22 de abril 2004
José Miguel Silva @jomisilvamerino
¿Qué se le cruza por la cabeza a un candidato presidencial que de pronto evade la presentación de su plan de gobierno con la excusa de una intoxicación por comer “bacalao”?
Partiendo de esta interrogante, conversamos con Juan de la Puente, importante analista político y columnista de La República, quien ve en esta “anécdota” una muestra de un hecho tan lamentable como cierto. “Puede haber muchas coartadas para que un candidato no explique un plan de gobierno que no domina”.
¿Cómo recuerda usted ese “viernes santo” y la famosa intoxicación de Fujimori por comer bacalao?
Quedaban dos candidatos, y en aquel momento se señalaba de Fujimori, la fragilidad de su programa. Su vinculación con su equipo de plan de gobierno era muy débil. Más allá de la promesa de no shock, todo indicaba que él no dominaba los puntos de su plan de gobierno.
¿Era el momento para que él exponga sus ideas no?
Efectivamente. En la Semana Santa de aquel tiempo se planteó la necesidad de que Fujimori fuera más explícito en su plan de gobierno. La coartada a la que recurrió Fujimori fue que había comido bacalao y se había intoxicado. Como ya estaba comprometido a presentarlo, apareció su esposa Susana Higuchi a explicar esa historia.
¿Esto qué mensaje le deja?
Que pueden haber muchas coartadas para que un candidato no explique un plan de gobierno que no domina.
¿Cómo reaccionó la prensa en ese entonces?
Reflejó la mentira. No se tragó el cuento. Fue casi inmediato. Hubo informaciones que indicaban que él nunca se enfermó.
¿Qué importancia le da el electorado a los planes de gobierno?
En una democracia sin partidos los programas son menos relevantes, porque la política aquí le da más importancia al candidato, es una política antropomórfica, que se fija más en los movimientos y gestos que realiza.
¿Y cómo es la situación en otros contextos?
En varios países de América latina, importan mucho los programas, especialmente en la segunda vuelta. Si para muchos no es relevante en la primera vuelta, para otro sí lo es, en esta fase de la campaña.
¿Es aceptable una reforma de plan de gobierno a estas alturas?
La segunda vuelta es otra campaña, por eso se justifica que los candidatos puedan reelaborar sus planes de gobierno. Si un candidato tiene escasa votación, tiene entonces que producir una mayoría política con la que pueda gobernar.
Pero esto algunos lo ven como doble discurso…
Esto es extraño, porque cuando a los candidatos les piden que se moderen, lo hacen y luego los critican igual. Toledo y García en el 2006 hicieron precisiones en sus propuestas y nadie los acusó de doble discurso.
¿Quiénes deben proponer los acuerdos, los ganadores o los perdedores como PPK?
Para mí la política es el arte de lo posible, si él logra levantar una bandera política para proponerla es su problema, pero mi impresión es que ni siquiera dentro de su propia alianza están de acuerdo con su programa de ideas.
¿Humala se ha reunido pero no ha firmado documentos aún, le parece que él es consciente de que su primer lugar lo obliga a manejarse con más cuidado?
Creo que no solo Humala sino Keiko están tanteando para ver el sentido de la población, para ver de qué manera pueden afinar su programa.
¿Han cambiado mucho las cosas con respecto a la primera vuelta?
El Perú ha votado por el cambio. Estamos en un segundo momento muy distinto al del 10 de abril. La discusión se refiere a cómo se da en el cambio, nadie aquí propone algo diferente a eso.
¿Usted se refiere a Humala únicamente?
No, me refiero a los dos, que expresan un descontento con el modelo. La gente quiere cambios sustantivos en el modelo. Por esto es que ambos expresan a su modo un descontento de los peruanos con la realidad del país.
¿Cuáles son los retos mayores de ambos candidatos para vencer en esta segunda vuelta?
Veo dos retos. En ambos casos primero deben derrotar los dos miedos. Además deben demostrar que es posible producir el cambio, sin dejar los grandes logros que ha tenido el país. Si el Perú requiere continuidad y cambios, los candidatos deben tener mucho cuidado para hilar fino y lograr convencer a los votantes.