viernes, 11 de abril de 2014

Áncash es el Perú

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/ancash-es-el-peru-11-04-2014
La República
La mitadmasuno
11 de abril de 2014
Juan De la Puente
La corrupción en Áncash está siendo tomada como un grave problema de Estado y las primeras preocupaciones son judiciales. En procesión, los organismos que habían volteado la mirada a la corrupción realizaron una audiencia y anuncian el descongelamiento de los procesos contra la cúpula regional. No obstante, se piensa en Áncash como una excepción y no como una regla, como un fenómeno y no como una tendencia.
Áncash es el Perú, solo que allí las mafias provocaron un estallido; es la avanzada de un orden de cosas que se forma en relación con los procesos de modernización, descentralización y crecimiento económico, y cuyo origen no es, exclusivamente, la falta de institucionalidad y de control. Lo que a simple vista luce como un asunto de reglas es un problema de organizaciones y de actores.
José María Arguedas decía de Chimbote que era la ciudad que menos entendía, pero que más lo entusiasmaba. Hace ya medio siglo describía en El zorro de arriba y el zorro de abajo a las mafias de ese puerto como la expresión de una ideología informal, una suerte de modernización a patadas hundida firmemente en brechas y desencuentros sociales y culturales que no han hecho más que recrearse desde entonces.
Sobre estas y otras bases se construye una sociedad que se asume y comporta como un espacio de tensión sin reglas, so pretexto de su heterogeneidad y donde la crisis de organizaciones y liderazgos es recurrente y en progreso. Áncash fue escenario de una competencia de partidos políticos hasta entrados los años noventa, con predominio del Apra, Acción Popular y la izquierda. No obstante, como sucedió con buena parte del país, fue conquistado por la antipolítica; desde 1995, Huaraz y Chimbote eligen alcaldes independientes, salvo un período en este último caso, y Casma, otra provincia violenta, ha tenido cinco alcaldes desde 2007, uno de ellos revocado y otro asesinado.
La política ancashina fue asaltada por políticos de ocasión que han creado sus propias franquicias regionales para efectos internos y que se relacionan exitosamente con las franquicias partidarias nacionales para efectos de una representación parlamentaria. Esa política antipolítica ha llegado a su límite; el proceso operado en Áncash, también experimentado en otras regiones, de sustitución de los liderazgos partidarios nacionales por elites locales se ha agotado; el predominio de los nuevos “valores”, el robo, la coima, la amenaza, la difamación, la compra de periodistas y jueces, el cambio de bando, y la muerte, esconde la falta de un proyecto local y una mortal precariedad de la oferta política.
Los datos del sistema político ancashino indican ese agotamiento. En las elecciones del 2010 se presentaron en el Santa (Chimbote) 22 candidatos y en Huaraz 16, las provincias con las más altas tasas de competitividad electoral del país. A tono con esa tendencia, en las elecciones regionales del 2002 se presentaron 8 listas, 13 el año 2006 y 19 el año 2010. Asimismo, en las tres elecciones, Áncash fue la región donde las listas tuvieron un apoyo electoral menos uniforme, es decir, un bajo indicador de distribución (PSNS) según la metodología del Jurado Nacional de Elecciones.
En el contexto de mayor fragmentación, más competitividad y menos distribución homogénea del voto se entiende que las guerras políticas se zanjen con el apoyo de sicarios. No en vano la región ostenta otros dos indicadores relevantes: en el periodo 2007-2010, el 10% de las autoridades distritales fueron vacadas y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord histórico que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
Al debatir las soluciones para esa región es preciso reconocer que estamos ante una sociedad con una acelerada fragmentación, donde la política es ilegítima y las representaciones políticas son casi simbólicas. En las elecciones generales del 2011 ninguna lista superó el 20% de los votos válidamente emitidos, mientras que los votos blancos y viciados sumaron la primera mayoría, el 26%, más del doble que el porcentaje nacional.

miércoles, 9 de abril de 2014

Una crítica a la encuesta de CPI (9.4.2014)

