Mostrando entradas con la etiqueta agenda parlamentaria. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta agenda parlamentaria. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de febrero de 2016

¡Mamita el Congreso!

http://larepublica.pe/impresa/opinion/735456-mamita-el-congreso
La República
La mitadmasuno
22 de enero de 2016
Juan De la Puente
El cierre del plazo para la formación de las listas parlamentarias promete un Congreso con una baja tasa de reelección, al punto que es probable que solo 1 de cada 6 legisladores se reelija, con el añadido de que buena parte de los que repetirán el plato lo harán por un partido distinto con el que postularon el año 2011 o cambiando de región.
Casi 110 congresistas nuevos, de un total de 130, serán la realidad de un Parlamento poco útil para el momento que atraviesa nuestro sistema político. Siendo precisos, será la consagración de la crisis de la democracia peruana; el formato combi con el que se organizan las listas parlamentarias dará como resultado una falsa renovación legislativa y un Congreso menos cohesionado que el actual, con menos vigencia de sus bancadas y renuncias más rápidas a los grupos parlamentarios.
Es cierto que la Ventanilla Única Electoral reducirá la presencia de candidatos procesados y no se repetirá el escándalo de los 33 parlamentarios enjuiciados penalmente electos el 2011, pero la movilización de dinero nos traerá al Parlamento a otros productos acabados del voto preferencial: representantes elegidos luego de costosas campañas ultrapersonales, la mayoría sufragadas con dinero ajeno no reportado y leales a ese financiamiento más que al partido por el que postularon o al candidato presidencial que los escogió. No es para menos: 5 de las 6 listas con más intención de voto están compuestas en más del 70% por invitados o militantes de última hora.
Dos preguntas por ahora no tienen respuestas precisas: ¿Por qué los candidatos presidenciales no empoderaron a su escasa militancia a sabiendas de que el modelo de listas combi explotará mañana o pasado? ¿Agrega mucho a las campañas presidenciales las listas parlamentarias de modo que se justifica el masivo fichaje de candidatos foráneos?
Es erróneo atribuir este caos a las escasas reformas electorales aprobadas el año pasado. Al contrario, este curso es el resultado de la ausencia de reformas, especialmente la eliminación del voto preferencial, las elecciones internas a cargo de los organismos electorales y la regulación eficaz del financiamiento privado.
Los hijos del voto preferencial de ese Congreso resistieron la demanda de reforma con el objetivo de garantizar su reelección. Paradoja y drama, la mayoría de ellos no logrará quedarse en el Congreso pero nos dejarán un legado nada deseable.
Otras interrogantes tienen respuestas rotundas. ¿Este modelo de Congreso combi podrá impulsar las reformas institucionales que el país necesita? ¿Podrá el nuevo presidente pactar fácilmente con un Congreso dominado por la falta de colectividades? No en cada caso.
La combinación de elegidos sin partido y reelección tránsfuga complicará la relación Ejecutivo/Legislativo, especialmente si como se prevé el Congreso tendrá por lo menos 6 bancadas parlamentarias al inicio de sus actividades, y si –como ha sucedido desde el año 2001– el gobierno carece de mayoría parlamentaria propia. Vista la composición de las listas es probable que la principal negociación del nuevo presidente sea con su bancada.
La tendencia que se abrirá con la elección de abril será la del deterioro de nuestro ya recortado presidencialismo y el cambio de facto de las reglas de juego constitucionales en la dirección de aumentar indebidamente la capacidad de obstrucción del Congreso, es decir, alterando el esquema separación/cooperación que estableció la Constitución de 1979 y que la actual Constitución no pudo alterar. Los votos color ámbar sobre los gabinetes de René Cornejo (febrero de 2014) y de Ana Jara (julio de 2014) ya nos pusieron en esa ruta.
Es obvio también que no todo está perdido y que se puede reducir la dimensión de este escenario sombrío. Por ejemplo, en manos de los electores está la decisión de votar en cada lista por candidatos de probada ejecutoria democrática o por militantes partidarios y, al revés, evitar el voto por desconocidos, por los invitados de última hora y por los que nos atosigan con publicidad electoral.

viernes, 16 de noviembre de 2012

!No quiero ser mayoría!

