Mostrando entradas con la etiqueta cuestión de confianza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cuestión de confianza. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de septiembre de 2017

De la obstrucción al auto bloqueo. Lo jurídico y lo político.

Por Juan De la Puente
La cuestión de confianza planteada por el premier Fernando Zavala al Congreso presenta una parte jurídica y otra política que no corren por cuerdas separadas. La evolución del caso hace presumir que lo jurídico, a razón del manejo de los tiempos por parte del Congreso, será lo que determine lo político. Aquí algunas opiniones provisionales ante un caso en proceso
:
1.- Pedido procedente. El Congreso permitió que hace meses que el entonces ministro Alfredo Thorne presentase una cuestión de confianza luego del debate de la interpelación, haciendo una interpretación forzada del artículo 86º del Reglamento del Congreso que señala que la cuestión de confianza se plantea en la sesión del Pleno. En ese momento, el Congreso fijó el precedente, de modo que ahora el pedido de Zavala es viable.
3.- Materia procedente. Al aparecer juntos en la conferencia de prensa, se presume que los miembros del gabinete han aprobado el pedido y que este se refiere a la defensa de una política pública y a un ministro. Eso se conoce como pedido de confianza solidaria. La práctica parlamentaria en el mundo está llena de pedidos de confianza en defensa de ministros, políticas, leyes, presupuestos, entre otros, y depende de cada gobierno cómo usar su bala de plata. De hecho, la discusión sobre que lo pedido por Zavala es “renovación” y no “cuestión”, es intrascendente. En el lenguaje constitucional es la misma figura: se pide renovar una confianza entregada previamente.
4.- Obligación constitucional. El Congreso tiene la obligación de derivar el pedido al pleno y convocar al premier para sustentarlo. Trasladar el pedido a la Comisión de Constitución implica una dilación con el riesgo de infracción constitucional. Es más, de acuerdo al artículo 129º de la Constitución, el premier puede ir al pleno sin ser invitado y bien podría plantear una cuestión de confianza luego de pedir un cuarto intermedio.
El artículo 129º dice: El Consejo de Ministros en pleno o los ministros por separado pueden concurrir a las sesiones del Congreso y participar en sus debates con las mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo la de votar si no son congresistas. Concurren también cuando son invitados para informar. El Presidente del Consejo o uno, por lo menos, de los ministros concurre periódicamente a las sesiones plenarias del Congreso para la estación de preguntas.
Esta disposición se lee como que hay tres tipos de concurrencia ordinaria: i) por iniciativa propia; ii) cuando son invitados y; iii) cuando van a la Estación de Preguntas.
Como se aprecian las posiciones, el pedido no aceptado por el Congreso podría ser materia de una larga acción de cumplimiento, de acuerdo al artículo 200º de la Constitución y regulado en el Código Procesal Constitucional.
5.- De la obstrucción al auto bloqueo. Dicho esto, en lo político, el pedido de la confianza tiene un mal tiempo y no creo que logre que el gobierno recupere iniciativa política y aprobación ciudadana. Es un error. No veo qué resultado se espera para considerar una victoria, porque incluso en la hipótesis más promisoria –que se aprueba la confianza y se quede la ministra Martens- los factores de deterioro no desaparecerán, agudizando el bloqueo del Gobierno y tensionando la convivencia forzada que los ciudadanos impusieron en las elecciones del año pasado.
Un gabinete que aún tiene un margen de maniobra no puede ser puesto en riesgo por un integrante que ha demostrado falta de habilidades. Todo esto a pocos días del viaje de PPK al exterior, cuando la bancada oficialista está dividida y el gobierno tiene una mayoritaria desaprobación. Recordemos que la cuestión de confianza es un intento del Gobierno de recuperar iniciativa política y de buscar alianzas para gobernar. Bueno, no veo una táctica de acumulación en curso; a Saavedra lo apoyaba la izquierda y parte de la calle, lo que no sucede ahora.
