lunes, 5 de junio de 2017

Madre Mía, la guerra oscura en el Huallaga

http://larepublica.pe/impresa/opinion/872381-madre-mia-la-guerra-oscura-en-el-huallaga
La República
La mitadmasuno
5 de mayo de 2017
Por Juan De la Puente
La probable reapertura del caso Madre Mía para juzgar el papel desempeñado por el entonces capitán del EP Ollanta Humala en los primeros años de la década de los 90 implica también la posibilidad de juzgar las violaciones a los DDHH en el Alto Huallaga y la Provincia de Padre Abad, los territorios menos estudiados respecto de la violencia terrorista, y donde hubo mayor impunidad.
Razones para reabrir el caso las hay, así como la convicción de que se trata de un período oscuro sobre el que hay que poner luz. La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) reconoció en su momento el déficit de procesos judiciales, testimonios e indagaciones de la violencia en los territorios amazónicos. Aun así, pudo dar cuenta de que en su base de datos consta que en la provincia de Leoncio Prado (solo una parte del Alto Huallaga), entre los años 1989 y 1994, murieron 232 personas y que 198 fueron desaparecidas.
Una de las célebres matanzas fue la de Venenillo, al sur de Aucayacu, en junio de 1989. De acuerdo con el testimonio de un ex miembro del Ejército ante la CVR, en respuesta al ataque donde murieron un capitán y seis soldados, el mando militar ordenó “limpiar” la zona con el resultado de 300 personas asesinadas. El testimonio N° 100168 es escalofriante: “quemaron los cuerpos o los arrojaron al río, más o menos un promedio de 200, 300, entre hombres, niños y mujeres; nosotros comenzamos a matar y a tirar los cadáveres al río y los de la DEA llamaron a Tingo María diciendo que de río arriba venían cadáveres. Nosotros hemos bajado a recogerlos. Eran los mismos que tirábamos. Regresamos y los comenzaron a quemar”.
Para un libro que espera su publicación he recuperado y procesado información sobre la actividad de Sendero Luminoso en la zona y el desempeño de las FFAA. La información oficial senderista señala que arribaron al Huallaga en 1981. Hacia 1987 se habían extendido por todo el valle y sus columnas se adentraron hacia los pueblitos cocaleros que nacían a las orillas de los afluentes del río Huallaga, alcanzando al norte el ramal de Aspuzana, cerca al límite entre Huánuco y San Martín. De allí llegaron a Madre Mía, Sión y Paraíso, pueblos a la derecha e izquierda del Huallaga, fundados por iglesias protestantes.
En diciembre de 1985 se levantó el Estado de Emergencia en la zona y se desactivó el Comando Político-Militar. Al finalizar 1987, los 57 caseríos de Aucayacu tenían delegados nombrados por las columnas terroristas. Así se explica que en pocas semanas, con el apoyo activo de la población, cubrieran de zanjas cada 50 metros de la carretera Tingo María-Aucayacu.
La guerra en el Alto Huallaga fue extremadamente violenta. A diferencia de Ayacucho, SL tuvo en esa zona control de territorios por mucho tiempo y llevó a cabo operaciones de envergadura como la sangrienta toma de Uchiza, el 27 de marzo de 1989, como respuesta a la fumigación de la hoja de coca. Sobre este episodio, El Diario, el órgano de información terrorista, informó que el comandante del puesto policial de Uchiza fue aniquilado en la Plaza de Armas por un “niño combatiente” de solo nueve años de edad que le descargó un balazo en la cabeza. El punto más alto de su ofensiva fue, precisamente, el ataque a Madre Mía el 27 de julio de ese año, para el que SL movilizó cerca de mil personas.
En 1991, Sendero Luminoso proclamó el equilibrio estratégico por lo que se hacía inevitable que los comités populares clandestinos en el Huallaga pasen a ser abiertos. Poco después se demostraría que el “equilibrio” era una táctica que buscaba esconder el callejón sin salida en que se hallaba la guerra para Abimael Guzmán.
Los siguientes fueron los años de la victoria de las FFAA y del terrorismo errante. Tres operativos memorables por el despliegue de las FFAA se realizaron precisamente en los primeros años de la década de los 90, período en el que Humala estuvo destacado en la zona; fueron los operativos “Cuchara”, Paraíso” y “Aries”, este último investigado por el Congreso y documentado por la Coordinadora Nacional de DDHH.

