viernes, 6 de mayo de 2016

No nos contemos cuentos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/763748-no-nos-contemos-cuentos
La República
La mitadmasuno
29 de abril de 2016
Juan De la Puente
La afirmación de que entre Fuerza Popular (FP) y Peruanos por el Kambio (PPK) existen grandes similitudes, más en economía y mucho menos en política, deviene en una frase hecha de la campaña para la segunda vuelta. Al ser tomada como absoluta sirve para casi todo, para proponer el voto en blanco o viciado o para creer que hay poco en discusión, que como el modelo se ha salvado da lo mismo Juana que Chana.
Es una afirmación generalista, facilona, ociosa e inútil, una idea cuya certeza fue breve, no más de una semana, y por ello sorprende que su eco sea tan largo y que siga envolviendo a un país cómodamente instalado en la falta de profundidad del debate electoral.
Escojamos dos o tres temas de la agenda pública para apreciar diferencias cruciales. En economía, PPK propone rebajar el IGV a 15% en tres años, a lo que se opone FP que, en cambio, plantea eliminar la rebaja escalonada del Impuesto a la Renta que debe llegar a 26% el año 2019. No es cualquier diferencia, es el financiamiento del desarrollo y de esto depende el ritmo de la inversión pública y privada, el relanzamiento de la descentralización y la creación de empleo.
En seguridad ciudadana, FP propone como eje el retorno al sistema de servicio policial 24x24, abrir la puerta a la pena de muerte y una suerte de militarización de la lucha contra el crimen; PPK está en contra de esos tres planteamientos y su enfoque es distinto: todo debe empezar con la refundación de la Policía. Tampoco son diferencias menores; de ellas depende el emplazamiento de actores y de planes, y los liderazgos institucionales.
Sobre la lucha contra la corrupción no hay contradicción pero acentos distintos: FP propone contralorías regionales autónomas y gobierno abierto y PPK una autoridad autónoma para el acceso a la información pública y la muerte civil de los corruptos. Allí también se aprecia la diferencia entre un enfoque de política y otro de reforma institucional.
Pero hay otra variable en juego, y es el silencio. Un grupo importante de temas de la agenda pública no ha merecido detalles de ambos grupos en campaña. Los dos más sonados son la falta de respuesta a la propuesta de Proética de celebrar un Pacto contra la Corrupción, y la nebulosa en que ha devenido la reforma política, de la que todos hablan pero guardan silencio sobre precisiones, plazos y prioridades.
Podríamos convivir hasta el 5 de junio y hasta el 28 de julio inclusive, con la fácil idea de las grandes coincidencias. No obstante, en los primeros meses del próximo gobierno nos despertará la dura realidad de una mayoría política que cobija diferencias de fondo y que tiene al frente una oposición de izquierda con propuestas distintas al bloque de partidos que ahora disputa la segunda vuelta.
No nos contemos cuentos. Ningún país se gobierna con consensos tácitos y debe superarse la idea que lo que está en juego solo es la dinámica del gobierno. No; está en juego el modelo de gobernabilidad, las reformas que dominan una agenda cargada y la relación de esos cambios con una sociedad civil activa que no bajará los brazos sea cual fuese el resultado del 5 de junio.
Más allá de las operaciones de marketing electoral los partidos que van a la segunda vuelta –que en votos emitidos suman el 49.91% del electorado– no se han abierto al 50.09% de electores que votaron por otros partidos o votaron en blanco o viciado, que todos suman más de 9 millones, y a los 4 millones que no votaron.
Impedir que el país retroceda de sus estándares políticos es un tema de fondo en la campaña, y en esa dirección el voto de contenido democrático es la base de cualquier cambio. El segundo asunto de fondo es la recuperación de la capacidad de pacto que el país ha perdido –los pactos arriba y los de abajo– y que probablemente conduzca a que el resultado del 5 de junio sea frío y un tanto pesimista. Si a la democracia le falta alegría y optimismo, es obvio que hay mucho más por cambiar.