6.- Los ciclos de tensión política en el Perú tienes sus leyes. Parece que actuamos prescindiendo de ellas: i) todos los ministros en los últimos 16 años incluso de gobiernos con mayoría parlamentaria, objeto de duro cuestionamiento del Congreso, han terminado fuera del cargo por desgaste pronunciado; y ii) todo ciclo de tensión prolongada entre los poderes afecta severamente al Ejecutivo en su capacidad operativa y ante la sociedad. No encuentro razones para pensar que ahora será distinto.
7.- El cementerio de la política está lleno de valientes. El argumento más escuchado en estas horas es que PPK ha sido valiente y que ya es hora de “parar” al fujimorismo. Sería ideal que la política fuese solo un asunto de valentía. Prefiero pensar en un proceso más que en un acto, y considero que incluso como gesto épico y valiente, este carece de utilidad porque el fujimorismo parece que eludirá la confrontación y es probable que finalmente vote a favor de la confianza, pero censurando a Martens antes o después.
En nuestro modelo de distribución de poderes, el Parlamento tiene la potestad de aprobar la confianza del gabinete y al mismo tiempo continuar con la interpelación/censura de cualquiera de sus miembros, por una razón legal: censura y confianza son dos instituciones distintas que nacen de modo distinto y a cargo de poderes distintos
Como en diciembre, cuando se debatió por primera vez el asunto de la cuestión de confianza a raíz de la interpelación y censura del ministro Saavedra, se debe tener en cuenta que la sola presentación de la confianza no garantiza que se inicie el procedimiento para la disolución del Congreso y la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias. En el Derecho Constitucional nada es automático.

8.-  Creo que el principal factor de deterioro del gobierno está más abajo. Arriba se confronta, y abajo qué. No estoy seguro de que los ciudadanos simpaticen con un ciclo de confrontación extrema de los poderes, que parece más un afán de gran parte de la élite que ha olvidado a la sociedad. Por esa razón, un juego complejo que termine en que PPK se priva de un gabinete para designar luego otro instrumental para provocar la disolución del Congreso y nuevas elecciones, no creo que sea respaldado por los ciudadanos. Esas elecciones, estoy seguro, no las ganará el Gobierno y es una opción extremadamente incierta. Sigo pensando que el problema de fondo no es cómo el gobierno se entiende con el Parlamento sino de cómo se entiende con la gente y que el principal desafío del Gobierno no es la confianza del Congreso sino la confianza y legitimidad social.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La bala de plata

http://larepublica.pe/impresa/opinion/826965-la-bala-de-plata
La Republica
La mitadmasuno
2 de diciembre 2016
Juan De la Puente
No me encuentro entre quienes sugieren que el Gobierno haga cuestión de confianza por la permanencia del ministro de Educación y que esta sea el inicio de la disolución del Congreso y la convocatoria a nuevas elecciones congresales.
Desde el ámbito constitucional, no creo que sea suficiente solicitar la cuestión de confianza para que se echen a andar los nuevos comicios parlamentarios. En nuestro modelo de distribución de poderes el Parlamento tiene la potestad de aprobar la confianza del gabinete y al mismo tiempo continuar con la interpelación/censura de cualquiera de sus miembros, por una razón legal: censura y confianza son dos instituciones distintas que nacen de modo distinto y a cargo de poderes distintos. Los objetivos son también diferentes; la censura es un golpe al gobierno desde la oposición en tanto que la cuestión de confianza es un intento de este recuperar iniciativa política y de buscar alianzas para gobernar.
Algunas cuestiones de procedimiento constitucional también deben ser abordadas. Salvo que el premier Zavala decidiese someter solo su cargo a la confianza, el pedido al Congreso debe ser aprobado por el gabinete. De negarse la confianza deberá resolverse si la renuncia del gabinete obligaría al Presidente de la República a cambiar a todo el Consejo de Ministros. Eso no sucedió luego de la censura de Ana Jara en marzo del 2015 porque solo ella fue objeto de interpelación.