A propósito del sondeo de CPI sobre intención de voto publicado hoy. Una encuesta de esas características a dos años de las elecciones tiene un efecto muy limitado como para advertir incluso tendencias, menos aún extraer conclusiones, que es lo que leo que se hace con ligereza.
El sondeo incluye a dos “presidenciables” que han señalado que no postularán, Lourdes Flores y Nadine Heredia, y no incluye a otros que han declarado que si lo harán, como Alfredo Barnechea, por señalar solo un caso, o al mismo Luis Castañeda Lossio que no ha dicho sí, ni a la alcaldía de Lima ni a la Presidencia de la República, pero que igualmente es un “presidenciable”. Como en otros sondeos a cargo de otras empresas, el uso de las tarjetas es arbitrario y sin explicación.
Darle carácter de concluyente a estas cifras en un país con una volatilidad electoral alta en procesos electorales presidenciales, es equívoco. Es el caso de Mario Vargas Llosa de cara a 1990, Lourdes Flores el 2001 y 2006 y Alejandro Toledo y Castañeda Lossio el 2011. Siendo en general cierto que toda encuesta, aun a dos años de las elecciones, es una foto debe ser mesurada tanto la presentación como el análisis. No se puede presentar una foto de final de carrera la que se ha tomado en el partidor, cuando los caballos ni siquiera han empezado a correr.
En el caso de Lima, el asunto es más escandaloso y en esto me refiero a CPI. El porcentaje obtenido por Enrique Cornejo, del Apra, figura como tal con 3.6%, pero no aparece Susana Villarán en el reporte oficial del sondeo. En la nota de Correo, el directivo de CPI asegura que el 5,2% de Villarán se ubica en el rubro “otros”. ¿No es raro que a Cornejo, que tiene menos que Villarán CPI lo visibilice y a Villarán no? ¿Quién y con qué propósito hace el vaciado de la data? ¿Cómo atribuir el “olvido” de alguien que tiene más de 5% de intención de voto, si le creemos a CPI? ¿De quién más se han olvidado?
No deja de llamar la atención que en cambio una de las preguntas sea sobre “si es conveniente” que Villarán postule. En los últimos 30 años no he visto en sondeos una pregunta tan abierta y genérica. Quizás debieron agregar el “para quien” es conveniente, si para ella, para Lima, para el país, etc. En otros casos, la pregunta es más precisa: “¿Estaría Ud, de acuerdo con que ……. postule a la reelección?”

viernes, 28 de marzo de 2014

El profeta Ezequiel

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La República
La mitadmasuno
28 de marzo de 2014
Juan De la Puente
El asesinato del ex consejero regional Ezequiel Nolasco dispara las alarmas sobre la extrema violencia política y corrupción en la región Áncash. En realidad, descubre para la opinión pública nacional y para la política limeña un truculento escenario que los ancashinos conocen bien. En esa región, la balas silenciadoras, los jueces y fiscales comprados o amenazados, los policías vendidos y los periodistas alquilados, forman parte de un paisaje con el que conviven los ciudadanos.
Los sucesos que han modelado ese escenario, especialmente las denuncias de corrupción y los asesinatos, fueron poco más que una noticia. Su persistencia no logró impactar decisivamente a las seis instituciones de alcance nacional llamadas a combatir el delito o controlar el poder, el Congreso, el Poder Judicial, la Procuraduría (Ministerio de Justicia), la Policía (Ministerio del Interior), el Ministerio Público y la Contraloría General de la República. Estas han respondido que hicieron algo de lo que les correspondía, que la falta de eficacia se debe al papel de otras instituciones y que carecieron de recursos para alcanzar mayores logros. Es probable que estos argumentos sean de algún modo ciertos aunque la verdad es más compleja y dramática.
En casi todas estas instituciones operó un mecanismo ilegal que bloqueó las denuncias o su desarrollo procesal con marcado éxito. Este no es un trabajo empírico, sino el resultado de un proyecto mafioso sostenible por su capacidad operativa y los recursos financieros, políticos, legales, tecnológicos y mediáticos que desarrolla. A diferencia de las redes clásicas de corrupción del pasado, esta se construyó de abajo hacia arriba usando para sus intereses los espacios de autonomía y discrecionalidad que la descentralización ha establecido, una derivación perversa no prevista al inicio de este proceso.
El atormentado tránsito de Ezequiel Nolasco desde el año 2010 testimonia la fuerza de la red ilegal a la que se enfrentó y sucumbió; todos sus movimientos fueron contestados con éxito. Él perdió todas las batallas emprendidas, en los ámbitos administrativo, policial, judicial y parlamentario. También perdió la batalla de la opinión pública porque su voz, mucho antes de las balas asesinas, fue silenciada por una prensa regional arreglada bajo la mesa y sobre la mesa, con muy escasas excepciones. Las tres veces que este hombre, martirizado ya por la muerte de su hijo y por su propia persecución, se encadenó en la puerta de la Corte Superior de Justicia del Santa (Chimbote) aparecieron como una dolorosa confesión de su impotencia y fracaso.
La mala noticia, lluvia sobre mojado, es que el caso de Áncash no es único. Los datos a la mano indican que en varias regiones se han organizado mafias locales con alcance nacional y en otros casos de origen municipal con el mismo éxito. Sin embargo, no todas las regiones o ciudades tienen un Ezequiel Nolasco que a costa de su vida ha dejado testimonio de la realidad. Casos similares a los de Áncash están atrapados en el Congreso, han sido trabados en las fiscalías o han merecido sentencias cargadas de impunidad.
En Áncash ha fracasado todo o casi todo, la democracia, la descentralización y la libertad de expresión. Desde la primera elección regional no ha sido posible construir allí un proyecto regional abierto y democrático; contrariamente, se ha acentuado la fragmentación social y política, las prácticas clientelares y la organización de un poder resistente a la rendición de cuentas. El proceso de descentralización ha sido en esa región hasta ahora la transición hacia un estado débil y corrupto, personalizado al extremo y carente de elites moderadoras y articuladoras del debate. El rasgo que define el espacio público allí es un alto protagonismo de actores informales y, sobre todo, ilegales, cuya lucha por el poder carece de límites con una marcada preferencia por el uso de la violencia para resolver las disputas políticas.
La pregunta de qué hacer con Áncash debería ser qué hacer con la descentralización.