Discurso eufórico y buen gobierno

http://larepublica.pe/impresa/opinion/761912-discurso-euforico-y-buen-gobierno
La República
La mitadmasuno
22 de abril 2016
Juan De la Puente
La euforia por el pase a la segunda vuelta de los dos candidatos que garantizan la vigencia del llamado modelo cede el paso a un problema que encara la nueva mayoría política del país, que consiste en dibujar los ejes de un gobierno que actúe con certidumbre y eficacia, y que concrete la promesa implícita en el giro a la derecha del 10 de abril.
De pronto se descubren realidades que la euforia no permitió apreciar: 1) que los cambios que dominan la agenda pública reclaman más que una mayoría parlamentaria; 2) que no todo saldrá “como por un tubo” considerando la composición de las bancadas y el desarraigo partidario de la mayoría de sus nuevos miembros; 3) que quien gane no podrá hacer un gobierno muy alineado con su programa sino acometiendo concesiones, a sus electores, a la calle y al tercio que votó por la izquierda y el centro; y 4) que el populismo conquista votos y al mismo tiempo es un gen en el ADN nacional, en electores y elegidos, que lejos de ceder se ha fortalecido.
Estas certezas condicionan el discurso de los candidatos en la segunda vuelta. De pronto, los ganadores exteriorizan por lo menos tres nuevas sensaciones: 1) que los perdedores no han perdido tanto como se pensaba; 2) que ambos, Fuerza Popular y Peruanos por el Kambio, no son mellizos o gemelos como creía la parte más bulliciosa de la platea; y 3) que el gobierno que se iniciará el 28 de julio no será de hermanos. Podría ser de primos, pero eso depende del liderazgo de quien salga elegido.
Desde las nuevas certezas asoman dos ofertas de gobernabilidad. El modelo con Keiko Presidenta augura más estabilidad en las instituciones pero más inestabilidad social; en tanto, el modelo de PPK Presidente promete más inestabilidad arriba que abajo.
Las claves de estos modelos son esencialmente el Frente Amplio y Verónika Mendoza. La izquierda ganó en 7 regiones, quedó en segundo lugar en otras 10, y ganó en 68 provincias y en más de 600 distritos. Un cogobierno derecha/izquierda es improbable y en cambio es más probable una izquierda fuertemente opositora, con el hígado y un pie en el Congreso, y con el otro pie y el corazón en la calle, junto a los movimientos sociales.
Un triunfo de Keiko la impulsará a golpes audaces para reducir los efectos de su elección en el país antifujimorista y en la comunidad internacional, en un nivel que podría alejarla más de PPK y de otras fuerzas parlamentarias. El efecto de estos movimientos en la sociedad es imposible de precisar ahora. No olvidemos que los números parlamentarios y la calle no siempre se llevan bien: 15 mil jóvenes en tres marchas en Lima derribaron la Ley Pulpín, pésimamente gestionada por los sabios del MEF, aprobada por una amplia mayoría multipartidaria.
Un triunfo de PPK encajonaría a Keiko que tiene tres opciones en la perspectiva del 2021: 1) convertir al gobierno PPK en un protectorado del Congreso, filtrando el oxígeno al Ejecutivo; 2) Realizar una dura oposición con marcados tonos populistas; y 3) atreverse a un cogobierno, aunque sea a palos.
El 10 de abril nos han entregado certezas macro y entre ellas no solo el triunfo de la derecha sino el surgimiento de una plataforma política nueva para la oposición. El jaque mate electoral de la primera vuelta y lo que resulte de la segunda indicarán que el juego de 15 años ha terminado y que deben ponerse las fichas nuevamente en el tablero.
No se encuentra en discusión el cambio de régimen político por la nueva mayoría del 10 de abril sino los alcances y límites de un nuevo gobierno. Este es el momento más feliz de la antipolítica pero pasada la euforia ella está en la obligación de entregarle al país una nueva gobernabilidad reformista que no polarice una sociedad con agendas cruzadas y que responda a un humor impaciente del que ya fueron víctimas los tres gobiernos precedentes. Es paradójico, la antipolítica está condenada a hacer política.

