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sábado, 26 de julio de 2014

El gran movimiento

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-gran-movimiento-25-07-2014
La República
La mitadmasuno
25 de julio de 2014
Juan De la Puente
La difusión por la Asociación Civil Transparencia y Utero.pe de hallazgos en la revisión de las hojas de vida de los candidatos a las elecciones regionales y municipales del 5 de octubre, nos refriega en los ojos la asociación delito/política y corrupción/política. Más de 1,400 de los que aspiran a cargos de elección popular fueron condenados por delitos en los que la sociedad pone un énfasis especial, como prestaciones alimenticias (871 condenados); peculado (113); lesiones (59); apropiación ilícita (31); abuso de autoridad (29); homicidio (12), narcotráfico (13); entre otros.
Una respuesta inmediata alegaría que esta asociación no es nueva y que lo novedoso es conocerla en su emplazamiento electoral. Otra más avisada diría que esta relación es inherente a la política en tanto afán de poder y de lo público. No en vano Maquiavelo propugnaba una buena utilización del delito en un momento concreto para asegurar el poder y en beneficio de los súbditos (leído ahora como roba pero hace), aunque desaconsejaba que los delitos aumenten en lugar de desaparecer.
No obstante, la política también es un espacio de pugna entre la virtud de lo público contra la corrupción. El diálogo entre Sócrates y Critón en vísperas de su muerte, cuando este se presenta a su celda para contarle que sus seguidores habían recolectado dinero para sobornar a los guardias y a los delatores profesionales para posibilitar su fuga, es aleccionador. El filósofo se niega a participar en un doble acto de corrupción, soborno y chantaje, aun a costa de su vida con una épica sentencia: No podemos burlar aquello que hemos convenido que es justo.
Esta batalla entre la tolerancia y la censura a la corrupción en la política es tenaz; varios estados ha logrado vencerla y otros controlarla. En el ránking de 175 países que publica Transparencia Internacional, es curioso que de los 15 menos corruptos, 14 sean estados de bienestar, con sólidos sistemas de partidos y una alta conciencia del servicio público; y que los 15 más corruptos sean estados pobres y empobrecidos, con regímenes autocráticos y dictatoriales, desprovistos de comunidades políticas organizadas. En ese ránking el Perú está debajo de la mitad de la tabla, en el puesto 83, aunque otro estudio, el Barómetro Global de la Corrupción 2013, es más revelador: el Poder Judicial, los partidos, la policía y el Congreso se ubican entre las instituciones más corruptas.
Podría ser incluso que estas mediciones que recogen percepciones vayan a la zaga de una realidad mayor y que estas, las percepciones, sean un tanto generosas. El reciente estallido de corrupción regional, añadida a la local y nacional, nos avisa de un fenómeno vasto, masivo, intenso y sólido. En este punto, la pregunta sobre si la de ahora es la misma corrupción un poco aumentada por la mayor disposición de recursos, o si es nueva, es crucial. En el primer caso se trataría de la continuación de un hilo histórico y en el segundo de una ruptura estructural.
Me temo que estamos en ciclo corrupto totalmente nuevo, amamantado desde el Estado, la sociedad, la política y el mercado, inédito en cuanto a los actores, redes, organización y eficacia, una dinámica que nos impulsa desde un país “con corrupción” a un país “de corrupción”. Este movimiento es ahora el más importante de la sociedad, aún más que otros verificados por la academia, como el emprendedurismo y la informalidad. Como dirían algunos amigos, la corrupción ya hizo sociología.
Este movimiento se encuentra institucional y socialmente instalado, con una larga pista de recorrido por delante y a él se adecúan comportamientos públicos y privados. Una evidencia  de ello, muy peruana, es que con frecuencia le echamos al Estado la culpa de la corrupción para evitar culparnos a nosotros mismos. A ese gran movimiento cuyo horizonte es de largo plazo se le opone por ahora un pequeño movimiento anticorrupción de corto plazo que utiliza escasos mecanismos institucionales, carece de fuerza política y respaldo confiable de los medios de comunicación y de activismo social.

jueves, 3 de febrero de 2011

Impacto profundo

La mitadmasuno
La República
Jueves 3 de febrero de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.com.pe/03-02-2011/impacto-profundo

No debería pasar desapercibido el fuerte coletazo que ha impactado en las listas de candidatos al Congreso como efecto de la violenta liquidación del sistema de partidos, o lo que a él se parecía. Los candidatos presidenciales le expropiaron a sus grupos y a sus aliados temerosos o silenciosos la designación de los candidatos al Parlamento, ofreciendo una selección exigente y casi científica de aspirantes para garantizar moralidad, idoneidad y fidelidad. Sin embargo, las listas fueron elaboradas como los planes de gobierno, a la carrera y sin cuidado.
Lo que tenemos a la vista es un modelo antipartido y antipolítico de lista parlamentaria con las siguientes características alternativas o agregadas: 1) la subestimación de la consulta interna, democrática y respetuosa del militante inscrito; 2) el privilegio del invitado, especialmente de la “figura” conocida al margen de sus valores cívicos; 3) el fichaje del candidato con dinero o con posibilidades de atraerlo; y 4) la invitación a caudillos regionales o locales con arraigo en las recientes elecciones municipales y regionales.
El resultado ya se aprecia. En cada grupo menudean personajes cuestionados por sus condenas judiciales o procesos en curso, por sus relaciones con grupos de poder con oscura ejecutoria, por su pasado antidemocrático o por su vinculación con las tramas corruptas pasadas y presentes. Casi todas las listas parecen contagiadas en una magnitud que opaca la inclusión de candidatos de reconocida honestidad y trayectoria. En ese contexto, las hojas de vida se han revelado poco útiles aunque las tres semanas que median entre la designación de candidatos y su inscripción son un plazo de oro para apreciar estas perlas. Por lo mismo, son lamentables las barreras legales para que los grupos retiren a los cuestionados.
Si un porcentaje de esta pléyade es elegido disparará de inmediato y acelerará la crisis de legitimidad del nuevo Parlamento. Ese Legislativo no aprobaría las reformas necesarias, especialmente la política, o ejercerá con serias limitaciones sus funciones de representación y control. Será difícil, por ejemplo, que apruebe la ley contra los tránsfugas o elimine el voto preferencial. Se estaría cerrando así el círculo de la crisis de legitimidad de la democracia, ampliando el número de peruanos que desean una democracia con menos Parlamento.