viernes, 28 de marzo de 2014

El profeta Ezequiel

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-profeta-ezequiel-28-03-2014
La República
La mitadmasuno
28 de marzo de 2014
Juan De la Puente
El asesinato del ex consejero regional Ezequiel Nolasco dispara las alarmas sobre la extrema violencia política y corrupción en la región Áncash. En realidad, descubre para la opinión pública nacional y para la política limeña un truculento escenario que los ancashinos conocen bien. En esa región, la balas silenciadoras, los jueces y fiscales comprados o amenazados, los policías vendidos y los periodistas alquilados, forman parte de un paisaje con el que conviven los ciudadanos.
Los sucesos que han modelado ese escenario, especialmente las denuncias de corrupción y los asesinatos, fueron poco más que una noticia. Su persistencia no logró impactar decisivamente a las seis instituciones de alcance nacional llamadas a combatir el delito o controlar el poder, el Congreso, el Poder Judicial, la Procuraduría (Ministerio de Justicia), la Policía (Ministerio del Interior), el Ministerio Público y la Contraloría General de la República. Estas han respondido que hicieron algo de lo que les correspondía, que la falta de eficacia se debe al papel de otras instituciones y que carecieron de recursos para alcanzar mayores logros. Es probable que estos argumentos sean de algún modo ciertos aunque la verdad es más compleja y dramática.
En casi todas estas instituciones operó un mecanismo ilegal que bloqueó las denuncias o su desarrollo procesal con marcado éxito. Este no es un trabajo empírico, sino el resultado de un proyecto mafioso sostenible por su capacidad operativa y los recursos financieros, políticos, legales, tecnológicos y mediáticos que desarrolla. A diferencia de las redes clásicas de corrupción del pasado, esta se construyó de abajo hacia arriba usando para sus intereses los espacios de autonomía y discrecionalidad que la descentralización ha establecido, una derivación perversa no prevista al inicio de este proceso.
El atormentado tránsito de Ezequiel Nolasco desde el año 2010 testimonia la fuerza de la red ilegal a la que se enfrentó y sucumbió; todos sus movimientos fueron contestados con éxito. Él perdió todas las batallas emprendidas, en los ámbitos administrativo, policial, judicial y parlamentario. También perdió la batalla de la opinión pública porque su voz, mucho antes de las balas asesinas, fue silenciada por una prensa regional arreglada bajo la mesa y sobre la mesa, con muy escasas excepciones. Las tres veces que este hombre, martirizado ya por la muerte de su hijo y por su propia persecución, se encadenó en la puerta de la Corte Superior de Justicia del Santa (Chimbote) aparecieron como una dolorosa confesión de su impotencia y fracaso.
La mala noticia, lluvia sobre mojado, es que el caso de Áncash no es único. Los datos a la mano indican que en varias regiones se han organizado mafias locales con alcance nacional y en otros casos de origen municipal con el mismo éxito. Sin embargo, no todas las regiones o ciudades tienen un Ezequiel Nolasco que a costa de su vida ha dejado testimonio de la realidad. Casos similares a los de Áncash están atrapados en el Congreso, han sido trabados en las fiscalías o han merecido sentencias cargadas de impunidad.
En Áncash ha fracasado todo o casi todo, la democracia, la descentralización y la libertad de expresión. Desde la primera elección regional no ha sido posible construir allí un proyecto regional abierto y democrático; contrariamente, se ha acentuado la fragmentación social y política, las prácticas clientelares y la organización de un poder resistente a la rendición de cuentas. El proceso de descentralización ha sido en esa región hasta ahora la transición hacia un estado débil y corrupto, personalizado al extremo y carente de elites moderadoras y articuladoras del debate. El rasgo que define el espacio público allí es un alto protagonismo de actores informales y, sobre todo, ilegales, cuya lucha por el poder carece de límites con una marcada preferencia por el uso de la violencia para resolver las disputas políticas.
La pregunta de qué hacer con Áncash debería ser qué hacer con la descentralización.