martes, 3 de mayo de 2016

Rafo León y el odio de varios siglos

Por Juan De la Puente
Supuestos liberales, en realidad conservadores y algunos de un pensamiento fascista, se alegran por la condena de Rafo León tanto porque creen que este se excedió al opinar, como porque “es hora” de ponerle un freno al desborde de la prensa.
Encuentro esas ideas muy anquilosadas y contradictorias. Como hace 500 años, se cree que la libertad puede ejercerse sin tolerancia. Y los que opinan así son los mismos, varios de ellos, que piden que se levante el veto a la difusión de encuestas muy cerca de las elecciones. Es el viejo caso de los que toman la libertad por tajadas.
Las libertades informativas, tanto la de información y la de expresión dentro de la cual cabe la libertad de opinión, no son un producto histórico de la izquierda. Al contrario, se hacen gradualmente legítimas a partir las revoluciones liberales, y sobre todo la inglesa del Siglo XVII y la independencia norteamericana.
La frase atribuida a Voltaire (1694-1778) que reza “no estoy de acuerdo con lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” (en realidad fue de su biógrafa Evelyn Beatrice Hall escrita en 1906) resume el espíritu de la tolerancia del sabio francés, un cambio revolucionario respecto de las ideas más conservadoras de esa época que asociaban la libertad de opinar a una pequeña excepción de la censura. Maquiavelo decía, por ejemplo, que los hombres pueden pensar, decir y escribir lo que deseen pero debían tratar a los príncipes con respeto.
El liberalismo tomó la bandera de la libertad de expresión. John Stuart Mill en su obra Sobre la Libertad (1859) ensaya los cuatro argumentos más poderosos a favor de ella: a) silenciar una opinión por considerar que es falsa implica asumir una posición de infalibilidad, b) una opinión admitida como verdadera debe enfrentarse a una opinión contraria, aunque sea falsa, a fin de fortalecer la comprensión y las convicciones sobre su contenido, c) una opinión admitida como verdadera que no sea refutada será seguida pero no se comprenderán sus fundamentos racionales, y d) una opinión admitida como verdadera que no sea refutada, puede perderse o debilitarse, sin alcanzar su objetivo de formar caracteres y conductas[1].
Estas ideas se han vertido en las constituciones y tratados en el siglo XIX y XX. En nuestro caso,  en la primera Constitución, la de 1823, además de reconocer la libertad de imprenta, se consideran inviolables la seguridad personal, el domicilio, el secreto de las cartas y “la fama del individuo” mientras no se le declare delincuente conforme a las leyes.
Las libertades informativas han sido objeto de desarrollo por el Tribunal Constitucional (TC) desde el año 2001, con una perspectiva liberal democrática, como en el caso de la Caja Rural de Ahorro y Crédito San Martín, donde con una técnica depurada se amplía su contenido y se señala sus límites. Según el TC estas libertades informativas se derivan del principio de dignidad de la persona, como ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y no sólo constituyen una concreción del principio de dignidad del hombre y un complemento inescindible del derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad: también se encuentran estrechamente vinculadas al principio democrático, en razón de que mediante su ejercicio se posibilita la formación, mantenimiento y garantía de una sociedad democrática, pues se permite la formación libre y racional de la opinión pública[2].
Festejar la condena a Rafo León considerando a la supuesta agraviada condensa un odio de varios siglos, y una ignorancia igualmente larga. Con ese odio retorna la servidumbre de las ideas. Si seguimos ese criterio francamente salvaje vamos a aplaudir las condenas de socialistas, conservadores, liberales solo para reprimir sus ideas. Para los que se regodean en la micro política es una victoria bulliciosa pero la libertad no es un juego de niños. Yo condeno la sentencia a R. León como condené en su momento las dos censuras del derecho de opinión que tuvo, por citar un ejemplo, Aldo Mariátegui.


[1] Huerta Guerrero, Luis. Libertad de expresión: fundamentos y límites a su ejercicio. Año XIV. N° 14 (2010).

lunes, 2 de mayo de 2016

Dos grandes leitmotivs en campaña. Análisis de la encuesta GFK 1.5.2016

Por Juan De la Puente
La reciente encuesta de GFK (1.5.2016) ratifica el escenario que la encuesta de Ipsos planteara hace una semana, con dos modificaciones: la brecha de votos entre PPK y Keiko se cierra y lo que se tiene es un empate técnico, y el hallazgo del leitmotiv electoral por el fujimorismo contra PPK.
1.- Este empate deja sin embargo fenómenos reiterados en el aire, como que en el norte se ha resuelto la campaña en favor de Keiko que le lleva más de 20 puntos de ventaja a PPK (46% a 33%); y que PPK ha volteado el partido en el centro (47% contra 39%). El oriente se muestra en favor de Keiko (45% vs 39%) y el sur en favor de PPK (47% vs 32%) pero todavía con altos números de votos en blanco y nulos. No olvidar que en el oriente se tiene 15.2% entre blancos/viciados y en el sur 20.5%.
Sobre territorios, dos datos más: también se batalla en Lima aunque la ventaja de PPK tiene la comodidad de 6 puntos de diferencia (48% a 41.8%). La encarnizada lucha en el Perú rural parece haberla ganado Keiko que le lleva 15 puntos de ventaja a PPK (49% a 35%).
3.- En sectores también hay números fijos; en A/B, PPK le lleva 38 puntos a Keiko (64% a 26%) pero ella tiene una mayor intención de voto en D/E; son 15 puntos de diferencia (49% a 36%) que en el conteo final equilibrará la hegemonía de PPK entre los sectores más acomodados, porque el electorado A/B es menos de la mitad en votos que D/E.  Las clases medias tradicionales, el sector C, está con PPK pero allí no hay un vuelvo en favor de este (46% a 40%).
4.- Se tiene 13.6% de electores blancos/viciados, aunque esta actitud es mayor en C, D/E, en el sur, el oriente y en el Perú rural.  Hay 25% de indecisos fuera de Lima, es decir, los que no han decidido su voto o los que han decidido pero pueden cambiarlo. Se debe considerar que el 44% de los que votarán blanco/viciados consideran que PPK y Keiko son iguales.
Algunas conclusiones
a) Reitero que la matriz de transferencia de votos de la primera vuelta está agotada y que lo que está en disputa, unos cuatro millones de votos, reclaman acuerdos, pactos y adhesiones explícitas. Keiko ha hecho dos, el 24x24 con la familia policial y otra con la familia minera informal/ilegal. Eso significa por lo menos un 1% del padrón electoral.
b) Se forman los círculos de exclusión propios de una segunda vuelta donde se vota en contra más que a favor. PPK cierra con Lima, el centro y en el sur (falta ver como se mueve el bolsón blanco/viciado), y en A/B; y Keiko cierra con el norte, oriente, D/E y el Perú rural. ¿Qué queda en disputa más abierta? las clases medias, Lima en parte, las grandes ciudades y la parte rural del sur que parece no haberse volcado por ninguno de los dos.
c) La batalla electoral se realiza desde hace algunos días con dos leit motiv: el antifujimorismo que realiza la mitad del trabajo de PPK y la brecha abajo/arriba que parecer haber encontrado Keiko contra su adversario luego varios palos de ciego. El 47% cree que Keiko es la candidata de los que menos tienen y el 64% cree que PPK es el candidato de los empresarios.
d) El enemigo de Keiko, ya sabemos, es el pasado y su numerosa bancada, y el enemigo de PPK es su falta de alianzas y gestos, la falta de pronunciamientos de la izquierda, el Apra y Acción popular, y la audacia populista del que hace gala la candidata de Fuerza Popular, y que ha llevado su antivoto a la baja (40%). Con cifras en la mano, la única alternativa de ambos es también diferenciarse en lo económico.

