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martes, 22 de octubre de 2013

Perú/Chile después de La Haya

http://www.larepublica.pe/22-10-2013/el-fallo-de-la-haya-consolidara-proceso-de-integracion-entre-chile-y-peru
El siguiente es el resumen del conversatorio Perú/Chile después de La Haya realizado por La República el pasado domingo 20, moderado por el suscrito y que contó la participación de los ex cancilleres peruanos Rafael Roncagliolo, José A. García Belaúnde y Eduardo Ferrero Costa, y del ex canciller chileno Juan Gabriel Valdés. Lo que sigue es un resumen, aunque se pueden apreciar en el mismo link los tres videos de la reunión que duró más de una hora.
 
Juan De la Puente: Esta tarde, La República tiene el honor de reunir a connotados internacionalistas, quienes cumplieron importante labor al servicio del Estado. Me refiero a Juan Gabriel Valdés, ex canciller chileno, y tres ex cancilleres peruanos de relevante participación en la política: Eduardo Ferrero Costa, José Antonio García Belaúnde y Rafael Roncagliolo.
Este encuentro está dirigido al análisis y el trazado de perspectivas de lo que se ha empezado a denominar el proceso post La Haya. Ambas naciones no solo han ratificado que este fallo va a ser respetado, sino, además, se ha generado un conjunto de procesos que se han venido dando en cada país y de modo bilateral.
El primero tiene que ver con esta gran integración de la última década. El tránsito de personas, de bienes, es el más alto de la historia de las dos repúblicas y la presencia permanente de ciudadanos de un país en el otro es también creciente.
Una primera pregunta de este conversatorio es si la idea de esta gran integración y gran cooperación social es un desborde de las políticas estatales, la profundización de un proceso que viene desde el pasado y ha corrido paralelo a la instancia política.
Juan Gabriel Valdés: Creo que en América Latina vivimos un momento en el cual el proceso de integración adquiere características que van más allá de la voluntad de los estados. Cuando miramos el panorama, nos encontramos con que los organismos de integración, la mayoría de ellos, están, si no en dificultad, en crisis. Hay cierta ideologización de los procesos de los mecanismos de integración, tenemos dificultades en Mercosur, polarizaciones en torno al tema del Alba, un cuadro de división entre México y Brasil.
Sin embargo, lo que vemos  aquí son estas empresas translatinas que generan inversión y energía integradora en la mayor parte de la región,  y poblaciones que circulan.
Tenemos en Chile una población de cerca de 200 mil peruanos que están integrados y que nos han dado no solo una presencia muy activa en nuestra vida social en Santiago sino que nos han llevado la maravilla de la cocina peruana. La integración va más allá de lo que los gobiernos habían delineado, se están generando proceso nuevos,  ricos en términos de procesos de integración.
Juan De la Puente: Eduardo Ferrero fue canciller del Perú hace más o menos 15 años, cuando ya se avizoraba esta gran integración, el comercio tan intenso de bienes y traslado de personas.
Eduardo Ferrero Costa:  Yo creo que sí se han venido superando los conflictos bilaterales territoriales. En el caso peruano-chileno, con la sentencia de La Haya, esperamos dar por terminada la última controversia de este tipo entre estos dos países. Yo diría que se está pasando del concepto más tradicional de la integración regional o subregional, sustentada en gran medida por aspectos económicos, a una integración mucho más, valga la redundancia, integral, que va  más allá de los gobiernos
Y podemos hablar de integración multilateral, sea regional, subregional, e integración bilateral, que es en este caso lo que nos congrega hoy día: la integración progresiva que se viene dando entre Chile y Perú. Progresiva porque ya se viene dando de manera simultánea al proceso ante La Haya que culminará pronto y que será un hito hacia adelante, hacia una opción de mayor cooperación, mayor integración entre los dos países.
Se puede decir que, superadas ciertas etapas históricas de nuestros pueblos, se está pasando ahora a un proceso de integración mucho más pragmático y con mayores posibilidades reales de llevarlo a cabo. Creo que un ejemplo muy interesante es el caso de la Alianza para el Pacífico. Realmente en poco tiempo cuatro países con características comunes e intereses compartidos han creado un proceso de integración que va más allá de muchos casos de los procesos tradicionales de nuestra región y que están superando retos que han sido difíciles de encontrar en proceso previos, en parte porque es un proceso no ideologizado sino más bien un proceso pragmático orientado a aceptar retos comunes con una visión clara que es fundamental: la integración para poder tener una disposición más favorable en el escenario internacional tanto hemisférico como global.
Juan De la Puente: Quiero preguntar a los ex cancilleres recientes cómo esta gran integración ha condicionado el proceso de La Haya para que sea un proceso en que los países han jugado un papel con mucha inteligencia y sensibilidad.
José García Belaúnde: Yo sí creo que los gobiernos han querido siempre hacer integración. Por ejemplo, uno de los casos típicos que se enseñan cuando uno estudia el Organismo Mundial del Comercio (OMC) es un acuerdo comercial de 1934 entre Perú y Chile. Este tipo de acuerdos que eran muy pocos era del Perú y Chile, un ejemplo de lo que se puede hacer en materia de integración entre dos países vecinos. Entonces, sí creo que las sociedades han venido mucho después.