viernes, 21 de marzo de 2014

Embestido, investido, desvestidos

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La mitadmasuno
La República
21 de marzo de 2014
Juan De la Puente
UNO. No entendiendo por qué el Presidente de la República perdió la oportunidad de relegitimar su gobierno. De haber aceptado la primera votación como lo que fue, es decir, un rechazo al gabinete y designado otro corrigiendo lo que los ciudadanos demandan, habría obligado al Congreso a entregarle la confianza a un equipo de gobierno remozado con menos reparos, relanzado su administración de cara a la segunda mitad de su quinquenio. El temor del cierre constitucional del Parlamento que atemoriza a la mayoría de los hijos del voto preferencial habría movilizado más que a la Confiep a una parte importante de la sociedad civil interesada en una cooperación Ejecutivo/Legislativo en lugar del bloqueo.
En ese escenario se legitimaba el gobierno, el Congreso mismo, que al rehusar la confianza ejerció su derecho a desaprobar al gobierno y que al aprobarlo luego de los cambios habría mostrado determinación. En este caso, los votos verdes y rojos habrían sido menos cuestionados que ahora. No obstante, el Presidente prefirió la ruta de una negociación un tanto ignominiosa, por lo que el voto en favor de la investidura no le permite a su gobierno superar el aislamiento ni el efecto de las dos primeras embestidas parlamentarias. En esas condiciones, una confianza agónica es un caramelo envenenado de efecto programado que debilita al gobierno.
DOS. Entiendo un poco más la razón por la que una parte de la oposición se negó a rechazar de un modo más enfático al gabinete y prefirió la abstención, aunque una parte de ella haya sido llevada de las narices. Si la idea era propinarle al gobierno un jalón de orejas, un gesto que obligue a Humala a negociar desde su debilidad la rebaja del protagonismo de Nadine Heredia, esta estrategia es entendible en el caso del Apra y el fujimorismo, potenciales adversarios de Heredia el 2016 que cuentan ya con candidatos presidenciales.
Para el resto de la oposición (PPC, AP, Frente Amplio, Solidaridad Nacional, Partido Humanista, Somos Perú y Alianza para el Progreso) el sentido de su primera votación debió ser mucho más enfático que la abstención, en una perspectiva programática y con razones de fondo. ¿Qué pasó con los temas Castilla y los salarios del sector público, la reducción del canon, las promesas electorales incumplidas, el gasoducto del sur y la seguridad ciudadana? Fueron sepultados por la nadinofobia. Una parte de estos grupos mostraron como un trofeo un comunicado de la PCM sobre el papel de Heredia renunciando a una representación más amplia de sus electores.
Apreciado en el conjunto, el resultado del impasse del voto de investidura tampoco ha fortalecido a la oposición y no solo porque no consiguió su propósito antinadinista. Ningún partido logró aparecer como una alternativa potable y, en cambio, en el resultado final más de uno no ha podido convencernos de que no pactaron prebendas. Al final, queda la imagen de una oposición que creyó que era un crimen sangriento licenciar al gabinete y que siente haber sido pillada con el puñal en la mano.
TRES. Los abusos de las mayorías parlamentarias gobiernistas son peligrosos al igual que las dictaduras parlamentarias. En ambos casos se eliminan los contrapesos y las modalidades de cooperación en favor de la sujeción de un poder por el otro. En ese sentido, en el episodio de la investidura se ha planteado una nueva situación no prevista ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que es la posibilidad del bloqueo del Ejecutivo por el Congreso a partir de una desastrosa decisión, la de votar más de una vez la confianza en un gabinete amparada en un acuerdo de hace 10 años que nunca se convirtió en norma positiva, que no pasa el más simple test de legalidad y que tampoco puede ser usado como costumbre parlamentaria, por el delicado objeto al que se aplica.
En los sistemas parlamentarios se puede jugar al bloqueo porque en los congresos reside la posibilidad de formar gobierno, pero cuando en un sistema presidencialista se pretende votar tres o cuatro veces la investidura de un gabinete, el juego de los carritos chocones puede ser muy dañino.

