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lunes, 31 de julio de 2017

¿Un bipartidismo imperfecto y acosado?

http://larepublica.pe/impresa/opinion/893010-un-bipartidismo-imperfecto-y-acosado
La República
La mitadmasuno
7 de julio de 2017
Juan De la Puente
La decisión de Keiko Fujimori de solicitar el inicio de un diálogo al presidente Pedro Pablo Kuczynski cambia el escenario de tensión de varias semanas, e instala un momento inesperado de cooperación explícita. Este momento es vulnerable porque precisa de éxitos igualmente categóricos por parte de ambos que ya arrastran un diálogo frustrado, el de diciembre, instalado luego de la censura de Jaime Saavedra.
Este momento necesita ser fructífero y algo prolongado, al punto que obliga al cambio de las narrativas en cada lado, en las que aún se aprecia una lógica de guerra. La misma discusión sobre la presencia de Luis Bedoya Reyes en el diálogo evidencia que todavía falta que los actores se vistan de consenso en lugar de confrontación y dejen de escuchar a los señores de la guerra.
La pregunta de por qué la lideresa de Fuerza Popular realizó este giro es totalmente vigente de cara al futuro. La primera respuesta que remite a una maniobra conspiradora cede fácilmente ante explicaciones más racionales y convergentes: 1) el asomo de una crisis interna que se acelera con la posibilidad del indulto a Alberto Fujimori, que la dirección de Fuerza Popular cree que debe encontrar a Keiko controlando los resortes del fujimorismo; y 2) la escasa eficacia de la confrontación como método de acumulación de fuerzas de cara al 2021, de acuerdo a las últimas encuestas.
La guerra de varias semanas ha servido de poco. De acuerdo a la última encuesta de GfK, la opinión pública no se hace eco de la sensación de incertidumbre que agita a la elite gobernante, y no premia a ninguno de los actores de esta batalla que solo ellos creen que es épica y principista. La sociedad piensa que ambos son lo mismo y los datos duros indican que los poderes están desgastados y son socialmente rechazados: 1) solo el 39% cree que las relaciones entre el Gobierno y el Congreso son conflictivas, frente al 38% que cree que avanza a pesar de las tensiones, y un 11% que cree que son cordiales; 2) casi la mitad de los peruanos creen que ambos poderes están peor de lo que esperaban o no esperaban nada de ellos; 3) más de dos tercios creen que lo que viene del Gobierno y del fujimorismo será igual o peor de lo que hubo hasta ahora; 4) el 45% sostiene que ni PPK ni Keiko tienen un plan claro para el país; 5) la aprobación de Keiko ha subido a 48% en Lima, pero su desaprobación ha trepado a 64% en el sur; y 6) PPK tiene una aprobación de 47% en los sectores A/B, pero una desaprobación en Lima de 60%.
En ese contexto, un diálogo de a dos es un error garrafal y es inexplicable que quien se aferre a este modelo sea precisamente el fujimorismo, aspirante a gobernar supuestamente con amplitud dentro de 4 años. Un bipartidismo imperfecto (PPK y FP suman dos tercios de los votos válidos del 2016) es una amenaza a la democracia, especialmente si el diálogo que empezará en pocos días tiene por ahora pocas salidas. Incluso la posibilidad de que el diálogo no sea llevado al Acuerdo Nacional (donde murió el reciente intento, por responsabilidad del gobierno) obliga a tomar en cuenta a los otros actores políticos y sociales. ¿Les han comentado a los dos dialoguistas que es de manual que en épocas de crisis se incluya en el consenso a la mayor cantidad de actores?
Todos los diálogos son bienvenidos, incluso si las partes solo se sientan a la mesa, pero me temo que lo que hoy se necesita es algo más, es decir, un entendimiento nacional que no pasa ni por un pacto bajo la mesa para dar y recibir ventajas, o un cogobierno, un modelo de pacto que –entiendan, por favor, Confiep, economistas sin respuestas técnicas, y nostálgicos de los noventa– ahora no es viable.

Para efectos de acuerdos de mayor calado, más legítimo y profundo, cada parte de nuestro país reclama con justicia su pedazo de diálogo y mantiene expectativas que ya fueron explicitadas durante el proceso electoral hace un año. La política tiene varias virtudes pero no es mágica, no puede hacer desaparecer las demandas sociales y regionales ni las necesidades de reformas al sistema.