domingo, 24 de abril de 2016

Los votos ya no caminan solos. Análisis de la encuesta de Ipsos 24.4.2016

La encuesta sobre la segunda vuelta que publica hoy Ipsos no ofrece cambios en las cifras agregadas respecto de la medición anterior del 19 de abril. PPK y Keiko obtuvieron entonces 44% y 40%, respectivamente, y en la de hoy (24 de abril) 43% y 39% respectivamente.
1.- La transferencia. Ya se ha escrito bastante sobre la evolución de ambos respecto del 10 de abril donde, en votos emitidos, PPK obtuvo 17.2% y Keiko 32.7%. De ese modo, se confirma una alta tasa de transferencia de votantes de la primera vuelta hacia PPK de más de 26 puntos porcentuales, más que la transferencia en favor de Keiko que suma menos de 8 puntos.
Esta transferencia resolvió una gran parte la discusión que opera en la izquierda, Acción Popular y el Apra. Los votos empezaron a caminar solos sin necesidad de pactos o decisiones partidarias, sobre todo en Lima y en las regiones, a excepción del sur. Esto no solo de debe a la escasa capacidad de endose de partidos y líderes sino a una racionalidad social más elaborada que lo que suponían los especialistas y que orientó los votos en la primera vuelta.
En ella, el peso del antifujimorismo fue relativo; ahora, el principal factor de movilización del electorado es el antifujimorismo pero no habría que descartar otros potencialmente efectivos como, “PPK viejo”, “PPK blanco/pituco/lobista” (la estrategia de vargasllosearlo como en 1990), “PPK débil para tomar decisiones”, entre otros. El fujimorismo está tentando un leit motiv de la campaña y parece que aún no lo encuentra.
2.- Los cambios. La encuesta del 19 de abril permitía sugerir que casi todo estaba dicho en Lima y en el norte, y que la elección se definiría en el centro y sur del país, y en el Perú rural. La encuesta de hoy introduce otras variables a considerar.
Parece que se registra un pequeño sismo en el sector A, el territorio de PPK. Allí, este pierde 4 puntos (baja de 67% a 64%)  y también en el sector B  baja otros 3, de 64% a 61%) que podría asimilarse con el margen de error. Por su parte, Keiko baja 5 puntos en C (de 39% a 34%). Así, en A ya se tienen 12 puntos entre blancos, viciados y no precisa, 13 en B, y 18 en C, 19 en D y 20 en E.
3.- Desacumulación. Sectorialmente PPK no ha ganado en ningún grupo pero le ha ido mejor en los desagregados regionales. Ha subido 6 puntos en el centro (de 42 a 48%) donde Keiko ha caído otros 4 (de 44 a 40%) y tal parece que la disputa en esa zona del país la está ganando PPK.
En el sur opera una dinámica extraña. Ambos candidatos desacumulan; PPK cae 4 puntos (de 47% a 43%) y Keiko 3 (de 28% a 25%). Allí se tiene ahora un bolsón cuantioso de blancos, viciados y no precisa, de 32 puntos porcentuales. Ello indica de paso varios probables fenómenos alternativos: el sur es no solo es antifujimorista como se pensaba sino que, al mismo tiempo, su desconfianza frente a los dos candidatos es sustantiva a pesar de que PPK ha escalado allí desde el 10 de abril más de 30 puntos porcentuales.
Habría que recordar que en las elecciones regionales y municipales del año 2014, en el cercado del Cusco los votos en blanco y viciados alcanzaron 31% y ocuparon el segundo lugar, al igual que en la provincia del Cusco. En Arequipa los votos B/V en la segunda vuelta alcanzaron el 28%, y en 19 distritos de esa región los votos B/V ocuparon el 2% lugar y en otros 8 el primero.
4.- Votos en disputa. Los datos de Ipsos permiten presumir que por lo menos 4 millones de votos están a la espera de definiciones, de los cuales 1 millón se localiza en Lima y otro millón en el sur del país, y que otros territorios de batalla son los  sectores D y E. Esta disputa sí parece reclamar definiciones más precisar de los líderes políticos, sectores sociales, empresariales y medios. Los votos han llegado solos hasta ahí; los que aún no se definen necesitarán de orientación un tanto más expresa. Según Ipsos, eso le pide el 28% a PPK y el 18% a Keiko.