viernes, 21 de marzo de 2014

Embestido, investido, desvestidos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/embestido-investido-desvestidos-21-03-2014
La mitadmasuno
La República
21 de marzo de 2014
Juan De la Puente
UNO. No entendiendo por qué el Presidente de la República perdió la oportunidad de relegitimar su gobierno. De haber aceptado la primera votación como lo que fue, es decir, un rechazo al gabinete y designado otro corrigiendo lo que los ciudadanos demandan, habría obligado al Congreso a entregarle la confianza a un equipo de gobierno remozado con menos reparos, relanzado su administración de cara a la segunda mitad de su quinquenio. El temor del cierre constitucional del Parlamento que atemoriza a la mayoría de los hijos del voto preferencial habría movilizado más que a la Confiep a una parte importante de la sociedad civil interesada en una cooperación Ejecutivo/Legislativo en lugar del bloqueo.
En ese escenario se legitimaba el gobierno, el Congreso mismo, que al rehusar la confianza ejerció su derecho a desaprobar al gobierno y que al aprobarlo luego de los cambios habría mostrado determinación. En este caso, los votos verdes y rojos habrían sido menos cuestionados que ahora. No obstante, el Presidente prefirió la ruta de una negociación un tanto ignominiosa, por lo que el voto en favor de la investidura no le permite a su gobierno superar el aislamiento ni el efecto de las dos primeras embestidas parlamentarias. En esas condiciones, una confianza agónica es un caramelo envenenado de efecto programado que debilita al gobierno.
DOS. Entiendo un poco más la razón por la que una parte de la oposición se negó a rechazar de un modo más enfático al gabinete y prefirió la abstención, aunque una parte de ella haya sido llevada de las narices. Si la idea era propinarle al gobierno un jalón de orejas, un gesto que obligue a Humala a negociar desde su debilidad la rebaja del protagonismo de Nadine Heredia, esta estrategia es entendible en el caso del Apra y el fujimorismo, potenciales adversarios de Heredia el 2016 que cuentan ya con candidatos presidenciales.
Para el resto de la oposición (PPC, AP, Frente Amplio, Solidaridad Nacional, Partido Humanista, Somos Perú y Alianza para el Progreso) el sentido de su primera votación debió ser mucho más enfático que la abstención, en una perspectiva programática y con razones de fondo. ¿Qué pasó con los temas Castilla y los salarios del sector público, la reducción del canon, las promesas electorales incumplidas, el gasoducto del sur y la seguridad ciudadana? Fueron sepultados por la nadinofobia. Una parte de estos grupos mostraron como un trofeo un comunicado de la PCM sobre el papel de Heredia renunciando a una representación más amplia de sus electores.
Apreciado en el conjunto, el resultado del impasse del voto de investidura tampoco ha fortalecido a la oposición y no solo porque no consiguió su propósito antinadinista. Ningún partido logró aparecer como una alternativa potable y, en cambio, en el resultado final más de uno no ha podido convencernos de que no pactaron prebendas. Al final, queda la imagen de una oposición que creyó que era un crimen sangriento licenciar al gabinete y que siente haber sido pillada con el puñal en la mano.
TRES. Los abusos de las mayorías parlamentarias gobiernistas son peligrosos al igual que las dictaduras parlamentarias. En ambos casos se eliminan los contrapesos y las modalidades de cooperación en favor de la sujeción de un poder por el otro. En ese sentido, en el episodio de la investidura se ha planteado una nueva situación no prevista ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que es la posibilidad del bloqueo del Ejecutivo por el Congreso a partir de una desastrosa decisión, la de votar más de una vez la confianza en un gabinete amparada en un acuerdo de hace 10 años que nunca se convirtió en norma positiva, que no pasa el más simple test de legalidad y que tampoco puede ser usado como costumbre parlamentaria, por el delicado objeto al que se aplica.
En los sistemas parlamentarios se puede jugar al bloqueo porque en los congresos reside la posibilidad de formar gobierno, pero cuando en un sistema presidencialista se pretende votar tres o cuatro veces la investidura de un gabinete, el juego de los carritos chocones puede ser muy dañino.

viernes, 14 de marzo de 2014

Los carritos chocones

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La República
La mitadmasuno
14 de marzo de 2014
Juan De la Puente
El áspero intercambio de frases sentenciosas entre el gobierno y la oposición a raíz de la remodelación del gabinete han reabierto una etapa de polarización clausurada un breve momento a raíz del fallo de La Haya. Al igual que el año pasado las fuerzas se ha dispuesto en línea de batalla y el discurso es casi el mismo: “Nadine Heredia tiene el poder”, “Alan García teme ser condenado”, “El gobierno es ineficaz”, “La oposición no tiene autoridad moral”, entre otras afirmaciones.
Los actores son también los mismos, pero me temo que una parte del escenario ha variado. El primer cambio que distingue la tensión del año pasado con el ciclo abierto recientemente es el hartazgo de la opinión pública, una especie de cansancio ciudadano que emerge de la convicción de que lo que ahora se critica no podrá ser alterado hasta dentro de dos años y medio. El segundo cambio es el desgaste de la mayoría de actores, especialmente los que han entrado a la pelea cuerpo a cuerpo, donde el que lleva la peor parte es el gobierno, imposibilitado por ahora de salir del aislamiento y recuperar la agenda pública.
Esta polarización se torna paradójica porque no produce una mayor crisis que la que existe. Curiosa polarización que viene con sus propias certidumbres: es seguro que el gabinete obtenga la investidura en el Congreso, que la oposición y los medios continuarán manejando la agenda, que el gobierno seguirá tomando las decisiones y las indecisiones y que Nadine Heredia continuará llenando el vació oficialista. Es tan cierta esta relación contranatura polarización/certidumbre que una de las seguridades de los poderes económicos y mediáticos es que el gobierno no producirá cambios en el modelo económico.
Si la tensión no lleva a ninguna parte en el corto plazo se torna evidente que estamos ante una polarización a velocidad controlada, sobre todo por la falta de fuerza de los que conducen los coches. Una suerte de carrera de carritos chocones.
Nada de lo que se dice o se pretende es masivo y contundente porque pasada la primera mitad del gobierno de Humala, los actores son conscientes de sus propios límites y que una crisis grave de gobernabilidad es cada vez más lejana, de modo que en más de una expresión se advierte un genuino interés político pero con una alta cuota de sobreactuación.
¿Todo está dicho o no hay nada más por hacer que sentarse a esperar el 2016? Me temo que no. En el marco de una polarización controlada, no se descartan dos controversias agudas que podrían agitar las certidumbres y deshacer las paradojas. La primera es una mayor ofensiva sobre Nadine Heredia en la idea de marcar con críticas hasta el último detalle de su actividad pública, más con el objetivo de desgastarla e impedir su eventual candidatura presidencial que evitar su influencia en el gobierno.
Una ofensiva final sobre ella tendría, sin embargo, que vencer la visión neoinstitucionalista y pragmática que sostiene que el activismo en el poder de la esposa del presidente es positivo en la medida que impide que el gobierno cometa errores y se ponga en juego la gobernabilidad y el crecimiento.
Tampoco debe descartarse una intensa campaña anti García a propósito del debate de las conclusiones de la Megacomisión. En este caso, es igualmente evidente que el propósito es inhabilitarlo electoralmente más que sancionar las irregularidades cometidas en su gobierno.
No estoy seguro si este modelo de polarización controlada incluyendo la variante de la tensión extrema por anti Nadine/García sea lo que el Perú espera o se merezca. En esa ruta será muy difícil que la oposición acumule más de lo que lo ha hecho y que el gobierno recupere lo que ha perdido, sobre todo porque propone un horizonte político electoral donde los grandes temas del futuro parecen extraviados y sometidos a los cánones de la política personalizada. Esta tensión en las alturas desmoviliza a la gente y de ella no emerge ninguna fuerza que emita señales nuevas a la sociedad. El primer grupo que exponga otro discurso podrá ser la sorpresa. ¿No es hora ya de una nueva política?

