Blog sobre cultura y política. Artículos publicados en la prensa y comentarios de temas actuales. El título, Kotosh, se refiere al templo más antiguo de la sierra peruana construido hace 4 mil años, valiosa evidencia de la arquitectura preinca. Su símbolo son las manos cruzadas. Está muy cerca de Huánuco, la ciudad donde nací, mi añorada tierra.
viernes, 9 de enero de 2015
Cazadores de talentos.05/12/2014
viernes, 21 de diciembre de 2012
¿Por qué sube Humala?
martes, 17 de julio de 2012
Las camisas de fuerza
Es conveniente que todo Gobierno sepa que el diálogo es rentable políticamente y una opción ética irrenunciable. También es deseable que sepa advertir cuándo el diálogo es una opción de salida a una crisis y cuándo implica una ruta para que el Estado decida basándose en los derechos y libertades. Parece que el conflicto por Conga ha ingresado a esa fase.
jueves, 19 de enero de 2012
Un caramelo envenenado
La mitadmasuno
19 de enero 2012
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/un-caramelo-envenenado-19-01-2012
La apurada felicidad con la que se comenta el sondeo se dirige a una conclusión que pretende ser absoluta: que el incremento se debe al cambio de gabinete y, sobre todo, a que proyecta la sensación de orden sobre los conflictos. Algunos van más allá y aducen que se debe a la moratoria de la Gran Transformación.
Esta conclusión es parcial, arbitraria, interesada y, sobre todo, peligrosa para el gobierno mismo. La encuesta no indaga sobre la relación gobierno/orden. Ya en el sondeo de diciembre pasado, el orden era objeto de polémica: la mayoría se decantaba por la declaratoria del Estado de Emergencia en Cajamarca pero también era mayoritario el respaldo al reclamo frente al abandono y al incumplimiento de ofertas. Del mismo modo, ninguna pregunta de la reciente encuesta indaga por la relación gabinete/respaldo presidencial. Al contrario, el 50% de quienes apoyan al Presidente están convencidos del cambio; el mes anterior, ese argumento de apoyo solo obtuvo el 39%.
Es probable que la caída del respaldo presidencial se debiera a varias causas, entre ellas el deterioro del orden, aunque no como única y determinante razón, sobre todo porque el descenso fue muy pronunciado en el sur y centro, y en el sector “E”, todos ellos bastiones electorales que desde el año 2001 pugnan por el cambio. Asimismo, en la reciente recuperación habría que reconocer otros factores: a) La ausencia de conflicto, por el reflujo en Cajamarca y en otras zonas donde los reclamos amainan siempre a finales de año; b) La evaporación de la oposición, como resultado de la satisfacción mediática y partidaria de los cambios de diciembre; y c) La confianza o expectativa que todo gabinete convoca en sus inicios.
Es visible el esfuerzo de fabricar la imagen de un presidente exitoso a condición que abandone el cambio e ingrese en una deriva autoritaria. Es, sin embargo, un caramelo envenenado. La ecuación no cambio más gobierno duro difícilmente garantizará la paz social. Al contrario, como se ha demostrado en la década pasada, los picos de inestabilidad se producen cuando el poder se divorcia y/o enfrenta a la sociedad o retrasa salidas legítimas a problemas resonantes. El país intuye cuándo la continuidad se viste de inmovilismo.
jueves, 31 de marzo de 2011
Danza de miedos
La República
Jueves 31 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/31-03-2011/danza-de-miedos
Las elecciones democráticas de los últimos 30 años las ganaron los candidatos del centro que supieron organizar y representar una mayoría política que deseaba cambios de intensidad media y/o limitada; es la historia de Belaunde II, García I, Fujimori, Toledo y García II. En estos casos se tendría por erróneas dos afirmaciones: 1) que ganó la continuidad o el no cambio; y 2) que los ganadores representaban una minoría política.