martes, 30 de mayo de 2017

Viva la papa

Por Juan De la Puente
Mi madre y mi padre eran agricultores y la cultivaban para venderla. Eran paperos; mis tíos por ambos lados también, especialmente mi tío Justo, y ahora algunos de mis sobrinos. Todos ellos y mis hermanos mayores nacieron en Chaglla (Pachitea), el distrito más papero de Huánuco y el Perú.
Yo soy también papero por mi dedicado gusto a ella. No es posible ser huanuqueño sin ser papero; uno de los espacios más grandes del Mercado Modelo de mi pueblo está dedicado a la venta de papas y era parte de mis curiosidades de pequeño, deslumbrado por tantos colores y por el olor de tierra que despedía.
Mamá servía al mediodía un plato de papas medianas; yo llegaba del colegio y me comía 3 o 4 antes del almuerzo otras 2 o 3 con el segundo, con una zarza de ají suave, con aceite y cebolla china. También la comíamos como calentado en la tarde o al día siguiente, picada en pedazos y pasada levemente por la sartén mezclada con el arroz que quedaba del almuerzo, una delicia a medio camino entre lo crocante y lo cocido.
Variedad higosh.
Una infinidad de platos que preparaba mi madre tenía a la papa de protagonista o acompañante, aunque nunca me pareció modesta en ese acompañamiento: el locro huanuqueño; caldo de huevo, caldo verde, sopa de letras, caldo de mote, sopa de sémola, caldo de habas, sopa de cushuro (morón) chupes, escabeches de pollo o pescado, picante de cuy, guiso de legumbres, estofado de pollo, puré, picante de papa, picante de carne, picante de indio, causa rellena, papa rellena, bolitas de papa sin relleno con puntitos de ají, caucau, secos de carnero o pollo, ensalada con lechuga americana con medio huevo, ensalada de chochos, papa a la huancaína y pachamanca, por citar algunos. Solo dos veces probé el tocosh, que es la papa fermentada con un olor desagradable, pero rico en vitaminas y penicilina.
He probado papas en otras presentaciones en la más absoluta pluralidad de comidas nuestras y de fuera. Debo haber degustado alrededor de 300 variedades de papa, desde las más conocidas como Canchán, Tumbay, Palta Negra, Tomasa, Revolución, Capiro, Negra, Huayro, Amarilla, Peruanita, entre otras. Las más sabrosas son no obstante las cultivadas para el autoconsumo, la mayoría pequeñas, no siempre redondas. Recuerdo las que probé en Qera, Chaulán, Margos, Marias, Cauri, Jivia, Huarín, Jesús, Pachas, La Unión, Challga, Molinos y Panao y en otros pueblos huanuqueños que visité a lo largo de mi vida, variedades cuyo nombre se me han perdido en la memoria. He probado también la papa colombiana, ecuatoriana y boliviana, y las que se cultivan en Francia, Alemania, Holanda y Bélgica.
Me quedo con una, la variedad higosh, pequeña -algunas se parecen de verdad a un higo- con tonos rosados y morados claros, que probé de niño y adolescente, y que me dejó maravillado las tres o cuatro veces que mamá compró en el mercado de Huánuco, en la parte de afuera, en el Jr. San Martín, donde vendían en los años 70 las mamachas que bajaban de la sierra alta. Mi madre me dijo que venía de las alturas de Huarichacra (Panao). Mi hermana Cristina lo volvió a encontrar para mí en el mismo mercado hace años, luego de 30 largos años.
Es obvio que después de haber probado tantas variedades nativas y comparado sabores naturales no tenga predilección por las papas embolsadas, repletas de químicos, o las fritas. Es que tienen demasiada sal y la fritura a tan elevada temperatura mata el sabor de la pulpa, la parte más deliciosa de una papa recién cocinada, y si es mediana o pequeña mejor. Las papas más deliciosas son las arenosas y más aún las de colores. No hay nada más delicioso que comer una papa con cáscara.
Luego he tenido un contacto editorial permanente con la papa. El Fondo Editorial de la USMP que dirijo ha publicado varios libros sobre el preciado tubérculo, bajo el impulso del Dr.  Johan Leuridan. Entre los libros mas memorables está La flor morada de los andes, de Sara Beatriz Guardia, que obtuvo el Premio al Mejor libro del mundo el año 2004 en los premios Gourmand Cookbook Awards, traducida al francés como la fleur violette des andes.
Feliz Día de la papa.

