viernes, 1 de enero de 2016

Agárrate del cambio, ahora

http://larepublica.pe/impresa/opinion/721522-agarrate-del-cambio-ahora
La República
La mitadmasuno
27 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
La próxima semana los 5 candidatos presidenciales mejor ubicados en las encuestas sobre intención de voto expondrán en CADE 2015 los avances de sus planes de gobierno. No será un debate cara a cara pero será la primera oportunidad para compulsar los contenidos de las opciones para el próximo quinquenio.
Este primer encuentro es tan inédito como el proceso electoral mismo que vivimos. El lema de CADE “El Perú necesita cambios para seguir creciendo” contrasta con la timidez de los políticos para proponerlos. Esta brecha, entre política vacilante vs instituciones que demandan transformaciones, resume un impensado cambio de roles que la crisis política está fraguando.
En las elecciones del 2006 y 2011, el mercado se situó en una posición recelosa del cambio y fueron los líderes políticos los que impulsaron el debate sobre los ajustes al llamado “modelo” y en menor medida la reforma de las instituciones. Ahora, a pesar de un proceso crítico a cuestas, son los políticos los recelosos de las reformas y estas son sugeridas desde otros lados del escenario. Por ejemplo, las propuestas de reforma electoral fueron impulsadas por los organismos electorales a la cabeza de una colación de instituciones que integran la Plataforma por la Reforma Política y Electoral, la misma que jaló a un Congreso remolón y disgustado en las 5 normas dictadas este año.
Mientras la política parece congelada en los años 2006 y 2011, persistiendo en un debate electoral sobre estabilidad/continuidad, se acrecienta la exigencia de propuestas precisas frente a la desaceleración de la economía, la inseguridad, la corrupción y la inoperancia de la mayoría de instituciones, especialmente de aquellas relacionadas a la justicia y a la transparencia pública.
Las teorías del cambio –que enfatizan en el liderazgo de los actores y en su audacia, y la capacidad para fijar estrategias que encaren las contingencias– anotan que las crisis activan un menú de ofertas que inciden en el inicio de grandes procesos de reforma, útiles sobre todo para la primera fase que los cambios implican, es decir, la transición y sus incertidumbres.
Eso no está sucediendo. Instalar una lógica de cambio en el debate público es fundamental como una condición de vigencia de la democracia en el siguiente período. Es también necesario para evitar un carnaval populista que reemplace el horizonte de las reformas, las manosee y finalmente las paralice. En menos de 4 meses, se han presentados en el Congreso 380 proyectos de ley que podrían acabar en un frenesí de decisiones que no se inscriben ciertamente en una reforma institucional. La creación masiva  de distritos –nueve en una semana– y la posibilidad de que Ventanilla pase a ser provincia sin mayores estudios, en medio de la campaña electoral hacen prever un camino conocido: clientelismo en lugar de reformas.
¿Por qué los políticos que encabezan las encuestas no nos hablan de reforma? La primera explicación es que la campaña se ha iniciado. Este argumento suena a coartada. Siendo cierto el retraso en la elaboración de los planes a detalle, es inocultable que los discursos electorales están rehuyendo asuntos claves como la formación de un nuevo consenso alrededor del crecimiento, agotado ya este; o qué hacer eficazmente para rebajar los índices de delito e impunidad en alza, solo por citar dos asuntos cruciales.
Más allá de la vigilancia de las formas, que es también importante, la vigilancia de los contenidos se convierte en un desafío básico de la campaña. Los políticos no se están imaginando el futuro y este sí es un asunto grave para un régimen democrático que agota un ciclo de 15 años y que debe empezar otro. Es probable que esto también se deba a la total entrega de los líderes al marketing político, pero no es menos cierto que revela la falta de grandes ilusiones y de compromisos personales. No parece ser un asunto de pegada sino de llegada, es decir, de horizonte y perspectiva, una falta de apuesta a la Fortuna, Virtù y Gloria, a decir de Maquiavelo.

