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viernes, 15 de junio de 2018

La "nueva" crisis, cuatro preguntas

https://larepublica.pe/politica/1257272-nueva-crisis-cuatro-preguntas
La "nueva" crisis, cuatro preguntas
La República
La mitadmasuno
8 de junio de 2018
Juan De la Puente
Sostuvimos cuando cayó Pedro Pablo Kuczynski (PPK) que la presidencia de Martin Vizcarra será una estación de una larga crisis, y que el nuevo gobierno no debería cancelar la transición abierta, porque asumir una etapa de tales atributos permitiría acometer el diálogo político, el pluralismo y el cambio.
Eso no ha sucedido, la crisis de gobierno fue conjurada, pero tenemos ante nosotros el inicio de un nuevo proceso de inestabilidad que podría demorar poco en madurar. Frente a esta irrupción tenemos por ahora más preguntas que respuestas.
La primera se refiere al tipo de protesta en curso y ascenso. La explicación básica indica que son dos protestas, una contra un gobierno débil y otra contra un Congreso arbitrario e ineficaz. Esa explicación parece válida, pero habría que intentar una mirada más allá de la desagregación. Es probable que los paros en Moquegua, Puno, Cusco, Arequipa y Piura (Talara, Paita y Sechura), las demandas de los transportistas, las marchas contra el Congreso o a raíz de la muerte de Eyvi Ágreda, tengan como hilo conductor una resistencia al poder, a la política, y a la forma en que estos se relacionan con la sociedad. Habría que confirmar que, si al romperse el corto período de estabilidad abril-mayo, y al haberse disuelto la polarización Congreso/Gobierno por el respaldo del fujimorismo a Vizcarra, se está plasmando una polarización entre el poder y la sociedad que anunciará un cambio en la narrativa del conflicto en el Perú como paso previo a una nueva correlación de fuerzas.
La segunda pregunta reside en quién o quienes capitalizarán el deterioro del gobierno de Vizcarra y del Congreso, y qué fuerzas políticas serían las más perjudicadas. En este punto, las respuestas son por ahora más difusas en la medida en que se constata que ninguna fuerza “oficial” lidera los movimientos sociales, que existe en ellos un espacio para el crecimiento de lógicas ultras (como en los paros de junio/agosto del año pasado) y que el programa de cambio, es decir una hoja de ruta en esa dirección, es igualmente difusa. Podríamos anotar que la “nueva” crisis, confirma la imposibilidad de Fuerza Popular de capitalizar la caída de PPK, de modo es probable que ahora mismo el desgaste de Vizcarra y del Congreso erosione todo el arco político peruano “oficial”.
La tercera interrogante es subsidiaria de la anterior e inquiere sobre el costo que tendrá para el fujimorismo el respaldo a Vizcarra y, al revés, el costo que tendrá para este la relación amigable con la mayoría parlamentaria. Por ahora se tiene que el fujimorismo tiene varios frentes abiertos a los que se sumarán en breve las demanda contra el Gobierno que aterrizarán en el Congreso, y que la previsible caída de la aprobación presidencial convertirá en objeto de debate la posición que adopten el Congreso y el Gobierno, uno frente al otro. Al mismo tiempo, habría que recordar que, según las encuestas, los peruanos no han tomado nota de las buenas relaciones entre los dos poderes, lo que podría aconsejar a Vizcarra que tome distancia de un Congreso debilitado y desprestigiado. Por ahora es paradójico, pero podríamos estar en breve frente a la pregunta de quién sostiene a quien.