domingo, 28 de mayo de 2017

Un partido sin tribuna; la encuesta de GFK 28.5.2017

Por Juan De la Puente
Los políticos están jugando solos; los ciudadanos no están en las tribunas, no sienten que el partido sea suyo, ni hinchan por los equipos. Ese sentido adquiere la reciente encuesta de GFK (28.5.2917) publicada por La República, que reporta que se acentúa la brecha entre las convicciones de la elite y las percepciones ciudadanas, de modo que actualmente nadie está hablando por los ciudadanos. La política no está leyendo los códigos de la sociedad y camina a tientas.
1.- Debe ser frustrante para los actores que se esmeran por diferenciarse que los peruanos no vean al poder dividido sino como un todo. Ahora más que nunca aparece la soledad de esta elite que se expresan en dos políticas: la de las alturas y la de la calle, que no les grita a los políticos que no se peleen sino que sean eficaces. Les pide que hagan otra política. Así, solo el 38% piensa que las relaciones entre el gobierno y el Congreso son conflictivas; el 41% cree que es tensa pero que avanza, y el 9% que es cordial. Las tres bancadas más importantes –Fuerza Popular, PPK y Frente Amplio- no son creíbles como opositoras. En el primer caso, solo el 31% cree que fiscaliza al gobierno (16 puntos menos que hace 8 meses) mientras que el signo característico de la bancada del Frente Amplio es que “no se les escucha mucho” (41%). La aprobación de las bancadas es de 25% hacia abajo.
2.- Este no solo es un asunto de imagen sino se posicionamiento. Para la elite y los medios, la política está en el Congreso, para la gente no. ¿Dónde está la política? Al parecer fuera de los poderes. En el últimos mes, solo aumenta la aprobación de Keiko Fujimori (de 38% a 24%), de Kenji Fujimori (de 28% a 33%) y César Acuña (de 14% a 17%); dos de ellos no están en el Congreso, y Kenji no hace política parlamentaria.
Un dato concurrente es que por primera vez cae PPK y sube Keiko. Hasta hace unos meses, la caída de PPK la jalaba hacia abajo. Este cambio podría indicar que de modo personal ella –y no necesariamente Fuerza Popular- lidera la oposición; es el anti PPK, lo que ya sucedió con Alan García respecto de Toledo (2001-2006), y con Humala respecto de García (2006-2011). El sistema estaría entrando a un sistema de competencia perfecta donde las pérdidas del que gobierna lo asume el que se opone más significativamente. En este punto es sugerente lo que anota Eduardo Dargent en La República respecto de que el desgaste opositor del fujimorismo desde el Congreso no afecta a Keiko.
3.- Los ciudadanos ya abandonaron toda actitud complaciente con los poderes. Ambos, Congreso y Gobierno caen, pero me preocupa que en dos meses el gabinete haya caído 8 puntos, y que a pesar que la posición del premier Fernando Zavala es fuerte, haya perdido 9 puntos en un mes, en tanto la mayoría de ministros se encuentre a la baja. Sin embargo, no creo que la progresión de la caída de PPK haga más vulnerable a su gobierno al punto de hacer temer su continuidad. Creo que el gobierno ha logrado poner sobre la mesa la palabra “obstrucción” algo que dañaría al fujimorismo en su conjunto y que interesaría a los ciudadanos si progresan las interpelaciones. En esta dirección no debe pasar desapercibida la estabilidad de la aprobación del Ministro de Economía Alfredo Thorne (31%) inédito para el sector, señal de que la economía está blindándose de las pugnas entre los políticos.
4.- La tendencia es que la elite siga jugando sin tribunas. La mayoría de peruanos no se ha enterado de la reforma electoral (73%), no está enterada de la interpelación al Ministro del Interior, Carlos Basombrio (57%), ni conoce las razones de esa interpelación (70%). A los ciudadanos tampoco se les va la vida por los dramas de la política, no se sienten ni representados (60% de rechazo) ni satisfechos (55% de rechazo) de partidos y líderes pero tampoco son insistentes en demandar cambios, de modo que no le sugieren a PPK, por ejemplo, tocar la reforma política en su programa de TV.
Finalmente, podría ser que esta brecha no sea por ahora muy perjudicial para el sistema, que ya habrá tiempo para politizar a los electores. Pero sí es seguro que no es bueno para la democracia que la política ande sola.

martes, 23 de mayo de 2017

El caso Vizcarra, crisis orgánica y Estado débil

Por Juan De la Puente
Algunas reflexiones del caso Vizcarra cuyo desenlace pudo evitarse, que lejos de cerrarse se abre para mostrar sus elementos de mediano plazo.
1.- Crisis orgánica. La crisis abierta con la renuncia del ministro Martín Vizcarra pertenece al tipo de crisis orgánica de un gobierno, distinta a una crisis exclusivamente de coyuntura, en la medida que afecta al conjunto de procesos del gobierno hacia adentro y de relaciones hacia afuera. Es, además, una crisis de larga maduración para los estándares peruanos, y que ambos poderes maceraron algunos meses, más el Ejecutivo que tenía en sus manos soluciones legales durante meses. Tan importante como la renuncia de Vizcarra es la renuncia del Estado a resolver con diligencia y oportunidad un caso complejo.