viernes, 15 de abril de 2016

Jaque mate electoral

http://larepublica.pe/impresa/opinion/760068-jaque-mate-electoral
La República
La mitadmasuno
15 de abril
Juan De la Puente
Hay más de mil lecturas del 10 de abril y yo escojo cinco por razones de espacio. La primera clave es el giro del país a la derecha, un movimiento preanunciado desde cuando ocurrió el otro giro, el de Ollanta Humala, y al que como lo señalamos hace algunos meses (http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe), los peruanos empezaron a abonarse en las elecciones del 2014. Este giro no es casual o inmediatamente reversible; es un traslado de opciones y actores, el inicio de un nuevo ciclo de duración indeterminada. Lo que hubo el 10 de abril es un jaque mate electoral.
Es crucial no negar este resultado, especialmente si la principal sorpresa de la jornada fue que contra los pronósticos, Pedro Pablo Kuczynski pasó a la segunda vuelta gracias a una audaz operación ideológica masiva y rápida contra la izquierda que logró atrapar votos indecisos y otros provenientes de Alfredo Barnechea, Alan García y la misma Keiko Fujimori. El domingo, en las casas limeñas y de otras ciudades se decía en distinto tono que “el peligro ha sido conjurado”.
Un argumento contrario sostiene que los peruanos votan por varias razones. Es cierto, pero no debe olvidarse que el voto y las elecciones son actos políticos y que sus resultados también lo son. Desagregar millones de votos en la emoción de cada elector sin consignar sus efectos, es absurdo.
¿Por qué no asumir la realidad de este giro en lugar de despolitizar el resultado electoral? Desde la derecha se cree que angelizar el resultado contribuye a la seducción del electorado para la segunda vuelta, por parte de Keiko o PPK; y desde una parte de la izquierda se cree que reconocer el viraje conservador le quitaría brillo a la épica del Frente Amplio.
Creo que es más útil sincerar las claves del día 10. Otra, la segunda, es la mayoría absoluta fujimorista del Congreso y el teñido de naranja de dos terceras partes del país. Keiko ganó en 16 regiones y en algunas con porcentajes de votos válidos cercanos al 50% o incluso más altos, como Ica, La Libertad, Lambayeque, Madre de Dios, Piura, San Martín, Tumbes y Ucayali. En Lima obtuvo 40%. 
El año 2011 el fujimorismo tuvo poco más que un quinto del electorado; cinco años después araña los dos quintos; es la conquista de una mayoría política comparada solo por la obtenida por el Apra en 1985. ¿Por qué Keiko? Es largo de describir en esta nota.
Una tercera clave se refiere a la capacidad del sistema y sobre todo de los poderes mediáticos, de producir una representación electoral hasta ahora exitosa de la derecha alternativa al fujimorismo, parecida a este en lo económico aunque distinta en lo político. Peruanos por el Kambio (PPK) parece ser un proyecto inacabado y precario pero al mismo tiempo el germen de la partidarización del liberalismo económico, con presencia urbana y clasemediera, cuyo futuro depende casi exclusivamente de un dramático desafío: diferenciarse firmemente del fujimorismo no solo en lo político sino también “alguito” en lo económico.
La cuarta clave es el ascenso de Verónika Mendoza y el Frente Amplio levantando un programa que más de uno presumía agotado, dando forma progresista a las demandas de cambio descafeinado que en un momento resumió la candidatura de Julio Guzmán, agregando valores ahora ineludibles como la transparencia pública, nuevos derechos y libertades y la movilización de la calle. En el balance no debe subestimarse que luego de tres décadas se ha producido un nuevo encuentro de una izquierda partidaria renovada y rejuvenecida con los movimientos sociales que pastan en solitario.
La quinta lectura: los tres grupos que reúnen casi el 80% del electorado (FP, PPK, y FA) no suman 15 mil afiliados, aunque se hayan impuesto sobre partidos como el Apra (224 mil afiliados, PPC (272 mil) AP (193 mil) y Perú Posible (168 mil). Sabemos lo que ha terminado de morir pero no lo que está naciendo. El sistema político está suspendido en el aire.