La pregunta final es sobre los giros y cambios que debería acometer el actual Gobierno para evitar que los signos que emergen sobre una crisis, no se aceleren. Es obvio que nos dirigimos hacia un relanzamiento del Gobierno, y en este punto se han anotado recetas sensatas como coherencia e independencia frente al Congreso, es decir una base de gobernabilidad propia. El desarrollo de estas recetas podría conducir a una salida que el gobierno increíblemente no ha explorado, el diálogo con la sociedad para una agenda de gobierno y de cambio. Este giro de timón en las prioridades de la escucha y la acción significaría otro eje de operaciones y práctica, más plural y menos plebiscitaria, y quizás supere la idea de que el mejor gobierno es el que visita más ciudades (la aprobación de Vizcarra ha bajado, precisamente, en las zonas que más ha visitado), en favor de otra: el mejor gobierno es el que realiza más cambios.

viernes, 15 de abril de 2016

Claves de la operación retorno

http://larepublica.pe/impresa/opinion/758292-claves-de-la-operacion-retorno
La República
La mitadmasuno
8 de abril de 2016
Juan De la Puente
Un problema derivado del proceso electoral debe ser resuelto por la política.
Es la dura polarización. Sin contar las elecciones de 1990, el Perú no había tenido un proceso electoral democrático tan antagónico. Aquella vez, un porcentaje de electores fabricó una salida de emergencia empoderando a última hora a un candidato, Alberto Fujimori, que apareciendo desde la nada redujo a uno de los extremos en la primera vuelta y derrotó al otro en la segunda. La historia del golpe del 5 de abril de 1992, si somos rigurosos, no fue el epílogo de una dura contradicción sino el inicio de otra.
Antes, las elecciones de 1963 dejó abierto un grave antagonismo; el triunfo de Fernando Belaunde ese año terminó cinco años después en el golpe militar de 1968 luego de varios ministros censurados, políticas bloqueadas y decisiones no adoptadas. La crisis política fue el resultado de una contradicción no resuelta por las elecciones.
Luego de 1990 no tuvimos confrontaciones electorales de las que no pudiésemos salir. Para efectos de lo señalado no cuenta la elección del año 2000, reconocida como fraudulenta y resuelta en una mezcla de salidas parlamentarias y extraparlamentarias, como la Mesa de Diálogo de la OEA, aunque esta última es un elemento a considerar siempre en casos de aguda crisis en cualquier país de la región. Los antagonismos de las elecciones de los años 2001, 2006 y 2011 se cerraron rápidamente con el resultado electoral aunque en este último caso, la elección de Humala, fue reabierto dos años después con la guerra política que aún nos atrapa.
¿Cómo y cuándo retornaremos los peruanos de la polarización abierta en este proceso electoral? ¿Será suficiente el resultado electoral? ¿Cómo se manejarán los antagonismos luego del 28 de julio?
Las respuestas aprendidas a estas preguntas son otras tres: “hay que respetar el resultado”, “que se inicie el juego gobierno/oposición”, y “el que gana tiene derecho a gobernar”. Siendo correctas y obvias tales respuestas, hará falta sin embargo algo más y allí reside el germen de lo que más adelante podría convertirse en un problema de gobernabilidad.
Si las elecciones permiten la formación de una mayoría parlamentaria viable, el punto de partida para ese pacto político será más sólido. Espero que a estas alturas no haya alguien que pretenda ser serio y al mismo tiempo subestime la necesidad de ese pacto. El problema consiste en que este pacto no puede estar suspendido en el aire sino fijado en contenidos en donde, volviendo al punto de inicio del círculo vicioso, se carecen de consensos mínimos en materia económica y política.
Así, pacto y reforma son dos caras de una ecuación que el próximo poder debe echar a andar con el añadido de que en ambos casos se tienen diferencias profundas de inicio. Por ejemplo, hay grupos políticos que resisten la demanda de una mayor regulación estatal de la producción de bienes y servicios y consideran que los cambios a llevarse a cabo deben limitarse a la mejor prestación de los servicios públicos.
No solo se necesita un pacto parlamentario; me temo que varios problemas embalsados en los últimos 15 años, y quizás 25, mantendrán a una sociedad civil movilizada ya sea en el sentido clásico organizativo y ciudadano, o la del otro tipo, la movilización mediática. De estos problemas, la corrupción es la más perentoria y no valdrán retrasos o medidas poco eficaces.
El diálogo político será una condición de la democracia y sería preciso que éste se despliegue también fuera del Congreso. Esta operación se verá seguro limitada por la falta de un centro político. En democracia, los diálogos reclaman partidos bisagra, los mismos que por ahora parece que no tendrán mucha suerte electoral.
Esas serán las necesidades de un sistema político en crisis que luego de las elecciones parecería que le va a faltar casi todo: fuerza, pacto, reforma y mucho diálogo.