viernes, 14 de marzo de 2014

Los carritos chocones

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La República
La mitadmasuno
14 de marzo de 2014
Juan De la Puente
El áspero intercambio de frases sentenciosas entre el gobierno y la oposición a raíz de la remodelación del gabinete han reabierto una etapa de polarización clausurada un breve momento a raíz del fallo de La Haya. Al igual que el año pasado las fuerzas se ha dispuesto en línea de batalla y el discurso es casi el mismo: “Nadine Heredia tiene el poder”, “Alan García teme ser condenado”, “El gobierno es ineficaz”, “La oposición no tiene autoridad moral”, entre otras afirmaciones.
Los actores son también los mismos, pero me temo que una parte del escenario ha variado. El primer cambio que distingue la tensión del año pasado con el ciclo abierto recientemente es el hartazgo de la opinión pública, una especie de cansancio ciudadano que emerge de la convicción de que lo que ahora se critica no podrá ser alterado hasta dentro de dos años y medio. El segundo cambio es el desgaste de la mayoría de actores, especialmente los que han entrado a la pelea cuerpo a cuerpo, donde el que lleva la peor parte es el gobierno, imposibilitado por ahora de salir del aislamiento y recuperar la agenda pública.
Esta polarización se torna paradójica porque no produce una mayor crisis que la que existe. Curiosa polarización que viene con sus propias certidumbres: es seguro que el gabinete obtenga la investidura en el Congreso, que la oposición y los medios continuarán manejando la agenda, que el gobierno seguirá tomando las decisiones y las indecisiones y que Nadine Heredia continuará llenando el vació oficialista. Es tan cierta esta relación contranatura polarización/certidumbre que una de las seguridades de los poderes económicos y mediáticos es que el gobierno no producirá cambios en el modelo económico.
Si la tensión no lleva a ninguna parte en el corto plazo se torna evidente que estamos ante una polarización a velocidad controlada, sobre todo por la falta de fuerza de los que conducen los coches. Una suerte de carrera de carritos chocones.
Nada de lo que se dice o se pretende es masivo y contundente porque pasada la primera mitad del gobierno de Humala, los actores son conscientes de sus propios límites y que una crisis grave de gobernabilidad es cada vez más lejana, de modo que en más de una expresión se advierte un genuino interés político pero con una alta cuota de sobreactuación.
¿Todo está dicho o no hay nada más por hacer que sentarse a esperar el 2016? Me temo que no. En el marco de una polarización controlada, no se descartan dos controversias agudas que podrían agitar las certidumbres y deshacer las paradojas. La primera es una mayor ofensiva sobre Nadine Heredia en la idea de marcar con críticas hasta el último detalle de su actividad pública, más con el objetivo de desgastarla e impedir su eventual candidatura presidencial que evitar su influencia en el gobierno.
Una ofensiva final sobre ella tendría, sin embargo, que vencer la visión neoinstitucionalista y pragmática que sostiene que el activismo en el poder de la esposa del presidente es positivo en la medida que impide que el gobierno cometa errores y se ponga en juego la gobernabilidad y el crecimiento.
Tampoco debe descartarse una intensa campaña anti García a propósito del debate de las conclusiones de la Megacomisión. En este caso, es igualmente evidente que el propósito es inhabilitarlo electoralmente más que sancionar las irregularidades cometidas en su gobierno.
No estoy seguro si este modelo de polarización controlada incluyendo la variante de la tensión extrema por anti Nadine/García sea lo que el Perú espera o se merezca. En esa ruta será muy difícil que la oposición acumule más de lo que lo ha hecho y que el gobierno recupere lo que ha perdido, sobre todo porque propone un horizonte político electoral donde los grandes temas del futuro parecen extraviados y sometidos a los cánones de la política personalizada. Esta tensión en las alturas desmoviliza a la gente y de ella no emerge ninguna fuerza que emita señales nuevas a la sociedad. El primer grupo que exponga otro discurso podrá ser la sorpresa. ¿No es hora ya de una nueva política?

viernes, 7 de marzo de 2014

Los pasos vendidos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-pasos-vendidos-07-03-2014
La República
La mitadmasuno
7 de marzo de 2014
Juan De la Puente
En un audio atribuido al congresista Julio Gagó, acusado de vender ilegalmente al Estado a través de una empresa de fachada, este señala que más de 100 parlamentarios son empresarios que “hacen los mismo”; es decir, contratar con el Estado irregularmente o, extensivamente, que hacen negocios desde su alta posición de representantes.
Quiero tomarme muy en serio las palabras de Gagó porque podría estar diciendo la verdad aunque con algo de exceso. Conozco en todas las bancadas a legisladores honrados y austeros, e incapaces de violar su mandato usando el peso de su cargo para realizar negocios u otro tipo de venta de influencias. La mayoría de ellos, mujeres y varones, son militantes de la política con larga actividad partidaria.
No obstante, es preciso reconocer que la representación parlamentaria se he transformado en los últimos años mediante un proceso marcado por varias tendencias: 1) la formación de las listas con escasa participación de los militantes y en cambio con el protagonismo de los candidatos presidenciales; 2) el alto costo de las campañas individuales; y 3) la elección de congresistas invitados, que no pertenecen al partido que los llevó en sus listas.
Este proceso ha llevado al Congreso a hombres de negocios y para el negocio. Su número es creciente y este aumento es proporcional al desarrollo de las tendencias señaladas; a menos institucionalidad de la política y de los partidos más legisladores dispuestos a hacer negocios desde sus escaños, una figura que también se aplica a la representación regional y municipal.
El político negociante es en la práctica un negociante a secas, un actor racional que emerge de la privatización e individualización de la política. Es un actor socialmente legítimo al momento de su elección, ciertamente legitimado por una campaña electoral cuantiosa, pero al fin y al cabo premiado por un sistema que incorpora al poder a mujeres y hombres pragmáticos, audaces y creadores de valor financiero. Es lógico que ello suceda en un país que se asume de emprendedores más que de ciudadanos.
No le pidamos a ese actor una agenda política y colectiva. Su quehacer político (en realidad antipolítico) tiene una lógica emprendedora más económica que social. El Congreso, la región o el municipio son mundos de oportunidades que deben ser explotadas asumiendo sus ventajas competitivas; es decir, el ser centros de poder.
En el pasado hubo empresarios, y aún los hay, dedicados a la actividad política con solvencia y honradez, representando las convicciones que adherían y los intereses generales que defendían; pertenecían a partidos que organizaban esa dedicación, moderaban el individualismo y lo homogeneizaban en un programa. Con los partidos en proceso de extinción como colectividades programáticas la precipitación de los empresarios con agenda económica a la política es irrefrenable, lo que se agrega a los políticos con relaciones bilaterales con empresas que financian sus campañas de modo oscuro. Unos y otros se realizan en el poder a través del voto preferencial.
Todo se encuentra convenientemente establecido para que este esquema tenga larga vida. El Congreso resiste con uñas y dientes la reforma política y ha congelado decenas de proyectos de ley que intentan cambiar este desastroso escenario incluido el Código Electoral propuesto por el JNE, la ONPE y el Reniec. Al contrario, en la legislatura anterior la Comisión de Constitución aprobó con el voto de los representantes de todas las bancadas la reforma de la Ley de Partidos acentuando estas deformaciones, aumentando el número de firmas para legalizar un partido y elevando hasta el 25% el porcentaje de los invitados en las listas electorales. El intento por ahora ha sido frustrado.
La razón residiría en que el sistema ha venido funcionando en favor de los intereses privados en juego aunque haya debilitado la democracia y transformado el Congreso en un espacio de movimiento económico empresarial individual muy dinámico. El Hall de los Pasos Perdidos bien podría llamarse de los Pasos Vendidos.

