Por Juan De la Puente
Los
datos del reciente sondeo de GFK son como los de toda encuesta una foto, pero
en movimiento constante y fuerte. Las percepciones de la opinión pública expresan
esencialmente la relación de los peruanos frente a los potentes símbolos que
los desastres todavía llamados naturales han impuesto.
Estas
percepciones son muy provisionales al punto que ni siquiera expresan tendencias.
No es un espejismo aunque si un destello y lo peor que deberíamos decir frente
a ellas es que tenemos un escenario.
El
trabajo de campo se llevó a cabo entre el 18 y 22 de marzo, cuando el país se
había volcado en favor de la solidaridad con los pueblos del norte y de la
costa central que sufren las lluvias y desbordes. En esa medida, la opinión
pública ha premiado la respuesta del Estado a la emergencia, a pesar de los defectos
de esta, y eso se traduce en los ligeros incrementos de la aprobación del
Gobierno (23% a 27%), el Congreso (21% a 23%), el Presidente de la República
(29% a 31%) y la Presidenta del Congreso (23% a 27%).
Es
muy probable que con esta percepción provisional los peruanos rechacen las
tensiones políticas en las alturas en este momento, lo que no significa que se
guarden sus críticas. De cualquier modo, llama la atención que los ciudadanos no
se plegaran a las estrategias de confrontación dispuestas por la mayoría de
actores políticos y que sepulten a los ejércitos en batalla. Quedará para la
cátedra profundizar porqué un gobierno
débil no se hundió con los huaycos y con la batalla política que la emergencia
trajo.
Anoto
una primera explicación. La otra batalla ha sido más intensa, la batalla de las
imágenes simbólicas, en donde han ganado los más fuertes, los que grafican el
sufrimiento de los peruanos que a su pobreza se le agrega ahora su condición de
damnificado. Nunca como ahora hubo una gigantesca creación y recreación del
drama, usando por primera vez en una crisis climática los instrumentos de
comunicación en toda su potencia: Facebook, Twitter, TV, Radio, webs, Youtube, Instagram
y plataformas integradas de los medios.
Estas
imágenes simbólicas fueron construidas por primera vez por decenas de miles de
personas al punto de que por primera vez los medios tradicionales debieron de
organizar una cobertura periodística dependiente en gran medida de ciudadanos armados de sus celulares. Esta influencia
alteró esa cobertura que empezó siendo tradicional, con los códigos del pasado –su
majestad el huayco- y terminó mostrando a la gente y su sufrimiento, y la reacción
solidaria. Es tan cierto ello que la imagen más potente hasta ahora, es la de
Evangelina Chamorro emergiendo precisamente de un huayco, captada por un
anónimo ciudadano.
No
hay como oponerse a las imágenes sin otras imágenes. Luis Castañeda es hasta
ahora el único político nacional dañado por la emergencia (47% a 34% de
aprobación) porque la caída del Puente Talavera es una imagen formidable,
transmitida en vivo y retransmitida hasta la saciedad. Es la segunda imagen
potente de esta crisis a pesar de que se han caído decenas de puentes. Pero
ninguno era amarillo, nuevo, provocador y estaba en Lima. En cambio, el país vio
como las pantallas se llenaron de políticos en acción y eso ha tenido un saldo
positivo relativo, insistiendo en lo relativo, reflejado en aprobaciones ascendentes
del Premier Fernando Zavala (de 3’% a 34%), por ejemplo.
Las
imágenes simbólicas no son eternas. Los
desastres pasarán y nos volveremos a encontrar con nuevos símbolos o los
viejos. De los políticos y los medios, y por supuesto de los ciudadanos, depende
cómo se vaciarán estos números en los nuevos crisoles de la inestable coyuntura
peruana.