Mostrando entradas con la etiqueta Colombia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Colombia. Mostrar todas las entradas

lunes, 4 de marzo de 2013

Escobar y la estética del crimen

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/escobar-y-la-estetica-del-crimen-01-03-2013
La República
La mitadmasuno
1 de marzo de 2013
Juan De la Puente
El gobierno peruano se ha quejado de la difusión de las escenas del asalto sangriento a una notaría de Lima, un tema que vuelve a abrir la discusión sobre el papel de los medios en la lucha contra el crimen. Este debate coincide con la difusión en Lima de la narconovela colombiana “Pablo Escobar, el patrón del mal”, cuyo inicio tuvo el envidiable rating de 15,3 puntos, siguiendo una racha triunfante que lo ha llevado a 40 países.
La serie sigue al éxito de otras narconovelas sobre el crimen y la mafia en A. Latina como la mexicana “La reina del sur”, las colombianas “El cartel de los sapos”, “Sin tetas no hay paraíso” y “Las muñecas de la mafia”.
La escalada del delito no se resuelve con las prohibiciones. En México, la prohibición de los narcocorridos (género musical que cuenta las hazañas de los narcotraficantes) en los estados de Baja California y Sinaloa no disminuyó el narcotráfico; y en ninguna ciudad la ausencia de información sobre delitos reducirá su incidencia.
Es cierto que las canciones, novelas, películas o series de TV son formas de registro social que se deben ejercer en libertad. No obstante, conviene reflexionar sobre la estética del crimen en su narrativa de exaltación de la valentía, la familia, la fidelidad y la solidaridad que, al mismo tiempo, esconden el desprecio por la vida y las normas de convivencia social y expresan una alternativa, un modelo de vida y de negocio.
La literatura y el cine describieron o poetizaron el crimen desde Edgar Allan Poe hasta James McClure, desde las célebres realizaciones de El Padrino a la serie de Tony Soprano. Sin embargo, las series y novelas sobre el narcotráfico que gozan de popularidad en A. Latina son pésimas copias de estas últimas y reflejan la falta de sistematización del delito por parte de la industria televisiva. No es el único caso; ya las ciencias sociales han demostrado hace varios años adolecer de lo mismo.
Los medios han estimulado el culto de los delincuentes a través de la crónica roja. Con el actual refuerzo, esta cultura se viralizará; según el periodista colombiano Antonio Caballero millares de niños de Colombia quieren ser, cuando grandes, como el Pablo Escobar que pinta la serie, un héroe fuerte y valeroso, inteligente y astuto, rico y poderoso, digno de admiración.
En la serie de Escobar está presente una estética del crimen que construye el mundo del delito como una realidad redonda, ordenada, omnipotente, rica y lujosa, que esconde bien sus miserias. En el extremo, despide una visión europea y norteamericana del delito como un fenómeno tropical, casi un carnaval. Ese registro que banaliza el delito mostrándolo como un suceso extraordinario a cargo de seres especiales omite que el crimen azota a una región desigual y con alto nivel de pobreza. La verdad es que el delito en A. Latina es mucho más cotidiano y menos excepcional.
Los malos, reales o ficticios, comportan una enorme fuerza narrativa. Sin embargo, la serie sobre Escobar no disimula la apología del narcotráfico. Descubre un relato oficial sin reflexión y crítica; encubre la responsabilidad histórica del Estado colombiano y su nefasta omisión y acción que crearon el contexto para el surgimiento de los carteles de la droga. En la serie casi no aparece la corrupción pública; allí, los malos son malos sin ayuda pública y los buenos son tontos destinados a la muerte.
Es cierto que en este resultado tiene mucho que ver el genio de Andrés Parra, el actor que personifica a Escobar y que se ha “comido” la novela. Pero nadie sabe para quién trabaja, la novela se ha tragado a sus realizadores y ha terminado incumpliéndose el propósito original de contar la verdad desde el lado de las víctimas.
La narconovela de Escobar está recorriendo el mundo concitando audiencia sin debate. Con la serie termina el proceso de santificación e idealización internacional del narco. Escobar ya tiene novela, película y camisetas; solo le falta muñequitos con su cara, tacitas de café y que se parezca al Che.

