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viernes, 5 de julio de 2013

La demolición de la política

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-demolicion-de-la-politica-04-07-2013
La República
La mitadmasuno
5 de julio de 2013
Juan De la Puente
Los efectos que tendrán los sucesos recientes y vigentes sobre la política, en su acepción más amplia y plural, es decir, como espacio de las ideas, los movimientos y las decisiones en la perspectiva del ejercicio del poder, serán devastadores. Las denuncias, los hallazgos, las investigaciones, las declaraciones, los ataques y las defensas y, en general, los hechos y omisiones, se estructuran mágicamente como una operación de demolición de instituciones, partidos y personas. Como en toda tragedia no falta el espíritu tanático de los que se autodestruyen y de los que observan impasibles el acto destructivo.
El adelanto de la campaña electoral ha espoleado una guerra política con componentes judiciales, policiales y penales nunca antes vistos. Un saldo positivo de esto es el inicio de investigaciones que ponen sobre la mesa actos de corrupción y cadenas delictivas. Es lamentable, no obstante, que las denuncias se acerquen a destacados hombres y mujeres públicos que simbolizan proyectos de gobierno y atenacen a sus partidos, los inmovilicen y los disminuyan en una etapa donde la política requiere de voces, magisterio y orientación.
Otros dos ángulos críticos son: 1) El Parlamento, cuya crisis debilita cualquier debate y decisión porque, al parecer, ha concluido la etapa en que el Congreso era el centro de emisión de los mensajes políticos y de grandes acuerdos y su papel en la democracia se ha reducido al de escenario exclusivo de la confrontación; y 2) la realidad municipal, impactada por una escalada de actos de corrupción y eventos conflictivos internos agudos, evidencia de lo cual es el inédito porcentaje de alcaldes y regidores suspendidos, vacados, revocados, procesados, prófugos y condenados.
En esas condiciones marchamos a las elecciones del 2014 y del 2016, con un sistema político en entredicho, con altas cuotas de insatisfacción con la democracia, y un desolador espectáculo de partidos en retirada, de lo que da cuenta el reciente informe del JNE sobre los comités y locales partidarios. Si existe un momento ideal de la antipolítica, el de la democracia sin partidos o contra los partidos, es este.
Bajo ese marco, el país parece estar preparándose con mucha dedicación para la irrupción de un outsider. En la teoría política, este surge en períodos de destrucción de tejidos por razones políticas o económicas, o de aguda confrontación o de separación excepcional entre las elites políticas y la sociedad civil. Este escenario parece estar a punto. 
No es posible estimar si los partidos y en general el sistema político están en condiciones de  revertir el proceso de demolición al que se han dedicado en cuerpo y alma. Las condiciones que han disparado este proceso son manejadas por los medios de comunicación exigidos por una sociedad civil sedienta de transparencia y justicia, algo encomiable, pero que también pide sangre en la arena. Los actores políticos han empezado a escenificar más para las galerías, ante un país transformado en un gran tribunal penal.
Esta demolición es una forma de la antipolítica pero al fin de cuentas es otra política. El único modo de enfrentarla es desde una política democrática. En esta etapa, esta solo puede tener sentido si parte de un compromiso público por la reforma y contra la corrupción que impidan al mismo tiempo la impunidad y la venganza o el aniquilamiento del adversario. Para que este compromiso sea legítimo debe emerger del poder mismo y ser asumido por el espacio público, incluyendo los partidos. Póngase la mano al pecho amigo. ¿Es posible ese compromiso en el Perú del año 2013? Ahí tiene la respuesta.
En esa ruta, un desfile despreocupado hacia el abismo, sorprende que los cánones que se hacen viejos con rapidez, sean utilizados para analizar la política peruana. En medio de la demolición algunos siguen pugnando por detectar evidencias de la “enfermedad” chavista en el cuerpo peruano. Si miraran mejor podrían encontrar que el Perú se parece cada vez más a la Venezuela previa a Chávez.

viernes, 21 de octubre de 2011

Hijos de la antipolìtica

La mitadmasuno
La República
20 de octubre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/hijos-de-la-antipolitica-20-10-2011