En el ámbito político, un juego en las alturas de ese volumen implicaría un bloqueo que ahora, precisamente, es necesario evitar. Creo que los cuatro meses de gobernabilidad compartida –o convivencia forzada o consenso a palos– no es un regalo del gobierno o de la oposición a los peruanos sino esencialmente una demanda que desde el primer día vino desde la sociedad, y es ella la que ha impulsado tanto la investidura del gabinete en agosto como la concesión de facultades en setiembre.
Es cierto que la demanda social de cooperación entre los poderes ha caído en las encuestas pero no estoy seguro de que los ciudadanos reclamen la derrota de uno de ellos en manos del otro. La bala de plata de la cuestión de confianza no debería ser usada por un gobierno que no está en crisis, que tiene el 50% de aprobación y que conserva un alto grado de maniobra.
Por esa razón, que el Presidente de la República se prive ahora por su propia mano del gabinete Zavala para designar luego un gabinete instrumental o “de provocación” pensando que las nuevas elecciones las ganará el Gobierno y no el fujimorismo, es una opción extremadamente incierta. Presume la convicción de una crisis generalizada en los dos poderes y de una extrema debilidad del Gobierno, que no es cierta.
El problema central detectado en el primer tramo del gobierno –leer todas las encuestas desde setiembre– no es cómo se entiende con un Parlamento que hasta ahora la ha proveído de estabilidad general, sino de cómo se entiende con la gente. Creo que el principal desafío del Gobierno no es la confianza del Congreso sino la confianza y legitimidad social, una carencia común a todos los grupos parlamentarios y a la elite política del país.
Si no se coloca como el eje de la gobernabilidad la relación del poder con los ciudadanos caemos en el error estratégico de considerar que el principal desafío del Ejecutivo es derrotar al fujimorismo y viceversa. De allí deviene la idea a mi juicio extrema de considerar que Fuerza Popular está “copando” el Estado, palabra gruesa y muy generalizable, una agregación voluminosa e inentendible en el caso de un grupo político que ha demostrado que no quiere compartir el poder sino ganar las elecciones del 2021.
Finalmente, es riesgoso que el Gobierno se aventure a practicar un procedimiento alquimista que nos traiga de vuelta la guerra política del período 2013-2016. De esa guerra, a solo 4 meses de período gubernamental y parlamentario, solo podría venir un “que se vayan todos” para lo que no están preparados ni los que se pueden ir, ni los que pueden venir.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Malas noticias para los políticos. Encuesta Ipsos 11/12/2016

Por Juan De la Puente
La encuesta de Ipsos-Perú que publica hoy El Comercio detecta varios fenómenos que el liderazgo nacional y sus elites no deberían subestimar, los primeros para incorporar estos hallazgos a sus decisiones políticas y los segundos por lo menos para tomar en cuenta el temperamento de un espacio que se subestima en la elaboración  de la agenda y en los análisis.
La encuesta muestra a los peruanos distantes, al centro y más racionales en la crisis del caso Saavedra, evidenciando que por lo menos en parte esa no es su pelea y colocando como el eje de la política la legitimidad más que la guerra política en las alturas.
Aquí tres elementos que creo que deben destacarse, dejando para otro momento las interesantes respuestas sobre los temas de género.
Tú no eres el país. La sociedad parecer estar relativamente distante de la pugna especifica por la permanencia del ministro Jaime Saavedra en su cargo, resumiendo una brecha significativa –todavía no abismal- entre el principal debate en lo que va del gobierno de PPK, y que ha polarizado la política, versus las opiniones más matizadas de los ciudadanos. En una conclusión gruesa se diría que el caso Saavedra no ha dividido el país, aunque si a sus instituciones, medios y elite opinante. Vamos, tú no eres el país o habla por ti.