Primeras victorias de la contrapolítica

http://larepublica.pe/impresa/opinion/719838-primeras-victorias-de-la-contrapolitica
La República
La mitadmasuno
20 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
La reciente encuesta de Ipsos nos coloca ante un escenario a punto de cerrarse con una oferta electoral limitada, que franquea o libera la actitud de los electores ante los candidatos presidenciales. En ella se aprecia que ha concluido la demolición de los tradicionales tabúes que relacionaban ética y voto. Sin duda, nuestra contrapolítica es la fase superior de la antipolítica.
Según el sondeo, la mitad de peruanos (48%) no cree que alguno de los 5 aspirantes presidenciales ubicados en los primeros lugares de intención de voto sea honesto. Sin embargo cree que, cifras más o menos, son inteligentes, carismáticos y dotados de experiencia y liderazgo, de modo que entre todos suman el 75% de intención de voto.
El cuadro de la oferta y demanda electoral actual se completa con otros 2 datos curiosos: una abrumadora mayoría superior al 90% cree que los aspirantes a la presidencia deberían presentar certificados penales, peritajes psiquiátricos y de ingreso económicos y de propiedades, en tanto que otra contundente mayoría, en cifras que van desde el 53% al 72%, está en contra de que los partidos reciban financiamiento del Estado, y de empresas e instituciones privadas, es decir, casi que vivan del aire.
El pragmatismo de los ciudadanos o su supuesta ignorancia no son suficientes para explicar esta suerte de sobreexigencia a los políticos vs tolerancia con la actual oferta electoral. En el abandono de los códigos clásicos que subordinaban la honestidad a la confianza juega más la contrapolítica de las élites, principalmente la que se asume democrática, la misma que ha sido incapaz de gestionar cambios de algún calado que fortalezcan la representación y las instituciones.
La antipolítica que implantó el fujimorismo no fue atajada y ya fue. Por el contrario, se ha recreado varias veces disolviendo aún más las relaciones, lealtades, programas, discursos y símbolos de la política. Esta tendencia ha producido una nube impresionante de políticos y grupos sin identidad y conexión en la base de la sociedad, un proceso que ha llegado al ámbito mayor, llamado nacional solo como costumbre porque el Perú carece precisamente de eso, de voto nacional y de identidades nacionales. Como nunca desde 1980, los grupos “nacionales” solo ganaron el año pasado el 18% de provincias y el 22% de distritos.
La contrapolítica es eso, una completa recusación a toda práctica política y el rechazo a un mínimo estándar de representación pactada, es decir, un vaciamiento de los más elementales principios republicanos. La frase redondeada en una encuesta del año pasado, de “voto por el que roba pero hace obra” es más que una intención de voto; podría ser el título de un libro con centenares de sentidos más comunes de lo que pensamos, entre ellos los manidos “déjame trabajar, hermanito” e “importa poco en qué lista soy candidato”.
Para quienes se preguntaban cómo sobreviven los ciudadanos en este nivel de la crisis del sistema, la respuesta es que la contrapolítica, que es la crisis misma, es muy prometedora. Ella tiene la vida asegurada y le proveerá de cuadros al sistema con el mismo estándar que presentan ahora las 10 mil autoridades elegidas por el voto popular. Sin reforma a la vista ya es una forma de hacer y ver la política, una manera de ensanchar el campo de la ciudadanía y que permite –aunque lamentablemente– una integración igualmente cínica de los peruanos a un sistema híbrido, dividido y fragmentado.
Eso es lo que tenemos. A veces sonrío cuando leo a columnistas y/o académicos desesperarse porque los ciudadanos no calzan en los moldes clásicos o no se comportan como ellos quieren. No tendrían que hacerlo si los primeros en “desrepublicanizarse” han sido las élites llamadas nacionales. Si nos atenemos a la tensión entre la promesa republicana y la neoliberal de la que nos hablaba hace algunos años Alberto Vergara, ya tenemos ante nosotros la síntesis de ese desencuentro, con menos república por supuesto.

domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Se mueve o no se mueve? Desagregando la intención de voto, lo rural y lo urbano

