viernes, 26 de julio de 2013

Los nuevos negacionistas

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-nuevos-negacionistas-25-07-2013
La República
La mitadmasuno
26 de julio de 2013
Juan De la Puente
Las recientes movilizaciones indican la gestación de un movimiento social básicamente nuevo. Frente a él se han ensayado dos explicaciones que niegan su carácter. La primera afirma que es de una repetición pendular de la tradicional crítica de la sociedad a la política, que ocurre en el Perú cada 10 o 15 años, una especie de hipo público que cederá con alguna medida de efecto inmediato; la segunda sostiene que es una pequeña revuelta de los sectores medios informados, excitados y seducidos por las redes sociales, igualmente pasajera, además de elitista.
Estas visiones apuntan a varias conclusiones adelantadas, usadas de acuerdo al interés político o económico. Una de ellas sostiene que nada debería perturbar la economía, precisamente en un momento de máxima entrega y concentración por la desaceleración de la economía en la región y la otra señala que salvo la reciente “repartija” parlamentaria, el sistema está funcionando, de modo que el país no necesita cambios.
Malas noticias para el inmovilismo. Estamos de cara al fin de un ciclo, una de cuyas características fue evitar el cambio a pesar de que los ciudadanos votaron por él en las tres últimas elecciones generales. En las calles no se cuestiona el cambio sino la falta de él y se aboga contra el modo de vida político vigente. Se puede debatir su solidez ideológica y su volumen, pero no es consistente subestimar la emergencia de un movimiento de rechazo militante. Aunque su alcance es difícil de precisar, lo cierto es que los insatisfechos políticos se están convirtiendo en indignados políticos.
Esta indignación es concurrente con otros cambios o los explica de modo práctico. El más significativo es la pérdida de la confianza, una variable esquiva en el Perú y obedece a razones coyunturales y estructurales, una brecha entre el poder y la calle que esta vez, datos a la vista en la reciente encuesta de GfK (La República 21/7/2013), abarca la política y en menor medida la economía.
Sería una miopía considerar que si las cifras no le favorecen a Ollanta Humala, solo él y su gobierno están en problemas. Según GfK, Humala ha caído 21 puntos en cuatro meses, de ellos 7 en el último. Sin embargo, el sondeo también detecta una brecha de opinión pública; ha caído en un mes 4 puntos en Lima (de 39 a 35) pero 10 fuera de Lima (de 38 a 28); y en el centro del país 13 puntos. Otra brecha se registra entre las regiones: lo aprueban 20% en el norte y 40% en el oriente.
Los desagregados de la encuestas son sumamente reveladores. El dato no es, exclusivamente,  la caída de Humala sino que nadie capitaliza ese desgaste, es decir no se registran traslados de confianza, una señal de que en la estrella rutilante de A. Latina se asoma el pesimismo y la búsqueda de una nueva representación. Tanto el gobierno como la oposición son desaprobados con altas cuotas, al extremo de que solo un tercio aprueba a la oposición en tanto que el 56% la rechaza. Los partidos, todos, también son desaprobados por el 68% y aprobados por el 20%, mientras que el 76% dice que siente que no tiene los líderes que quiere tener.
Este escenario articula fenómenos que algunos análisis insisten en separar sin explicación. Si en una coyuntura se agolpan escándalos, una guerra política desatada hace meses, la calle, el pesimismo y la desconfianza, la política no puede responder con el inmovilismo o la negación. En otras experiencias, esta falta de reconocimiento ha sido fatal al momento de dilucidar el ejercicio del poder.
En esa línea de razonamiento también es extraño que desde todas las tiendas políticas y en general desde el establishment se resistan a una discusión sobre las reformas que el país demanda y necesita. Quienes dicen que fueron elegidos para representar rechazan las exigencias ciudadanas; no se dan cuenta de que en cada marcha que pasa frente a sus ventanas dejan de representar un poco más, vaciando el contenido del encargo recibido. Se olvidan que han sido elegidos para representar y reformar.

