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domingo, 6 de junio de 2010

La espuma colombiana

La mitadmasuno
La República
Sàbado 6 de mayo de 2010

Por Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100605/10/node/270355/total/1634/pagina
Las encuestadoras colombianas no terminan de explicarse cómo el empate previsto en la primera vuelta electoral del 30 de mayo entre Atanas Mockus y Juan Manuel Santos terminó con la victoria de éste 25 puntos por encima del primero. Los sondeos no detectaron ni los 11 puntos que perdió Mockus ni los 12 del ascenso de Santos.
Primero fueron las explicaciones técnicas, entre ellas una poco creíble, es decir, que la prohibición legal de realizar encuestas una semana antes de los comicios no permitió detectar los cambios. Los mismos analistas colombianos han salido al paso: no es posible que una caída tan pronunciada y una subida tan espectacular se hayan producido en siete días. Otras explicaciones técnicas son más atendibles: no constatar si los entrevistados se abstendrían de votar o votarían viciado, la subestimación del voto escondido, el reducido tamaño de la muestra y el uso de la encuesta telefónica en las zonas de riesgo.
Las razones políticas son aleccionadoras. La más importante es que las encuestas presentaron una falsa polarización. Los sondeos aplastaron al otro candidato partidario del presidente Álvaro Uribe, Germán Vargas de Cambio Radical, al que le daban apenas 2% y terminó con 10%, y a Gustavo Petro, del Polo Democrático, al que le adjudicaban 4% y obtuvo 9%. La pregunta flota ¿“Mataron” a Vargas y a Petro para polarizar la elección entre Santos y Mo-ckus, quien terminó siendo una espuma?
En este punto hay más tela que cortar. Los medios indujeron a ese fenómeno virtual. Situados allí convendría volver a tres preguntas incómodas: 1) Si las encuestas electorales miden más el deseo político que la intención de voto; 2) Hasta qué punto una encuesta puede ser deformada e instrumentada por un medio de comunicación; y 3) Cuánto de análisis objetivo tienen las apreciaciones del periodismo de opinión. Ahí habría que agregar, de cara al Perú, que toda opinión no implica análisis y que no todo lo que pretende ser análisis, lo es.
Otra de las razones aludidas es la subestimación del voto rural, un error que empieza en la política y termina en la confección de la muestra, fenómenos sobre el que felizmente las encuestadoras peruanas han empezado a alertar.
Se tiene, finalmente, la fragilidad de la llamada “Ola Verde”, el movimiento de Mockus que descansaba en las redes sociales y que enfrentado a los recursos humanos y económicos que movilizó Santos, sucumbió con facilidad.