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martes, 31 de diciembre de 2019

A propósito de la desigualdad

https://larepublica.pe/politica/2019/11/29/a-proposito-de-la-desigualdad-juan-de-la-puente-la-mitadmasuno/
La República
La mitadmasuno
29 de noviembre de 2019
Juan De la Puente
La publicación del informe El Reto de la Igualdad, una lectura de las dinámicas territoriales en el Perú (PNUD, 2019), es una buena noticia en medio de la reapertura de la discusión nacional sobre la desigualdad, a propósito de los sucesos en Chile, Ecuador y Colombia.
El informe actualiza el Índice de Desarrollo Humano (IDH), decantándose por un enfoque territorial del desarrollo, considerando su condición integradora, es decir, la posibilidad que brinda para apreciar la evolución de indicadores en un país diverso social y geográficamente, susceptible de comparaciones más detalladas, más util que la visión generalista de costa, sierra y selva. Es en el territorio, en el que se articulan la sociedad y el Estado de manera íntima, donde se puede apreciar y encarar con más eficacia los retos del desarrollo.
Es además sugerente que el informe elija como unidad de análisis territorial a la provincia y no del departamento. La razón definitoria que exhibe es que se puede planificar mejor desde la provincia porque son menos diversos que los departamentos y porque, por otro lado, las economías de escala se aprovechan mejor a nivel provincial que distrital.
Añadiríamos dos razones más, que el recurso humano puede ser mejor potenciado en la provincia, en tanto que en esa unidad del Estado puede localizar determinados órganos de control y gestión.
El informe contiene varios hallazgos que deberían incorporarse al diseño de políticas públicas, como hace 10 años se hizo con el Índice de Densidad del Estado (IDE). Uno de los datos mas relevantes es que relaciona el desarrollo con la altura de los territorios, encontrando que hay más desarrollo humano en los distritos de costa baja, que se va reduciendo mientras sean más altas las zonas donde se asientan las poblaciones, hasta llegar a la sierra alta, el piso altitudinal de menor IDH, registrando una brecha de 35%. Este número es una expresión de desigualdad abierta, directa y desnuda.
Otro dato valioso para entender el proceso político de la descentralización, puesto en tela de juicio por una visión conservadora y facilista que sostiene que luego de 17 años ha fracasado, es el que relaciona el centralismo con el desarrollo, con incidencia directa en las unidades más básicas, los distritos. Así, reporta que los distritos con mayor IDH se concentran en Lima Metropolitana, de modo que, en la lista de los 30 distritos con más desarrollo humano, 20 son de Lima y 2 del Callao.
Finalmente, el estudio registra procesos de avances y retrocesos, con un grupo de provincias de bajo IDH pero que están en ascenso, y otro preocupante grupo que teniendo ya un bajo IDH están rezagados, especialmente en Puno, y en la sierra de Lima, La Libertad y Áncash.

El documento relaciona la eficacia del Estado con desarrollo humano ratificando que no basta que el Estado llegue a los territorios, sino que se generen procesos sostenidos de bienestar en el tiempo. En este punto, debería ser nuevamente analizado el carácter de las demandas de las poblaciones especialmente en los casos de los conflictos sociales que se centran exclusivamente en las obras de infraestructura, subestimando otros ejes del desarrollo sostenible relacionados con la calidad de la prestación de servicios y acceso a derechos.

América del Sur rota

https://larepublica.pe/mundo/2019/10/25/juan-de-la-puente-america-del-sur-rota/
La República
La mitadmasuno
25 de octubre de 2019
Juan De la Puente
América del Sur se ha roto; y nada será lo mismo luego de las violentas jornadas en Ecuador, Chile y Bolivia. La violencia de los sucesos y los rápidos cambios que producen en el poder hacen obsoletos los códigos convencionales que servían para interpretar los conflictos en la región. La necesidad de agregar y desagregar al mismo tiempo es imperiosa porque son tan decisivas las diferencias como las similitudes.
La primera hipótesis es que nos encontramos frente a un movimiento regional que se expresa como una rebelión multiclasista contra los regímenes políticos y no solo contra los gobiernos. Su sentido radical y violento no impide reconocer que, a pesar de su potencial destructivo, implica una larga tendencia (quizás una megatendencia, en el modelo de Lechner) que acabará forzando las reformas que no fueron atendidas en la reciente ola democratizadora, especialmente en su etapa de consolidación. Quizás por ello han aparecido las primeras previsiones que relacionan estos sucesos con otros lejanos (Líbano, Hong Kong), aunque ahora los de estos países nos parecen tan locales.
La segunda hipótesis es que, a pesar de sus claves dramáticas, la rabia inherente y la simbología demoledora que exhibe, es un movimiento democratizador orientado contra el abuso de poder, la desigualdad y otras formas de injusticia. Es absolutamente irreflexivo reducir este movimiento a los hechos y obviar su contenido, lo que fue la primera reacción de los presidentes Moreno, Piñera y Morales. Si salimos del reducto de los hechos, estos son los primeros pasos de una ola democratizadora en la región, una primavera sudamericana.
La tercera es que los sucesos en estos países exhiben una fractura de la que no se sentía notificada la política. América del Sur estaba rota antes, aunque las heridas están ahora expuestas aporreando las narrativas oficiales que confunden la tolerancia al fracaso con el éxito –la atroz frase de Piñera sobre que Chile era un oasis en la región– absolutizan el éxito social para suprimir la competencia democrática (Bol) o se niegan a admitir los desencuentros históricos en las comunidades nacionales (Ecu).
Esa fractura expone realidades específicas que no pueden agregarse ideológica y facilistamente. En las protestas en Ecuador se reúnen el rechazo tanto al Gobierno de Correa como a las medidas inspiradas en las recetas del FMI, mientras que en Chile el eje de la crítica social es al modelo neoliberal cultivado y exportado a varios países de la región, incluido el Perú. En Bolivia en cambio, la crítica social se estrecha al modelo político de un régimen que pretende extenderse ilegalmente, dando por aceptados los éxitos de las políticas social y económica de Evo Morales. De ello emerge otra característica de este movimiento, que es post Chávez/Maduro y posneoliberal al mismo tiempo.