Claves de la operación retorno

http://larepublica.pe/impresa/opinion/758292-claves-de-la-operacion-retorno
La República
La mitadmasuno
8 de abril de 2016
Juan De la Puente
Un problema derivado del proceso electoral debe ser resuelto por la política.
Es la dura polarización. Sin contar las elecciones de 1990, el Perú no había tenido un proceso electoral democrático tan antagónico. Aquella vez, un porcentaje de electores fabricó una salida de emergencia empoderando a última hora a un candidato, Alberto Fujimori, que apareciendo desde la nada redujo a uno de los extremos en la primera vuelta y derrotó al otro en la segunda. La historia del golpe del 5 de abril de 1992, si somos rigurosos, no fue el epílogo de una dura contradicción sino el inicio de otra.
Antes, las elecciones de 1963 dejó abierto un grave antagonismo; el triunfo de Fernando Belaunde ese año terminó cinco años después en el golpe militar de 1968 luego de varios ministros censurados, políticas bloqueadas y decisiones no adoptadas. La crisis política fue el resultado de una contradicción no resuelta por las elecciones.
Luego de 1990 no tuvimos confrontaciones electorales de las que no pudiésemos salir. Para efectos de lo señalado no cuenta la elección del año 2000, reconocida como fraudulenta y resuelta en una mezcla de salidas parlamentarias y extraparlamentarias, como la Mesa de Diálogo de la OEA, aunque esta última es un elemento a considerar siempre en casos de aguda crisis en cualquier país de la región. Los antagonismos de las elecciones de los años 2001, 2006 y 2011 se cerraron rápidamente con el resultado electoral aunque en este último caso, la elección de Humala, fue reabierto dos años después con la guerra política que aún nos atrapa.
¿Cómo y cuándo retornaremos los peruanos de la polarización abierta en este proceso electoral? ¿Será suficiente el resultado electoral? ¿Cómo se manejarán los antagonismos luego del 28 de julio?
Las respuestas aprendidas a estas preguntas son otras tres: “hay que respetar el resultado”, “que se inicie el juego gobierno/oposición”, y “el que gana tiene derecho a gobernar”. Siendo correctas y obvias tales respuestas, hará falta sin embargo algo más y allí reside el germen de lo que más adelante podría convertirse en un problema de gobernabilidad.
Si las elecciones permiten la formación de una mayoría parlamentaria viable, el punto de partida para ese pacto político será más sólido. Espero que a estas alturas no haya alguien que pretenda ser serio y al mismo tiempo subestime la necesidad de ese pacto. El problema consiste en que este pacto no puede estar suspendido en el aire sino fijado en contenidos en donde, volviendo al punto de inicio del círculo vicioso, se carecen de consensos mínimos en materia económica y política.
Así, pacto y reforma son dos caras de una ecuación que el próximo poder debe echar a andar con el añadido de que en ambos casos se tienen diferencias profundas de inicio. Por ejemplo, hay grupos políticos que resisten la demanda de una mayor regulación estatal de la producción de bienes y servicios y consideran que los cambios a llevarse a cabo deben limitarse a la mejor prestación de los servicios públicos.
No solo se necesita un pacto parlamentario; me temo que varios problemas embalsados en los últimos 15 años, y quizás 25, mantendrán a una sociedad civil movilizada ya sea en el sentido clásico organizativo y ciudadano, o la del otro tipo, la movilización mediática. De estos problemas, la corrupción es la más perentoria y no valdrán retrasos o medidas poco eficaces.
El diálogo político será una condición de la democracia y sería preciso que éste se despliegue también fuera del Congreso. Esta operación se verá seguro limitada por la falta de un centro político. En democracia, los diálogos reclaman partidos bisagra, los mismos que por ahora parece que no tendrán mucha suerte electoral.
Esas serán las necesidades de un sistema político en crisis que luego de las elecciones parecería que le va a faltar casi todo: fuerza, pacto, reforma y mucho diálogo.