Por Juan De la Puente
29 de noviembre de 2015
La encuesta que hoy publican GfK y La República debe ser tomada con la racionalidad propia de una medición de un proceso en curso. No es ni un punto de partida ni de llegada sino un hito. Desconfío de la idea clásica de que es una foto –me parece un argumento muy básico- porque me sugiere que no tiene necesariamente una imagen antes y otra después. Pienso más bien que es una filmación en cámara lenta y/o una toma muy abierta que prefiero mirar en conjunto y comparando.
Sugiero desagregar los datos de esta u otra encuesta si se trata de mediciones previas a un evento que se realizará en 150 días y resistirse a la tentación de agregar y absolutizar. Uno de los problemas del análisis político es el privilegio de la agregación. Los análisis económico y jurídico son muy superiores en este punto.
Creo que tratándose de un escenario donde la mayoría de candidatos ya están designados (o auto-designados) deberíamos salir de la comparación de coyuntura “mes contra mes” y pasar a otra de mediano plazo. Si comparamos la de ahora con las mediciones de GfK de los últimos meses –agosto, setiembre y octubre- podemos encontrar algunos datos muy interesantes de cómo la campaña impacta o no es sectores y territorios.
1.- El tablero ha sufrido modificaciones parciales en un marco de estabilidad general. Los cambios destacables porque implican considerables traslados en la intención de voto son en la parte baja del tablero: a) el que se opera con César Acuña que pasa de 3% a 7%; b) la caída de PPK que pasa de 13% a 9%; y c) el incremento del rubro No sabe/No precisa que sube de 13% a 17%; y d) los movimientos hacia arriba y abajo en el voto rural.
2.- La estabilidad es más notable en las cifras altas: a) Keiko Fujimori se mantiene en el tercio de la intención de voto (33%); b) Alan García en 6%, aunque pasa del tercer lugar al cuarto al igual que Toledo; c) el Sr Blanco/Viciado que se mantiene en 19%; y d) los candidatos con intención de voto de 1% hacia abajo tampoco han podido escalar a costa de los otros o de los indecisos o viciados.
3.- El escenario apreciado hace meses no se ha alterado y persisten sus características: más de un tercio de votos en favor de las opciones de derecha, un centro por ahora desestructurado y una izquierda simbólica además de desestructurada, también por ahora. En cambio, un alto porcentaje de personas votarán viciado o no saben o no responden por sus preferencias (ambos suman más que el 2” y 3er lugar juntos). A este escenario lo llamo el de Blancanieves y los siete enanitos. Mientras más enanitos en el cuento sin la presencia de un príncipe que altere la escena, la protagonista seguirá siendo aquella.
4.- Por ahora la campaña tiene más efectos en el Perú rural. Allí Keiko ha subido 5 puntos en 4 meses, García y Acuña duplican su intención de voto, en tanto que se ha reducido en 8 puntos el voto Blanco/Viciado (de 23% a 15%) aunque se ha disparado la indecisión, que ha pasado de 16% a 24%.
5. También se operan cambios al interior de cada intención de voto en los últimos cuatro meses, y que es preciso desagregar: a) Keiko baja en la zona urbana 4 puntos pero se dispara en la rural 10 puntos, se mantiene en los sectores C y D/E pero cae 5 puntos en los sectores A/B; b) PPK baja en el interior del país 5 puntos y en todos los sectores sociales pero sobre todo en las zonas rurales, de 7% en agosto a 3% en noviembre; c) Acuña se ha disparado en los sectores sociales C y D/E donde pasa de 2% a 9% y de 3% a 7%, respectivamente. Acuña también sube en las zonas urbanas de 3% a 8%.
6. También se registran cambios en el voto Blanco/Viciado. Sube en las zonas urbanas 3 puntos, baja en el Perú rural y se dispara 7 puntos en los sectores A/B, donde pasa de 13% a 20% y en Lima, de 13% a 17%. El grupo No sabe/No preciosa sube 3 puntos en las zonas urbanas y 8 en las zonas rurales de 16% a 24% y 5 puntos en los sectores D/E de 13% a 18%.
7.- Es cierto que Acuña avanza y se convierte en lo que Alfredo Torres ha llamado “urderdog” un perdedor esperado que sorprende en la carrera. El aumento de su intención de voto contribuye a cerrar el escenario pero no habría que adelantarse si se tienes 36%d de votos entre disconformes con todos o que no saben y no opinan. Por otro lado, las caídas tienen que ver con dos fenómenos: la falta de campaña en el Perú rural, un problema que no se resuelve de la noche a la mañana y las lógicas de voto/antivoto que se opera en los sectores A/B y C/D que bloquean tanto a Keiko arriba como a PPK y García abajo que esta vez podría ser más determinantes en la primera vuelta.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Insospechado giro de la campaña

http://cdn.larepublica.pe/impresa/opinion/718036-insospechado-giro-de-la-campana
La mitadmasuno
La República
13 de noviembre de 2015
Juan De la Puente
Faltan 150 días para las elecciones y aún falta cubrir los tres pasos más importantes del cronograma electoral: la convocatoria a las elecciones mismas (el plazo expira el 12 de diciembre), la inscripción de listas presidenciales (11 de enero) y la inscripción de listas parlamentarias (10 de febrero).
Implicados en una campaña iniciada de facto, esta transcurría en los afanes de fichajes de personalidades, amagos de alianzas y designaciones de candidatos, siguiendo nuestro viejo esquema de proceso electoral que los partidos se han negado a cambiar y que usa la mayor parte del tiempo en tareas internas dejando poco espacio a la campaña propiamente dicha y más aun al debate de las grandes ideas.
Los candidatos hasta ahora se parecían demasiado. La propuesta de sacar a los militares a la calle, a cargo del Apra y Perú Posible, no había alterado una homogeneidad conservadora de la política y de la economía, situada sobre todo en la crítica a Humala y con una escasa audacia para enfrentar con consistencia los tres grandes temas: corrupción, inseguridad y la desaceleración del crecimiento.
La irrupción del tema de las AFP en la campaña es un giro insospechado que fuerza un retorno a uno de los temas de debate de las campañas de los años 2006 y 2011. El ataque al modelo vigente de AFP se relaciona con 4 millones de afiliados, de los cuales solo cotizan dos millones y medio. No obstante, es un avance sobre el núcleo duro del modelo económico primigenio compuesto precisamente por las AFP, las privatizaciones, la desregulación y liberalización de los mercados, y la reforma tributaria.
Al abrirse este debate se abre también la discusión sobre el destino de los otros modelos previsionales como el de la ONP, la Caja Militar Policial y Pensión 65. Se reabren también otras discusiones referidas a la distribución y a la regulación del Estado de las actividades económicas, de modo que la tendencia es integrar un cuarto elemento a la campaña y que podría ser rotulado como “reformas al modelo, “nuevo modelo” o “regulación pública”.
Es probable que la integración de este cuarto elemento destape lógicas tanto populistas como progresistas. No obstante, a diferencia de las dos elecciones anteriores, no se tiene a la vista un candidato que desde la izquierda pugne por reformas económicas de calado. Sin Humala en escena –y estando él ahora en las antípodas de sus anteriores mensajes– es difícil para los grupos progresistas construir un mensaje económico alternativo fuerte.
Es también una oportunidad invaluable para la reconstrucción de un programa de centro que proponga cambios menos radicales pero igualmente apreciables en la economía. Al grupo de candidatos que merodean por esos lares no les había ido bien intentando seducir al electorado conservador que han conquistado Keiko Fujimori y PPK.
Esta puede ser la hora del cambio para Alan García, César Acuña, Alejandro Toledo y Verónika Mendoza, que tienen ante sí una oportunidad irrepetible. Este regalo de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) puede ser catalizado como el inicio de una mayor diferenciación de sus candidatos, para ganar ese 35% de votos todavía en disputa según las encuestas y arrancharles puntos a Keiko y PPK, los que menos deseaban un debate que les obligue a defender en bloque el modelo.
La variable cambio no había aparecido en la campaña y no se apreciaba un candidato nuevo en todo o en casi todo. A diferencia de los procesos anteriores las reformas venían como una demanda de la sociedad frente a una oferta política más retrechera de los candidatos y medios.
Al ser los actores políticos forzados a introducirse en los territorios macro de la economía, la ideología reasume un papel significativo en la competencia electoral. En el contexto de una crisis política ya reconocida por todos, la agregación de estos cuatro elementos (corrupción, inseguridad, desaceleración y regulación pública) promete una campaña intensa y de mayores contenidos que hace algunos días.

