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lunes, 5 de agosto de 2019

Una desconfianza negociada

https://larepublica.pe/politica/1483520-desconfianza-negociada/
La República
La mitadmasuno
7 de junio de 2019

Los 77 votos a favor de la cuestión de confianza es un resultado provisional. En casi todo. Es una derrota táctica de la mayoría parlamentaria contraria a la reforma –que mantiene su capacidad ofensiva- y al mismo tiempo un logro relativo del Gobierno que ha empujado un poco más la reforma profundizando el aislamiento del Congreso. Este cuadro se completa con otro resultado, el triunfo personal del premier Del Solar que coloca la primera piedra de un legado personal.
Dos resultados intangibles por ahora, pero cruciales de cara al futuro son la movilización de la sociedad en favor de una forma de cambio, y el aumento considerable de la opción rupturista de la crisis, en clave de que se vayan todos”.
Luego de esas certezas, lo demás es incertidumbre, una promesa de desenlace diferido luego de una nueva sucesión de muy pequeños ciclos de acuerdo y disenso entre el Gobierno y el Congreso. En lugar de una ruptura violenta entre ambos, que hubiese llevado a elecciones legislativas para un Parlamento de 20 meses, la aprobación de la confianza apuesta por una polarización programada, en cómodas cuotas semanales.
Lo deseable era una confianza negociada. En cambio, el Congreso aprobó una desconfianza negociada internamente, resultado de lo cual es el estreno de una coalición parlamentaria contra el cambio que rechaza, inclusive, lo mínimo.
El Gobierno ha vuelto al ataque y ha ganado de visita; se ha posicionado a favor de los cambios, aunque no ha podido, o no ha querido, reconstruir la coalición vizcarrista que ganó el campeonato del año pasado, contra el Congreso y el CNM, rematando la faena en el referéndum del 9 de diciembre.
¿Se aprobarán los cinco proyectos priorizados por el Gobierno? Creo que no todos, especialmente del que depende la mejora de la calidad de las elecciones del 2021: elecciones internas, fin del voto preferencial, paridad de género y alternancia. En esa tendencia será difícil una nueva cuestión de confianza, de manera que el juego de presiones –en democracia los poderes presionan y se presionan- deberá ir por otro lado si el Gobierno desea tener éxito.
Hay más espacio para la acción no parlamentaria. Una parte de la izquierda, Nuevo Perú y el Partido Morado han adoptado la reforma, junto a Del Solar, más como político que como premier y otros grupos como los liberales en el Congreso. El horizonte de esa posición es prometedor. Si algo se mueve es la formación de una conciencia nacional sobre el cambio. Ahora falta la otra convicción, la de un gobierno fuerte y mayoritario el año 2021. Ambas opciones, reforma para la reforma, podrían ser los ejes de la movilización democrática para las elecciones de ese año.
Es altamente positivo que la rebelión reformista pase a la sociedad, y que la politización de la ética pública haya crecido consolidando un sentido común que ya se refleja en la agenda pública a favor de la transparencia, la rendición de cuentas y las libertades. El liberalismo de los derechos, que avanza más rápido que el liberalismo de las instituciones significa, por ejemplo, que ningún medio de comunicación con cierta audiencia se oponga a la reforma política. Solo hace 5 año eso no era posible. Solo por eso, la batalla por los cambios en estos días ha valido la pena.

Reforma acotada y sin libreto

https://larepublica.pe/politica/1479069-reforma-acotada-libreto/
La República
La mitadmasuno
31 de mayo de 2019
Por Juan De la Puente

