La República
La mitadmasuno
15 de abril
Juan De la Puente
Hay más de mil lecturas del 10 de abril y yo escojo cinco por razones de espacio. La primera clave es el giro del país a la derecha, un movimiento preanunciado desde cuando ocurrió el otro giro, el de Ollanta Humala, y al que como lo señalamos hace algunos meses (http://larepublica.pe/impresa/opinion/17586-keiko-la-rompe), los peruanos empezaron a abonarse en las elecciones del 2014. Este giro no es casual o inmediatamente reversible; es un traslado de opciones y actores, el inicio de un nuevo ciclo de duración indeterminada. Lo que hubo el 10 de abril es un jaque mate electoral.
Es crucial no negar este resultado, especialmente si la principal sorpresa de la jornada fue que contra los pronósticos, Pedro Pablo Kuczynski pasó a la segunda vuelta gracias a una audaz operación ideológica masiva y rápida contra la izquierda que logró atrapar votos indecisos y otros provenientes de Alfredo Barnechea, Alan García y la misma Keiko Fujimori. El domingo, en las casas limeñas y de otras ciudades se decía en distinto tono que “el peligro ha sido conjurado”.
Un argumento contrario sostiene que los peruanos votan por varias razones. Es cierto, pero no debe olvidarse que el voto y las elecciones son actos políticos y que sus resultados también lo son. Desagregar millones de votos en la emoción de cada elector sin consignar sus efectos, es absurdo.
¿Por qué no asumir la realidad de este giro en lugar de despolitizar el resultado electoral? Desde la derecha se cree que angelizar el resultado contribuye a la seducción del electorado para la segunda vuelta, por parte de Keiko o PPK; y desde una parte de la izquierda se cree que reconocer el viraje conservador le quitaría brillo a la épica del Frente Amplio.
Creo que es más útil sincerar las claves del día 10. Otra, la segunda, es la mayoría absoluta fujimorista del Congreso y el teñido de naranja de dos terceras partes del país. Keiko ganó en 16 regiones y en algunas con porcentajes de votos válidos cercanos al 50% o incluso más altos, como Ica, La Libertad, Lambayeque, Madre de Dios, Piura, San Martín, Tumbes y Ucayali. En Lima obtuvo 40%.
El año 2011 el fujimorismo tuvo poco más que un quinto del electorado; cinco años después araña los dos quintos; es la conquista de una mayoría política comparada solo por la obtenida por el Apra en 1985. ¿Por qué Keiko? Es largo de describir en esta nota.
Una tercera clave se refiere a la capacidad del sistema y sobre todo de los poderes mediáticos, de producir una representación electoral hasta ahora exitosa de la derecha alternativa al fujimorismo, parecida a este en lo económico aunque distinta en lo político. Peruanos por el Kambio (PPK) parece ser un proyecto inacabado y precario pero al mismo tiempo el germen de la partidarización del liberalismo económico, con presencia urbana y clasemediera, cuyo futuro depende casi exclusivamente de un dramático desafío: diferenciarse firmemente del fujimorismo no solo en lo político sino también “alguito” en lo económico.
La cuarta clave es el ascenso de Verónika Mendoza y el Frente Amplio levantando un programa que más de uno presumía agotado, dando forma progresista a las demandas de cambio descafeinado que en un momento resumió la candidatura de Julio Guzmán, agregando valores ahora ineludibles como la transparencia pública, nuevos derechos y libertades y la movilización de la calle. En el balance no debe subestimarse que luego de tres décadas se ha producido un nuevo encuentro de una izquierda partidaria renovada y rejuvenecida con los movimientos sociales que pastan en solitario.
La quinta lectura: los tres grupos que reúnen casi el 80% del electorado (FP, PPK, y FA) no suman 15 mil afiliados, aunque se hayan impuesto sobre partidos como el Apra (224 mil afiliados, PPC (272 mil) AP (193 mil) y Perú Posible (168 mil). Sabemos lo que ha terminado de morir pero no lo que está naciendo. El sistema político está suspendido en el aire.
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