viernes, 6 de noviembre de 2015

#Lapolíticaen140caracteres

http://larepublica.pe/impresa/opinion/716130-lapoliticaen140caracteres
La República
La mitadmasuno
6 de noviembre 2015
Juan De la Puente
La ONPE en alianza con la Asociación Civil Transparencia e IDEA Internacional realizaron esta semana el Seminario Redes Sociales, Democracia, Política y Participación Ciudadana, una interesante discusión sobre un fenómeno que es crucial en la campaña electoral en curso. El rasgo de esta reflexión ha sido una saludable desmitificación de su carácter mágico-sanador de la crisis política enriquecida con las exposiciones de Agustín Frizzera (Argentina), Dag Petter Svendsen (Noruega) y Mario Riorda (Argentina).
Es cierto que las redes sociales son abrazadas por la política peruana con sumo entusiasmo y su uso intensivo forma parte de toda receta que aspira al éxito. Este aprovechamiento no es necesariamente extensivo, de modo que ahí también los partidos y líderes se mueven con un marcado minimalismo. La idea de la convergencia como el principal elemento de la utilidad de las redes (Riorda) no es una tendencia peruana, donde en cambio se afirma una divergencia. Los grupos políticos y líderes que operan con cierta eficacia en las redes sociales exhiben otras carencias; inclusive en el manejo mismo de las redes se aprecian vacíos de los actores políticos 2.0. Por ejemplo, ningún líder relevante o partido combina con cierta continuidad el uso del Facebook, Twitter y un canal de TV digital. ¿Tenemos algún político youtuber?
Las redes sociales están ordenando y organizando la política peruana, un efecto insospechado hace pocos años aunque en el seminario se señaló (Frizzera y Riorda) que se ha trasladado a la ciber-política los vicios de la política tradicional, como la emisión de mensajes sin atender a las respuestas, la falta de transparencia y de rendición de cuentas, y la evasión de los contenidos.
El dinamismo de nuestra ciber-política no se asienta sobre un sistema de partidos mínimos sino sobre la antipolítica y el antipartido. En algunos casos, como en la campaña electoral de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en el año 2011, las redes reemplazaron virtualmente al grupo político, en una suerte de partido digital o partido software, y en otros, como en la campaña No a Keiko, sustituyó de algún modo a la movilización. Estas experiencias fueron exitosas –PPK estuvo cerca de pasar a la segunda vuelta– pero no operaron como elementos de una comunidad integrada y cohesionada sino como la comunidad misma o la sustitución crítica y audaz de una comunidad ineficiente y dormida, como fue el caso de No a Keiko.
Desde el 2011 hasta ahora, pasando por la campaña regional y local del 2014, las redes expresan las limitaciones de la política y quizás su fracaso porque se les atribuye un poder sanador ante la falta de democracia interna, organización y programas. Eso conduce a la formación de comunidades políticas fragmentadas y representaciones difusas, donde se informa más y se comunica menos, se combate cuerpo a cuerpo pero no se rinden cuentas, y se envían mensajes pero se rehúyen los compromisos. La ciber-militancia es sugestiva porque nos facilita exteriorizar la adhesión, pero al fin y al cabo es una militancia muy limitada si no forma parte de una estructura, o la evita o la niega. El seguidor o fan político (PPK dixit) no es obviamente un militante si el líder no lo quiere.
El formato de la campaña electoral en curso se adivina consistente con esta tendencia. Es muy probable que sea una campaña tuitera, centrada en el combate diario y en el predominio de frases efectistas, golpes directos y respuestas duras, sin ánimo de trascender hacia mayores contenidos. Es el mismo formato de la guerra política librada los últimos tres años y que ha empequeñecido a la mayoría de partidos y líderes. El rasgo central de este modelo de competencia es la prescindencia del fondo y la absoluta suficiencia de los símbolos y de las frases cortas, sin proyección y compromiso.
Es cierto que es poco para lo que el país necesita, pero es lo que nos pueden dar los que aspiran a gobernar los próximos 5 años. La política peruana cabe en 140 caracteres. Y a veces estos sobran.

