La República
La mitadmasuno
9 de marzo 2018
Juan De la Puente
En menos tres meses, la ubicación de las fuerzas
políticas ha cambiado radicalmente. Hasta antes del primer pedido de vacancia
(diciembre 2017) la correlación de fuerzas presentaba tres bloques: 1) Fuerza
Popular con la cercana colaboración de Acción Popular y el Apra; 2) el Frente
Amplio, Nuevo Perú y los movimientos sociales, practicando con énfasis una
política antifujimorista más insistente que su oposición al gobierno; y 3) el
Gobierno y su bancada parlamentaria, con la cercana colaboración de Alianza para
el Progreso (APP) y los gremios empresariales.
En este escenario de confrontación a tres bandas, los
bloques 2 y 3 tenían una menor fuerza política. No obstante, el Gobierno, a
pesar de sus cifras a la baja, usaba su capacidad de movimiento en tanto que se
beneficiaba de la neutralidad de una parte de los medios de comunicación y del
antifujimorismo de otros. Entonces era entendible que las principales
tendencias fuesen más confrontación o un pacto entre PPK y el fujimorismo, para
rebajar tensiones especialmente luego de la confianza al gabinete Araoz, es
decir, mejorar el consenso a palos al que estaban condenados el Ejecutivo y
Legislativo.
Luego de la frustrada vacancia y el indulto estamos en
una etapa de polarización pura y dura. Después del reestreno del gabinete
Araoz, a inicios de enero, hubo un momento en que parecía que el fujimorismo
prefería un pacto tácito para preservar la institución de la presidencia,
expuesta en la oposición de este grupo a la moción de vacancia anunciada por el
Frente Amplio el 7 de enero.
Eso no ha sucedido. La imagen de una moción de
vacancia presentada juntos por el fujimorismo y el antifujimorismo hace unas
horas encierra varias exclamaciones, victorias y preguntas. La principal
sorpresa resume el grado de desaprobación del gobierno y su pérdida de
movimiento, y la igualmente asombrosa capacidad del presidente para sumar
enemigos o evitar que se le junten. Si el agua y el aceite se han unido es
porque ninguna fuerza fue capaz de impedirlo.
La misma moción, incluso si no es votada o no es
aprobada, es una victoria de la izquierda, su principal impulsora, una pequeña
venganza del Frente Amplio, acusado de plegarse al fujimorismo en diciembre, y
de Nuevo Perú, acosado por haberse retirado de la votación. Fuerza Popular, el
Apra y Acción Popular ganan menos, pero ganan porque están sacando la crisis
del pantano al que había caído las últimas semanas y que lastra las
instituciones. Sobre todo, ganan tiempo para intentar una decisión sobre la
nueva moción de vacancia, crucial para ellos porque la anterior los había
dividido.
Las primeras preguntas son del cuándo y cómo. Hemos
ingresado de lleno a una transición que nadie puede poner fecha y adelantar su
desenlace. En esa transición ciega se tienen por ahora solo dos opciones, la
vacancia misma de la presidencia, y un pacto tácito por la permanencia de PPK
en el poder, un pacto que ya no puede ser parlamentario sino por fuera de las
instituciones.
Ahora mismo subsiste la duda sobre la decisión de PPK
de acudir a la sociedad para desarmar la polarización pura y dura, o si nuevas
renuncias en Fuerza Popular o la división de APP desmontarán el choque. Los
actores de este drama sin guion no manejan todas las variables y por esa razón
se tiene una iniciativa de vacancia con formato de interpelación: veamos que
responde PPK y luego decidiremos.
Esta polarización pura y dura subordina, pero no
suprime otros procesos paralelos que volverán a emerger con PPK en el poder o
fuera de él, lo que hace de la vacancia una oportunidad y no una regularidad.
Los procesos anticorrupción, el indulto, la acusación a los miembros del TC y
al Fiscal de la Nación, la ley sobre publicidad estatal, la disputa
Keiko-Kenji, y las elecciones regionales y municipales, hacen cola para darle
contenido a esta transición, y para recordarnos que esta crisis que se asoma
larga aun con cambio en la presidencia, se resolverá –si eso cabe- cuando los
peruanos acudamos otra vez a las urnas para elegir un nuevo Gobierno y
Congreso.
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