de Valdés como candidato?] Es técnicamente un aventado, muy audaz, ya para ser premier hay que ser muy audaz en este país, pero también muy audaz para decir las cosas que ha dicho, como si nadie recordara lo que fue su gabinete. Él es responsable político de varios muertos en el año 2012. Esa es una forma de la antipolítica”, refirió en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“[¿El momento te da en tu proyección un outsider más tipo Gisela, a uno tipo Antauro e incluso tipo Ollanta el 2006?] Sí, porque además en el Perú tiene legitimidad, ningún outsider que se respete digamos podría decir que hay que empezar de cero, que todo está mal. Este es un país que no nos olvidemos que en 10 o 12 años de democracia ha bajado 30 puntos de pobreza, ha consolidado el proceso de la descentralización, ha dinamizado el mercado interno”, argumentó.
 
Figuras no conflictivas tendrían mayor posibilidad
El analista dijo, en este aspecto, que el outsider tendría que tener determinado arraigo en relación a los líderes políticos, demostrando que entra más a la casa de la gente. Apuntó que las figuras que no sean conflictivas tendrían mayor probabilidad en las elecciones del 2016.
“Entonces, es imposible en este momento un outsider que no se proponga, al mismo tiempo, mantener estas altas cuotas de crecimiento de buena performance económica, pero, al mismo tiempo, es un outsider que tendría que tener determinado arraigo en relación a los líderes políticos. Tendría que demostrar que entra más a la casa de la gente que los otros líderes y esas figuras no ‘conflictuadas’ tendrían más posibilidades, que aquellas figuras conflictivas y polarizantes como Antauro Humala”, afirmó.
 
No necesariamente tiene que ser radical
Del mismo modo, mencionó que la ventaja de un outsider es que puede ser candidato de varios lados y al mismo tiempo. Detalló que no necesariamente tiene que ser radical, sino que podría tener un temperamento como el de Gisela Valcárcel, es decir, "un paso más en la farandulización en la política".
“El primer outsider del Perú técnicamente es Ricardo Belmont y él no tenía una prédica violenta con el sistema a diferencia de otros. [¿Gisela como una evangélica predicando puede funcionar?] Funcionó con Belmont, que se hizo muy conocido con estas pastillitas para la moral. El escenario está planteado”, manifestó.
“Hay una forma no radical, un temperamento como el de Gisela Valcárcel, es decir, un paso más en la farandulización en la política. Ella tiene partido, entiendo que hay un grupo llamado Vamos Perú que ha inscrito el alcalde del Callao, que está legalizado y en corillos señala que podía ser la candidata de alguno sectores”, apuntó.
 
De la Puente Mejía no descartó que pueda generar adhesiones “un tipo de rollo demagógico” de ayuda a los más desposeídos en el próximo panorama electoral. Sostuvo que nos hemos acostumbrado a ver a la política como un espectáculo.
“A veces con este espectáculo de mentiras de ida y vuelta, digamos, bueno, si en estos meses la política se ha parecido mucho a ‘Esto es guerra’ y a ‘Combate’, entonces mejor sinceremos y seamos uno solo”, opinó.
 
Pasará mucho tiempo para un outsider radical
El analista puntualizó que el país mantiene rasgos desde hace 20 años y que hay una relación morbosa de la gente con el conflicto político. Además, remarcó que va a pasar mucho tiempo para que se vote por un outsider muy radical.
“Los medios que se metieron a la guerra política sienten que deben publicar cada vez más noticias a la sangre de la arena política, pero al mismo tiempo a la hora de votar, la gente vota por un centro. Finalmente, tiene que pasar mucho para que vote por un outsider muy radical. Eso le costó a Humala la Presidencia el año 2006. Él se corrió al centro el 2011”, aseveró.
“En el Perú desde el año 1980 la gente está votando por un centro político, puede ser un poco forzado, falso, pero centro al fin al cabo. Así votó el 2001, 2006 y, finalmente, el 2011 de algún modo”, concluyó.
La derecha está tugurizada
Ideeleradio.- La derecha está tugurizada y hay muchas posibilidades que entre sus representantes políticos se produzca una "guerra fratricida" de cara a las elecciones presidenciales del 2016, sostuvo el analista Juan de la Puente, tras considerar que el desafío de la izquierda será el dejar de ser un páramo y construir un movimiento grande.
“[¿Keiko Fujimori tendrá mucha competencia en el 2016?] Es cierto que le ha salido competencia en la derecha. Mientras que la derecha está tugurizada, hay más posibilidades que entre ellos se produzca en ese escenario una guerra fratricida. El asunto es cómo construyes tú una alternativa democrática, de centro, centro izquierda, o de izquierda, y ese es un terreno que está limpio, todavía es un páramo”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“La diferencia entre unos y otros en este escenario es que el derecha está tugurizada en el país, mientras que la izquierda es un páramo. La pregunta entonces es: ¿las direcciones de la izquierda tendrán la suficiente audacia de construir un movimiento que vaya más allá de los partidos? Con elecciones primarias, con un proceso constituyente y realmente grande o el Frente Amplio será solo la suma de los partidos, el problema es que la izquierda está repartida en decenas centenares de movimientos regionales y locales muy pequeños”, acotó.
 