La política en estado bruto

http://larepublica.pe/impresa/opinion/755339-la-politica-en-estado-bruto
La República
La mitadmasuno
1 de abril de 2016
Juan De la Puente
Quienes creyeron que la salida de dos candidatos solo cambiaba el orden de aparición en las encuestas por la absorción de esos votos por otros candidatos, fallaron. Este error debería ser estudiado como un típico caso de decisión burocrática e irracional en un contexto de crisis política que está llevando a sucesivos sacudones que no terminará el 10 de abril. Por ahora, en un tercer efecto, la campaña se está transformando aceleradamente, pasando a situarse en el último de los escenarios evaluados hace meses: la disyuntiva modelo vs modelo.
La decisión de excluir a candidatos como una forma de competencia electoral no consideró el contexto de actores políticos débiles con dificultades para liderar y representar. Las ideas fuerza “te saco a ti para ponerme yo” o “el vacío que se produce lo lleno yo” nunca debieron  ser estimadas como el único efecto tras la salida de Guzmán y Acuña. Los votos de estos se distribuyeron pero se olvidaron de que en el contexto de una democracia sin partidos, los votos pertenecen también a personas que formaron sus identidades políticas de modo autónomo, pragmático e insatisfecho.
Repasemos el proceso electoral e intentemos una periodización provisional. La primera etapa (setiembre/diciembre) fue la de Blancanieves y los 7 enanitos; Keiko Fujimori en el tercio de las preferencias y el resto juntos sumaban el mismo porcentaje. En esa etapa, el eje de la campaña era cómo elegir un recambio tradicional en un escenario de poca confrontación con la élite y sus políticas. Solo había desconfianza con poco rechazo explícito movilizado.
La segunda etapa fue la del pueblo vs elite (enero/febrero); es el momento de la emergencia sucesiva de Acuña y Guzmán, donde el debate pareció situarse en la renovación de la política aunque con alternativas precarias y engañosas, lo que llamaríamos renovación sin renovación.
La tercera etapa es la reactivación del antifujimorismo y la emergencia de la izquierda y el centro político (1ª quincena de enero) luego de la salida de Guzmán y Acuña. Esta etapa, muy corta, puso en vitrina a candidatos que cuestionan con distinta intensidad elementos del modelo político/económico vigente, Barnechea y Mendoza, y oxigenó a PPK, aunque también perforó su programa obligándolo a aceptar la negociación de los contratos del gas, por ejemplo.
La cuarta etapa, en la que nos movemos actualmente y que irá hasta el 10 de abril, es la de la polarización antifujimorismo vs antiizquierdismo cuyo eje diferenciador, por lo menos para una parte del electorado, es la disyuntiva modelo vs modelo.
La última encuesta de Ipsos confirma el inicio de esta etapa. Se han bloqueado los ascensos globales, Keiko no puede llevar a cabo un remate final, en tanto Verónika y Barnechea frenan su crecimiento. Por ahora, la salida tercerista a la polarización es muy débil; a PPK le cuesta irrumpir y lo cierto es que a 9 días de las elecciones no existe un retador claro de Keiko.
Hay otros datos de la letra pequeña, por lo menos dos: 1) se lleva a cabo un acelerado realineamiento en el sector A donde PPK crece ¡18 puntos en una semana! a razón de 2,5% por día, para situarse en 46%; y 2) contrariamente, Verónika y Keiko están empatadas en el sur.
Esta polarización es contradictoria por la forma inorgánica que adopta, con contracampañas extremas y alucinantes, una especie de política en estado bruto cuyos efectos se verán luego del 28 de julio. La polarización bloquea la acumulación política de sus débiles partes aunque perjudica más a una que a otra. Keiko se estanca cómodamente en el tercio de votos mientras es evidente una crisis en la segunda línea, donde se han movido más los antivotos que las adhesiones.
La forma de romper los actuales registros sería que las contracampañas pasen a los sectores D y E y al centro y sur del país y termine de transformar la campaña en una disyuntiva de programas y modelos, algo que varios juraron no pasaría en esta campaña. Esos “varios” quizás se arrepientan de haber impulsado una decisión electoral con explosiva perspectiva política.