viernes, 28 de febrero de 2014

La política es irrenunciable

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-es-irrenunciable-28-02-2014
La República
La mitadmasuno
28 de febrero 2014
Juan De la Puente
Lo ocurrido alrededor de la reciente crisis ministerial ocasionada por la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros y el cambio de gabinete refleja una lamentable derrota de la política en varios sentidos de la acepción, por los hechos que han conducido a la crisis, la forma en que ha sido gestionada y por las consecuencias para el desempeño del gobierno, particularmente el reinicio de un período de mayor confrontación y el riesgo de la reducción del desempeño del Ejecutivo.
En teoría, los gobiernos registran una relación tirante entre las demandas de cambio interno y de eficacia, dos variables del poder que solo la política puede administrar. Se demanda cambios cuando es visible el desgaste en un sector y se hace ostensible que no se podrá cumplir con los objetivos sin que el responsable sea desplazado. Del mismo modo, se reclama eficacia cuando la agregación de errores indica que los propósitos no serán alcanzados sin una nueva conducción.
El equilibrio entre estas variables es más complejo cuando el desgaste es generalizado. En tal sentido, los cambios de ministros suelen ser sinónimos de relanzamiento del gobierno y los nuevos gozan de un período de gracia. Eso sucedió con la designación de César Villanueva y su gestión fue una apuesta política, el elemento que la mayoría consideraba era el déficit del gobierno, a pesar de que su antecesor, Juan Jiménez Mayor, había capeado con habilidad varios meses de polarización extrema. Villanueva parecía tener las cuotas exactas de eficacia y política que todo relanzamiento necesita.
En el nuevo escenario se tiene desde el inicio un premierato debilitado. Lo que sucede en este cargo, el segundo del Ejecutivo después del Presidente de la República, no es de poca importancia. Es el más político de los ministerios, el que responde por el Presidente ante el Congreso y ante la sociedad, y el que de algún modo y en distintas intensidades, es bombero, gestor y escudero.
Celebrar como un logro del nuevo gabinete su condición de tecnócrata, como lo han hecho ciertos comentaristas y ¡vaya! políticos, es increíblemente tonto. Más allá de su errada repulsión de la política, sintetiza una ingenua concepción del poder y del gobierno como una empresa que solo demanda gerentes.
El gobierno necesita llevar a cabo una urgente labor de saneamiento de la figura del Presidente del Consejo de Ministros para evitar un rápido desgaste del gobierno bajo el entendido de que una corta vida del nuevo gabinete tendrá un efecto serio en la operatividad del Ejecutivo. A los sahumadores de los tecnócratas habría que decirles que en cualquier sistema político una alta tasa de rotación de ministros es expresión de ineficiencia  y que la ciencia política no conoce el concepto de “desgaste técnico”. Todo desgaste es político.
Es cierto que el premier peruano no tiene la clásica figura de los premieres de los regímenes parlamentarios y que la Constitución de 1993 le rebaja el perfil en desmedro del Ministro de Economía, el único ministro constitucional.  No obstante, felizmente la Ley Orgánica de la Presidencia del Consejo de Ministros (LOPE), la Ley N° 29158, de diciembre del 2007, ha superado algunos de estos vacíos.
Un premier que no se sienta infeliz desempeñando una función política y al que le dejen trabajar sin interferencia tiene en el gobierno un papel relevante como coordinador de las políticas nacionales y en la conducción de grupos importantes como la Comisión Interministerial de Asuntos Económicos y Financieros (CIAEF) y  la Comisión Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS). La LOPE le señala otras cuatro funciones que le permiten desempeñar un rol articulador del poder en nombre del Ejecutivo como dirigir el proceso de descentralización, dirigir las relaciones entre el Poder Ejecutivo y los demás poderes del Estado, los organismos constitucionales, los otros niveles de Gobierno y la sociedad civil; promover la participación y concertación sociales en la gestión de gobierno; y coordinar la planificación estratégica en el marco del Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico.