Finalmente, con cargo a otras notas, tampoco puede pasar desapercibido que estas acciones se orientan contra el régimen político en su conjunto, incluyendo a todas sus instituciones, la contrapolítica en su estado puro. Esta forma de política en modo de negación, una completa recusación a toda práctica de poder y el rechazo a un mínimo estándar de representación pactada, ha llegado para quedarse.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Humala, los 100 días

La mitadmasuno
La República
3 de noviembre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/humala-los-100-dias-03-11-2011

El gobierno transita sus primeros 100 días con algunos logros sustantivos. Quizás el primero sea que el país ha continuado su marcha a despecho de las previsiones catastrofistas de la derecha perdedora de las elecciones. Ninguna ecuación política, salvo el retroceso, sería posible si la economía no continuara la evolución prevista. Junto a lo señalado, otro logro político debe ser anotado: haber convertido en hegemónica y culturalmente irrebatible la crítica a la desigualdad y, por lo tanto, en viables las decisiones en línea de la inclusión. Solo habría que recordar que hace pocos años, la equidad era casi una mala palabra.
No obstante, también merece atención el modelo de gobierno propuesto, sostenido en una triple convivencia entre nacionalistas, socialistas y liberales. La integración de una parte de estos últimos en el gobierno es audaz en tanto la expresión de un modelo de cambio sin vencedores ni vencidos, distante del modelo venezolano y acaso ecuatoriano. La apuesta consiste en integrar a parte de los vencedores a la obra del gobierno bajo la idea de que existe una agenda liberal de contenido distributivo.
Para más de uno, el riesgo de este modelo no es la convivencia sino la acotación de los cambios, es decir, el tránsito hacia las reglas de juego chilenas luego de Pinochet, donde las políticas fueron moduladas por los poderes fácticos en apoyo de fuerzas del gobierno. En nuestro caso, esa posibilidad depende del perfil de los movimientos sociales, autónomos los últimos 20 años. Esta discusión se resolverá en la práctica cuando la calle responda a la pregunta: ¿Se autonomizarán del gobierno los movimientos sociales en un grado muy alto y podrán forzar un ciclo de cambios más rápidos e intensos?
El gobierno ha tenido éxito en rebajar las expectativas económicas centrando las demandas en la política social. La aprobación de la Ley de Consulta Previa y del gravamen minero no colisionan (todavía) con el núcleo del modelo; tampoco la puesta en marcha de los programas sociales ofrecidos. En este diálogo de señas e imágenes, la sociedad parece contentarse por ahora con la parte social de la inclusión, rebajando sus demandas de poder y de cambio económico. Ese canje tiene un tiempo político valioso que se debería traducir en la reforma del Estado, el principal problema de la inclusión en el corto plazo. El país quiere aunque sea un pedazo de cambio.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Pobres y desiguales

La mitadmasuno
La República
Sábado 11 de setiembre 2010
Juan De la Puente
El Informe Regional del PNUD de desarrollo humano 2010, presentado esta semana, trae novedades que introducen nuevos elementos al debate sobre la calidad del servicio del Estado en la lucha contra la pobreza y la relación de esta con la desigualdad.
El informe valora la caída de por lo menos 20 puntos de pobreza en la presente década y revela que a pesar de que el Perú se encuentra en el grupo de los países con menor desigualdad en la región, nuestro continente es el de mayor desigualdad en el mundo.
El informe es muy audaz al proponer incorporar el elemento desigualdad a mediciones del desarrollo humano, convirtiendo en obsoleto el modelo estimativo en base a ingresos, salud y educación. La premisa de esta propuesta es agresiva: la suma aritmética de estas variables no incide necesariamente en la disminución de la desigualdad. En esa visión, la reducción de la pobreza es importante pero no origina, necesariamente la cohesión social, la conexión de la sociedad y el desarrollo de las capacidades humanas.
El informe genera de hecho problemas ideológicos y políticos. En lo primero, coloca sobre la mesa el destino de la riqueza nacional, presionando sobre los idearios ultraliberales que ya habían sido objeto de cambios a inicios de la década, aceptando a regañadientes la necesidad del crecimiento con equidad, este último concepto en su acepción aristotélica básica, es decir, como sinónimo de justo. En la visión del informe, como en otros trabajos en la región, la equidad es la negación de la desigualdad y un impulso vigoroso de la justicia distributiva, ideario reflejado en la tesis de John Rawls sobre la teoría de la justicia y el consenso entrecruzado.
Es aún más incisiva la propuesta política. Sugiere debatir el pasado y presente de las políticas sociales con preguntas incómodas como: ¿Por qué somos pobres y desiguales, desde cuándo y por qué no superamos ambos estadios como lo hicieron otros pueblos en los últimos 50 años? A la vista de los datos, las políticas de oportunidades serían insuficientes o por lo menos relativas en beneficio de un proceso de universalización de derechos, en dependencia de la calidad sistémica de las privaciones. Eso tampoco gustará, sobre todo porque obliga a un Estado más promotor y regulador y a un mercado más inclusivo de derechos. En atención a este análisis, lo primero que habría que revisar es la calidad y la finalidad de los subsidios.
Link del Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010
Link del especial del Informe del diario El País de Madrid, con opiniones de especialistas y personalidades