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viernes, 22 de noviembre de 2013

La crisis perfecta

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-crisis-perfecta-22-11-2013
La República
La mitadmasuno
22 de noviembre 2013
Juan De la Puente
La revelación sobre el ilegal resguardo policial del domicilio de un ex operador montesinista ha generado una crisis política inédita por la audiencia que concita, por la naturaleza de los protagonistas y por las versiones que circulan. Es una crisis perfecta donde el pasado, resucitado o sobreviviente, se abraza con el presente, y donde sobran los datos, nuevos o almacenados, casi en la misma intensidad que los chismes. Es un momento en el que todas las hipótesis parecen ciertas pero los explicadores no son creíbles y donde todos son malos o están a punto de serlo.
Esta no es una situación de todos contra todos sino de todos contra uno; el proceso ha atrapado a un gobierno ya desguarnecido antes del escándalo. El caso ha disparado otros fenómenos de modo que estamos ante varias crisis, un menú de crisis con un plato de fondo que por ahora nadie se atreve a pedir, el adelanto de elecciones o la salida de quien fue elegido democráticamente. La palabra vacancia es rumiada en algunas tiendas de campaña pero aún no ha sido escupida.
El sistema ha soportado el escándalo, lo que desdice la presunta fragilidad de la democracia. Sobre la mesa, más allá de la crisis misma se encuentra lo que ella revela, la existencia de redes, o una red de redes, que recrea la ilegalidad, una suerte de Estado de baja intensidad o de segundo piso que vive del primero, el producto de lo que Carlos  Meléndez llama una “antipolítica montesinista”, que no se queda en la escucha ilegal o la protección policial sino que trafica con todo.
El caso está cercado por una épica hipócrita o por lo menos equivocada, la de los caballeros armados que defienden a las FF.AA. de la Policía o a esta de los militares, que llaman a limpiar las instituciones pervertidas por el Estado de baja intensidad pero que guardan silencio ante la reforma. La corrupción ha llegado a su peor nivel: es un arma arrojadiza entre el gobierno y la oposición.
La última encuesta anticorrupción elaborada por Ipsos por encargo de Proética (agosto, 2013) señala que el 53% cree que la PNP es la institución más corrupta del país, pero nos sorprendemos si el Presidente de la República lo insinúa. ¿Quién debe decirlo? ¿Los porcentajes solo tienen relevancia estadística? ¿Es válido poner el dedo acusador anticorrupción frente a políticos y jueces y no ante policías y militares?
La crisis sigue abierta aunque la ferocidad de los actores haya cedido; no existe un manual de cómo cerrar un período con esa complejidad. Las recetas de gerencia política que circulan como catecismos no consideran la magnitud, el peso de los actores o la correlación de fuerzas. Los tontos creen que nunca falla un golpe de efecto, los más tontos dicen que una noticia mata a otra y los retontos que las crisis se cierran solitas y que solo hay que guardar silencio.
La crisis tiene dos hechos intrínsecos que bloquean la salida; el primero es la inculpación del montesinismo que aparece como un cuerpo vivo e inmutable. Esta visión político/policial simplifica el caso al reducirlo a quién estuvo más ligado a Montesinos y en qué medida sus vástagos han infiltrado el sistema
Este escenario proyectará una larga disputa basada en “nosotros tuvimos/tenemos menos montesinistas”. El segundo hecho que bloquea la salida reside en que nadie hace lo suficiente para superar el momento.
La única respuesta institucional viable es la reforma. Sin embargo, la mayoría de actores se quedan en la investigación; denuncian, interpelan, revelan, atacan, se defienden y se limpian de montesinismo. Gran parte de las actuaciones estridentes son para las galerías.
El gobierno debe tomar un espacio estratégico, huir de la disputa sobre los detalles y abrir un escenario que le permita elaborar un discurso único y una práctica reformista frente a las redes ilegales, llamando a ello a la oposición. Forma parte de ese posicionamiento la salida del gobierno de los protagonistas del escándalo, por acción u omisión, y la rápida designación de una comisión investigadora expresamente nombrada.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Hipótesis sobre el fujimorismo

La mitadmasuno
La República
Jueves 11 de noviembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/11-11-2010/hipotesis-sobre-el-fujimorismo
Por lo menos uno de cada 5 peruanos piensa votar por el fujimorismo en las elecciones del 2011. Esta perspectiva alienta en algunos la convicción de que la obra política de Alberto Fujimori está saliendo airosa de la prueba del tiempo como un elemento de la tradición autoritaria que arropa a su hija en la competencia presidencial. Ciertamente, ningún otro candidato recibe una herencia tan cuantiosa y sonante como la que ha empezado a disfrutar Keiko Fujimori.
Desde esa perspectiva, la táctica electoral de Fuerza 2011 se funde con su estrategia desde una aritmética sencilla: a más fujimorismo, más rédito electoral. Es decir, les basta la nostalgia, el recuerdo del país que encontraron en 1990 y lo que hicieron para remediarlo, incluido el golpe de 1992. En ese discurso, el país está obligado a tener memoria, un cierto tipo de memoria, la que se activa con cierto éxito con claves como partidos tradicionales, el terrorismo, inflación y desorden.
Una campaña centrada en la épica fujimorista corre el riesgo de ser incompleta, suficiente para recuperar la identificación emocional con un sector social pero limitado para producir un mandato de futuro. En otras palabras, el fujimorismo puede servir para recordar pero no necesariamente para gobernar. En una segunda lectura, acudir exclusivamente a la memoria en esta campaña electoral no será del todo redituable, sobre todo porque la memoria conservadora peruana es, en el fondo, una forma de antimemoria, un relato que a tenor de varias encuestas evade los imperativos de la democracia y la libertad esenciales en nuestro sistema.
El formato de campaña “más fujimorismo” tiene el perfil de una huida hacia adelante. Para intentar superar la barrera del 20 o 25% debe exacerbar la confrontación y endurecer el discurso con el consiguiente posicionamiento de esa opción en la extrema derecha del escenario. En el caso de que Fuerza 2011 pase a la segunda vuelta, será una proeza salir del gueto ultra en el que se está metiendo. Probablemente sea la consecuencia de un error estratégico de apreciación: no atreverse a explorar el posfujimorismo y asumir el papel de una nueva derecha, autocriticándose del golpe de Estado, de la corrupción, de la sociedad con Montesinos y de la violación de derechos humanos, un acto de contrición que la derecha chilena realizó con dolor 10 años antes de ganar las elecciones. La nostalgia cuesta.