La política en estado bruto

http://larepublica.pe/impresa/opinion/755339-la-politica-en-estado-bruto
La República
La mitadmasuno
1 de abril de 2016
Juan De la Puente
Quienes creyeron que la salida de dos candidatos solo cambiaba el orden de aparición en las encuestas por la absorción de esos votos por otros candidatos, fallaron. Este error debería ser estudiado como un típico caso de decisión burocrática e irracional en un contexto de crisis política que está llevando a sucesivos sacudones que no terminará el 10 de abril. Por ahora, en un tercer efecto, la campaña se está transformando aceleradamente, pasando a situarse en el último de los escenarios evaluados hace meses: la disyuntiva modelo vs modelo.
La decisión de excluir a candidatos como una forma de competencia electoral no consideró el contexto de actores políticos débiles con dificultades para liderar y representar. Las ideas fuerza “te saco a ti para ponerme yo” o “el vacío que se produce lo lleno yo” nunca debieron  ser estimadas como el único efecto tras la salida de Guzmán y Acuña. Los votos de estos se distribuyeron pero se olvidaron de que en el contexto de una democracia sin partidos, los votos pertenecen también a personas que formaron sus identidades políticas de modo autónomo, pragmático e insatisfecho.
Repasemos el proceso electoral e intentemos una periodización provisional. La primera etapa (setiembre/diciembre) fue la de Blancanieves y los 7 enanitos; Keiko Fujimori en el tercio de las preferencias y el resto juntos sumaban el mismo porcentaje. En esa etapa, el eje de la campaña era cómo elegir un recambio tradicional en un escenario de poca confrontación con la élite y sus políticas. Solo había desconfianza con poco rechazo explícito movilizado.
La segunda etapa fue la del pueblo vs elite (enero/febrero); es el momento de la emergencia sucesiva de Acuña y Guzmán, donde el debate pareció situarse en la renovación de la política aunque con alternativas precarias y engañosas, lo que llamaríamos renovación sin renovación.
La tercera etapa es la reactivación del antifujimorismo y la emergencia de la izquierda y el centro político (1ª quincena de enero) luego de la salida de Guzmán y Acuña. Esta etapa, muy corta, puso en vitrina a candidatos que cuestionan con distinta intensidad elementos del modelo político/económico vigente, Barnechea y Mendoza, y oxigenó a PPK, aunque también perforó su programa obligándolo a aceptar la negociación de los contratos del gas, por ejemplo.
La cuarta etapa, en la que nos movemos actualmente y que irá hasta el 10 de abril, es la de la polarización antifujimorismo vs antiizquierdismo cuyo eje diferenciador, por lo menos para una parte del electorado, es la disyuntiva modelo vs modelo.
La última encuesta de Ipsos confirma el inicio de esta etapa. Se han bloqueado los ascensos globales, Keiko no puede llevar a cabo un remate final, en tanto Verónika y Barnechea frenan su crecimiento. Por ahora, la salida tercerista a la polarización es muy débil; a PPK le cuesta irrumpir y lo cierto es que a 9 días de las elecciones no existe un retador claro de Keiko.
Hay otros datos de la letra pequeña, por lo menos dos: 1) se lleva a cabo un acelerado realineamiento en el sector A donde PPK crece ¡18 puntos en una semana! a razón de 2,5% por día, para situarse en 46%; y 2) contrariamente, Verónika y Keiko están empatadas en el sur.
Esta polarización es contradictoria por la forma inorgánica que adopta, con contracampañas extremas y alucinantes, una especie de política en estado bruto cuyos efectos se verán luego del 28 de julio. La polarización bloquea la acumulación política de sus débiles partes aunque perjudica más a una que a otra. Keiko se estanca cómodamente en el tercio de votos mientras es evidente una crisis en la segunda línea, donde se han movido más los antivotos que las adhesiones.
La forma de romper los actuales registros sería que las contracampañas pasen a los sectores D y E y al centro y sur del país y termine de transformar la campaña en una disyuntiva de programas y modelos, algo que varios juraron no pasaría en esta campaña. Esos “varios” quizás se arrepientan de haber impulsado una decisión electoral con explosiva perspectiva política.