2.- El elemento endógeno. El primer detonante de esta crisis y, al mismo tiempo, el primer impedimento de su solución es endógeno; es la falta de fuerza y competencia del Estado para deshacer un contrato mal hecho y renegociarlo o anularlo. Este es un problema legal y político que reside en la pérdida de la capacidad de negociación del Estado, una debilidad que no está relacionada con la fortaleza de la contraparte privada sino con la subestimación del interés público dentro de las agencias estatales llamadas a cautelarlo, creadas con el acertado objetivo de promover la inversión pero con escasa accountability. Desde la creación de Proinversión (D. Leg. N° 674, de 1991), la Ley N° 30052 (julio de 2013), y la Ley N° 30230, los objetivos de facilitar la inversión, el desarrollo productivo y el crecimiento empresarial pretenden ser logrados restringiendo la capacidad negociadora pública. Estas fallas se han advertido en otros casos ahora judicializados y tienen relación con una aplicación deficiente del D. Legislativo N° 1224, Ley Marco de Promoción de la Inversión Privada mediante Asociaciones Público Privadas y Proyectos en Activos, modificado recientemente mediante el D. Legislativo N° 1251.
3.- El elemento exógeno. El segundo elemento de esta crisis es exógeno, es la hegemonía del interés privado sobre el público, cuando debería ser al revés. Este es un problema ideológico o “de modelo”, y opera como un imperativo del mercado que debe subordinar toda lógica pública. Este imperativo está presente descarnadamente en escándalos como la Interoceánica y el peaje de Puente Piedra, pero también se aprecia en pronunciamientos leídos estos días sobre Chinchero. Van desde aquella autoridad del Cusco que dijo que con o sin corrupción debe hacerse ahora el aeropuerto, hasta las alarmas lanzadas desde el sector privado sobre que “nadie invertirá en el Perú” después de la cancelación del contrato del Aeropuerto de Chinchero.
4.- La gran pregunta. Estos dos elementos articulados atravesaron dos gobiernos y han prolongado un mal contrato en una pésima adenda. Vizcarra, una persona reconocida como seria y responsable, no responderá nunca dos preguntas: 1) porqué defendió una adenda de la que él mismo sospechaba era mala; y 2) porqué esperó seis meses para tomar una decisión que era de sentido común desde enero de este año. La respuesta quizás se encuentre en el hecho de que Vizcarra es también conocido como un hombre leal y disciplinado, lo que le da fuerza a la figura de la “inmolación”.
5.- Las repuestas aprendidas. Toda la discusión sobre este caso se ha coyunturalizado rápidamente. Los críticos de Vizcarra no intentan pasar a los temas de fondo y se quedan en las personas (ya lo vimos con la corrupción brasileña, en cuyos casos se niegan a soluciones sistémicas); y los defensores del proyecto cuestionado razonan con el viejo y conocido doble discurso y rasero. Exigen que la Contraloría -otras veces los jueces, policías, fiscales o alcaldes- cumplan con su función pero cuando las instituciones tocan a sus conocidos, intereses o afinidades políticas, se resisten a las medidas. Ensayan el otra vez viejo y super conocido discurso de "yo lo conozco" y por ese motivo tal persona no puede haber cometido una infracción. Es la cultura criolla que no está vuelta porque nunca se ha ido y que cuando no puede con argumentos técnicos o legales, personaliza lo público.
6.- Lo coyuntural. Hay una parte coyuntural en el caso, claro. Al renunciar, Vizcarra ha asumido una responsabilidad, lo que es meritorio en un país donde la responsabilidad política siempre se les exige a otros pero no a uno mismo. Lo hizo luego de la interpelación, después de la cual habían 2 opciones, censura o no. Vizcarra ejecutó un movimiento de manual, la renuncia anticipada, que no solo anula la posibilidad de la censura –que creo era difícil habida cuenta de los fuegos artificiales que se lanzaron el día de la interpelación- sino que lo pone en línea de victimización. De hecho, exigirle ahora que renuncie a la vicepresidencia de la república suena excesivo, una doble asunción de responsabilidad. Fuerza Popular tendrá que forzar demasiado para cobrarle otra renuncia, con el costo que ello supone.
Vizcarra deja atrás un caso emblemático que junta impericia política y técnica. Con el informe de la Contraloría –que tiene el acierto de poner luz en algunos actores invisibles- el caso no se cerrará y tendrá secuelas que afectará al gobierno, y solo si se insiste en apartar a Vizcarra de la vicepresidencia el gobierno podrá salir de la posición defensiva en la que se encuentra. Por ahora, la idea de que Vizcarra "se inmoló" ayuda a Vizcarra pero no al Gobierno.