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/no-quiero-ser-mayoria-16-11-2012
La República
La mitadmasuno
16 de noviembre de 2012
Juan De la Puente
Quienes sueñan con una democracia sin Parlamento estarán felices: el actual se dirige al colapso como resultado de su creciente inmovilismo y el múltiple bloqueo, principalmente político. Los parlamentarios de fila ven como una docena de sus colegas, voceros reales y formales, practican un raro juego, un rito suicida, que consiste en evitar que el Legislativo adopte decisiones o que las que tome sean poco esenciales. Más extraño todavía es que el oficialismo realice con mayor empeño ese juego.
El bloqueo se localiza en las alturas y en algunas bancadas que viven una guerra fratricida. La base del Parlamento funciona con cierto ritmo pero sin rumbo y sin agenda política. Veamos algunos datos; desde el 28 de julio se han promulgado una veintena de leyes, de las cuales 8 nacieron por iniciativa del Ejecutivo. El oficialismo ha convertido en leyes 3 de sus iniciativas, otras 3 de Alianza Parlamentaria (AP), 3 del fujimorismo y una de la Alianza por el Gran Cambio (APGC). El resto son normas que corresponden a proyectos compartidos por más de una bancada. Otras 15 están a la espera de la promulgación.
Las leyes promulgadas no son espectaculares. Algunas recogen expectativas justas como la delegación de facultades legislativas en Defensa e Interior, la expropiación de los terrenos para el aeropuerto de Chinchero, la estimulación del gasto público y la reactivación de los proyectos ferroviarios en el centro del país. No obstante, en esa lista caben otras normas de trámite forzado como la del sector azucarero (una Ley Oviedo más) y el nombramiento de notarios. Entran en la cuenta también dos normas básicas para la sobrevivencia nacional: la Ley del Día de la Marinera y los cambios en la Ley del Colegio de Odontólogos. Eso sí, el Parlamento es fraterno: solo en noviembre se han presentado 160 mociones de saludo.
La mayoría de comisiones cumplen, con un promedio de reuniones de entre 8 y 10 desde agosto; las de Presupuesto (21), Defensa (16) y Educación (16) superan este rango y pocas van a la zaga como Cultura (7) y Energía (7). Con ese ritmo las comisiones han dictaminado 85 proyectos de ley que están atrapadas en la agenda. Pocas de estas, sin embargo, tienen el espíritu de la reforma y las que corresponden a cambios sustantivos sufren dolorosamente. Un caso emblemático es el proyecto de la Ley de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL) enviada como urgente por el gobierno, debatida cinco veces en tres meses y con textos sustitutorios en cada debate. Así, se augura una vía crucis para la Ley del Servicio Nacional de Certificación Ambiental (SENACE).
La responsabilidad central es del oficialismo, un inédito caso de renuncia al poder luego de ganarlo. Gana Perú se ha empezado a construir desde una posición defensiva y ha renunciado a ser mayoría. Sus movimientos son cada vez más torpes por la lucha interna entre antiguos y nuevos voceros, un resultado natural en una bancada que carece de democracia interna. El azaroso fracaso en la elección del Defensor del Pueblo es la medida exacta del agotamiento de un modelo de gestión sin objetivos, sin agenda y sin medios políticos. En todo Parlamento democrático la disputa y el consenso se organizan en función de mayorías y minorías. En el actual se carece de grandes acuerdos y se mediatizan unos a otros. El principal resultado es el bloqueo.
La clave se encuentra en el modelo de coalición escogido para gobernar el Parlamento. En la elección de julio los grupos y parlamentarios partidarios de las reformas quedaron fuera de la dirección del Congreso y el oficialismo mantuvo el control del Legislativo a costa de reducir su capacidad de movimiento. El error principal de los líderes del Parlamento es subestimar la agenda de cambio, aún mínima, recuperando lazos con sus promotores y dejar actuar por su cuenta a los voceros formales y reales, especialmente a los últimos. ¿Se puede evitar el colapso? Sí, con una agenda política y desarmando el juego inmovilista.

viernes, 8 de julio de 2011

Nuevo Congreso y reformas

La mitadmasuno
La República
7 de julio 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/07-07-2011/nuevo-congreso-y-reformas


El nuevo Parlamento tendrá en sus manos las reformas de gran calado por las que votó el país. Sobre el tema, la avalancha de iniciativas durante las elecciones sugiere ordenar las prioridades. Por ello, el primer desafío de la nueva legislatura deberá ser la elaboración de una agenda del cambio capaz de contener y, sobre todo, armonizar la intensa presión con la que llegan los nuevos inquilinos al Congreso.
Sobre esto, ya se registran algunos desajustes. El afán del nuevo Legislativo se reduce en estos días a la clásica “inducción”, una suerte de curso de iniciación que privilegia el cómo y olvida el qué, en tanto que en el debate público, salvo detalladas excepciones, lo más importante parecen ser las comisiones que cada grupo intenta presidir. Esta dinámica amenaza desbordarse y reiterar las experiencias de los Congresos abiertos el 2001 y el 2006 cuyas características fueron: 1) el privilegio del papel individual del congresista; 2) la subestimación de la reforma interna del Parlamento; y 3) la elaboración de una agenda post instalación de las comisiones, por lo que las prioridades resultaron una agregación de las agendas de más de 20 comisiones.
A tono de lo debatido en la campaña un movimiento clave del nuevo Congreso debería ser, contrario a lo señalado, desparlamentarizar la agenda, es decir, colocar al Congreso como eje integrador de un cuadro de prioridades nacionales, concertadas con el Ejecutivo y los otros órganos del Estado vigentes más allá del 28 de julio, incluyendo los gobiernos regionales.
Es imprescindible que el resultado de esta concertación tenga carácter vinculante. Recordemos un antecedente: el artículo 76 del Reglamento del Congreso indica, por ejemplo, que los proyectos de ley deben consignar si tienen relación con la Agenda Legislativa y con las políticas de Estado del Acuerdo Nacional.
Esa agenda debería trascender la tradicional función normativa. Junto a las leyes, el Parlamento necesita con urgencia reformar sus procedimientos a fin de que le permitan cumplir eficazmente, como institución y como agregación de elegidos, su función de representación, el desafío que está en la base de la rápida pérdida de legitimidad de los Parlamentos anteriores, incluido el actual.
Allí se imponen cambios en la cultura legislativa, por ejemplo, un procedimiento colectivo e individual de rendición de cuentas.