viernes, 19 de julio de 2013

La primavera chola

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-primavera-chola-18-07-2013
La República
La mitadmasuno
19 de julio
Juan De la Puente
La crisis de la política y de las instituciones, que se procesaba en los salones del poder y en las portadas de los medios ha ganado la calle. Gracias a una desastrosa decisión del Congreso, se experimenta en pocos días un salto de calidad en la conciencia de la población; un pequeño sector lo ha hecho activamente, a pie, en las redes sociales y en el afán diario. Las cantidades no pueden ser importantes por ahora, pero desde 1997, cuando la sociedad civil se emancipó del fujimorismo, no se veía en las calles tanta distancia del pueblo con el poder.
Nótese que de por medio no se encuentra un conflicto social o demanda laboral, las circunstancias que han poblado las calles de reclamantes en la última década. La interpelación de estos días es política pura en estado sólido. Pero es más que eso; lo que se registra es la evolución inicial de la insatisfacción en indignación, un desarrollo de la tendencia advertida por varios estudios que dan cuenta desde el 2005 de la paradoja peruana de auge económico con descontento.
El inicio de una primavera peruana podría quedarse en un debut y despedida; tampoco tiene que ser necesariamente democrática o catalizada por la democracia en favor suyo. No obstante, a pesar de lo impredecible, su principal atributo es la autonomía respecto de la política cotidiana y de las formaciones partidarias. Su mérito consiste en un llamado serio a la reforma, ese desafío que el establishment subestimó con autosuficiencia. Es la convicción de un sector de la población de que la reforma política en el Perú ya no será con los partidos sino contra ellos.
Como en otras experiencias, el momento coincide con la pérdida del liderazgo político de personas e instituciones. Según el reporte de junio de la encuestadora GfK, tanto el liderazgo oficial como el opositor son desaprobados y en casi todos los casos, superan el 50%. En bloques generales, la población diferencia muy poco entre el papel del gobierno y de la oposición, y los cuestiona a ambos. Así, los rangos desaprobación/aprobación son cercanos entre el Congreso (76%/19%), el Poder Judicial (78%/18%) los ministros (69%/24%) y la oposición (56%/32%).
En la Argentina del 2001, el “que se vayan todos” era una demanda que alcanzaba al 70% de los encuestados. En el Perú del 2013, es probable que ese sentimiento le pertenezca ya a la mitad de la población y que los sucesos recientes eleven un poco más este índice. Es cierto, tal como sucedió en Argentina de esos años, que nada de esto garantiza una renovación del sistema político. Sin embargo, es un dato latente sobre el ingreso de la política a cuidados intensivos.
No sé si ello importará mucho a la política/antipolítica oficial del Perú de hoy. Por si no se sabía, desde el 2001 la política ha estado en piloto automático, más que la economía. El establishment operó bajo el argumento que no importa una mala política si se tiene una buena economía, retrasando cambios constitucionales básicos para el pacto social, estirando la tolerancia a la crisis de la administración de justicia, taponeando el reconocimiento de derechos y su universalización y barriendo debajo de la alfombra la corrupción, la crisis del Parlamento y el desguace de los partidos. Ahora mismo no les importa tanto si se tiene en cuenta el polémico acuerdo parlamentario de esta semana.
¿Está a tiempo el sistema político para evitar un “que se vayan todos”? Es muy probable, pero ello obligaría a los tomadores de decisión a renunciamientos y medidas ahora no prioritarias, como asumir una agenda reformista a pesar del veto de los poderes fácticos que se ilusionan con la eternidad de una democracia sin partidos; la recuperación del pulso de la sociedad sin anteojeras ideológicas; y la reanudación del dialogo social como una vía inigualable de relación con los gobernados. El primer paso debería ser el cese de la guerra política desatada hace cuatro meses.