sábado, 29 de abril de 2017

Ancash corrupción más corrupción (I, II y Final)

Ancash  corrupción más corrupción (I, II y Final)
http://larepublica.pe/impresa/opinion/865131-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-i
http://larepublica.pe/impresa/opinion/867596-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-ii
http://larepublica.pe/impresa/opinion/870070-ancash-corrupcion-mas-corrupcion-final
La República
La mitadmasuno
14, 21 y 28 de abril de 2017
Juan De la Puente
Lo que sigue es una seria de tres artículos publicados en La República los días 14, 21 y 28 de abril, respectivamente, en los que abordo el desenlace de la corrupción post corrupción en Ancash, como una caso de la escasa utilidad de la movilización anti corrupción sin pactos y soin cambios en la formación de la representación y en el juzgamiento de las tramas de crimen político organizado.
(14 de abril de 2017)
El 15 de marzo del 2014 fue asesinado el ex consejero regional de Áncash, Ezequiel Nolasco. Nueve meses después, el 7 de diciembre de ese año, en la segunda vuelta de las elecciones regionales y municipales, fue elegido como gobernador regional Waldo Ríos. Entre ambas fechas se realizó una intensa movilización en favor de la transparencia pública que no evitó el triunfo de Ríos, ex convicto de corrupción.
El de Áncash es un laboratorio del fracaso de las políticas de transparencia pública. Lo que se registra allí es un auge de prácticas públicas ilegales que ha logrado superar la caída y desarticulación del grupo criminal liderado por César Álvarez y reconstruir redes mafiosas que, aunque menos organizadas, definen una forma de gestionar los bienes públicos y las relaciones del poder con la sociedad.
Nunca como luego del asesinato de Nolasco se llevó a cabo en Áncash una denuncia tan indignada y detallada del poder venal. Los ciudadanos se enteraron de las actividades ilegales organizadas alrededor del Movimiento Regional Cuenta Conmigo que bajo la dirección de Álvarez tejió una red que sedujo a la justicia, la policía y la prensa, y cuyos tentáculos llegaron al Congreso, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), el Ministerio Público. Los reportajes sobre esta red, la detención de decenas de personas, las audiencias públicas, las marchas ciudadanas y la publicidad de las investigaciones judiciales y del Parlamento, dieron forma a un escenario anticorrupción inédito.
Esa movilización no obstante fue débil ante los desafíos. En mucho fue más indignación que acción; no significó la formación de alianzas para recuperar el sentido creador de la gestión pública en ese territorio, ni implicó cambios en la oferta política a los ciudadanos. Situada esta movilización en una etapa de dura resistencia a los cambios, no se benefició de una reforma electoral sencillamente porque esta fue burlada.
Ese escenario posibilitó el retorno de Waldo Ríos: él fue sentenciado a 4 años de prisión por recibir 10 mil dólares de Vladimiro Montesinos para pasarse a la bancada fujimorista el año 2000. De retorno a las canchas, formó el Movimiento Regional Puro Áncash con el que ganó las elecciones regionales del año 2014 prometiendo entregar 500 soles a cada ancashino de los recursos del canon minero, del presupuesto de la región de las provincias y de los distritos para que los ciudadanos “se compren refrigeradoras, cocinas, televisores, laptops, bicicletas, y juego de dormitorio”, tal como rezaban sus consignas de campaña.
Por supuesto que no cumplió su promesa y los ciudadanos –entre ingenuos y burlados– realizaron en noviembre de 2015 un paro exigiendo que se concrete. Luego, el gobierno de Ríos fue escandalosamente corrupto y aunque purga ahora prisión por un delito cometido cuando fue alcalde de Huaraz en los 90, tiene varias causas abiertas por su reciente gestión. Su vicepresidente, Enrique Vargas, acaba de ser condenado a 5 años de prisión por mentir en su hoja de vida.
En Áncash la corrupción es más institucional que la política, y es más competitiva que ella, especialmente más que los partidos políticos. En las elecciones regionales y locales de 2014 compitieron 18 listas y las que pasaron a la segunda vuelta electoral no sumaron ni el tercio de votos emitidos. El Movimiento Ande Mar obtuvo 14% y el de Ríos, Puro Áncash, el 13.6%.
Esa elección ya evidenciaba una virtual inviabilidad del modelo de competencia electoral como mecanismo de reproducción de la democracia; hubo 17% de ausentismo electoral y entre los votos blancos y viciados sumaron 21%. Entre los 8 movimientos independientes que compitieron sumaron el 53% de votos emitidos, en tanto que los 10 partidos nacionales solo alcanzaron el 23% de votos, y salvo las provincias de Asunción Corongo y Huarmey, ningún alcalde de las 17 restantes fue elegido con más de 30% de votos. El récord lo batió la provincia de Raimondi cuyo alcalde fue elegido con el 14% de votos emitidos, un ausentismo del 25% y el 30% de votos blancos y nulos.
………..
(21 de abril 2017)
Las elecciones regionales y municipales del 2014 consagraron en Áncash poderes precarizados por bajas adhesiones, alto ausentismo y votos nulos. Si se suman las ausencias y los votos viciados y blancos se tiene que el 38% de los ciudadanos de esa región dejaron de expresarse a favor de la oferta electoral.
Asimismo, salvo las provincias de Asunción, Corongo y Huarmey, ningún alcalde fue elegido con más de 30% de votos. El récord lo batió la provincia de Raimondi cuyo alcalde fue elegido con el 14% de votos emitidos, un ausentismo del 25% y el 30% de votos blancos y nulos. Los alcaldes de las dos provincias más pobladas, Santa (Chimbote) y Huaraz, se hicieron con el sillón municipal apenas con el 19% y 22% de votos emitidos, respectivamente.
En esa elección, 11 de las 20 provincias fueron ganadas por los partidos nacionales (APP 5, Somos Perú 3, UPP 2 y Perú Posible 1) con votaciones igualmente bajas aunque en la mayoría de distritos triunfaron los movimientos regionales y listas independientes. Por la segunda vuelta regional compitieron dos movimientos.
No se podría afirmar que en esa región se sustituyó el viejo sistema de partidos por uno “nuevo” a cargo de las expresiones partidarias posteriores al año 2000 (Fuerza Popular, PNP y Perú Posible). Al contrario, lo más consistente en la política regional en la última etapa han sido movimientos locales con escasa estructura y caudillistas, como Cuenta Conmigo del ex presidente regional César Álvarez; y el Movimiento Acción Nacionalista Peruano (MANPE), del ex alcalde de Huaraz Lombardo Mautino.