Acuña, Toledo y el centro mínimo

http://larepublica.pe/impresa/opinion/714273-acuna-toledo-y-el-centro-minimo
La República
La mitadmasuno
30 de octubre de 2015
Juan De la Puente
Sin duda el actual proceso electoral es inédito, por lo menos para mí.  Nunca he visto que el incremento de uno o dos puntos de la intención de voto de un candidato sea tan valorado y hasta celebrado por algunas encuestadoras y medios. Eso ha sucedido con César Acuña recientemente.
¿Cómo es posible que un ligero movimiento que cae en el error estadístico sea considerado un terremoto? Por ahora, la única respuesta es la angustia que provoca la esperada resurrección del centro político que fue el elemento crucial de las victorias electorales desde 1980.
Lo nuevo no es el crecimiento de Acuña sino el congelamiento del escenario electoral, un fenómeno que no puede explicarse desde el argumento “falta mucho para las elecciones” o  “la campaña recién empieza”. Es más cierto que en los procesos anteriores (2001, 2006 y 2011) a poco más de 5 meses de las elecciones no se tenía una distribución de fuerzas tan dispareja, con un (a) candidato (a) por encima del tercio electoral y un pelotón de candidatos que juntos no le alcanzan.
Este escenario desequilibrado se debe a que mientras el espacio de la derecha está formado, el del centro y el de la izquierda están desestructurados. El centro se ha hundido por el papel desastroso de Alejandro Toledo y por la tendencia centrífuga de varios grupos, entre ellos Acción Popular y Somos Perú. En tanto, la izquierda está desarmada electoralmente por efecto de la derrota programática de Humala y por la gestión errática de su liderazgo tradicional.
El descalabro del centro es evidenciado en la reciente encuesta de GfK: el 24% afirma simpatizar con la derecha, el 16% con la izquierda, el 15% con el centro y el 45% con ninguno. Ya sé, díganme ahora que ser de centro “es algo relativo”. De acuerdo, pero no tengo registro de los últimos 15 años de un reconocimiento tan alto de la derecha por encima del centro y una alta despolitización de los ciudadanos. ¡Gracias, antipolítica!
No sé si Toledo y Acuña, que en las encuestas oscilan entre 7% y 11%, puedan volver a estructurar el centro. El segundo es por ahora un Toledo con rostro humano por el bajo rechazo que suscita y gracias a un menor cuestionamiento personal. Sin embargo, la campaña electoral es larga, mala y maléfica. Acuña tendrá que exponerse más, absorber las denuncias serias que ya han empezado a llegar y responder preguntas de fondo sobre economía, salario, corrupción y seguridad. Será interesante, por ejemplo, que explique en qué medida la calidad de su modelo educativo será diferente a la que exhiben las universidades de su propiedad.
Toledo parece tener la suerte echada, aunque nadie está muerto hasta el día de su muerte. Sin estado mayor, sin aliados, sin bases y sin medios, será difícil volver a liderar el centro como lo hizo del 2001 y gran parte del proceso electoral del 2011.
Con esas tendencias ya operando, el centro puede tener otros pocos inquilinos, con distinta posibilidad: PPK, Alan García o el candidato que presente Acción Popular. Sin embargo, enormes potencialidades guardan los movimientos regionales y locales cuya puerta han empezado a tocar los partidos nacionales, aunque vistas las primeras noticias los primeros acuerdos tienen más el sabor de operaciones de compra-venta de curules que alianzas con vocación duradera.
Es el modelo de campaña el que impide por ahora descongelar el actual escenario cuyo elemento destacable es un centro mínimo. Este modelo se asienta sobre una guerra política que ha debilitado a casi todos, ha destruido la moderación y el diálogo y empoderado los discursos radicales e intolerantes. Mientras los candidatos hagan alarde de fuerza y sectarismo estarán colocando más límites a su capacidad de movimiento. No olvidar que el escenario casi se ha cerrado y que dos tercios de los encuestados (según GfK) están muy seguros de su voto y no piensa cambiar de candidato.
Que en unas elecciones democráticas no gane el centro político, como lo hace religiosamente desde 1980, tendrá sus costos. Y no creo que uno de ellos sea más gobernabilidad.