viernes, 7 de marzo de 2014

Los pasos vendidos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-pasos-vendidos-07-03-2014
La República
La mitadmasuno
7 de marzo de 2014
Juan De la Puente
En un audio atribuido al congresista Julio Gagó, acusado de vender ilegalmente al Estado a través de una empresa de fachada, este señala que más de 100 parlamentarios son empresarios que “hacen los mismo”; es decir, contratar con el Estado irregularmente o, extensivamente, que hacen negocios desde su alta posición de representantes.
Quiero tomarme muy en serio las palabras de Gagó porque podría estar diciendo la verdad aunque con algo de exceso. Conozco en todas las bancadas a legisladores honrados y austeros, e incapaces de violar su mandato usando el peso de su cargo para realizar negocios u otro tipo de venta de influencias. La mayoría de ellos, mujeres y varones, son militantes de la política con larga actividad partidaria.
No obstante, es preciso reconocer que la representación parlamentaria se he transformado en los últimos años mediante un proceso marcado por varias tendencias: 1) la formación de las listas con escasa participación de los militantes y en cambio con el protagonismo de los candidatos presidenciales; 2) el alto costo de las campañas individuales; y 3) la elección de congresistas invitados, que no pertenecen al partido que los llevó en sus listas.
Este proceso ha llevado al Congreso a hombres de negocios y para el negocio. Su número es creciente y este aumento es proporcional al desarrollo de las tendencias señaladas; a menos institucionalidad de la política y de los partidos más legisladores dispuestos a hacer negocios desde sus escaños, una figura que también se aplica a la representación regional y municipal.
El político negociante es en la práctica un negociante a secas, un actor racional que emerge de la privatización e individualización de la política. Es un actor socialmente legítimo al momento de su elección, ciertamente legitimado por una campaña electoral cuantiosa, pero al fin y al cabo premiado por un sistema que incorpora al poder a mujeres y hombres pragmáticos, audaces y creadores de valor financiero. Es lógico que ello suceda en un país que se asume de emprendedores más que de ciudadanos.
No le pidamos a ese actor una agenda política y colectiva. Su quehacer político (en realidad antipolítico) tiene una lógica emprendedora más económica que social. El Congreso, la región o el municipio son mundos de oportunidades que deben ser explotadas asumiendo sus ventajas competitivas; es decir, el ser centros de poder.
En el pasado hubo empresarios, y aún los hay, dedicados a la actividad política con solvencia y honradez, representando las convicciones que adherían y los intereses generales que defendían; pertenecían a partidos que organizaban esa dedicación, moderaban el individualismo y lo homogeneizaban en un programa. Con los partidos en proceso de extinción como colectividades programáticas la precipitación de los empresarios con agenda económica a la política es irrefrenable, lo que se agrega a los políticos con relaciones bilaterales con empresas que financian sus campañas de modo oscuro. Unos y otros se realizan en el poder a través del voto preferencial.
Todo se encuentra convenientemente establecido para que este esquema tenga larga vida. El Congreso resiste con uñas y dientes la reforma política y ha congelado decenas de proyectos de ley que intentan cambiar este desastroso escenario incluido el Código Electoral propuesto por el JNE, la ONPE y el Reniec. Al contrario, en la legislatura anterior la Comisión de Constitución aprobó con el voto de los representantes de todas las bancadas la reforma de la Ley de Partidos acentuando estas deformaciones, aumentando el número de firmas para legalizar un partido y elevando hasta el 25% el porcentaje de los invitados en las listas electorales. El intento por ahora ha sido frustrado.
La razón residiría en que el sistema ha venido funcionando en favor de los intereses privados en juego aunque haya debilitado la democracia y transformado el Congreso en un espacio de movimiento económico empresarial individual muy dinámico. El Hall de los Pasos Perdidos bien podría llamarse de los Pasos Vendidos.