Como en la mayoría de regiones, en Áncash se ha instalado un sistema de representación híbrida donde lo regional y local es copado por identidades políticas no partidarias en tanto que la representación nacional es negociada entre los actores regionales y nacionales con gradual predominio de los segundos.
Desde 1978 hasta 1990 la región fue escenario de una competencia de partidos políticos con predominio del Apra, Acción Popular y la izquierda. En las elecciones de 1980 de 9 diputados, AP obtuvo 5 y el Apra 4; en 1985, el Apra ganó 7 diputaciones y la izquierda 2; y en 1990, el Apra ganó 4, Cambio90 2, el Fredemo 2 y la izquierda 1, en un contexto de bajas votaciones preferenciales. En esa etapa la mayoría de municipios estaba en poder de los partidos.
Desde el año 2001, los políticos de escasa tradición partidaria han hegemonizado la representación de Áncash. Ese año de 5 legisladores, el Apra obtuvo 2 y Perú Posible 3; el 2006, el Apra 2, Unidad Nacional 1 y UPP-PNP 2; el 2011, Perú Posible 2, PNP 1, el fujimorismo 1 y Solidaridad Nacional 1; y el 2016, el fujimorismo 3, la izquierda 1 y Alianza para el Progreso 1. En las dos últimas elecciones fue evidente que los partidos nacionales cooptaron liderazgos regionales extrapartidarios, de modo que 9 de los 10 legisladores elegidos los años 2011 y 2016 un año antes de las elecciones no pertenecían a los partidos por los que fueron elegidos. Desde 1995, Huaraz y Chimbote eligen alcaldes independientes, salvo un período en este último caso, en tanto que Casma, una de las provincias más violentas, ha tenido seis alcaldes desde 2007, uno de ellos revocado y otro asesinado.
Podría decirse que la política ancashina ha creado sus propias franquicias que se relacionan exitosamente con las franquicias partidarias nacionales para efectos de una representación compartida. Es esa política antipolítica la que se ha agotado al expresar sus límites e imposibilidad de gestionar el poder con un mínimo de eficacia.
El costo de esa experiencia es alto: cinco gobernadores regionales en tres años y tres de ellos en la cárcel, varias autoridades asesinadas, otro tanto vacadas y revocadas y una ausencia absoluta de proyecto regional. Entre el 2007-2010, el 10% de las autoridades distritales fueron vacadas y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
(28 de abril 2017)
Áncash tuvo cinco gobernadores regionales en tres años, ahora tres de ellos en prisión, autoridades asesinadas, vacadas y revocadas, y una ausencia de proyecto regional. Entre los años 2007 y 2010, el 10% de alcaldes distritales fueron vacados y en las elecciones del 2010 se anularon las elecciones en 11 distritos, un récord que no lo consiguieron los paros armados de Sendero Luminoso en los años ochenta.
Áncash es el laboratorio de un modelo donde lo que sigue a la corrupción es más corrupción, una realidad parecida a varias regiones y municipios, y que si nos descuidamos terminará siendo la forma natural e irreemplazable de la política peruana.
Comparto la idea de que la primera medida para impedir la corrupción de los políticos es prevenirla. En tal sentido, en Áncash como en otras regiones han fracasado las estrategias preventivas, incluidas las más recientes, como la Hoja de Vida y la Ventanilla Única. Esta ausencia de prevención se condiciona con los incentivos a la corrupción, a saber: 1) el incremento del costo de las campañas, 2) la facilidad para la formación de la oferta electoral; 3) el fácil retorno al poder de los políticos sancionados; y 4) la destrucción de las capacidades de control social y público y de rendición de cuentas.
Como respuesta, requerimos abordar seriamente las siguientes soluciones, ahora que empiezan a debatirse las reformas electorales: 1) debe rebajarse el costo de las campañas, con topes a los aportes y prohibiciones de reparto de dádivas –incluidos alimentos– y el establecimiento de un piso mínimo de campaña, prohibiendo al mismo tiempo la publicidad en TV y fijando techos financieros a otras formas de publicidad; 2) la política debe retornar al poder y reemplazar al negocio. De hecho, los políticos que aspiran a representarnos tengan que ser eso, políticos, de modo que se exija un tiempo mínimo de militancia en una organización para postular a un cargo de elección popular, que se acabe el fichaje de independientes –la mayoría por su dinero– y que los partidos y movimientos se formen por lo menos tres o cuatro años antes de los procesos electorales; 3) las autoridades revocadas y vacadas no deberían volver al poder, además de los sentenciados por determinados delitos; y 4) innovar la rendición de cuentas y la transparencia para hacerla vinculante, sancionable, y ágil, reformando y descentralizando la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública creada por el D. Leg. 1353, que ha quedado claro que no sirve para luchar contra la corrupción. Al mismo tiempo, si el Sistema de Control no es eso, un sistema, financiado y respetado, no habremos avanzado mucho.
También comparto la idea de que la mejor ofrenda a la corrupción es la impunidad, la misma que asume varias dimensiones: 1) tramas corruptas “tocadas” pero no disueltas; 2) investigaciones y enjuiciamientos largos; 3) resistencia a juzgar la actividad criminal organizada, disolviendo los casos emblemáticos; y 4) sanción a los corruptos pero no a los corruptores.
Como respuesta, requerimos abordar las siguientes soluciones: 1) disolver las tramas corruptas, prohibiendo a las empresas y personas implicadas contratar con el Estado, directamente a través de fondos generados e impedir que el funcionario sancionado retorne al Estado a través de otras modalidades informales; 2) reducir los plazos de investigación fiscal, especialmente en los casos de lavado de activos y crimen organizado; 3) impedir la subdivisión de los casos que llevan al juzgamiento del crimen organizado; y 4) sanción a los corruptores, lo que implica de plano cambiar las bases para la formación de las hipótesis delictivas.
Finalmente, estoy convencido en la utilidad de los pactos sociales. En Áncash, como en Cusco, Loreto, Huánuco, Pasco o Tumbes, regiones castigadas severamente por la corrupción, hubo movilización en favor de la integridad de sus políticos pero no pacto, de modo que no se concretó una ruptura clara con el sistema imperante. Nunca más movilización sin pacto.