Parte de guerra, perdimos todos

http://larepublica.pe/impresa/opinion/751131-parte-de-guerra-perdimos-todos
La República
La mitadmasuno
25 de marzo de 2016
Juan De la Puente
No recuerdo campaña electoral más ausente de contenidos que ésta, pero sería un error atribuir ello exclusivamente a la distracción de las tachas y exclusiones y a la guerra política de los últimos tres años que se ha extendido al proceso electoral, matando futuros políticos y partidos.
La escasez de ideas en el debate público se debe a una verdad de Perogrullo, a que no existen. Para ser más específicos, se debe a que las formaciones políticas no las tienen a la mano. Dicho de otro modo, ideas existen pero están en otro lado, de modo que los candidatos y la mayoría de partidos tuvieron que realizar como nunca una importación masiva de especialistas. En esta campaña, el fichaje no solo ha sido de políticos sino de técnicos, dando lugar a una tecnopolítica aliada de los candidatos.
El resultado de esta importación es la poca apropiación de los programas por parte de los candidatos, de modo que las escasas propuestas con las que ingresaron a la campaña han variado en pocas semanas y a veces radicalmente. Así, un candidato que empezó su campaña negándose a la renegociación de los contratos del gas acaba de prometerla en una gira al sur del país a través de un mensaje; y más visiblemente, todos los candidatos se han pasado al bando de la reforma política a pesar de que en sus programas subestimaron esta urgencia o la negaron.
Esta brecha entre la especialidad de los equipos técnicos y el pragmatismo de los políticos se ha podido advertir en la serie de ocho foros temáticos organizados por La República, Latina, el JNE, el PNUD Perú, Idea Internacional, la PUCP y Telefónica del Perú, con la veeduría de la Asociación Civil Transparencia. Al culminar este proyecto se debatieron en total 30 horas, transmitidas en directo, y en los debates participaron 110 representantes de partidos y 16 especialistas que oficiaron de panelistas.
Este esfuerzo como otros es valioso para romper la inercia del no debate. El rasgo común de las presentaciones ha sido el reclamo tácito de los técnicos respecto del poco interés en sus partidos y especialmente en los candidatos por los programas. Así, el principal problema de la campaña es la falta de un horizonte de gobierno de casi todos los grandes actores, peligroso antecedente de los conocidos errores en la formación de los gabinetes. El primer pacto político que debería haberse producido es aquel entre los candidatos y sus comisiones de plan de gobierno.
El primer resultado de esta brecha es el minimalismo y la ausencia del espíritu de reforma. Por ejemplo, sobre seguridad ciudadana solo dos partidos proponen refundar la policía y poner fierro a fondo en la reforma judicial; en cambio, casi todos se cuidan de abordar lo que fue una moneda corriente en la última década: acabar con el servicio policial 24 x 24. ¿Cuál es el refugio de esta debilidad? Más penas, más escuelas policiales, más policías, más comisarías y más patrulleros, es decir, la filosofía de “más es mejor”.
El segundo resultado es la ausencia de instrumentos; la lógica populista de los candidatos ha borrado el cómo de los planes, de modo que las grandes ofertas terminan siendo mágicas: la mayoría se atreve a lanzar cifras de crecimiento del PBI, reducción del IGV e inversión en educación y salud, sin rigor macro. Anticipo en base a ello que el partido ganador, sea cual fuese, se desentenderá de las propuestas gruesas y gobernará como los tres últimos gobiernos, con un espíritu de corto plazo. Llámenme pesimista. Okey, pero se lo voy diciendo.
Era esperable que los medios, que se han pasado 10 años criticando la mediocridad de los políticos y 3 años cuestionando las guerras de adjetivos, reaccionaran ante la escasez de ideas y fomentaran el debate de programas y empoderaran a los jefes de plan de gobierno de los partidos. No ha sido así, lamentablemente. Más allá de la adhesión o el rechazo de algún candidato, en los medios también han escaseado las ideas. A pocos días de las elecciones, la ideas también están en una esquina, observando.

sábado, 9 de abril de 2016

Parte de campaña N° 6. El software y el hardware

Los candidatos llegan agotados al final de la campaña. Los 5 “grandes” han hecho campaña por lo menos desde agosto, incluidos los procesos internos. Este es uno de los procesos más largos que recuerdo, siete meses, comparado quizás con el de 1990 donde se empalmó la elección municipal con la general.
Fuera de los temas “gas” y “agua”, las últimas semanas no fueron fecundas en contenidos. Claro que hubo ofertas micro –puentes, carreteras, hospitales y universidades- que en lugar de diferenciar han igualado a los candidatos. Lo nuevo no ha sido el software sino el hardware, y hasta eso ha sido limitado.
Quien cree que los memes y algunos tuits han puesto en la agenda el tema económico, tiene un problema de percepción. Aun así, se dibujan a rasgos muy generales dos proyectos de país entre los cinco candidatos, 3 por la preservación de las reglas básicas de la política y economía y dos por su innovación. En ambos casos, los matices cuentan, y mucho.
Mis cálculos en base a una matriz se gastos por candidatos presidenciales y listas parlamentarias (10 listas completas que compiten hasta el final, 5 completas que se retiraron hasta 30 días antes, y 2 excluidas de las cuales una sigue en campaña parlamentaria) arrojan una inversión de entre 100 y 130 millones de soles promedio, con un rango de candidaturas que van desde “muy pobres” (Hilario, Yehude, Olivera) a “considerablemente financiadas”  (Keiko, PPK, Acuña, Nano Guerra, Alan, y Barnechea, en ese orden) y al medio otras “poco financiadas” (Toledo, Antero, Verónika, Cerrón, Urresti, Diez Canseco y Goyo, en ese orden).
Si se confirman las encuestas que no pueden publicarse –horrenda injusticia- los antis han tenido cierto éxito para bloquear ascensos. A pesar de ello, es probable que la distancia entre el primer y segundo lugar sea mayor a 10 puntos.
No creo que la épica de estos días, con videos y guerra sucia incluidos, influya mucho en los resultados. Prefiero hablar que en algunos casos las tendencias se han mantenido y en otros se han detenido. Creo más en el combate casa por casa que en el efecto masivo de la publicidad tendenciosa que sirve para confirmar más que para ganar.
Finalmente, creo que el resultado electoral mostrará un país dividido políticamente, con territorios volcados en favor de un candidato. Creo que lo mismo pasará con los sectores socioeconómicos. Si a eso se agrega el hecho de que no se consagrará una mayoría política o por lo menos una minoría con peso propio suficiente, el retorno de la polarización será más complejo. El nuevo poder tendrá que parchar más que otras veces, y pactar, y reformar. Con ganar, no basta, eso será más cierto que nunca.