viernes, 15 de abril de 2016

Parte de guerra, perdimos todos

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La República
La mitadmasuno
25 de marzo de 2016
Juan De la Puente
No recuerdo campaña electoral más ausente de contenidos que ésta, pero sería un error atribuir ello exclusivamente a la distracción de las tachas y exclusiones y a la guerra política de los últimos tres años que se ha extendido al proceso electoral, matando futuros políticos y partidos.
La escasez de ideas en el debate público se debe a una verdad de Perogrullo, a que no existen. Para ser más específicos, se debe a que las formaciones políticas no las tienen a la mano. Dicho de otro modo, ideas existen pero están en otro lado, de modo que los candidatos y la mayoría de partidos tuvieron que realizar como nunca una importación masiva de especialistas. En esta campaña, el fichaje no solo ha sido de políticos sino de técnicos, dando lugar a una tecnopolítica aliada de los candidatos.
El resultado de esta importación es la poca apropiación de los programas por parte de los candidatos, de modo que las escasas propuestas con las que ingresaron a la campaña han variado en pocas semanas y a veces radicalmente. Así, un candidato que empezó su campaña negándose a la renegociación de los contratos del gas acaba de prometerla en una gira al sur del país a través de un mensaje; y más visiblemente, todos los candidatos se han pasado al bando de la reforma política a pesar de que en sus programas subestimaron esta urgencia o la negaron.
Esta brecha entre la especialidad de los equipos técnicos y el pragmatismo de los políticos se ha podido advertir en la serie de ocho foros temáticos organizados por La República, Latina, el JNE, el PNUD Perú, Idea Internacional, la PUCP y Telefónica del Perú, con la veeduría de la Asociación Civil Transparencia. Al culminar este proyecto se debatieron en total 30 horas, transmitidas en directo, y en los debates participaron 110 representantes de partidos y 16 especialistas que oficiaron de panelistas.
Este esfuerzo como otros es valioso para romper la inercia del no debate. El rasgo común de las presentaciones ha sido el reclamo tácito de los técnicos respecto del poco interés en sus partidos y especialmente en los candidatos por los programas. Así, el principal problema de la campaña es la falta de un horizonte de gobierno de casi todos los grandes actores, peligroso antecedente de los conocidos errores en la formación de los gabinetes. El primer pacto político que debería haberse producido es aquel entre los candidatos y sus comisiones de plan de gobierno.
El primer resultado de esta brecha es el minimalismo y la ausencia del espíritu de reforma. Por ejemplo, sobre seguridad ciudadana solo dos partidos proponen refundar la policía y poner fierro a fondo en la reforma judicial; en cambio, casi todos se cuidan de abordar lo que fue una moneda corriente en la última década: acabar con el servicio policial 24 x 24. ¿Cuál es el refugio de esta debilidad? Más penas, más escuelas policiales, más policías, más comisarías y más patrulleros, es decir, la filosofía de “más es mejor”.
El segundo resultado es la ausencia de instrumentos; la lógica populista de los candidatos ha borrado el cómo de los planes, de modo que las grandes ofertas terminan siendo mágicas: la mayoría se atreve a lanzar cifras de crecimiento del PBI, reducción del IGV e inversión en educación y salud, sin rigor macro. Anticipo en base a ello que el partido ganador, sea cual fuese, se desentenderá de las propuestas gruesas y gobernará como los tres últimos gobiernos, con un espíritu de corto plazo. Llámenme pesimista. Okey, pero se lo voy diciendo.
Era esperable que los medios, que se han pasado 10 años criticando la mediocridad de los políticos y 3 años cuestionando las guerras de adjetivos, reaccionaran ante la escasez de ideas y fomentaran el debate de programas y empoderaran a los jefes de plan de gobierno de los partidos. No ha sido así, lamentablemente. Más allá de la adhesión o el rechazo de algún candidato, en los medios también han escaseado las ideas. A pocos días de las elecciones, la ideas también están en una esquina, observando.

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