Mostrando entradas con la etiqueta amazonia peruana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amazonia peruana. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de agosto de 2012

Majaz a la parilla

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/majaz-la-parrilla-07-08-2012
La República
La mitadmasuno
7 de agosto 2012
Juan De la Puente
Mi entrañable relación con la Amazonía peruana me impulsa a cuestionar el video de la campaña interna de la Marca Perú titulado “Loreto, Italia”. Sus realizadores evidencian un desconocimiento de la Amazonía y una visión pobre de ella que bien podría haberse resuelto fácilmente con la asesoría técnica del mismo Estado y con una pequeña dosis de respeto.
Teniendo en cuenta que el objetivo es atraer potenciales turistas, extraña sobremanera el uso ligero de especies protegidas sobre las cuales el mensaje no puede ser otro que la permanencia en su hábitat. La búsqueda de turistas no puede realizase reiterando usos depredadores en los que incurre el video, por ejemplo, en aquellas escenas que simulan la tala de un árbol al que se invita al visitante y que ni siquiera puede ser justificado, más aún en el caso de la Amazonía, con las razones del costumbrismo colono. Los realizadores debieron informarse sobre el daño de la biodiversidad y hábitat animal por la tala de un solo árbol. También deberían saber que la caza de majaz está prohibida y que es ilegal desde hace varios años ofrecer platos típicos con esa especie.
El video expone la innegable visión del colono, la cultura que más daño le ha causado a la Amazonía y que la considera un lugar casi vacío, apto para el saqueo, con pobladores poco avisados y mujeres fáciles, es decir, un espacio de evasión. Por eso, mientras se reseña en escasos segundos las bondades de sus frutas, se dedican minutos a recrear el mito de las raíces fértiles y sus preparados estilo “rompe calzón”, confundiendo las plantas medicinales con los tragos supuestamente eróticos. Sucede lo mismo con el contraste clásico/festivo de las pinturas europeas y amazónicas, presentando a las últimas como un remedo burlesco y de mal gusto de las primeras.
Se entiende perfectamente la necesidad de incorporar a la Amazonía al circuito turístico y enriquecer la autoestima nacional con la apropiación de esta parte del territorio. El concepto Marca Perú es valioso y sirve mucho a este propósito, aunque debería quedar claro que vender la Amazonía en el sentido más turístico de la palabra significa que debe ser visitada con el mismo respeto que demandan la sierra y la costa. Ya se tienen gruesos problemas con la tala y minería ilegal, la contaminación sonora de las ciudades y la pobreza como para agregar un turismo depredador y desenfrenado. En ese punto, recordemos los escasos avances en la lucha contra el turismo sexual infantil en Loreto.
Nuestra Amazonía no merece simplificaciones tan ligeras. Posee otros valores que la hacen atractiva, especialmente una cultura diversa que sintetiza la modernidad citadina con elementos ancestrales abundantes en religiosidad y leyenda. El video sacrifica esta síntesis, resultado del cual es la presentación no de un mundo sino de un submundo. Vendamos la Amazonía, claro, pero que no la malogren.

jueves, 2 de febrero de 2012

El Estado bajo fuego (lento)

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-estado-bajo-fuego-lento-02-02-2012
La República
La mitadmasuno
2 de febrero de 2012
Juan De la Puente