martes, 20 de noviembre de 2012

La celebración de la yuca. El boom de la cocina amazónica

http://www.larepublica.pe/20-11-2012/el-boom-de-la-cocina-amazonica-celebracion-de-la-yuca
La República
20 de noviembre de 2012
Juan De la Puente
Diez reconocidos chefs de Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú ofrecieron lo mejor de la gastronomía de nuestra selva en nuestra capital.
 
La salsa catara pica suavemente y se mezcla bien con el pescado ahumado. Advierto unos puntitos negros deliciosos y le pregunto al chef Nelson Méndez (Venezuela) por ellos y contesta: son hormigas.
El plato tiene un título enigmático, valentón del Orinoco ahumado en troja alta con casabe makiritare. Traducción: bagre curado al humo con piña caramelizada, galleta de yuca crujiente y crema de catara preparado con ingredientes de los makiritare, un pueblo nativo de los estados de Bolívar y Amazonas, en Venezuela.
Era la tercera sorpresa de la última noche de la degustación Amazonía, el Otro Sabor del Mundo, que organizaron en Lima hace poco la incansable cocinera e investigadora Isabel Álvarez del restaurante El Señorío de Sulco y la Embajada de Colombia, con el apoyo de la USMP, Alicorp y Promperú. Diez reconocidos chefs de Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú cocinaron sendos platos de la gastronomía amazónica con ingredientes que el paladar occidental colocaría entre los enigmas culinarios: ají cumarí, açai, jambú, chontaduro, flor de canela, tucupi, majambo, pan del árbol, michucsy, dale dale y chonta.
Empezó con un prometedor abrebocas brasileño de Paulo Machado, bolinho de Pirarucu e geléia picante de açaí, es decir, croquetas de paiche con jalea del acaí, una fruta de la familia de las moras con propiedades de antioxidantes y omegas. Luego nos sorprendimos con la ensalada selva virgen de la legendaria tarapotina Elia García, a partir del majambo, pan de árbol, michucsy, dale dale, chonta y hongos. Sabor total.
Colombia incursionó con dos ofrendas, el pollo de campo moqueado en tucupi, de Eduardo Martínez, es decir, un pollo de chacra ahumado en fibra de coco con yuca dulce cocida con tucupi, delicado caldo de amarillo extraído de raíz de la yuca.
La oferta de Pablo Napuche (Leticia) fue audaz, un pescado (pintadillo) en filete y empanizado con harina de yuca, jaqueado por dos salsas intrépidas, de arazá y de copoazú, jalonando los sabores.
El ecuatoriano Edgard León pasó al abuso con su tradicional sopa amazónica. De sabor fuerte, combina la chonta, naranja silvestre dulce, zanahoria amarilla, yuca, leche, crema de leche, todo perfumado con ishpingo. León se esmeró también con un plato de final de cuento que combina la carne roja con el cacao, acompañados de chalotes (cebollas pequeñas asiáticas), vino tinto, almíbar de pétalos de rosas, crema de leche, demi glace, pimientas y miel de higos.
El postre fue digno, atrevido y emblemático, a cargo del peruano Flavio Solórzano. Ni fusión ni alquimia, sino un calculado encuentro entre dos insumos amazónicos que no se miran demasiado: helado de camu camu con chocolate blanco fundido (molten), acompañados de coco y galletas de yuca.
UNA COCINA EXQUISITA
La gastronomía amazónica viene en serio y se pinta de revolución. No tiene nada de salvaje sino de ignorada, una cocina que mantiene su sentido mágico religioso. Tampoco es ordinaria sino crecientemente exquisita; es más territorial que otras cocinas. En nuestro caso va más allá del tacacho, la cecina y los juanes.
Los que se reunieron en Lima saben lo que dicen a caballo entre la cocina y la etnología. Paulo Machado (Brasil) dirige un instituto de investigación; Nelson Méndez (Venezuela) es profesor del Centro Venezolano de Capacitación Gastronómica y Edgar León es filósofo y está a punto de publicar un libro con las 540 sopas ecuatorianas que ha logrado registrar.
Eduardo Martínez (Colombia) es ingeniero agrícola, dueño del restaurante Mini-Mal de Bogotá y profesor de gastronomía de la Fundación Escuela Taller de Bogotá. Pablo Napuche es licenciado en Etnoeducación y Flavio Solórzano además de ser chef ejecutivo del Señorío de Sulco, cocina en TV, es profesor de varias escuelas de cocina y es miembro fundador del Conservatorio de la Cocina Peruana.
Son renovadores, exploradores y protectores. En Lima aprobaron un manifiesto de la cocina amazónica que llama a visibilizar la alimentación de los habitantes de la Amazonía y a proteger la biodiversidad, promoviendo la seguridad alimentaria de los pueblos amazónicos, los más pobres de la región. En la cita final expresaron su preocupación por el uso intensivo de ingredientes y alertaron sobre los efectos de una cocina destructiva.