martes, 25 de febrero de 2014

La derrota de la política

http://www.ideeleradio.org.pe/web/wNoti.php?idN=9239&tip=especiales
Radio San Borja
25 de febrero 2014
Entrevista en Ideeleradio, que dirige Glatzer Tuesta, de Radio San Borja, sobre la renuncia de César Villanueva al premierato y los cambios en el gabinete.
Ideeleradio.- La salida de César Villanueva del Poder Ejecutivo refleja un achatamiento de la figura del premier, una derrota de la política, y evidencia la dificultad en respetar las formas que son importantes en democracia, afirmó el analista Juan De la Puente.
“Lo que veo en el caso de Villanueva es una derrota de la política, porque él ingresa como premier y como un futuro gabinete en el caso de que se produjera los cambios en la idea de fortalecer el proceso de descentralización, el diálogo político para bajar la polarización, la solución de determinados problemas que pudieran crear una mayor expectativa y una agilización de los proyectos que estaban detenidos”, anotó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“De modo que esto deja un mal sabor por eso, es una especie de achatamiento de la figura del primer ministro, una derrota de la política, pero también es una evidencia de la dificultad para respetar las formas que en democracia son importantes, y que en determinadas circunstancias hacen también el contenido”, acotó.
El analista señaló, del mismo modo, que el Perú no debe ser un "país bananero", y que, por ello, hay que respetar las formas. Arhumentó que si había incomodidad con la gestión del expremier César  Villanueva, se pudo conversar con él.
“El premier no ha podido construir una relación política al interior del Gobierno, sea por los poderes superfácticos o sea, también, porque no ha tenido la fuerza suficiente al interior del Ejecutivo para promover los cambios y, también, para construir esta relación”, declaró.
“Esto es un problema porque termina limitando mucho en términos institucionales la figura del primer ministro, que ya la Constitución lo tiene limitado, y porque la Constitución le da mucha fuerza política al Ministerio de Economía y Finanzas”, precisó.
Alta rotación de ministros limita efectividad
Existe el riesgo de una larga debilidad en el gobierno de Ollanta Humala, porque la alta rotación de ministros limita su efectividad, aseveró al señalar que el principal desafío del actual Consejo de Ministros será su operatividad.
“Mi preocupación, es el riesgo de una larga debilidad. Normalmente un presidente y un gobierno es un 'gobierno pato cojo', seis meses u ocho meses antes de entregar el cargo, que es lo que dictan las leyes de la política cuando está acercándose la transmisión del mando. Creo que el Perú no puede tener un gobierno con una larga debilidad, porque la alta rotación de ministros implica cambios adentro de cada sector y esto limita la efectividad”, comentó.
“[…] Cinco premieres en la primera mitad de los cinco años, nos hace decir con cuántos va a terminar. Algunos desearían que este sea el último y que haya estabilidad, pero digamos por ahí no va la cosa”, anotó.
El analista explicó, además, que el principal desafío del nuevo Gabinete que preside René Cornejo será su operatividad. Subrayó que es importante que esta se incremente.
“Diría que el principal desafío de este nuevo gabinete es la operatividad, es decir hay que hacer funcionar a los sectores. No sé a qué porcentaje está funcionando el aparato del Estado, pero es muy importante que esto se incremente. Ya no solo hay un tema de relación política con la sociedad, con los otros poderes, sino de manejo de Estado, a lo que conspira esta alta rotación”, declaró.
La ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Carmen Omonte, y la ministra de Trabajo, Ana Jara, vienen con demandas regionales y podrían hacer "cortocircuito" con el esquema del Ministerio de Economía que no quiere entregar recursos, aseveró.
“En esta composición [del Gabinete] hay muchos elementos que puedan tironear, porque tenemos dos ministras que traen demandas regionales personales, la ministra de la Mujer, que es representante parlamentaria por Huánuco, y la ministra de Trabajo, Ana Jara, por Ica, y ambas son ministras peleadoras y ahí podría haber un 'cortocircuito' con el esquema de un Ministerio de Economía que no quiere entregar recursos”.
“Una cosa es en el Ministerio de la Mujer y otra en el Trabajo que es más estratégico, que tiene más recursos y demandas y no está obligada a mayor gestión. También es portador de esta demanda regional sobre el Gaseoducto del Sur el nuevo ministro de Energía y Minas, que probablemente no tenga el perfil deseado por el ministerio de Economía y finanzas en general para ese cargo […]”, agregó.
El analista sostuvo, además, que la gestión de Humala Tasso va a requerir más de su bancada, tras señalar que el claro defecto del actual gabinete es que no aparece su perspectiva política. Indicó que el gobierno actual está obligado a ser más eficaz.
“El Gobierno va a tener que esforzarse más, requerir más de la bancada. En los últimos meses la bancada ha suplido muchas ausencias en la arena pública de los ministros, pero esto obviamente no ayuda. Y se podrían producir otros cortocircuitos más adelante. Está demostrado que cada vez la figura del premier es cada menos relevante y el posicionamiento político es importante, sobre todo si va a tener un candidato presidencial para competir en el año 2016. Una cosa es tener un candidato de gobierno cuando el presidente tiene 40% a 45% y otra cosa es cuando tiene el 22%”, manifestó.
“De modo que ya no por la administración misma, sino por el derecho de sobrevivencia está obligado a ser eficaz, a responder demandas ciudadanas, a pelear, contradecir y para eso se necesita un equipo humano que tenga algo de perspectiva política, que lo que advierto como una ausencia fundamental”, precisó.
Finalmente, refirió que desde el periodo en que Óscar Valdés fue premier se ha configurado un escenario donde se visualiza que existen varios poderes al interior del Ejecutivo. Refirió que el presidente Ollanta Humala es parte de esta lógica y actúa como árbitro.
“Hay también otros poderes fuera del Gobierno. No me cabe duda, que los grandes poderes económicos que se preocupan mucho si manda Humala o Nadine, y son los que han evitado la toma de muchas decisiones. Se han configurado estos poderes fácticos que reparten el poder, y Humala es parte de eso y, también, opera como un árbitro”, precisó.
“Me imagino que la designación de este gabinete fue decidido por el presidente y tomando en cuenta estas aristas, creo que la salida de Castilla hubiera dejado mejor al presidente en la idea de que yo estoy mandando. Ahora, daría la impresión de que estaría siendo premiado un acto no de insubordinación, sino de poca lealtad que sale en contra del premier”, concluyó.