viernes, 12 de julio de 2013

Izquierda, debate y arrebato

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-izquierda-debate-y-arrebato-11-07-2013
La República
La mitadmasuno
12 de julio de 2013
Juan De la Puente
La formación del Frente Amplio de Izquierda (FAI) ha desatado debate, expectativa, temores y, sobre todo, arrebato. Hace años no leía tantas encendidas condenas a la izquierda; estas van del pronóstico de infertilidad al veto a su existencia. En este último extremo, la derecha le pide a la izquierda que si desea la vida deje de ser izquierda, y desde ese espacio más de uno ha respondido afirmativamente, entregándose.
Si este fuera el momento de levantar un inventario de los errores de la izquierda, habría mucho trabajo. Tendríamos que prolongar al ejercicio de los últimos 20 años abocado a la autocrítica, un lamer de heridas que, a tenor de varios textos, no termina en la izquierda sino en responsabilizar de casi todo a una gran conspiración del capital que la retiró de su lugar histórico.
Esa etapa está concluyendo aunque es relevante en la medida de la advertencia y tiene algo de pertinencia en la discusión sobre en qué medida este momento es fundacional. Entiendo que el FAI posterga esta disyuntiva en favor de un desarrollo orgánico y político de cara a los comicios del 2014 y 2016 en los que la izquierda está llamada a desafiar el pensamiento único ultraconservador desde un proyecto propio. En ese sentido, no deja de ser un experimento audaz.
La izquierda peruana no ha sufrido más que otras del continente y, sin embargo, no ha recuperado su vigor en la medida de aquellas. Es probable que esto se deba tanto a los atributos propios como a la evolución de la sociedad peruana en las últimas dos décadas. Por ello, no es una ofensa referirse al desfase de nuestra izquierda si se le compara con otras experiencias: la que opera con un sistema de partidos organizado (Chile, Brasil o Uruguay) donde los movimientos sociales nutren a las formaciones partidarias en los procesos de reforma, o en las experiencias de ruptura (Ecuador, Venezuela y Bolivia) donde hicieron falta nuevas colectividades que catalicen el cambio.
Es un error atribuir este desfase a la lucha contra el neoliberalismo; este, al haber domesticado y mimetizado al liberalismo democrático, ha dejado a la izquierda peruana, con todas sus limitaciones, como la única alternativa a la voracidad de los poderes fácticos. Si nuestra izquierda entrega esa bandera, habrá entregado casi todo. En ese punto, es claro que el único lugar de una izquierda moderna en el Perú es la democracia, el desarrollo sustentable, la industrialización del país, la soberanía nacional, la descentralización, la ciudadanía, los derechos sociales e individuales y la lucha contra la injusticia. Esto es tan visible como que los grandes poderes económicos del país ya están muy bien representados por sus partidos y medios de comunicación.
En el mismo plano, sin embargo, la unidad de la izquierda no escapará del debate programático. Las movilizaciones en Brasil y Chile ponen en la mesa los límites del minimalismo. Este debate será definitorio por la complejidad del escenario peruano, un país donde el piloto automático se acerca a su fin; el mercado tiene felizmente una alta legitimidad; se ha reducido más de 30 puntos de pobreza en 12 años de democracia, pero cinco regiones (Apurímac, Cajamarca, Ayacucho y Huancavelica) tienen rangos de pobreza entre 45,0% y 55,5%; y el índice Gini de desigualdad se redujo de 0,525 en 2001 a 0,452 en 2011, una mayor disminución comparada con Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay; en suma, un modelo complejo de alto crecimiento, pobreza a la baja, desigualdad persistente, y sin reforma política.
Es cierto que la izquierda necesita un discurso claro sobre la inversión, especialmente aquel modelo que pretende eludir los derechos de las comunidades y de los consumidores. Sin embargo, no es lo único que necesita; requiere de un discurso para el país, una propuesta de reforma y un mensaje a la sociedad, especialmente para los movimientos sociales alejados de los partidos populares hace buen tiempo. Tener la razón histórica no es suficiente.