Las encuestas recientes indican más que un empate técnico. Por un lado, evidencian nuestra imposibilidad de construir una mayoría política o por lo menos un bloque de un tercio. Un candidato por el que piensan votar solo 2 de 10 peruanos ya está tocado por el virus de la ilegitimidad. En la región, en Chile, Brasil, Uruguay, Colombia y Argentina (salvo en las elecciones del 2003) las primeras vueltas mostraron la capacidad del sistema político para generar mayorías y bloques consistentes. En cambio, en Ecuador y Bolivia previos a R. Correa y E. Morales, varias elecciones mostraron el declive del sistema y su incapacidad de reproducirse. En ese momento parecemos encontrarnos ahora.
Del mismo modo, una lectura transversal de los sondeos expone la evidencia de la inviabilidad social de la idea del no cambio. Si el cambio tiene 20% es todavía pobre, pero le ha permitido a Humala duplicar sus preferencias. Al contrario, las versiones de la estabilidad se han fragmentado por la irrupción de PPK y porque estas no supieron equilibrarse, precisamente, con la demanda de cambios.
Desde ese ángulo, una hipótesis sería que la caída de A. Toledo y de L. Castañeda se debe a que las candidaturas de Humala y PPK funcionaron como “ataques” al centro político, donde encontraron a candidatos vulnerables enfáticos en la continuidad y no en las transformaciones de un país que demanda redistribución y eficacia, los acentos discursivos de ambos en su ruta al centro desde la derecha (PPK) e izquierda (Humala). Un segunda hipótesis sería, entonces, que lo que se encuentra en crisis es una forma de concebir el centro.
Este triple empate puede ser roto solo desde la ideología, es decir, desde el miedo: a Humala, a que los grandes grupos de poder se coman con PPK el país de un bocado o a que retornemos a la década de los 90. En esta danza de los miedos los votos podrían empezar a rebotar de un candidato a otro.
jueves, 17 de febrero de 2011
JNE: después de la batalla
La República
Jueves 17 de febrero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/17-02-2011/jne-despues-de-la-batalla
La debilidad del sistema político y la demanda de transparencia empujaron al Jurado Nacional de Elecciones a comportarse alternativamente como una Superintendencia o Policía electoral, desbordando los límites de su mandato constitucional. Actuando inicialmente a exigencia del respetable ha desarrollado un impulso controlista que, en nombre del ciudadano, le arrebata a este sus derechos y obligaciones políticas.
Desde las graderías impulsaron al JNE a registrar a las encuestadoras (y estas entraron por ese aro); a que exigiera a los candidatos una poco útil hoja de vida convertida, sin embargo, en título ejecutivo en lugar de referencia; y a que exigiera a los partidos presentar sus planes de gobierno en un formato inaparente cuyo primer resultado está a la vista: la profusión de metas y compromisos donde reina el qué y desaparece el cómo. En la última etapa el JNE dictó normas de exclusión de candidatos por razones éticas no legales y convocó debates. La derogada decisión que obligaba a registrar el nombre y el DNI del encuestado fue un acto crucial en el camino de modelar un organismo que tutele las elecciones, a los partidos y a los votantes.
La búsqueda de más poder para el JNE obedece, además, a la feroz rivalidad con la ONPE cuyas funciones, como la educación electoral, duplica por mandato de leyes que remiendan mal la estructura diseñada por la Constitución de 1993. Como resultado, el Jurado es hoy un organismo autorreferente, sobreexigido y cercano al prototipo de poder fáctico. En su beneficio puede afirmarse que no son los únicos responsables; para todo esto han tenido una hinchada, especialmente en los medios, ahora arrepentida.
Para el bien del mismo JNE habría que volver las cosas a su lugar y devolverle al ciudadano sus atribuciones; que él juzgue si un político es elegible o no; que sea él quien valore la veracidad de una encuesta y que nadie más que él se haga dueño de su voto o intención de voto. Quizás sea la oportunidad para arreglar otros extravíos: redefinir las funciones de los organismos electorales, reformar la Ley de Partidos para evitar la presión de normas de menor rango, y liberar los sondeos de opinión de toda regulación que no sea la que la ley establece para la violación de la libertad de información. La reforma electoral no debería ir por la vía del control del voto y de la opinión pública.