Las denuncias contra un numeroso grupo de parlamentarios por delitos cometidos antes de su elección y ocultados con habilidad al elector son un resultado esperado en la democracia sin partidos a la que ingresamos en las elecciones recientes. El estupor que expresan varios análisis tiene, sin embargo, el mismo volumen que la hipocresía sobre las causas del fenómeno. Al leerlos, uno tiende a pensar que una desgracia repentina, fruto de la casualidad, se ha cernido sobre el Congreso.
No es así, los acusados son hijos de un sistema ensamblado en cómodas cuotas quinquenales los últimos 25 años; son criaturas del voto preferencial, una de las armas asesinas de los partidos políticos; de la ausencia de elecciones internas, relativizadas al extremo en la Ley de Partidos; y de la falta de financiamiento público de las colectividades políticas y, al mismo tiempo, de la ausencia de regulaciones en materia de publicidad electoral.
Son hijos, cómo no, de otras deformaciones, con más historia a cuestas, principalmente del caudillismo, el mal republicano que Jorge Basadre sujetaba tanto a la permisividad de la sociedad como a la capacidad arrolladora del líder mesiánico. Al fin y al cabo, caudillismo y autoritarismo son caras de la misma moneda.
Finalmente, no son hijos de la política sino de la antipolítica, el paradigma alabado por muchos de quienes ahora llaman a herejía, que premia a los independientes y desconfía de los afiliados y que empuja al poder a los hombres de empresa, formales e informales, más vinculados a sus chequeras que a sus ideas. Por eso será difícil encontrar entre los acusados a fogueados militantes de partidos, de izquierda o derecha, que ya pasaron por el tráfago de la vida partidaria. Al contrario, la mayoría de los cuestionados son la llamada “sangre nueva”, esa transfusión que cada cinco años reclama la fiebre nacional del “que se vayan todos”. El Perú tiene la más baja tasa de reelección parlamentaria de la región.
¿Qué harán los líderes del país con este Parlamento? Ellos los seleccionaron antes del voto ciudadano. Podría ser que no muevan un dedo; hay evidencias de que el sistema se está quedando sin fuerzas para luchar por su transparencia y que la reforma política ha sido abandonada. Aun así, es imperativo que las fuerzas sanas del Parlamento rompan con el pasado. Si no lo hacen, ellas también habrán sucumbido.

jueves, 22 de septiembre de 2011

La Mitadmasuno
La República
22 de setiembre 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/22-09-2011/la-otra-inclusion

De los casi 250 proyectos de ley presentados al Congreso desde el inicio de la legislatura, solo once abordan la reforma política, una demanda explicitada en los últimos procesos electorales recientes y reclamada por el nivel alcanzado por la crisis de representación. De las presentadas, algunas se refieren a la modificación del artículo 41° de la Constitución, sobre la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción de funcionarios públicos, propuesta por varias bancadas y dictaminada esta semana; una a la reinstalación de la bicameralidad, planteada por el PPC; otras dos a la prevención del transfuguismo, propuestas por el PPC y la coalición PP, AP y Somos Perú; y otra, patrocinada por Yehude Simon, que propone modificar el Reglamento del Congreso para obligar a los parlamentarios a presentar una declaración sobre los intereses a los que están o estuvieron vinculados.
Las preguntas están planteadas. ¿El período de cambios iniciado incluirá la reforma política? ¿Si fuese el caso, las iniciativas vendrán del Ejecutivo o del Congreso? ¿Habrá en este ámbito más interés del oficialismo o de la oposición? Estas, sin embargo, están precedidas de otras dos inquisiciones. La primera consiste en saber en qué medida serían exitosos los cambios en la perspectiva de la equidad y la universalización de derechos que no se acompañen de medidas para la otra inclusión, es decir, la pertenencia de los ciudadanos a un régimen político que represente sus intereses y que les permita participar eficazmente en las decisiones y los procedimientos de los asuntos que les competen.
En esa dirección, la Ley de Consulta Previa es un gran paso, pero también esperan una toma de posición, la reforma integral de la Ley de Partidos, la eliminación del voto preferencial, la instalación del voto voluntario, el incremento de la cuota de género, los cambios en las circunscripciones electorales y en los procesos de revocatoria y rendición de cuentas, entre otros. Interesa saber, sobre todo esto, los límites institucionales de toda reforma que deje intangible la política.
La segunda inquisición se refiere a las consecuencias de la omisión de la reforma política, es decir, el desarrollo de fenómenos como la liquidación del sistema de partidos y la fragmentación de la representación. Podría suceder un efecto similar a las relaciones entre política y economía. Recuérdese que más de uno decía que no importaba la mala política si había buena economía.

