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miércoles, 21 de marzo de 2018

Parte de crisis 1. Miércoles 12 m.

Por Juan De la Puente
Hasta hace pocas semanas, el problema principal era el desenlace de la pugna por la presidencia. Ahora hay un problema añadido, cómo recoger los pedazos de un sistema que ha estallado, en el marco de un nuevo gobierno. A pocas horas de una probable renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, aquí unas reflexiones en contexto.
1.- Los videos de los “avengers” en acción evitan que el acto programado para el jueves –el debate de la vacancia- termine en un bloqueo de fuerzas, con o sin Kuczynski en el poder. Los videos han sacado la crisis del empate de fuerzas, la ausencia de centro y la polarización pura y dura. La apertura de una ventana para que se airee la crisis no se debe a los principios sino, como dice Maquiavelo, a una lucha malvada.
2.- Una amplia mayoría en favor de la salida de PPK del poder es una garantía de evolución de la crisis hacia una ingobernabilidad más manejable. Hay diferencias entre la vacancia por renuncia y la vacancia por destitución. La renuncia permitiría un mejor posicionamiento inicial del nuevo gobierno (conservaría gran parte de la bancada PPK) pero evitaría que el Congreso “se manche de sangre” con la vacancia, de modo que, sin ejercer voto alguno, el Congreso se sentiría más libre de compromisos con el nuevo gobierno. Al país, a la bancada oficialista y a las bancadas opositoras les conviene la renuncia; a PPK (presidente vacado, un poco perseguido) y a Martín Vizcarra les conviene la vacancia.
3.- La crisis en su parte presidencial, se desbocó entre diciembre y enero, pero llegamos a marzo con incertidumbre, pero sin agitación. Los videos de esta semana, traen a esta crisis la calle, que había estado silenciosa desde la última semana de enero. La calle viene con su opción propia, que es el adelanto de elecciones reflejada en la consigna “que se vayan todos”. Esta opción ha llegado para quedarse, salvo que el Congreso y el Gobierno realicen una gestión fina y de calidad de la crisis que le quiten oxígeno a esta alternativa. Parece que así no serán las cosas. Creo que, en el silencio de sus casas, los peruanos ya vacaron a los poderes del Estado; esta vacancia simbólica hace que para ellos no sea muy importante el juego de las vacancias reales.
4.- Es cierto que el adelanto de elecciones es una opción de la calle y no de la élite y que su legalidad es compleja. Hace falta que para eso renuncien o sea vacado el presidente, renuncien los vicepresidentes y que el presidente del Congreso asuma la presidencia de un gobierno de transición para llamar a elecciones, quizás en 8 meses, quedando pendiente la decisión si son solo presidenciales o generales, incluido el Congreso. A pesar de esta complejidad, la idea está instalada en la conciencia de los peruanos, y ya las encuestas nos dirán con qué porcentaje. La transición que se ha iniciada será jalonada por estas dos tendencias, el calendario constitucional vs nuevas elecciones.
5.- El de Vizcarra será un nuevo gobierno que cumpla el resto del período para el que fue elegido la plancha presidencial PPK-Vizcarra-Araoz, es decir 3 años y 4 meses. Un nuevo gobierno necesita nuevos ministros y, considerando esta crisis, un programa de gobierno renovado, con ideas fuerzas nuevas, recuperadas y prestadas. Este nuevo gobierno tendrá una luna de miel no muy larga, y bajo el principio del realismo es obvio que no será fuerte y que de él se desmarcarán las bancadas parlamentarias en un momento más o menos cercano.
6.- Por esa razón la idea de Vizcarra gobernando con el Congreso es muy relativa. Es cierto que habrá mayor cooperación que con PPK, pero no es menos cierto que las dinámicas de los partidos representados en el Congreso no pasan por el cogobierno o por un compromiso fuerte y duradero. Eso no impedirá que, como ha sucedido en los dos últimos años del gobierno de Humala, haya más cooperación económica que política. Vizcarra, otra vez el principio de realidad, será una estación de esta crisis y no será su solución, incluso si su desempeño es aceptable.