lunes, 8 de julio de 2013

Análisis de coyuntura en Ideéleradio. 8 de julio 2013

http://www.ideeleradio.org.pe/web/wNoti.php?idN=7515&tip=principal
Este es el resumen de la entrevista en Ideéleradio, en Radio San Borja realizada por Glatzer Tuesta el 8 de julio. El resumen es de Ideéleradio
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Ideeleradio.- El hecho de que la primera dama de la Nación, Nadine Heredia, haya descartado su participación en los comicios presidenciales del 2016 no solo afecta al Gobierno, sino también a los otros actores políticos porque saca el tema de agenda y le quita el “caballito de batalla” de la oposición, sostuvo el analista político Juan de la Puente.
“Este ‘No’ de Nadine Heredia [de postular a las elecciones presidenciales del 2016] termina dificultando no solo al Gobierno, sino en general a todos, porque si bien saca de la agenda un tema, obliga que la opinión pública exija de algún otro modo también a los otros actores políticos, definiciones, aunque ahora el hecho de bajarse [Nadine] del carro a muchos les quita el ‘caballito de batalla’ también”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“La principal fuerza del ‘nadinismo’ era la representación parlamentaria que buscaba la reelección y, bueno, el Gobierno está obligado a buscar un personaje más o menos con ese nivel, que se ha una especie de locomotora y, en este momento, no hay”, acotó.
Por otro lado, el analista estimó que el desafío del Partido Nacionalista Peruano será ahora organizar su agrupación política de cara a las próximas elecciones regionales y municipales del 2014.
“Bueno, ahí está el desafío, en el que Partido Nacionalista se convierta realmente en un partido, haga elecciones internas, participe en las elecciones regionales y municipales, pero también tiene que ver mucho la performance del Gobierno, un presidente con el 50% o 45% puede proponer un candidato grande y de peso, pero un presidente o un Gobierno que tenga debajo del 30% lo veo muy difícil”, remarcó.
Probables electores de Nadine virarán hacia otros candidatos
En otro momento, señaló que los potenciales electores que pudiera haber tenido la primera dama en el 2016 migrarán su atención hacia los otros potenciales candidatos presidenciales. Manifestó que los riesgos de tener una campaña adelantada son la demolición política de las mismas.
“Había un 50% que estaba de acuerdo con la postulación de Nadine Heredia, eso no hay que descartar y que en la medición de precandidaturas que hizo GFK hace tres meses, Nadine Heredia le ganaba a todos en la segunda vuelta y aparecía con un buen perfil. Entonces, supongo que van a virar también sus potenciales y probables electores, pero también es cierto que en esta recusación o demolición de la política de estos meses, los electores podrán buscar otra representación”, opinó.
“Los riesgos de una campaña adelantada, tres años antes de las elecciones es que se destapan las candidaturas antes de tiempo, se hace evidente la debilidad de las encuestas que han señalado la muy poca adhesión electoral o intención de voto a quienes se habían destapado, pero también animaría a los que no, pensando en definir una candidatura, sino muy cerca a las elecciones se sienten obligados a señalarlo, es el caso de [César] Acuña, alcalde de Trujillo que ha desistido a ser candidato presidencial en el 2016”, acotó.
Valdés es técnicamente un aventado
Ideeleradio.- En los comicios generales del 2016, hay más probabilidades para un outsider del tipo o las características que tiene la conductora Gisela Valcárcel, que en un radical como Antauro Humala o como el mismo Ollanta Humala del 2006, estimó el analista Juan de la Puente, tras cuestionar la posible candidatura del expremier Óscar Valdés.
“[¿Qué opina de Valdés como candidato?] Es técnicamente un aventado, muy audaz, ya para ser premier hay que ser muy audaz en este país, pero también muy audaz para decir las cosas que ha dicho, como si nadie recordara lo que fue su gabinete. Él es responsable político de varios muertos en el año 2012. Esa es una forma de la antipolítica”, refirió en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“[¿El momento te da en tu proyección un outsider más tipo Gisela, a uno tipo Antauro e incluso tipo Ollanta el 2006?] Sí, porque además en el Perú tiene legitimidad, ningún outsider que se respete digamos podría decir que hay que empezar de cero, que todo está mal. Este es un país que no nos olvidemos que en 10 o 12 años de democracia ha bajado 30 puntos de pobreza, ha consolidado el proceso de la descentralización, ha dinamizado el mercado interno”, argumentó.
 