Salvo algún interregno allá por los años 70, donde evidentemente las características ideológicas de las dos dictaduras llevaban a una suerte de confrontación, ha habido interés de ambos gobiernos en hacer integración, y que las condiciones de desarrollo de los países en este momento han permitido que el conjunto de la sociedad se beneficie.
Todo esto ha ayudado de alguna manera en facilitar el manejo de ciertos temas sensibles, y un tema sensible definitivamente es La Haya. Y voy a insistir en eso siempre, que lo mejor que pudimos hacer es abordar ese tema. Estábamos planeando sobre la relación durante muchos años, y lo mejor que había que hacer era abordarlo ya sea por una negociación bilateral.
Yo sí creo que en eso también ha ayudado el cúmulo de intereses. En primer lugar, la Alianza del Pacífico es además una afirmación de que es posible hacer una integración menos rígida que la que teníamos antes.
En suma, sí creo que si seguimos por este camino, si los estados son capaces de estimular más el conjunto de la sociedad en este proceso de integración tenemos un futuro bastante promisorio.
Rafael Roncagliolo: Creo que de las tres intervenciones anteriores, lo que sacamos es que hay miradas comunes, y eso me parece muy importante para adelante. En estos dos años del gobierno del presidente Humala ha habido una especie de paradoja. Se temía que podía ser un gobierno con muchas más tensiones y la verdad es que nunca hemos tenido tanta cooperación, no solo en reuniones de diplomáticos y militares sino en reuniones de todo tipo de ministros y búsqueda de todas las formas de cooperación entre los dos países. Eso me parece muy importante para adelante porque es el punto de partida de lo que va a ser una cooperación mucho más estrecha.
Yo quería destacar un par de cosas solamente. Una es la importancia de la frontera, cinco millones de tránsitos al año por la frontera Tacna-Arica y un proceso, como decía Joselo, de integración entre Tacna y Arica que es casi una conurbación,  la conversión de estas dos ciudades absolutamente complementarias. Entonces ahí hay un trabajo enorme que hacer y cuando hemos conversado con los tacneños y los ariqueños hemos encontrado que la voluntad de los habitantes, la población de estas dos ciudades, es una voluntad de cooperación muy importante, casi diría yo que ambas son víctimas de ciertos centralismos y para superar su centralismo necesitan integrarse mejor, para no mencionar las inversiones y los casi 200 mil peruanos que viven en Chile. Y lo segundo es que yo también creo que Chile y Perú pueden contribuir mucho no solo en el terreno bilateral sino en el terreno multilateral.
Yo creo que Chile y Perú pueden contribuir mucho a la unidad de la región. Por ejemplo, en el caso de la Alianza del Pacífico –es un buen ejemplo– necesitamos que esta no sea ideológica y esté al servicio de América Latina realmente. Estos son como los países de punta que deben ponerse al servicio del resto de países, de ahí que creo que la colaboración entre Chile y Perú puede ser muy importante.
Juan De la Puente: ¿Están   dadas las condiciones para trabajar en una plataforma binacional conjunta entre Perú y Chile después de La Haya?
Eduardo Ferrero Costa: Estamos en un proceso que yo quiero camine hacia ello. Se puede decir que es un proceso positivo que camina hacia ese objetivo, tenemos ahora la última prueba del proceso y yo soy confiado en que se va a cumplir bien y es el acatamiento en la ejecución del fallo, o sea, cumplir con el compromiso que han asumido ambos gobiernos.
Cumplido ese compromiso, se abre un espacio muy interesante para empezar una plataforma bilateral conjunta. Me gusta más una nueva plataforma conjunta, no confundir lo del tratado con la sentencia  de fortalecimiento de mutua entre Perú y Chile. Sí es posible, hay que confiar en ello, hay que poder superar opiniones públicas que puedan estar un poco sorprendidas, hay que llegar al paso de ejecución de la sentencia que se ha dicho que se va a cumplir y así hay que confiar en que se va a cumplir. Sí estamos entrando a un nuevo espacio y hay ejemplos, el ejemplo de Perú-Ecuador y el ejemplo de Argentina-Chile. No estamos especulando, estamos hablando de casos concretos, de situaciones muy complejas que han quedado superadas.
José García Belaúnde: Yo creo que el tema es generar la confianza suficiente en cada sociedad. Yo creo que hay demasiados prejuicios respecto al otro país, extraño, porque hemos tenido después de la firma del Tratado de 1929 largos años sin conflicto ni nada que se le parezca, sí algunas tensiones de vez en cuando pero nada más.
Sin embargo, sí existen percepciones de lado y lado como que ensombrecen la relación. En Chile, por ejemplo, están convencidos de que siempre tenemos algo bajo la manga que sacar para reclamar, y se habla del irredentismo, incluso asocian lo de La Haya, que no tiene nada que ver con ese concepto de irredentismo. Y en el Perú hay la percepción de que Chile no es un amigo confiable, de repente hay algunos halcones en Chile que pueden empujar o gatillar sabe Dios qué. Entonces, ¿cómo trabajar sobre eso?, ¿cómo hacer para que estas percepciones empiecen a ser difuminadas y tengamos pues la percepción de la otra realidad, que son los encuentros entre ambos países?
Yo creo que los chilenos deben ser, como grupo nacional, si no los primeros los segundos turistas desde el año pasado. Entonces, cómo hacemos nosotros para que pueda existir una plataforma donde estas sombras puedan ser liquidadas, ese es el gran tema, y no creo que sea un tratado que los va a liquidar. Tenemos que dar algunas muestras de confianza mutua, tener unos gestos muy concretos que involucren a la sociedad en su conjunto.