sábado, 2 de abril de 2016

Análisis de la encuesta de GFK. Se combate pueblo por pueblo

Por Juan De la Puente
La encuesta de GFK publicada el 01 de abril es densa: 1) indaga por intención de voto presidencial y parlamentaria; 2) realiza un simulacro para la elección presidencial y parlamentaria; 3) indaga por el voto seguro y por el antivoto; y 4) estudia el perfil de los votantes. Tanta información puede llevar a confusión, de modo que no me referiré a los simulacros y analizare principalmente la intención de voto, acudiendo muy puntualmente al perfil y al antivoto.

TENDENCIAS.
1.- La encuesta confirma que la campaña electoral se ha transformado en una disyuntiva de modelos políticos. La polarización que siguió a la exclusión de los candidatos Guzmán y Acuña, ahora es común a todos los sectores y territorios, y ya no solo a los sectores A/B y Lima.
2.-  Esta polarización, expresada sobre todo en el antifujimorismo vs antiizquierdismo ya no bloquea a sus partes como exhibían otros sondeos (Ipsos 27 de marzo). Hace efectos en todos los sentidos, reduce la intención de voto o la sube, baja el nivel de votos blancos y viciados, y ha empezado a concentrar compromisos políticos.
3.-  Conforme se acerca el 10 de abril, Keiko Fujimori y Verónika Mendoza suman votos aunque de modo diferenciado. La anterior medición de GFK fue publicada el 20 de marzo. En 12 días, la intención de voto muestra tendencias firmes. Keiko (35%) sube 1.2% y Verónika (14%) sube 6.5%, en tanto que PPK (16.1%) se mantiene, Barnechea (9.7%) baja 2,1%, Alan estable (5.5%) y Santos apareciendo (2.7%).
MOVIMIENTOS
4.- Verónika Mendoza. Las de ella, todas son ganancias. En 12 días sube más de 8 puntos en el interior, 8 en el norte, 12 en el centro, 11 en el sur, 13 en el Perú rural, más de 10 puntos en el sector D/E, casi 14 puntos entre los jóvenes y más de 8 puntos entre las mujeres. Su más débil crecimiento es en Lima, solo 2 puntos.
5.- Keiko Fujimori. Ella crece menos pero lo hace en zonas estratégicas. Aumenta 6 puntos en Lima, más de 7 puntos en A/B, 4 en C, más de 6 entre las personas de 40 años-a más y otros 5 en el centro del país (40.5%).
Pero también tiene caídas, 5 puntos en D/E y otros 5 entre los jóvenes. Cae 4 puntos en el norte aunque sigue allí con 40%, 2 el sur, su territorio más bajo (21.5%) y 2 en el oriente (37.2%). Keiko ha caído 5 puntos en el Perú rural (36%).
6.- Pedro Pablo Kuczynski. PPK está en apuros. Sube poco en A/B y C, 2 puntos en promedio, pero baja en D/E otros 2; cae 4 puntos entre los jóvenes, resiste en Lima (baja un punto) pero cede espacio en el centro del país, 5 puntos (11.1%), no se sabe si en favor de Keiko o de Verónika. Resiste también en el sur (13.5%) y escala casi 8 puntos en el oriente (20.6%), aunque la brecha entre su voto urbano y rural se amplía. Allí ha caído a 4.8%.
7.- Alfredo Barnechea. Su situación es más clara, cae en plazas fuertes; en Lima 4 puntos (9.2%), en A/B más de 9 puntos (13.7%) se ha hundido en el centro donde pierde casi 7 puntos (3.6%) y otros 4 en el sur (11.7%). Los únicos territorios donde sube es en el oriente, más de 6 puntos (13.6%) y el Perú rural más de 6 (10.1%).