Democracia polarizada y descosida

http://larepublica.pe/impresa/opinion/862813-democracia-polarizada-y-descosida
La República
La mitadmasuno
7 de abril de 2017
Juan De la Puente
El gobierno ha encontrado un nuevo aire ayudado por su desempeño en los momentos más agudos del Niño Costero, que la opinión pública juzga aceptable, y por un descentramiento de la agenda pública previa a los desastres naturales. Los huaycos también se han llevado la interpelación a Martín Vizcarra y han liberado la presión sobre un gabinete que se defendía a veces contra las cuerdas.
Es impredecible precisar hasta dónde se extenderá esta etapa. Por los antecedentes de los últimos años, lo que tendremos quizás sea una sucesión de micro-ciclos dominados por asuntos de corto plazo, el espacio donde el gobierno ha aprendido a jugar, a veces ayudado por los medios y por el antifujimorismo.
En ese juego de corto plazo, salvo los coletazos del Niño Costero o un disparo a los pies por parte del gobierno, las coyunturas serán otra vez tomadas por los casos de la corrupción brasileña a la espera del 1º de junio, fecha del juicio final, cuando se supone se harán públicas las delaciones premiadas que comprometen, se afirma, a decenas de peruanos.
El gobierno y el fujimorismo no ejercen un cogobierno pero se han hecho enemigos íntimos en el manejo del corto plazo; han aprendido a anudarse y desenredarse en él sosteniendo una cooperación en materia económica y una tensión intermitente en lo político, marcada por la retórica. Esta relación de memoria es alterada en ocasiones por las acusaciones sobre la falta de competencias personales del Presidente de la República, pero ha administrado a gusto de ambos todos sus posconflictos: el de la delegación de facultades, el caso Moreno y la censura a Saavedra.
No sabemos si el gobierno intentará jugar estrategias de mediano plazo a propósito de la corrupción y la reconstrucción. Lo primero es una promesa que data de hace meses y lo segundo quizás obligue a una nueva delegación de facultades. El fujimorismo en cambio sí se ha decidido por salir de la coyuntura y pugnar por una estrategia que no pasa necesariamente por el gobierno sino por su futuro político.
Ese es el sentido del proyecto de ley sobre la prohibición de que los sentenciados por corrupción dirijan medios, operado bajo el argumento conocido de que Fuerza Popular perdió las elecciones del 2016 por causa de las denuncias periodísticas, al que parece seguirá otra norma, la de la propiedad cruzada, aplicada también a los medios de comunicación, todo ello orientado a garantizar mejores resultados electorales.
En esa línea parece ubicarse la incomprensible propuesta de derogar el D. Legislativo Nº 1323 que fortalece la lucha contra la comunidad LGTB y el feminicidio. Los argumentos legales, de que la identidad de género no fue materia de la delegación de facultades, resumen un mar de fondo: la relación política con el vasto sector conservador contrario a la igualdad de género que ya enseñó sus músculos en la marcha Con mis hijos no te metas, en marzo pasado.
Las idas y venidas del proyecto sobre los medios, y la oposición de miembros de Fuerza Popular a la derogatoria del D. Leg. 1323 reflejan que esta estrategia está en construcción y sometida a las tensiones de un movimiento que opera con facilidad en los sectores populares pero que enfrenta dificultades para relacionarse con las clases medias y altas y avanzar en ellas.
Esa estrategia enfrenta un dilema más allá del juego gobierno-oposición. Una entrega completa del fujimorismo a la ultraderecha peruana para evitar que por ese costado irrumpa una candidatura sugerente deja abiertos otros flancos que pretendía ocupar Fuerza Popular y tensiona el debate de los derechos en la democracia. La idea de que se puede legislar contra las minorías porque son eso –minorías– es absurda si por encima de los porcentajes se polariza al sistema, no romperlo pero sí descoserlo. Habría que revisar los resultados de los tres últimos procesos electorales: las elecciones de los años 2006 y 2016 demostraron que fracasan los que polarizan la democracia, y las del 2011 que es decisiva la formación de alianzas sociales abiertas y plurales.

Por qué fracasan las reconstrucciones

http://larepublica.pe/impresa/opinion/860829-por-que-fracasan-las-reconstrucciones
La República
La mitadmasuno
31 de marzo de 2017
Juan De la Puente
¿Un país que no pudo prevenir podrá reconstruir? Es una pregunta básica premunida de realismo al momento de enfrentarnos a la quinta reconstrucción después de desastres de envergadura en los últimos 50 años, luego del Niño de los años 1983 y 1998, y de los terremotos de los años 2001 y 2007.
Las cuatro reconstrucciones fueron fallidas o, si se prefiere, con resultados extremadamente relativos si nos atenemos a los objetivos ubicados más allá de la reposición de puentes y principales carreteras.
Esta reconstrucción debería significar además la puesta en valor de una nueva infraestructura para los servicios que hacen la vida cotidiana en las zonas urbanas y rurales afectadas, la recuperación de las fuentes de trabajo perdidas, el reimpulso de la actividad económica y el establecimiento de bases mínimas para el funcionamiento de la sociedad. No hay modo en que una reconstrucción no implique desarrollo y modernización.
Sometidos a la presión de quemar etapas estamos tomando el rábano por las hojas. Los dos primeros debates a los que nos hemos abocado son: 1) el monto de los daños y de lo que se necesita, una ecuación absurda y ahora incalculable porque la emergencia no ha terminado y porque en buena parte de las zonas afectadas la reconstrucción obliga a reparar brechas históricas, una suerte de construcción más que reconstrucción; y 2) quién reconstruye, es decir, el modelo institucional de gestión donde colisionan dos opciones: una institución autónoma a cargo de una autoridad especial o el órgano tradicional de gestión y gasto, el Ejecutivo; una disyuntiva que puede ser engañosa y de la que quizás resulte un modelo mixto.
El riesgo de lo que suceda luego del desastre ni siquiera es el fracaso sino el olvido, que es peor. La revisión de antecedentes y el contexto en que se mueven las agencias públicas sugiere tomar en cuenta por lo menos tres condiciones básicas de la exitosa gestión macro de la reconstrucción: 1) la reconstrucción del Estado; 2) la afirmación de la descentralización; y 3) el entendimiento político.
La primera reconstrucción que requerimos es la del Estado, un proceso que debería correr paralelo a todo lo que se haga como respuesta a la emergencia. Los sueños de obra física y cemento deberían detenerse un poco a sopesar la débil densidad estatal y su escasa capacidad para regular, controlar, planificar, gastar, rendir cuentas e incluir. Se constata ahora lo que decían los libros de texto: la inversión pública con poco Estado es un salto al vacío.
La segunda reconstrucción es la de la inclusión. El centralismo, ese pequeño monstruo egoísta que llevamos dentro, no ha encontrado mejor modo de encarar esta tragedia nacional que echándole la culpa de los desastres a las regiones y municipios.
El centralismo, con 180 años de fracasos a cuestas repite que la descentralización –que lleva 15 años– es un fracaso, un argumento conceptual muy ligero que vale solo para la pelea pequeña en la cancha pequeña, pero que sin embargo parece apuntar a una reconstrucción sin descentralización. Si esa es la tendencia, no habrá reconstrucción sino una pugna política de proporciones, sobre lo cual se tienen varias lecciones.
La tercera reconstrucción, por si lo estamos olvidando en medio del lodo y piedras que nos lanzamos todos los días, es la del pacto. Una de las razones que concurrieron a los cuatro fracasos anteriores es la falta de acuerdos entre los actores públicos entre sí y entre el Estado y la sociedad.
Solo una de las tareas de la reconstrucción, el ordenamiento territorial por ejemplo, para impedir la ocupación de zonas vulnerables y reubicar a miles de personas, implica un acuerdo vasto de nivel nacional y en cada pueblo del país. El sueño de una reconstrucción por decreto supremo, fría aunque financiada, desde arriba, sin los ciudadanos y sin los pueblos, es un fracaso anunciado, más ahora que los peruanos han desarrollado su capacidad de denuncia y ejercen una mejor vigilancia ciudadana.