viernes, 23 de octubre de 2015

PPK y Alan, la batalla

http://larepublica.pe/impresa/opinion/712576-ppk-y-alan-la-batalla
La República
La mitadmasuno
23 de octubre de 2015
Juan De la Puente
Las candidaturas de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Alan García Pérez (AGP) se han emplazado en un mismo espacio del escenario electoral. En conjunto suman ahora más de un quinto de la intención de voto aunque la zona en la que se mueven es más amplia y en ella se inscriben Alejandro Toledo y César Acuña, inclusive.
La reciente encuesta de Ipsos da cuenta de esa coincidencia. A García, los ciudadanos le reconocen que tiene más experiencia que PPK, que es más trabajador y que conoce más que PPK los problemas de la gente. De PPK piensan que es mejor en economía, que es más honesto y que tiene más visión de futuro que García. En varias de las comparaciones empatan,  incluyendo en la capacidad de liderazgo y en los temas en los que son poco reconocidos, como en las propuestas sobre seguridad, lucha contra la corrupción y política social. Es extraño que también empaten muy a la baja en la variable “tiene buen equipo” cuando, objetivamente, las tecnocracias de ambos son reconocidas públicamente.
Entre PPK y AGP se avecina una dura batalla; de ella depende la naturaleza de la disputa en la segunda vuelta. Esta posibilidad no niega otra que ha circulado estos días, la de una arremetida de un candidato chico. En cualquiera de las opciones, el espacio en disputa existe y está delimitado por los discursos y por las candidaturas de Keiko Fujimori y las que intentan jugar entre la izquierda y el centro izquierda. Cierto, todos están acomodando en la pista y falta mucho para abril, pero la música ya está sonando. Y están bailando.
Los dos tienen un apreciable porcentaje antivoto; AGP tiene uno más alto (64%), aunque sorprende que PPK tenga uno pronunciado (42%). En definitiva, el anti de AGP es su principal problema y de él depende no solo que llegue a la segunda vuelta sino que crezca en la primera.
Si se afirma que el antialanismo es el factor que impide el crecimiento de García, ¿por qué no crece PPK que tienen más tiempo en campaña y menos cuestionamiento personal? La respuesta reside menos en los atributos personales y más en factores objetivos, decisivos de cara a la primera vuelta.
AGP es el más acosado del escenario, más que Keiko Fujimori, inclusive, pero PPK tiene más competidores directos. Por ejemplo, Toledo estorba a PPK desempeñando el mismo papel que este jugó contra el ex Presidente en el primer tramo de las elecciones del 2011, derribándolo finalmente. En tanto, la irrupción de Acuña, que ya devoró una parte del sólido norte aprista en dos procesos electorales, va primero tras los potenciales electores de PPK.
Por otro lado, PPK tiene dos problemas que conforme se acerquen las elecciones serán limitantes de carácter político: la edad y la dispersión interna. Sobre lo último, es difícil imaginarse la fragmentación de su bancada parlamentaria, con humores que van desde la DBA hasta la izquierda, nostálgica cierto, pero al fin y al cabo izquierda, una variedad más disolvente que el aguarrás que el electorado puede oler antes de la primera vuelta. De hecho, algo de esa precariedad ya se siente ahora.
Ambos tienen alternativas. García tiene la posibilidad de mover el músculo del Apra. PPK, que para efectos prácticos no tiene partido, puede mover el músculo de los medios, que no es poca cosa. No obstante, no es suficiente en el país de la antipolítica; no se sabe en qué medida ambos sean conscientes de que sus candidaturas son limeñas, urbanas y más afianzadas en los sectores A/B.
Finalmente, será difícil que puedan pescar más votos a la derecha; por esa razón, necesitan de pactos sociales aun sean tácitos y a través del discurso, en lo que García ha avanzado aunque erradamente, con la iniciativa de sacar a las FFAA a combatir el delito pretendiendo recoger la adhesión ya comprometida del Perú autoritario. PPK ha avanzado en la búsqueda de alianzas regionales y locales aunque ha cometido errores en el fichado de personajes cuestionados, como el innombrable médico que manosea su condición de padre de un joven fallecido.
Con o sin estos movimientos, no tienen más remedio: PPK debe ser anti García y este el anti PPK.

miércoles, 21 de octubre de 2015

La bandera en el piso. Efectos de la caída de Julia Príncipe.