viernes, 21 de febrero de 2014

Che, Pinochet o Gandhi

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/che-pinochet-o-gandhi-21-02-2014
La República
La mitadmasuno
21 de febrero 2014
Juan De la Puente
Hablamos de personas. El difícil trance venezolano atrapa no solo a un país y a su sistema político. Ya antes de la batalla en las calles la crisis había descargado sobre millones de mujeres y hombres su potencial violento, especialmente la inseguridad cotidiana y la grave situación económica. En los últimos días, este drama muestra escenas cada vez más trágicas y sangrientas. Es entendible que un país partido en dos mitades, armado y agitado no pueda ofrecernos una sola visión.
Es cierto que allí se libra una disputa por el poder; un régimen que dura 15 años, que ha realizado innegables transformaciones pero que ha perdido la mayoría y las oportunidades es desafiado por una oposición hegemonizada por la derecha, la misma que con su despilfarro y corrupción dio origen a Hugo Chávez hace más de 20 años.
No es la única disputa, porque también se pelea por seguridad y bienestar, aunque ahora toda demanda pasa por el poder. Este ha gestionado brutalmente el conflicto y ha criminalizado todo movimiento crítico, incluso el de los estudiantes que reclaman contra el auge del delito. El gobierno de Maduro ha abdicado de su responsabilidad de garantizar la seguridad de todos, ha convertido en fascistas y golpistas a los opositores y ha dado carta libre a los grupos armados, policiales o parapoliciales para matar. El viejo discurso de la desestabilización, usado en diversa escala para acallar, alguna vez utilizado entre nosotros como en Conga y en Espinar para disparar contra los que reclaman en voz alta.
El relato de esa crisis se encuentra también en disputa, en la palabra y en la imagen. El eje de esta narración encontrada, repleta de deformaciones y medias verdades, es totalmente ideológico en el sentido más determinista posible. En este punto, no impresiona la capacidad de las dos partes para mentir sino la incapacidad de quienes se tragan sus relatos, los hacen suyos y los llevan adelante “contra el enemigo”. El grueso de estas opiniones se resiste al debate, no intentan explicar los sucesos sino aceptarlos o negarlos, sacrificando la verdad por la épica.
En ese contexto nos perdemos de vista otras verdades que el discurso blanco/negro oculta. La primera, la figura de Maduro, una reproducción de Chávez en clave diminuta si nos atenemos a la reflexión de Marx sobre que los hechos y personajes se producen primero como tragedia y luego como farsa. El extremo determinista intenta que no nos fijemos en su gobierno, el más inepto de todos los progresismos de la región en el manejo de la economía y que huye hacia adelante en lugar de disponerse, escuchando a respetables aliados como Lula, a abrir el espacio, bajar las tensiones, defender sus políticas sociales con el dialogo y garantizando la paz.
Otra de las verdades ocultadas bajo la propaganda es el deseo restaurador de una derecha viejísima y patrimonialista. Para ella, la democracia es un escudo de batalla; mayoritariamente añora el antiguo régimen corrupto y suntuario magistralmente sintetizado por Carlos Andrés Pérez. Como sus pares extremistas en nuestro país y otros en la región no logran entender que para millones de venezolanos el chavismo significó una epopeya liberadora de la vieja república.
No es extraño ni casual que en el enconado debate peruano sobre la situación de Venezuela las versiones antiguas de la izquierda y la derecha tengan un punto de encuentro en el tema de los derechos y libertades. Los primeros justifican o relativizan el asesinato de estudiantes porque la revolución debe defenderse y porque el gobierno de Maduro es democrático al haber salido de las urnas (¿Basta eso, o también debe gobernar democráticamente?). Los segundos pugnan por echar a Maduro del poder sin cumplir necesariamente con los estándares democráticos. Vaya que parece que el entonces obispo ayacuchano tenía razón cuando exclamó que los derechos humanos son una cojudez.
Llegado a ese punto, no creo que los venezolanos de hoy, atrapados entre varias violencias y divisiones, necesiten menos derechos  y libertades. No creo que necesiten un Che o un Pinochet, sino un Gandhi.