viernes, 28 de febrero de 2014

La política es irrenunciable

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-es-irrenunciable-28-02-2014
La República
La mitadmasuno
28 de febrero 2014
Juan De la Puente
Lo ocurrido alrededor de la reciente crisis ministerial ocasionada por la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros y el cambio de gabinete refleja una lamentable derrota de la política en varios sentidos de la acepción, por los hechos que han conducido a la crisis, la forma en que ha sido gestionada y por las consecuencias para el desempeño del gobierno, particularmente el reinicio de un período de mayor confrontación y el riesgo de la reducción del desempeño del Ejecutivo.
En teoría, los gobiernos registran una relación tirante entre las demandas de cambio interno y de eficacia, dos variables del poder que solo la política puede administrar. Se demanda cambios cuando es visible el desgaste en un sector y se hace ostensible que no se podrá cumplir con los objetivos sin que el responsable sea desplazado. Del mismo modo, se reclama eficacia cuando la agregación de errores indica que los propósitos no serán alcanzados sin una nueva conducción.
El equilibrio entre estas variables es más complejo cuando el desgaste es generalizado. En tal sentido, los cambios de ministros suelen ser sinónimos de relanzamiento del gobierno y los nuevos gozan de un período de gracia. Eso sucedió con la designación de César Villanueva y su gestión fue una apuesta política, el elemento que la mayoría consideraba era el déficit del gobierno, a pesar de que su antecesor, Juan Jiménez Mayor, había capeado con habilidad varios meses de polarización extrema. Villanueva parecía tener las cuotas exactas de eficacia y política que todo relanzamiento necesita.
En el nuevo escenario se tiene desde el inicio un premierato debilitado. Lo que sucede en este cargo, el segundo del Ejecutivo después del Presidente de la República, no es de poca importancia. Es el más político de los ministerios, el que responde por el Presidente ante el Congreso y ante la sociedad, y el que de algún modo y en distintas intensidades, es bombero, gestor y escudero.
Celebrar como un logro del nuevo gabinete su condición de tecnócrata, como lo han hecho ciertos comentaristas y ¡vaya! políticos, es increíblemente tonto. Más allá de su errada repulsión de la política, sintetiza una ingenua concepción del poder y del gobierno como una empresa que solo demanda gerentes.
El gobierno necesita llevar a cabo una urgente labor de saneamiento de la figura del Presidente del Consejo de Ministros para evitar un rápido desgaste del gobierno bajo el entendido de que una corta vida del nuevo gabinete tendrá un efecto serio en la operatividad del Ejecutivo. A los sahumadores de los tecnócratas habría que decirles que en cualquier sistema político una alta tasa de rotación de ministros es expresión de ineficiencia  y que la ciencia política no conoce el concepto de “desgaste técnico”. Todo desgaste es político.
Es cierto que el premier peruano no tiene la clásica figura de los premieres de los regímenes parlamentarios y que la Constitución de 1993 le rebaja el perfil en desmedro del Ministro de Economía, el único ministro constitucional.  No obstante, felizmente la Ley Orgánica de la Presidencia del Consejo de Ministros (LOPE), la Ley N° 29158, de diciembre del 2007, ha superado algunos de estos vacíos.
Un premier que no se sienta infeliz desempeñando una función política y al que le dejen trabajar sin interferencia tiene en el gobierno un papel relevante como coordinador de las políticas nacionales y en la conducción de grupos importantes como la Comisión Interministerial de Asuntos Económicos y Financieros (CIAEF) y  la Comisión Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS). La LOPE le señala otras cuatro funciones que le permiten desempeñar un rol articulador del poder en nombre del Ejecutivo como dirigir el proceso de descentralización, dirigir las relaciones entre el Poder Ejecutivo y los demás poderes del Estado, los organismos constitucionales, los otros niveles de Gobierno y la sociedad civil; promover la participación y concertación sociales en la gestión de gobierno; y coordinar la planificación estratégica en el marco del Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico.

