jueves, 22 de marzo de 2018

Parte de crisis 2. Jueves 22, 7.45 am.

Por Juan De la Puente
El campo donde se ha librado la última batalla de la crisis peruana muestra todavía sus muertos y heridos. Apenas derribados PPK y Kenji Fujimori, aumenta la demanda del adelanto de elecciones que jaquea a vencedores y vencidos. Las lecciones de los últimos 18 meses, y en especial del período
diciembre-marzo, son valiosas para los que quieran asumirlas. La crisis continua, Vizcarra será una estación de ella, espero eficaz y diligente, las partes siguen siendo débiles y nadie se ha apropiado del discurso del cambio, que espera vestido y alborotado.
1.- Los explosivos videos que han terminado en la renuncia de PPK han sido la gota que rebalsó el vaso. Pero fue la última. Ese vaso se había llenado con otros errores, omisiones y estrategias, de modo que sería inexacto atribuir la caída de PPK solo a los videos, e incluso al fujimorismo. En ese punto, al igual que Alberto Fujimori el año 2000, su carta de renuncia es una pieza de exclusión de responsabilidades propias. PPK ha caído no solo porque siendo un presidente débil fue desgastado por un Congreso hostil en más de una ocasión al extremo, sino porque no supo apoyarse en la sociedad para esa batalla, salvo en los dos primeros lances con el Parlamento, cuando el debate de la delegación de facultades y la censura a Jaime Saavedra. También porque abandonó promesas electorales, porque no fue diligente y eficaz en el manejo de lo público y, sobre todo, por dos razones finales: no encaró con transparencia y limpieza el caso Odebrecht que le explotó en la cara (es el primer presidente de A. Latina al que ha derribado el caso Lavajato y eso no habrá que perderlo de vista); e indultó a Fujimori en base a un acuerdo espurio y reprochable, privándose de los últimos apoyos que le quedaban. El caso PPK debería estudiarse como un ejemplo de cómo no gobernar en minoría.
2.- Si nos atenemos a los juegos específicos, no se puede afirmar que la caída de PPK es la victoria del modelo de oposición que escogió el fujimorismo. Es cierto que al final, en un solo movimiento Keiko Fujimori ha pulverizado a Kenji, ha derrotado a su padre proclive a este y ha sacado del poder a Kuczynski. En cualquier caso, esa contabilidad seria exitosa y gananciosa si no fuese por el costo que también es contable: la pérdida de la mayoría absoluta del Congreso (que podría resolver con los desafueros), la división de su partido, el atroz desprestigio del Congreso, y la merma sustantiva de sus opciones políticas.
3.- Fuerza Popular no ha muerto en esta batalla, pero queda seriamente aislada en la sociedad, una rara oposición a la defensiva. Keiko se enfrenta a un terrible desafío; con dos fujimorismos a la vista –el del padre ya no el del hermano, hecho añicos- la estrategia de la retoma del poder a partir del indulto se diluye. La paradoja es que el límite de Fuerza Popular es el fujimorismo mismo, al que le queda muy poca épica y casi ninguna epopeya, valores de una tradición que la guerra entre hermanos ha derretido. El post fujimorismo está servido; si no lo toma, muere. La derecha opera con las mismas reglas que la izquierda, y necesita un liderazgo.
4.- El caso de la izquierda es parecido. Fue la tercera fuerza que obtuvo caso 3 millones de votos. Su temprana división en el Congreso lo condujo a privilegiar este espacio, dejando gran parte de las calles y de la vigilancia de la democracia y los derechos a un grupo de organizaciones y colectivos sociales que fueron los organizadores de las jornadas de los últimos 18 meses. Se produjo entonces, y aun ahora, un fenómeno donde la actividad parlamentaria es subsidiaria o ajena a la sociedad organizada. Cuando la crisis se agravó, en diciembre, una parte de la izquierda, en la calle y en el Congreso, se compró el discurso de que la vacancia era golpe de Estado en lugar de apostar al adelanto de elecciones junto a un programa de cambio político, lo que fue el último servicio a un gobierno casi muerto por corrupción.

5.- Esta izquierda ha sido un actor clave de la segunda vacancia, aunque persiste el principal desafío, que es el cambio. Ahora, cuando el 50% del país no quiere que se barajen las cartas de nuevo, sino que se juegue otro juego, extraña que desde la izquierda no se proponga un programa de cambio con horizonte en el corto y mediano plazo. Si la izquierda se atrinchera en un programa de largo plazo, sin responder a la demanda de elecciones adelantadas, le estaría regalando la crisis a la derecha o al centro que no tarda en articularse. A la vieja consigna de unidad y lucha, le falta lo segundo. Ahora, eso es más rentable que el debate de si se acepta la renuncia o se insiste en la destitución de PPK.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Parte de crisis 1. Miércoles 12 m.