domingo, 16 de febrero de 2014

No eres tú, soy yo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/no-eres-tu-soy-yo-14-02-2014
La República
La mitadmasuno
14 de febrero de 2014
Juan De la Puente
El caso Secada se convierte en un pequeño y prometedor laboratorio de política aplicada al remitirnos a la relación entre aquella, los partidos y los políticos, en realidad una correlación entre los llamados inputs de la política, es decir sus actores y estrategias, y sus outputs, sus resultados. Así, nos es posible analizar el caso sin repasar la situación del PPC, la crisis de los partidos que le es inherente y el momento especial que vive lo que se llama política pública.
Lo de Secada era ya un caso antes de saberse de las cuatro denuncias de dos mujeres y su demoledor efecto; su intento de postular a la alcaldía de Lima forma parte del esfuerzo de legitimación de un sector de nuevos dirigentes que ya están en el Congreso y en los municipios, espacios donde tienen un desempeño eficaz y promisorio. De hecho, el PPC y el Apra cuentan con una generación de cuadros entre treintones y cuarentones con experiencia pública que buscan mejorar sus posiciones dentro y fuera de sus partidos.
En el PPC, este sector ha desafiado ciertos cánones, sobre todo el que indica que el relevo de dirigentes es más lento, más negociado y más organizado de arriba hacia abajo. Esta regla no solo fue retada por los jóvenes: la victoria del grupo que lidera Raúl Castro en las internas hace más de dos años fue inesperada y para más de uno se trató de una injusta expropiación y por lo tanto el origen de una visible hostilidad hacia la actual dirección nacional.
Bajo ese marco de presión por el ascenso en un partido abierto y al mismo tiempo estrecho, el desempeño de personajes como Secada genera crisis. El Perú necesita nuevos políticos, Secada lo es, pero no estoy seguro de que sea el tipo de nuevos políticos que se demanda o que el PPC necesite. Tiene a su favor el ser un economista en un partido de abogados, honrado, y el haber procesado una mutación neoliberal, ahora más liberal que neo, pero está convencido que ser “confrontacional” y pedante es una virtud cuando todos los manuales, y el sentido común, indican lo contrario.
El problema no es Secada sino otro, el PPC, su  cultura partidaria y su democracia. Y no es nuevo; el partido tiene tantos ex militantes que con ellos se han hecho cuatro partidos en los últimos 20 años. La razón podría estar en la persistente timidez del proyecto que se expresa en la siguiente ecuación: un gran espacio de centro derecha, un sugerente programa y una práctica política responsable, y todo ello en una organización pequeña. Dicho de otro modo, poco partido para una gran propuesta.
El PPC no tiene corrientes sino familias políticas relacionadas por vínculos variados, entre los que sobresalen la empatía y amistad, las relaciones laborales municipales y, claro, las generacionales. Tiene a su favor que es un partido de iguales o de más o menos iguales, a diferencia de otras formaciones que tienen emperadores o propietarios, donde no hay expulsados sino despedidos. Sin embargo, carece de un estado mayor nacional y de un liderazgo colectivo ambicioso, con el añadido de que la líder que sintetiza su presencia pública no está en funciones.
Me he preguntado varias veces si el PPC, luego de casi medio siglo de vida realizará el salto; su creciente espíritu liberal que desplaza lentamente el talante socialcristiano (por favor, no enviar carta de aclaración), el ensanchamiento de las clases medias objeto de representación y la descomposición de otros proyectos partidarios indicaría que estos años constituyen el momento pepecista.
El PPC es un partido fundamental de la democracia pero necesita ser grande. Encarar el salto implicaría adoptar grandes decisiones internas; algunas se avizoran en los esfuerzos maternos que hace Lourdes Flores para que la campaña interna para la alcaldía de Lima no termine en un suicidio. Sucede, no obstante, que esta interesante movilización parirá un ratón, pues no se concretará en elecciones directas con el esquema de un militante un voto, sino en la elección de delegados que a su vez designarán a los candidatos, el perfecto escenario para el juego de las familias. Todo esto dicho con aprecio.