jueves, 23 de junio de 2011

Que decida la gente

La mitadmasuno
La República
23 de junio 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/23-06-2011/que-decida-la-gente


Los italianos rechazaron en el referéndum del 12 de junio la privatización de los servicios de agua, los planes de expansión de la energía nuclear y la llamada Ley del Legítimo Impedimento, que permitía al primer ministro invocar tareas de gobierno para no acudir a los procesos penales. Según la Constitución italiana, para que ese tipo de referéndum sea válido deben acudir a las urnas más del 50% de los electores. A pesar de que el gobierno de Silvio Berlusconi llamó a los ciudadanos a abstenerse, el 57% fue a votar y de ellos más del 94% lo hizo por derogar las iniciativas legales oficialistas. Los cuatro No al gobierno fueron bautizados como los del Bien Común.
Desde hace 18 años no prosperaba en Italia un referéndum derogatorio, un tipo de consulta que deben solicitar 500 mil electores o cinco de los 20 consejos regionales. La coalición que impulsó este pronunciamiento ciudadano fue vasta e incluía a partidos, sindicatos, ONG, intelectuales, redes sociales y la Iglesia Católica, la que apoyó el carácter de bien público del agua. En una declaración, los obispos italianos aseguraron que “el agua es un don de Dios y pertenece a todos”.
La Constitución permite en Italia cuatro tipos de referéndums: los regionales, los de alteración territorial, los derogatorios y los confirmatorios de reformas constitucionales. De hecho, el 2006 los italianos rechazaron en una consulta la reforma que cambiaba 50 artículos de la Constitución implantando un modelo federalista con mayor autonomía para las regiones y más poder para el primer ministro.
Con la Constitución de 1993 los peruanos votamos en tres referéndums, uno ese mismo año para validar su texto, probablemente ganado por el No; el segundo, el año 2005 en 16 departamentos, para la formación de 5 regiones; y el tercero, el 2010 para la devolución de los aportes del Fonavi. Aun así, ni la iniciativa legislativa ni el referéndum son recurridos en el Perú como opciones de cambio. En el caso del referéndum, es probable que la razón sea el número de firmas requeridas.
Los próximos años son páginas en blanco para las iniciativas de democracia directa. Las reformas políticas podrían tener un curso de legislación alternativa, especialmente las referidas a los partidos políticos, al voto preferencial, al incremento de la cuota de género, al voto voluntario o al cambio en las circunscripciones electorales, entre otras.

jueves, 2 de junio de 2011

Fin de juego

La mitadmasuno
La República
2 de junio 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/02-06-2011/fin-de-juego

Con las elecciones de este domingo culmina un proceso que evidencia una debilidad considerable del sistema político. Para que no se repita lo registrado en los últimos ocho meses, periodo en el que asistimos a las urnas tres veces, y en 10 regiones cuatro (por la segunda vuelta regional), para elegir más de 12 mil autoridades políticas, es muy urgente dar paso a una reforma política ambiciosa. En ella se juega gran parte del futuro de la democracia. Algunas de estas medidas son:

1) Suprimir el voto preferencial, convertido en un perverso mecanismo que deteriora las colectividades políticas e introduce en ella un grado alto de confrontación innecesaria en un proceso electoral, donde la competencia debe ser externa y no intrapartidaria.
2) Reconocer elementales derechos a los militantes de los partidos para que su voz y decisión sean vinculantes. Para tal efecto, deben ser obligatorias las elecciones internas y suprimirse los mecanismos de consulta donde las cúpulas o los caudillos subordinan a sus colectividades.

3) Frenar y restringir el incremento de dinero en las campañas electorales, reduciendo los montos del financiamiento privado, estableciendo el financiamiento público y ampliando las franjas electorales.

