La República
La mitadmasuno
11 de mayo de 2018
Juan De la Puente
Hay varias maneras de
evitar las reformas, por lo menos tres; una de ellas es no hacerlas; la otra es
hacer lo contrario, es decir, inventar una contrarreforma; y la tercera, pugnar
o realizar entusiastas cambios que no lo son a pesar de las apariencias.
Las dos primeras
modalidades se consumaron en el Perú a propósito de la reforma electoral, una
exigencia que no fue atendida por decisión de la mayoría de direcciones
partidarias y bancadas parlamentarias entre los años 2008-2018, a pesar del
interés y presión de los organismos electorales, en un momento articulados en
la Plataforma por la Reforma Política Electoral (2010-2015). La revisión de los
proyectos de ley presentados en la última década brinda una idea completa de
cómo se ha evadido esta urgencia y, al mismo tiempo cómo la élite política pudo
tejer sucesivas alianzas para evitar cambios cantados y demandados, una
resistencia exitosa ayudada por el crecimiento económico qua hacía (¿hace?)
prescindible todo cambio sustantivo.
Estas alianzas
lideraron hasta tres movimientos de contrarreforma, con el siguiente ritmo: 1) elevar de 140 mil firmas a 560 mil
el número de firmas para inscripción de los partidos (Ley Nº 29490, de 2009); 2) aumentar a 900 mil firmas este
requisito y otros ajustes antidemocráticos como aumentar de 20% a 25% el porcentaje
de invitados en las listas de candidatos a elección popular (Ley Nº 30414, de
2015); y 3) suprimir la
fiscalización de los recursos financieros por parte de la ONPE (Ley 30689, de
2017) aunque acompañado de algunos reajustes positivos respecto al financiamiento,
y la ley que permite postular a quien no viven en la circunscripción electoral,
aunque haya nacido en ella (Ley Nº 30692 de 2017).
Con realismo, en esta
etapa existe menos posibilidades de concretar una reforma ligeramente
coherente, a tenor de la disposición de fuerzas parlamentarias y de la ausencia
de un liderazgo político extraparlamentario activo e influyente. Desde la
derrota del proyecto de Código Electoral elaborado por el grupo de trabajo
presidido por la congresista Patricia Donayre, queda claro que la agenda mínima
de la reforma no será abordada en el mediano plazo. Esta convicción no implica
“tirar la toalla” sino reorientar la estrategia para lograr los cambios,
asumiendo que luego de una década de demandas y bloqueos se ha conformado que
la reforma política y electoral no se hará con los partidos y con el
Legislativo.
Por tal razón, y en
ese contexto realista y desafiante, el principal riesgo actual es la
distracción respecto de las claves de fondo. Esto acaba de ponerse de manifiesto
con la propuesta de eliminar la relección parlamentaria. El respaldo abrumador
a este planteamiento hace presumir que en esta medida se deposita gran parte
del cambio.
No obstante, es un
señuelo; es la parte populista de la reforma. Lo cierto es que desde el año
2001 la tasa de reelección parlamentaria peruana es la más baja de Sudamérica,
una tasa que apenas superó el 20% en las elecciones del año 2016. Cuatro
congresos “nuevos” en los últimos 16 años no han hecho mejor al Parlamento
peruano, como tampoco mejoraran las regiones y municipios la muy aplaudida
prohibición de reelección de gobernadores y alcaldes, o persistir en un
Congreso unicameral y pequeño, otra idea popular.
La evidencia indica
que existe una correlación entre la reelección parlamentaria y los partidos más
institucionalizados y que, al contrario, existe otra correlación, perversa,
entre los parlamentarios nuevos no militantes de sus partidos y la falta de
institucionalidad de los grupos políticos, un escenario enmarañado donde la
cohesión partidaria se bate en retirada empujada por el dinero y el
independentismo legislativo, el virus disolvente del sistema.
Si la mitad de
emoción y demanda contra la reelección parlamentaria se pusiese en la exigencia
de discutir el Código Electoral, o en poner sobre la mesa que solo 92 de los
130 congresistas están afiliados a los partidos por los que fueron elegidos,
según los recientes datos de la Asociación Civil Transparencia, estaríamos en
otro momento de esta batalla.