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viernes, 26 de julio de 2013

Los nuevos negacionistas

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-nuevos-negacionistas-25-07-2013
La República
La mitadmasuno
26 de julio de 2013
Juan De la Puente
Las recientes movilizaciones indican la gestación de un movimiento social básicamente nuevo. Frente a él se han ensayado dos explicaciones que niegan su carácter. La primera afirma que es de una repetición pendular de la tradicional crítica de la sociedad a la política, que ocurre en el Perú cada 10 o 15 años, una especie de hipo público que cederá con alguna medida de efecto inmediato; la segunda sostiene que es una pequeña revuelta de los sectores medios informados, excitados y seducidos por las redes sociales, igualmente pasajera, además de elitista.
Estas visiones apuntan a varias conclusiones adelantadas, usadas de acuerdo al interés político o económico. Una de ellas sostiene que nada debería perturbar la economía, precisamente en un momento de máxima entrega y concentración por la desaceleración de la economía en la región y la otra señala que salvo la reciente “repartija” parlamentaria, el sistema está funcionando, de modo que el país no necesita cambios.
Malas noticias para el inmovilismo. Estamos de cara al fin de un ciclo, una de cuyas características fue evitar el cambio a pesar de que los ciudadanos votaron por él en las tres últimas elecciones generales. En las calles no se cuestiona el cambio sino la falta de él y se aboga contra el modo de vida político vigente. Se puede debatir su solidez ideológica y su volumen, pero no es consistente subestimar la emergencia de un movimiento de rechazo militante. Aunque su alcance es difícil de precisar, lo cierto es que los insatisfechos políticos se están convirtiendo en indignados políticos.
Esta indignación es concurrente con otros cambios o los explica de modo práctico. El más significativo es la pérdida de la confianza, una variable esquiva en el Perú y obedece a razones coyunturales y estructurales, una brecha entre el poder y la calle que esta vez, datos a la vista en la reciente encuesta de GfK (La República 21/7/2013), abarca la política y en menor medida la economía.
Sería una miopía considerar que si las cifras no le favorecen a Ollanta Humala, solo él y su gobierno están en problemas. Según GfK, Humala ha caído 21 puntos en cuatro meses, de ellos 7 en el último. Sin embargo, el sondeo también detecta una brecha de opinión pública; ha caído en un mes 4 puntos en Lima (de 39 a 35) pero 10 fuera de Lima (de 38 a 28); y en el centro del país 13 puntos. Otra brecha se registra entre las regiones: lo aprueban 20% en el norte y 40% en el oriente.
Los desagregados de la encuestas son sumamente reveladores. El dato no es, exclusivamente,  la caída de Humala sino que nadie capitaliza ese desgaste, es decir no se registran traslados de confianza, una señal de que en la estrella rutilante de A. Latina se asoma el pesimismo y la búsqueda de una nueva representación. Tanto el gobierno como la oposición son desaprobados con altas cuotas, al extremo de que solo un tercio aprueba a la oposición en tanto que el 56% la rechaza. Los partidos, todos, también son desaprobados por el 68% y aprobados por el 20%, mientras que el 76% dice que siente que no tiene los líderes que quiere tener.
Este escenario articula fenómenos que algunos análisis insisten en separar sin explicación. Si en una coyuntura se agolpan escándalos, una guerra política desatada hace meses, la calle, el pesimismo y la desconfianza, la política no puede responder con el inmovilismo o la negación. En otras experiencias, esta falta de reconocimiento ha sido fatal al momento de dilucidar el ejercicio del poder.
En esa línea de razonamiento también es extraño que desde todas las tiendas políticas y en general desde el establishment se resistan a una discusión sobre las reformas que el país demanda y necesita. Quienes dicen que fueron elegidos para representar rechazan las exigencias ciudadanas; no se dan cuenta de que en cada marcha que pasa frente a sus ventanas dejan de representar un poco más, vaciando el contenido del encargo recibido. Se olvidan que han sido elegidos para representar y reformar.