Mostrando entradas con la etiqueta José Alejandro Godoy. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Alejandro Godoy. Mostrar todas las entradas

viernes, 29 de marzo de 2019

La prensa por dentro

https://larepublica.pe/politica/1435166-prensa
La República
La mitadmasuno
22 de marzo de 2019
Juan De la Puente
El estupendo libro de José Alejandro Godoy (El Comercio y la política peruana del siglo XXI. Lima, IEP, 2019) contribuye a desmitificar el papel de la prensa en la política, gracias a un tratamiento objetivo, pulcro y audaz de los vaivenes de uno de los diarios más influyentes del país.
La investigación retrata la política vivida desde un medio y no solo la política expresada desde sus páginas, es decir, la batalla interna por construir un mensaje y una visión que impacte y transforme, revisando los últimos 20 años de un diario que el autor divide en tres etapas: liberal moderada (1999-2008); conservadora (2008-2014), y “más liberal de su historia” (2014-2018).
En el texto adquiere forma la relación compleja entre el medio de comunicación y la realidad, desvirtuando la extendida certeza que reduce la línea periodística a la defensa de intereses empresariales, una relación mecánica entre el medio y el poder, o entre el medio y la competencia política. En el caso de El Comercio, de acuerdo al relato del autor, y quizás debido a la amplitud de su accionariado y al contexto desafiante del Perú, su historia reciente es la de una pugna cultural entre el liberalismo y conservadurismo, con la victoria del primero, y con ello la aparición de un paquete de intereses que forman parte del capital social del medio.
La investigación aborda el problema de la elaboración de la línea periodística como un acto emotivo, y hasta tortuoso, de propietarios que deben elegir un director en una tendencia de creciente reclamo de autonomía por parte de los designados, de modo que la elección del director operó en este diario como una forma de gestión de conflictos, para resolverlos o agravarlos.
La relación interactiva entre política y prensa es documentada por el autor en un contexto de ampliación de la oferta informativa, la irrupción de las redes sociales, la baja lectoría de la edición en papel y reducción de la publicidad, un proceso en el que las decisiones políticas acarrean consecuencias económicas y viceversa, y donde los lectores son decisivos. Por ejemplo, la apuesta del diario por el fujimorismo el año 2011 trajo como efecto la caída de las ventas y la imagen de marca; o el posicionamiento editorial de El Comercio a favor de la investigación de la empresa Graña y Montero, de propiedad de accionistas del diario, a pesar de la presentación de un proyecto de ley que pretendía impedir a los directivos de esta empresa consorciada con Odebrecht el ejercicio de sus derechos societarios, una iniciativa promovida por un sector de accionistas.

Es interesante que el libro de Godoy entregue valor y voz a los periodistas, empezando por los editores, en una dimensión que, a pesar de las limitaciones de un medio privado, aquilata el peso político de una redacción. Se piensa con frecuencia que la formación de la noticia moderna implica una dinámica fría, casi industrial y jerarquizada, donde la voz del que escribe, filma y fotografía no es relevante. En el repaso de la historia de El Comercio, se muestra que esa presunción es falaz, y que los periodistas hacen el medio y labran su identidad.

viernes, 6 de noviembre de 2015

#Lapolíticaen140caracteres

http://larepublica.pe/impresa/opinion/716130-lapoliticaen140caracteres
La República
La mitadmasuno
6 de noviembre 2015
Juan De la Puente
La ONPE en alianza con la Asociación Civil Transparencia e IDEA Internacional realizaron esta semana el Seminario Redes Sociales, Democracia, Política y Participación Ciudadana, una interesante discusión sobre un fenómeno que es crucial en la campaña electoral en curso. El rasgo de esta reflexión ha sido una saludable desmitificación de su carácter mágico-sanador de la crisis política enriquecida con las exposiciones de Agustín Frizzera (Argentina), Dag Petter Svendsen (Noruega) y Mario Riorda (Argentina).
Es cierto que las redes sociales son abrazadas por la política peruana con sumo entusiasmo y su uso intensivo forma parte de toda receta que aspira al éxito. Este aprovechamiento no es necesariamente extensivo, de modo que ahí también los partidos y líderes se mueven con un marcado minimalismo. La idea de la convergencia como el principal elemento de la utilidad de las redes (Riorda) no es una tendencia peruana, donde en cambio se afirma una divergencia. Los grupos políticos y líderes que operan con cierta eficacia en las redes sociales exhiben otras carencias; inclusive en el manejo mismo de las redes se aprecian vacíos de los actores políticos 2.0. Por ejemplo, ningún líder relevante o partido combina con cierta continuidad el uso del Facebook, Twitter y un canal de TV digital. ¿Tenemos algún político youtuber?
Las redes sociales están ordenando y organizando la política peruana, un efecto insospechado hace pocos años aunque en el seminario se señaló (Frizzera y Riorda) que se ha trasladado a la ciber-política los vicios de la política tradicional, como la emisión de mensajes sin atender a las respuestas, la falta de transparencia y de rendición de cuentas, y la evasión de los contenidos.
El dinamismo de nuestra ciber-política no se asienta sobre un sistema de partidos mínimos sino sobre la antipolítica y el antipartido. En algunos casos, como en la campaña electoral de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en el año 2011, las redes reemplazaron virtualmente al grupo político, en una suerte de partido digital o partido software, y en otros, como en la campaña No a Keiko, sustituyó de algún modo a la movilización. Estas experiencias fueron exitosas –PPK estuvo cerca de pasar a la segunda vuelta– pero no operaron como elementos de una comunidad integrada y cohesionada sino como la comunidad misma o la sustitución crítica y audaz de una comunidad ineficiente y dormida, como fue el caso de No a Keiko.
Desde el 2011 hasta ahora, pasando por la campaña regional y local del 2014, las redes expresan las limitaciones de la política y quizás su fracaso porque se les atribuye un poder sanador ante la falta de democracia interna, organización y programas. Eso conduce a la formación de comunidades políticas fragmentadas y representaciones difusas, donde se informa más y se comunica menos, se combate cuerpo a cuerpo pero no se rinden cuentas, y se envían mensajes pero se rehúyen los compromisos. La ciber-militancia es sugestiva porque nos facilita exteriorizar la adhesión, pero al fin y al cabo es una militancia muy limitada si no forma parte de una estructura, o la evita o la niega. El seguidor o fan político (PPK dixit) no es obviamente un militante si el líder no lo quiere.
El formato de la campaña electoral en curso se adivina consistente con esta tendencia. Es muy probable que sea una campaña tuitera, centrada en el combate diario y en el predominio de frases efectistas, golpes directos y respuestas duras, sin ánimo de trascender hacia mayores contenidos. Es el mismo formato de la guerra política librada los últimos tres años y que ha empequeñecido a la mayoría de partidos y líderes. El rasgo central de este modelo de competencia es la prescindencia del fondo y la absoluta suficiencia de los símbolos y de las frases cortas, sin proyección y compromiso.
Es cierto que es poco para lo que el país necesita, pero es lo que nos pueden dar los que aspiran a gobernar los próximos 5 años. La política peruana cabe en 140 caracteres. Y a veces estos sobran.