La Cuestión de Confianza (CDC) planteada por el Gobierno al Congreso es, para efectos de este período, un acto obligado de los actores principales de esta transición trunca. A este acto, ellos van forzados, casi a rastras, desprovistos de las capacidades para un combate mayor. Sin esta escena, para ellos no habrá 2021. Aquí unas notas cortas:
1.- El Gobierno. No tenía otra opción, so pena de perder los apoyos que hacen buena parte de la aprobación que mantiene el presidente Vizcarra. Además, la negativa del Congreso a acusar al fiscal Chávarry fue una provocación demasiado altisonante como para que el Gobierno aguardara en silencio alguna novedad de la reforma política que compensara la impunidad.
2.- ¿Gana el Gobierno con la CDC? Quizás pierde menos de lo que hubiese perdido si no lo proponía, considerando que le quedan dos años de gestión. Pero hay dos anotaciones más: la aprobación de la confianza no garantiza que la reforma sea aprobada, mientras que la desaprobación implicará una batalla política y electoral de la que saldrá un Congreso que funcionará 20 meses, sin que sea seguro que apruebe la reforma. En cualquier caso, el premier Del Solar tiene la oportunidad de construir un legado, incluso si es derrotado.
3.- El fujimorismo. Tampoco quería la CDC. Deseaba proteger a Chávarry (ahora le llaman blindaje), pero no a costa de ser puestos en evidencia y derrotados, como lo será de todas maneras si vota por la confianza o si se opone a ella. Hay en Fuerza Popular una identidad tanática que no se explica solo por la actitud de la Comisión de Constitución, o parece que se ejecuta un manual para alejarse del poder en pocos pasos.
4.- La calle. La CDC es un llamado de la sociedad, aunque mínimamente movilizada. De eso que no haya duda, con cargo a confianzas y desconfianzas posteriores. La pobre calle, ninguneada luego del último servicio prestado en enero, para la destitución de Chávarry, ha terminado de autonomizarse y se maneja por ahora en dos velocidades, una donde resurge el “que se vayan todos” y “Asamblea Constituyente”, y la otra que reclama cambios mínimos, pero cambios al fin.
5.- Derecha e izquierda. El juego de la elite cambiará de registro. La sociedad conservadora será llamada a respaldar una cruzada contra Vizcarra en caso se disuelva el Congreso y se convoque a elecciones parlamentarias lo cual radicalizará aún más a la derecha peruana. La izquierda, una parte de la cual tampoco cree en la reforma política, tendrá la oportunidad de hablarle al país y dejar de hablarse entre sí, aunque no se sabe si participará en las elecciones para el Congreso de 20 meses.

6.- Sin coalición. Queda poco margen de acción en los espacios institucionales. Es cierto que se ha frenado la dinámica en la que los detentadores del poder tanteaban el terreno, jugando varios juegos sin salida: el juego del debate de los cambios menos importantes; el juego del pacto dentro del Congreso; el juego del pacto Ejecutivo-Legislativo; y el juego del desafío mutuo (ahora le llaman pechar, como en las prisiones). Es cierto que tendrán que jugar otro juego y encarar cambios que no deseaban, acotados y sin libreto, sin una coalición reformista. Sin ella, sorry, toda reforma será muy limitada.

jueves, 24 de enero de 2019

El test venezolano

Por Juan De la Puente
Venezuela ya era en los últimos años un test de democracia; en las últimas horas, es un test de sentido común y del análisis, desnudando las carencias de una apreciación subjetiva de la realidad.
Solo un sesgo extremista podría ignorar la épica de un pueblo que por enésima vez se levanta, unido y multitudinario, contra un régimen repudiado y podrido, violador sistemático de derechos y libertades, fracasado y hambreador en lo económico, fracasado y autoritario en lo político, ultracorrupto, que ha manoseado el cambio para no hacerlo, y ha destruido las instituciones y echado a perder el futuro de una generación de venezolanos.
Y que hace años perdió la mayoría y la legitimidad.
Y que ahora solo apesta.
Qué baja la calidad de análisis de actores (¡EEUU tiene intereses en Venezuela! Claro, Rusia no, Turquía no, China no), que no le da un lugar en la escena a la calle, a la crisis interna, al hambre y a millones de migrantes. Ese sesgo reduce el futuro de un pueblo de 31 millones de habitantes al análisis geopolítico donde lo más importante es lo que diga EEUU, una reflexión inconsistente sin variables y sin contexto, donde todo es conspiración, una escena de titiriteros y títeres, sin ciudadanos, sin Congreso y sin una Constitución que defender. Qué corta la reivindicación del principio de autodeterminación de los pueblos que ignora al pueblo mismo, movilizado a pesar del terror de los paramilitares y de los muertos, de la justicia tomada por Maduro y su sistema electoral fantoche.
Qué falso el dilema Maduro o Trump; el historiador mexicano Enrique Krauze me releva de más argumentos contra el chantaje que entraña esta falsa disyuntiva (“rechazar a dictador Maduro no es apoyar al fascista Trump. Es apoyar la voluntad democrática del pueblo venezolano).
Qué fácil acomodar las teorías sobre el golpe de Estado para defender a un gobierno permanentemente golpista que disolvió el Parlamento, capturó los medios, copó todos los otros poderes del Estado y pactó el co-gobierno con una camarilla militar que nadie ha elegido.

Claro que Venezuela necesita diálogo, una vez que se vaya Maduro, porque él mismo usó las iniciativas de diálogo para quedarse, ganar tiempo y preparar la persecución de partidos, políticos, periodistas y líderes sociales. El futuro ya no es con él; es después de él.