PERSPECTIVAS
8.- Los realineamientos son evidentes. A/B, que repartía sus preferencias en tres candidatos (KF, PPK y AB), empieza a cerrar filas con Keiko y PPK. Sucede algo parecido en C aunque allí todavía se tienen 13% de votos viciados. No pasa lo mismo en D/E que se convierte en zona de disputa y donde Verónika irrumpe con 17%, le lleva varios puntos de ventaja a PPK y donde Keiko cae 5 puntos.
9.- También hay realineamientos claros en zonas geográficas. En Lima donde Keiko estaba estancada y subían PPK, Barnechea y un poco menos Verónika, las cosas han cambiado: Keiko trepa 6 puntos, caen PPK y Barnechea y sube Verónika.
10.- Fuera de Lima se combate pueblo por pueblo. Los territorios se mueven en distinta intensidad y salvo el centro donde trepa 5 puntos, Keiko cae en todos. No es una caída libre aunque la arremetida de Verónika en el sur ya la superó. La ventaja de Keiko sobre los otros candidatos en el norte, centro y oriente es cómoda y allí aún no se podría hablar de una polarización extrema. Lo que se advierte son crecimientos significativos en pocos días –lo que se ha dado en llamar olas-, fuertes en el Perú rural y el sur en favor de Verónika y en el centro en  favor de Keiko.
11.- Todo indica que las plazas que tienden a polarizarse entre las dos candidatas son las siguientes; 1) el centro; 2) el norte; 3) los sectores D/E; y 4) los jóvenes. En los perfiles del elector sobre los que indaga GFK, ambas tienen más de 2/3 de sus votantes en D/E y en los jóvenes, aunque el electorado de Verónika es más regional que capitalino. Aun así no olvidar que Keiko lleva 20 puntos de ventaja y el que desea pasar con cierta fuerza a la 2a vuelta debe crecer por lo menos 5 puntos más.
12.- Verónika está en alza y viene con fuerza desde las regiones y jóvenes. No obstante, no habría que dar por perdida la posición de PPK en la campaña aunque queda claro que la extrema contracampaña que se desata contra Verónika, incluido portadas y subidas del dólar, que se hacen para impedir que la candidata de la izquierda pase a la 2ª vuelta, hacen invisible a PPK y tributan en favor de Keiko.
13.- El potencial enemigo de PPK es la concentración del voto, porque no está actuando como un audaz centrista en la polarización antifujimorismo vs antiizquierdismo, porque no quiere o porque no puede. Él y sus aliados políticos y mediáticos solo pelean contra la izquierda pero la cabeza de la movilización contra el Frente Amplio no es él; él es parte del cuerpo. Aun así, puede recuperar fuerzas en los sectores A/B y C, puede ganar el debate del domingo, y puede capitalizar votos de Barnechea y de la misma Keiko y Verónika si cometen errores garrafales. Tiene una tendencia menor a la que registra la candidata del Frente Amplio pero también tienen antivoto parecido al de aquella. Finalmente, no sabemos cómo terminarán las dos grandes movilizaciones de estos días, contra el fujimorismo y la izquierda porque parece que los candidatos se benefician o se perjudican de los antis pero no los manejan. Las contracampañas ya tienen vida propia y una de ellas, la del 5 de abril, si se desborda, puede perjudicar a Verónika, porque la otra, ya la favoreció.
 

