La República
La mitadmasuno
7 de julio de 2017
Juan De la Puente
La decisión de
Keiko Fujimori de solicitar el inicio de un diálogo al presidente Pedro Pablo
Kuczynski cambia el escenario de tensión de varias semanas, e instala un
momento inesperado de cooperación explícita. Este momento es vulnerable porque
precisa de éxitos igualmente categóricos por parte de ambos que ya arrastran un
diálogo frustrado, el de diciembre, instalado luego de la censura de Jaime
Saavedra.
Este
momento necesita ser fructífero y algo prolongado, al punto que obliga al
cambio de las narrativas en cada lado, en las que aún se aprecia una lógica de
guerra. La misma discusión sobre la presencia de Luis Bedoya Reyes en el
diálogo evidencia que todavía falta que los actores se vistan de consenso en
lugar de confrontación y dejen de escuchar a los señores de la guerra.
La
pregunta de por qué la lideresa de Fuerza Popular realizó este giro es
totalmente vigente de cara al futuro. La primera respuesta que remite a una
maniobra conspiradora cede fácilmente ante explicaciones más racionales y
convergentes: 1) el asomo de una crisis interna que se acelera con la
posibilidad del indulto a Alberto Fujimori, que la dirección de Fuerza Popular
cree que debe encontrar a Keiko controlando los resortes del fujimorismo; y 2)
la escasa eficacia de la confrontación como método de acumulación de fuerzas de
cara al 2021, de acuerdo a las últimas encuestas.
La
guerra de varias semanas ha servido de poco. De acuerdo a la última encuesta de
GfK, la opinión pública no se hace eco de la sensación de incertidumbre que
agita a la elite gobernante, y no premia a ninguno de los actores de esta
batalla que solo ellos creen que es épica y principista. La sociedad piensa que
ambos son lo mismo y los datos duros indican que los poderes están desgastados
y son socialmente rechazados: 1) solo el 39% cree que las relaciones entre el
Gobierno y el Congreso son conflictivas, frente al 38% que cree que avanza a
pesar de las tensiones, y un 11% que cree que son cordiales; 2) casi la mitad
de los peruanos creen que ambos poderes están peor de lo que esperaban o no
esperaban nada de ellos; 3) más de dos tercios creen que lo que viene del
Gobierno y del fujimorismo será igual o peor de lo que hubo hasta ahora; 4) el
45% sostiene que ni PPK ni Keiko tienen un plan claro para el país; 5) la
aprobación de Keiko ha subido a 48% en Lima, pero su desaprobación ha trepado a
64% en el sur; y 6) PPK tiene una aprobación de 47% en los sectores A/B, pero
una desaprobación en Lima de 60%.
En ese
contexto, un diálogo de a dos es un error garrafal y es inexplicable que quien
se aferre a este modelo sea precisamente el fujimorismo, aspirante a gobernar
supuestamente con amplitud dentro de 4 años. Un bipartidismo imperfecto (PPK y
FP suman dos tercios de los votos válidos del 2016) es una amenaza a la
democracia, especialmente si el diálogo que empezará en pocos días tiene por
ahora pocas salidas. Incluso la posibilidad de que el diálogo no sea llevado al
Acuerdo Nacional (donde murió el reciente intento, por responsabilidad del
gobierno) obliga a tomar en cuenta a los otros actores políticos y sociales.
¿Les han comentado a los dos dialoguistas que es de manual que en épocas de crisis
se incluya en el consenso a la mayor cantidad de actores?
Todos
los diálogos son bienvenidos, incluso si las partes solo se sientan a la mesa,
pero me temo que lo que hoy se necesita es algo más, es decir, un entendimiento
nacional que no pasa ni por un pacto bajo la mesa para dar y recibir ventajas,
o un cogobierno, un modelo de pacto que –entiendan, por favor, Confiep,
economistas sin respuestas técnicas, y nostálgicos de los noventa– ahora no es
viable.
Para
efectos de acuerdos de mayor calado, más legítimo y profundo, cada parte de
nuestro país reclama con justicia su pedazo de diálogo y mantiene expectativas
que ya fueron explicitadas durante el proceso electoral hace un año. La
política tiene varias virtudes pero no es mágica, no puede hacer desaparecer
las demandas sociales y regionales ni las necesidades de reformas al sistema.
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