martes, 25 de febrero de 2014

La derrota de la política

http://www.ideeleradio.org.pe/web/wNoti.php?idN=9239&tip=especiales
Radio San Borja
25 de febrero 2014
Entrevista en Ideeleradio, que dirige Glatzer Tuesta, de Radio San Borja, sobre la renuncia de César Villanueva al premierato y los cambios en el gabinete.
Ideeleradio.- La salida de César Villanueva del Poder Ejecutivo refleja un achatamiento de la figura del premier, una derrota de la política, y evidencia la dificultad en respetar las formas que son importantes en democracia, afirmó el analista Juan De la Puente.
“Lo que veo en el caso de Villanueva es una derrota de la política, porque él ingresa como premier y como un futuro gabinete en el caso de que se produjera los cambios en la idea de fortalecer el proceso de descentralización, el diálogo político para bajar la polarización, la solución de determinados problemas que pudieran crear una mayor expectativa y una agilización de los proyectos que estaban detenidos”, anotó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“De modo que esto deja un mal sabor por eso, es una especie de achatamiento de la figura del primer ministro, una derrota de la política, pero también es una evidencia de la dificultad para respetar las formas que en democracia son importantes, y que en determinadas circunstancias hacen también el contenido”, acotó.
El analista señaló, del mismo modo, que el Perú no debe ser un "país bananero", y que, por ello, hay que respetar las formas. Arhumentó que si había incomodidad con la gestión del expremier César  Villanueva, se pudo conversar con él.
“El premier no ha podido construir una relación política al interior del Gobierno, sea por los poderes superfácticos o sea, también, porque no ha tenido la fuerza suficiente al interior del Ejecutivo para promover los cambios y, también, para construir esta relación”, declaró.
“Esto es un problema porque termina limitando mucho en términos institucionales la figura del primer ministro, que ya la Constitución lo tiene limitado, y porque la Constitución le da mucha fuerza política al Ministerio de Economía y Finanzas”, precisó.
Alta rotación de ministros limita efectividad
Existe el riesgo de una larga debilidad en el gobierno de Ollanta Humala, porque la alta rotación de ministros limita su efectividad, aseveró al señalar que el principal desafío del actual Consejo de Ministros será su operatividad.
“Mi preocupación, es el riesgo de una larga debilidad. Normalmente un presidente y un gobierno es un 'gobierno pato cojo', seis meses u ocho meses antes de entregar el cargo, que es lo que dictan las leyes de la política cuando está acercándose la transmisión del mando. Creo que el Perú no puede tener un gobierno con una larga debilidad, porque la alta rotación de ministros implica cambios adentro de cada sector y esto limita la efectividad”, comentó.
“[…] Cinco premieres en la primera mitad de los cinco años, nos hace decir con cuántos va a terminar. Algunos desearían que este sea el último y que haya estabilidad, pero digamos por ahí no va la cosa”, anotó.
El analista explicó, además, que el principal desafío del nuevo Gabinete que preside René Cornejo será su operatividad. Subrayó que es importante que esta se incremente.
“Diría que el principal desafío de este nuevo gabinete es la operatividad, es decir hay que hacer funcionar a los sectores. No sé a qué porcentaje está funcionando el aparato del Estado, pero es muy importante que esto se incremente. Ya no solo hay un tema de relación política con la sociedad, con los otros poderes, sino de manejo de Estado, a lo que conspira esta alta rotación”, declaró.
La ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Carmen Omonte, y la ministra de Trabajo, Ana Jara, vienen con demandas regionales y podrían hacer "cortocircuito" con el esquema del Ministerio de Economía que no quiere entregar recursos, aseveró.
“En esta composición [del Gabinete] hay muchos elementos que puedan tironear, porque tenemos dos ministras que traen demandas regionales personales, la ministra de la Mujer, que es representante parlamentaria por Huánuco, y la ministra de Trabajo, Ana Jara, por Ica, y ambas son ministras peleadoras y ahí podría haber un 'cortocircuito' con el esquema de un Ministerio de Economía que no quiere entregar recursos”.
“Una cosa es en el Ministerio de la Mujer y otra en el Trabajo que es más estratégico, que tiene más recursos y demandas y no está obligada a mayor gestión. También es portador de esta demanda regional sobre el Gaseoducto del Sur el nuevo ministro de Energía y Minas, que probablemente no tenga el perfil deseado por el ministerio de Economía y finanzas en general para ese cargo […]”, agregó.
El analista sostuvo, además, que la gestión de Humala Tasso va a requerir más de su bancada, tras señalar que el claro defecto del actual gabinete es que no aparece su perspectiva política. Indicó que el gobierno actual está obligado a ser más eficaz.
“El Gobierno va a tener que esforzarse más, requerir más de la bancada. En los últimos meses la bancada ha suplido muchas ausencias en la arena pública de los ministros, pero esto obviamente no ayuda. Y se podrían producir otros cortocircuitos más adelante. Está demostrado que cada vez la figura del premier es cada menos relevante y el posicionamiento político es importante, sobre todo si va a tener un candidato presidencial para competir en el año 2016. Una cosa es tener un candidato de gobierno cuando el presidente tiene 40% a 45% y otra cosa es cuando tiene el 22%”, manifestó.
“De modo que ya no por la administración misma, sino por el derecho de sobrevivencia está obligado a ser eficaz, a responder demandas ciudadanas, a pelear, contradecir y para eso se necesita un equipo humano que tenga algo de perspectiva política, que lo que advierto como una ausencia fundamental”, precisó.
Finalmente, refirió que desde el periodo en que Óscar Valdés fue premier se ha configurado un escenario donde se visualiza que existen varios poderes al interior del Ejecutivo. Refirió que el presidente Ollanta Humala es parte de esta lógica y actúa como árbitro.
“Hay también otros poderes fuera del Gobierno. No me cabe duda, que los grandes poderes económicos que se preocupan mucho si manda Humala o Nadine, y son los que han evitado la toma de muchas decisiones. Se han configurado estos poderes fácticos que reparten el poder, y Humala es parte de eso y, también, opera como un árbitro”, precisó.
“Me imagino que la designación de este gabinete fue decidido por el presidente y tomando en cuenta estas aristas, creo que la salida de Castilla hubiera dejado mejor al presidente en la idea de que yo estoy mandando. Ahora, daría la impresión de que estaría siendo premiado un acto no de insubordinación, sino de poca lealtad que sale en contra del premier”, concluyó.