4) Frenar la compra-venta de votos, estableciendo el voto voluntario.

5) Reducir el tamaño de las circunscripciones electorales para que la formación de la representación tenga una mayor legitimidad de origen. Los grandes centros poblacionales necesitan representantes reales.

6) Mejorar el sistema de cuotas de género estableciendo la ubicación alternada de los candidatos, y elevar la participación de las mujeres a la paridad.

7) Mejorar el proceso de selección de los candidatos exigiendo mayores requisitos partidarios, como más años de militancia. Restringir el cupo de los invitados y eliminar la práctica del fichaje, casi siempre por dinero.

8) Impedir la formación de alianzas electorales de corta duración, usadas solo para pasar la valla electoral, fomentando la realización de alianzas políticas de larga duración.

Esta agenda es mínima en relación a las demandas de un sistema que necesita renovarse con voluntad política. Lamentablemente los actores del proceso electoral que culmina le han prestado poca atención a la reforma. No importa, en los próximos meses esta iniciativa será impulsada desde la sociedad y deberá entrar a los salones oficiales por presión de la misma.

jueves, 17 de febrero de 2011

JNE: después de la batalla

La mitadmasuno
La República
Jueves 17 de febrero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/17-02-2011/jne-despues-de-la-batalla

La debilidad del sistema político y la demanda de transparencia empujaron al Jurado Nacional de Elecciones a comportarse alternativamente como una Superintendencia o Policía electoral, desbordando los límites de su mandato constitucional. Actuando inicialmente a exigencia del respetable ha desarrollado un impulso controlista que, en nombre del ciudadano, le arrebata a este sus derechos y obligaciones políticas.
Desde las graderías impulsaron al JNE a registrar a las encuestadoras (y estas entraron por ese aro); a que exigiera a los candidatos una poco útil hoja de vida convertida, sin embargo, en título ejecutivo en lugar de referencia; y a que exigiera a los partidos presentar sus planes de gobierno en un formato inaparente cuyo primer resultado está a la vista: la profusión de metas y compromisos donde reina el qué y desaparece el cómo. En la última etapa el JNE dictó normas de exclusión de candidatos por razones éticas no legales y convocó debates. La derogada decisión que obligaba a registrar el nombre y el DNI del encuestado fue un acto crucial en el camino de modelar un organismo que tutele las elecciones, a los partidos y a los votantes.
La búsqueda de más poder para el JNE obedece, además, a la feroz rivalidad con la ONPE cuyas funciones, como la educación electoral, duplica por mandato de leyes que remiendan mal la estructura diseñada por la Constitución de 1993. Como resultado, el Jurado es hoy un organismo autorreferente, sobreexigido y cercano al prototipo de poder fáctico. En su beneficio puede afirmarse que no son los únicos responsables; para todo esto han tenido una hinchada, especialmente en los medios, ahora arrepentida.
Para el bien del mismo JNE habría que volver las cosas a su lugar y devolverle al ciudadano sus atribuciones; que él juzgue si un político es elegible o no; que sea él quien valore la veracidad de una encuesta y que nadie más que él se haga dueño de su voto o intención de voto. Quizás sea la oportunidad para arreglar otros extravíos: redefinir las funciones de los organismos electorales, reformar la Ley de Partidos para evitar la presión de normas de menor rango, y liberar los sondeos de opinión de toda regulación que no sea la que la ley establece para la violación de la libertad de información. La reforma electoral no debería ir por la vía del control del voto y de la opinión pública.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Cambio si, reforma no