La muerte de 27 drogadictos durante el incendio de un centro informal de rehabilitación le ha dado un poco de fuego al debate sobre la legalización de las drogas. La tragedia en San Juan de Lurigancho se produjo el mismo día en que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, expresara que su país aceptaría la despenalización si todo el mundo entero la admite. Santos es el primer mandatario latinoamericano en funciones que fija una clara posición abolicionista global hasta ahora patrimonio de ex presidentes e intelectuales.
Algunos analistas locales han relacionado la horrible muerte de los 27 drogadictos con la prohibición de las drogas; sostienen que ella condiciona tanto la iniciación en lo prohibido como el tratamiento informal del problema, una lógica parecida a la que se opera en la ecuación del aborto clandestino. Me parece útil el debate a pesar de que mantengo mi escepticismo respecto a la legalización de las drogas en un país al mismo tiempo productor y consumidor, con un sistema educativo reacio a la prevención y un servicio de salud renuente al tratamiento.
Lo sucedido, sin embargo, también pone sobre la mesa la precariedad del Estado en la lucha contra las drogas en el marco de una prohibición global sobre la que se puede debatir pero, al mismo tiempo, no quedarse de manos cruzadas. Luego del incendio no se conoce ni el número de adictos ni la oferta privada formal e informal para la rehabilitación. Solo hay una certeza: el Estado ofrece 700 camas para el tratamiento de drogas frente a una demanda entre 100 y 150 veces superior.
La desoladora ineficacia del Estado frente a este problema se extiende a los ámbitos de la interdicción. En 30 años, se ha pasado de 2 a 12 valles con cultivos ilegales. Al mismo tiempo, de los 50 mil internos en las cárceles peruanas casi 12 mil lo son por delitos de tráfico de drogas. En ese contexto, los casos de narcotráfico en manos de una heroica procuraduría superan los 60 mil, aunque una revisión de su composición es aún más preocupante: de 5 procesados, 4 lo son por microcomercialización y solo uno por tráfico a gran escala. Del mismo modo, son escasos los procesos por lavado de activos e insumos químicos, en tanto que son simbólicos los de pérdida de dominio.
El Estado se quema a fuego lento. Nuestros índices de decomiso son menores al de Colombia y Bolivia y es probable que solo se incaute el 5% de la cocaína que producimos. Otros datos se suman a la alarma; el incremento de la violencia contra policías y magistrados y el hecho de que los jueces condenan a menos procesados por narcotráfico.
En este marco son un consuelo solitario y significativo los éxitos en el desarrollo alternativo. Sin embargo, hasta en ello el Estado marcha a la zaga y es la cooperación internacional la que, varias décadas después, lidera la mayoría de esfuerzos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El bien y el mal asháninca

La República
La mitadmasuno
24 de noviembre de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-bien-y-el-mal-ashaninca-24-11-2011


Pablo Macera y Enrique Casanto acaban de publicar un vivo testimonio de la nación asháninca, reivindicando su riqueza cultural, particularmente sus manifestaciones etnológicas. Dentro de ellas ocupan un lugar destacado sus saberes culinarios y la representación simbólica mágica de los alimentos. La Cocina Mágica Asháninca (Fondo Editorial USMP, octubre 2011), aborda la caza, la pesca y la agricultura de esa nación y se ocupa prolijamente de sus narraciones. El libro es la referencia antropológica actual de otro texto de ambos, El Poder Libre Asháninca (USMP, 2009) que revisa la rebelión de Juan Santos Atahualpa entre 1742 y 1752.
Macera y Casanto van un paso más adelante: alertan sobre los riesgos que para la sociedad asháninca representan la actividad de exploración de hidrocarburos en las cuencas de los ríos Ene, Tambo, Perené y Pichis, los proyectos de expansión de cultivos para biocombustibles y los de carreteras, hidrobias e hidroeléctricas. Los ashánincas se han liberado de la esclavitud cauchera, en los siglos XIX y XX, y de la senderista en los años de la violencia reciente, en ambos casos con graves pérdidas y dolores, pero ahora mismo su relación con el Estado es conflictiva y precaria; la desnutrición crónica en el río Tambo es 74% y en el nivel infantil llega al 81%.
Los autores reseñan ese mundo que pugna por no ser subyugado por nuestra modernidad. Ponen sobre la mesa, por ejemplo, la importancia de la yuca, que es en la alimentación amazónica lo que la papa es para los Andes. Es relevante el recuento de frutos consumidos por esa sociedad, casi todos ignorados en el resto del país aunque familiares para la Amazonía como la anona, el palmiche, el caimitillo, el tumbo o la sachamora, y de otros aún más desconocidos que ni siquiera tienen nombre español, como la íbara, el aapi o el damacoshire.
Es aleccionadora y reveladora la síntesis mágica en procura del equilibrio y del bien que los ashánincas realizan entre el hombre y los animales, principalmente aquellos usados para la alimentación. Por razones de virtud o de vicio terrenal, los hombres abandonan su condición humana por voluntad, castigo o salvación para adueñarse de un ser vivo animal, una suerte de reinvención que en casi todos los casos funciona como un mecanismo para fijar límites a los excesos humanos en las actividades productivas y extractivas o para promover la convivencia social. Aconsejable esta sabia conversión pacífica del mal en bien en tiempos en que el ser humano demora y sufre para encontrar sus límites.