viernes, 21 de febrero de 2014

Che, Pinochet o Gandhi

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/che-pinochet-o-gandhi-21-02-2014
La República
La mitadmasuno
21 de febrero 2014
Juan De la Puente
Hablamos de personas. El difícil trance venezolano atrapa no solo a un país y a su sistema político. Ya antes de la batalla en las calles la crisis había descargado sobre millones de mujeres y hombres su potencial violento, especialmente la inseguridad cotidiana y la grave situación económica. En los últimos días, este drama muestra escenas cada vez más trágicas y sangrientas. Es entendible que un país partido en dos mitades, armado y agitado no pueda ofrecernos una sola visión.
Es cierto que allí se libra una disputa por el poder; un régimen que dura 15 años, que ha realizado innegables transformaciones pero que ha perdido la mayoría y las oportunidades es desafiado por una oposición hegemonizada por la derecha, la misma que con su despilfarro y corrupción dio origen a Hugo Chávez hace más de 20 años.
No es la única disputa, porque también se pelea por seguridad y bienestar, aunque ahora toda demanda pasa por el poder. Este ha gestionado brutalmente el conflicto y ha criminalizado todo movimiento crítico, incluso el de los estudiantes que reclaman contra el auge del delito. El gobierno de Maduro ha abdicado de su responsabilidad de garantizar la seguridad de todos, ha convertido en fascistas y golpistas a los opositores y ha dado carta libre a los grupos armados, policiales o parapoliciales para matar. El viejo discurso de la desestabilización, usado en diversa escala para acallar, alguna vez utilizado entre nosotros como en Conga y en Espinar para disparar contra los que reclaman en voz alta.
El relato de esa crisis se encuentra también en disputa, en la palabra y en la imagen. El eje de esta narración encontrada, repleta de deformaciones y medias verdades, es totalmente ideológico en el sentido más determinista posible. En este punto, no impresiona la capacidad de las dos partes para mentir sino la incapacidad de quienes se tragan sus relatos, los hacen suyos y los llevan adelante “contra el enemigo”. El grueso de estas opiniones se resiste al debate, no intentan explicar los sucesos sino aceptarlos o negarlos, sacrificando la verdad por la épica.
En ese contexto nos perdemos de vista otras verdades que el discurso blanco/negro oculta. La primera, la figura de Maduro, una reproducción de Chávez en clave diminuta si nos atenemos a la reflexión de Marx sobre que los hechos y personajes se producen primero como tragedia y luego como farsa. El extremo determinista intenta que no nos fijemos en su gobierno, el más inepto de todos los progresismos de la región en el manejo de la economía y que huye hacia adelante en lugar de disponerse, escuchando a respetables aliados como Lula, a abrir el espacio, bajar las tensiones, defender sus políticas sociales con el dialogo y garantizando la paz.
Otra de las verdades ocultadas bajo la propaganda es el deseo restaurador de una derecha viejísima y patrimonialista. Para ella, la democracia es un escudo de batalla; mayoritariamente añora el antiguo régimen corrupto y suntuario magistralmente sintetizado por Carlos Andrés Pérez. Como sus pares extremistas en nuestro país y otros en la región no logran entender que para millones de venezolanos el chavismo significó una epopeya liberadora de la vieja república.
No es extraño ni casual que en el enconado debate peruano sobre la situación de Venezuela las versiones antiguas de la izquierda y la derecha tengan un punto de encuentro en el tema de los derechos y libertades. Los primeros justifican o relativizan el asesinato de estudiantes porque la revolución debe defenderse y porque el gobierno de Maduro es democrático al haber salido de las urnas (¿Basta eso, o también debe gobernar democráticamente?). Los segundos pugnan por echar a Maduro del poder sin cumplir necesariamente con los estándares democráticos. Vaya que parece que el entonces obispo ayacuchano tenía razón cuando exclamó que los derechos humanos son una cojudez.
Llegado a ese punto, no creo que los venezolanos de hoy, atrapados entre varias violencias y divisiones, necesiten menos derechos  y libertades. No creo que necesiten un Che o un Pinochet, sino un Gandhi.