domingo, 6 de junio de 2010

La espuma colombiana

La mitadmasuno
La República
Sàbado 6 de mayo de 2010

Por Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100605/10/node/270355/total/1634/pagina
Las encuestadoras colombianas no terminan de explicarse cómo el empate previsto en la primera vuelta electoral del 30 de mayo entre Atanas Mockus y Juan Manuel Santos terminó con la victoria de éste 25 puntos por encima del primero. Los sondeos no detectaron ni los 11 puntos que perdió Mockus ni los 12 del ascenso de Santos.
Primero fueron las explicaciones técnicas, entre ellas una poco creíble, es decir, que la prohibición legal de realizar encuestas una semana antes de los comicios no permitió detectar los cambios. Los mismos analistas colombianos han salido al paso: no es posible que una caída tan pronunciada y una subida tan espectacular se hayan producido en siete días. Otras explicaciones técnicas son más atendibles: no constatar si los entrevistados se abstendrían de votar o votarían viciado, la subestimación del voto escondido, el reducido tamaño de la muestra y el uso de la encuesta telefónica en las zonas de riesgo.
Las razones políticas son aleccionadoras. La más importante es que las encuestas presentaron una falsa polarización. Los sondeos aplastaron al otro candidato partidario del presidente Álvaro Uribe, Germán Vargas de Cambio Radical, al que le daban apenas 2% y terminó con 10%, y a Gustavo Petro, del Polo Democrático, al que le adjudicaban 4% y obtuvo 9%. La pregunta flota ¿“Mataron” a Vargas y a Petro para polarizar la elección entre Santos y Mo-ckus, quien terminó siendo una espuma?
En este punto hay más tela que cortar. Los medios indujeron a ese fenómeno virtual. Situados allí convendría volver a tres preguntas incómodas: 1) Si las encuestas electorales miden más el deseo político que la intención de voto; 2) Hasta qué punto una encuesta puede ser deformada e instrumentada por un medio de comunicación; y 3) Cuánto de análisis objetivo tienen las apreciaciones del periodismo de opinión. Ahí habría que agregar, de cara al Perú, que toda opinión no implica análisis y que no todo lo que pretende ser análisis, lo es.
Otra de las razones aludidas es la subestimación del voto rural, un error que empieza en la política y termina en la confección de la muestra, fenómenos sobre el que felizmente las encuestadoras peruanas han empezado a alertar.
Se tiene, finalmente, la fragilidad de la llamada “Ola Verde”, el movimiento de Mockus que descansaba en las redes sociales y que enfrentado a los recursos humanos y económicos que movilizó Santos, sucumbió con facilidad.