jueves, 14 de junio de 2012

Polarización y conflictos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/polarizacion-y-conflictos-14-06-2012
La República
La mitadmasuno
14 de junio de 2012
Juan De la Puente
Un interesante debate se abre paso sobre cómo derrotar la creciente polarización peruana. Para M. Tanaka (LR 10/6) hay un malentendido que debe ser resuelto con la reflexión, la reubicación de los actores y respirando hondo; para S. Levitsky (LR 10/6) el problema es el creciente autoritarismo y lo que urge es la tolerancia frente al descontento y diálogo; y para C. Meléndez (EC 12/6) hay que neutralizar a los extremos con mucha iniciativa política.
No encuentro razones para oponerme a esas sensatas recetas; la polarización peruana requiere de reflexión, diálogo, tolerancia y mucha voluntad política. No obstante, me parece que representan una parte de la solución, la referida a la cultura política, es decir, al temperamento para enfrentar este desafío.
No creo que el problema determinante del proceso político sea la polarización sino los conflictos sociales; el encono social es solo una expresión de su existencia y de su condición de demandas persistentes por irresueltas. La relación entre el conflicto y polarización es directa y determinante: de los 245 conflictos registrados por la Defensoría, 173 explotaron de distinta forma haciéndose “activos”; antes fueron “latentes”, rubro ahora minoritario, solo 72. Luego, el país no deja de tener diálogo, porque 76 conflictos tienen instaladas “mesas de diálogo”, solo que el diálogo es nada fecundo: la capacidad estatal de resolver los reclamos es muy limitada: en los primeros 5 meses del año se resolvieron 10 conflictos (1 en mayo, 2 en abril, 1 en marzo, 4 en febrero y 2 en enero). De este resultado es un exceso echarle la culpa a la Unidad de Conflictos del gobierno.
El malestar peruano tiene un componente ideológico y político, donde actúan los inductores de la polarización. Sin embargo, también es estructural, de lo que dan cuenta los estudios que detectan brechas y déficit en la capacidad arbitral y reguladora del Estado, taponeada por el establishment. Así, el desafío de esta hora, sin caer en el juego de los poderes fácticos de si se gobierna para el tercio reclamón o para la mayoría satisfecha, es enfrentar al mismo tiempo la polarización y el conflicto y no solo lo primero.
No veo que el Estado se disponga a asumir este desafío, sea porque el gobierno ha empezado a privilegiar la fuerza, porque el Congreso carece de fuerza para hacer lo suyo o porque una voz potente desde la sociedad, con los medios en la primera línea de batalla, ejerce un veto contra el cambio. Por eso, el juego en corto aunque con buenas formas es peligroso: un acta por aquí y otra por allá; una mesa de diálogo acá y otra acullá; un Estado de Emergencia ahora y otro más tarde. Contrariamente a lo que se calla o niega, la única salida es asumir que, en la cuota necesaria, las promesas deben ser honradas y que es imprescindible que el Estado mejore su capacidad resolutiva de los conflictos, superando el veto social contra el cambio.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Tres análisis fallidos