domingo, 16 de febrero de 2014

No eres tú, soy yo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/no-eres-tu-soy-yo-14-02-2014
La República
La mitadmasuno
14 de febrero de 2014
Juan De la Puente
El caso Secada se convierte en un pequeño y prometedor laboratorio de política aplicada al remitirnos a la relación entre aquella, los partidos y los políticos, en realidad una correlación entre los llamados inputs de la política, es decir sus actores y estrategias, y sus outputs, sus resultados. Así, nos es posible analizar el caso sin repasar la situación del PPC, la crisis de los partidos que le es inherente y el momento especial que vive lo que se llama política pública.
Lo de Secada era ya un caso antes de saberse de las cuatro denuncias de dos mujeres y su demoledor efecto; su intento de postular a la alcaldía de Lima forma parte del esfuerzo de legitimación de un sector de nuevos dirigentes que ya están en el Congreso y en los municipios, espacios donde tienen un desempeño eficaz y promisorio. De hecho, el PPC y el Apra cuentan con una generación de cuadros entre treintones y cuarentones con experiencia pública que buscan mejorar sus posiciones dentro y fuera de sus partidos.
En el PPC, este sector ha desafiado ciertos cánones, sobre todo el que indica que el relevo de dirigentes es más lento, más negociado y más organizado de arriba hacia abajo. Esta regla no solo fue retada por los jóvenes: la victoria del grupo que lidera Raúl Castro en las internas hace más de dos años fue inesperada y para más de uno se trató de una injusta expropiación y por lo tanto el origen de una visible hostilidad hacia la actual dirección nacional.
Bajo ese marco de presión por el ascenso en un partido abierto y al mismo tiempo estrecho, el desempeño de personajes como Secada genera crisis. El Perú necesita nuevos políticos, Secada lo es, pero no estoy seguro de que sea el tipo de nuevos políticos que se demanda o que el PPC necesite. Tiene a su favor el ser un economista en un partido de abogados, honrado, y el haber procesado una mutación neoliberal, ahora más liberal que neo, pero está convencido que ser “confrontacional” y pedante es una virtud cuando todos los manuales, y el sentido común, indican lo contrario.
El problema no es Secada sino otro, el PPC, su  cultura partidaria y su democracia. Y no es nuevo; el partido tiene tantos ex militantes que con ellos se han hecho cuatro partidos en los últimos 20 años. La razón podría estar en la persistente timidez del proyecto que se expresa en la siguiente ecuación: un gran espacio de centro derecha, un sugerente programa y una práctica política responsable, y todo ello en una organización pequeña. Dicho de otro modo, poco partido para una gran propuesta.
El PPC no tiene corrientes sino familias políticas relacionadas por vínculos variados, entre los que sobresalen la empatía y amistad, las relaciones laborales municipales y, claro, las generacionales. Tiene a su favor que es un partido de iguales o de más o menos iguales, a diferencia de otras formaciones que tienen emperadores o propietarios, donde no hay expulsados sino despedidos. Sin embargo, carece de un estado mayor nacional y de un liderazgo colectivo ambicioso, con el añadido de que la líder que sintetiza su presencia pública no está en funciones.
Me he preguntado varias veces si el PPC, luego de casi medio siglo de vida realizará el salto; su creciente espíritu liberal que desplaza lentamente el talante socialcristiano (por favor, no enviar carta de aclaración), el ensanchamiento de las clases medias objeto de representación y la descomposición de otros proyectos partidarios indicaría que estos años constituyen el momento pepecista.
El PPC es un partido fundamental de la democracia pero necesita ser grande. Encarar el salto implicaría adoptar grandes decisiones internas; algunas se avizoran en los esfuerzos maternos que hace Lourdes Flores para que la campaña interna para la alcaldía de Lima no termine en un suicidio. Sucede, no obstante, que esta interesante movilización parirá un ratón, pues no se concretará en elecciones directas con el esquema de un militante un voto, sino en la elección de delegados que a su vez designarán a los candidatos, el perfecto escenario para el juego de las familias. Todo esto dicho con aprecio.

viernes, 7 de febrero de 2014

Tributo a Torre Tagle

La República
La mitadmasuno
7 de febrero de 2014
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/tributo-a-torre-tagle-07-02-2014
La sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre los límites marítimos Perú/Chile corona un memorable esfuerzo de la política exterior peruana, quizás el más importante de los realizados entre la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va del actual, tanto por los objetivos planteados como por la destreza con la que se encararon. Si existe una figura central en este largo proceso, esta es la diplomacia peruana.
Desde los años ochenta y por 30 años Torre Tagle ha sabido construir y sostener una estrategia que logró sobrevivir las vicisitudes de la política interna. El “memorando Bákula” de 1986, el documento que entregara a la cancillería chilena el embajador Juan Miguel Bákula luego de una visita expresa a Santiago, enviado por el canciller peruano de entonces, no es una causalidad; corta y precisa, sus 936 palabras sintetizan la maduración de la convicción en Torre Tagle sobre la necesidad de resolver definitivamente el más importante pendiente de las relaciones peruano chilenas desde el Tratado de 1929 desde una perspectiva realista, principista, y no revanchista.
En el documento se alude a los ejes de una posición que se mantendrá hasta en la fase oral de La Haya el año 2012, y después: 1) que los acuerdos de los años 50 fueron fórmulas cuyo objetivo era evitar incidentes de pesca; 2) que una interpretación extensiva de estos afectaría los legítimos intereses territoriales del Perú; y 3) que es preciso definir los límites marítimos entre ambos países como consecuencia de la aprobación de la Convención sobre el Derecho del Mar que contó con el voto del Perú y de Chile.
La elaboración y gestión de esto que llamaríamos la visión de La Haya fue posible por la intersección de dos generaciones de diplomáticos, la vieja guardia (a decir de Bákula “la última que puede sentir rencor hacia Chile”) influida por el Tratado de 1929 y las gestiones limítrofes del siglo XX con Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador, y un grupo de entonces jóvenes diplomáticos progresistas y al mismo tiempo “políticos” en el sentido más fiel de la palabra. El fruto de esta intersección fecundó a las dos generaciones siguientes de Torre Tagle.
Esta convicción fue perturbada por la autodenominada etapa “pragmática” de nuestras relaciones internacionales durante el fujimorismo, que atravesaron por el ignominioso despido de 117 diplomáticos en 1992 y las borrascosas Convenciones de Lima, gestionadas chambonamente y que obviamente quedarán en el debe de nuestra contabilidad diplomática. A pesar de ello, siendo justos, en esa etapa también se cerró la frontera con Ecuador en medio de sucesivas crisis políticas luego de la Guerra del Cenepa de 1995.
Fue mérito de Torre Tagle que se mantenga inalterable la visión que nos llevó a La Haya en todos los hitos de este proceso: el mismo memorando (1986); la presentación por Chile de su carta náutica ante las NNUU (2000); el pedido formal de negociaciones bilaterales a Chile (2004); la aprobación por el Congreso de Ley de Líneas de Base del Dominio Marítimo del Perú (2005); la presentación de la demanda y la formación del equipo peruano (2008); la presentación de la memoria (2009); la continuidad del equipo a pesar del cambio de gobierno (2011); y el informe oral (2012).
Debió ser complicado para Torre Tagle lidiar en este punto con políticos y hombres de negocios utilitarios y oportunistas tomando en cuenta que nuestra cancillería es también objeto y escenario, como otras instituciones de servicio público, de rencillas personales y de grupo. El más complejo de los desafíos fue la estrategia de las cuerdas separadas, jaqueada tanto por las decisiones chilenas –por ejemplo su cuantioso equipamiento militar– y por los extremos internos, desde el aperturismo radical y casi antisoberanista que nos proponía huir hacia adelante en materia comercial buscando con el empresariado chileno un lenguaje común ajeno a la política y pasar de las cuerdas separadas a los mundos divorciados hasta la visión militarista que pugnaba por el rearme peruano de cara a la confrontación, incluido el congelamiento comercial.