7.- Hace falta saber cómo evolucionará el Congreso. El golpe contra el grupo “avenger” es muy duro, casi una liquidación, en tanto que las bancadas pro vacancia, especialmente Fuerza Popular, puede respirar un tanto aliviadas porque y no serán vencidas en la votación por una segunda vacancia como parecía inminente hasta antes de los videos. Sin embargo, el Congreso queda más desprestigiado y fragmentado. El grupo de Kenji será un pelotón de zombis con voto, y hace falta saber quiénes reemplazarán a los tres legisladores que seguramente serán vacados. Si no es posible un pacto duradero con el Ejecutivo, tampoco parece posible un pacto hacia adentro, un elemento que favorecerá la consigna de que se vayan todos. Es una pena, pero el Congreso no está en condiciones de producir un giro político del país hacia adelante o acaso una discusión republicana. Hay una renuncia a la renovación de las grandes ofertas y de la ilusión democrática.

domingo, 18 de febrero de 2018

El club de la destrucción

La República
La mitadmasuno
16 de febrero 2018
Juan De la Puente
Desde hace semanas, ningún actor institucional o individual acumula políticamente en este período de búsqueda de alternativas, una señal de alerta respecto a las fallas en las estrategias de partidos y movimientos de cara a los otros actores, y esencialmente frente la sociedad. Los grandes anuncios y esfuerzos con escasos resultados son el reflejo de una interpretación equivocada o por lo menos incompleta de la actual etapa del país.
Por lo pronto, la derecha e izquierda no son premiadas por la opinión pública, probablemente porque han reducido sus estrategias en la disputa por la presidencia de la República, perdiendo de vista aspectos cruciales de la agenda más allá del cambio en ese cargo público. El juego vacancia, renuncia y permanencia no suministra certezas desde ningún sector a la sociedad, y en cambio fortalece la incertidumbre. Las opciones centristas también han caído, una anormalidad contra el manual, que reza que la tensión entre los extremos permite la oportunidad a una tercera alternativa.
Las múltiples debilidades en esta crisis están pasando factura, y se ven reflejadas en las últimas encuestas, especialmente en la más reciente de Ipsos Perú. El rasgo central en lo que concierne a los líderes e instituciones son las altas cuotas de desaprobación. Por esa razón, la idea de una dinámica política perfecta gobierno vs oposición, donde lo que pierde uno lo gana el otro, se ha convertido en extremadamente relativa.
Quizás sea el momento de preguntarse si el actual esquema de confrontación reportará beneficios a los actores. Incertidumbre más debilidad no son necesariamente inherentes a toda crisis. En nuestro caso, están atadas a un juego estrictamente parlamentario y elitista que impide la participación, el dialogo social, la consulta y el debate ciudadano. La imagen de un ring donde se golpean varios jugadores por mucho tiempo ante un público que solo silba o aplaude, se desgasta irremediablemente.
Una explicación de esta afanosa infertilidad de los liderazgos es que hay más crisis “arriba” que “abajo”, y la enorme imposibilidad de las élites de contagiar al país su ansiedad por superar este momento o por lo menos impactar con nuevas grandes ideas respecto al futuro cercano. La enorme brecha aprobación/desaprobación de lideres e instituciones impide a la opinión pública diferenciar las estrategias inmovilistas de las de cambio, y es probable que para los ciudadanos la elite peruana sea un club de la destrucción, internamente indiferenciada.
Así, la situación actual tiende a empantanarse en tanto que todos los progresos siempre serán pequeños. Por ejemplo, el sentido común en favor de la salida de PPK de la presidencia es mayoritario, pero no abrumador. Frente al 54% de quienes creen que debe apartarse del poder se tiene más de un 40% que cree que debe mantenerse. Si 4 cada 10 peruanos afirman que el presidente debe quedare en el poder, es evidente un cuadro extraño que puede resumirse así: es un problema que PPK se quede, pero también es un problema que se vaya. El primer beneficiado de esta inercia es el mismo PPK.
Hasta nuevo aviso –una nueva denuncia, los 87 votos de una vacancia no express y una demanda activa de la calle – el Congreso se debilitará como el vértice de los esfuerzos que resuelvan este empate de fuerzas agotadas con estrategias incompletas. En tanto, no emerge ningún espacio que vía el Gobierno o la oposición activen una respuesta política y social tanto a la crisis como a la agenda pública abandonada. Las elecciones municipales y regionales que podrían ser el elemento dinamizador se anuncian en un formato de harta publicidad y escasa movilización.

A pesar se ello, las tendencias en pugna entre la salida de PPK del poder y la inercia que lo mantiene en la presidencia, puede ser dinamizada desde los movimientos sociales, a través de un gran diálogo social, nacional y regional, sobre los elementos de este período. Sin la presencia efectiva de los ciudadanos, esta etapa de gran inestabilidad se perderá como una gran oportunidad de construir una agenda para el futuro.