Figuras no conflictivas tendrían mayor posibilidad
El analista dijo, en este aspecto, que el outsider tendría que tener determinado arraigo en relación a los líderes políticos, demostrando que entra más a la casa de la gente. Apuntó que las figuras que no sean conflictivas tendrían mayor probabilidad en las elecciones del 2016.
“Entonces, es imposible en este momento un outsider que no se proponga, al mismo tiempo, mantener estas altas cuotas de crecimiento de buena performance económica, pero, al mismo tiempo, es un outsider que tendría que tener determinado arraigo en relación a los líderes políticos. Tendría que demostrar que entra más a la casa de la gente que los otros líderes y esas figuras no ‘conflictuadas’ tendrían más posibilidades, que aquellas figuras conflictivas y polarizantes como Antauro Humala”, afirmó.
 
No necesariamente tiene que ser radical
Del mismo modo, mencionó que la ventaja de un outsider es que puede ser candidato de varios lados y al mismo tiempo. Detalló que no necesariamente tiene que ser radical, sino que podría tener un temperamento como el de Gisela Valcárcel, es decir, "un paso más en la farandulización en la política".
“El primer outsider del Perú técnicamente es Ricardo Belmont y él no tenía una prédica violenta con el sistema a diferencia de otros. [¿Gisela como una evangélica predicando puede funcionar?] Funcionó con Belmont, que se hizo muy conocido con estas pastillitas para la moral. El escenario está planteado”, manifestó.
“Hay una forma no radical, un temperamento como el de Gisela Valcárcel, es decir, un paso más en la farandulización en la política. Ella tiene partido, entiendo que hay un grupo llamado Vamos Perú que ha inscrito el alcalde del Callao, que está legalizado y en corillos señala que podía ser la candidata de alguno sectores”, apuntó.
 
De la Puente Mejía no descartó que pueda generar adhesiones “un tipo de rollo demagógico” de ayuda a los más desposeídos en el próximo panorama electoral. Sostuvo que nos hemos acostumbrado a ver a la política como un espectáculo.
“A veces con este espectáculo de mentiras de ida y vuelta, digamos, bueno, si en estos meses la política se ha parecido mucho a ‘Esto es guerra’ y a ‘Combate’, entonces mejor sinceremos y seamos uno solo”, opinó.
 
Pasará mucho tiempo para un outsider radical
El analista puntualizó que el país mantiene rasgos desde hace 20 años y que hay una relación morbosa de la gente con el conflicto político. Además, remarcó que va a pasar mucho tiempo para que se vote por un outsider muy radical.
“Los medios que se metieron a la guerra política sienten que deben publicar cada vez más noticias a la sangre de la arena política, pero al mismo tiempo a la hora de votar, la gente vota por un centro. Finalmente, tiene que pasar mucho para que vote por un outsider muy radical. Eso le costó a Humala la Presidencia el año 2006. Él se corrió al centro el 2011”, aseveró.
“En el Perú desde el año 1980 la gente está votando por un centro político, puede ser un poco forzado, falso, pero centro al fin al cabo. Así votó el 2001, 2006 y, finalmente, el 2011 de algún modo”, concluyó.
La derecha está tugurizada
Ideeleradio.- La derecha está tugurizada y hay muchas posibilidades que entre sus representantes políticos se produzca una "guerra fratricida" de cara a las elecciones presidenciales del 2016, sostuvo el analista Juan de la Puente, tras considerar que el desafío de la izquierda será el dejar de ser un páramo y construir un movimiento grande.
“[¿Keiko Fujimori tendrá mucha competencia en el 2016?] Es cierto que le ha salido competencia en la derecha. Mientras que la derecha está tugurizada, hay más posibilidades que entre ellos se produzca en ese escenario una guerra fratricida. El asunto es cómo construyes tú una alternativa democrática, de centro, centro izquierda, o de izquierda, y ese es un terreno que está limpio, todavía es un páramo”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“La diferencia entre unos y otros en este escenario es que el derecha está tugurizada en el país, mientras que la izquierda es un páramo. La pregunta entonces es: ¿las direcciones de la izquierda tendrán la suficiente audacia de construir un movimiento que vaya más allá de los partidos? Con elecciones primarias, con un proceso constituyente y realmente grande o el Frente Amplio será solo la suma de los partidos, el problema es que la izquierda está repartida en decenas centenares de movimientos regionales y locales muy pequeños”, acotó.
 