http://larepublica.pe/impresa/politica/712086-gustavo-adrianzen-presento-su-renuncia
Un análisis en corto y caliente sobre los efectos de la destitución de la  procuradora Julia Príncipe. En la República (21 de octubre de 2'15)
La bandera en el piso
Por Juan De la Puente
La destitución de la procuradora Julia Príncipe obedece a un errado cálculo de opciones. Es probable que el oficialismo quiso apurar un trago amargo confiado en que la cercanía de las elecciones y la turbulenta agenda pública apenas se alterarían con la salida de la procuradora, y que quizás las cosas no podrán estar peor que antes.
No obstante, la salida de Príncipe ha tomado la imagen del derribo de un símbolo, arranchado y pisoteado por el poder. El gobierno subestimó su condición de insignia de la lucha anticorrupción y no calculó la indignación pública, más intensa que la de los políticos, y que seguirá creciendo en los próximos días.
La crisis pudo manejarse con otros códigos, como la renuncia del Ministro de Justicia y volver el proceso contra Nadine Heredia dentro de los límites legales –que es donde les ha dado mejores resultados– tolerando el impecable trabajo de Príncipe. En cambio, el gobierno ahora ha perdido todo, y sobre todo la palabra. Lo peor de un político o de un gobierno es quedarse sin argumentos. Y eso ha pasado.
Toda huida hacia adelante es un modo de evasión sin plan alternativo. El gobierno tiene pocas fuerzas para evitar que el caso Príncipe irradie al gabinete. Lo que pase dependerá de la racionalidad de la oposición, que parece más interesada en que la crisis no se desboque. Los roles han cambiado: ya no es el gobierno el más interesado en la estabilidad.
Esta vez la bandera de la lucha contra la corrupción está en el piso. Muchos pretenderán recogerla, pero no será fácil. Por fin los ciudadanos parecen dispuestos a tomarla para sacarla de los salones del poder y de los tribunales a las calles.

La izquierda suma y resta

http://larepublica.pe/impresa/opinion/710868-la-izquierda-suma-y-resta
La República
La mitadmasuno
16 de octubre de  2015
Juan De la Puente
La realización de las elecciones primarias del Frente Amplio (FA) ha legitimado este proyecto político y sus resultados suponen un envión a la candidatura de Verónika Mendoza. Ha fortalecido también el núcleo del Frente, al movimiento Tierra y Libertad (TyL), que ha salido airoso de esta prueba de apertura a la sociedad.
Los desafíos de la candidatura de Verónika son por ahora más internos que externos. Su principal obligación es con el Frente Amplio que tiene por delante dos actos imprescindibles: 1) construir un estado mayor político, amplio, audaz y unido; y 2) el suministro de ideas para un debate que solo puede ser encarado con éxito si se cambian los códigos actuales del juego político caracterizado por barro + barro.
Formalmente, Verónika no es un outsider –ella sostiene que tiene 10 años en política– pero tiene mucho de foránea: es de fuera de Lima y presenta rasgos que la convierten en una figura fresca y esencialmente nueva, especialmente su compromiso con un programa tradicionalmente tangencial para la izquierda.
Expresa también un nuevo discurso contrario a elementos cruciales del sistema aunque espero que la derecha se le enfrente con el discurso de siempre. Ojala la DBA no pierda sus malos reflejos; ojalá no la ignore sino que la ayude como solo ella sabe hacerlo. Por ejemplo, 50 portadas de medios con insultos y mentiras.
Por otro lado, el Frente Amplio, desde antes de las primarias y ahora con candidata, es presionado por la demanda de unidad con el otro bloque de izquierda con el que sus relaciones han sido un choque de trenes. Sin embargo, hasta este momento no existe un indicio de que más allá de los llamados se pueda concretar un frente de frentes de la izquierda.
La demanda de unidad es plausible, explicable y sobre todo tradicional, pero no asegura, como en el caso de la derecha, que incida en el resultado. Nadie afirma que millones de peruanos aguarden con impaciencia ese gesto para premiar a la izquierda o a la derecha con sus votos. La idea de un pueblo errante y desorientado que está a la búsqueda de una representación unificada es francamente atrasada.
Las complejidades del período están sobre la mesa; las elecciones no se resolverán con los códigos caviar vs anticaviar, o derecha vs izquierda; a 6 meses de las elecciones, las claves del proceso se perfilan en torno a la seguridad, la transparencia pública y el crecimiento. Si hay un pueblo en busca de certezas, estas son más específicas y angustiantes.
El principal problema que intentará resolver el proceso electoral será el de la gobernabilidad, de modo que el escenario que se está formando no tiene como eje la renovación de la democracia y la alternancia. Lo que está en juego es la formación de una nueva representación que encare con el carácter de urgente la crisis del modelo gobernante los últimos 15 años. Ese es uno de los signos distintivos de este proceso electoral respecto de los tres anteriores.
Que los frentes de la izquierda ingresen a un proceso desgastante como el que experimentaron los últimos meses es riesgoso. Forzar la unidad de dos cuerpos celestes que han empezado a girar sobre sus ejes y alrededor del electorado es lo menos recomendable, especialmente si los cronogramas internos se han echado a andar. Por esa razón es sintomático que los predicadores de la unidad son expertos en decirnos qué y no el cómo. Como nunca, puede ser cierta la frase de que hay sumas que restan, sobre todo si quitan mucho tiempo y fracasan.
Este riesgo también se explica por las dinámicas que determinan ambos frentes de la izquierda. Para el Frente Amplio, este es un momento fundacional, si se quiere estelar, en tanto que para el otro bloque este momento es de sobrevivencia.
Otros esfuerzos serían meritorios, en ambos casos, como encarar la brecha existente con los movimientos sociales y con los movimientos regionales y locales, ambos portadores de demandas específicas, y abrirse al centro político con audacia. Hay un país que debe ser convencido. Hay vida más allá de la izquierda.