La mitadmasuno
La República
Jueves 30 de diciembre 2010
Juan De la Puente
La década iniciada el 2001 tuvo como principal promesa la democracia. Aquel momento parecía el efluvio de una sociedad que salía del poder oscuro y de la corrupción y la promesa consistía, exactamente, en hacer estable, permanente e irreversible aquel destello que resumía varias inquietudes, viejas y nuevas.
Las palabras que bañaban ese sentido común mayoritario eran, además de elecciones libres, transparencia, libertad, descentralización y empleo, aunque eran otras tres las que presidían todo discurso político: democracia, consenso y reformas.
El balance de la década proyecta los claroscuros de un país que ha hecho una parte de la tarea pero que ha olvidado los aspectos más inexcusables de la promesa. Decirlo cuando el discurso oficial público y privado se escuda en el auge económico para evitar el análisis parece de aguafiestas.
Habría que responder blandiendo dos datos que trae el Latinobarómetro 2010, recientemente presentado. El primero, que un escaso 18% de peruanos se siente satisfecho con la economía; y el segundo, que los satisfechos con la democracia apenas llegan al 28% a pesar de que el 61% dice respaldar el sistema; es decir, los demócratas insatisfechos alcanzan el 33%.
No es poco que en 10 años hayamos reducido más de 20 puntos de pobreza, recuperado empleo y casi alcanzado varios de los Objetivos del Milenio (ODM), que inicialmente nos propusimos alcanzar el 2015. Tampoco es despreciable que esto se haya logrado en un contexto de auge económico estable y en el marco de las reglas de juego de la democracia. Sin embargo, esos y otros datos del Latinobarómetro ya no permiten sostener que la buena economía es autónoma de la mala política. En adelante será cada vez más difícil separar política y economía.
Es ya un lugar común afirmar que el déficit de la década democrática es el olvido de las reformas. Lo nuevo es el vacío que se abre en la base del sistema a causa de esa omisión y de la incapacidad de los líderes para aprovechar el proceso electoral y encauzar un debate sobre esas reformas. El formato de campaña practicado hasta ahora hace presumir que para la mayoría de candidatos las palabras claves en estos meses serán “gran continuidad de políticas” y que cuando se refieran al cambio aludirán apenas al de las personas y a los estilos. Momento insólito este, donde el cambio no significa, necesariamente, reforma.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Partidos: suicidio colectivo

La mitadmasuno
La República
Jueves 23 de diciembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/23-12-2010/partidos-suicidio-colectivo
El proceso de designación de candidatos a la Presidencia de la República y de “planchas” presidenciales ha sido más intenso del que se esperaba en lo que se refiere a la destrucción de las colectividades políticas. De hecho, el primer saldo de este proceso es la muerte de lo que llamamos sistema de partidos, surgido con la apertura democrática de 1980 y herido muy seriamente en la década fujimorista. Si algo caracterizaban los procesos de los últimos 30 años es que, en la mayoría de casos, los partidos escogían a sus candidatos. Como signo de la nueva época, esta vez los candidatos han escogido a sus partidos.
Podríamos volver a la discusión que se tuvo en los años 90 respecto a que si la dictadura fue el resultado de un asesinato o de un suicidio. Luego de una década democrática no hay duda de que se trata de un suicidio colectivo. La constantes de este fenómeno son varias: 1) los tres partidos llamados tradicionales, AP, PPC y APRA, van a las elecciones sin candidato propio; 2) todas las alianzas constituidas legalmente, realmente no lo son; podrían recibir el nombre de cooptaciones o adhesiones, pero ninguna reviste la fisionomía de una coalición; 3) los procesos internos para la elección de aspirantes presidenciales y vicepresidenciales fueron, en algunos casos, imperceptibles latidos, evidencia de agonías y, por tal razón, la elaboración de las listas presidenciales no han enriquecido ni a los partidos ni a los candidatos. En algunos casos, los han empobrecido más o han mostrado la inviabilidad de la apertura que se deseaba proyectar.
En esta democracia sin partidos por la que transitaremos, ¿qué reemplazará a la mediación partidaria? Algunos indicios son ya relevantes, como el enorme peso de los medios que se van organizando alrededor de algunos candidatos y en contra de otros; la voz del mercado expresada directamente por sus voceros; y la creciente fuerza de un grupo selecto de formadores de opinión que opera en papeles de crítica, adhesión, denuncia y alerta.
¿Será posible reconstruir en el mediano plazo un sistema de partidos? Solo en la medida en que se registre una reforma del sistema político. No obstante, como se sabe, los gobiernos fuertes pueden realizar reformas tan resistidas como las que se relacionan con los partidos y la representación. A estas alturas, es difícil presumir que el próximo gobierno lo será.