Hay cuatro escenarios posibles de cara al 2016
En otro momento, explicó que entre los cuatro potenciales escenarios del 2016, el fujimorismo, el Apra y el Partido Popular Cristiano (PPC) se disputarán el mismo espectro electoral. Precisó que una nueva candidatura de Lourdes Flores solo podría ser posible en alianza con otros partidos políticos, lo cual tendría un obstáculo por la presencia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
“Hay cuatro esfuerzos institucionalistas de cara a las elecciones del 2016. [El primero,] la plataforma de Keiko Fujimori para determinados sectores de la derecha es confiable, ya pasó una campaña electoral, con una fuerte bancada, mantiene liderazgo sobre ella, mantiene una alianza con sectores neoliberales. Luego, [el segundo sería que] el Apra intente armar una coalición, haya un interés en Alan García de hacer una alianza con el PPC, una especie de coalición de centro derecha, hacia la derecha”, estimó.
“Luego, [como tercera posibilidad] tenemos la apuesta del PPC, en la que plantea la posibilidad de que Lourdes Flores sea candidata, pero es difícil que Lourdes sea candidata solo con el PPC, tendría que ir en una alianza, pero ahí tenemos un problema porque el candidato natural de esa alianza ese Pedro Pablo Kuczynski, pero PPK está lejos, y [como cuarto escenario] tenemos el esfuerzo de la izquierda”, detalló.
Finalmente, dijo que si bien la bancada de Fuerza Popular se ha manejado mal en el Parlamento, su lideresa Keiko Fujimori ha hecho todo lo contrario. Estimó que ante el actual panorama de demolición de candidaturas políticas, los líderes estarían incentivando el surgimiento de un outsider de cara al 2016.
“Puedo decir que su partido no se ha manejado bien en el Parlamento, pero ella en términos personales no se ha manejado mal. El fujimorismo es una especie de coalición hoy día donde hay neoliberales. Hay un sector cada vez más lejos de añoranza militarista y hay un sector popular muy conservador. Entonces, ella se maneja de hecho [en ese sector], ya el fujimorismo es un frente en sí mismo de varios”, subrayó.
“Los peruanos, en general, hemos hecho un gran trabajo para el surgimiento de un outsider, en estos tres meses [los líderes] han demolido la política, los partidos se están demoliendo entre ellos y, en realidad, esto es una especie de tragedia con gusto, es decir, caminan partidos [o separados], lo que queda de partidos, la élite, caminan de buen grado al barranco”, concluyó.

Tiene que obviar recomendación de poderes fácticos
Ideeleradio.- El presidente Ollanta Humala debería ir en contra de la recomendación de los poderes fácticos y apostar por más diálogo social, estimó el analista Juan de la Puente.
“[¿Ollanta con los tres años de gobierno puede o está a tiempo de gestar una alternativa?] Sí, pero mi apreciación es que tiene que ir contra lo que le recomienda los llamados poderes fácticos en el país. Más diálogo social, y más y más diálogo social, que es el temperamento que entró el Gabinete [de Juan] Jiménez contra la sinrazón y autoritarismo verbal y práctico de Oscar Valdés”, argumentó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
El analista dijo, en ese sentido, que hay sectores que impiden que el mandatario Ollanta Humala se incline por el diálogo porque consideran que tiene una connotación ideológica.
“Yo pienso que cualquier gobierno que haga política y diálogo social para resolver conflictos, agenda política, resolver problemas de la coyuntura le va bien, pero hay un sector en el país de medios, de políticos y del país que le pide a Humala ‘no hagas diálogo, que eso es ser izquierdista, caviar’. La palabra diálogo tiene una connotación ideológica”, aseveró.

