Por Juan De la Puente
La cuestión de confianza planteada
por el premier Fernando Zavala al Congreso presenta una parte jurídica y otra política
que no corren por cuerdas separadas. La evolución del caso hace presumir que lo
jurídico, a razón del manejo de los tiempos por parte del Congreso, será lo que
determine lo político. Aquí algunas opiniones provisionales ante un caso en
proceso
:
1.- Pedido
procedente. El Congreso permitió que hace meses que el entonces ministro Alfredo
Thorne presentase una cuestión de confianza luego del debate de la
interpelación, haciendo una interpretación forzada del artículo 86º del Reglamento del Congreso
que señala que la cuestión de confianza se plantea en la sesión del Pleno. En
ese momento, el Congreso fijó el precedente, de modo que ahora el pedido de
Zavala es viable.
3.- Materia procedente. Al aparecer juntos en la
conferencia de prensa, se presume que los miembros del gabinete han aprobado el
pedido y que este se refiere a la defensa de una política pública y a un
ministro. Eso se conoce como pedido de confianza solidaria. La práctica
parlamentaria en el mundo está llena de pedidos de confianza en defensa de
ministros, políticas, leyes, presupuestos, entre otros, y depende de cada
gobierno cómo usar su bala de plata. De hecho, la discusión sobre que lo pedido
por Zavala es “renovación” y no “cuestión”, es intrascendente. En el lenguaje constitucional
es la misma figura: se pide renovar una confianza entregada previamente.
4.- Obligación
constitucional. El Congreso tiene la obligación de derivar el pedido al pleno y
convocar al premier para sustentarlo. Trasladar el pedido a la Comisión de Constitución
implica una dilación con el riesgo de infracción constitucional. Es más, de
acuerdo al artículo 129º de la Constitución, el premier puede ir al pleno sin
ser invitado y bien podría plantear una cuestión de confianza luego de pedir un
cuarto intermedio.
El
artículo 129º dice: El Consejo de Ministros
en pleno o los ministros por separado pueden concurrir a las sesiones del
Congreso y participar en sus debates con las mismas prerrogativas que los
parlamentarios, salvo la de votar si no son congresistas. Concurren también
cuando son invitados para informar. El Presidente del Consejo o uno, por lo
menos, de los ministros concurre periódicamente a las sesiones plenarias del
Congreso para la estación de preguntas.
Esta disposición se lee como que hay tres tipos de
concurrencia ordinaria: i) por iniciativa propia; ii) cuando son invitados y;
iii) cuando van a la Estación de Preguntas.
Como se aprecian las posiciones, el pedido no
aceptado por el Congreso podría ser materia de una larga acción de cumplimiento, de acuerdo
al artículo 200º de la Constitución y regulado en el Código Procesal Constitucional.
5.- De la
obstrucción al auto bloqueo. Dicho esto, en lo político, el pedido de la
confianza tiene un mal tiempo y no creo que logre que el gobierno recupere
iniciativa política y aprobación ciudadana. Es un error. No veo qué resultado
se espera para considerar una victoria, porque incluso en la hipótesis más
promisoria –que se aprueba la confianza y se quede la ministra Martens- los
factores de deterioro no desaparecerán, agudizando el bloqueo del Gobierno y
tensionando la convivencia forzada que los ciudadanos impusieron en las
elecciones del año pasado.
Un gabinete que aún tiene un margen de maniobra no
puede ser puesto en riesgo por un integrante que ha demostrado falta de habilidades.
Todo esto a pocos días del viaje de PPK al exterior, cuando la bancada oficialista
está dividida y el gobierno tiene una mayoritaria desaprobación. Recordemos que la
cuestión de confianza es un intento del Gobierno de recuperar iniciativa
política y de buscar alianzas para gobernar. Bueno, no veo una táctica de acumulación en
curso; a Saavedra lo apoyaba la izquierda y parte de la calle, lo que no sucede
ahora.
6.- Los
ciclos de tensión política en el Perú tienes sus leyes. Parece que actuamos
prescindiendo de ellas: i) todos los ministros en los últimos 16 años incluso
de gobiernos con mayoría parlamentaria, objeto de duro cuestionamiento del
Congreso, han terminado fuera del cargo por desgaste pronunciado; y ii) todo
ciclo de tensión prolongada entre los poderes afecta severamente al Ejecutivo
en su capacidad operativa y ante la sociedad. No encuentro razones para pensar
que ahora será distinto.
7.- El
cementerio de la política está lleno de valientes. El argumento más
escuchado en estas horas es que PPK ha sido valiente y que ya es hora de “parar”
al fujimorismo. Sería ideal que la política fuese solo un asunto de valentía. Prefiero
pensar en un proceso más que en un acto, y considero que incluso como gesto
épico y valiente, este carece de utilidad porque el fujimorismo parece que
eludirá la confrontación y es probable que finalmente vote a favor de la
confianza, pero censurando a Martens antes o después.
En nuestro modelo de distribución
de poderes, el Parlamento tiene la potestad de aprobar la confianza del
gabinete y al mismo tiempo continuar con la interpelación/censura de cualquiera
de sus miembros, por una razón legal: censura y confianza son dos instituciones
distintas que nacen de modo distinto y a cargo de poderes distintos
Como en diciembre, cuando se debatió
por primera vez el asunto de la cuestión de confianza a raíz de la interpelación
y censura del ministro Saavedra, se debe tener en cuenta que la sola
presentación de la confianza no garantiza que se inicie el procedimiento para
la disolución del Congreso y la convocatoria de nuevas elecciones
parlamentarias. En el Derecho Constitucional nada es automático.
8.- Creo que el principal factor de deterioro del
gobierno está más abajo. Arriba
se confronta, y abajo qué. No estoy seguro de que los
ciudadanos simpaticen con un ciclo de confrontación extrema de los poderes, que
parece más un afán de gran parte de la élite que ha olvidado a la sociedad. Por
esa razón, un juego complejo que termine en que PPK se priva de un gabinete
para designar luego otro instrumental para provocar la disolución del Congreso
y nuevas elecciones, no creo que sea respaldado por los ciudadanos. Esas
elecciones, estoy seguro, no las ganará el Gobierno y es una opción extremadamente
incierta. Sigo pensando que el problema de fondo no es cómo el gobierno se
entiende con el Parlamento sino de cómo se entiende con la gente y que el principal
desafío del Gobierno no es la confianza del Congreso sino la confianza y
legitimidad social.