La República
La mitadmasuno
7 de junio de 2019
Los 77 votos a favor de la cuestión
de confianza es un resultado provisional. En casi todo. Es una derrota táctica
de la mayoría parlamentaria contraria a la reforma –que mantiene su capacidad
ofensiva- y al mismo tiempo un logro relativo del Gobierno que ha empujado un
poco más la reforma profundizando el aislamiento del Congreso. Este cuadro se completa con otro
resultado, el triunfo personal del premier
Del Solar que coloca la primera piedra de un legado personal.
Dos
resultados intangibles por ahora, pero cruciales de cara al futuro son la
movilización de la sociedad en favor de una forma de cambio, y el aumento
considerable de la opción rupturista de la crisis, en clave de “que se
vayan todos”.
Luego de esas
certezas, lo demás es incertidumbre, una promesa de desenlace diferido luego de
una nueva sucesión de muy pequeños ciclos de acuerdo y disenso entre el
Gobierno y el Congreso. En lugar de una ruptura violenta entre ambos, que
hubiese llevado a elecciones legislativas para un Parlamento de 20 meses, la
aprobación de la confianza apuesta por una polarización programada, en cómodas
cuotas semanales.
Lo deseable
era una confianza negociada. En cambio, el Congreso aprobó
una desconfianza negociada internamente, resultado de lo cual es el estreno de
una coalición parlamentaria contra el cambio que rechaza, inclusive, lo mínimo.
El Gobierno
ha vuelto al ataque y ha ganado de visita; se ha posicionado a favor de los cambios,
aunque no ha podido, o no ha querido, reconstruir la coalición vizcarrista que
ganó el campeonato del año pasado, contra el Congreso y el CNM, rematando la
faena en el referéndum del 9 de diciembre.
¿Se aprobarán
los cinco proyectos priorizados por el Gobierno? Creo que no todos,
especialmente del que depende la mejora de la calidad de las elecciones del
2021: elecciones internas, fin del voto preferencial, paridad de género y
alternancia. En esa tendencia será difícil una nueva cuestión de confianza, de
manera que el juego de presiones –en democracia los poderes presionan y se
presionan- deberá ir por otro lado si el Gobierno desea tener éxito.
Hay más
espacio para la acción no parlamentaria. Una parte de la izquierda, Nuevo
Perú y el Partido Morado han
adoptado la reforma, junto a Del Solar, más como político que como premier y
otros grupos como los liberales en el Congreso. El horizonte de esa posición es
prometedor. Si algo se mueve es la formación de una conciencia nacional sobre
el cambio. Ahora falta la otra convicción, la de un gobierno fuerte y
mayoritario el año 2021. Ambas opciones, reforma para la reforma, podrían ser los
ejes de la movilización democrática para las elecciones de ese año.
Es altamente
positivo que la rebelión reformista pase a la sociedad, y que la politización
de la ética pública haya crecido consolidando un sentido común que ya se
refleja en la agenda pública a favor de la transparencia, la rendición de
cuentas y las libertades. El liberalismo de
los derechos, que avanza más rápido que el liberalismo de las instituciones
significa, por ejemplo, que ningún medio de comunicación con cierta audiencia
se oponga a la reforma política. Solo hace 5 año eso no era posible. Solo por
eso, la batalla por los cambios en estos días ha valido la pena.