La mitadmasuno
La República
Sábado 25 de setiembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/la-mitadmasuno/25/09/2010/tres-analisis-fallidos
Contra lo que se sostiene, este proceso electoral evidencia hasta ahora un desempeño aceptable de la mayoría de encuestadoras. En los dos últimos meses los sondeos difieren poco, aunque en el caso de Lima ninguno está libre de un “colombianazo”, el reciente fiasco de los estudios de opinión para la primera vuelta en ese país. Nuestro problema reside por ahora en los análisis fallidos.
El primer error fue el vaticinio sobre que la disyuntiva corrupción vs. anticorrupción era inviable en Lima debido al pragmatismo del elector. En gran parte de la campaña esta perspectiva dibujó un primer escenario dicotómico y útil para empoderar sucesivamente a las dos candidatas que lideran las preferencias. En el último tramo, al introducirse al debate otras disyuntivas, la primigenia aún es muy importante. El 3 de octubre sabremos si prima sobre las otras.
El segundo error fue el pronóstico casi general de que la intención de voto para Alex Kouri no se trasladaría a Susana Villarán, por ser ambos políticamente antagónicos. Sí lo son, aunque un grupo de electores debió cambiar sus adhesiones porque emergió un segundo escenario. La ultrapolarización a la que asistimos podría estar produciendo un tercer escenario, el de las elecciones generales adelantadas en Lima, donde lo vecinal sea menos relevante. Lourdes Flores ha logrado arrastrar a su rival a esa vorágine de modo que el debate del 27 será más ideológico/político que edil/vecinal.
El tercer equívoco fue el más clamoroso: negar la posibilidad del surgimiento de un outsider porque no aparecía alguien que potenciara ese fenómeno. Susana Villarán lo es y tiene todas las fortalezas de un outsider, aunque también sus debilidades. Podría ser que los negacionistas se hayan quedado con la visión clásica del outsider, es decir, alguien fuera del sistema político, no conocido y con soluciones radicales. Algunos amigos míos aún se resisten a reconocer en Villarán a un outsider probablemente porque consideran que un candidato es más un discurso que una imagen.
Quizás sea necesario dar una mirada al perfil del elector que presentaron hace poco el JNE, el PNUD e Ipsos Apoyo. Extraigo dos datos: al 51% le interesa más la elección presidencial frente a un 13% al que le interesa más la elección del alcalde, en tanto que para la decisión del voto pesa más el entorno personal que los medios de comunicación.
El Perfil del Elector presentado el 16 de setiembre por el JNE, PNUD e Ipsos Apoyo puede verse aquí.

domingo, 6 de junio de 2010

La espuma colombiana

La mitadmasuno
La República
Sàbado 6 de mayo de 2010

Por Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100605/10/node/270355/total/1634/pagina
Las encuestadoras colombianas no terminan de explicarse cómo el empate previsto en la primera vuelta electoral del 30 de mayo entre Atanas Mockus y Juan Manuel Santos terminó con la victoria de éste 25 puntos por encima del primero. Los sondeos no detectaron ni los 11 puntos que perdió Mockus ni los 12 del ascenso de Santos.
Primero fueron las explicaciones técnicas, entre ellas una poco creíble, es decir, que la prohibición legal de realizar encuestas una semana antes de los comicios no permitió detectar los cambios. Los mismos analistas colombianos han salido al paso: no es posible que una caída tan pronunciada y una subida tan espectacular se hayan producido en siete días. Otras explicaciones técnicas son más atendibles: no constatar si los entrevistados se abstendrían de votar o votarían viciado, la subestimación del voto escondido, el reducido tamaño de la muestra y el uso de la encuesta telefónica en las zonas de riesgo.
Las razones políticas son aleccionadoras. La más importante es que las encuestas presentaron una falsa polarización. Los sondeos aplastaron al otro candidato partidario del presidente Álvaro Uribe, Germán Vargas de Cambio Radical, al que le daban apenas 2% y terminó con 10%, y a Gustavo Petro, del Polo Democrático, al que le adjudicaban 4% y obtuvo 9%. La pregunta flota ¿“Mataron” a Vargas y a Petro para polarizar la elección entre Santos y Mo-ckus, quien terminó siendo una espuma?
En este punto hay más tela que cortar. Los medios indujeron a ese fenómeno virtual. Situados allí convendría volver a tres preguntas incómodas: 1) Si las encuestas electorales miden más el deseo político que la intención de voto; 2) Hasta qué punto una encuesta puede ser deformada e instrumentada por un medio de comunicación; y 3) Cuánto de análisis objetivo tienen las apreciaciones del periodismo de opinión. Ahí habría que agregar, de cara al Perú, que toda opinión no implica análisis y que no todo lo que pretende ser análisis, lo es.
Otra de las razones aludidas es la subestimación del voto rural, un error que empieza en la política y termina en la confección de la muestra, fenómenos sobre el que felizmente las encuestadoras peruanas han empezado a alertar.
Se tiene, finalmente, la fragilidad de la llamada “Ola Verde”, el movimiento de Mockus que descansaba en las redes sociales y que enfrentado a los recursos humanos y económicos que movilizó Santos, sucumbió con facilidad.