El agua embotellada y los nuevos sacaojos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/858801-el-agua-embotellada-y-los-nuevos-sacaojos
La República
La mitadmasuno
24 de marzo de 2017
Juan De la Puente
En seis días, entre el lunes 13 y el sábado 18 de marzo, los peruanos sufrieron el impacto concertado de los desastres todavía llamados naturales y la exposición inédita de símbolos que elevaron la emergencia a nivel de drama nacional. Antes de esos fatídicos días, miles de compatriotas ya habían sufrido los desastres y lo siguen sufriendo en estos momentos, solo que sin un detalle que hace de este episodio una gigantesca recreación trágica: la falta de agua, especialmente en Lima.
La escasez de agua potable en la capital cambió el código de las inundaciones, desbordes, apagones y falta de agua en otras zonas del país y en varios distritos de Lima, lo que en otro contexto habrían sido “otros” desastres –o los desastres de los “otros”– con menos exposición, como los de enero de este año. Este hecho desnudó al mismo tiempo visiones y opciones complejas y contradictorias en una ciudad de casi 10 millones de habitantes, construida bajo rígidos principios centralistas, clasistas y egoístas.
La mayoría de ciudadanos asistía a un drama en el que se ubicaban a sí mismos y a su carencia. En cambio, un pequeño y estridente segmento asistía en solitario a su falta de agua negándose a aceptarlo con el drama del resto del país. En su visión era imposible que la falta de agua potable –una realidad que afecta todos los días a por lo menos 8 millones de peruanos– les sucediese a ellos, precisamente a ellos.
La demanda de agua eclipsó en algunos momentos el reclamo de una reacción rápida del Estado a los desastres, y parecía que la desgracia solo residía en la falta de agua en los distritos mesocráticos de Lima y no en la decena de distritos de la misma Lima, en donde miles de personas habían perdido sus casas y sus medios de vida, o en el norte del país que vivía día a día tormentas eléctricas. Que la emergencia nos haya igualado es falso; a algunos los ha igualado más que a otros.
El hecho que puso luz sobre esta desnudez fue el acaparamiento del agua embotellada luego de algunos mensajes alarmistas e inescrupulosos. Los supermercados fueron escenario de disputas por agua industrializada para satisfacer una necesidad debatible, tan debatible que decenas de miles de casas limeñas tienen ahora en promedio el stock de agua embotellada más grande del mundo. Ahora recuerdo cuando desde “estos” distritos se burlaban de los peruanos de los “otros” distritos que creían en los sicosociales de los sacaojos y pishtacos.
Esto no ha terminado y no terminará con las últimas lluvias de abril. A pesar de que los días sin agua en la capital fueron también de un masivo aprendizaje sobre la necesidad de cuidar este valioso elemento de nuestras vidas, un grupo de peruanos cree todavía que lo sucedido es injusto. Para ellos no hay cambio climático, resiliencia o mitigación sino la vieja narrativa de la “furia” de la naturaleza contra el humano indefenso, el desastre como un evento inesperado, el combate contra lo desconocido y la pugna agónica para que todo vuelva a ser como antes. Son compatriotas a quienes se les ha agrietado una forma de vida y se resisten a aceptarlo.
Por suerte, la mayoría adopta una actitud distinta. Acepta su condición de víctima de un fenómeno que si bien no ha escogido le pertenece y debe encararlo. Las redes sociales y la vida cotidiana han mostrado estos días una impresionante actitud realista de los peruanos que no debe confundirse con resignación. Es una muestra de adaptación patente sobre todo en los jóvenes, un aspecto que los medios han hecho bien en difundirlo.
Es reconfortante que este germen de la adaptación al cambio climático venga acompañado de una convicción solidaria expresada en el surgimiento de redes de ayuda con gran presencia de jóvenes y el rechazo a hacer de este episodio doloroso un ajuste de cuentas con las autoridades. Es cierto que la idea de la unidad nacional será corta y que en breve retornaremos al encono comedido y desmedido. Es cierto eso, pero pocas veces habíamos aprendido tanto en tan pocos días.