viernes, 7 de diciembre de 2012

La hora de Torre Tagle

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-hora-de-torre-tagle-07-12-2012
La República
La mitadmasuno
7 de diciembre de 2012
Juan De la Puente
De cara a la fase oral en el litigio marítimo con Chile en La Haya, la cancillería ha logrado la cohesión nacional en torno a un tema de Estado exponiendo el comportamiento solvente de una diplomacia reconocida en la región por su eficacia y audacia. Este resultado debe ser explicado desde las políticas y desde los actores, es decir, desde la estrategia escogida a inicios del actual gobierno para enfrentar el tramo final del proceso de La Haya.
En esta estrategia le cabe un papel fundamental al canciller Rafael Roncagliolo, un radical concertador que ha llevado a la política exterior su perseverante búsqueda del consenso y del diálogo político. A esta visión se debe sobre todo la vocación de continuación del equipo designado en el anterior gobierno, plasmada en la permanencia en funciones del agente peruano, el ex canciller Allan Wagner, y en la incorporación como coagente de José Antonio García Belaunde, ex canciller de un gobierno al que se opuso el actual partido gobernante que, sin embargo, fue convocado en ejercicio de amplitud y madurez. Torre Tagle también se preocupó por allanar el camino para la incorporación al equipo de La Haya del ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros y confirmar al valioso equipo de especialistas peruanos y extranjeros en un signo de coherencia.
Los resultados exitosos de Torre Tagle no se reducen a La Haya; la política exterior peruana comprende elementos heredados de los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García que la actual diplomacia ha sabido conservar, desplegar y proyectar como logros de una década democrática, potenciando aspectos cruciales como la integración profunda con Bolivia y Ecuador, la asociación preferencial con Colombia y Venezuela, y la alianza estratégica con Brasil.
Torre Tagle ha construido asimismo en poco tiempo un activo liderazgo peruano en UNASUR, concebido como un espacio de influencia de un país crecientemente vigoroso a razón del auge económico que experimenta y del entendimiento de su papel en la región. A esta percepción se debe la recuperación de la relación con Argentina y la elevación de la asociación estratégica con Chile a un nivel más alto a pesar del litigio de La Haya, fortalecida por la mutua pertenencia a la Alianza del Pacífico y la práctica de un multilateralismo más activo.
La actual política exterior peruana ha sido criticada por dos grandes giros que protagoniza Torre Tagle que sin embargo están rindiendo sus frutos. El primero es su enfoque de las relaciones con EE.UU. desde una perspectiva de asociación con autonomía, es decir, una activa cooperación en el ámbito financiero, en la lucha contra el terrorismo y contra las drogas, reservándonos una visión propia del mundo y de las relaciones en la región. En esa perspectiva, no debe extrañar que el Perú haya continuado respaldando la demanda para que cese el bloqueo contra Cuba, no se haya plegado a las campañas contra la izquierda latinoamericana y haya votado recientemente a favor de Palestina en las NNUU. Al mismo tiempo, el Perú no se ha integrado a ningún bloque ideológico regional.
El otro giro es el activo respaldo a la reivindicación argentina de Las Malvinas, convertida en una bandera latinoamericana más allá de la posición frente al gobierno de Cristina Kichner, una conducta que le dio al país reconocimiento, autoridad y prestigio. A la distancia, se aprecia ahora como irresponsable la crítica alborotada de algunos sectores internos de la negativa del Perú al ingreso de la fragata inglesa Montrose a aguas territoriales en plena tensión entre Argentina e Inglaterra.
En la perspectiva de los balances a futuro, es probable que no sean recordados los episodios menudos, mezquinos o escandalosos. Es seguro que se recordará a una cancillería que supo transferir con inteligencia a la política exterior el resultado económico y político interno recuperando el prestigio perdido en los años de la violación de los DDHH y la afectación de los estándares democráticos.