Hay cuatro escenarios posibles de cara al 2016
En otro momento, explicó que entre los cuatro potenciales escenarios del 2016, el fujimorismo, el Apra y el Partido Popular Cristiano (PPC) se disputarán el mismo espectro electoral. Precisó que una nueva candidatura de Lourdes Flores solo podría ser posible en alianza con otros partidos políticos, lo cual tendría un obstáculo por la presencia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
“Hay cuatro esfuerzos institucionalistas de cara a las elecciones del 2016. [El primero,] la plataforma de Keiko Fujimori para determinados sectores de la derecha es confiable, ya pasó una campaña electoral, con una fuerte bancada, mantiene liderazgo sobre ella, mantiene una alianza con sectores neoliberales. Luego, [el segundo sería que] el Apra intente armar una coalición, haya un interés en Alan García de hacer una alianza con el PPC, una especie de coalición de centro derecha, hacia la derecha”, estimó.
“Luego, [como tercera posibilidad] tenemos la apuesta del PPC, en la que plantea la posibilidad de que Lourdes Flores sea candidata, pero es difícil que Lourdes sea candidata solo con el PPC, tendría que ir en una alianza, pero ahí tenemos un problema porque el candidato natural de esa alianza ese Pedro Pablo Kuczynski, pero PPK está lejos, y [como cuarto escenario] tenemos el esfuerzo de la izquierda”, detalló.
Finalmente, dijo que si bien la bancada de Fuerza Popular se ha manejado mal en el Parlamento, su lideresa Keiko Fujimori ha hecho todo lo contrario. Estimó que ante el actual panorama de demolición de candidaturas políticas, los líderes estarían incentivando el surgimiento de un outsider de cara al 2016.
“Puedo decir que su partido no se ha manejado bien en el Parlamento, pero ella en términos personales no se ha manejado mal. El fujimorismo es una especie de coalición hoy día donde hay neoliberales. Hay un sector cada vez más lejos de añoranza militarista y hay un sector popular muy conservador. Entonces, ella se maneja de hecho [en ese sector], ya el fujimorismo es un frente en sí mismo de varios”, subrayó.
“Los peruanos, en general, hemos hecho un gran trabajo para el surgimiento de un outsider, en estos tres meses [los líderes] han demolido la política, los partidos se están demoliendo entre ellos y, en realidad, esto es una especie de tragedia con gusto, es decir, caminan partidos [o separados], lo que queda de partidos, la élite, caminan de buen grado al barranco”, concluyó.

Tiene que obviar recomendación de poderes fácticos
Ideeleradio.- El presidente Ollanta Humala debería ir en contra de la recomendación de los poderes fácticos y apostar por más diálogo social, estimó el analista Juan de la Puente.
“[¿Ollanta con los tres años de gobierno puede o está a tiempo de gestar una alternativa?] Sí, pero mi apreciación es que tiene que ir contra lo que le recomienda los llamados poderes fácticos en el país. Más diálogo social, y más y más diálogo social, que es el temperamento que entró el Gabinete [de Juan] Jiménez contra la sinrazón y autoritarismo verbal y práctico de Oscar Valdés”, argumentó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
El analista dijo, en ese sentido, que hay sectores que impiden que el mandatario Ollanta Humala se incline por el diálogo porque consideran que tiene una connotación ideológica.
“Yo pienso que cualquier gobierno que haga política y diálogo social para resolver conflictos, agenda política, resolver problemas de la coyuntura le va bien, pero hay un sector en el país de medios, de políticos y del país que le pide a Humala ‘no hagas diálogo, que eso es ser izquierdista, caviar’. La palabra diálogo tiene una connotación ideológica”, aseveró.