Por Juan De la Puente
Hasta hace pocas semanas, el problema principal era el desenlace de la pugna por la presidencia. Ahora hay un problema añadido, cómo recoger los pedazos de un sistema que ha estallado, en el marco de un nuevo gobierno. A pocas horas de una probable renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, aquí unas reflexiones en contexto.
1.- Los videos de los “avengers” en acción evitan que el acto programado para el jueves –el debate de la vacancia- termine en un bloqueo de fuerzas, con o sin Kuczynski en el poder. Los videos han sacado la crisis del empate de fuerzas, la ausencia de centro y la polarización pura y dura. La apertura de una ventana para que se airee la crisis no se debe a los principios sino, como dice Maquiavelo, a una lucha malvada.
2.- Una amplia mayoría en favor de la salida de PPK del poder es una garantía de evolución de la crisis hacia una ingobernabilidad más manejable. Hay diferencias entre la vacancia por renuncia y la vacancia por destitución. La renuncia permitiría un mejor posicionamiento inicial del nuevo gobierno (conservaría gran parte de la bancada PPK) pero evitaría que el Congreso “se manche de sangre” con la vacancia, de modo que, sin ejercer voto alguno, el Congreso se sentiría más libre de compromisos con el nuevo gobierno. Al país, a la bancada oficialista y a las bancadas opositoras les conviene la renuncia; a PPK (presidente vacado, un poco perseguido) y a Martín Vizcarra les conviene la vacancia.
3.- La crisis en su parte presidencial, se desbocó entre diciembre y enero, pero llegamos a marzo con incertidumbre, pero sin agitación. Los videos de esta semana, traen a esta crisis la calle, que había estado silenciosa desde la última semana de enero. La calle viene con su opción propia, que es el adelanto de elecciones reflejada en la consigna “que se vayan todos”. Esta opción ha llegado para quedarse, salvo que el Congreso y el Gobierno realicen una gestión fina y de calidad de la crisis que le quiten oxígeno a esta alternativa. Parece que así no serán las cosas. Creo que, en el silencio de sus casas, los peruanos ya vacaron a los poderes del Estado; esta vacancia simbólica hace que para ellos no sea muy importante el juego de las vacancias reales.
4.- Es cierto que el adelanto de elecciones es una opción de la calle y no de la élite y que su legalidad es compleja. Hace falta que para eso renuncien o sea vacado el presidente, renuncien los vicepresidentes y que el presidente del Congreso asuma la presidencia de un gobierno de transición para llamar a elecciones, quizás en 8 meses, quedando pendiente la decisión si son solo presidenciales o generales, incluido el Congreso. A pesar de esta complejidad, la idea está instalada en la conciencia de los peruanos, y ya las encuestas nos dirán con qué porcentaje. La transición que se ha iniciada será jalonada por estas dos tendencias, el calendario constitucional vs nuevas elecciones.
5.- El de Vizcarra será un nuevo gobierno que cumpla el resto del período para el que fue elegido la plancha presidencial PPK-Vizcarra-Araoz, es decir 3 años y 4 meses. Un nuevo gobierno necesita nuevos ministros y, considerando esta crisis, un programa de gobierno renovado, con ideas fuerzas nuevas, recuperadas y prestadas. Este nuevo gobierno tendrá una luna de miel no muy larga, y bajo el principio del realismo es obvio que no será fuerte y que de él se desmarcarán las bancadas parlamentarias en un momento más o menos cercano.
6.- Por esa razón la idea de Vizcarra gobernando con el Congreso es muy relativa. Es cierto que habrá mayor cooperación que con PPK, pero no es menos cierto que las dinámicas de los partidos representados en el Congreso no pasan por el cogobierno o por un compromiso fuerte y duradero. Eso no impedirá que, como ha sucedido en los dos últimos años del gobierno de Humala, haya más cooperación económica que política. Vizcarra, otra vez el principio de realidad, será una estación de esta crisis y no será su solución, incluso si su desempeño es aceptable.

7.- Hace falta saber cómo evolucionará el Congreso. El golpe contra el grupo “avenger” es muy duro, casi una liquidación, en tanto que las bancadas pro vacancia, especialmente Fuerza Popular, puede respirar un tanto aliviadas porque y no serán vencidas en la votación por una segunda vacancia como parecía inminente hasta antes de los videos. Sin embargo, el Congreso queda más desprestigiado y fragmentado. El grupo de Kenji será un pelotón de zombis con voto, y hace falta saber quiénes reemplazarán a los tres legisladores que seguramente serán vacados. Si no es posible un pacto duradero con el Ejecutivo, tampoco parece posible un pacto hacia adentro, un elemento que favorecerá la consigna de que se vayan todos. Es una pena, pero el Congreso no está en condiciones de producir un giro político del país hacia adelante o acaso una discusión republicana. Hay una renuncia a la renovación de las grandes ofertas y de la ilusión democrática.