viernes, 9 de octubre de 2015

Bienvenida, señora economía

http://larepublica.pe/impresa/opinion/709105-bienvenida-senora-economía
La República
La mitadmasuno
9 de octubre de 2015
Juan De la Puente
¿Cuánto puede influir la Sra. Economía en las elecciones del 2016? Mucho, y parece que acaba de irrumpir en la contienda.
Supongo que nadie se imaginó que en medio de la Asamblea de Gobernadores del FMI/BM –un suceso estelar jalonado por elogios de instituciones y académicos al notable desempeño de nuestra economía– se produciría un entredicho entre el FMI, que ha revisado a la baja el estimado del crecimiento de nuestro PBI para este año, y el gobierno.
El Fondo ya había efectuado otras dos rebajas del PBI, en abril y julio, y en su reciente informe redujo nuestro crecimiento de 3,2% a 2,4%. El ministro de Economía ha salido al frente defendiendo la previsión de 3% a tono con el estimado del BCR que en setiembre pasado también rebajó el crecimiento de este año de 3,9% a 3,1%.
El FMI puede equivocarse, qué duda cabe, como también erraron las instituciones nacionales los últimos años, aunque nuestras equivocaciones son de otro signo; obedecen a un triunfalismo oficial que parece estructural, que resume la falta de atención del liderazgo económico a las señales internacionales y a una sobreestimación del peso de la demanda interna en la composición de nuestro crecimiento. La razón de fondo, sin embargo, es una exagerada estimación de nuestras fortalezas, un eco tardío del consenso económico construido alrededor del crecimiento.
El MEF aún no se ha enterado de la evaporación de este consenso. Si hay algún piloto automático desde el 2013 son los estimados triunfalistas cuyas correcciones contribuyen a la reducción de las expectativas de los agentes económicos. Esta incertidumbre es similar a la política, y ambas pudieron ser evitadas. Parece que ahora es tarde: a 6 meses de las elecciones las dos juegan en la cancha.
El ministro de Economía he legitimado la irrupción de la economía en las elecciones al anotar que el estimado del FMI es pesimista y que la incertidumbre por la coyuntura electoral afecta la inversión privada este año. Lo cierto es que hay más pesimismo interno que externo y en cambio es positivo que la guerra política de 3 años no causara más restricciones a la inversión y desazón por el futuro.
Tres variables incidían en el escenario electoral: 1) la inseguridad ciudadana; 2) la corrupción pública; y 3) la desconfianza y/o desaprobación de los políticos. Con un PBI que al terminar el año se ubique décimas por encima del 2%, las dificultades de la economía incidirán en la definición del voto con un código distinto a lo sucedido el 2006 y 2011. En aquellas elecciones la discusión económica no residía en cómo salir de una situación difícil (como sucedió religiosamente desde 1980) sino cómo distribuir más y mejor.
La irrupción de la economía no favorece a todos; perjudica al candidato oficialista y exige a los adversarios del modelo más detalles y precisiones. Beneficia principalmente a PPK y a Alan García, cuyas candidaturas tienen equipos más reconocidos en materia económica, y coloca en aprietos a Keiko Fujimori, obligándola a definiciones sobre personas y programas que hasta ahora ha evitado.
La agregación de la economía al debate electoral implica también la formación de un mix más complejo. Sobre la inseguridad y la corrupción el respetable público puede sucumbir ante propuestas populistas y emocionales con escasísimo rigor técnico –al estilo de los bodrios muy populares de “chapa tu choro” o “las FFAA a la calle”– pero será más exigente y racional en materia económica.
En las calles hay un ciudadano económico y social insatisfecho que demanda respuestas durante el proceso electoral. No es aún un indignado pero es un impaciente. Lo expone el reciente Índice de Confianza del Consumidor (ICC) publicado por GfK en octubre con tres datos: 1) desde junio el ICC se mantiene en un nivel negativo, por debajo de 100 puntos; 2) se aprecia una brecha en la pérdida de confianza de los consumidores de Lima respecto de las regiones, donde la insatisfacción es mayor; y 3) aumenta a 46% el porcentaje de peruanos fuera de la capital que cree que sus ingresos familiares no le alcanzan, en tanto el 39% cree que no podrá ahorrar en los próximos meses.