jueves, 29 de marzo de 2012

Después de la fragata

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/despues-de-la-fragata-29-03-2012
La República
La mitadmasuno
29 de marzo 2012
Juan De la Puente

El gobierno ha logrado defender el núcleo de su política exterior atacada a propósito del episodio de la fragata inglesa Montrose; con éxito, ha reivindicado el carácter soberano de nuestras decisiones, la solidaridad colectiva y continental con Argentina en su reclamo de las Malvinas, y la necesidad de contar con una sociedad cohesionada alrededor de una dirección única de las relaciones internacionales.
Lamentablemente, esta defensa se ha debido realizar frente a otros peruanos, varios de ellos hombres de Estado. Algunos necesitaron una veloz alfabetización; en menos de 24 horas debieron entender las diferencias entre la política interna y exterior y la esencia de conceptos como soberanía. Es probable que requieran más tiempo para reconocer la noción de integración: que el Perú es más que un mercado en busca de socios; que nos ubicamos en América Latina, que hemos perdido y ganado guerras, que tenemos amigos y ex enemigos, que necesitamos más amigos y que, por último, tenemos intereses nacionales y fronteras. En ese sentido, es penosa y detestable la visión de los parlamentarios aplaudiendo el comunicado inglés contra su propio país, creyéndolo contra el gobierno o el canciller.
Desde el instante mismo de la Independencia, nuestra República fue asaltada por la fragmentación que, a decir de Bernardo Monteagudo, el segundo canciller de la República, expresan relaciones de grupos “que se detestan” y entre hombres que forman tantas subdivisiones que dificultan la convivencia y la misma democracia. En nuestra historia es recurrente que esa fragmentación, o la tentación de ella, brote en episodios decisivos de nuestras relaciones internacionales, momentos en que las conspiraciones internas socavan la unidad frente al exterior.
La tentación del fraccionamiento persiste luego del episodio de la fragata. Un sector insiste en alcanzar una pequeña victoria sobre el gobierno y otro, en vía de retroceso, condiciona su apoyo al gobierno (en realidad al Perú) en la fase oral de nuestra demanda ante La Haya a cambios en Torre Tagle. Echando a un lado la singularidad del momento, continúan forzando un cambio de la política exterior de integración y de no confrontación con los bloques ideológicos, disfrazando sus exigencias con una demanda de profesionalismo. Lo hace el grupo cuyo gobierno tuvo 7 cancilleres que no pertenecían a Torre Tagle, que diezmó el servicio exterior con la expulsión de 117 diplomáticos y que sometió a la cancillería a los designios muy profesionales de Vladimiro Montesinos.
El Perú no habría llegado a La Haya sin cohesión y deberá salir de ella en las mismas condiciones. De cara a la sentencia de la Corte Internacional, el hecho más trascendental de la política exterior peruana de los últimos años, para lo que quedan pocos meses, requerimos menos mezquindad y más memoria y unidad.