Los ciudadanos se encuentran al centro, distantes y premunidos de una mayor racionalidad que predominan en las alturas en esta compleja disputa. Un 42% cree que Saavedra fue interpelado por la corrupción en su sector, y un 44% por razones extrañas al pliego interpelatorio, como por haber sido ministro de Humala, por la Ley Universitaria y las propuestas sobre género en su sector. Este empate le da a todas las verdades un poco de razón, pero si somos rigurosos, en un clima de guerra, ninguna de estas razones parecen ser suficientes. Como se diría en Grecia y Roma, no hay razón suficiente (ratio decidendi) sino que todas son  razones subsidiarias (obiter dicta).
A pesar de ello, los ciudadanos han cancelado la era Saavedra. La mayoría (54%) está de acuerdo con la interpelación y con su censura (52%) y más de dos tercios le sugiera al gobierno “dejarlo ir” (67%).
Estos datos son tan importantes como el escaso respaldo a la opción que propugna lo diametralmente opuesto: 30% está en contra la interpelación, 32% porque continúe en el cargo y 19% porque renuncie en rechazo a la interpelación.
¿El pueblo es cobarde y se resiste a premiar la política principista por parte de un buen ministro? No. Es más probable que los ciudadanos consideren  epidérmicamente que esta política in extremis no deberían experimentarse a 4 meses del inicio de un gobierno y que por esa razón esta hora es más de los sensatos que de los valientes; o que sus demandas son más complejas y terrenales que la censuras o la cuestión de confianza.
Tu reforma no es tan buena. Debajo de la epidermis sí que habita un drama que parece que han olvidado los que aseguran a rajatabla que le reforma que lidera Saavedra es una maravilla o lo que dicen que es un fracaso total. Ubicados en la conocida acepción “tampoco tampoco”, los ciudadanos dicen que Saavedra es el ministro con más aprobación y que la Educación ha mejorado, pero no mucho. Un 40% dice que si ha mejorado pero un 47% sostiene que no. Es más, casi la mitad de los peruanos cree que los avances en la prueba PISA se debe a factores distintos a la reforma educativa.
No le echen la culpa de estas respuestas herejes a los comunicadores. Creo que no se debe a que una buena reforma ha sido mal vendida. Pienso que la sociedad no cree en la narrativa de que “vamos bien pero despacio” o de que “estamos en el camino correcto” porque cree que existen brechas ignoradas estos años y que les atañen directamente (ver las opiniones de Ricardo Cuenca, por ejemplo). En resumen, tu reforma no es tan buena como dices.
Caigo yo y tú. Finalmente, la encuesta evidencia que el caso Saavedra ha afectado en distinta intensidad a instituciones y líderes. A PPK de modo limitado: ha bajado 3 puntos y aún conserva con su 48%  un margen de maniobra, considerando que su desaprobación solo ha subido un punto. El premier Zavala se mantiene en sus guarismos aunque otros miembros del gabinete han caído en aprobación.
Son las instituciones las más afectadas. El gobierno y el Congreso han caído en aprobación y se ha incrementado su desaprobación, una caída que afecta también a la Presidenta del Congreso, que hasta ahora había sido inmune a las tensiones entre poderes.
Otros dos datos forman un haz. Por un lado se reitera el esquema de competencia política imperfecta donde la caída del gobierno no empodera a la oposición. Por eso se tiene que la caída ligera de PPK se condice con la de Keiko Fujimori, que pasa de una aprobación  de 41%  a 37%  el registro más bajo de los últimos meses, y una desaprobación que aumenta a 55%, 18 puntos más que la aprobación, en tanto Verónika Mendoza se mantiene estable en 34% con una desaprobación que supera por 22 puntos a la aprobación. Por otro lado, los ciudadanos le reclaman al poder las mismas soluciones anteriores al caso Saavedra, es decir, a la inseguridad, corrupción y a la falta de autoridad.