El discurso político del soborno

http://larepublica.pe/politica/1212095-el-discurso-politico-del-soborno
La República
La mitadmasuno
16 de marzo de 2018
Juan De la Puente
Las tres entregas de las declaraciones de Jorge Barata, ex responsable de Odebrecht en el Perú, publicada por IDL Reporteros, resumen la narrativa, mayoritaria y vigente, del papel de la empresa en el país, y no solo atribuible a una empresa extranjera. Como sucedió en algún momento con los vladivideos, su estudio es aleccionador respecto del discurso político de lo ilegal. Si entonces nos ilustraba sobre los entresijos del poder oscuro, ahora nos ilustra sobre la relación el poder y el financiamiento ilegal, su naturaleza y objetivos.
Barata dice que el propósito del financiamiento a los políticos era “un tratamiento diferenciado; esperábamos ser recibidos por los gobiernos, tener posibilidades de participar en los proyectos, de ser bien vistos por los gobiernos de turno. Ese era el objetivo”. En ese punto, la empresa separaba la compra de la voluntad de los políticos con la coima, que sería una compra por proyecto. Señala que “la contratación (de una obra, se entiende) no estaba implícita al hacer la contribución de campaña, sobre todo porque las contrataciones eran hechas en niveles de gobierno, como ProInversión, que no conocían que habíamos hecho algún tipo de contribución”.
El ex directivo revela las interioridades de un sistema cuya eficacia no depende de las reglas de la democracia y el servicio público, sino del dinero. El financiamiento ilegal, soborno a políticos por donde se mire, abre las puertas “para poder tener acceso a los gobiernos de turno y poder facilitar nuestra vida en el país”, “no ser discriminados y lo que nos preocupaba más es que sabíamos que había otros contratistas, de otras nacionalidades que también hacían aportes de campaña. Si tomabas la decisión de no aportar seguramente no ibas a ser percibido de forma adecuada o en igualdad de condiciones con los demás”, según Barata.
Esta confesión se posa, para desmentirla, sobre una afirmación que ya lleva dos años recorriendo artículos interesados y que, palabras más o menos, indican que una empresa extranjera vino a corromper el mercado y el poder en nombre de un proyecto político. Queda claro que las operaciones de las empresas extranjeras, brasileñas y de otras nacionalidades, se han montado –con sus propias reglas y cuantías- sobre un modelo de financiamiento ilegal boyante y existente, y sobre un esquema del ejercicio del poder susceptible al dinero. Nunca la palabra “aceitar” fue empleada tan correctamente (“los integrantes de los partidos políticos conocen que todos los empresarios realizan sus aportes”).
Ahora mismo, cuando se inicia la campaña electoral regional y municipal, el testimonio de Barata se aplica a la cadena de empresas, sobre todo constructoras y que venden equipos, en el sentido que anota el brasileño: “Usabas parte de tus utilidades para hacer aportes en campaña, con el objetivo de ser bien tratados”. Este año, gracias al fracaso de la reforma electoral se repetirá el cuadro descrito por él: “el aporte que nosotros hacíamos a la campaña era hecho, primero, porque entendíamos que era el papel de las empresas que participábamos en el país.
Segundo, porque eso de cierta forma permitía darnos espacio y oportunidad para tener las puertas abiertas a un diálogo más fluido con el gobierno de turno. Ese era el objetivo de esas contribuciones. Hacían campañas regionales. Buscaban a veces a (los encargados de) algunas obras, y pedían algún apoyo de camionetas, de impresión de folletos, apoyo para que algunos de nuestros ómnibus que llevaba a nuestros trabajadores llevasen gente de ellos para algún mitin. Ese tipo de apoyo también ocurría”.

Finalmente, el testimonio es igualmente revelador sobre el Congreso. Según Barata, “entendíamos que el Poder Legislativo también tiene un papel muy fuerte en el proceso de un país, así como el Ejecutivo. Pese a que el Legislativo en el Perú tiene un papel mucho más fiscalizador que promotor, también pretendíamos con las donaciones de campaña tener algún acceso al Legislativo”. Así se entiende que, de las 100 investigaciones parlamentarias de proyectos, ninguna haya tocado a Odebrecht.