viernes, 31 de enero de 2014

Patriotismo tardío y tardón

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/patriotismo-tardio-y-tardon-31-01-2014
La República
La mitadmasuno
31 de enero de 2014
Juan De la Puente
Varios comentarios sobre el fallo de La Haya no parecen guardar relación tanto con el sentido común como con el trabajoso proceso realizado por el Perú en demanda de sus intereses territoriales. Estas reacciones son de antología y asumen la expresión de una cultura sobre la que puede entenderse que no sabe perder pero que tampoco sabe ganar. Me refiero a algunos de estos comentarios.
1.) La media victoria. Todo triunfalismo es malsano, en la misma dimensión que el derrotismo. De pronto, los volúmenes de pesca que han quedado en manos chilenas y peruanas terminan siendo lo central del proceso de La Haya y del futuro. Esta visión “pescadocentrista” que reduce inclusive las posibilidades de pesca de solo una especie se presenta tardíamente como patriótica. Luego de 60 años de haber depredado el mar peruano descubre que hay centenares de pescadores artesanales en Tacna sumidos en la pobreza desde hace dos siglos, casi en la misma dimensión que los pescadores de Arica. Los “pescadocentristas” olvidan que el Perú no fue a La Haya por derechos pesqueros sino a reivindicar territorios marítimos que ahora cuentan con un título legítimo. ¿Cómo hacerles entender que los recursos naturales forman parte de nuestros intereses nacionales incluidos en un concepto amplio, que importan todos los días, y sobre los cuales habría que tener una perspectiva estratégica?
2.) La Corte cambió. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha sido objeto de encendidas críticas que son naturales en una cultura donde lo fallos judiciales son pasibles de cuestionamiento. Sin embargo, en más de un caso, los detractores han pasado al espanto, iracundos contra su decisión de apartarse de su  jurisprudencia. No obstante, debe advertirse que la CIJ no es una corte nacional y que en los tribunales internacionales la jurisprudencia tiene un uso especial que deviene de sus igualmente especiales competencias. Solo basta reparar en el artículo 38° del Estatuto de la CIJ para entender la formación de las fuentes del derecho a través de sus sentencias y en el hecho de que al reconocer la llamada “frontera tácita” marítima no es la primera vez que La Haya innova sus anteriores sentencias.
En tal sentido, puede entenderse la incomodidad por la decisión de la Corte de fijar una línea paralela de 80 millas antes de fijar una línea equidistante hasta las 200 millas, pero las raíces de esta decisión no habría que encontrarlas en La Haya sino en la política nacional, en sus actos de Estado equívocos en los años 1952 y 1954 y en los 50 años de abandono de territorio que se presume propio. En este caso, el patriotismo debería ser útil para ajustar cuentas internas y no para mirar la viga en el ojo ajeno.
3.) Tacna herida. Pasa lo mismo con la parte del fallo que se presume afecta a Tacna. De pronto, es La Haya y un puñado de jueces extraños los que han impedido que esta región tenga mayores posibilidades de desarrollo a partir de “su” litoral. No son responsables los gobiernos y representantes que desde hace casi dos siglos han olvidado al sur, ni el Estado peruano que se ha quedado en la contemplación del heroísmo tacneño y que, fuera de algunas leyes de exoneraciones tributarias y de facilidades aduaneras, se ha puesto de espaldas a esta frontera igual que ante las otras. El patriotismo tardón no ha reparado aún en que Tacna y Arica han construido desde hace 15 años un camino propio, sin La Haya y sin Lima, con inteligencia y tolerancia y que son, paradójicamente, las primeras regiones en superar de verdad y no solo en el papel al trauma de la Guerra del Pacífico.
Este modo de patriotismo tardío y tardón rasga las banderas de la unidad nacional alcanzada en vísperas del fallo, dándole a este momento y de cara al fallo una mira extremadamente baja, recortando la importancia y la perspectiva histórica de lo que acaba de ocurrir. Resistirse a apreciar el aspecto central de la sentencia, una firme victoria en un tribunal internacional que resuelve una controversia sin una gota de sangre termina siendo, mirado con realismo, nada patriótico.