viernes, 5 de julio de 2013

La demolición de la política

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-demolicion-de-la-politica-04-07-2013
La República
La mitadmasuno
5 de julio de 2013
Juan De la Puente
Los efectos que tendrán los sucesos recientes y vigentes sobre la política, en su acepción más amplia y plural, es decir, como espacio de las ideas, los movimientos y las decisiones en la perspectiva del ejercicio del poder, serán devastadores. Las denuncias, los hallazgos, las investigaciones, las declaraciones, los ataques y las defensas y, en general, los hechos y omisiones, se estructuran mágicamente como una operación de demolición de instituciones, partidos y personas. Como en toda tragedia no falta el espíritu tanático de los que se autodestruyen y de los que observan impasibles el acto destructivo.
El adelanto de la campaña electoral ha espoleado una guerra política con componentes judiciales, policiales y penales nunca antes vistos. Un saldo positivo de esto es el inicio de investigaciones que ponen sobre la mesa actos de corrupción y cadenas delictivas. Es lamentable, no obstante, que las denuncias se acerquen a destacados hombres y mujeres públicos que simbolizan proyectos de gobierno y atenacen a sus partidos, los inmovilicen y los disminuyan en una etapa donde la política requiere de voces, magisterio y orientación.
Otros dos ángulos críticos son: 1) El Parlamento, cuya crisis debilita cualquier debate y decisión porque, al parecer, ha concluido la etapa en que el Congreso era el centro de emisión de los mensajes políticos y de grandes acuerdos y su papel en la democracia se ha reducido al de escenario exclusivo de la confrontación; y 2) la realidad municipal, impactada por una escalada de actos de corrupción y eventos conflictivos internos agudos, evidencia de lo cual es el inédito porcentaje de alcaldes y regidores suspendidos, vacados, revocados, procesados, prófugos y condenados.
En esas condiciones marchamos a las elecciones del 2014 y del 2016, con un sistema político en entredicho, con altas cuotas de insatisfacción con la democracia, y un desolador espectáculo de partidos en retirada, de lo que da cuenta el reciente informe del JNE sobre los comités y locales partidarios. Si existe un momento ideal de la antipolítica, el de la democracia sin partidos o contra los partidos, es este.
Bajo ese marco, el país parece estar preparándose con mucha dedicación para la irrupción de un outsider. En la teoría política, este surge en períodos de destrucción de tejidos por razones políticas o económicas, o de aguda confrontación o de separación excepcional entre las elites políticas y la sociedad civil. Este escenario parece estar a punto. 
No es posible estimar si los partidos y en general el sistema político están en condiciones de  revertir el proceso de demolición al que se han dedicado en cuerpo y alma. Las condiciones que han disparado este proceso son manejadas por los medios de comunicación exigidos por una sociedad civil sedienta de transparencia y justicia, algo encomiable, pero que también pide sangre en la arena. Los actores políticos han empezado a escenificar más para las galerías, ante un país transformado en un gran tribunal penal.
Esta demolición es una forma de la antipolítica pero al fin de cuentas es otra política. El único modo de enfrentarla es desde una política democrática. En esta etapa, esta solo puede tener sentido si parte de un compromiso público por la reforma y contra la corrupción que impidan al mismo tiempo la impunidad y la venganza o el aniquilamiento del adversario. Para que este compromiso sea legítimo debe emerger del poder mismo y ser asumido por el espacio público, incluyendo los partidos. Póngase la mano al pecho amigo. ¿Es posible ese compromiso en el Perú del año 2013? Ahí tiene la respuesta.
En esa ruta, un desfile despreocupado hacia el abismo, sorprende que los cánones que se hacen viejos con rapidez, sean utilizados para analizar la política peruana. En medio de la demolición algunos siguen pugnando por detectar evidencias de la “enfermedad” chavista en el cuerpo peruano. Si miraran mejor podrían encontrar que el Perú se parece cada vez más a la Venezuela previa a Chávez.