Cinco crisis abiertas, cinco

La República
La mitadmasuno
16 de junio de 2017
Por Juan De la Puente
La actual tensión entre el gobierno y el Congreso es la más larga desde el inicio de funciones de ambos poderes. La atmósfera envenenada que se respira incluye por lo menos cinco crisis, todas ella abiertas: 1) Chinchero; 2) El Contralor; 3) Thorne; 4) Basombrio; y 5) El indulto a Alberto Fujimori.
Chinchero es ahora la menos compleja, y es un ejemplo de desactivación de explosivos. La rescisión del contrato deriva el caso a las demandas del Cusco por el rápido inicio de obras y a la compensación a Kuntur Wasi, en un contexto de menor presión en las alturas. Asimismo, el caso del Contralor Edgar Alarcón camina a resolverse; es probable que la comisión designada en el Congreso arribe a un acuerdo que implique su salida del cargo, sea de modo directo o a través de alguna fórmula legal o legalizable. Hasta ahí se supone que cada uno de los poderes hace su trabajo a tono con la presión política del otro poder y de la opinión pública.
Amarrados a decisiones bilaterales están los casos de los ministros Alfredo Thorne y Carlos Basombrio. La diferencia entre ambos es de tiempo político y de sistema de protección. La interpelación del segundo tiene varias semanas y el despliegue defensivo de su gestión fuera del gobierno es amplio y mayoritario, ayudado por un pliego interpelatorio primarioso, rocambolesco y muy malo; malo de pésimo y de abuso.
En cambio, Thorne tiene un audio que lo persigue todos los días, y que no pasa un test básico de transparencia pública. Contra él no solo está emplazado el fujimorismo sino la izquierda y otras bancadas. Los medios han expresado cierta comprensión de su diálogo elíptico con el Contralor pero no al punto de jugarse entero por su permanencia. El caso Thorne tiene menos calendario, pero más definiciones.
El indulto es el asunto más complejo y sus posibilidades de alterar el escenario es clara. Los recientes cambios en el gabinete fortalecen la tendencia a la concesión de esta gracia presidencial, pero no al punto de que no importe la jurisprudencia del sistema interamericano de DDHH y el rechazo del gobierno en los foros internacionales, considerando el buen desempeño de nuestra política internacional.
Si las crisis siguen abiertas se corre el riesgo de que condicionen el 28 de julio y el mismo mensaje presidencial, por lo que el Gobierno debería ser el principal interesado en reducir los conflictos en número o intensidad. Será también el modo de blindar al gabinete Zavala que sigue teniendo una capacidad de maniobra sustantiva y que cuenta con una virtud que no se encontrará en cualquier otro equipo que venga: es un gabinete del presidente, hecho por el presidente y que tiene la confianza del presidente.
Resolver estas crisis no tiene la misma urgencia para Fuerza Popular. Es cierto que las dos últimas encuestas –de Ipsos y GFK- reportan que los ciudadanos perciben que el conflicto entre los poderes ha aumentado, pero no expresan censura a la tensión.  En lo más cercano a una reprobación, critican la desconfianza en esas relaciones y prefieren que estas sean constructivas, es decir, la palabra obstrucción aún en germen. En cambio, la aprobación de Keiko Fujimori y Verónika Mendoza ha aumentado en medio de la tensión, a pesar incluso de la caída de la aprobación del Congreso.

Cerrada la posibilidad de un diálogo político para el mediano plazo -porque el iniciado en enero ha naufragado- queda el lenguaje ancestral de las señas. Salvo lo del indulto (por sus implicancias estratégicas), y la censura de Basombrio (por su potencial demoledor de lo avanzado en seguridad ciudadana), las opciones para estas señas están abiertas, en el caso del Gobierno para defender su arquitectura principal diseñada en julio pasado y relanzar al Gobierno mismo y, en el caso del Congreso y de su fuerza mayoritaria, el fujimorismo, para no darle contenido expreso a la palabra obstrucción. Ambos actores que han hegemonizado el escenario hace semanas deberían tener en cuenta que deben hacer juego y que no se puede siempre vivir de la crisis.

domingo, 23 de julio de 2017

Dos coyunturas críticas. La reciente encuesta de GFK

Por Juan De la Puente
Con cargo a un balance más detallado a partir de todos los datos, la reciente encuesta de GFK publicada por La República (23/7/2017) permite una apreciación de las coyunturas más largas de este año, la del gobierno vs oposición, y la interna del fujimorismo.
El saldo de la coyuntura crítica entre el gobierno y la oposición, de abril a julio, luego del envión motivado por la respuesta a Niño Costero, es zanjada con una pérdida de aprobación de PPK de 10 puntos porcentuales que cae a 32% (secuencia 42, 36, 38, 32), y un aumento de la desaprobación de 11 puntos (de 47% a 58%). La otra parte de esta ecuación, Keiko Fujimori, se ha mantenido y exhibe ahora un 39% de aprobación (secuencia 38, 42, 39, 39), con una desaprobación menor a la de PPK (53%).
En este momento, el resultado principal de esta coyuntura general es que la líder de la oposición tiene 7 puntos más de aprobación que el presidente, un dato que interviene en el debate sobre la naturaleza de las crisis, es decir: 1) a quién beneficia y perjudica la tensión gobierno/oposición; y 2) si es conveniente para el gobierno tener una crisis abierta por varias semanas.
Los datos sobre las coyunturas específicas son detallados. Cuando Kenji empieza su diferenciación de la bancada, en febrero de este año, tenía 21% de aprobación, alcanzando en julio, en seis meses, 12 puntos más de aprobación (secuencia 21, 26, 28, 33, 31, 33). Al mismo tiempo, el 60% respalda su punto de vista sobre la “teoría de los puentes”. Keiko también ha descendido entre marzo y julio en la percepción de algunos atributos, como “tiene capacidad para tomar decisiones” (de 59% a 41%) y “más liderazgo” (57% a 51%). La brecha de liderazgo entre ella y su padre era en marzo de 36 puntos porcentuales a favor de Keiko, respondiendo a a pregunta "Quien cree que en la actualidad tiene más liderazgo dentro de fujimorismo" (60% Keiko vs 24% Alberto), reducida en julio a solo 14 puntos (49% vs 35%).
Una primera lectura de esta coyuntura crítica del fujimorismo, señala que las tensiones internas han debilitado a Keiko ante el pueblo fujimorista, aunque el dato sólido final sigue siendo que el 73% cree que tiene más liderazgo que Kenji en el fujimorismo, señal que la tensión de fondo es con Alberto.

Estas dos coyunturas, una general y otra específica, indican que Fuerza Popular ha podido acumular en su tensión con el gobierno, desgastándolo significativamente, en tanto el fujimorismo oficial, el de Keiko, se ha desgastado hacia adentro, una lógica poco convencional que revela una práctica opositora con claras vulnerabilidades, en el contexto de un sistema de grupos débiles con una representación en crisis. Siendo que el problema “está adentro” ha sido un acierto el giro de Fuerza Popular en favor del diálogo, se supone a condición de que tenga frutos. Es que es muy difícil pelear en dos frentes a la vez.